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Caminando entre dragones por Kaiku_kun

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Notas del capitulo:

Para los que os preguntéis: en este fic sigo el anime, no el manga, así que no, Iruru no conoce a la tropa. Lo digo porque (yeah!) va a aparecer en estos capítulos.

10. Un adiós con sorpresa

 

Los dos días que dio Tohru para el encuentro pasaron volando. No aparecieron dragones por sorpresa, no hubo problemas en el trabajo y Kanna ya no iba al colegio, así que las dos dragonas trabajaban duro pensando en planes, en duración del viaje, comprar material, de todo.

—¿Estáis seguras de que no puedo hacer nada? —preguntaba Kobayashi, cada vez que veía a una de las dos cargar con algo—. En serio, creo que hacéis demasiado…

—¡No! ¡Todo controlado!

No era que Kobayashi se estuviera sin hacer nada, ayudaba a la compra y a la cena… básicamente porque era a lo único que se dejaba ayudar Tohru. Ella siempre alegaba que ese era la peregrinación de los dragones y, al ser su primera vez, quería cumplir con el sudor de su frente.

—Van a ir todos a despediros a la montaña, así podremos ayudaros. Como tampoco sabemos qué ocurre exactamente a parte de lo de la fiesta, quizás nos enteremos de algo.

—Tranquila, no pasa nada, no tardaremos mucho.

—Bueno… —suspiró Kobayashi, que no estaba para nada convencida.

Entonces giró la cara por la casa y se encontró con la mirada firme y seria de Kanna, que la penetraba como el hielo.

—¿K-Kanna? ¿Estás bien?

—Sí.

Y se fue detrás de Tohru. Algo le decía a Kobayashi que le faltaban datos en esa conversación tan corta.

Finalmente, llegó el día. La familia fue volando con el bloqueo de percepción activado. Kobayashi se sentía rara sabiendo que esas dos criaturas le iban a dejar la casa vacía por un tiempo que no sabía. Por una vez, el silencio y el aire le transmitían amargura, como si estuvieran en su contra.

En la montaña, que curiosamente casi no recordaba por aquella tremenda borrachera que se cogió el día que conoció a Tohru, ya estaban Fafnir, Lucoa, Elma y compañía, todos en forma humana, con todo el cargamento de provisiones.

—Hola a todos. Hoy empieza el viaje hasta el encuentro de Auðumbla —anunció Tohru, muy solemnemente—. Espero que hayáis cogido todo lo que necesitéis.

Los dragones asintieron, mientras que Takiya y Shota se acercaron a Kobayashi. El pequeño saltó el primero:

—¡Lucoa es un dragón! ¡No es un demonio!

—Si ya te lo decía ella… —suspiró Kobayashi, sonriendo—. Pero no le hacías caso.

—Bueno, es un dragón, no podía fiarme del todo de una criatura peligrosa como ella… ¡Que casi siempre me ahoga con sus… sus…!

—Entendemos —dijeron a la vez Kobayashi y Takiya, compasivamente.

—Pensaba que tú no sabías lo de Fafnir —comentó la única mujer entre los tres.

—Lo sospechaba, pero cuando ocurrió… “esto”, pues me lo dijo definitivamente. Hemos estado juntos mucho tiempo, consideró que era un buen confidente.

Kobayashi sonrió porque notó que no era la única que iba a echar de menos a su compañero. Takiya tenía esa sonrisita suave y contemplativa de cuando se cierra un capítulo, algo muy característico en él. Su paciencia era infinita.

Pero la perdió cuando no vio a Saikawa y su hermana.

—¿No han venido?

—Ellas no lo saben —comentó Takiya—. Y de todas formas se fueron de vacaciones nada más terminar las clases de la niña. No creo ni que se enteren de que Kanna ha hecho su propio viaje.

—Bueno…

Entonces los dragones les llamaron para hablar. Entre todos habían calculado que el viaje duraría una semana o dos, dependiendo de a qué velocidad fueran.

—¿No vais volando?

—Sí, pero no es tan sencillo —explicaba Tohru—. El bloqueo de percepción es débil en nuestro mundo y solamente nos oculta de humanos, y allí hay bastantes más razas que en este mundo. Además, Auðumbla sigue estando en el límite del mundo.

—Y supongo que abrir un portal cerca del borde no servirá por alguna razón.

—Es un territorio muy frecuentado por humanos y elfos viajeros —canturreó Lucoa—. Los portales gastan demasiada energía para no ser notados.

—Solamente dragones muy poderosos los pueden abrir, es como un radar de peligro para los humanos —comentó Elma, algo molesta. Probablemente porque ella no tenía ese poder para abrir portales. Solamente Tohru, Lucoa y Fafnir podían.

Mientras cada uno lanzaba su parte del discurso, Kanna no dejaba de mirar a Kobayashi. No parecía triste, simplemente era persistente en algo que la pelirroja no sabía entender.

