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FUCK ME | jikook por mrsswag9394

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—¡Pero qué estupideces dices!

 

Jimin le miró de soslayo, bajando las escaleras con el teléfono en su oído. Jeongguk sonreía sonjorado mientras iba a la cocina. Allí permaneció un rato, para luego salir con un bote de leche entre sus manos, el castaño ya ni se quejaba de su manía por nunca usar un jodido vaso.

—Vale... sí, yo aviso aquí.

 

Jimin enarcó una ceja.

 

—Yoongi... basta.

Murmuró... ¿avergonzado? Jimin prestó más atención.

—Aish, eres un molesto a veces. Adiós, idiota.

Quiso colgar pero Yoongi acababa de decirle algo más.

—Y a mí eso qué me importa —una exclamación inaudible—. Entonces... te estoy diciendo que me da igual. Pues será tu problema.

Colgó, sentándose a un lado de Jimin.

 

 

Jeongguk no parecía molesto, es más, seguía con esa estúpida sonrisa. El castaño trató de no pensar en ello, acariciando su cabello y entonces él se acercó más al cuerpo contrario y se dejó abrazar y mimar de Jimin. Un beso en su sien, que luego bajó a su mejilla y que luego buscó su boca.

El menor no se quejó.

 

El corazón de Jimin bombeando con rapidez. Jeongguk le besaba con mucha ternura y delicadeza, entrelazando sus dedos con los ajenos en una caricia tímida e íntima mientras sus labios seguían moviéndose sobre los suyos. Él sabía a leche. Jimin tiró de su cuerpo y lo subió a horcajadas. El pelinegro riendo infantilmente. Quitó algunos mechones de su rostro y los colocó detrás de su oreja, se le quedó mirando con adoración y esta vez fue a besar su cuello.

 

—N-no, Jimin.

 

Un gruñido.

 

—No, es que Yoongi está a nada de llegar y...

Chasqueó su lengua molesto y quitó a Jeongguk de encima de un empujón no tan amigable. Él le miraba algo sorprendido y confundido.

—Yoongi, Yoongi, Yoongi, Yoongi, Yoongi, Yoongi, Yoongi... ya estoy hartándome de ese maldito nombre —masculló.

Jeongguk tragó saliva. Lucía molesto.

—Jimin...

—¿No se supone que es mi jodida casa y debes pedir permiso antes de hacer planes?

—¿Ahora debo pedirte permiso para que él venga?

—Pues sí.

Jeongguk rodó sus ojos y se cruzó de brazos.

—Ugh, vale... ¿entonces puede venir?

—No.

El chico bufó con molestia y se levantó mosqueado del sillón para dirigirse de vuelta a su habitación.

 

 

Vale, Jeongguk deseaba que trabajase más seguido en la oficina nuevamente, así tendría la tarde para él... pero no, Jimin solo iba cuando era estrictamente necesario y se la pasaba el día en casa. Él no se daba cuenta de que aquello era para tenerle más cerca, porque Jimin deseaba reforzar la relación entre ambos; después de todo este tiempo manteniendo lo que sea que tuviesen, él quería cambiarlo un poco, volverlo un poco más íntimo. Más aún si Jeongguk por fin se había declarado —más o menos—, porque ese te quiero no se iba a ir de su cabeza tan fácilmente.

Sin embargo Jeongguk parecía cada vez más lejos de su alcance. Para nada igual a cómo se lo imaginó. Siempre haciendo planes que giraban alrededor de lo que ese pelinegro decidía y ordenaba, siempre estaba con ese jodido nombre en la punta de la lengua... incluso una vez le confundió con él durante la cena, decir que se puso colérico se quedaba corto. Jeongguk le juró que no eran más que amigos cercanos —¡y vaya cercanos que eran!—, que era cariño fraternal lo que sentían por el contrario. Patrañas varias, pues él estaba más que bien informado sobre la relación que ambos mantenían, porque no era estúpido y ellos no eran muy buenos borrando las evidencias, incluso a veces ni siquiera se molestaban en ocultarlas. Jimin realmente había pensado que ya que vivirían juntos podrían divertirse más... y es que así era, así fue durante las primeras semanas. Jeongguk estaba tranquilo y más dispuesto y abierto a él que de costumbre. Cuando Irene no estaba, ellos aprovechaban y disfrutaban de ese tiempo; las primeras semanas el sexo fue bueno, conversaban más, habían conocido más del otro que en otras muchas ocasiones. Y todo eso estuvo excelente hasta que bunny empezó a dejar ver su verdadera personalidad. Y Jimin no sabía si le gustaba o le cabreaba. Si ese lado insolente que jamás había visto antes le atraía o sacaba de sus casillas.

 

 

O tal vez ambas.

 

 

 

El timbre sonó y él hizo una mueca.

 

Un "yo abro" se escuchó desde arriba seguido de unos pasos ligeros.

Apretó la mandíbula mientras trataba de concentrarse en la televisión... sin éxito, claro.

 

Jeongguk abrió la puerta y en vez de oír alguna frase irónica y una respuesta grosera llena de malas palabras —así se saludaban ambos—, escuchó un torpe "oh, hola", que le hizo girarse con curiosidad.

 

Ahí, Seokjin le sonreía amenamente.

 

 

 

 

—Hola, Kookie. ¿Está Jimin?

—Sí... eh, pasa, Kim.

Jimin se levantó para recibirle y de paso, presumir un poco frente a Jeongguk. Venga, que a Jimin se le daba por ponerse así de infantil cuando le entraban las ganas de pelear. Como respuesta obtuvo un bufido que disimulaba una sonrisa avergonzada, pero el sonrojo lo delataba.

Jinnie, ¿qué haces aquí?

—Vine a que me firmes unos documentos para lo de Seungwan —dijo mientras se adentraba—. Y de paso a visitarte un rato... hasta que termine la hora del almuerzo en el hospital. Debo presentar esto hoy, estoy haciendo tiempo.

—Oh, vale.

 

Jeongguk no se fue, como lo esperó, sino que se quedó a mirar los documentos que Jin le alcanzaba a Jimin desde su maletín.

El mayor sonrió y le revolvió el cabello.

 

—Es para lo de su traspaso —le hizo saber suavemente.

—¿Traspaso de qué?

¿Aquello era curiosidad genuina? Jimin estaba sorprendido.

—A mi consultorio. Ya te dije, yo voy a tratarla.

—Ah... ¿y por qué debe firmar Jimin?

—Porque es el responsable de ella ahora, él pidió que la internaran.

 

Jimin sonreía ligeramente mientras firmaba los documentos frente a él, demasiado enternecido por la repentina preocupación del menor y la algo amena conversación entre ambos.

—¿Y tú que le vas a hacer?

—Oh, pues...

—¡Jeongguk! —exclamó al ser el único que entendió el doble sentido de esa frase. El menor rio mientras Seokjin acababa de sonrojarse al pillar la pequeña broma—. Ten un poco de decencia, por el amor a Dios.

—Vale, perdón. Pero en serio... ¿tú que haces?

