Yoongi miraba las fotos con atención.
Al parecer toda la familia de Jeongguk era rica. El uniforme pasado de siglo pertenecía a un colegio bastante prestigioso; lo conocía, tenía un par de amigos estudiando allí. Ahora todo lucía más moderno, claro, a diferencia de las instalaciones algo antiguas. Pero no pudo evitar sentirse algo ansioso y en parte entusiasmado... a Yoongi le gustaba mucho la época. Sus gustos pertenecían al siglo de la fotografía.
Ahí estaba un joven Park Jimin de cabello negro abrazado a un castaño Jeon Jaehwa. Habían varias personas a su lado, todo abrazados, se parecía a una foto de esas que se toman los deportistas con todo el equipo, es solo que ninguno de ellos —a excepción de Jaehwa— vestía deportivamente. Era más bien una foto entre buenos amigos cercanos. Los del centro lucían mucho más jóvenes que los otros seis, pero no parecía ser relevante. Detrás se veían personas caminando, mirando en dirección a ellos también, parecían ser algo así como que bastante conocidos por todos y la idea se le antojó algo ridícula. Él no creía en esas mierdas, y sin embargo solía tener mucha atención.
Miró otra foto.
Allí Jaehwa y Jimin estaban con sus respectivos colores de cabello, compartiendo audífonos de presumiblemente una casetera.
En verdad.
Jaehwa era tenebrosamente idéntico a Jeongguk.
Eran como la misma persona con diferencia de que Jeongguk era solo un poco más delgado.
El menor, sentado a su lado en la cama, miraba con igual atención.
—¿Quiénes son todos ellos?
—Uh... a él no le conozco —comenzó por su derecha—. Él... es Chanyeol, un tío, él no lo sé, él es Jimin, él papá, él Namjoon, ese es Seokjin y al último tampoco le conozco.
—Lucen bien.
—Supongo —se encogió de hombros.
Cambió de página.
—Oh, ¿ese es Jimin?
Jeongguk miró con atención.
—Sí —le dijo riendo.
—¿Tiene el cabello...?
—Parece rubio...
En verdad, la foto tenía a un regordete Jimin rubio con lo que parecían ser lentillas de algún tono claro, la imagen no era totalmente a color y no era nítida. Algo así como un disfraz era lo que llevaba encima, o ropa de fiesta, no estaban seguros, pero su chamarra presumía tener muchos colores. El cabello rizado y partido a la mitad, lucía muy... tierno.
—Se ve muy chico.
—Lo sé.
—Podría tener nuestra edad... la tuya más bien —corrigió.
—De hecho, sí. Yo tenía la edad de Jeongguk.
Ambos se giraron hacia los adultos en la puerta. Los dos sonriendo divertidos.
—Pensé que era para una tarea —dijo Seokjin.
—Yoongi no es bueno pensando en excusas inteligentes —le expuso recibiendo un suave golpe y riéndose de él—... ¿ya te vas?
Seokjin enarcó una ceja.
—¿No quieres? —preguntó curioso.
—Es... agradable tenerte alrededor.
—Eso es bueno.
Jimin solía ser muy emotivo cuando se trataba de Seokjin, mordía su lengua para no decir algo fuera de lugar.
—Quédate a cenar —propuso.
—Si eso quieres, está bien. Pero ahora voy saliendo, debo entregar esto rápido.
—Bien.
—Entonces supongo que los veré más tarde. Adiós —hizo una despedida general.
Él realmente se marchó.
Y quedaron los tres de nuevo. No, no era incómodo. De hecho era la primera vez que Jimin no se sentía tan inquieto con Yoongi tan cerca de él... y de Jeongguk.
—¿Te vas a quedar en la puerta? —Jeongguk le dijo divertido.
—¿Puedo pasar?
—Tú no necesitas preguntar eso.
Jimin se adentró y tomó la silla del escritorio acomodándose en frente de ellos, los dos pelinegros sentados en la cama con la piernas cruzadas en forma de mariposa. Era una imagen algo agradable. Yoongi no estaba siendo un idiota y Jeongguk no parecía borde. Jimin disfrutaba de pasarla con niños, siempre se sintió responsable de ellos y le agradaban mucho; los pelinegros comenzaban a agradarle mucho también.