Al final, humanos y dragones empezaron a notar el cansancio de una despedida y empezaron a pensar en el adiós definitivo. Kanna se acercó a Kobayashi casi corriendo y la abrazó.

—No te preocupes, son unas vacaciones, ¿recuerdas?

—Quiero que vengas.

—Pero ese no es mi mundo. Y el resto de dragones te cuidarán.

—Eres mi madre —dijo, más seria que de costumbre. Kobayashi puso una cara rara, como de víctima de chantaje emocional, y vio como la niña miraba al resto de sus congéneres—. Es mi madre.

A los humanos les hizo gracia la escena, pero a los dragones casi les da un ataque.

—Vamos, tú ya tienes madre —comentó Shota, sin darse cuenta—. Seguro que la encuentras allá donde vayas.

—No. Kobayashi es mi madre.

—¿Estás segura? —preguntó Tohru. Ella tenía un tono de voz muy distinto.

—Sí —confirmó Kanna con ese mismo tono.

Y todos los dragones suspiraron profundamente, cansados y nerviosos. Lucoa se acercó, abriendo sus extraños e inusuales ojos para mirar muy fijamente a la más pequeña.

—Una vez se hace ya no hay vuelta atrás. La estarás exponiendo a todos los peligros.

—¿C-cómo que peligros? ¿De qué hablas? —se alteró Kobayashi. Kanna se desprendió de ella entonces—. ¿Qué está ocurriendo?

—No le ocurrirá nada —sentenció Kanna, con unas palabras que empezaron a dar miedo a los humanos.

—Bien. —Lucoa se irguió, retrocedió dos pasos y señaló con la mano abierta a la pequeña—. Desde ahora, y con tres dragones como testigo, Kobayashi es, de forma oficial, la madre de Kanna.

Kobayashi iba a quejarse, pero una luz verde emitida por la mano de Lucoa la rodeó a ella y a Kanna, formando un vínculo nuevo, muy profundo, que dejó incapaz a la humana de decir nada. Ningún sentimiento nuevo, ninguna responsabilidad nueva, ningún instinto nuevo, realmente. Pero por alguna razón ya no sentía necesidad que quejarse.

—Esto significa que Kanna ahora tiene derecho a reclamar la presencia de Kobayashi estando en su mundo —aclaró Tohru a Takiya y Shota, que estaban visiblemente confundidos—. Kobayashi tiene que venir con nosotros a la fiesta de Auðumbla.

Los instintos quejumbrosos tanto de Kobayashi como del resto de humanos se reactivaron. Elma y Fafnir también expusieron sus quejas (bastante menos escandalosas y consistentes), sobre todo señalando que entorpecería el viaje o que correría peligro, pero Tohru y Lucoa simplemente negaban con la cabeza.

—Está hecho. Kanna tiene derecho. Y dudo que, en el fondo, Kobayashi se quiera negar —sentenció Tohru—. Tenemos provisiones suficientes, tendrá protección y seguiremos pudiendo volar. No hay razón sólida para negarle a Kanna su petición.

—Muy astuta estrategia, niña —replicó despectivamente Fafnir—. Veamos qué pasará cuando se encuentre en la fiesta rodeado de dragones queriéndose matar los unos a los otros.

Kanna no se amilanó, se mantuvo firme y desafió con la mirada al oscuro dragón, que replicó entre dientes que esa sensiblería acabaría por matarlos a todos. Takiya le excusó inmediatamente diciendo que no estaba acostumbrado a verlo.

—Supongo que nos veremos pronto, entonces —dijo en tono de despedida Kobayashi, resignándose a su suerte.

—Desde luego. Te estaremos esperando. Igual que al resto —sonrió Takiya.

—No conjures a un demonio mientras Lucoa no esté, ¿eh? —le dijo a Shota.

—No, ya aprendí la lección —le aseguró éste, también en tono de despedida.

Los dos se quedaron allí, viendo cómo Tohru abría un portal a tamaño humano y arrastraba felizmente a su pareja a través de él. Kanna, Fafnir y Lucoa lo cruzaron diciendo adiós con la mano, con calma.

Y luego el portal se cerró, como si nunca hubiera existido. Los dos humanos se sintieron algo vacíos.

—¿Y ahora cómo volvemos?

—Pues… no había pensado en eso… —dejó caer Takiya.

—¡¿Qué?!

—Tranquilo, Kobayashi llegó aquí pasándose en el tren de vuelta a su casa, solamente hay que esperar a que pase uno.

—Por tu bien espero que sea pronto —se quejó el pequeño.

Tardaron unas tres horas a volver a pisar la ciudad y Takiya acabó sordo de una oreja por los gritos de Shota.

Notas finales:

Espero que os haya gustado mucho como hasta ahora :) agradezco que me leáis tantos y me comentéis los pocos que lo hacéis jeje ¡sois un regalo divino!


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