Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Caminando entre dragones por Kaiku_kun

[Reviews - 39]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Este capítulo es bastante importante para mí. No he puesto música en este fic hasta ahora, pero está relacionada con este capítulo por su letra. Digamos que he estado un poco en la piel de Tohru. Espero que os guste.

Leprous - The Flood

38. Inundación

 

Kanna y Tohru volvieron la mañana siguiente a por Kobayashi, que ya parecía estar preparada para irse. Ansiosa, se diría. La humana enseguida notó que Tohru no estaba bien:

—¿Y esas ojeras?

—No he dormido.

—Dios, ¿y ya podrás volar de vuelta a casa?

—¡Pues claro! —exclamó, poniéndose toda orgullosa—. ¡Soy un dragón! Puedo aguantar días sin dormir.

—¡¿Quieres bajar la voz?! ¡Te podrían oír!

—Tohru, fanfarrona —soltó Kanna, como coletilla.

Kobayashi se rio un poco, recordando que nadie en su sano juicio se creería nada relacionado con dragones. Se acercó, le dio un beso en la frente a cada una, y guió la procesión hasta la salida. Faltó tiempo para que todas salieran volando de vuelta al hotel, para coger las maletas (bueno, la de Kobayashi, en realidad) y volver a Tokyo.

Durante todo este proceso, nadie habló. Normalmente Tohru iniciaba las conversaciones y Kobayashi comentaba algo (pues ella, a no ser que estuviera borracha, no empezaba conversaciones largas a la ligera), pero como Tohru estaba metida en sus pensamientos, nadie contestaba a sus comentarios, y aquello era peor que un funeral.

—¿Estás bien? —le preguntó su esposa, ya en el aire de nuevo.

—No lo estoy. Sigo alterada por todo esto.

—Bueno, ahora ya está, ya volvemos a casa —dijo con tranquilidad, Kobayashi.

Tohru solamente gruñó y siguió volando en silencio. Notaba su barriga revolverse, incómoda por su indecisión y la tromba de emociones que la rodeaban. Mentir, una y otra vez, ocultar cosas, por la posibilidad de una vida entera feliz con Kobayashi… El precio a pagar podía ser más alto que simplemente hacer una excursión con un dios y sacarle sangre a su esposa.

Se pasó todo el viaje dando vueltas al hecho de porqué, si no lo encontraba correcto pese a todos sus deseos, no era capaz de olvidarlo, simplemente decir no y seguir adelante. ¿Tan grande era el deseo, que sería capaz de hacer enfadar y mucho a Kobayashi? Había la posibilidad que incluso esa vida la pasaran enfadadas la una con la otra.

“Es muy fácil, solamente di que no. Ignóralo. Ignora a Loki”, se repetía.

Pero la ansiedad la atenazaba. Nunca antes había sentido nada igual, nada que la pusiera así de nerviosa, que le constriñera todos sus órganos como si fuera a quedarse sin aire, sin circulación, sin nada. Continuos pinchazos en el corazón diciéndole qué era lo que quería, y precisamente lo intentaba olvidar, y eso lo empeoraba.

Cuando llegaron a casa, disimuló algo mejor su estado, ordenó sus cosas y, aprovechando que Kobayashi llamaba a sus padres y que Kanna se iba a echar una siesta, se encerró en su cuarto.

En vez de pensar en una forma de solucionar todo aquel embrollo, intuyendo que Loki sabría si intentaba contarle a alguien todo aquello, empezó a darle más vueltas a como se sentía. Era una sensación aterradora: algo la tiraba de ella y la ataba si probaba de levantarse y que le diera el sol; como si la levantaran en el aire cuando ella quería tocar el suelo, o cortar la cuerda que la sujetaba mientras escalaba una montaña. Sentía que se rompía, a la vez que alguien la cegaba cuando por fin encontraba una respuesta, y el juego continuaba.

Era una exageración que no creía capaz que le afectara tanto, pero se encontraba llorando en silencio sin saber qué hacer, dando vueltas a algo que en realidad era tan sencillo. ¡Qué fácil era tentarla!

—¡Ya he aclarado todo con mis padres! —dijo bien alto Kobayashi, desde el comedor, para que Tohru la oyera—. Deberíamos hacer la comida.

Tohru hizo de tripas corazón y salió de su cuarto algo más tranquila. No podría hacer nada hasta, como mínimo, mañana, que tendría el trabajo de siempre de limpiar la casa, y quizás hablar con los padres de Kobayashi para explicarse ella también. Eso la mantendría distraída.

—Un mes. Tengo que aguantar un mes —se dijo, en un susurro.

*  *  *

Pasaron unos días. Kanna tenía colegio y solía volver con Saikawa, alterando entre ir su casa y la de Kobayashi a pasar las tardes, así que no sentía su mirada penetrante en su nuca todo el tiempo. Estaba segura de que la niña no habría olvidado aquella breve respuesta sobre Loki.

