Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

FUCK ME | jikook por mrsswag9394

[Reviews - 110]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

Jimin chupó una respiración y se apresuró a acercarse al menor.

 

—J-jeongguk...

 

 

Los grandes ojos de Jeongguk le miraban cristalizados, vacíos... rotos. Y es que no era para menos, Jimin había estado mintiéndole todo este tiempo, con promesas falsas y caricias sucias. O así pensaba el pelinegro. Porque estaba dolido, ese horrible hombre no le iba a dejar en paz nunca, ni estando muerto dejaba de causar problemas. Se sentía utilizado y sucio, completamente asqueroso y malo. De nuevo tenía ganas de arrancarse la piel y arañarse el rostro, de nuevo sentía ganas de salir corriendo. Otra vez se encontraba asfixiándose en sus memorias.

 

 

 

—¿Qué haces aquí, Kook? —Seokjin claramente no esperaba verlo.

 

Jeongguk no supo qué responderle, sabía que no debía estar ahí. Ya no quería estar ahí.

 

Jimin quedó frente a él.

 

 

Bunny, escúchame.

 

—No me llames así —su voz salió patéticamente rota—... y no te me acerques.

 

Kookie... —Jimin dio un paso hacia adelante.

 

Pero Jeongguk comenzó a retroceder hasta dar con el extremo de la mesa.

 

 

—Tú, lo sabías —le chilló a Seokjin, las lágrimas haciéndole ver borroso—... por eso no querías decirme... porque él es un —dejó la frase al aire entre dientes—...

 

—Jeongguk —Jimin le tomó de los hombros.

 

 

 

Náuseas.

 

Se sentía sucio.

 

Como una vil prostituta.

 

 

—¡Que no me toques, maldito pervertido!

 

Quitó sus manos y empujó con fuerza su pecho, alejándole y casi haciendo que caiga. Eso no detuvo a Jimin.

 

 

 

No.

 

Él no iba a ser malinterpretado de esa forma, no lo iba a permitir.

 

—Jeongguk, escucha, por Dios —rogó. Su rostro deformándose hasta volverse una mueca de dolor y arrepentimiento puros.

 

—¡Que escuche la puta de tu madre, maldito cerdo mentiroso!

 

—...

 

 

 

Seokjin apretaba el puente de su nariz.

 

 

 

 

 

Jimin había comenzado a sollozar ligeramente. Pero eso no suavizó a Jeongguk, claro que no. Dormía con unos de los muchos amantes de su padre, la imagen de Wendy completamente destrozada, ahogándose en alcohol debido a las infidelidades, ahora era nítida de nuevo —porque los bastardos se habían burlado de ella—; bilis subiendo por su garganta, sintiéndose mareado de repente. Las cosas le daban vueltas, la saliva acumulándose en la parte posterior de su garganta, pesada y viscosa; se agarró del extremo de una de las sillas sintiendo que pronto se desvanecería... y... vomitó. Regresó el escaso almuerzo que se había servido, todo salió de su organismo, él inclinado hacia adelante. Dio un par de arcadas más y, ya algo demasiado cabreado, arrojó a un lado la silla que le había servido de apoyo torciéndola de un lado por la fuerza. Un gimoteo antes de darle una patada y terminar por romperla. La impotencia apoderándose de él.

 

 

 

—Yo te lo di todo, maldita sea —su voz ronca y áspera. Odió sonar tan débil—. ¡Todo! —se limpió un poco con el dorso de su mano—. Y tú solo pensabas que jodías a mi padre en mí.

 

—Eso... no es cierto —le hizo saber entre dientes.

 

 

Los ojos le brillaban por las lágrimas al sentirse desahuciado. El señor Park se encontraba por primera vez verdaderamente arrepentido, de todo, no solamente de Jeongguk; se arrepentía de sus decisiones, del dejarse seducir, del equivocarse tanto. Sin querer había roto a Jeongguk y esta no era la primera vez que sucedía, pero era la primera vez que sus sentimientos parecían tener nada de valor, era la primera vez que se sentía a morir. Solo quería ponerse de rodillas y besar los pies del pelinegro, implorar su perdón por ocultarle la basura que llegó a ser y la que sigue siendo, perdón por haberlo corrompido, perdón por hacerle creer que no valía nada.

