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Refuerzo y Castigo por ArthaielEng

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El chico frente suyo insistía con la mirada haciendo un sonido extraño equivalente a un ronroneo proveniente de su garganta, apretando sus labios haciendo un gimoteo curioso e infantil. A pesar de la diferencia clara de estaturas el que correspondía como el más alto de los dos actuaba aún menor que su edad, motivo por el cual el mayor, le reprendía varias veces como si él fuese una persona más madura y responsable, cosa que no era pero sentía la necesidad de serlo cuando acompañaba al otro independientemente de la ocasión. Y claro, en ese momento lo ameritaba y bastante.


Kuroko no lo entendía del todo a aquella persona que llamaba amigo, lo conoció en preparatoria o mejor dicho apenas y pudo convivir con el académicamente debido a que cuando estaba a punto de egresar, la persona frete suyo pidiéndole un favor estaba ingresando como nuevo estudiante proveniente de la nación más poderosa del mundo. Bueno no, no era ruso, irónicamente, se trataba de un estadounidense amante de la comida rápida en exceso. Y lejos de su gusto por atracarse en el esófago 15 piezas de colesterol, era un buen cocinero, sabía vivir de forma independiente, un estudiante regular pero dedicado al deporte y ahora reducido a pedirle justamente a él hacerla de nodriza y llevarlo a la universidad que aspiraba entrar.


— Vamos Kuroko, tu sabes de esto, no quiero ir solo, además nos pidieron ir a la conferencia acompañados de alguien mayor de edad y sabes que solo cuento contigo. — termino de decir aún en el filo de la puerta al departamento del mencionado.


Era aproximadamente medio día y a las 2 de la tarde empezaban las dichosas conferencias para quien interesara de ingresar a una de las universidades más aclamadas, preparadas y sobre todo caras de la ciudad, debía admitir el celeste que a pesar de ser un sueño imposible para Kagami, si este se esforzaba lo suficiente en el estudio, cosa que no hizo muy bien en los últimos años, podría entrar como suplente al menos, así que él no se encargaría de tumbar sus sueños por la borda. La molestia era que lo había pillado desprevenido en su día de descanso, a unas horas del dichoso evento, intentando sobornarlo con una malteada de vainilla que aún mantenía en manos haciendo el sobresfuerzo de no tomarla ya que si sus labios se juntaban con esa pajilla era cerrar el trato y acompañarlo. Si, Taiga fue cruel, debido a que era su bebida favorita.


—Está bien. —atino a decir Kuroko quien después dio un sorbo grande a la malteada. — Pero me deberás varias de estas.


Kagami soltó una de sus peculiares carcajadas y se lanzó a abrazar al nada acostumbrado a las muestras de afecto que era Kuroko. Dejándolo finalmente pasar porque algo era seguro, el de cabellos carmesí no lo dejaría escapar tan fácil, y al verlo como iba vestido era obvio que ya estaba preparado y ansioso de ir y que lo esperaría tumbado en su pequeña sala como estaba acostumbrado a que lo hiciera.


Pasaron rápidamente el par de horas y se encontraban caminando dentro del recinto. Aún les faltaba algo de camino por recorrer debido a que la institución era una construcción antigua y enorme con jardines y pasillos confusos, siendo una edificación barroca impresionante. Igual no era el tipo de Universidad a la que al menos Kuroko quisiera ir, prefería las instalaciones de la suya con ascensores y paredes de espejo y cristal. El veía a demás jóvenes acompañados por sus respectivos tutores observando embelesados la estructura, algunos incluso sacando fotos o a sí mismos con el fondo que quizás no podrían ver a diario.


Era exactamente el mismo caso que Taiga, veía con brillo en su iris las instalaciones como niño al que llevas al mejor parque de diversiones. Cualquiera creería que el interesado en ingresar era Kuroko y su responsable Kagami y lo sabía por la forma en que los veían. A las puertas de esa enorme casa de estudios un profesor encargado los recibió pidiendo la identificación que, claro, primero se equivocó pidiéndosela a Taiga y después disculpándose cuando el celeste saco su billetera y se la entrego de mala gana ocasionándole un bochorno a esa persona que, al menos Kuroko, no quería volver a ver de nuevo, sintiéndose particularmente ofendido. En la siguiente ocasión les colocaron gafetes para distinguir de los interesados en estudiar ahí como de sus encargados. Al final supo el motivo, y era porque en las salas de conferencias los separaban dejando a los próximos alumnos, quizás, hasta el frente para poder observar y escuchar mejor al orador que les impartiría las pláticas.