—Soy psiquiatra, trabajaba en Japón, en una clínica allá.

—¿Y qué haces aquí?

—Renuncié porque extrañaba Corea.

—¿Y a su jjangjanmyeon? —insinuó.

Jimin se sonrojó de inmediato y Jin soltó una ligera risa.

Jeongguk aún no entendía él por qué de esa... broma privada, pero ya no lucía mal. Más bien como algo sano entre amigos.

—Algo así.

—¡Oh, eres psiquiatra como Namjoon!

—Él es psicólogo —aclaró Jimin.

—Mmh, me rindo. No lo pillo.

—Verás, ¿recuerdas lo que me decías de la conducta justificada?, ¿lo que de que había que tener un motivo para cualquier conducta? —preguntó y Jeongguk asintió—, pues eso es psicología. Un psiquiatra en cambio estudia problemas médicos, con fármacos, no con técnicas y habilidades.

—Namjoon hablaba contigo... en cambio él te receta medicinas —resumió Jimin.

 

 

 

 

 

 

Jeongguk iba a decir algo más, pero el timbre de casa sonó insistentemente.

 

Los adultos se miraron con extrañeza mientras el rostro del menor se deformaba hasta volverse una mueca de molestia. Jeongguk miró la hora en su móvil para después chasquear la lengua y contar hasta tres, luego de que el timbre fuese abusado de esa forma segundos antes.

 

 

—¡CONEJITO!

 

Pero claro que era ese idiota.

 

—Ugh, carajo —caminó y abrió la puerta.

—Hola, Jeon.

Un sonriente pelinegro pálido se encontraba del otro lado.

Seokjin enarcó una ceja y volvió a mirar a Jimin, quien se limitaba a "leer" las hojas en frente suyo, encontrando la excusa perfecta para evitar al par de pubertos.

—Mierda, Yoongi, ¿no puedes tocar el timbre como una persona normal? Te pareces al alíen.

—Ah, no me jodas.

—Y llegaste tarde, idiota.

—¡Vivo al otro extremo! —se quejó.

—Calla y espera un rato.

—Encima la perra no avisa en casa. Pareces una niña, Jeon.

 

El mayor de todos abrió sus ojos como monedas. Jimin simplemente se encogió de hombros, ya acostumbrado a la manera tan informal de tratarse mutuamente entre ambos. La verdad, es que había oído cosas peores salir de las bocas de los dos pelinegros, y ya ni le sorprendía demasiado.

 

Entró un rato y se acercó a Jimin, poniendo su mano en su oído e inclinándose para susurrarle un—: estaremos arriba, no haremos ruido.

Jimin no parecía completamente de acuerdo. Es más, parecía irritado.

 

 

—No he dicho que puede pasar.

—Aigo, Jimin hyung~.

 

Parecía una charla bastante privada, su otra mano en el muslo de Jimin, peligrosamente arriba.

Seokjin no dijo algo al respecto. Tal vez era normal entre ellos.

—...

—Por favor.

—Apenas estén comenzando a beber o a fumar, te juro que le saco y a ti te dejo sin mesada.

Jeongguk sonrió y entonces tiró del frágil pelinegro, adentrándole en la casa.

—Buenas tardes, Jimin, y buenas tardes...

—Oh, soy Seokjin.

 

 

 

Yoongi regresó a ver a Jeongguk, quien estaba sacando un par de cosas de la nevera y las alacenas. Levantó sus cejas como preguntando: ¿es él? y él asintió levemente, luego el delgado muchacho hizo una mueca de suficiencia y aprobación y Jeongguk rodó los ojos, como resignado. El mayor un poco incómodo por aquel lenguaje de señas y miradas.

 

—Buenas tardes, Seokjin. Emnh, yo voy arriba.

—Mi habitación es la primera a la izquierda de las escaleras —le hizo saber.

El chico subió.

Jeongguk salió de la cocina cargando mucha comida y bebidas. Todo eran golosinas y comida chatarra. Parecía que tendrían alguna reunión pequeña entre ellos.

—Estás advertido.

—Que sí. Que no haremos nada malo.

 

Y entonces Jeongguk también desapareció, dejándolos solos.

 

 

Jimin terminó con el papeleo y ordenó todo para dárselo a vuelta a Seokjin. Quien tomó las hojas y las puso cautelosamente en su maletín marrón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—¿Quién es el chico? —preguntó cuando estuvieron en el salón, bebiendo un poco.

—Es un amigo de Jeongguk... su mejor amigo, actualmente.

—... es algo...

 

No sabía cómo describirlo.

 

—¿Maleducado? —completó—. No te imaginas, a veces es como un grano en el culo.

—Se ve que son bastante cercanos.

—Demasiado, diría yo —se notaba la clarísima falta de tacto. Jimin se dio cuenta de su obviedad y corrigió de inmediato—... quiero decir, que sí, que pasan mucho tiempo juntos.

—No te agrada.

—... no.

—¿Porque es muy cercano a Kookie? —Seokjin tanteaba el terreno. Esto no era nuevo, él era así de posesivo con todos aquellos que le importaban.

—Porque es una pésima influencia... y un atrevido.

—¿Atrevido?

—¿Me estás haciendo una consulta?

—Oh —se sonrojó—... yo... lo siento... sabes que se me suele ir la lengua.

—No importa —rio un poco, restándole importancia—. Ahora mismo lo más probable es que se estén surtiendo de golosinas mientras juegan en la consola... luego ha de bajar a pedirme permiso para salir y entonces volverá entrada la noche.

—Veo que tiene mucha libertad.

—Tú mismo lo dijiste... lo mimo demasiado, casi nunca le niego algo.

—Eso es un problema.

—En la práctica, soy lo único que tiene.

—Eso no es cierto. Está su madre.

—Ellos no tienen una buena relación madre-hijo, ¿sabes?

 

Seokjin lo sabía, Seungwan se lo dijo en una ocasión, muy superficialmente.

 

—Él se preocupa por ella.

—Eso no es significativo, Jin. Jeongguk tiene una forma de querer extraña —hizo una mueca—, no sé si me entiendes.

—Explícame —pidió.

—A él le gusta presionar... es... algo así como que un medidor de la paciencia.

—Por favor, sé un poco más claro.

—¿No te has dado cuenta? —Seokjin negó—. Lo hace contigo a menudo.

—¿Qué hace a menudo? No tiene una forma de ser demasiado fija y estable conmigo.

—Precisamente eso es a lo que me refiero. Es como un tira y jala.

—Oh —ahora lo notaba, a veces lindo y a veces un terrible dolor de cabeza—, creo que lo pillo.

—Es como si tuviera una doble personalidad. Le gusta discutir y tener la última palabra, ha sido así desde que nació, terco... como su padre, pero él lo lleva a extremos.

—Tienes razón, Jaehwa sabía cuándo ya no era necesario dar la contraria.