 

 

—No te creo —susurró.

 

—Joder, mírame, Jeongguk.

 

Cuando quiso acercarse de nuevo, el chico volvió a alejarse, rodeando la mesa.

 

—De hecho, tiene sentido.

 

—No, no —parecía desesperado—. No es lo que crees.

 

—Hasta donde yo recuerdo, tú fuiste el que me besó.

 

—Jeongguk, por favor —le rogó al borde del colapso. Una sensación gratificante en el pecho de Jeongguk al verle tan abatido y desesperado, joder que se sintió malditamente bien—. Yo no... jamás fue de esa forma.

 

—...

 

 

 

Al silencio de Jeongguk, Seokjin volvió a intervenir. Lucía confundido por toda la situación, y con razón, él no sabía absolutamente de lo que pasaba entre ambos.

 

 

—¿Qué fue lo que le hiciste, Jimin? ¿Estás seguro que fue con su consentimiento?

 

 

 

Pero claro que sí.

 

Porque la primera vez que le besó, Jeongguk había sonreído, sonrojado hasta las orejas. Porque cuando Jimin le acarició sus piernas desnudas, él deseó que lo hiciese más y más, hasta tenerlo debajo de su piel.

 

 

—Yo jamás te obligué a nada, mi vida. Lo sabes.

 

—Pero tú lo empezaste —Seokjin parecía preguntarlo.

 

—N-no... yo... es decir, yo lo permití...

 

 

 

El mayor de los tres se tranquilizó solo un poco. Bien, pudo haber sido consentido por Jeongguk, pero seguía siendo morarlmente incorrecto.

 

 

—Ahora ya no estoy tan seguro de si lo quiero —susurró el pelinegro.

 

Jimin le miró con terror y pánico.

 

 

Y entonces Seokjin vio el alcance del amor que tenía Jimin por el hijo de Jeon. Con Jaehwa, Jimin se resignó y decidió que pasara lo que tuviera que pasar, ya demasiado decepcionado como para luchar siquiera un poco; pero esta vez parecía inflexible, no dispuesto a dejarlo ir tan fácilmente. Y se sintió estúpido porque puso en duda lo que sentía por Jeongguk... ahora era claro. Esto ya no era simple fascinación por un Jeon.

 

 

 

—¿Vas a... dejarme?

 

—Yo no lo sé...

 

—Jeongguk, hazme caso. Nunca fue por eso —parecía rogar para que le creyera—, jamás por el idiota de Jaehwa.

 

—¿Ahora sí es un idiota?

 

—Dios, no me hagas esto. Créeme, como yo creí en ti esa vez... como lo hago ahora —susurró.

 

 

Jeongguk soltó una risita sardónica y burlona.

 

Seokjin admirado por la terrible falta de empatía y tacto, sabía que Jeongguk era difícil de tratar, pero jamás imaginó que llegaría a este punto.

 

—¿Tú confías en mí? Eso es realmente estúpido.

 

 

Jimin estaba destrozado.

 

Así que Jeongguk también había fallado. Y si bien era estúpido verlo de esta manera, ambos quedaban parejos. Entonces por qué Jeongguk seguía con sus terribles palabras.

 

La respuesta fue fácil.

 

 

 

 

Porque podía.

 

Porque tenía el poder y porque simplemente quería hacerlo. El herir a Jimin al parecer le daba un poco de esa seguridad que, vio ahora en sus ojos, le hacía falta. Seokjin pensó en qué es eso que destruye tanto a Jeongguk.

 

 

Y de nuevo, al parecer solo Yoongi y Jaehwa sabían que no había una razón.

 

 

 

 

—¿De verdad me creíste? Él tenía su polla dentro de mí mientras tú estabas al jodido teléfono —palabras llenas de veneno y sus grandes ojos escrutando cada una de las reacciones de Jimin.

 

—Cierra la boca —dijo mientras se dejaba caer de rodillas—, eso no es cierto —parecía querer convencerse a sí mismo.

 

 

Seokjin sintió algo revolverle el estómago. Jamás Jimin había sido humillado tanto.

