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Caminando entre dragones por Kaiku_kun

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Notas del capitulo:

Y bueeeno, ya es domingo. Uno no muy bueno para mí, pues he dicho adiós a mi PC grande (hasta que le de la puta gana de funcionar como es debido), pero domingo. Evidentemente, ya sabéis qué toca ;)

23. Entre mis brazos (parte I)

 

Kobayashi nunca fue del tipo de personas con suerte. Prácticamente la única suerte que consideraba tener era la de tener pareja y una hija adoptiva. El resto era todo una cadena de sucesos causados por un momento de mala suerte. O una cadena de “malas suertes” que se iba haciendo más grande como una bola de nieve bajando una pendiente.

Para ser claros, desde que había vuelto de Midgard, TODOS los planes le habían salido mal. Nadie se había dado cuenta, pero estaba claro: hablar con intimidad con Lucoa sobre sexo: tres intentos hasta encontrar una buena manera; plan para tener intimidad en la bañera que acabó en compañía (bueno, quizás eso era suerte, pero no era el objetivo); y cuando quería quedarse sola con Tohru, todo eran impedimentos, el trabajo, la competición…

Y esa racha siguió.

Kobayashi, tan deslumbrante como parecía en vuestra imaginación, invitó a Tohru a cenar. Ella se puso un vestido de flores que hacía tiempo que guardaba para una ocasión especial y que sabía que no pondría de los nervios a su chica, pues no parecía que tuviera tanto pecho.

Y todo fue bien. Un paseo a la luz de la luna y de los faroles de la calle. Kobayashi se dejaba agarrar por su chica con una sonrisa en los labios. Tohru repetía sin parar lo feliz que estaba, que ya se podrían casar de ser por ella, porque era perfecto.

Lo era, era perfecto. Hasta que llegaron al restaurante.

Kobayashi tenía otro plan preparado, oculto bajo la fachada de una cena y un fin de semana salvaje. Tohru no sospechaba nada. Pero todo se fue al traste poco a poco.

Nada más sentarse, Tohru se rasgó el vestido por un clavo de la silla algo desclavado. Se agachó para ver cómo había quedado, con Kobayashi observando de cerca, y el giro de su cuerpo rasgó más el vestido hasta cerca del trasero.

—Dios, ¿y ahora qué hacemos?

—Puedo vestirme de maid de nuevo. Transformación de escamas.

—Quedaría algo raro…

—Pues me cubro con la servilleta, y antes de irnos usaré un poco de magia en el baño para arreglarlo.

—¿No puedes ahora?

—No es tan sencillo como parece…

Kobayashi se puso tensa. Le daba vergüenza esa situación. Ah, pero lo peor estaba por venir.

El camarero trajo una carne estofada muy buena, y dejó el plato de Tohru correctamente, pero la suerte quiso que se tropezara dejando el de Kobayashi y camarero y estofado se fueron al suelo. El pobre hombre se rompió un diente, porque cayó de cara, y se quemó con el maldito estofado.

—Esto va de mal en peor… —suspiró Kobayashi.

¡Pero eso nunca se puede decir! Cuando trajeron algo para beber, después de la cena accidentada (momento en el que Kobayashi debía ejecutar su subplan), un incendio estalló en la cocina del restaurante y tuvieron que evacuar a todos. En el proceso, Kobayashi perdió su bolso (aunque no su monedero, por suerte, así que solamente perdió cuatro cosas sin valor), se le saltó una lentilla que no recuperó y Tohru agrandó el desgarro de su vestido aún más.

—Esto está siendo un desastre…

—Tenemos que volver a casa, dudo que reabran en muchos días —se resignó Tohru.

Con su vista funcionando a medias, Kobayashi caminó con Tohru algo más chafada y cansada de tanto alboroto. Ahora era ella la que se apoyaba en la dragona, en busca de soporte moral.

Cuando pisaron su casa, todo se tornó algo más alegre. Estaba todo en silencio…

—Kobayashi.

—¿Sí?

—Gracias por esta noche.

—Pero si ha sido un desastre.

—No es verdad, ha habido tensión, ha habido fuego, ha habido risas y ha habido mimos.

Claro, míralo desde el punto de vista de un dragón del Caos: esconder un rasgón con picardía, reírse del pobre desgraciado que la liaba parda con el estofado, FUEGO (nada más divertido para un dragón)… Tohru estaba encantada. Kobayashi puso una cara rara por darse cuenta de que realmente su pareja había tenido la cita ideal. Su plan había salido bien a medias. Por lo menos una de las dos sonreía.

