Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

No puedes huir, Yoon Bum - Killing Stalking Omegaverse por Boo Bear LOL

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Lo siento por la larga espera

Sentía el calor de sus dedos envolverse en la piel nívea de su garganta, sujetándola bruscamente y prohibiéndole cualquier acceso disponible de oxígeno a sus pulmones.


Lo había elevado, dejando que sus pies estuvieran suspendidos en el aire por pocos centímetros de distancia del suelo y dificultándole el mantenimiento de la consciencia; sin embargo, al encontrarse levemente apoyado contra el lavadero, éste le servía como un soporte mínimo; permitiéndole seguir atento a la situación en que se hallaba.


Dirigió su mirada hacia la persona frente suyo, apreciando las mismas facciones que, al parecer, no habían variado significativamente en los dos años en que no se habían encontrado.


O mejor dicho, en los dos años en que se había escondido de él.


Por un momento se le pasó la idea de que se trataba de una alucinación al apreciar ningún cambio facial; pero, al instante en que dirigió su mirada hacia la parte lateral de su cuello descubierto, pudo percatarse que la cicatriz en forma de un rombo deforme nunca la había visto antes, ni siquiera él la había provocado.


O quizás sí.


Bajó la mirada para reconocer algún nuevo detalle que le permitiera diferenciar al Sangwoo frente suyo y al Sangwoo de sus alucinaciones. El alfa frente suyo vestía prendas holgadas y apagadas, permitiéndole camuflarse en cualquier multitud sin que se percataran de la impetuosa presencia que poseía el mismo. No obstante, a pesar de las gruesas prendas que vestía, podía ver sobre ellas que la complexión del mismo había incrementado, resaltando levemente los músculos abdominales y de las extremidades con que sujetaba su cuello.


Le hubiera encantado seguir con la búsqueda de las cinco diferencias como cuando lo hacía en la sección de historietas cómicas del periódico; sin embargo, los dedos presionando su única vía de respiración y la mirada de su atacante no parecían darle más tiempo para seguir escudriñándolo detenidamente.


- ¿No crees que es de mala educación no saludarme después de tanto tiempo, Bum?.- El tono de su voz imponente y grave había vuelto a retumbar en sus oídos al igual que momentos previos cuando lo había saludado a sus espaldas.


Quizás en un principio había considerado, de manera primordial, el distinguir al Sangwoo real del imaginario presente ante él; sin embargo, abandonó cualquier intención de seguir intuyendo apenas su sentido de peligro decidió recorrer por sus venas, alertándolo y desesperándolo al mismo tiempo.


Había sentido que el agarre alrededor de la curvatura de su pescuezo se había tornado más fuerte, provocando que su atención se enfocara más sobre la necesidad de oxígeno que por su atacante.


¿Cómo pudo no haberse percatado de él?


¿No que su olfato pudo haberlo ayudado a identificarlo, aunque fuera una ilusión?


De repente recordó que tal sentido hábilmente desarrollado se encontraba limitado por su congestión nasal, impidiéndolo de reconocer cualquier aroma que no fuera el desagradable olor a desagüe del baño.


Mandó al diablo la duda, ya no tenía sentido el comprobar su teoría, la realización misma de que el alfa lo había encontrado y el destino del cual él dispondría sobre él lo aterraba de manera abismal. El terror y las lágrimas ya no daban cabida en su interior.


- Ugh.- Era lo único que podía responder a su pregunta. Sus dedos seguían restringiéndolo de pensar algo razonable.


En sus ojos llorosos se seguía reflejando la figura de ese ser que tanto amaba.


Error, que había amado.


- Odio cuando te comportas así.


Repentinamente se vio liberado de la presión con que sus falanges ejercían sobre su garganta; dejando que su delgado cuerpo cayera intempestivamente sobre la loza fría del piso del baño y causando que el pánico que había sentido constantemente se congelara por el abrupto encuentro.


El más alto rotó sobre su propio eje en 35 grados, dándole consiguientemente su perfil para verificar simultáneamente la puerta de salida del baño y las reacciones del omega bajo suyo.


Mientras el alfa giró brevemente su cabeza para verificar que la puerta siguiera cerrada con pestillo, el omega aprovecho tal distracción para correr con todo el terror tatuado en su rostro y alcanzar el picaporte de un cubículo y esconderse dentro de él hasta que alguien viniera a encontrarlos.


