Tú haces el silencio de las lilas que aletean
en mi tragedia del viento en el corazón.
Tú hiciste de mi vida un cuento para niños
en donde naufragios y muertes
son pretextos de ceremonias adorables.
Alejandra Pizarnik
III
Desde el ángulo en el que estoy sé que me odias y también sé que te odias. Porque la parte que siente asco por mi piel se ve reprimida a lo más profundo de tu mente para darle paso a otro que no eres tú; sé bien que no quieres tocarme, ni desgarrar mi interior con el calor de tu carne, cada vez más profundo, más cerca. Se siente tan similar y al mismo tiempo es totalmente distinto. Sangwoo. Acerqué mi mano con cuidado a su rostro mientras su respiración volvía a la normalidad junto con la consciencia completa. Sabes lo que has hecho.
El vacío. El frío piso es lo único que me cobija junto con la luz de la luna ¿Por qué estar preñado no me da la oportunidad de que mis celos se repriman? La ignorancia no es mi mejor aliada. Mi mano está sobre mi vientre, crecerá, poco a poco lo siento fijarse a mi cuerpo y sonrió. Es él. Resultado de las malas decisiones de mi vida, pero al final algo que me pertenece.
Cierro los ojos. Es de día, siento la calidez, el aroma de su ser está por todos lados. Tan pocas veces he estado en su habitación que me reconforta no tener ese privilegio.
— Debo cuidar de mi hijo — susurra, siento su mirada fija en mi figura. La conexión se estrecha con cada semana que mi bebé crece.
— Lo sé… — me incorporó con cuidado. A él realmente no le interesa mi bienestar, pero es parte del trato: alimentar a su hijo, alojarlo en mi cuerpo, darle vida, a cambio de sus cuidados, de su cariño. De la necesidad de omega que me empuja a abrazar su cuerpo para no sentirme solo y hundirme; soportar el cambio y el dolor. Siento una punzada; los malos pensamientos de la realidad siempre provocan inevitablemente un aborto. No. Esta vez no —. Sangwoo… Ven… sólo un momento.
El asco es tan evidente, pero sus pasos son firmes hacia mí. No quiero saber lo que sus ojos reflejan cuando me toma entre sus brazos y aspiro suavemente el calor de su piel. Estoy feliz y él también, lo siento calmarse dentro de mí ante la angustia. Ambos siendo cobijados por una falsa amabilidad, un beso suave y fantasma sobre mi cabeza. Un mes desde ese último encuentro; parece más un alfa que un homicida. Algo incomoda mi nariz, el perfume de una mujer…
Me separó apenas, los ojos me arden, tragó el nudo en mi garganta y me pongo de pie para bajar lento por el desayuno.
— No importa, te juro que no importa, mi vida. Sólo no te vayas… — habló con mi hijo. Nadie más me escuchará — Sé que puedes escucharme. Eres mi todo, mi cielo. Por favor, te imploró no me dejes…
El hombre está detrás de mí, quizás para que no me caiga; para que mi cordura no se vaya, para sostenerme si tropiezo. Porque en ocho meses dejaré de ser útil, dejará de cuidarme y sé perfectamente bien lo que esto me provocará. El fruto de mis más profundos deseos me consumirá de manera lenta… Y yo, felizmente le daré hasta el último rastro de mi existencia, aunque sea un monstruo quien lo cuide sin mí.
— ¿Escuchas? —. Me doy la vuelta lento mientras me concentró en las noticias de la radio: Pocos omega han aparecido y están siendo llevados bajo protección por el abuso sufrido de ese día — Es una suerte que yo te haya marcado ¿no estás feliz por eso? —. No me gusta la manera en que se acerca. Por instinto llevo mi mano a mi vientre. Me besa la mejilla —. No me hagas enfadar…
El aire que contengo en los pulmones se libera. Ese era el homicida. Me doy la vuelta para seguir cocinando. Las tareas domésticas que aprendí mientras estaba allí las perfeccione a través de muchos golpes, uso ese conocimiento para alimentarme. Saldrá de nuevo, esta vez no tengo ganas de pelear contra mi destino. Escuchó que lloverá y le llevo el paraguas a la entrada, como una perfecta esposa. Sangwoo cambia a ser amoroso, puedo sentir sus manos acunando mi rostro para besarme la frente. Lo despido con una sonrisa. Al escuchar el cerrojo de la puerta regreso a la cama. Todo ha sido dispuesto para un omega preñado que no saldrá de esas cuatro paredes para dar a luz.
Abro los ojos, mis sentidos deben engañarme; es el aroma de otro alfa… parece que está en la entrada. Mis piernas se sienten un poco adormecidas por la posición. Me repliego a la pared. Escuchó su voz, está llamando al omega dentro, pero no puedo salir a pedir ayuda. Lo necesito y él a mí, mi hijo lo necesita. Estamos atrapados en la naturaleza de nuestra sangre e instinto.
— Oficial, ¿Todo bien? — es la voz de Sangwoo. Tengo que encontrar la manera de esconderme… me detengo antes de querer bajar al sótano — ¿Un omega?
— Si tiene una pareja omega debe reportarlo.
— ¿Por qué? Es decir, si lo cuido y vive conmigo debe ser suficiente. Aunque claro que lo haría… Son las leyes ¿no?
— El problema es que demasiados alfa maltratan a su pareja, así que queremos cambiar eso. Ha habido movimientos de la población beta por darles un trato digno…
¿Un trato digno? Escuchó sus pasos alejarse. Él ha mentido. Me quedó en la esquina de la habitación mientras siento como se acerca hasta donde estoy. Su mirada está vacía, quiero decirle que no lo haga, porque lo altera y siento como desea morir…quizás tanto como yo. Cierro los ojos con fuerza, su cálido tacto sobre mi cabeza y la suavidad de sus labios sobre los míos.
— He vuelto…
Lo sé, lo sé, mi amor. Estás aquí y quiero que me abraces muy cerca de tu corazón. Tu hijo y yo te necesitamos para seguir vivos. Conozco cada una de las consecuencias si un día abro la puerta y decido huir; si mi bebé nace y no estás ahí. No quiero que me queme la sangre, ni que el cuerpo sufra de la sensación de punzadas en cada hueso, no quiero que la agonía me agobie por el simple hecho de no tenerte conmigo Sangwoo. Detesto lo que me mantiene contigo, pero te juro que es mejor a la soledad nocturna y la espera por la violación con aroma familiar.