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Caminando entre dragones por Kaiku_kun

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Notas del capitulo:

Muchas gracias a todos por comentar y leer, preciosos y preciosas :) Espero que os guste mucho el nuevo capítulo jeje invitad a más amigos a leer o a buscarme en facebook (uso casi el mismo nombre).


Feliz lectura :)

3. Entre el vaho

 

Tohru estaba justo donde esperaba que estuviera: fuera de casa. Un momento ideal.

—Kanna, hoy toca ducharse.

—Voooy —contestó con un poco de ánimo.

Saltó de sofá y se fue a su habitación. Me podía imaginar la reacción de Tohru si se enteraba de que ayudaba a Kanna a lavarse. Tardaría menos de un segundo a reclamar esa misma atención. Y mira que habíamos subido veces al tejado a lavarla con la manguera (con lo grande que es ella es un gasto brutal) y que ella me ha limpiado la espalda más de una vez, pero...

En fin, esperaba que no le importara. Yo ya estaba muy acostumbrada a hacer de madre de Kanna y me gustaba que quedara bien limpia.

—Se me está contagiando la obsesión por la limpieza de Tohru… —solté, cuando no me oía nadie.

Al cabo de unos segundos, la puerta del baño se abrió.

—Kobayashi, ya estoy lista —me llamó Kanna.

—¡Voy!

Yo también me desnudé. Aprovecharía para bañarme después de limpiar a Kanna. Ella ya estaba sentada, esperando que le frotaran la espalda.

—Kobayashi.

—Dime.

—¿Por qué no haces esto con Tohru? —¡Maldita cría y su gran percepción!—. Le gustaría.

—Lo sé, pero se lo tomaría distinto.

—Ah…

No volvió a preguntar sobre el tema. Se entretuvo frotándose ella los brazos mientras yo le limpiaba el pelo. Hablamos de Saikawa, también. A Kanna ya no le parecía tan bien que fuera “su esclava”, porque se portaba muy bien con ella.

—Tienes un gran corazón, Kanna. —Aunque no sabía si lo decía irónicamente por lo de no esclavizar a la pobre chica.

—Gracias. —Hizo una pausa—. ¿Crees que de mayor seré como Tohru?

—¿Qué quieres decir?

—Cuerpo grande, tanta energía…

—O-oh, pues… —No me había parado a imaginar a Kanna con una figura como la de Tohru. Tenía la impresión que incluso ella tendría más copa de pecho que yo, si me lo imaginaba—. Creo que de cuerpo sí, pero tu personalidad no cambiará.

—Vale. Porque me gusta ser así.

—A mí también, Kanna. No quiero que crezcas. Eres como mi pequeñita a la que quiero cuidar. —Kobayashi, ¿cuándo te has vuelto tan rematadamente sentimental?

Kanna se giró hacia mí y me abrazó sin reparo. Desprendía un cariño… Era imposible no querer a esa niña.

Entonces oímos la puerta de la casa. Tohru había vuelto. Eso distrajo a Kanna, que le dio por darse prisa en su limpieza. Ya no necesitaba mi ayuda, así que yo me metí en la bañera con agua caliente para descansar un ratito.

—Salgo ya, Kobayashi.

—Vale.

Kanna salió en silencio y oí que se metía en la habitación. Había saludado a Tohru como de pasada, solamente. Suspiré. Me había librado.

—Kobayashi, ¿estás dentro? —me preguntó Tohru.

—Sí, ¿está todo bien?

—¿Kanna se ha bañado ya?

—Acaba de salir.

Y entonces vino la metida de pata.

—¡Kobayashi me ha ayudado a limpiarme! —dijo Kanna desde dentro.

—¿Eeeh? ¡Yo también quiero! ¡Hace tiempo que no me ayuda! —se quejó.

No pude replicar ni nada, simplemente entró tal cual estaba al baño, provocando que me hundiera en el agua para ocultarme.

—Oh, vamos, no seas vergonzosa, ya te he visto desnuda antes.

—Me da igual —le repliqué, intentando no echarla.

—¿Me ayudarás a limpiarme?

—¿No preferías que lo hiciera en tu forma normal?

—Bueno, sí… —dudó—. Pero es más cómodo y económico para ti que lo haga de esta forma.

—Aah… —suspiré, cansada—. Está bien.

—¡Guay!

Y se soltó un poco. Dejó ver sus alas y la cola, para sentirse algo más liberada, y luego metamorfoseó un poco para quitarse el vestido de maid. Sólo lo vi de reojo, porque estaba intentando no invadir descaradamente su intimidad, como hacía ella conmigo constantemente.

—Kobayashi, puedes mirar si quieres, este cuerpo es tuyo… —dijo con voz sensual.