En esos dos segundos que tardó Sangwoo en darse cuenta del traslado de su aroma, Yoon Bum apenas y estaba a tres pasos de alcanzar el picaporte cuando su tobillo izquierdo se vio apresado por la gran mano del rubio, haciéndolo caer boca abajo y golpeándose consecutivamente ambos hombros y lastimándose su delgado torso.


-  ¡Maldita sea! ¿Acaso no puedes actuar como cobarde una vez más?- El agarre cogió fuerza y se vio arrastrado hacia la esquina del baño. Intentó batallar al adherir las uñas a la loza del piso, pero estás no parecía colaborar a la causa. Sino podía defenderse, lo único que quedaba era pedir socorro.


- ¡Ayu-!- Su pedido se vio oprimido por la poderosa palma de Sangwoo, quien apenas terminó de posarlas sobre sus trémulos labios lo llevó y lo arrinconó contra la esquina el baño.


- Mantente en silencio, o sino soy capaz de cortarte la yugular.- Ello heló por completo su torrente sanguíneo, incrementó el pánico y el miedo gobernó sus acciones. Obedeció el mandato de Sangwoo aunque éste no contara realmente con un objeto corto punzante, ya que la mirada de por sí era tan filosa y amenazadora que sentía que la misma podría cortarle la garganta en cualquier momento.


Su mano aún estaba puesta sobre su cavidad bucal, y lo único que sobresalía de su rostro eran sus desorbitados ojos que estaban hinchados por las lágrimas.


No supo la razón, pero apenas Sangwoo terminó de suspirar cansinamente, sus labios fueron liberados y volvió a respirar con un poco más de calma.


Volvió a registrar con la mirada a Sangwoo, y nuevamente no pudo evitar pasear su mirada por su cuello brevemente.- ¿Viste lo que hay detrás de mi nuca?


¿Se había dado cuenta de que se había fijado en ella?


- ¿Qué piensas que significa?- El tono austero y frío con que había enunciado tal interrogante no sólo incrementó el miedo en el omega, sino que hizo que su sangre se congelara a tal grado de no sentir ninguna pizca de calor proveniente del exterior.


Presentía lo que era, pero no quería emitir respuesta alguna por temor a su reacción, como muchas veces en el pasado ya había ocurrido.


- Ugh... Mmm... Nuestro lazo.- Lo suponía, sabía sobre esos casos; sin embargo, no pensaba que algún día se aplicaría en el suyo.


Era cierto que cuando el omega debilitaba el vínculo con su alfa, al último se le formaba una especie de tatuaje romboide obscuro en la misma zona en que al omega se le marcaba; dando a conocer su, casi, nulo lazo a su pareja destinada.


Al igual que él tenía su cicatriz de cinturón de orión en su zona baja abdominal como remembranza de la traición a su alfa y cría.


Vio a Sangwoo acuclillarse al frente suyo, brindándole una mirada que contradecía su suave sonrisa.


- Al parecer el tiempo te hizo bien.- Apenas terminada la reflexión, las mejillas de Bum se vieron apresadas dolorosamente bajo las ásperas palmas del alfa, haciendo que las mismas se tornaran de un pálido rosa a un fulguroso escarlata.


Sangwoo no lo había dicho de manera sarcástica por la aparente correcta respuesta del omega; sino que, efectivamente, por la apariencia saludable y ese brillo de vida, que ahora estaban opacados por el miedo plasmado en sus orbes, demostraba que el pelinegro había logrado sobrevivir de manera satisfactoria durante estos dos largos años donde se alejó de su lado.


Y ello lo frustró de sobremanera, incrementando su rencor y despecho.


Seguía odiando el hecho de que Bum hubiera abandonado el hogar que ambos habían compartido tres años por su egoísta deseo de supervivencia.


Y el odio incrementó más cuando, al posar sus achocolatados orbes sobre su delgado abdomen, recordaba por defecto ese pequeño ser que nunca pudo conocer lo que realmente significaba vida y que nunca tuvo la dicha de conocerlos.


No podía perdonar su osadía.


- ¿Qué crees que pasó conmigo? ¿eh? ¿Creíste tener un final feliz?- Lo había gritado, y el dolor mal camuflado en el mensaje perforó como una plaga en el tierno e inseguro corazón de Bum, trastabillando brevemente su temor.