Era ameno.
Lo suficiente para respirar con tranquilidad y no pensar en el en realidad excesivo toqueteo que mantenían.
—Entonces, por qué la curiosidad por las fotos... algo viejas —dijo inclinándose y mirando también.
—Yo quería conocer al padre de Jeongguk —le respondió.
—Oh, ya veo. Da mucho miedo, ¿no?
Yoongi asintió pillando a lo que se refería.
Claro que era raro que se pareciesen demasiado. Pero no parecía relevante, no lo suficiente para continuar con ese tema.
—No sé por qué no se parece en nada a su madre.
—Lo mismo pienso yo.
Jeongguk le indicó otra foto.
Una bella chica de rostro algo tenso estaba sosteniendo un diploma, Jimin estaba a su lado, sonriente como siempre, la mano en la cintura de ella mientras la otra oculta en su espalda, el llevaba traje allí y lucía contento mientras ella algo reprimida. Ambos lucían algo mayores, probablemente en algún evento en la universidad.
—Es Irene —dijo Jimin.
—¿Ella se esta graduando y tú no? —preguntó con curiosidad.
—Ella es mayor a mí con un año.
—Oh... ahora veo de dónde sacaste tu fascinación por las noonas —le codeó.
Jeongguk rio.
—No genéticamente...
—... qué.
—Que Jimin no es mi tío de sangre.
—... —Yoongi lucía confundido.
—No, mi madre se casó con el padre de Wendy cuando yo tenía once años —le aclaró el mayor.
—Eso es bastante disfuncional.
Jimin se encogió de hombros.
—Lo es.
—¿Y te llevas bien con ella?
—Solo con ella. Su padre nunca fue demasiado bueno conmigo. Él no es del tipo maltratador, pero era bastante soso y agrio conmigo. Wendy lo compensaba, somos muy unidos.
Jeongguk recordó de repente las pilas de carpetas en su escritorio hace unas horas, normalmente no le importaba, pero tampoco quería que Jimin se desvelase trabajando cuando podía hacerlo con otra actividad más entretenida. Sí, estaba algo caliente, por algún motivo. Él ladeó la cabeza.
—¿No tienes que trabajar?
Una mirada entre divertida y asombrada cayó sobre él.
—¿Me estás echando tan rápido, mocoso?
—No, no —dijo de inmediato—. Solo preguntaba, lucías bastante ocupado en la mañana, no quiero distraerte.
—Es raramente considerado viniendo de ti —insinuó.
Yoongi afiló la mirada.
Bien, él entendía medianamente a lo que se referían, era divertido porque los dos pensaban que él no se daba cuenta. Él actuó como si no lo hacía.
—Te quiero libre para la noche.
La polla de Jimin crispó.
La insinuación demasiado descarada.
Hasta Yoongi enarcó una ceja, esperando porque aclarase el malentendido.
Ridículamente divertido.
—Ya sabes —se encogió de hombros, restándole importancia—... debes hacer la cena para nosotros.
—Oh... s-sí. No te preocupes.
Yoongi carraspeó.
—¿Tú cocinas? Eso es genial —cambió de tema.
—Lo hace bastante bien.
Jimin tiernamente sonrojado.
—Supongo que gracias.
—¿No tienes una esposa para eso? —dijo sin demasiado tacto.
A Jimin no pareció importarle.
—Digamos que es una inepta para el hogar —declaró con simpleza.
—Inepta para muchas cosas —insinuó el menor, recibiendo una pequeña patada en su pantorrilla—... ¡aow! Eso dolió, Jimin.
—Entonces mantén tu sucia boca cerrada, pequeño atrevido.
Jeongguk rodó sus ojos aun frotándose.
—Yo solo estoy siendo honesto —excusó.
Jimin de nuevo quiso patearle pero se movió más rápido, riendo, y se alejó de él lo suficiente.
Yoongi suspiró.
