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El árbol de papi por Suou Kocha

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Notas del fanfic:

Esta es una idea 100% random que se me ocurrió luego de haber leido un par de fanfics donde Tsumori sufre hasta los huevos!

De modo que decidí darle la oportunidad de ser feliz con un OC especialmente creado para esta historia y para él... al menos hasta que sensei se decida a darle un uke a sempai..~ mientras tanto, espero lo disfruten tanto como me quebre la cabeza para acoplar una idea tan desordenada como esta, espero opiniones constructivas, gracias otra vez!

Notas del capitulo:

Es un one shot; supongo que si a alguien le interesa podría subir la historia completa de cómo y dónde se conocieron estos dos; finalmente, por fa, denle una oportunidad.

Se me ocurrió en parte a mi, -Mae-, porque cuando me he paseado por la web, encuentro algunos fanfics, donde participa Tsumori, pero donde no logra quedarse con nadie y en parte eso me hace sentir mal por él... así que, me tome la libertad de ayudarle a conocer a alguien; en realidad, el personaje con quien es feliz el sempai, era uno de mis OC's con el cual jugaba en roleplay, pero bueno... ¡Disfrutenlo!

- Oye, papi.- dijo una encantadora niña de hermosos ojos verdes, mientras su padre atendía a su hermano, frotando el shampú  el cabecita del gemelo de la pequeña.

-¿Qué?- preguntó él, prestándole atención al mellizo.- Ya enjuáguense o llamaré a mamá.- amenazo, al ver que seguían jugando.

-Es que… ¿cómo vienen los bebés al mundo? ¿Cómo nos tuvieron a mí y a mi hermano?-  cuestionó la pequeña.

-Eh…- aunque sabía que tarde o temprano preguntaría uno de ellos, la sorpresa de escuchar la pregunta bien formulada, lo asustó un poco.- ¿Papá no quiso explicárselos?- trató de salvarse el cuello, pidiendo que no le hayan preguntado al otro.

-Uhm… él dijo que tú nos lo dirías.- contestó su hijo.

-Rei…- suspiró con enfado.- Bien…- trató de formularse una historia ingeniosa y sencilla de creer.- Los trajo una cigüeña.

-¡Eso no es cierto!- se burló el niño.- Esa no puede ser nuestra historia; porque un bebé es más grande que un pájaro.

-Ah, Kou, pero claro que los bebés pueden ser también muuuuy pequeños.- sonrió señalando un mechón del niño y frotando su nariz con la de él.- Bien… los encontré en un huerto de coles.

-Los bebés no salen de la tierra.- la pequeña soltó una carcajada, tapándose la boca con sus dos manitas.

-Entonces… Cayeron del espacio exterior.

-No es cierto.- dijo el niño.

-Venían en la despensa.

-¡No-oh!- contestó la niña.

-Está bien.- se rindió.- ¿Qué quieren saber?... a ver veamos… ¡Ya sé!- por fin ese relato ingenioso se le había ocurrido.- Se cayeron de un árbol de naranja.

-¡Claro que no!- negaron al unísono.

-Oh, pero claro que sí.- afirmó él, de modo que los niños dejaron de dudar.- Un día, después del trabajo, en el hospital, papá…es decir, mamá, salió cansado a jugar; después de un día tan agotador en la universidad, después de todo, saben que mami era estudiaba cuando supimos que estaba embarazado de ustedes, ¿cierto? (Después de todo sus abuelos casi me cortan el nepe... jeje)

-Sí.- asintieron los niños.

-Bueno, ese día comenzó a caminar por el verde pasto del hospital, donde los pequeños como ustedes pueden jugar.- se detuvo para anclar otra idea.- Entonces, se sentó debajo de un árbol de naranja…- para ser franco, Tsumori se sentía un poco estúpido, pero si sus amados bebés le creían entonces no había nada de que preocuparse, puesto que no iba a explicarle que tuvo que meter su miembro en el… de su marido, tal vez más adelante pero no ahora.- Entonces, como en la teoría de la gravedad, una de esas frutas cayó del árbol y le golpeó la cabeza.

La pequeña arrugó la nariz y se carcajeo un poco; el pequeño, bostezó; después de todo, tenía menos de 5 años y ya era hora de dormir.

-Tsumori, ya es hora de ir a descansar.- avisó el pelirrojo, interrumpiendo la historia y acercándose con un par de toallas.- Gou, Kou, salgan de la tina.

-Papá.- dijo la niña, antes de que la secaran por completo, poniendo las manos en el pecho de su padre el rubio.- ¿Puedes seguir contándonos la historia?

-Claro.- contestó entusiasta.

-Para nada, ya es hora de dormir.- interrumpió Takoe, llevándose entre brazos al niño ya dormido.- Tú, señorita, al igual que tu hermano, deberías estar descansando; todo el día estuviste de un lado al otro.- salió del baño.

-Uhm… claro, que lo hará, no seas aguafiestas.- le respondió Tsumori sonriente y volteando para sacarle la lengua al otro.

-Eres todo un caso, Tsumori.- el pelirrojo imitó el gesto después, para sonreírle también.

