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Una incómoda duda infantil por Neko_Elle

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Notas del capitulo:

Les agradezco mucho la aceptación a esta historia, por lo mismo, decidí agregar un capítulo más a este fic.

¡Gracias!

Un paso más.

Como ya se había hecho costumbre, era de noche, así que lo que iluminaba el lugar era el brillo de algunas velas a lo lejos y la luz estelar que los bañaba en una noche sin luna. Se encontraban sentados uno al lado del otro. En realidad, esa reunión había sido espontánea, no como las anteriores. Se habían quedado a descansar luego de su entrenamiento y así, se les hizo de noche.

- Degel- le llamó Kardia con una voz extraña, ocasionalmente salía esa voz, como un extraño desajuste "ya te está empezando a cambiar la voz" le había dicho Manigoldo mientras se burlaba. Llevó su mano a su garganta como si así pudiera ajustar mejor su voz.

El francés suspiró, sabía porque lo llamaba. Era para hacerle notar algo que había notado hace varios minutos atrás: era de noche, estaban solos y en un lugar apartado. Volteó a varias direcciones, asegurándose que en verdad se encontraban solos y sonrió. Una expresión que conforme avanzaba su entrenamiento, se presentaba con menos frecuencia. Ambos se acercaron y unieron sus labios, Kardia generalmente cerraba sus ojos antes de unirlos y disfrutaba de las sensaciones. Por otra parte, Degel los cerraba hasta que sus labios hacían contacto y disfrutaba ver el rostro de Kardia de esa forma: esperándolo. Sin embargo, algo dentro de él le decía que no debía dejarse llevar demasiado por la llamarada que era Kardia.

Degel sabía que a Kardia le gustaba acercarse a él cuando se besaban, no estaba muy seguro del motivo. Por su parte, Kardia estaba cierto de que Degel gustaba de mantener una cierta distancia, detestaba que el francés complicara demasiado las cosas sencillas, pero esa parte suya tampoco la odiaba completamente. El de hebras azuladas pasó sus brazos por detrás del cuello del francés, tratando así de disfrutar más de la caricia que se propiciaban con sus bocas.

En un movimiento brusco, el griego jaló a Degel un poco hacia sí, no quería ser solo él quien parecía desear ese beso, así que quiso que sus posturas estuvieran más "centradas". Por el jalón brusco, Degel apoyó momentáneamente su mano en el muslo de Kardia, quien dio un pequeño brinco por el inesperado toque y dejo salir un sonido distinto a los que usualmente hacía. Degel sintió de algún modo que estuvo mal ese pequeño accidente, pero no retiró su mano, de hecho, le dio una leve caricia, tratando de calmar esa ansiedad. Kardia suspiró entre el beso y mordió a los labios que estaban atrapados entre los suyos mientras un estremecimiento hacía presa su cuerpo. El futuro santo de acuario dudó si debía alejarse, así que detuvo el beso, sin embargo, el agarre de Kardia le impidió volver a su posición inicial.

- Ese sonido fue nuevo- señaló Degel, tratando de calmar el ambiente y mientras se pasaba la lengua en donde le había mordido el muchacho que aun parecía agitado.

- Bueno, no esperaba que me pusieras tu mano en el muslo- se defendió, sin soltarlo totalmente.

La piel en el rostro de Kardia lucía enrojecida y ligeramente humedecida, Degel se percató entonces de que podría tener algo de fiebre, pero su actitud no señalaba eso del todo. Kardia estaba sonriendo algo incómodo, como avergonzado, lo cual era extraño en él. Prácticamente su forma de vivir era olvidarse de la vergüenza, el miedo y la paciencia, y solo hacer las cosas. Así que esa nueva timidez era diferente.

- ¿Te sientes mal? - se aventuró a preguntar.

- N-no- dijo nervioso- se alejó un poco del francés. Flexionó la pierna izquierda, como poniendo una barrera entre ellos y apoyó su brazo en ella de manera horizontal. Respiró profundamente, pues estaba un poco agitado y necesitaba normalizar su respiración. Degel inmediatamente bajó la mirada y notó que Kardia se cubrió un poco más.

- ¿Acaso tú…? - no terminó la pregunta.