—Exactamente. Pero a Jeongguk le gusta molestar a las personas... mide su paciencia, tira del débil hilo de la cordura hasta llevarte al límite, hasta ver cómo es tu tope. Pero cuando está a punto de averiguarlo... de averiguar qué tanto harías por él, se acorbarda y deja el maldito juego para volver a ser de nuevo el Jeonggukie bueno, ese que solo es un poco demasiado sombrío. Te mira fijo, no arrepentido, pero sí vacíamente tierno, sus ojos... reflejando nada.

 

Entonces la advertencia que le dio Jaehwa sobre Jeongguk, la noche que le pidió que se alejase de él, tenía mucho sentido ahora.

 

 

 

 

Advertirle sobre Jeongguk... claro, su tan rara forma de ver qué tanto lo querían, los berrinches y luego un manso Jeongguk, como un conejito pequeño. Paraba justo cuando ya tocaba los estribos de los demás, cuando les sacan de sus casillas entonces se detenía, bastante satisfecho con el pequeño caos. Era esa forma de confundirte y luego ser terriblemente adorable. Nunca supo si lo hacía adrede.

Jaehwa decía que él no se daba cuenta.

 

—Últimamente juega contigo, parece divertirle tu agobio, pero no te lo tomes muy personal, contigo no lo hace con malas intenciones. No hay suficiente vínculo para él.

—¿Y con quién sí?

—Con Jaehwa, cuando era un crío. También con Wendy... con Taehyung y con... Yoongi.

—¿Contigo no?

—No lo sé... no me he dado cuenta. Las cosas son menos obvias cuando estás involucrado.

 

Pero en realidad la única vez que aquello había sido realmente obvio fue el día que llevó por primera vez a Yoongi a casa. Cuando Jimin se le declaró.

—Él... realmente no tiene a nadie.

—¿Por qué sigues diciendo eso? ¿Y sus abuelos, tíos? Que yo sepa Chanyeol vive actualmente en Seúl.

—Para mi familia, Jeongguk es nadie. Para la de Wendy, es un bastardo, nació antes del matrimonio, no le quieren demasiado. Y con los Jeon... bueno, no hablan, pero al menos se preocupan y mandan regalos y tarjetas en las fiestas.

—Ya veo —dijo con algo de tristeza.

—Pero no comentes nada. No le gusta.

—Y con razón. Su familia es una porquería.

—Exactamente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Jeongguk estaba en la habitación de arriba, en su pieza, jugando alguna pendejada que el mayor sugirió pero a la que él no le prestó mayor atención. Iba de militares, él maniobraba un arma y había una especie de mapa en una esquina del gran televisor. Yoongi le decía cosas de vez en cuando y él fingía escucharle, pero en realidad se sentía vacío de nuevo. Tenía la sensación de que ellos, Jimin y Seokjin, hablaban de él, y eso lo ponía incómodo y pensativo. Tenía curiosidad por saber qué diría Jimin de él a los extraños.

—¡Jeon, cúbret-...! —gritó como si su vida se fuese en ello.

 

No sirvió de mucho, la pantalla le decía que acababa de perder la partida y él suspiró, poniendo los pies en la tierra de nuevo.

Aigo, maldición. Tendremos que empezar de nuevo.

—Lo siento —murmuró.

—No importa.

Yoongi volvió a las opciones del juego para empezar de nuevo, y se giró hacia Jeongguk, seguramente para preguntarle algo sobre las múltiples opciones en la pantalla, pero enmudeció al verle mirando sin mirar en realidad sus dedos en el mando. Frunció el ceño y se acercó un poco.

 

 

—Oye, ¿te pasa algo?

—Yo... quiero ir al baño, espera.

—Oh, vale.

Yoongi sabía que le estaba evitando.

 

Jeongguk salió de la habitación, pero no en dirección al baño, precisamente, sino que se quedó arriba de las escaleras, para oír lo que los adultos decían. No le era muy difícil escuchar, ello no secreteaban, bebían un par de cervezas en el sillón largo mientras platicaban amenamente.

 

 

—¿Dijiste que Namjoon le trataba?

—Uhu —asintió.

—¿Ya no?

—Acabó de divorciarse, ¿no te lo dije?

 

«¿Que Namjoon qué?». Vale... eso no se lo esperaba. Hablaban del padre de Tae, y él quería saber qué ocurría.

 

—No —se notaba confundido.

Jeongguk lo estaba también.

—Pues eso. Su esposa se enteró de sus infidelidades y le pidió el divorcio... por eso se regresó, creí que te lo había comentado.

 

 

Así que por fin la señora Kim se había quitado la venda. Venga, que ya era hora. Venía escuchando declaraciones de sus infidelidades desde muy pequeño, Taehyung lo sabía todo, pero callaba porque quería mucho a su padre. Porque él era genial y lo protegía de los regaños de su madre cuando hacía travesuras. Namjoon y Taehyung no se parecían físicamente —Tae era la versión masculina de su madre—, pero en lo que respecta a personalidad, podría decirse que era exactamente el mismo desastre que su padre.

—Solo me dijiste que regresó.

Él también solo sabía que regresó.

 

 

Entonces era por la separación que Taehyung se veía incluso peor anímicamente que antes, cuando ellos pelearon. Un atisbo de culpa creciendo en la boca de su estómago.

 

—Oh. Bueno eso. Tú sabes, ahora se ve mucho lo de las familias disfuncionales. Pero me preocupa Taehyung —dijo sinceramente.

—¿Su hijo? ¿Por qué?

—Ya no pasa mucho por casa, de hecho ya son varios meses sin verle aparecer por aquí. Solía ser muy cercano a Jeongguk. Ahora se aisla, ya no es tan inquieto como solía.

—Él era muy travieso.

—Lo era. Ahora Jeongguk casi no habla de él.

—Tengo el presentimiento de que el chico que está con él es uno de los motivos.

 

 

«¿Yoongi? Él no tiene nada que ve-...». Y entonces se dio cuenta que, en efecto, gracias a él habían dejado de hablarse.

 

 

—Lo mismo pensé —Jimin bebió—. Pero Jeongguk no dice nada al respecto, siempre evade ese tema.

 

 

 

 

 

—¿No es de mala educación escuchar conversaciones ajenas?

 

Jeongguk dio un respingo en su sitio al sentir su aliento en su oído. Las manos fueron a su cintura mientras su barbilla se apoyaba en su hombros. Se giró y vio la sonrisa suficiente en su pálido rostro, la misma sonrisa suficiente de Jaehwa, y le apartó sutilmente, algo conmocionado, nunca había visto esa sonrisa tan bonita. Jamás.

 

Estaba comenzando a ponerse inquieto. Últimamente veía demasiado bonito a Yoongi. Creyó que era porque estaba de vacaciones y Yoongi era a quien con más frecuencia veía. Quiso convencerse de que era por ello.

—¿No estabas jugando?

—¿No estabas en el baño? —atacó.

—...

—...

—Yo me detuve al escuchar que hablaban de Taehyung.

—Estás aquí desde que saliste de la habitación, no me hagas el tonto —eso no le sorprendía—. ¿Por qué la curiosidad? Ellos no dijeron nada significativo como para tenerte así de atento.

