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“Te escogí a ti porque me di cuenta de que valías la pena, valías los riesgos...valías la vida”.
Los amigos no se besan, eso lo supe desde el principio, no unen sus manos y juntas sus labios suavemente como un par de tontos enamorados; no puede haber sentimiento que me cause más desagrado.
¡No, no se besan!, no sienten que el corazón les late de prisa y sienten como si el alma se les quemara por dentro, como si el cielo en el que estuvieran plantados se les quemara llevándolos al infierno, dejando una sensación de querer más.
No se besan, yo ya lo sabía y no entiendo cómo es que estoy aquí con las mejillas ardiendo por la vergüenza que siento, nunca había sentido una vergüenza así, no es como la vez que perdí contra el maldito tazón de cerdo, esta vez es diferente, es una sensación de sentirme pequeño y débil delante de él, de mi mejor amigo, de Beka…
Sus labios surcan suavemente los míos mientras nuestras manos se toman con más fuerza, no me di cuenta en que momento me acorraló contra la pared volviendo el beso mucho más demandante, su lengua busca jugar con la mía y no logro entender porque no lo detengo.
Siento ganas de llorar al sentir como sus dientes muerden con un poco de dureza mi labio inferior haciendo que quiera seguir en esta terrible agonía que me es propinada por sus caricias tan enviciantes, ha sujetado mis manos con su mano izquierda sobre mi cabeza mientras recorre mi abdomen con su mano derecha buscando tocar mi piel sin mi camiseta, sus caricias se han vuelto tan demandantes que no me dejan escapatoria.
—Be…ka -Pronuncio suavemente con mi voz entre cortada al notar como se ha alejado de mi para mirarme, ya no lo soporto más, necesito que me siga besando, que logre tocar mí piel, pero aún no logro entender estas emociones tan incomprensibles que recorren mi cuerpo, él sonríe ladinamente, no tiene mucho que descubrí la perversidad que oculta tras esa sonrisita, disfruta verme de esta manera, con el rostro y los labios sonrojados, mi boca entre abierta respirando pausadamente, invitándolo a continuar, mi cabello pegándose a mi cara debido al sudor que he comenzado a expirar por culpa de la calidez de sus caricias. Nunca antes sentí estas ganas de matarlo.
Sus ojos recorren mis labios antes de acariciarlos con su dedo índice y volver a propinarme una nueva sesión de besos, aun no entiendo como llegamos a esto… solo estábamos practicando como solíamos hacerlo juntos después de que decidió elegirme como su pairing skate para un concurso a nivel mundial, y después… ya no puedo recordarlo.
—Yura… -Había comenzado a llamarme de esa forma después de escuchar el apodo que solía decirme mi abuelo, él había dicho que le parecía un tierno diminutivo y a pesar de mi molestia inicial por mencionarlo de esa manera con el tiempo dejó de importarme que me llamara así y lo acepté de buena gana, al final solo él podía llamarme así, mi mejor amigo, el único que he tenido.
La palabra “mejor amigo” resonó nuevamente y mucho más fuerte que la primera en mi cabeza, no estaba seguro de dejar perder a la primera persona que me había abierto las puertas de su vida y me había dejado conocerlo, Otabek ya estaba formando gran parte de mi vida, ¿cómo podía estar permitiendo que todo se arruinara por la calentura del momento?, no fue hasta que acomodé correctamente los pensamientos de mi cabeza que empujé a Beka para que dejara en paz mis labios de una buena vez, me recliné tomando mis rodillas con mis manos tratando de recuperar el aliento, me había quedado sin respiración, no sabía que este tipo de cosas podían hacerte perder más el oxígeno que ensayar por más de siete horas seguidas…
—¿¡A qué demonios estás jugando!? -Exclamé lo más fuerte que pude limpiando el pequeño hilo de saliva que había quedado colgando de mis labios con el dorso de mi mano derecha mirándolo con mi típica y fría expresión en el rostro, mis ojos se clavaron en los de él buscando respuestas, Otabek suspiró mirándome sin mencionar palabra, su silencio me mataba.
—Debes ser muy idiota para no notarlo -Sonrió ligeramente con una expresión triste en el rostro, me estaba matando verlo de esa manera ¿por qué hacía esa expresión en un momento como este?, pasó su mano derecha por su cabello acomodándolo antes de mirarme fijamente -No puedes entender qué es lo que pasa Yura y si no te lo demuestro jamás lo entenderás -Una vez más se acercó a mí acorralándome contra la pared, odiaba que él fuera más alto que yo, solo era dos años mayor a mí, no entendía cómo podía imponer tanto cuando a mis dieciséis años ya éramos iguales en el patinaje, sin embargo había otras cosas en las que no…
—¿De qué estás hablando? -Cuestioné chasqueando mis dientes sin quitarle la mirada de encima frunciendo el ceño, una de sus manos me tomó del rostro haciendo que quedáramos a escasos centímetros, al verme tan cerca de sus labios sentí como mi rostro volvió a sonrojarse y se relajó, mis labios pedían más, solo quería que terminara de acercarse, que dejara de joder conmigo y volviera a besarme como lo estaba haciendo hace apenas unos momentos atrás.