-Por algo aceptaste casarte conmigo, ¿recuerdas?- gritó desde el baño, recibiendo a cambio un fuerte reproche.- Que penoso es papá… no le gusta que le recuerde, que la razón de ello, es porque me ama, al igual que yo a él.- la niña sonrió.- Pero bueno, sigo con mi historia antes de que venga a estar molestando… ¿dónde me quede?

-La naranja golpeó la cabeza de papi.

-Cierto, gracias mi pequeña.- respiró hondo.- Entonces, al principio se enojó, pero la pancita le gruñó… ¿sabes por qué?- la niña negó.- Porque era hora de almorzar y había dejado su obento en su oficina y su cartera estaba su chamarra, de modo que limpió la fruta en su playera y decidió comerla. Dentro de ella, había dos semillitas.- levantó dos dedos.- Esas dos semillas, recorrieron el cuerpo de papi, hasta llegar a su estómago.

-¿Enserio?- ella se sorprendió.

-Síp.- retomó el relato.- Esas dos semillas, eran una hermosa nena, llamada Gou y un apuesto caballerito llamado Kou…

-¡Éramos nosotros!- gritó ella emocionada.

-No es cierto, sólo eran semillas.- rió el rubio, a lo que la niña también.- Cualquier similitud con la vida real es mera coincidencia; bueno, al principio, esas dos pequeñeces no causaron molestias a papá, pero conforme pasaban los días, la barriga de papi, comenzó a crecer, poniéndose del tamaño de una pelota pequeña de goma y después del tamaño de una de fútbol… hasta que creció para ponerse redondita y sobresaliente.

-¿Tú sabías que éramos mi hermano y yo?

-Claro, después de todo, antes de eso, descubrí  que su papá se había comido una naranja, ¿y sabes por qué?

-No…- negó la nena.

-Porque ese era mi árbol; yo había plantado mi árbol frutal con mucho amor.- acarició la mejilla de la niña.- Y cuando papi se comió mi fruta, se llevó mi amor con él y de ahí nacieron dos hermosos bebés… la primera, muy chillona, que decidimos llamar Gou y el segundo, que lloraba aún más fuerte, llamado Kou.

-Yo también te quiero papi.- la pequeña enredo sus brazos en el cuello del mayor.

-Al parecer, necesito estar siendo el malo todo el tiempo.- espetó el pelirrojo, recargándose en el marco de la puerta.- A dormir, señorita, tú también Tsumori; mañana tienes que entrar a quirófano.- recordó.

-Ya voy, papá.- sonrió la pequeña rubia.

-Ya voy, papi.- se burló su marido.

-Ja…-sonrió.- Pero ya enserio… a dormir.- repitió por última vez.

-Muy bien, ya escuchaste, pequeña.

Y dicho y hecho, Tsumori arropó a la niña, besó su frente y luego la de su hijo y después salió de la habitación, donde al final, esa pequeña preguntona, pudo… aparentemente cerrar los ojos.

-Kou… Kou, despierta.- cuando el silencio en la casa se hizo presente, la pequeña rubia saltó directo a la cama de su mellizo.- ¡Kou!- murmuró, levantando un poco la voz.

-Ay… ¿Qué quieres?- respondió medio adormilado, mientras refregaba sus ojitos.- Es hora de dormir…

-¿Adivina qué?- interrumpió la niña sonriendo de oreja a oreja y de manera traviesa.

-¿Qué?- preguntó su hermano, un poco más despierto que antes.

-Ya sé cómo podemos tener otro bebé.- lanzó una risita, cubriéndose con ambas manos la boca.

-¿Enserio?- incrédulo y emocionado, se hallaba Kou.- ¿Cómo?

-Necesitamos que papá plante un árbol en el patio; entonces, le decimos a “mamá” que se siente debajo de ese árbol y luego que se caiga una naranja y así…

-¡Gou! Para que el árbol crezca necesita mucho, mucho tiempo; ¿recuerdas que nuestras flores todavía son pequeñas? Pues “mami” dijo que necesitan tiempo para crecer.- respondió angustiado el niño.- Además… ¿es necesario que papá plante un árbol?

-Uhm…- la niña torció la boca y pensó.- Creo que no… pero, creo que sí tiene que ser un… una naranja; no puede ser otra fruta.- negó con la cabeza.

-Pero hay otras frutas que tienen semillas.- reprochó su hermano.

-Pues… sí…- hizo un ademán gracioso, creyéndose muy sabia, la niña.- Pero papá dijo que fue una naranja y tiene que ser una.

-Ash… de acuerdo…- suspiró su hermano.- ¿Ya me puedo dormir?

-Ya.- contestó su hermana.- Pero mañana comenzamos con el plan.

-Sí.- sonrió el pequeño pelirrojo.

A la mañana siguiente; siendo viernes, los niños, junto con Takoe, saldrían, primero que nada para una revisión médica; por órdenes del pediatra de los niños, tendrían que hacerse un chequeo general y eso incluía, una muestra de su sangre.