—¿Y tú qué sabes?

—Te conozco... más o menos.

 

 

Ambos se quedaron en silencio unos segundos.

 

Hasta que la conversación se volvió interesante de nuevo, esta vez para ambos.

 

—¿No es eso un poco preocupante?

—Ya no sé qué pensar. Es complicado, Jeongguk es complicado. Quiero creer que es una etapa... pero no estoy seguro de nada.

—Tengo una idea...

—...

—Déjame habla con él. Yo podría... no lo sé... ayudar de algún modo.

—No creo que él acepte. Yo estaría encantado de que ustedes dos se llevasen bien, pero depende de él.

—Lo sé.

—Invítalo a un café, a un parque de diversiones o algo así.

—Jimin —le llamó divertido—... él va a cumplir dieciséis, lo que quiere es ir por ahí y beber una cerveza.

—¿Acabas de insinuar que soy un anticuado? —preguntó, fingiendo indignación—. ¿Quieres que te recuerde la edad que tienes?

—No seas un irrespetuoso.

 

 

 

 

—Oh, vamos, dime que te vas a negar —le dijo Yoongi con diversión.

—¿Por qué habría de negarme?

El mayor sabía que debía morderse la lengua, pero quería aclararle algunas cosas en las que se fijó.

—El quiere saber algo, Jeongguk. No sé qué. Pero él está demasiado metido como para simplemente ser el novio de tu madre.

Jeongguk pareció pensarlo.

—¿Insinúas que está detrás de Jimin?

—Más bien de ti.

—Estás equivocado, él es hetero.

—Yo no dije sexualmente —su voz calmada—... solo que él parece tener un tipo de fijación contigo.

—Lo viste solo cinco segundos.

—¿Y?

Jeongguk hizo una mueca.

—¿Qué te hacer pensar que puedes adivinar sus intenciones?

—Bastó eso y la conversación que acabo de escuchar para saber lo que el tipo quiere. No parece un mal sujeto, pero... en verdad, él tiene algo contigo.

—Tal vez porque me parezco a mi padre.

—... —esperó a que continuara.

—Ellos no se agradaban.

—Oh... pues ahí tienes tu respuesta.

—...

—Él quiere algo de ti —declaró con convicción, completamente seguro de ello.

 

Jeongguk lo pensó duramente unos segundos hasta que Yoongi volvió a hablar. Como si hubiese olvidado lo que acababa de decirle, como si no lo hubiese dicho nunca o no fuera relevante para él... como si no lo hubiese dejado pensando. Tenía cara de idiota de nuevo. Ya no su chico serio con complejo de... psiquiatra.

Seokjin, Jaehwa y Yoongi se parecían mucho entre sí.

 

Bien, él debía dejar de ver a Yoongi en todas partes. No era sano ni normal, probablemente parecía un idiota.

 

 

—Muéstrame una foto de tu padre.

—¿Qué?, ¿por qué?

—Me dio curiosidad. Dices que se parecen, vamos a ver si es cierto.

—Las fotos están abajo...

—Perfecto para echar a perder una amena charla entre amigos —levantó sus cejas. Sus ojos brillando como cuando un niño quiere hacer una travesura.

 

La travesura era incomodar a Jimin.

 

Jeongguk rio negando divertido, pero se dejó llevar de la mano, escaleras abajo. No se perdió la mirada algo harta de Jimin y la confusión en la de Seokjin; no hacían nada malo, solo interrumpiendo muy repentinamente por una estupidez.

 

 

—¿Podemos tomar el álbum de fotos?

—... ¿el álbum? Tú nunca lo tocas —Jimin tenía el ceño fruncido.

—Sí, bueno...

—Es para una tarea —declaró con simpleza Yoongi.

Absurdo, porque ellos estaban de vacaciones. Pero nadie pareció prestar atención a ese detalle.

—Está en esa repisa, en folio azul marino de la izquierda.

 

Jeongguk fue a por él.

Seokjin no pasó por desapercibida la pequeña caricia en su muñeca antes de que Yoongi le soltara.

 

 

 

Yoongi...

 

Él no parecía un mal muchacho.

Menudo y pálido, como alguien propenso a las enfermedades. Tenía una apariencia algo frágil, rota, pero no parecía precisamente el tipo de niño maleable, más bien decidido, como Jeongguk. El pelinegro sintió su mirada y se la devolvió, pesada y brillante.

 

 

—Uh, Jeongguk, ese no —dijo Jimin.

—¿Cuál? Aquí hay mucho folios.

—Deja ver.

 

Jimin fue a ayudarle a buscar.

 

Seokjin no sintió nada especial, solo una mirada inquisitiva, él tenía la misma, Jaehwa igual... no fue muy relevante y entonces no entendió por qué a Jimin no le agradaba, él parecía ser la clase de niño con el que Jimin se encariñaría, incluso a simple vista parecía más agradable que Jeongguk: con su rostro redondo y a simple vista delicado e inocente. Solo apariencias, claro, por su cara de muñeca, porque en realidad tenía un vocabulario algo cuestionable.

Así pensó hasta que su mirada se afiló y se volvió terriblemente mala y oscura al ver la mano de Jimin en la cintura de Jeongguk. Se tensó considerablemente, como la cuerda de un violín afinado.

 

 

Bastante... posesivo. Y muy curioso.

 

Jimin le soltó y entonces volvió a su sillón.

 

 

 

—Aquí está.

—Vale, volvamos arriba.

 

Y puso su mano en el mismo lugar donde Jimin había puesto la suya, le miró y Jimin le devolvió la mirada. Los dos desafiantes.

El ambiente cortante solo entre ambos.

 

Tiró de él y, tocándole prácticamente todo: su cintura, tomó sus caderas, acarició su espalda baja y finalmente tirando fuerte de su muñeca, demasiado en exceso como para solamente ser amigos —sin embargo Jeongguk parecía no enterarse... o no le importaba—, se lo llevó arriba de nuevo.

 

 

 

 

 

—Ya veo... —dijo cuando se hubieron marchado y encerrado arriba.

—¿Uh? —preguntó confundido—, ¿el qué?

—Estás celoso.

Jimin palideció.

—¿Celoso?

—Del chico.

—... yo no estoy celoso —dijo a la defensiva.

 

Vamos, él no podía ser tan obvio, ¿o sí?

 

—Lucías... luces molesto —corrigió—. Te entiendo, él es como tu hijo, y ellos dos tienen excesivo.... touching entre ellos.

Jeongguk parecía contento con ello. Con que lo tocasen y tocar en exceso, podría decir que era algo expresivo.

—...

Jimin le miraba ahora con diversión.

—¿Qué?

—Hombre... comienzo a pensar que eres un adivino.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—¡Pero qué estupideces dices!

 

Jimin le miró de soslayo, bajando las escaleras con el teléfono en su oído. Jeongguk sonreía sonjorado mientras iba a la cocina. Allí permaneció un rato, para luego salir con un bote de leche entre sus manos, el castaño ya ni se quejaba de su manía por nunca usar un jodido vaso.