Lo sintió.


El dolor de Sangwoo no solo era de él, sino también del alfa interior.


Reclamando por un primogénito que no tuvo posibilidad alguna de llegar al mundo.


Y su omega interno sollozó ante su llamado.


Los instintos son capaces de atravesar situaciones incoherentes para el razonamiento humano.


Sintió su omega estremecerse y gemir de sufrimiento al ver a su alfa agonizando por la lejanía en que ambos se habían sometido.


- Sangwoo...- El tono suplicante lo había formulado el omega interno, no Bum.


El agarre en sus mejillas tomó fuerza, y la brusquedad en que las palabras de Sangwoo resonaron en la inusual soledad del baño, provocaron que el omega se sumiera en un aturdimiento abismal.


- ¡Tú decidiste esto! ¡Tú te lo buscaste! ¡No puedes echarte para atrás!- La mirada encolerizada y, en cierta forma, demencial con que Sangwoo lo expresó hizo que la culpa viniera con aún más fuerza en su inestable estado mental.


Era el omega interno el que se oponía al temor de Bum, restregándole el hecho de haber huido del lado del alfa y haberlo hecho caer en tal estado de exacerbación que no eran propios del deber de una pareja; y menos aún de un omega.


Tenía un debate mental; y el miedo no ayudaba mucho.


Estaba temeroso del hecho de su encuentro, porque ello significaba volver a la misma rutina del constante maltrato y celos infundados.


Él sabía la razón del por qué lo había dejado.


La persona quien debería estar reclamando aquí debía ser él. Después de todo, él solo fue una víctima del inevitable designio de ser destinados.


- ¡No tuve elección Sangwoo! ¡Aún me duele! ¡Ya no quería que me pegues!.- Realmente el suero de la adrenalina estaba haciendo efecto en su cerebro, ya que las palabras pronunciadas no correspondían a su personalidad.


El tono utilizado era en son de reclamo, pero también impregnado con un temor tan fuerte que era capaz de olerse en el aire.


Estaba prohibido contradecir al alfa; pero el lazo al ser debilitado, tal restricción no era tan primordial y le daba la suficiente valentía para replicarle sus razones, aunque la mayor parte de ellas fueran simples balbuceos.


Y sí, admitía que la vida que había tenido en Italia había sido pasable; viviendo la mayor parte de esos dos años en tranquilidad y sufriendo por pormenores relacionado al ámbito laboral. No se quejaba de ello.


Ni en esa ocasión donde se vio forzado a vender su cuerpo.


Había tenido una estadía normal, con los demonios del pasado rondando como buitres sobre sus pocos principios, pero igual lo había tenido y lo había disfrutado en el límite en que cabe tal adjetivo.


- Vienes conmigo, ¿lograste entender?.- El omega estaba aterrado, pero no por ello se quedó callado, sino que se preparó para atacar aunque fueran débiles sus golpes.


- ¡No Sangwoo! ¡No quiero! ¡Déjame!.- Las lágrimas seguían escurriendo por sus párpados, distorsionando la exasperante expresión que tenía el alfa. Intentó reincorporarse y escapar de su yugo, esquivando una pierna del mayor y correr hacia la salida del baño.


Sangwoo empezaba a cansarse de todo el drama del re- encuentro. Se suponía que el omega debía acceder a todo lo que él le pediría incluso utilizando el poder del miedo como ingrediente principal; sin embargo, el omega seguía haciendo escándalo, provocando que el plan lentamente comenzara a retardarse.


Decidió utilizar la parte psicológica para terminar de una vez por todas esta situación


- ¿Estás seguro de dejarte solo? Está bien, adelante, haz lo que quieras.- Se levantó lentamente para dar un paso hacia la dirección en que se encontraba la puerta e hizo el ademán de girar el pestillo de seguro.


- No me importaría verte encarcelado luego de que se enteren de que asesinaste un hijo nuestro.- Se quedó sorprendido por la manera en que lo había dicho.


Recordó que tal crimen no era perdonado a menos de que fuera accidental; por tanto, sabía que exponerse de tal manera luego de tanto tiempo de estar escondido sería perjudicial porque a partir de ese momento se convertiría realmente en un prófugo de la justicia. Además, un omega como él ya no tenía los suficientes recursos como para viajar a otro continente ni aunque fuera en plan de turista.