-¿Qué quieren desayunar?- preguntó su padre, mientras jalaba el carrito de compras.

-Bísquets.- respondió Kou, entre sollozo y sollozo.

-¡Y jugo de naranja!- agregó la niña.

-Ah, muy bien.- contestó un poco sorprendido, haciendo el pedido.

-¿De verdad crees que funcione?- cuestionó el niño, un poco calmado, pero con los ojos rojos de tantas lágrimas.

-¡Sí! Pronto seré la mayor.- sonrió orgullosa la niña.

-¡Yo también quiero ser  mayor!- se quejó Kou.

-¡Ya viene papá!- advirtió Gou.

Cuando Rei llegó, en sus manos traía un vaso grande con jugo de naranja, que repartió en dos vasitos entrenadores, uno verde y el otro púrpura; ambos niños lo bebieron, pero Gou miró de reojo a su padre, quien se tomó lo que había sobrado; después de eso, lanzó una risita.

Pero ella espero, al igual que su hermano; sin embargo, al pequeño Kou se le olvidó poco a poco, pues no estaba tan emocionado como su melliza.

De modo que nada pasó; pero Gou seguía insistente, quería ser una hermana mayor y de este modo, siempre que le preguntaban algo, ella siempre pedía una naranja y se la daba a su papá; Tsumori la miraba, pero se abstenía a decir algo, aunque Takoe le preguntará.

-Papi, toma, te la regalo.- sonriente y feliz, la pequeña le extendió la mano hacia Rei y para su desgracia, era esa fruta que ya detestaba.

-Hah… Gou, oye, ¿puedo preguntarte algo?- suspiró y la niña volteó.- ¿Por qué… me das tantas de estas?- dijo refiriéndose a la fruta.- Sé que son fuente de vitamina C… pero no estoy enfermo de gripe; ¿podrías decirme, por qué me las tengo que comer?- se cruzó de brazos.

-Es…- la sonrisa de la pequeña rubia, se fue desvaneciendo y también suspiró.- Es que quiero una hermanita…- bajó la mirada y movió en círculos su pie derecho y llevándose ambas manos a la espalda.

-Bueno… supongo que eso tenemos que hablarlo con tu otro papá, cuando llegué… pero… ¿por qué la naranja?

-Ah… es… es que…- su rostro se tiñó de un rosado tenue.

-Papi le dijo que nosotros veníamos en una naranja.- contestó Kou, quien salía de la cocina.- Él nos contó que tú te comiste una y entonces… entonces… ¿Qué pasó después, Gou?- preguntó dulcemente a su hermana.

-Te creció la pancita.- sonrió ella.

-…………… - parpadeó atónito; el pelirrojo no podía creer tal cuento… debía admitir que era un relato original y brillante, pero…

-Ya estoy en casa.- justo entonces, llegó Tsumori.

-¡Papá!- gritaron emocionados los niños

-Justo mis niños favoritos.- abrazó felizmente a sus hijos.

-Tsumori.- Rei interrumpió el momento de los tres niños.- Tenemos que hablar.- dijo en tono serio, pero no molesto.

-¿Hice algo malo?- preguntó sonriente el rubio.

-Uhm… no.- rió el pelirrojo de manera escandalosa.- Más bien, es algo que le dijiste a tus hijos.- dijo entre risas.- ¿Cómo rayos se te ocurrió un relato tan original acerca de su concepción?

-Ya te lo contaron, ¿verdad?- apenado, pero sonriente y ruborizado, cuestionó el pediatra.

-Podría decirse.- sonrió.- Pero hay algo que quieren decirte, ¿cierto, Gou?- miró a su pequeña rubia; quien era idéntica a su gran amor.

-Sí.- asintió con entusiasmo.- Papi… quiero una hermanita.

-Ah… respecto a eso; papi tiene algo que decirles, anda Rei.- miró al pelirrojo.

-Ni se te ocurra; es tu cuento y tú tendrás que decirles.- caminó directo a la sala para continuar leyendo.- Yo tengo trabajo.

-Bien… ¿les parece tomar un baño mientras les explico?- le preguntó a sus mellizos.

-¡Sí!- sonrieron los niños, corriendo al baño.

-Más te vale que no les inventes algo tan increíble.- llegó el pelirrojo por detrás, sosteniendo de manera tan romántica, el mentón del rubio, para así besarlo.- Yo también quiero pasar tiempo contigo.- volvió a besarlo; pero los niños llegaron de momento, interrumpiendo; de modo que ese beso pasional tuvo que ser pospuesto.- No se tarden.- advirtió sonriente y a cambio recibió dos risitas.

-Sí, papá.- dijeron al unísono, entrando así al baño.

-Creo que Gou, sí va a tener a su hermana.- sonrió el rubio, recibiendo a cambio, un leve empujón.- Bien, no me tardo.- rió.

-Hah…- suspiró el pelirrojo, sonriente y tomando el libro de nueva cuenta para volver a leer.- Te amo, Tsumori.- murmuró.

 

Notas finales:

Digan que opinan y si les interesa conocer la historia de ambos... bueno, muchas gracias por pasar a leer.


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