—Vale... sí, yo aviso aquí.

 

Jimin enarcó una ceja.

 

—Yoongi... basta.

Murmuró... ¿avergonzado? Jimin prestó más atención.

—Aish, eres un molesto a veces. Adiós, idiota.

Quiso colgar pero Yoongi acababa de decirle algo más.

—Y a mí eso qué me importa —una exclamación inaudible—. Entonces... te estoy diciendo que me da igual. Pues será tu problema.

Colgó, sentándose a un lado de Jimin.

 

 

Jeongguk no parecía molesto, es más, seguía con esa estúpida sonrisa. El castaño trató de no pensar en ello, acariciando su cabello y entonces él se acercó más al cuerpo contrario y se dejó abrazar y mimar de Jimin. Un beso en su sien, que luego bajó a su mejilla y que luego buscó su boca.

El menor no se quejó.

 

El corazón de Jimin bombeando con rapidez. Jeongguk le besaba con mucha ternura y delicadeza, entrelazando sus dedos con los ajenos en una caricia tímida e íntima mientras sus labios seguían moviéndose sobre los suyos. Él sabía a leche. Jimin tiró de su cuerpo y lo subió a horcajadas. El pelinegro riendo infantilmente. Quitó algunos mechones de su rostro y los colocó detrás de su oreja, se le quedó mirando con adoración y esta vez fue a besar su cuello.

 

—N-no, Jimin.

 

Un gruñido.

 

—No, es que Yoongi está a nada de llegar y...

Chasqueó su lengua molesto y quitó a Jeongguk de encima de un empujón no tan amigable. Él le miraba algo sorprendido y confundido.

—Yoongi, Yoongi, Yoongi, Yoongi, Yoongi, Yoongi, Yoongi... ya estoy hartándome de ese maldito nombre —masculló.

Jeongguk tragó saliva. Lucía molesto.

—Jimin...

—¿No se supone que es mi jodida casa y debes pedir permiso antes de hacer planes?

—¿Ahora debo pedirte permiso para que él venga?

—Pues sí.

Jeongguk rodó sus ojos y se cruzó de brazos.

—Ugh, vale... ¿entonces puede venir?

—No.

El chico bufó con molestia y se levantó mosqueado del sillón para dirigirse de vuelta a su habitación.

 

 

Vale, Jeongguk deseaba que trabajase más seguido en la oficina nuevamente, así tendría la tarde para él... pero no, Jimin solo iba cuando era estrictamente necesario y se la pasaba el día en casa. Él no se daba cuenta de que aquello era para tenerle más cerca, porque Jimin deseaba reforzar la relación entre ambos; después de todo este tiempo manteniendo lo que sea que tuviesen, él quería cambiarlo un poco, volverlo un poco más íntimo. Más aún si Jeongguk por fin se había declarado —más o menos—, porque ese te quiero no se iba a ir de su cabeza tan fácilmente.

Sin embargo Jeongguk parecía cada vez más lejos de su alcance. Para nada igual a cómo se lo imaginó. Siempre haciendo planes que giraban alrededor de lo que ese pelinegro decidía y ordenaba, siempre estaba con ese jodido nombre en la punta de la lengua... incluso una vez le confundió con él durante la cena, decir que se puso colérico se quedaba corto. Jeongguk le juró que no eran más que amigos cercanos —¡y vaya cercanos que eran!—, que era cariño fraternal lo que sentían por el contrario. Patrañas varias, pues él estaba más que bien informado sobre la relación que ambos mantenían, porque no era estúpido y ellos no eran muy buenos borrando las evidencias, incluso a veces ni siquiera se molestaban en ocultarlas. Jimin realmente había pensado que ya que vivirían juntos podrían divertirse más... y es que así era, así fue durante las primeras semanas. Jeongguk estaba tranquilo y más dispuesto y abierto a él que de costumbre. Cuando Irene no estaba, ellos aprovechaban y disfrutaban de ese tiempo; las primeras semanas el sexo fue bueno, conversaban más, habían conocido más del otro que en otras muchas ocasiones. Y todo eso estuvo excelente hasta que bunny empezó a dejar ver su verdadera personalidad. Y Jimin no sabía si le gustaba o le cabreaba. Si ese lado insolente que jamás había visto antes le atraía o sacaba de sus casillas.

 

 

O tal vez ambas.

 

 

 

El timbre sonó y él hizo una mueca.

 

Un "yo abro" se escuchó desde arriba seguido de unos pasos ligeros.

Apretó la mandíbula mientras trataba de concentrarse en la televisión... sin éxito, claro.

 

Jeongguk abrió la puerta y en vez de oír alguna frase irónica y una respuesta grosera llena de malas palabras —así se saludaban ambos—, escuchó un torpe "oh, hola", que le hizo girarse con curiosidad.

 

Ahí, Seokjin le sonreía amenamente.

 

 

 

 

—Hola, Kookie. ¿Está Jimin?

—Sí... eh, pasa, Kim.

Jimin se levantó para recibirle y de paso, presumir un poco frente a Jeongguk. Venga, que a Jimin se le daba por ponerse así de infantil cuando le entraban las ganas de pelear. Como respuesta obtuvo un bufido que disimulaba una sonrisa avergonzada, pero el sonrojo lo delataba.

Jinnie, ¿qué haces aquí?

—Vine a que me firmes unos documentos para lo de Seungwan —dijo mientras se adentraba—. Y de paso a visitarte un rato... hasta que termine la hora del almuerzo en el hospital. Debo presentar esto hoy, estoy haciendo tiempo.

—Oh, vale.

 

Jeongguk no se fue, como lo esperó, sino que se quedó a mirar los documentos que Jin le alcanzaba a Jimin desde su maletín.

El mayor sonrió y le revolvió el cabello.

 

—Es para lo de su traspaso —le hizo saber suavemente.

—¿Traspaso de qué?

¿Aquello era curiosidad genuina? Jimin estaba sorprendido.

—A mi consultorio. Ya te dije, yo voy a tratarla.

—Ah... ¿y por qué debe firmar Jimin?

—Porque es el responsable de ella ahora, él pidió que la internaran.

 

Jimin sonreía ligeramente mientras firmaba los documentos frente a él, demasiado enternecido por la repentina preocupación del menor y la algo amena conversación entre ambos.

—¿Y tú que le vas a hacer?

—Oh, pues...

—¡Jeongguk! —exclamó al ser el único que entendió el doble sentido de esa frase. El menor rio mientras Seokjin acababa de sonrojarse al pillar la pequeña broma—. Ten un poco de decencia, por el amor a Dios.

—Vale, perdón. Pero en serio... ¿tú que haces?

—Soy psiquiatra, trabajaba en Japón, en una clínica allá.

—¿Y qué haces aquí?

—Renuncié porque extrañaba Corea.

—¿Y a su jjangjanmyeon? —insinuó.

Jimin se sonrojó de inmediato y Jin soltó una ligera risa.