Por otro lado, Kobayashi no sospechaba nada, pues su trabajo la estaba cargando mucho y volvía todas las noches con ganas de ver sonrisas en casa y pocas ganas de hablar (pues, si lo hacía, se quejaba, aunque el tema no tuviera que ver con el trabajo). Eso aliviaba a Tohru también, porque la humana estaba más dispuesta a mimarla, y un buen abrazo a su debido momento le aliviaba ese ahogo intenso que sentía estando sola.

Tohru intentó por todos los medios evitar pensar en Loki y todo lo que comportaba. Estuvo una semana bloqueando todo pensamiento, aunque sabía que empeoraría si no probaba de solucionarlo, pero estar sola era peligroso en esa situación, si pensaba en ello. El problema vino cuando fue a visitar a sus suegros para explicarles la verdad sobre su condición y la de Kanna.

—Así que… dragones… —dijo el padre de Kobayashi, algo incómodo. Se notaba que tenía muchas preguntas.

—¿Cómo es siquiera posible que existan? —La madre iba más al tema.

—Venimos de Midgard, otro mundo. Kanna y yo huimos de la violencia de allí. —Era solamente mitad cierto, pero daba igual, no les hacían falta detalles que no preguntaran.

—Y, y… —seguía intentando su suegro—. ¿Cómo no os ven? ¿Cómo no os reconocen?

—Todos los dragones a partir de la edad de Kanna pueden transformarse en humano, entre otros, es una forma de superviviencia. Aunque necesitamos estirar las patas de vez en cuando.

—O-oh, si quieres estar en el jardín…

—¡Ah, no! Me basta con esto.

Relajó su transformación para dejar ver su cola. Su suegro exclamó, interesado. La madre solamente tenía la boca abierta. Tohru movió su cola un par de veces y dejó que su suegro probara su tacto. No era del todo de su agrado pero, conociéndole, querría saciar su curiosidad.

—Es muy tosca.

—Sí, es lo que tiene… —respondió algo incómoda la dragona.

—Kanna era más…

—Los dragones jóvenes tienen un aspecto más de mamífero, pero es porque no han desarrollado aún sus defensas.

—¡Increíble!

La suegra de Tohru seguía intentando encontrar palabras después de su única pregunta. Se le ocurrió articular una pregunta básica:

—¿Cómo no os ven, cuando voláis?

—Tenemos poderes de ocultación, y todo el que nos toque queda incluido hasta que lo decidamos. Es muy útil. Además, cada dragón tiene distintos poderes y habilidades. Yo puedo abrir portales a otros mundos, y Kanna recupera sus fuerzas fácilmente conectando con la electricidad. Los enchufes de este mundo son geniales para ella.

—¡Uau!

La conversación siguió resolviendo dudas de la misma manera. Ambos acabaron queriendo ver cómo era Tohru en realidad, y el jardín enseguida quedó ocupado por ese enorme cuerpo escamoso durante unos minutos. Cuando volvieron dentro, su suegra hizo otra pregunta lógica:

—¿Sois tan longevos como dicen? Quiero decir… aquí hay muchas leyendas de dragones milenarios. Tú pareces joven, y Kanna es una niña.

Una ola se acercaba en su mente.

—Pues… sí, la verdad es que vivimos mucho. Algunos de los dragones tienen miles de años de existencia, como mi padre.

—Uau, eso es mucho tiempo —dijo su suegro—. No sé, me aburriría de vivir tanto tiempo.

—Eso quiere decir que… —siguió con voz tristona, su suegra—. ¿Nos verás morir a todos?

La ola ya había llegado. Anegó todo su cuerpo, inundando todo lo que había a su alrededor, todos los sentimientos de nuevo oprimiéndole el pecho, el estómago… Tohru bajó la cabeza y asintió. Estaba luchando para no romperse delante de ellos. Sin embargo, su cuerpo iba por su cuenta y ya temblaba.

—Cariño… —Su suegra la abrazó con todo el amor que encontró y la ayudó a sentarse en el sofá—. Eres muy valiente. Has decidido ser feliz durante un tiempo solo por Kobayashi. No esperaba tanto de mi nuera.

—¿No hay forma de alargar este tiempo juntas? —preguntó el padre de Kobayashi

—Mi padre le dio cincuenta años más, y es genial, pero…

—¿Qué pasa?

—Hay otra manera, pero es tan egoísta pedirle algo así a Kobayashi…

—¿Qué quieres decir?

—Ella es humana, tiene su vida, y ya con esos años de más perderá a sus amigos y… —se cortó, después de hablar tan atropelladamente—. Nosotras dos seguiremos como si nada, casi sin crecer…

Ninguno de los presentes fue capaz de seguir hablando por un buen rato. Tohru se temía lo peor, se temía que Kobayashi se acabara enterando, aunque seguro que tendría que hablar con ella, y también temía que Loki supiera lo que estaba pasando en esos instantes.