—Mejor nos vamos a dormir, ha sido una noche movida —le sugirió Tohru.

Kobayashi también había preparado una “post-cena”, y más con lo sexy que se había puesto, pero no había narices ahora de empezar nada. Pero tuvo una idea.

—Oh, perfecto, solamente quiero tumbarme en la cama y descansar —dijo—. Ni me quitaré la ropa.

—Pensaba que te gustaba más el orden en estas cosas —se rio Tohru.

—Hoy me da igual. ¿Dormimos juntas?

—¡Vale!

La inercia hizo el resto. Kobayashi se tumbó en la cama tal cual (bueno, se quitó la lentilla que le quedaba) y Tohru la acompañó, ambas sin quitarse la ropa.

*  *  *

Cuando Kobayashi despertó a la mañana siguiente, le pareció que tenía un déjà vu. Tohru no estaba en la cama, ella no veía nada y oía ruido en la cocina. La joven corrió a ponerse las lentillas antes de que Tohru apareciera en su cama con el desayuno, porque estaba claro que lo haría.

Y cuando ella apareció, Kobayashi estaba tumbada, despierta y sonriendo.

—Sabía que lo harías.

—Bueno, es que tenía que agradecértelo… —susurró, dejando la bandeja entre las piernas de Kobayashi para que pudiera empezar.

—Gracias —le sonrió. Y el plan improvisado que empezó antes de ir a dormir siguió adelante—, pero no me apetece nada.

—¿Q-qué? —Se lo tomó como si la rechazara, mientras veía que la bandeja se trasladaba al suelo con delicadeza. —¿He hecho algo mal? ¡No hay cola de dragón!

—Aah… —suspiró—. Acércate. —Tohru se acercó a su borde de la cama, con cuidado de no tirar ese desayuno—. Más.

—¿Qué pretendes?

—Voy a darte un beso —mintió, a medias.

Tohru sonrió de golpe. “Dios, pero qué mona”, pensó Kobayashi instantáneamente. Cuando la dragona se inclinó un poco, con su vestido rasgado y los ojos cerrados esperando el beso, Kobayashi la agarró como si estuvieran en una pelea y tumbó a Tohru hacia el otro lado de la cama, quedando atrapada por la humana.

—¿No lo has entendido aún, después de todos estos días esperando? —Tohru se puso roja. Empezaba a entender, pero quería la confirmación—. Tengo hambre de ti.

Tohru recibió los labios de Kobayashi en una tormenta de pasión. Era mejor que liberar una parte de su forma de dragón. Era… era estar en Midgard de nuevo, era sentir el ansia de tocar su cuerpo, era saborear la lengua de Kobayashi, su saliva, era jugar de nuevo…

—Kobayashi…

—El otro día hiciste mucho por mí.

—Tú también —le replicó, en un susurro.

—Y te lo compensaré.

Tohru soltó un suspiro y se abandonó al pervertido abrazo de Kobayashi cuando notó una de las manos subir por la parte rasgada de su vestido. No había lugar más morboso para meter esa mano. La otra mano estaba detrás de su cuello, para que sin ningún lugar a dudas la humana pudiera besar a su novia. Su lengua se estaba ganando un buen espacio en su boca. La mano de Kobayashi subía hasta su ropa interior…

—Me acabarás rompiendo el vestido —susurró divertida Tohru.

—Eso tiene solución.

Se apartó un poco, ayudó a incorporar a Tohru y le quitó el vestido delicadamente, mirando a los bonitos ojos de su pareja. Ella se quedó un poco encantada después de quedar sin el vestido. Kobayashi le resultaba demasiado guapa para tener que aguantar sin abrazarla como aguantaba ella.

—Ahora me llevas ventaja —susurró Tohru, muy cerca de los labios de Kobayashi.

—No es cierto. —Y ambas se rieron con picardía cuando la humana enseñó sus panties, cogidos con un dedo.

Kobayashi no permitió que Tohru llevara la delantera como el otro día. Siguió tumbándola en la cama una y otra vez, cada vez que ésta quería robarle el sitio. Cuando se decidió a probar de lamerle el cuello, Tohru suspiró, sorprendida y embriagada de notar el calor de la lengua de su novia en un sitio tan comprometido. Kobayashi quedó contenta de esa reacción, así que la mano que en otro momento estaría en su trasero, se dirigió al punto más caliente que encontró. La chica pasó un solo dedo por encima de la ropa interior de Tohru. Estaba tan húmeda…

—Mmh, Kobayashi… ¿de veras lo harás?