Jeongguk aún no entendía él por qué de esa... broma privada, pero ya no lucía mal. Más bien como algo sano entre amigos.

—Algo así.

—¡Oh, eres psiquiatra como Namjoon!

—Él es psicólogo —aclaró Jimin.

—Mmh, me rindo. No lo pillo.

—Verás, ¿recuerdas lo que me decías de la conducta justificada?, ¿lo que de que había que tener un motivo para cualquier conducta? —preguntó y Jeongguk asintió—, pues eso es psicología. Un psiquiatra en cambio estudia problemas médicos, con fármacos, no con técnicas y habilidades.

—Namjoon hablaba contigo... en cambio él te receta medicinas —resumió Jimin.

 

 

 

 

 

 

Jeongguk iba a decir algo más, pero el timbre de casa sonó insistentemente.

 

Los adultos se miraron con extrañeza mientras el rostro del menor se deformaba hasta volverse una mueca de molestia. Jeongguk miró la hora en su móvil para después chasquear la lengua y contar hasta tres, luego de que el timbre fuese abusado de esa forma segundos antes.

 

 

—¡CONEJITO!

 

Pero claro que era ese idiota.

 

—Ugh, carajo —caminó y abrió la puerta.

—Hola, Jeon.

Un sonriente pelinegro pálido se encontraba del otro lado.

Seokjin enarcó una ceja y volvió a mirar a Jimin, quien se limitaba a "leer" las hojas en frente suyo, encontrando la excusa perfecta para evitar al par de pubertos.

—Mierda, Yoongi, ¿no puedes tocar el timbre como una persona normal? Te pareces al alíen.

—Ah, no me jodas.

—Y llegaste tarde, idiota.

—¡Vivo al otro extremo! —se quejó.

—Calla y espera un rato.

—Encima la perra no avisa en casa. Pareces una niña, Jeon.

 

El mayor de todos abrió sus ojos como monedas. Jimin simplemente se encogió de hombros, ya acostumbrado a la manera tan informal de tratarse mutuamente entre ambos. La verdad, es que había oído cosas peores salir de las bocas de los dos pelinegros, y ya ni le sorprendía demasiado.

 

Entró un rato y se acercó a Jimin, poniendo su mano en su oído e inclinándose para susurrarle un—: estaremos arriba, no haremos ruido.

Jimin no parecía completamente de acuerdo. Es más, parecía irritado.

 

 

—No he dicho que puede pasar.

—Aigo, Jimin hyung~.

 

Parecía una charla bastante privada, su otra mano en el muslo de Jimin, peligrosamente arriba.

Seokjin no dijo algo al respecto. Tal vez era normal entre ellos.

—...

—Por favor.

—Apenas estén comenzando a beber o a fumar, te juro que le saco y a ti te dejo sin mesada.

Jeongguk sonrió y entonces tiró del frágil pelinegro, adentrándole en la casa.

—Buenas tardes, Jimin, y buenas tardes...

—Oh, soy Seokjin.

 

 

 

Yoongi regresó a ver a Jeongguk, quien estaba sacando un par de cosas de la nevera y las alacenas. Levantó sus cejas como preguntando: ¿es él? y él asintió levemente, luego el delgado muchacho hizo una mueca de suficiencia y aprobación y Jeongguk rodó los ojos, como resignado. El mayor un poco incómodo por aquel lenguaje de señas y miradas.

 

—Buenas tardes, Seokjin. Emnh, yo voy arriba.

—Mi habitación es la primera a la izquierda de las escaleras —le hizo saber.

El chico subió.

Jeongguk salió de la cocina cargando mucha comida y bebidas. Todo eran golosinas y comida chatarra. Parecía que tendrían alguna reunión pequeña entre ellos.

—Estás advertido.

—Que sí. Que no haremos nada malo.

 

Y entonces Jeongguk también desapareció, dejándolos solos.

 

 

Jimin terminó con el papeleo y ordenó todo para dárselo a vuelta a Seokjin. Quien tomó las hojas y las puso cautelosamente en su maletín marrón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—¿Quién es el chico? —preguntó cuando estuvieron en el salón, bebiendo un poco.

—Es un amigo de Jeongguk... su mejor amigo, actualmente.

—... es algo...

 

No sabía cómo describirlo.

 

—¿Maleducado? —completó—. No te imaginas, a veces es como un grano en el culo.

—Se ve que son bastante cercanos.

—Demasiado, diría yo —se notaba la clarísima falta de tacto. Jimin se dio cuenta de su obviedad y corrigió de inmediato—... quiero decir, que sí, que pasan mucho tiempo juntos.

—No te agrada.

—... no.

—¿Porque es muy cercano a Kookie? —Seokjin tanteaba el terreno. Esto no era nuevo, él era así de posesivo con todos aquellos que le importaban.

—Porque es una pésima influencia... y un atrevido.

—¿Atrevido?

—¿Me estás haciendo una consulta?

—Oh —se sonrojó—... yo... lo siento... sabes que se me suele ir la lengua.

—No importa —rio un poco, restándole importancia—. Ahora mismo lo más probable es que se estén surtiendo de golosinas mientras juegan en la consola... luego ha de bajar a pedirme permiso para salir y entonces volverá entrada la noche.

—Veo que tiene mucha libertad.

—Tú mismo lo dijiste... lo mimo demasiado, casi nunca le niego algo.

—Eso es un problema.

—En la práctica, soy lo único que tiene.

—Eso no es cierto. Está su madre.

—Ellos no tienen una buena relación madre-hijo, ¿sabes?

 

Seokjin lo sabía, Seungwan se lo dijo en una ocasión, muy superficialmente.

 

—Él se preocupa por ella.

—Eso no es significativo, Jin. Jeongguk tiene una forma de querer extraña —hizo una mueca—, no sé si me entiendes.

—Explícame —pidió.

—A él le gusta presionar... es... algo así como que un medidor de la paciencia.

—Por favor, sé un poco más claro.

—¿No te has dado cuenta? —Seokjin negó—. Lo hace contigo a menudo.

—¿Qué hace a menudo? No tiene una forma de ser demasiado fija y estable conmigo.

—Precisamente eso es a lo que me refiero. Es como un tira y jala.

—Oh —ahora lo notaba, a veces lindo y a veces un terrible dolor de cabeza—, creo que lo pillo.

—Es como si tuviera una doble personalidad. Le gusta discutir y tener la última palabra, ha sido así desde que nació, terco... como su padre, pero él lo lleva a extremos.

—Tienes razón, Jaehwa sabía cuándo ya no era necesario dar la contraria.

—Exactamente. Pero a Jeongguk le gusta molestar a las personas... mide su paciencia, tira del débil hilo de la cordura hasta llevarte al límite, hasta ver cómo es tu tope. Pero cuando está a punto de averiguarlo... de averiguar qué tanto harías por él, se acorbarda y deja el maldito juego para volver a ser de nuevo el Jeonggukie bueno, ese que solo es un poco demasiado sombrío. Te mira fijo, no arrepentido, pero sí vacíamente tierno, sus ojos... reflejando nada.