 

—Lo es. Lleva sucediendo desde ese día. Tú de verdad que eres un ingenuo.

 

—Jeongguk, detente —exigió Seokjin.

 

—Pensé que esto es lo que querías —expresó con falsa inocencia—. ¿Estamos siendo francos? Ni siquiera te quiero—le dijo a Jimin.

 

—Eso no es cierto.

 

Un brillo de duda y arrepentimiento pasó por el rostro de Jeongguk.

 

 

—... sigue engañándote —no sonó convincente en lo absoluto.

 

—No sigas —rogó completamente abatido.

 

—No. ¿Por qué habría de parar? Yo fui un juguete —se oía muy decepcionado.

 

—No puedo —Jimin se puso de pie—. No vas a creerme.

 

—No, porque lo que él dijo tiene mucho maldito sentido.

 

—¡Pero tú sabes cómo eran las cosas! —dejó caer su puño en la mesa, el pelinegro dio un saltito en su sitio—. Jamás en mi puta vida de vi como a Jeon. Lo sabes, lo sentiste. Era real, por la mierda. Eres Jeongguk, maldición, yo jamás fui por ti con otras intenciones. Eras mi cosa favorita en el mundo, joder, desde que naciste, ¿por qué habría de mirar a ese infeliz en ti? —esta vez cuando quiso acercarse, el contrario no se apartó—, no tiene sentido. Él ni siquiera quería cargarte en el hospital. Eras mío, mi niño —le acarició la mejilla—. No un Jaehwa pequeño. Eras simplemente Jeongguk. No te atrevas a poner en duda lo que significas para mí.

 

—...

 

—¿Entiendes lo que estoy queriendo decirte? Esto es un malentendido. No es culpa de nadie mas que solo mía, sí. Lo sé. Pero te estoy diciendo la verdad, a ambos —susurró, pegando esta vez su frente con la del contrario.

 

—Ya no juegues conmigo —suplicó.

 

La mandíbula de Jimin apretándose.

 

 

—Mierda. ¿Qué más necesitas?, ¿qué quieres que haga? —le zarandeó ligeramente—. Te estoy diciendo la verdad.

 

—No puedo perdonártelo. Son casi dos años ocultándomelo.

 

—¿Por qué habrías de saberlo?

 

—¡Porque soy su maldito hijo y tú mi amante! —dejó un golpe en su pecho—. Tenía el derecho.

 

—¿Con catorce años lo habrías entendido?

 

—Me hubiera detenido. Lo hubiera pensado mejor. Yo no soy estúpido, deja de insinuar que no sé tomar una maldita decisión por mi cuenta.

 

—...

 

—...

 

 

Jimin soltó un pesado suspiro. Ambos se miraban directamente a los ojos. Ellos sabían que debían hablar seriamente de una vez por todas.

 

 

 

—Seokjin, déjanos solos.

 

El mayor parpadeó un par de veces, pasando la vista de uno a otro.

 

—Sí —asintió—. Sí, claro —recogió su abrigo y luego de ponérselo, se marchó.

 

Seokjin sabía que no tenía nada que hacer allí. Ambos parecían muy metidos en esa burbuja llena de mentiras y promesas falsas y él no pintaba nada. Sabía que esta no sería una buena noche para Jimin... para ninguno de los tres, en realidad.

 

 

 

 

—No tenía que irse —murmuró el menor al cabo de unos minutos.

 

—No necesito que escuche.

 

—Sigues escondiendo cosas.

 

—¿Y tú no?

 

—... no se trata de eso. Yo no pensé que me creerías.

 

—Jeongguk, me dijiste que no necesitaba dudar... y tú... sonaste tan sincero que realmente te creí —ambos estaban bastante cerca ahora—. Luego te reíste de mí y me aseguraste que no había pasado nada entre ustedes y de nuevo cómo no creerte si me lo dices de esa forma.

 

—... —Jeongguk apartó la mirada.

 

—Mentiste. No te estoy recriminando nada, pero no puedes ser tan duro conmigo —siseó, con ira contenida.