—Maldita sea Beka, deja de jugar conmigo -Golpee su mano con la que me tenía sujeto con la mía haciendo que me soltara.
—¡Yo no estoy jugando, Yuri! -Frunció el ceño mirándome con molestia, tenía meses que no me decía por mi nombre, al escucharlo sentí como algo se removió dentro de mí, además la seguridad de sus palabras me hicieron mirarlo fijamente con mis orbes temblando levemente. Él no hubiera vuelto a llamarme por mi nombre si no fuera para decirme algo importante y para hacerme creer en él.
Bajé mi rostro cerrando mis ojos y mordiendo mi labio inferior intentado no derramar las lágrimas que desde hacía un buen rato intentaban brotar de mis ojos.
—¿Entonces qué es lo que quieres de mí? -Cuestioné sin mirarlo, sintiendo un gran peso instalarse en mi corazón, solo tenía dieciséis años y nunca antes había tenido una vorágine de sentimientos tan catastrófica inundando mi cuerpo y desbordándolos como si de una gran cascada se tratara.
—Te quiero a ti Yura, siempre te he querido a ti, eso es todo -Nunca antes hubiera podido creer que escucharía esas palabras, Beka… Él me quería a mí, pero, ¿por qué yo?, no entendía, odiaba no entender. Levante mi rostro para mirarlo mientras el suspiraba pesadamente -Te dije que si no te lo demostraba no ibas a entender y sé que tampoco te ibas a entender a ti mismo, ya estaba seguro de eso -Sonrió ligeramente acercándose nuevamente a mí para besar mis labios, nuevamente sus labios acariciaban con dulzura los míos, cerré mis ojos disfrutando del contacto, estaba comenzando a disfrutar de las emociones que se estaban anidando en mi ser.
—No entiendo que es lo que siento… -Musité avergonzado dejando un momento sus labios.
—No debes entenderlo, debes sentirlo, de la misma forma violenta y constante de cuando patinas -Asentí a sus palabras tomándolo del rostro para besarlo, era mi turno de demostrar lo que sea que estuviera sintiendo, terminé pasando mis brazos tras su cuello enredando mis dedos en su cabello mientras volvía el beso mucho más demandante, cada vez quería más, mi piel pedía más, más de sus caricias, más de Beka. Mi corazón dolía, no podía explicar las emociones que sentía, pero la sensación me gustaba.
—¿Después de esto dejaremos de ser amigos? -Cuestioné mientras seguía besándolo, no podía dejar de hacerlo, no, la realidad era que no quería dejar sus labios.
—Solo si tú quieres -Sonrió ladinamente abrazándome por la cintura para atraerme más a él y besar mi cuello.
—A que te refie…res -Musité con voz jadeante al sentir como su boca devoraba mi cuello y parte de mi clavícula sin piedad.
—Podríamos intentar ser algo más… Yo te quiero Yura, he estado enamorado de ti desde hace mucho -Mentiría si dijera que sus palabras no me hicieron sorprenderme, jamás hubiera imaginado que él hubiera estado enamorado de mí.
—Yo… aún no sé qué siento, solo sé que no quiero que esto termine aquí -Cerré mis ojos pronunciando esas palabras sintiendo latir violentamente mi corazón dentro de mi pecho mientras sus latidos retumbaban en mis oídos.
—Yo puedo ayudarte a descubrir que es lo que sientes… -Al mirar su sonrisa asentí y volví una vez a sus labios.
Yo no sabía lo que era estar enamorado, nunca antes había tenido ese tipo de sentimientos, toda mi vida se había llenado de competencias y rivalidades, ganas de superarme y ser siempre el mejor, no había tenido cabida para conocer los distintos tipos de amor, y la única vez que me había abierto a esos menesteres -por culpa de Victor- había tenido que pasar por muchas cosas para poder descubrir el Ágape que existía dentro de mí, pero estos nuevos sentimientos eran desconocidos, no podía comparar mi manera de sentir con algo que hubiera sentido en el pasado, solo sabía que tenía unas terribles de ganas de quedarme prendado de sus labios y acorralado entre sus brazos por el resto de mi vida y si a eso se le llamaba estar enamorado estaba dispuesto a caer en ello.
Alguna vez había escuchado que existían cuatro tipos de amor diferentes según los míticos griegos. Storgé era el tercer tipo de amor y era completamente diferente, más inquebrantable que el efímero Éros, pero menos espiritual que el Ágape, un amor comprometido, leal, protector y duradero…. Tal vez ese tipo de amor era el que me sentía capaz de experimentar por Beka, mi único mejor amigo, la única persona especial para mí, simplemente porque se trataba de él.
-Fin-