 

Entonces la advertencia que le dio Jaehwa sobre Jeongguk, la noche que le pidió que se alejase de él, tenía mucho sentido ahora.

 

 

 

 

Advertirle sobre Jeongguk... claro, su tan rara forma de ver qué tanto lo querían, los berrinches y luego un manso Jeongguk, como un conejito pequeño. Paraba justo cuando ya tocaba los estribos de los demás, cuando les sacan de sus casillas entonces se detenía, bastante satisfecho con el pequeño caos. Era esa forma de confundirte y luego ser terriblemente adorable. Nunca supo si lo hacía adrede.

Jaehwa decía que él no se daba cuenta.

 

—Últimamente juega contigo, parece divertirle tu agobio, pero no te lo tomes muy personal, contigo no lo hace con malas intenciones. No hay suficiente vínculo para él.

—¿Y con quién sí?

—Con Jaehwa, cuando era un crío. También con Wendy... con Taehyung y con... Yoongi.

—¿Contigo no?

—No lo sé... no me he dado cuenta. Las cosas son menos obvias cuando estás involucrado.

 

Pero en realidad la única vez que aquello había sido realmente obvio fue el día que llevó por primera vez a Yoongi a casa. Cuando Jimin se le declaró.

—Él... realmente no tiene a nadie.

—¿Por qué sigues diciendo eso? ¿Y sus abuelos, tíos? Que yo sepa Chanyeol vive actualmente en Seúl.

—Para mi familia, Jeongguk es nadie. Para la de Wendy, es un bastardo, nació antes del matrimonio, no le quieren demasiado. Y con los Jeon... bueno, no hablan, pero al menos se preocupan y mandan regalos y tarjetas en las fiestas.

—Ya veo —dijo con algo de tristeza.

—Pero no comentes nada. No le gusta.

—Y con razón. Su familia es una porquería.

—Exactamente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Jeongguk estaba en la habitación de arriba, en su pieza, jugando alguna pendejada que el mayor sugirió pero a la que él no le prestó mayor atención. Iba de militares, él maniobraba un arma y había una especie de mapa en una esquina del gran televisor. Yoongi le decía cosas de vez en cuando y él fingía escucharle, pero en realidad se sentía vacío de nuevo. Tenía la sensación de que ellos, Jimin y Seokjin, hablaban de él, y eso lo ponía incómodo y pensativo. Tenía curiosidad por saber qué diría Jimin de él a los extraños.

—¡Jeon, cúbret-...! —gritó como si su vida se fuese en ello.

 

No sirvió de mucho, la pantalla le decía que acababa de perder la partida y él suspiró, poniendo los pies en la tierra de nuevo.

Aigo, maldición. Tendremos que empezar de nuevo.

—Lo siento —murmuró.

—No importa.

Yoongi volvió a las opciones del juego para empezar de nuevo, y se giró hacia Jeongguk, seguramente para preguntarle algo sobre las múltiples opciones en la pantalla, pero enmudeció al verle mirando sin mirar en realidad sus dedos en el mando. Frunció el ceño y se acercó un poco.

 

 

—Oye, ¿te pasa algo?

—Yo... quiero ir al baño, espera.

—Oh, vale.

Yoongi sabía que le estaba evitando.

 

Jeongguk salió de la habitación, pero no en dirección al baño, precisamente, sino que se quedó arriba de las escaleras, para oír lo que los adultos decían. No le era muy difícil escuchar, ello no secreteaban, bebían un par de cervezas en el sillón largo mientras platicaban amenamente.

 

 

—¿Dijiste que Namjoon le trataba?

—Uhu —asintió.

—¿Ya no?

—Acabó de divorciarse, ¿no te lo dije?

 

«¿Que Namjoon qué?». Vale... eso no se lo esperaba. Hablaban del padre de Tae, y él quería saber qué ocurría.

 

—No —se notaba confundido.

Jeongguk lo estaba también.

—Pues eso. Su esposa se enteró de sus infidelidades y le pidió el divorcio... por eso se regresó, creí que te lo había comentado.

 

 

Así que por fin la señora Kim se había quitado la venda. Venga, que ya era hora. Venía escuchando declaraciones de sus infidelidades desde muy pequeño, Taehyung lo sabía todo, pero callaba porque quería mucho a su padre. Porque él era genial y lo protegía de los regaños de su madre cuando hacía travesuras. Namjoon y Taehyung no se parecían físicamente —Tae era la versión masculina de su madre—, pero en lo que respecta a personalidad, podría decirse que era exactamente el mismo desastre que su padre.

—Solo me dijiste que regresó.

Él también solo sabía que regresó.

 

 

Entonces era por la separación que Taehyung se veía incluso peor anímicamente que antes, cuando ellos pelearon. Un atisbo de culpa creciendo en la boca de su estómago.

 

—Oh. Bueno eso. Tú sabes, ahora se ve mucho lo de las familias disfuncionales. Pero me preocupa Taehyung —dijo sinceramente.

—¿Su hijo? ¿Por qué?

—Ya no pasa mucho por casa, de hecho ya son varios meses sin verle aparecer por aquí. Solía ser muy cercano a Jeongguk. Ahora se aisla, ya no es tan inquieto como solía.

—Él era muy travieso.

—Lo era. Ahora Jeongguk casi no habla de él.

—Tengo el presentimiento de que el chico que está con él es uno de los motivos.

 

 

«¿Yoongi? Él no tiene nada que ve-...». Y entonces se dio cuenta que, en efecto, gracias a él habían dejado de hablarse.

 

 

—Lo mismo pensé —Jimin bebió—. Pero Jeongguk no dice nada al respecto, siempre evade ese tema.

 

 

 

 

 

—¿No es de mala educación escuchar conversaciones ajenas?

 

Jeongguk dio un respingo en su sitio al sentir su aliento en su oído. Las manos fueron a su cintura mientras su barbilla se apoyaba en su hombros. Se giró y vio la sonrisa suficiente en su pálido rostro, la misma sonrisa suficiente de Jaehwa, y le apartó sutilmente, algo conmocionado, nunca había visto esa sonrisa tan bonita. Jamás.

 

Estaba comenzando a ponerse inquieto. Últimamente veía demasiado bonito a Yoongi. Creyó que era porque estaba de vacaciones y Yoongi era a quien con más frecuencia veía. Quiso convencerse de que era por ello.

—¿No estabas jugando?

—¿No estabas en el baño? —atacó.

—...

—...

—Yo me detuve al escuchar que hablaban de Taehyung.

—Estás aquí desde que saliste de la habitación, no me hagas el tonto —eso no le sorprendía—. ¿Por qué la curiosidad? Ellos no dijeron nada significativo como para tenerte así de atento.

—¿Y tú qué sabes?

—Te conozco... más o menos.

 

 

Ambos se quedaron en silencio unos segundos.

 

Hasta que la conversación se volvió interesante de nuevo, esta vez para ambos.