 

—Ya acordamos que debiste dejarme si no lo soportabas. No vas a atarme a ti. Ya te dije lo que podía darte, tú hiciste lo que quisiste hace más de un año, ahora yo pongo mis reglas aquí —le apartó un poco—. ¿Querías hablarlo? Pues vamos a hacerlo. Estoy harto de esto, de no saber a dónde nos lleva esta mierda que tenemos. Tú tienes altas perspectivas y me cansé de convencerme que no duele. A la mierda la exclusividad, a la mierda tus juegos pervertidos, a la mierda Seokjin, mi madre y mi padre. ¿Me tratas como a un niño? —rio con desgana—, pues entonces compórtate como el maldito adulto y toma responsabilidad por lo que me hiciste —declaró con simpleza, encogiéndose de hombros—. Soy un niño, soy la puta víctima, así me ves desde siempre, así que entonces haz el favor de madurar por ambos porque yo soy solo un crío —soltó con sarcasmo—. Sé un buen daddy, vamos, cuida de tu bunny.

 

—Eres un jodido dolor de cabeza —masculló.

 

 

Jeongguk hizo una mueca de suficiencia.

 

 

—Eso no dices cuando te la chupo mientras Irene duerme a tu lado, tampoco cuando te dejo joderme hasta sangrar. No dices eso cuando te estoy montando, o a gatas sobre la puta encimera. Ah, pero por fin hablamos de "lo nuestro" —hizo una seña con sus dedos— y te digo que me divierto un poco con otro bastardo y la perra da un grito al cielo.

 

 

 

 

Jimin le dio una bofetada.

 

 

 

 

El golpe le hizo girar el rostro, abriendo sus labios para dejar escapar un jadeo. Le había dolido como el infierno. Se quedó quieto, con los ojos muy abiertos y algo aturdido por la irrealidad de la situación y el doloroso cosquilleo, hasta podía sentir un poco de sangre en el interior de sus carrillos... pero no hizo algo al respecto; solo parpadeó y volvió a mirarle, peligrosamente vacío e inerte. La mejilla le comía y adivinaba que tenía la palma de Jimin dibujada en rojo. Lo sabía por la culpa en los orbes contrarios, a punto de soltarse a llorar por el tremendamente estúpido error que acababa de cometer. Ahora podía ver el arrepentimiento en sus ojos, que hace unos segundos estaban inyectados en rabia.

 

 

Jimin dejó escapar un gemido desesperado para luego tomar el rostro de Jeongguk entre sus manos.

 

 

 

Mi amor, no quería...

 

—Acabas de golpearme —susurró. Y entonces la impotencia se apoderó de él—. Realmente no esperé nunca el estar en el papel de la esposa —soltó entre dientes—. Esto era algo que se suponía debía pasar con Irene, de ningún modo conmigo.

 

Kookie, fue un accidente.

 

—Accidente —saboreó con amargura la absurda palabra—... bien, llámale como quieras. Me largo.

 

 

 

Quitó sus manos de su cara y tomó una de sus chaquetas. Estaba reprimiendo las tremendas ganas de llorar mientras se la colocaba, ya no podía mostrarse más débil frente a él, no lo iba a permitir. Este había sido su tope, las cosas con Jimin ya estaban yendo en picada. Él lo sabía, declararse solo complicaría las cosas... lo estaba haciendo. Podía despedirse de la confianza y del cariño.

 

 

—No —exigió cuando estuvo en la puerta, tomándole con fuerza de la muñeca—. Tú y yo vamos a arreglar esto.

 

—Déjame, Jimin.

 

—No vas a ir a ningún lado —le volteó. El agarre apretándose.

 

—Estás lastimándome —susurró.

 

—Te dije que lo sentía —dijo con necedad, ignorando a Jeongguk.

 

—¿Por qué?, ¿por lo de Jaehwa o por golpearme?

 

 

El castaño apretó su mandíbula y ahora agarraba también su brazo, acercándole más.

 

 

—Eres un... —siseó.

 

—Suéltame —pidió de nuevo.

 

—No —lo inmovilizó contra una de las paredes—. Te quedas conmigo, maldita sea.

 

Jeongguk comenzó a forcejear.

 

 

—Quiero que me dejes —se removía.

 

—Hablemos.