Se sorprendió bastante el más bajo de estatura, cuando, yendo de una sala a otra de dio cuenta que no eran salas de conferencias, ya hasta se le había hecho excesivo, se trataban de los mismos salones de clases y trago profundo. Eran enormes entonces, ahí podía hacer una reunión con 50 personas o más, aunque todos eran de la misma estructura, según el orador que era un profesor por sala, cambiaban los materiales en esta. Todos daban una introducción a su materia, el cómo trabajaban, que esperaban de un alumno, como saldría preparado este de su materia y demás cosas de utilidad que honestamente estaban aburriendo a Kuroko hasta el cansancio, el sol ya se estaba ocultando y parecía que eso no tendría fin. Cumplió como buen amigo entrando a las conferencias y sentarse a escuchar cosas que ya sabía en algunas ocasiones pero definitivamente ya no soportaba una más, la siguiente no la escucharía, saldría a respirar aire fresco y curiosear por los demás salones.


Llego el momento y primero salieron los chicos junto a Kagami quien llevaba anotando todo en una libreta y no puso atención a Kuroko que, con los brazos en alto intentaba llamar su atención para indicarle que el haría una pausa sin obtener éxito y finalmente lo siguió, quizás si tenía oportunidad antes de que la profesora diera su sermón, como le empezó a llamar, iría a su sitio y le diría. Le toco su turno de entrar y estaba a punto de ir cuando vio a una imponente figura frente de todos, recargada de forma elegante en el escritorio posicionado un tanto a la izquierda opacando por completo el enorme pizarrón lleno de, seguramente suya, letra que parecía ser la copia fiel o hecha con una máquina de escribir. Tan exacta, posicionada, del mismo tamaño, siguiendo una línea invisible más recta que una regla. Kuroko inconscientemente se sentó como imán siendo atraído al suelo que ese mismo hombre pisaba.


El salón en donde ahora se encontraban era, por increíble que parezca, un tanto más grande que los anteriores, igual, en vez de estar acomodados en filas como en los anteriores aquí el profesor, seguramente, los acomodo en forma de media luna, probablemente para ser escuchado perfectamente por todos, cosa que aún no digería el celeste debido a que claramente en su folleto que hicieron favor de darle con el programa decía que correspondía a la clase de Psicología. Era demasiado, ni siquiera en la sala de matemática u otras ciencias exactas. Aparte, juraba que se trataba de una mujer, y no era por menospreciar la carrera y asignarle un género, sino que al menos en su institución se acostumbró a que era así.


El profesor, que sin problemas podría hacerse pasar por alumno ya que rastros de años no tenía en ningún lado, se presentó debidamente en general como Akashi Seijuro. Escuchó a una persona mayor murmurar a su lado a otra que era el candidato perfecto que la institución tenía para ser en un futuro Rector. Kuroko dio un respingo al escuchar el comentario y volteo a verlo más detenidamente. Portaba un pantalón de vestir que le quedaba algo ajustado que a personas como él no le dejaba mucho a la imaginación, su respectivo cinturón de cuero negro y su camisa gris fajada, Kuroko se mordió el labio reprendiéndose a sí mismo por la excesiva atención que le estaba poniendo al profesor.


Sin poder evitarlo siguió con lo que claramente se podría clasificar como acoso alzando la mirada al rostro serio de quien empezó a hablar con todos acerca de lo mismo que sus otros compañeros atrás, pero pareciera era otra cosa muy distinta, una persona no era capaz de hacer sonar algo así. Se enfocó en las facciones de su cara, en cómo se movían, cual firmes se mantenían y descubrió una gota de perdición que hizo perdiera la paciencia y saliera lo más discreto que podía de aquel salón. Respiro profundamente al verse a salvo de sus propios pensamientos aún vividos que se incendiaron al ver la peculiaridad del profesor y es que él tenía el color de ojos distinto. Rubí y el otro orbe de miel. Jodidamente atractivo sin duda.