—¡Para nada! ¡Tu cuerpo es sólo tuyo, no me metas a mí en estos fregados!

Tohru solamente se rio y se sentó en la sillita que había usado Kanna. Hasta entonces no me atreví a salir de la bañera.

—Toma.

Me pasó el cepillo. Siempre usaba uno gordo, no una esponja, porque si no decía que no quedaba tan reluciente. Era maniática de la limpieza incluso en su cuerpo.

Me senté a su espalda y empecé a cepillarle los hombros, echando un poco de agua y jabón por encima. Tenía que reconocer que Tohru tenía una figura muy bien puesta. Tenía buenas caderas y no era exageradamente delgada. Eso sí, se le veía el contorno de los pechos sobresalir por los lados.

—O-oye, Tohru —la llamé, para distraerme de mi vergüenza repentina—. ¿Cómo es que todos los dragones tenéis tanta delantera?

—Bueno, eso es porque somos criaturas enormes —dijo sin sentir vergüenza—, además que yo ya llevo varios cientos de años viviendo, he crecido mucho.

—Entonces… ¿Kanna a su tiempo también va a tener…?

—Desde luego.

—Vaya, no consigo imaginarlo, si es como mi niñita… —Y dale con el brote sentimental.

—Ay, Kobayashi, no te preocupes tanto, aún tardará mucho en crecer. Mientras tanto puedes disfrutar de las vistas que te doy yo.

—¡Yo no he dicho que lo disfrute!

—Aaah, entonces es que te preocupa que tenga tanto pecho —¡Ni que se lo hubiera chivado Lucoa! Se encargó de desmentirlo—: No es ningún secreto, se te nota bastante, cada vez que aparece alguien nuevo...

—Lo siento.

—Yo no estoy enamorada de la maravillosa Kobayashi porque no tenga pechos. No tienes que preocuparte.

Seguí cepillándola en silencio. Ella lo estaba disfrutando mucho, estaba relajada, y no le importaba decir alguna que otra verdad.

—Me gustó que te compraras algo para ti, te queda muy bien —me comentó sobre la nueva camisa—. Es muy femenina, no acostumbras a usar ese tipo de ropa.

—Fue recomendación de Lucoa.

—Tendré que darle las gracias, entonces —dijo ella, con perspicacia. Me miró a través del espejo y vi su sonrisa de falsa vergüenza, escondiendo su perversión.

—No lo hice para seducirte.

—Oooh… —suspiró ella.

—Lo hice para que Lucoa se olvidara de la tontería de querer comprarme ropa a mares, o de querer usar su magia en mí. —Eso último no era del todo cierto.

—¿Magia? ¿Qué te dijo?

—Ella quería que me dieras más pecho con tu magia y así no me sentiría mal.

—¡Es una gran idea!

—¡Detente!

Nada, imposible. Tohru se encaró a mí, con todos sus encantos en mi cara, y creó el círculo mágico enfocándolo en mi cuerpo. El vaho se disipó por unos segundos, pero reapareció en el momento justo para ocultarme.

—¡Dios, mi espalda! ¡¿Qué me has hecho, animal?!

—Pues darte más pecho.

—¡Pero si pesa tres toneladas! ¡Mi cuerpo es demasiado pequeño!

Si la tía me había puesto casi tanto pecho como el que tenía Lucoa, no entendía cómo ellas podían soportar el peso sin hacerse añicos la espalda. Tohru volvió a crear el círculo y en un segundo noté un alivio inmenso.

—Menos mal…

—Mírate, a ver qué tal.

—Pensaba que me habías dejado como antes.

—Pues no —dijo con una risita.

Pero como mínimo eran de un tamaño razonable. Me sentía bien teniendo algo más de volumen. Me toqué un poco, para ver lo blandito que era y, bueno, fue agradable… pero seguía sin ser mi cuerpo.

—Tohru.

—¿Sí?

—Gracias por esto, pero…

—Quieres tu cuerpo, ¿verdad?

—Sí.

—Lo entiendo. Y quiero que sepas que me gusta mucho tal y como está —dijo antes de volver a dejarme como realmente era. No le repliqué nada de eso, me pareció dulce.

Me miré en el espejo, al lado de Tohru (quien ya empezaba a vestirse de nuevo). Estaba plana de nuevo, ya no era blandito, pero podía reconocerme en el espejo y eso era mejor que cualquier peso extra para mi espalda.

—Tohru, ¿me frotas tú la espalda ahora?

—¡Desde luego!

Y se puso a canturrear, toda feliz ella. Me hizo sonreír un poco a mí también.

Notas finales:

Espero que os haya gustado mucho, buscadme en Kaiku-kun Fanfics (en facebook) y por favor, no dudéis en entrar aquí y pasarlo bien entre todos! : www.amorymundoyuri.com 


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