—Siento que me estoy perdiendo de algo.
—¿A qué te refieres? —Jimin fruncía su ceño.
—Hablan entre líneas.
—Nada importante —el menor pasó su brazo por sus hombros—. Es una costumbre entre nosotros.
Le soltó, fulminando con la mirada a Jimin.
Se levantó un poco el calentador y vio que donde había pateado estaba un poco rojo.
—Como se haga morete, te juro que lo pagas, Jimin —amenazó.
El castaño solo rio divertido.
—Oh, vamos, conejito —defendió Yoongi—. No seas una nena, solo es un golpe.
—No me gustan las marcas... no las de este tipo —y le miró directamente a los ojos, desafiante.
Ahora fue el turno de Yoongi para querer patearle.
Jeongguk le empujó.
—Puta madre, Yoongi.
—Jeongguk —advirtió con voz severa.
A Jimin no le gustaban las groserías, mucho menos si salían de labios tan bonitos como los de Jeongguk o Yoongi. Siempre se ponía a la defensiva y duro. Mandón.
Yoongi volvió a mirarle algo aturdido.
Su voz había sonado calientemente áspera.
—¡Él empezó! —se defendió el menor.
—Tú estás jodiendo.
—Aish, ¿vamos a seguir viendo las fotos, o no?
El pálido chico asintió. Dejando de lado la pequeña pelea.
—Vale... ahora quiero ver una tuya de cuando eras pequeño —ordenó.
—No hay de esas aquí.
—Están en el otro álbum de fotos —explicó el castaño.
—No voy a bajar para tomarlo —dijo Jeongguk.
—Yo tampoco pienso bajar, es tu casa.
—A mí ni me miren —Jimin levantó sus manos.
—Te jodes, entonces.
—Arg, bueno.
Jimin veía a Jaehwa y a Seokjin en ambos, no podía decir quién hacía el papel de quién, pero sin duda sus peleas infantiles por cualquier cosa eran algo por lo que también habían pasado los otros dos. Jimin se dijo que tal vez solo era ese carisma extraño que tenía Yoongi, junto con su sentido del humor bastante negro, lo que había enganchado tanto a Jeongguk. No era idiota, eso no era lo único, pero podía ser fácilmente una de las razones.
—Hay una foto en la que Jae realmente se parece a ti.
Jimin tomó el libro y comenzó a hojearlo superficialmente hasta que dio con la mediana imagen. Sonrió con pesar... él se la había sacado.
—Esta.
Ambos la miraron curiosos.
—Woah, es como una foto tuya con filtro de película antigua.
—Es... bastante extraño, sí —murmuró el menor.
—Se ve que los tres eran unidos.
Yoongi se refería a Kim, Park y Jeon.
—Algo así. Hasta que... bueno, Jin y Jae tuvieron sus diferencias luego.
No sabía si debía estar hablando de esto tan delicado con Yoongi, realmente no creía que era una buena idea.
—Mamá es guapa, se entiende.
—Así que fue por una chica, ¿eh? Dime, por favor, que tú y yo no nos separaremos por algo tan tonto —exclamó con dramatismo, haciendo reír a ambos.
—No. Jamás por una chica.
Yoongi parecía contento.
Jimin lo encontró muy tierno.
Una conversación trivial ahora. Bien, él se sentía a gusto, como que encajaba con el par de adolescentes. Los tres hablando de cualquier cosa: que si el uniforme de su instituto era algo horroso, que si en la universidad había reprobado alguna materia. que si las imágenes no eran claras. Ellos se quejaban mucho y preguntaban muchas cosas. La conversación más aleatoria que había tenido en mucho tiempo. Luego Jimin se fijó en la forma en la que Jeongguk estaba vestido... no, él definitivamente no hacía esto deliberadamente, él no era consciente de que la chamarra gigante dejaba ver el hueso de sus clavículas, ni de que por cómo estaba sentado, los pantalones se ceñían a sus muslos algo gruesos. Jeongguk no era consciente, porque cuando quería molestar en esa forma él era obvio para ir directamente al grano. Realmente no parecía enterarse de lo que provocaba en ambos, con sus pucheros, gimoteos, la forma inquieta en la que se removía. Venga, que al lado de Yoongi, él era un niño todavía.