 

—¿No es eso un poco preocupante?

—Ya no sé qué pensar. Es complicado, Jeongguk es complicado. Quiero creer que es una etapa... pero no estoy seguro de nada.

—Tengo una idea...

—...

—Déjame habla con él. Yo podría... no lo sé... ayudar de algún modo.

—No creo que él acepte. Yo estaría encantado de que ustedes dos se llevasen bien, pero depende de él.

—Lo sé.

—Invítalo a un café, a un parque de diversiones o algo así.

—Jimin —le llamó divertido—... él va a cumplir dieciséis, lo que quiere es ir por ahí y beber una cerveza.

—¿Acabas de insinuar que soy un anticuado? —preguntó, fingiendo indignación—. ¿Quieres que te recuerde la edad que tienes?

—No seas un irrespetuoso.

 

 

 

 

—Oh, vamos, dime que te vas a negar —le dijo Yoongi con diversión.

—¿Por qué habría de negarme?

El mayor sabía que debía morderse la lengua, pero quería aclararle algunas cosas en las que se fijó.

—El quiere saber algo, Jeongguk. No sé qué. Pero él está demasiado metido como para simplemente ser el novio de tu madre.

Jeongguk pareció pensarlo.

—¿Insinúas que está detrás de Jimin?

—Más bien de ti.

—Estás equivocado, él es hetero.

—Yo no dije sexualmente —su voz calmada—... solo que él parece tener un tipo de fijación contigo.

—Lo viste solo cinco segundos.

—¿Y?

Jeongguk hizo una mueca.

—¿Qué te hacer pensar que puedes adivinar sus intenciones?

—Bastó eso y la conversación que acabo de escuchar para saber lo que el tipo quiere. No parece un mal sujeto, pero... en verdad, él tiene algo contigo.

—Tal vez porque me parezco a mi padre.

—... —esperó a que continuara.

—Ellos no se agradaban.

—Oh... pues ahí tienes tu respuesta.

—...

—Él quiere algo de ti —declaró con convicción, completamente seguro de ello.

 

Jeongguk lo pensó duramente unos segundos hasta que Yoongi volvió a hablar. Como si hubiese olvidado lo que acababa de decirle, como si no lo hubiese dicho nunca o no fuera relevante para él... como si no lo hubiese dejado pensando. Tenía cara de idiota de nuevo. Ya no su chico serio con complejo de... psiquiatra.

Seokjin, Jaehwa y Yoongi se parecían mucho entre sí.

 

Bien, él debía dejar de ver a Yoongi en todas partes. No era sano ni normal, probablemente parecía un idiota.

 

 

—Muéstrame una foto de tu padre.

—¿Qué?, ¿por qué?

—Me dio curiosidad. Dices que se parecen, vamos a ver si es cierto.

—Las fotos están abajo...

—Perfecto para echar a perder una amena charla entre amigos —levantó sus cejas. Sus ojos brillando como cuando un niño quiere hacer una travesura.

 

La travesura era incomodar a Jimin.

 

Jeongguk rio negando divertido, pero se dejó llevar de la mano, escaleras abajo. No se perdió la mirada algo harta de Jimin y la confusión en la de Seokjin; no hacían nada malo, solo interrumpiendo muy repentinamente por una estupidez.

 

 

—¿Podemos tomar el álbum de fotos?

—... ¿el álbum? Tú nunca lo tocas —Jimin tenía el ceño fruncido.

—Sí, bueno...

—Es para una tarea —declaró con simpleza Yoongi.

Absurdo, porque ellos estaban de vacaciones. Pero nadie pareció prestar atención a ese detalle.

—Está en esa repisa, en folio azul marino de la izquierda.

 

Jeongguk fue a por él.

Seokjin no pasó por desapercibida la pequeña caricia en su muñeca antes de que Yoongi le soltara.

 

 

 

Yoongi...

 

Él no parecía un mal muchacho.

Menudo y pálido, como alguien propenso a las enfermedades. Tenía una apariencia algo frágil, rota, pero no parecía precisamente el tipo de niño maleable, más bien decidido, como Jeongguk. El pelinegro sintió su mirada y se la devolvió, pesada y brillante.

 

 

—Uh, Jeongguk, ese no —dijo Jimin.

—¿Cuál? Aquí hay mucho folios.

—Deja ver.

 

Jimin fue a ayudarle a buscar.

 

Seokjin no sintió nada especial, solo una mirada inquisitiva, él tenía la misma, Jaehwa igual... no fue muy relevante y entonces no entendió por qué a Jimin no le agradaba, él parecía ser la clase de niño con el que Jimin se encariñaría, incluso a simple vista parecía más agradable que Jeongguk: con su rostro redondo y a simple vista delicado e inocente. Solo apariencias, claro, por su cara de muñeca, porque en realidad tenía un vocabulario algo cuestionable.

Así pensó hasta que su mirada se afiló y se volvió terriblemente mala y oscura al ver la mano de Jimin en la cintura de Jeongguk. Se tensó considerablemente, como la cuerda de un violín afinado.

 

 

Bastante... posesivo. Y muy curioso.

 

Jimin le soltó y entonces volvió a su sillón.

 

 

 

—Aquí está.

—Vale, volvamos arriba.

 

Y puso su mano en el mismo lugar donde Jimin había puesto la suya, le miró y Jimin le devolvió la mirada. Los dos desafiantes.

El ambiente cortante solo entre ambos.

 

Tiró de él y, tocándole prácticamente todo: su cintura, tomó sus caderas, acarició su espalda baja y finalmente tirando fuerte de su muñeca, demasiado en exceso como para solamente ser amigos —sin embargo Jeongguk parecía no enterarse... o no le importaba—, se lo llevó arriba de nuevo.

 

 

 

 

 

—Ya veo... —dijo cuando se hubieron marchado y encerrado arriba.

—¿Uh? —preguntó confundido—, ¿el qué?

—Estás celoso.

Jimin palideció.

—¿Celoso?

—Del chico.

—... yo no estoy celoso —dijo a la defensiva.

 

Vamos, él no podía ser tan obvio, ¿o sí?

 

—Lucías... luces molesto —corrigió—. Te entiendo, él es como tu hijo, y ellos dos tienen excesivo.... touching entre ellos.

Jeongguk parecía contento con ello. Con que lo tocasen y tocar en exceso, podría decir que era algo expresivo.

—...

Jimin le miraba ahora con diversión.

—¿Qué?

—Hombre... comienzo a pensar que eres un adivino.

 

 

 

 

Notas finales:

HEY!!

 

;-; perdón, realmente quise traerles un maratón de ocho capítulos por haberme esperado tanto tiempo x-x pero estuve en hiatus y esto es lo único que pude hacer. Tengo cuatro capítulos y estoy trabajando en el que le sigue también. Así que pasano un día publicaré los que tengo terminados.

 

Espero que les haya gustado el capítulo <3 y todo el drama que se está montando. Prometo un poco de YoonMinKook 7w7

 

 

Gracias por tanto ;-;


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