—Se aprende con la práctica —susurró a la oreja de Tohru. Ella de nuevo suspiró, sonoramente, encantada por esa decisión.

Pero antes de seguir, Kobayashi abandonó su posición para quitarle las braguitas a Tohru. Ella estaba roja como un tomate y sonreía como una boba enamorada, y si creía que no podía sonreír más, lo hizo cuando Kobayashi se quitó el vestido, dejándola desnuda del todo.

—Dios, Kobayashi, voy a explotar si no me tocas.

—Aún no —se rio ella, mientras le quitaba el sostén a su novia—. Ahora sí.

Tohru se rio de puro nerviosismo cuando Kobayashi se tumbó encima de ella de nuevo para algo nada inocente. Cerró los ojos solamente para sentir mejor. Una lengua traviesa se paseaba por uno de sus pechos, humedeciéndole la piel y erizándole el vello de la nuca. Un dedo de Kobayashi hacía un recorrido de puntillas desde el ombligo de la dragona hasta su entrepierna. Tohru descubrió de la forma más picante la manera que tenía su novia de tocarse, porque lo hizo con toda calma: era un simple dedo queriendo acariciar unos labios con delicadeza, un paseo lento por cada parte de su entrepierna, poco a poco. Luego el segundo dedo se unía para irse al lado opuesto.

—Aah… eres tan delicada… —susurraba Tohru, agradecida.

Una señal para que los dedos empezaran a ejercer presión. El placer aumentaba en la tez sonrosada de Tohru. Kobayashi quiso oírla de más de cerca, así que los besos se dirigieron hacia su cuello de nuevo. Podía oír cada respiración, cada gemido escondido. Podía notar a Tohru descontrolándose en sus pensamientos.

—Mmh… —gimió. Entonces acarició por encima la mano de Kobayashi en su entrepierna y la guió hasta su entrada. Ella hizo caso y los introdujo. Tohru descubrió con sorpresa y placer que su chica ya sabía hacia dónde tenía que ir a partir de allí—. ¡Oh, Dios… Kobayashi…!

—Puedes gritar mi nombre todas las veces que desees —sonrió, paradójicamente besándola después de ello, notando la vibración de los gemidos de Tohru en sus labios.

Tohru se sentía arder en llamas por dentro. Los dedos de su amada la hacía gemir sonoramente una y otra vez, deseando más, cumpliendo su sueño de niña enamorada de hacerlo con Kobayashi, que la tocara como la estaba tocando. Todo había valido la pena.

—¡Aah! No pares aún… ¡Mmmh!

Kobayashi notaba agradablemente el interior ardiente de Tohru, sintiendo cómo todo su cuerpo se retorcía de placer con solamente esos dos dedos y por fin se sintió complacida de haberle devuelto todo el placer que días atrás ella había sentido. Solamente se atrevió a parar cuando notó que Tohru ya se estaba tranquilizando.

—Realmente tenías razón, tú gimes a más volumen —le dijo a la dragona. Luego, en un arrebato sexual que no sabía que podía tener, Kobayashi se acercó los dedos mojados con la esencia de Tohru para lamerlos lentamente con su lengua, y bien cerca, para que lo viera.

—¡Ko-Kobayashi, qué pervertida! —tartamudeó, sonriendo y avergonzándose un poco.

—¿No te gusta?

El morbo de esa imagen tan poco imaginable en Kobayashi pudo con Tohru y se encendió de nuevo. Y lo primero que hizo fue lamer con toda la boca los dos dedos de Kobayashi. Ella tuvo pensamientos muy turbios como consecuencia y supo que ya estaba perdida, que ya no tendría más el control en toda la mañana.

—Ahora me toca a mí hacerte enrojecer —dijo decidida Tohru.

—¿Qué haces? ¿Dónde…? —balbuceó ella, mientras Tohru se deslizaba entre sus piernas. Se puso en el mejor sitio para darle una lamida a la entrepierna de Kobayashi—. Aah… No esperaba eso…

—¿Quieres probar? —preguntó con una risita Tohru. Kobayashi se quedó callada, pero no dijo que no, señal afirmativa para Tohru—. Entonces ponte más al centro de la cama y siéntate con las piernas dobladas cuando esté lista.

Kobayashi hizo caso. Buah, estaba nerviosa y excitada de probar algo como aquello, no esperaba que a Tohru le gustaran ese tipo de cosas, pero le encantaba saberlo ahora. Quizás en alguna otra ocasión podría probar ella. Se puso como si se sentara educadamente delante de una mesa tradicional, con las piernas separadas. Tohru se puso justo debajo. Kobayashi podría observar su mirada perversa desde allí arriba, pero le daba algo de vergüenza.

