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Promesas de amor por SungBambu

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Notas del fanfic:

Tarde mil años, pero este es mi regalo de cumpleaños para Annis Torres. 

Mi bella y querida Annis, espero lo disfrutes.

Promesas de amor

 

Eran esos momentos los que más atesoraba, cuando el amanecer creaba un juego de luces y sombras sobre el rostro del durmiente entre sus brazos. No eran muchas las veces las que le podía tener así, descansando abrazado a su cuerpo sin tener que correr para cumplir con los tiempos para no hacer sospechar al manager o a los coreógrafos o al mismísimo appa YG por sus retrasos y luego sus llegadas juntos, con las mejillas encendidas y los pulmones presionándoles por ir a la carrera. Quizá lo sospecharan, eso él no lo sabía, pero hasta el momento no les habían siquiera insinuado algo. Tampoco pensaba empezar a preocuparse ahora, no luego de llevar más de siete años de besos discretos y quedadas nocturnas.

Deseó por un momento delinearle los pómulos con los pulgares en suaves caricias, rozar sus gruesos labios con los dedos y fundirse con él como uno solo, con las ansias confundiéndose entre el deseo y amor. Quería robar el suave aliento que escapaba de su boca ligeramente abierta porque, aunque le hubiera tenido el día anterior, seguía estando sediento de su ángel. Sabía, sin embargo, que cualquiera de sus acciones acabaría por despertarle, justo lo que no quería.

La noche anterior habían sido risas y recuerdos, amor y pasión hasta que se habían dormido con las estrellas como único testigo de su amor hasta que el sol había vuelto a salir por la mañana, quizá envidioso de lo que la pareja tenía. Con su luz iba revelando su piel ligeramente tostada haciendo un suave contraste con la blanca y cuidada de su novio, media cubierta por el lío de mantas con las que se habían protegido de la brisa marina.

Su silueta se veía tentadora, llamándole libidinosa a que la delineara con la punta de sus dedos, teniendo que obligarse a cerrar los ojos para calmar sus pensamientos. Así, se permitió apreciar el calor que emanaba el castaño y las caricias que su respiración le hacía a su cuello debido a su respiración tranquila, rebelando el tranquilo descansar de su amante. No tenía que preocuparse de que ojos ajenos le reconocieran, porque hacía un tiempo habían adquirido esa casa con la herradura rocosa ocultándolos del mundo. Ahí dejaban de ser Seungri y D-lite, integrantes de la banda surcoreana BIGBANG, no, ahí eran solo Seung y Dae, un par de enamorados más que debían de esconderse por temor al “qué dirán”.

Solo que esa mañana no era aquello lo que navegaba en su mente. Estaba lejos de los agobios y el estrés, parte de lo que lograba el que no tuvieran las cámaras sobre ellos, refugiándose en tierras extranjeras. Lo que sentía en esos momentos, allí tumbado sobre la arena que poco a poco se calentaba y el aire se llenaba de olas y gritos jubilosos de playas lejanas, era la felicidad en su estado más puro.

Su corazón se sentía más cálido que nunca, su piel hormigueando con una emoción que no tenía origen definido porque era una mezcla de todo. Era en ese momento un niño con sus ojos haciendo el mundo y el adolescente experimentando por primera vez el amor, con su estómago lleno de mariposas y los nervios sacándole risas injustificadas. La felicidad se le marcaba en cada ángulo de su rostro sin poder ni querer ocultarlo, y sabía, porque le conocía, que si Dae estuviese despierto no tardaría en reírse de él.

Podía estar siendo un bobo en ese mismo instante, haciendo de algo pequeño toda una fiesta. Daba igual, para él ese había sido un segundo donde la Tierra dejó de contar el tiempo.

Allí, entre sus voces cargadas de diversión, sus cabellos con arena al haber caído entre danzas sin sentido y sus bocas con el dulzor de los pasteles que habían compartido en un picnic improvisado, el mayor de los dos había sacado una caja con una cinta verde envolviéndola por alrededor. Al principio no había captado que era, solo ayudado con la luz de la Luna logró distinguir sus bordes redondeados y en su tapa unas letras grabadas. Una caja de jabón. No era cualquier caja tampoco, su ángel sabía que le encantaba esa marca en específico y solía ir variando en jabones dándole a su piel los más curiosos y exóticos aromas. Solo que esta vez no le estaba regalando una edición limitada de estos, porque se sentía liviana y cuando la alzó algo dentro tintineó.

Entonces allí, con el sonido de las olas rompiendo en la playa de fondo, Daesung le había hecho la mejor propuesta de su vida.

Su sorpresa fue auténtica, mirando incrédulo de las argollas a los ojos oscuros de su novio que parecían brillar con las estrellas y su cabeza se sacudió. Primero un movimiento suave, casi dubitativo, volviéndose cada vez más claro, pero sin poder pronunciar la palabra aún. Se sentía incapaz de decir nada, mas parecía que no era el mismo caso para Daesung.

Aquello era imposible, claramente, quizás por eso mismo no esperó que algo así le fuese a suceder.

Pero esa no era una propuesta de matrimonio ordinaria, no eran promesas falsas que tarde o temprano le romperían el corazón, porque volvió a levantarse. Tomándole la mano volvió a sorprenderle recitando unos votos que él mismo había escrito y con la ansiedad en sus movimientos y en sus ojos, esperó a que le dijese algo. Comprendió tarde porque eran dos los anillos.

Era imposible para el mundo. Era imposible porque eran famosos, pero más imposible porque eran hombres.

Los mirarían con odio, porque no importaba cuantos le apoyaran, sabían que la prensa se los comería vivos y la empresa le daría la espalda por muchas palmadas en el hombro le hubieran dado durante esos años.

Era ética y moral que suponía ellos carecían.

Las palabras brotaron de su boca sin que pudiera impedirlo y dejó que la Luna y las estrellas fueran quienes completaran esa unión. Los anillos destellaron en sus manos cuando se besaron.

Podía ser su imaginación, pero el besarle justo después de colocarle la argolla de matrimonio al contrario se sintió diferente. sus caricias y su amor esa noche tomó un sabor diferente y al hundirse en el otro su corazón pareció estallar en júbilo.

Esa mañana al despertar, no había despertado junto a su novio. Era a su esposo a quien observaba dormir, con sus pestañas rozándole el cuello y sus brazos alrededor de la cintura.

Qué importaba que el mundo no les reconociera cuando para él su ángel lo era todo.

Qué papel podía tomar valor cuando esa noche se habían prometido un “hasta que la muerte nos separe”

Notas finales:

No, no estoy enferma terminal, no me han secuestrado los marcianos, no me ha reemplazado mi gemela buena, ni nada parecido. Esta vez no quise hacer sufrir a mi Dae ni a mi Riri porque me hicieron sentir mal con un meme en facebook (Diana, Nyong, Annis :3) porque les hago pasar por tanto antes de dejarles ser feliz.

Y sí, como se dieron cuenta, me salió corto.

Ya ven, soy terrible.

Espero que les haya gustado de todo corazón.

Muchas gracias por sus lecturas <3


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