Yoongi parecía acostumbrado. Él lucía como que quería meterse en sus pantalones, pero estaba controlado. Le miraba el culo cuando se volteaba, miraba su cuello, sus labios, mantenía el contacto visual, duro y luego se olvidaba de que probablemente estaba excitado. Se preguntó si esas actitudes eran comunes cuando estabas solos.
Y de nuevo eso no le gustó.
—Oye... ¿se puede fumar? —le preguntó, sacándole de sus pensamientos.
—Woah, tú pidiendo permiso, ¿debería pedir un deseo? —bromeó Jeongguk.
—Jimin tiene una equivocada imagen mía... me gustaría enmendarlo.
Y sus cejas se movieron hacia arriba, mientras pasaba su lengua lentamente por su labio superior. La lengua roja y brillante.
Sacudió la cabeza.
No pasó desapercibida para Jimin la caricia en la espalda baja de Jeongguk.
El menor no dijo algo al respecto.
Jimin tampoco.
—Bueno... si lo pides de esa forma supongo que no puedo negarme.
—Esa es la actitud —se puso a buscar en su chaqueta—. Ya desearía yo que mis padres fueran igual de abiertos.
—Tu padre es un pendejo.
—¡Jeongguk!
—No, está bien. Él lo es.
A Jimin no gustaba de que la gente hablase mierda de otros en su presencia. Pero lo dejó pasar. No iba a amargarse.
Yoongi encendió el cigarrillo.
Le ofreció a Jeongguk quien negó inmediatamente mientras seguía ensimismado en las fotos. El chico se encogió de hombros y siguió fumando.
Jimin no fumaba.
—Dame —se encontró diciendo.
Yoongi enarcó una ceja, pero igual se lo alcanzó.
Sus dedos rozaron a penas, Jimin pudo sentir el frío de su mano, lo suave que era y no sostuvo el contacto demasiado tiempo. Como si quemara.
—¿Estás estresado? —preguntó Jeongguk con curiosidad.
—No.
—Tú no fumas a menudo.
Jimin se encogió de hombros.
—La gana.
Jeongguk asintió.
El castaño llevó el cigarrillo a sus labios gruesos y dio una calada algo profunda. El extremo del fino papel consumiéndose con rapidez. Ambos pelinegros se le quedaron viendo bobamente.
Devolvió el cigarrillo echando el humo lento y parejo.
Bien, Jimin no tenía ni puta idea de lo jodidamente estimulante que había sido aquella pequeña escenita para los menores. Ambos bastante tentados de ir a su regazo y dejar que él les pasara de su humo. De que tomara de sus cinturas y les besara la boca.
Jeongguk volvió su vista de inmediato a las fotos.
Yoongi manteniendo contacto visual.
—Jimin... eres un hombre atractivo.
Si él iba a hacer eso de nuevo, Jeongguk quería verlo.
Yoongi acostumbraba a hacer preguntas extrañas luego de haberte dicho algunas de tus virtudes, como burlándose: sí, eres todo aquello, pero por qué haces lo otro. Y era muy divertido.
—Oh, venga. Quiero oír esto —dejó de lado las imágenes.
Yoongi rio con una suficiencia y un cinismo extrañamente familiares para Jimin, quien solo se encogió en sí mismo.
—Bien —se aclaró la garganta—. Eres condenadamente caliente, eres guapo, te jodes en dinero, tienes una guapa esposa y una personalidad peculiar.
—Vale...
Demasiado iguales.
La misma reacción que tuvo Jeongguk cuando preguntó sobre por qué quería un daddy.
Le regaló una sonrisa algo burlona.
—¿Cómo es que no tengas un jodido defecto? Es decir... puedo apostarte a que ni siquiera engañas a tu esposa. Y eso que tienes de dónde.
Yoongi era listo.
Ambos mordiendo de su anzuelo.