—Espero que te guste —dijo ella. Kobayashi cerró los ojos como toda respuesta.

Tohru estaba en una posición bastante limitada, pero le encantaba. Lo único que podía hacer era darle todo el placer que supiera a su chica con su lengua. No iba a jugar trucos de los suyos de dragón, no, iba a hacerlo bien. Ver los tímidos labios mojados y el clítoris de su chica tan cerca de ella le excitaba y le despertaba toda la lujuria. Con la boca le cubrió casi toda la vagina y una lengua invisible para Kobayashi empezó a perseguir cada comisura, cada pliegue de los labios.

—Mmm…

Tohru la miró. Se había doblado un poco por el placer, y tenía una mano apoyada en la cama. Mentalmente sonrió, y prosiguió con su deseado trabajo. Le encantó juguetear pasando la lengua al alrededor de su clítoris, mientras le agarraba las nalgas para que no se moviera mucho. Oía respirar fuerte a Kobayashi, sin gemir, pero tarde o temprano no podría aguantar y lo escucharía. Mientras tanto, la lengua era suave, calentita y se movía bastante despacio, pero se tornó algo más rígida y la reacción de Kobayashi fue espontánea. Se dobló un poco hacia atrás e inconscientemente miró a Tohru, que también la miró. Kobayashi se avergonzó y cerró los ojos cuando la lengua endurecida de Tohru rodeó de nuevo su clítoris.

—Aah…

Ese gemido era sincero. Tohru hizo succión en esa zona y le consiguió sacar uno bastante más largo, de verdadero placer. La lengua pasó por fuera de los labios y se metió por la entrada de Kobayashi, haciendo que gimiera levemente con un tono agudo que hizo mucha gracia a Tohru. Allí su lengua tenía menos espacio, pero sentir que la tenía dentro del cuerpo de su chica era de lo más excitante, y al parecer también lo era para la humana, que ya ni capaz era de abrir los ojos. Cuando volvió a la superficie, Kobayashi parecía exhausta y satisfecha.

—¿Te ha gustado? —Ella asintió, mientras se tumbaba boca arriba. Tohru le dio un beso con toda la esencia de Kobayashi por los labios—. Ahora podemos acabar.

Kobayashi no tuvo tiempo de pensarlo, solamente vino una nueva oleada de placer cuando Tohru hizo literalmente una tijera entre sus piernas y las de la humana. Los fluidos se mezclaban, los labios se besaban de una forma nada romántica y sí muy pervertida, los puntos más sensibles se encontraban una y otra vez en caricias suaves y húmedas.

—Mmh…

—Dios.

—Ah…

—Kobayashi…

Los gemidos se sucedían. A Kobayashi le daba vergüenza dejarse oír, pero no era capaz de contenerse. Tohru gemía más fuerte que ella y no dejaba de nombrarla, lo que la avergonzaba más y la excitaba a la vez. Pensaba que nunca llegaría a sentirse así por el simple hecho de oír su nombre. Y mientras llegaba al clímax, se tapó la cara con el cojín y prácticamente se puso de lado para que Tohru se pudiera mover con toda libertad en su explosión de placer y gemidos. De nada sirvió el cojín.

—Ah… dioses… —soltó Tohru, cuando se reclinó al lado de Kobayashi. Ambas habían quedado satisfechas—. Siempre había querido hacer eso último contigo.

Ella simplemente se giró, con la cara totalmente roja, y se refugió en sus pechos sudados de tanta acción.

—Te quiero —le confesó.

—Yo también te quiero, Kobayashi. No sabes lo mucho que significa para mí esto. —Ella apretó más su abrazo, en su timidez repentina—. Me ha encantado oírte gemir hasta dejarte la voz.

Kobayashi le dio un manotazo en el brazo, pero se rio en el proceso y le dio un beso tierno en la mejilla. Sabía volver fácilmente a su estado de seria amabilidad.

—¿Repetiremos pronto? —le preguntó precisamente ella.

—¡Kobayashi! ¡Eres una pervertida! ¡Y me encanta!

—Eres idiota —le replicó, sin dejar de sonreír.

Ninguna de las dos fue capaz de moverse ni de despegarse, daba igual el sudor y los fluidos, solamente estar juntas era lo que querían. Se quedaron dormidas, con un desayuno enfriándose en un rincón, cada una entre los brazos de la otra.

Notas finales:

Espero que lo hayáis disfrutado y no os ayude mucho a aguantar el septiembre sin fap (?)


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