 

—¡No tenemos nada qué hablar! —dijo con voz entrecortada— ¡Y quiero que te quites!

 

Jimin colocó ambas muñecas sobre su cabeza y se inclinó por un beso, pero fue cruelmente rechazado con un golpe en su entrepierna.

 

 

—¡NO! —chilló—. Solo déjame en paz, joder.

 

Tiró de sus manos con fuerza hasta soltarse y salió de casa a pasos rápidos. Agradeció el que Jimin no le siguiera de vuelta, y ya al verse fuera de su rango de visión pudo por fin soltarse a llorar, cubriéndose la boca mientras los espasmos se apoderaban de su cuerpo. Las tibias lágrimas caminaban por sus mejillas y sobre su mano apretada contra sus labios y se dejaban caer sobre el pavimento. Caminó aun más rápido y dio por fin con Yoongi sentado distraídamente sobre la moto, checando el móvil.

 

 

Cuando le escuchó acercarse, levantó la mirada y de inmediato una mueca de profunda preocupación adornó su pálido y sonrojado por el frío rostro, dejando de lado la conversación que mantenía hace unos instantes para concentrar su completa atención en el pelinegro.

 

 

«¿Qué mierda ha pasado?»

 

 

 

 

 

 

Conejito...

 

—Vámonos —dijo colocándose el casco.

 

—¿Qué pasó? —le tomó del hombro—, ¿estás bien?

 

—No pasó nada. Solo... solo larguémonos.

 

—Pero...

 

—Joder, Yoongi —cortó—. No preguntes, no quiero hablar de esto.

 

El peliazul suspiró profundamente antes de asentir y montarse con Jeongguk detrás.

 

 

La motocicleta arrancó y se perdió en la larga calle hasta dar con una de las avenidas principales. Jeongguk sollozaba en su espalda, agarrando entre sus dedos la chamarra de Yoongi y teniendo pequeños espasmos; Yoongi no tenía ni idea de lo que había sucedido, pero debía ser grave... y la curiosidad le picaba, jamás había visto a Jeongguk en esas condiciones y realmente no estaba seguro de cómo tratar con él. La idea de llamar a Taehyung le tentó, pero la descartó de inmediato porque él estaba con Jeongguk, él se iba a hacer responsable, era a él a quien el menor había acudido. El cuerpo en su espalda pareció haberse calmado luego de muchos minutos yendo en línea recta, ahora el agarre en su cintura era suave y ya no se le oía llorar, aún hipaba de vez en cuando, pero ya sentía que estaba más tranquilo y entonces se dijo que ya podía detenerse.

 

 

 

Lo hizo, eligiendo un lado de la casi vacía carretera.

 

 

 

 

Jeongguk se soltó e incorporó, mirando alrededor. Seúl se levantaba con luces y colores en medio de la noche algo demasiado fresca. Una vista hermosa para cualquiera a excepción de ambos adolescentes, que ante la espectacular vista simplemente se dedicaron a reprimir una mueca cansada y fastidiosa.

 

 

 

—Me sentiría mejor en algún callejón detrás de un basurero —dijo Yoongi haciéndole una seña a Jeongguk para que bajase, este le hizo caso.

 

—¿Dónde estamos?

 

—Vía a Incheon.

 

—¿Tan lejos?, ¿cuánto tiempo has conducido?

 

—No lo sé... poco menos de una hora.

 

 

Jeongguk se abrazó a sí mismo y caminó hasta dar con el bordillo que separaba la calle del abismo. Un pasamanos metálico fue su apoyo y se dedicó a mirar toda la gran ciudad. Había dejado Busan cuando era un niño, y comparando ambas ciudades no era mucha la diferencia, pero se sentía diminuto, pequeño.