—Oh, él sí que lo hace —soltó sin pensarlo demasiado.
—Jeongguk, por favor.
—Espera, ¿tú lo sabes? —definitivamente estaba curioso.
—Estoy bastante enterado al respecto.
Los pies de Jeongguk envolviéndose alrededor de la pierna de Jimin sutilmente. Yoongi no lo notó porque estaba mirando únicamente esos ojos casi negros y que dejaban ver un poco de ironía.
—Bueno, ya oíste. Yo no soy perfecto.
Jimin se sentía extrañamente cómodo hablando de ello, pero no cómodo con las miradas entre ellos, no con su extremidad envuelta de esa forma tan sutil.
—Me di cuenta —volvió su vista a él—... también de tu nulo remordimiento.
Jeongguk parecía divertido.
—Bueno, soy un adulto. Supongo que no es algo por lo que escandalizarse.
—Ya veo. Definitivamente tú tienes una mente abierta.
—Jimin perdiendo el pudor —se burló el menor—... eso... es algo nuevo.
Pero claro que lo era, Jimin no es de las personas que sean confianzudas con extraños y Yoongi lo era, sin embargo parecía que por fin le aceptaba medianamente. Ya no parecía que quería estrangularle.
—Supongo que es porque inspiras confianza.
—¿Ah sí? —Yoongi estaba algo sorprendido.
—Sí.
—¿Te das cuenta de que le estás hablando a un crío de diecisiete?
—¿Y? —se encogió de hombros—. La verdad no me importa la edad... si la persona es lo suficientemente madura está bien.
—¿Está bien para qué? —insinuó.
Jimin sonriendo torcido.
—Tocar este tipo de temas.
Jeongguk soltó una risita. Él no estaba hablando sinceramente, solo dejando palabras sueltas.
—¿Ya ves, estúpida? —Yoongi le golpeó en el hombro para llamar su atención—. Él dice que soy una persona madura.
—Yo creo que ambos alucinan —declaró con simpleza—. Yoongi no es exactamente la descripción de madurez.
—Yo creo que no te gusta no tener un halago también.
¿Desde cuando era tan cínico? Jeongguk comenzó a creer que en verdad Yoongi sacaba lo peor de las personas. Pero eso no era tan malo, después de todo.
—Me agradas, Jimin.
—Yo quiero patearlos ambos.
—Solo juego contigo, bunny.
—No te lo tomes personal —apoyó el otro pelinegro.
—Joder, que no me lo tomo personal —Jeongguk no estaba enojado, solo ligeramente divertido—. Ya deja de dar las cosas por hecho.
—Es extraño verte enfadado.
—No lo estoy —negó a Jimin—, es solo que has caído en el juego de Yoongi. ¿Maduros nosotros? ¿O él? Por favor, es el morbo el que lo mueve a hacer ese tipo de preguntas y a comportarse como alguien decente.
—Me sorprendes —dijo Yoongi, con una mano en su pecho.
—¿Estoy en lo cierto?
—Lo estás —le guiñó.
Jeongguk sonriendo satisfecho.
—Además, ¿qué clase de mala broma fue esta?
—Yoongi sabe utilizar las palabras —Jimin se quitó la responsabilidad.
—Decimos lo mismo de ti. Exactamente acabas de soltar lo que queríamos escuchar. Muy bien jugado —el más pálido aplaudió.
—Supongo que ahora debo decir gracias.
—Bien... tú no eres tan espeluznante como imaginé.
—¿Espeluznante? —«¿eso había sido un puchero?», pensaron los menores. Definitivamente era nuevo.
—Creí que eras un maniático del control la primera vez que te vi.
—Él es justamente un loco del control... pero solo en ocasiones.
Jeongguk lo sabía mejor que nadie.
—¿Crees eso de mí? —le preguntó a Yoongi, pasando de Jeongguk. No iba a caer en sus mañas.
—Así es.
Jimin sonrió.
—En mi defensa diré que no eres demasiado bueno dando primeras impresiones.
—Me siento halagado ahora.
—Oh vamos, deja de ser un cínico —el menor le arrojó una almohada.