Camino nuevamente por los pasillo evitando ir por donde se encontraran demás personas, en realidad Kuroko era un chico algo reservado y era muy sencillo que el llegara a sentir cierto fastidio encontrándose con aglomeraciones de personas que, a su desgracia de no ser notado, era el blanco perfecto de empujones. Llego el momento en que debido a su propia distracción ignoro el rumbo que estaba tomando y era bastante obvio que se perdería, la luz del sol estaba prácticamente desapareciendo dejando una luz roja de fondo dejando entrar en la vista a las estrellas y su oscuridad. No se preocupó del todo, simplemente llamaría a Kagami a su celular y pediría que viniera con alguien, aunque se ganaría un reclamo eso era seguro. Dio una ojeada al ya mallugado folleto para saber a qué hora terminaba aquel laberinto de ideas, faltaba un poco más así que no debería distraerlo hasta que terminara todo o lo buscara cuando se diera cuenta que ya no estaba con él. Aunque claro era más factible que fuera a final del recorrido ya que caso hace rato mucho no le puso.


En el apartado donde se encontraba había un enorme jardín con árboles de mediana altura recién podados, las flores exclusivamente de colores neutros, nada llamativos que lejos de hacer verse triste le daba un aire de elegancia. Escuchaba una fuente funcionar, el agua caer y encontrarse de nuevo pero no sabía con exactitud en donde estaba, apostaba a que era en el centro exacto así que echó a andar para encontrarla en medio del aburrimiento y el ocio y ¿Por qué no? De olvidarse lo que estaba pensando acerca de cierto profesor el cual estaba evitando pensar y distraerse a sí mismo.


Llego hasta la casi imposible de encontrar fuente y con sus dedos humedeció su cabello aciano que caía a su frente acomodándolo hacia atrás y fue que, viendo de frente se encontró con un edificio sumamente interesante, se encontraba totalmente solo y solo las luces tenues del pasillo de encontraban encendidas, volvió a reafirmar su curiosidad dirigiéndose a este, seguramente tendría una de las vistas más impresionantes del lugar. Así como piso el inicio del recinto se topó con un letrero que lo hizo soltar cierta mueca traicionera en los labios: No se permitía la entrada siquiera al alumnado.


Dos, tres, cuatro cabeceadas a los lados para observar que no lo veía nadie y subió las escaleras. Ya se había mencionado con anterioridad que a pesar de querer mantenerse como una persona recta Kuroko era un ya adulto que a veces se comportaba de forma inmadura, aunque ese lado se lo mostrara a muy pocas personas y a sí mismo y eso era una prueba de que el reglamento en muchas ocasiones le era tan indiferente acatar y veía más interesante descubrir el porqué de la normativa. Este edificio era un claro ejemplo: eran un conjunto de cuartos cerrados, no eran aulas ya que el tamaño era ligeramente reducido, no veía que fuera la bodega ya que tendría que tener un aspecto más descuidado. No se trataban de laboratorios donde pudieran contener químicos peligrosos para prácticas o las salas de tecnologías ya que tendría una seguridad más reforzada para evitar los robos, aunque claramente quien se atreviera a robar ahí tendría que verse con los infinitos pasillos y terminarían perdiéndose.


Así que culmino en el último piso de unos 5 o 6 aproximadamente, no iba contándolos sino sumido en las razones por las cuales estaba prohibido el paso. Se recargo en el borde de lo que sería como balcón en los pasillos, siendo de piedra quedando con toda la magia del lugar, y observo el jardín y la vista más allá de este dándose cuenta que en efecto camino bastante ya que por donde el ubicaba que estaba la entrada ahora se veía algo lejana y complicada de llegar. Se sintió a gusto, una paz le invadió el pecho y estaba a punto de retirarse pasados unos minutos pero la última puerta al final del pasillo quedando de frente a este y que por lo visto era el único apartado que tenía un balcón propio le llamo bastante.


Se acercó a la inmensa puerta de madera oscura y bien pulida y barnizada, pensó que sería bastante pesada al menos de abrir y giro del picaporte creyendo que estaba cerrada con llave pero no era el caso, el seguro giro y la puerta hizo el peculiar sonido de cuando llevas tiempo sin ponerles aceite a las bisagras.