 

 

 

Yoongi se colocó a su lado y se debatió entre si abrazarle o simplemente dejarle. Se decidió por evitar tocarle y simplemente le observó. Pese a la casi nula luz, pudo distinguir en su mejilla una marca rojiza con la forma de una mano, y entendió un poco las cosas y abrió mucho sus ojos. Le habían golpeado, alguien se había atrevido a levantarle la mano a su conejito. Una sensación de furia subiendo por su estómago, su mano apretándose... iba haciéndose sus ideas y realmente estaba cabreado. Jimin siempre le había parecido un controlador y si bien se había mostrado manso y gentil, sabía que la apariencias podían ser engañosas. Lo sabía, Jimin era un cabrón. Bastaba con ver la forma en la que sus manos se hacían puño, volviendo blancos sus nudillos, cuando se sentía amenazado o estaba enfadado, bastaba el ver la forma en la muchas veces trató a Jeongguk, tomándole con fuerza de los brazos, empujándole y dando órdenes cual dictador. Así que Jimin no era una blanca paloma; bien, no le sorprendía. Lo que si le enervaba era que se había atrevido a tocar a Jeongguk, que no era tan descabellado; combinando el horrible carácter de Jeongguk y lo bastardo reprimido que podía llegar a ser Jimin, esto no era completamente increíble. Pero sí estaba indignado y molesto. Seguía estando mal. Y justo ahora entendía un poco más las cosas. De nuevo, no correcto pero tampoco demasiado equivocado.

 

 

 

 

—Ese hijo de puta te golpeó.

 

Jeongguk volvió su rostro con sorpresa. Tocó el lugar donde estaba la grande marca roja y tragó saliva.

 

—E-eh... no —negó con nerviosismo—. No, nosotros solo...

 

—¿Tú y él qué? No quieras mentirme, Jeon, veo perfectamente su mano dibujada en tu cara.

 

—No es lo que tu piensas.

 

—¿No? Pues entonces explícame —pidió. Pero Jeongguk no quería decírselo, era demasiado arriesgado, no tenía ni idea de cómo iba a tomárselo—, no es la primera vez que te veo con marcas. De hecho, desde que te conocí que veo que siempre andas con moretes en las piernas y brazos, siempre con la muñecas rojas, casi no haces gimnasia —el pelinegro palideció—. ¿Qué mierda, Kook? Quise creer que tal vez el tipo con el que solías acostarte era el responsable, pero ahora me pregunto si realmente existe o solo es un invento tuyo.

 

—No quiero hablar de esto.

 

—Pues yo sí.

 

—No te debo explicaciones.

 

—¿Pero qué estupideces me cuentas? Soy a quien debes explicarle todo esto, porque estoy aquí contigo, porque has venido a mí, soy yo quien te está cuidando ahora —y tenía razón—. Estoy involucrado porque me has pedido que te lleve a casa, entras a escondida, sales con una bofetada bien marcada y me pides que te saque de allí.

 

—... m-me la merezco —susurró.

 

 

Y viéndolo objetivamente, él no se había portado bien y había sido bastante irrespetuoso.

 

 

—¡Joder! ¡Suenas a una mártir ama de casa! —golpeó el metal—. ¿Por qué merecerla? —«Porque le hablé de ti»—. Es que tú estás loco, sea lo que sea que haya pasado ese cabrón no debía tocarte. ¡Estás defendiendo un abuso! Eso no es correcto. Ni siquiera es familia de sangre, él no tiene ningún maldito derecho.

 

—Sacas conclusiones fuera de contexto —siguió defendiendo—. No sabes cómo fueron las cosas.

 

—Entonces explícame.

 

—No —Jeongguk ya solo quería olvidarlo.

 

—¡Por Dios, Jeongguk!

 

—¡No quiero hablar de eso! —estalló. Sin siquiera darse cuenta, había comenzado a llorar nuevamente.

 

 

Los sucesos de hace unos minutos repitiéndose nuevamente, las mismas sensaciones. Jeongguk deseó no haber ido nunca y así no tener que enterarse de semejante porquería. Así que se lo tenían muy bien guardado, prefería que así siguiese y evitarse el amargo trago. De hecho, hubiese preferido jamás dejarse llevar por su libido, hubiese preferido que Jimin siguiese alejado de su vida, hubiese preferido que Wendy escogiese a Jin, hubiese preferido jamás haber existido. Lo único real que había llegado a su vida eran Yoongi y Taehyung.