—Me amas así.
Rodó sus ojos.
—Volviendo al tema de hace rato... desperdiciar a alguien como tu esposa... —insinuó nuevamente.
—Te dije que era una inepta.
—Vale, creo que es suficiente.
El castaño estaba serio nuevamente.
Jeongguk se le quedó mirando un rato, bastante fijo, y entonces se levantó de su sitio fue a rodearle por detrás con sus brazos, poniendo su barbilla sobre su cabeza. Las yemas de sus dedos en sus pectorales y peligrosamente cerca de sus pezones. Jimin se tensó considerablemente.
—No te enfades —ronroneó.
Jimin ahora solo tenía a Yoongi frente a él, mirando a Jeongguk y a él alternadamente.
Mordió su labio inferior.
Jimin se sintió repentinamente deseoso. De nuevo la mirada pesada de Yoongi sobre él. Y Jeongguk lo sabía y lo estaba permitiendo cuando por lo general era bastante posesivo. ¿Qué estaban insinuando?
—Estoy algo aburrido.
Fue un susurro.
Pero fue audible para ambos.
Jimin comenzó a temblar.
Era un jodida locura. Ellos realmente le estaban proponiendo un trío descaradamente.
—¿Qué quieres? —Yoongi seguía fumando, su mano cayó deliberadamente cerca de su entrepierna.
—No lo sé...
Jimin tragó duramente.
Solo estaba en él, lo sabía. Los menores no moverían primeros ninguna pieza más de ese mal circo... él es el que decidiría si dar rienda suelta al pedido.
Realmente estaba tentado.
Pero decir que sí podría ser algo peligroso. No decir que sí directamente, sino el ceder a los coqueteos de ambos, él podría estarlo malinterpretando... pero a quién demonios engañaba. No lo malinterpretaba, Yoongi y Jeongguk se le estaban poniendo en bandeja. Jimin solo tendría que dar el siguiente paso.
Un roce o algo.
No pudo.
Es que aun no creía que era el momento. Vamos a decirlo de este modo: a Jimin le gusta hacerse esperar, él también sabía jugar.
—Yo... tengo trabajo que hacer —murmuró quedito. Tomó las manos de Jeongguk y se desenredó de él.
—¿Ahora sí quieres trabajar? —él no se soltó— Me dijiste que no me preocupe.
Jimin parecía afligido.
Solo un poco más, una provocación más y él diría que sí. Debía irse de inmediato.
—Jeongguk, por favor —suplicó.
El chico finalmente lo soltó.
—Suerte con el trabajo —le deseó con sorna.
Y Jimin prácticamente corrió a su oficina a encerrarse con llave.
Le dolía la polla.
Joder que él estaba duro como la mierda. Por suerte ninguno de los otros dos se dio cuenta de ello. Y es que eso había estado peligrosamente cerca, realmente si se quedaba más tiempo hubiese sucumbido al deseo de ambos. Y joder que lo hubiese disfrutado como nunca... pero no aún. Ya llegaría su tiempo, porque Jimin realmente quería ver a los dos delgados chicos debajo de su cuerpo.
—Entonces estás aburrido —insinuó Yoongi.
—Mucho.
—Yo podría hacer algo al respecto...
El menor ahora sentado donde había estado Jimin, con sus piernas ligeramente separadas, le miraba con pereza y diversión. Yoongi sabía algo ahora.
—...
—¿Quieres?
Su mano en su rodilla.
—No aquí —le apartó—. No con Jimin aquí.
—A él no parecía importarle —de nuevo provocándole—... ¿hay algo que me quieras decir?
Jeongguk sonrió de lado.
—Sí.
Yoongi relamió sus labios y se acercó a él, con intenciones de hacerle soltar una explicación a lo de hace rato.
—Que estoy aburrido, ¿seguimos jugando?
Y le empujó para bajarse a la alfombra de nuevo, tomando el mando en sus manos y mirándole de vuelta. Sus orbes inocentemente gigantes, era una mirada limpia.
Yoongi se resignó y volvió a sentarse a su lado.