De adentro salió un agradable aroma equivalente al petricor aunque claramente era imposible, la oscuridad de lo que al parecer era una habitación le llamo la atención, ya sin cerciorarse de que alguien lo viera entro cerrando la puerta para no levantar sospechas, su inmutable mirada celeste buscaba alguna luz de apoyo para explorar el lugar pero temía sacar la luz del teléfono celular ya que si alguien se enteraba que estaba adentro se metería ahora si en grandes problemas.


Noto una pequeña iluminación que entraba por un tragaluz en la pared dándole una vista cristalina por ser este el material por el cual no entraba aire por aquel conducto. Se encontraba en medio de una pared en un cuarto algo pequeño, se adentró en el observando que solo se trataban de bastantes libros y hojas sueltas acomodadas de forma ordenada llenando casi todos los estantes y el escritorio que ahí se encontraba. Dio un vistazo a las cosas que se encontraban encima del último mencionado dándose cuenta que se trataban de trabajos de preescolar, recortes, letras, números, dibujos tanto en crayones como en acuarelas, sumamente infantil. Kuroko no se estaba dando cuenta que no los estaba acomodando de forma correcta a como los había dejado quien fuese el encargado de esa habitación o de aquellas cosas. Aún decidió seguir observando esos papeles que pareciera que los guardaba con tanto empeño y, de forma un poco tardía comprendió aquello, se trataban de trabajos escolares de la misma persona, esa persona estuvo guardando desde su primer garabato como niño de preescolar y apostaba que los que se encontraban a su izquierda eran de los últimos como carrera universitaria por las temáticas que se dejaban leer en los bordes de los libros acomodados de forma alfabética.


El papel apenas se conservaba intacto, el tiempo obviamente los desgastaba pero por alguna u otra razón de quien fuera no dejaba ir dicho material. El por supuesto no lo haría, nadie que conociera guardaría con tanto esmero cada trabajo realizado como estudiante, es más, recuerda que los últimos días de clase de cualquier grado los más efusivos del salón deshojaban sus libros y los echaban al aire como película estadounidense de comedia musical, tan exagerado que ni siquiera el recordaba cual había sido el último trabajo que entrego en su actual universidad, era exagerado y daba un poco de temor el hecho de que alguien estuviese tan obsesionado así. Pero aun así le consumió el querer comprobar que en efecto toda la vida académica de cualquiera estaba ahí.


¿Quién haría algo semejante así? Le recordaba de forma pesada su pensamiento que ese tipo de comportamiento lo viven personas que tienen adicción a coleccionar cosas, era muy probable que se tratara de eso. ¿Se trataría de la madre de algún alumno ahí? O de algún alumno en sí de la institución. No era imposible, estos no eran los dormitorios de los alumnos pero entonces ¿Por qué habría una cama y un armario fuera del lugar donde se encontraba, captaba ahora que parecía más un departamento que un cuarto.


Su pulso se aceleró cuando pensó lo peor. Se trataba de un profesor acosando probablemente a una alumna, entonces sin escatimar lanzo las cosas al suelo desesperado, se agacho a buscar un nombre y el corazón casi sale de su boca cuando encontró algunos manchados de lo que parecía ser sangre, obviamente tomando un color más claro debido a la hoja y el tiempo que llevaría guardada y la fecha, seguramente eso. Quiso palmearse la cara, si todos eran trabajos debería estar el nombre del propietario de todo aquello, le avisaría estaría más que claro. Y alzo con las manos temblorosas y algo húmedas por el sudor la hoja manchada en lo que definitivamente tenía que ser sangre y leyó el costado donde usualmente se pone el nombre del alumno y la cara palideció, su pecho se apretó casi asfixiándolo y aún con la hoja en mano salió corriendo de ahí, esa hoja, todo aquello pertenecía a nada más ni nada menos que Akashi Seijuro.


Y la puerta de entrada se abrió dejando a un Kuroko petrificado de frente al atractivo profesor sacando de los bolsillos del pantalón la cigarrera metálica que ahora sostenía con fuerza viendo directamente a los ojos del intruso en su habitación.


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