 

El mayor le vio romperse de nuevo. Sus grandes ojos llenos de decepción, y si bien sabía que las almas rotas eran las más hermosas, prefería seguir viendo a ese pequeño demonio lleno de lujuria, que a este Jeon débil y marchito. Tiró de su cuerpo y le apretó contra sí mismo en un fuerte abrazo que pretendía unir los pedacitos de su vida hecha trizas.

 

 

—Lo siento —le susurró en el oído.

 

—La gente es mala y asquerosa, Yoongi. Y me siento un idiota por confiar y... y estoy confundido porque no estaba mintiendo, pero lo ocultó tanto tiempo...

 

—Sh, ya pasó.

 

—Se burla de mí —su voz entrecortada, parecía tener un niño de cinco años entre sus brazos contándole del coco que vive dentro de su armario—, no me deja en paz y siempre está en las cosas que yo quiero. Como si no hubiese sido suficiente el haberlo oído volarse la puta cabeza —Yoongi palideció. Jeongguk estaba hablando de su padre—. Y lo peor es que tengo su mismo maldito rostro y estoy siguiendo sus mismos malditos pasos. No le bastó con joderme la puta niñez, y es un cobarde porque sabía que si me tocaba un poco más ardería en el jodido infierno, entonces claro que nunca fue más allá, solo tocándome y jodiendo mi cabeza. Y ahora esto...

 

—...

 

Yoongi decidió que lo más sano ahora era dejar que se desahogase. Lo que estaba escuchando era realmente algo mórbido. Su conejito guardaba más secretos de lo que pensó, estaba mucho más destrozado de lo que imaginó. Y dolía.

 

 

Pero se estaba abriendo ante él, le estaba confiando su vida y le gustó ver que podía ser un apoyo para Jeongguk, no solo un idiota divertido, ahora ambos eran mucho más unidos.

 

 

—Lo peor es que hubo una vez en la que lo quise —chilló y su rostro se fregó en el pecho frío del mayor—. La única vez en la que no sentí asco y realmente deseé que siguiera, que me demostrara y me hiciera sentir tan bien como lo prometía. Todavía tenía mucho miedo, pero ya las caricias se habían vuelto tan familiares, que no era terrible y se sentía —un trémulo suspiro saliendo de sus labios—... yo quería que continuara. Estaba aterrado como la mierda pero tenía calor y no quería que se detuviera... lo deseé, una sola vez lo deseé y paró.

 

—Estás hablando de Jaehwa...

 

—Me pregunto si también le quiso —siguió desvariando—... si alguna vez le dañó como a mí.

 

—No te entiendo.

 

No necesitas hacerlo.

 

—Yo quiero... —suplicó besando su frente.

 

 

Jeongguk se dejó, completamente dócil.

 

 

 

 

Dios, Yoongi lo quería tanto. Definitivamente había caído profundo con Jeon, el chico le había hechizado con esa sonrisa sincera y ojos expresivos, con sus plantas de cuchilla y gemidos entonados. No le abrazaba con efusividad, pero sentía su mano echa puño alrededor de su camiseta mientras le besaba con lentitud. No, Jeongguk no le iba a querer de la misma forma nunca, pero con que le dejase hacer a él todo el trabajo bastaba.

 

 

 

Solo le bastaba con que Jeongguk se dejase querer.

 

Notas finales:

Asdfghjklñ, sé que muchas ya no me leen por aquí ;^; debido a que estoy más "activa" en wttp y así, lo que pasa es que a este fic lo publiqué luego de unos meses de haberlo hecho allá y es por eso que he tardado en igualarlo, ahora estoy en eso, así que sugiero mirar bien el título para que no vayan a saltarse caps y después se me líen en la trama, pero igual y si creen que es más cómodo allá pues asdfghjklñ no hay ningún problema, solo sigan dejando su luv en el fic, que lo aprecio muchísimo <3

 

Ahora, con respecto al cap... YO SÉ QUE TODO FUE MUY HARD Y  PASÓ DEMASIADO RÁPIDO. No se esperaban eso de Jimin, ¿cierto? La verdad es que mientras lo escribía pues yo debía poner más drama, saben que amo esto de los dilemas y mientras más peleados estén los personajes, mejor xD okya, no se me resientan :c que yo les adoro y pronto aclararé esto ^^

 

No olviden dejar su review


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).