Debido a que el terror superaba su razonamiento, se dejó hacer por Sangwoo, permitiéndole sacarlo por la ventana trasera del baño para dirigirse al estacionamiento ubicado a espaldas del restaurante.


Estaba en shock, aún más de lo que ya hubiera estado en la mayor parte de día.


Pero al segundo de visualizar el vehículo, decidió pelear.


Su cuerpo no reaccionó adecuadamente al peligro; y si lo hizo; solo fueron suaves golpes que fueron suprimidos por la impetuosa fuerza de su contrincante. Sus brazos, ante golpeando el pecho de su atacante como medio de defensa, fueron aprisionados entre la extremidad superior del más alto; y su grito de auxilio fue callado por un golpe en la mejilla y el encubrimiento de la misma por la palma más grande.


Sospechosamente, el estacionamiento se encontraba vacío, y los únicos automóviles aparcados eran tres con el mismo color plateado característicos de los Mercedes.


Quería gritar, pero sabía lo que iba a pasar si lo hacía.


Solo estaban a quince metros de distancia de su objetivo, y como nunca los episodios violentos de dos años atrás volvieron a repercutir en su actuar, provocando que hiciera un movimiento como reacción ante el inminente peligro en que estaba.


Mordió la palma de su mano, y logró que su último pedido de auxilio se viera escuchado por una mujer que apenas se asomaba a la entrada del establecimiento.


La mujer quiso hacer caso omiso a tal llamado, pero al girar lentamente y ver la mirada angustiada que contrastaba ridículamente con la posición amical en que se encontraba ambos personajes, no pudo evitar ignorarla y por consiguiente, decidió ayudar al omega aunque sus suposiciones estuvieran erradas.


- ¡Mierda!- La palabra soez emitida por la boca del rubio alertó al pelinegro, y su mirada se concentró en la expresión facial del más alto, detallando con felicidad de que su secreto no se viera expuesto y su seguridad estuviera fuera de peligro.


Mientras la mujer volteaba hacia la entrada del local para llamar a alguien quien lo auxiliara, Sangwoo no pudo hacer nada más que huir antes de que descubrieran su rostro más de lo que la mujer había logrado ver.


Los pasos de tres personas acercándose resonaron junto al llamado de atención del oficial Bae, y la frustración en Sangwoo no hizo más que nublar su juicio. Bajó y soltó al omega de su agarre y se acuclilló a su altura sosteniéndole fuertemente sus hombros y juntando sus frentes, tanto que sus respiraciones agitadas se encontraron y convirtieron en un solo aire.


- Volveré por ti, tenemos asuntos que atender. No lo olvides, tú me perteneces solo a mi ¿entendiste?- La interrogante lo gritó tan fuerte que retumbó en sus tímpanos.


Y repentinamente lo sintió.


Como el pasado regresó a sus labios.


Un encuentro entre lenguas tan breve, salvaje e intenso que literalmente no le permitía respirar.


La humedad entre sus bocas era sofocadora.


Era una bienvenida tan imprevista que solo se quedó inmóvil ante la impetuosa lengua del mayor, quien fue el único dirigente en todos los diez segundo en que duró el confuso ósculo.


Y antes de finalizar el beso, sintió como el sabor metálico invadía su cavidad bucal junto al sofocante ardor de su labio inferior.


La calidez se desvaneció de sus labios, y el polvo provocado por el rastro de aire que dejaron las zapatillas de Sangwoo fue la única prueba de que toda esta situación no era en definitiva una alucinación suya.


- ¡Hey! ¿Qué ocurrió aquí?. - Reconocía la voz, era la de su alfa acompañante, y por la sacudida del mismo que daba sobre sus hombros, supo que había estado ensimismado en sus pensamientos.


Las lágrimas seguían brotando, pero ello no le importaba, sino la promesa que, inevitablemente, sabía se iba a cumplir.


A pesar de que no respondía de manera coherente a las preguntas que le hacía el oficial, ello no quería decir de que ignoraba todo lo que pasaba todo a su alrededor. Escuchó cómo la mujer comentaba su testimonio a Yang Seung Bae, y cómo intentaba defenderlo.