—Me… me siento atrapada, es como una inundación que me arrastra, yo… —No le serviría hablar de ella—. Hay una oportunidad, pero solo me beneficiaría a mí y a Kanna, sé que a Kobayashi no le gustaría y…

—¿Tienes tiempo? —preguntó seriamente la madre de Kobayashi.

—Sí. Unas tres semanas —contestó, sollozando—. Y supongo que el proceso es largo.

—Empezadlo. Mientras esté sucediendo podrás sentir si es lo que quieres por encima de todo. Yo creo que Kobayashi entenderá la situación.

Esa inundación arrastrándola y ahogándola le dio un respiro.

—Gracias. —Y les abrazó a ambos—. Debería irme. Tengo que hacer planes.

—Vale, mejórate. No hagas nada deprisa y corriendo —le aconsejó su suegra.

—¡Y vuelve otro día para contarnos más cosas de dragones! —exclamó más contento su marido.

—¡Vale!

Salió por la ventana, dio un salto en el aire con fuerza y se transformó en dragón, con toda la energía que encontró. Salió disparada como un cohete hacia a casa.

—Kobayashi es afortunada —susurró su madre.

—Ya lo creo.

*  *  *

Tohru hizo sus planes durante ese fin de semana. Una parte del proceso era solamente acompañar a Loki, así que no le costaría mucho, ni tendrían que saber nada Kobayashi y Kanna. Solamente tenía que decir que le habían llamado de Midgard.

—Estaré un tiempo fuera, no creo que sea mucho. Probablemente pueda ir y volver sin problema.

—Bueno, desde la última vez que me quedé sola he mejorado mucho cuidando a Kanna, así que me espabilaré bien —sonrió Kobayashi, ajena a todo problema de su esposa.

—No quiero que te vayas —le susurró Kanna.

—No será por mucho tiempo, no te preocupes.

En la mirada de la niña había un brillo extraño. No podía ser que la hubiera descubierto ya. Tohru insistió y puso su mejor cara (que había mejorado mucho, pues no notaba tanto ese peso ahora que había tomado una decisión). De todas formas, la ignoró. Iba a hacerlo.

—¡Nos vemos pronto! —se despidió la mañana del lunes siguiente.

—¡Vuelve pronto!

Kanna solamente hizo sus torpes aspavientos con un brazo para decir adiós, tan seria como de costumbre.

“No creo que pase nada aunque hable con los demás”, se dijo Tohru. No sabía tanto, en el fondo, y no iba a hacer nada que fuera irreversible.

Por otro lado, Loki no había dado señales de vida. Le había dado un voto de confianza, supuso, aunque ella misma sentía en algún recoveco de su corazón que todo saldría mal, que el dios la cagaría otra vez, o que la poción esa era una trampa, lo que tenía todo el sentido del mundo, aunque no sabía cómo hacerlo encajar. Estaba alejado de todo complot posible, o de toda provocación de guerra.

En esos momentos le resultó ridículo haberse estado debatiendo tantos días con sus propias emociones, cuando el verdadero peligro estaba en lo que le pediría Loki a cambio, o lo que le haría si no seguía con el plan. Una nueva ola de ansiedad se acercaba peligrosamente.

Entretanto, ya había llegado a Midgard.

—Veo que por fin has venido. Y veo también que te lo has pensado demasiado. Apuesto a que se lo has largado a alguien.

—No del todo, solo lo saben mis suegros —mintió—. Y me han aconsejado que siga con esto.

—Vaya, qué humanos tan interesantes.

—¿Cómo puedo creerte? ¿Cómo sé que no me vas a usar para provocar el caos?

—Me lo pregunta una dragona que es hija de uno de los dragones del Caos más poderosos, tiene guasa… —se burló el dios—. Mira. Si quisiera causar una guerra, me transformaría en dragón y mataría humanos. Sé que tenéis una especie de alto al fuego con ellos. Y si quisiera ganarme vuestro favor, ¿no sería más lógico contactar con alguien de más presencia en Midgard?

—Entonces, ¿qué quieres?

—Ganarme el respeto de mis iguales. Odín sigue sin fiarse de mí, y me vigila. —Y señaló dos cuervos en la lejanía, los vigilantes de Odín—. Él también ha sospechado. Quiero demostrarle que puedo ser digno de su especie.

—Hay mejores formas de probarlo.

—Y te he elegido a ti, deberías estar contenta por ello.

Bajo supervisión de otro dios, la cosa cambiaba. De nuevo, se recordó que podía tirar atrás, si era necesario.

—Empecemos.

Notas finales:

Como habéis visto, el título es una metáfora de la ansiedad. Es algo muy peligroso, creedme. Espero que nadie lo tenga que padecer nunca. Nos vemos a la próxima. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).