- Lo vi, intentó llevárselo en contra de su voluntad. Parecía que él no quería.- La mujer siguió hablando y respondiendo a todas las interrogantes formuladas por el alfa.


- Veremos qué hacer al respecto, señorita. Necesito que me acompañe a la estación para testificar lo que ha presenciado.- Mientras el alfa le comentaba sobre los respectivos procedimientos, sintió como sus brazos eran levantados por tersas manos, casi como tocando la  suavidad de una azucena. No pudo deducir su segundo género debido a la gripe y a la tensión del momento.


- Está bien.- Sintió que su voz era dirigida hacia él.- Todo va a estar bien corazón, ya todo pasó.- El tono dulce había tranquilizado medianamente su temblor y consiguió atraer su atención.


Dirigió la mirada hacia su rostro, y se percató de que tenía el mismo color azabache de cabello como él, además de tener adherida una pegatina, en forma corazón, sobre su mejilla izquierda. Era en verdad una muchacha muy linda.


- No me esperaba que pasara esto. Necesito una explicación. No es la primera vez que te ocurre esto.- El tono utilizado por el moreno era en son de preocupación y profesionalismo debido a la seriedad del asunto.- Pero primero debemos llevarte a tu casa, no podrás pensar bien en el estado en que estás.


Ignoró cuando ambos lo cargaron y posicionaron sus palmas sobre sus hombros para dirigirlo hacia su domicilio.


- Cierto, no me presenté, soy Ji Eun corazón, y tú, ¿cómo te llamas?- Seguía manteniendo el tono dulce, y ello le dio brevemente la confianza para responder su pregunta.


- Bum, Yoon Bum.- Y ello fue lo último que dijo antes de ingresar a la camioneta de la mujer.


Su mente estaba en otro lugar, y no le importaba por ahora lo que pasaría después.


------------------------------------------------------------------------------------


Regresó por el camino largo, distrayéndose con las brillantes luces de la ciudad; sintiéndose tranquilo con su actuar.


Tenía las manos escondidas en los angostos bolsillos de la chaqueta gris que vestía. Tal prenda había sido un regalo de su abuelo cuando había logrado entrar en la academia de policías.


A pesar de los años en que el gris se había perdido de la prenda, aún la seguía portando como un símbolo de honor. Algo de lo que se sentía orgulloso de mostrar.


Había querido bastante a su abuelo.


¿Qué pensaría de él si lo viera ahora?


Sacó la llave del bolsillo trasero de su pantalón de mezclilla y abrió la puerta de su acomodado departamento.


Ingresó al interior y dejó la billetera sobre el escritorio donde reposaba su teléfono fijo. Observó que éste tenía registrado repetidamente el mismo número telefónico.


XXX XXX XXX XX9


Suspiró cansinamente.


Cogió el teléfono y presionó el botón de llamar.


- Tardaste mucho en responder.- El tono de voz del interlocutor era áspera, provocando que el ánimo de Bae bajara a medida que la persona al oro lado del teléfono seguía hablando.


- Al igual que tú en atraparlo.- El emisor solo se sumió a un breve silencio para luego continuar con su discurso.


- Necesito tu ayuda, nuevamente.- Tal petición ya se lo veía venir Yang Seung Bae, no por nada había suspirado de lo surrealista que era la situación.


- ¿Por qué debería de ayudarte ahora? No obtengo ningún beneficio de esto.- Realmente no deseaba ser parte de sus intenciones; sin embargo, algo lo retenía.


Algo más irónico que una apuesta.


Algo más fuerte que una amenaza.


Algo más doloroso que una memoria.


- Tú sabes la razón. La familia no se deja de lado.


Algo tan profundo como la sangre.


Era cierto que si él quisiera, podría hacer caso omiso a todo lo que Sangwoo pudiese proponerle; no obstante, Bae había sido inculcado con una firme convicción de poner por encima a la familia; aún cuando ésta estuviera en malos términos o circunstancias. Ello lo obligaba a actuar siempre a favor de la misma.


Además, ambos hombres compartían un pasado.


Un hecho que los unía inevitablemente.


- La próxima vez no accederé. No consentiré ninguna de tus acciones aunque seas mi primo.- Fue lo último que declaró antes de que una sensación escalofriantemente excitante recorriera su torrente sanguíneo.


--------------------------------------------------------

Notas finales:

Bueno, gracias or leer ;)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).