- Y-ya había escuchado de otros cadetes que estas cosas pasan- trató de defenderse por alguna razón desconocida para él, ya que Degel no le estaba atacando. El francés de ojos azules suspiró y trató de apartar la pierna que el griego había colocado como barrera entre ambos- ¡¿Qué haces?!- exclamó incómodo, pero finalmente permitiendo que el francés tuviera una vista directa de su "problema". Desvió la mirada para evitar enfrentar la de Degel.

- ¿Es la primera vez que te pasa? – inquirió. Como siempre, incluso si era un accidente, Kardia terminaba metiéndolo en problemas e incomodidades, aunque no por ello lo demostraría. El griego dudó, pero finalmente respondió:

- Es la primera en algo como esto- aseveró. Luego, suspiró pesadamente y se disculpó sin estar muy seguro del porqué- L-lo siento.

- Tranquilo. Es normal - coincidió, notando aun el inconveniente que parecía sentir el muchacho- ¿Pasa algo?

- ¿No te importa? - le preguntó directamente.

- Después de todo lo que me has estado pidiendo ¿esto te inquieta? - preguntó el francés. Es decir, sabía que eventualmente esa situación llegaría de una u otra forma. Con ello se convenció de que en realidad el muchacho no parecía tener mucha consciencia de la petición que había hecho, sintió que tuvo razón de llevar las cosas con un ritmo "lento".

- No es eso- dijo evidentemente avergonzado y sin saber cómo continuar.

- Será mejor que paremos aquí.

- Sabía que te incomodaría- dijo Kardia entre apenado y molesto, pero sentía que no podía culpar del todo a Degel.

- Simplemente mírate, estás agitado – pegó su frente a la de Kardia, cuya expresión se volvió un poema- Y aunque no tienes fiebre, tu temperatura corporal subirá al hacer esto.

- ¿Entonces qué hago con esto? - preguntó señalando su parte baja.

- Creo que podrás pensar en algo por tu cuenta- dijo poniéndose de pie y no queriendo dar mucha apertura a prestarse para tal situación.

Degel suspiró mientras se preguntaba por qué parecía ser que Kardia siempre lo metía en situaciones así. Sin embargo, recordó las palabras de Manigoldo "¿Hubieras preferido que yo le enseñara?" al tiempo en que veía el rostro azorado en su compañero. Soltó otro suspiro, pero aun mayor que el anterior, le tendió la mano y le dijo:

- Vamos, esta clase de cosas no puedo enseñártelas en este sitio tan abierto.

Kardia se sorprendió al ver la expresión de Degel, después de todo, no se veía muy seguido a ese muchacho con un semblante ruborizado y decidido al mismo tiempo. Por inercia, tomó su mano y se dejó guiar a donde fuera que lo llevase.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Al siguiente día, Manigoldo estaba hablando con los dos revoltosos: Kardia y Dohko. Como siempre, buscaban los tres en qué entretenerse, incluso cuando Manigoldo ya había conseguido su armadura, se daba ocasionalmente el tiempo de hacer bullicio con ellos. Simplemente los tres eran imparables juntos, por lo que generalmente trataban en el santuario que hubiese una cuarta persona que los vigilara, ya que controlarlos era imposible. Mientras charlaban, Kardia giró ligeramente su cabeza para preguntarle algo a Dohko, Manigoldo observó algo interesante. Bufó y lo sujetó con un movimiento veloz y le despojó de la bufanda roja que siempre llevaba como accesorio.

- ¿Es eso lo que creo que es, larva? - dijo en son de burla.

Por su parte, el futuro escorpión lo vio confundido, no sabía de qué hablaba, lo cual, quedó reflejado completamente en su rostro.

- Esa marca en tu cuello- señaló- Eres un niño muy precoz ¿no?

- ¿Cuál marca? - preguntó llevándose la mano instintivamente a la susodicha zona.

- Justo esa- dijo con una sonrisa pícara.

- ¿Cuál marca? - preguntó ahora Dohko, que no la había alcanzado a ver.

Manigoldo forzó a Kardia a retirar su mano, dejando expuesta aquella marca rojiza en su piel.

- ¿Qué te pasó? - preguntó Dohko con curiosidad.

- ¡Sssh! - le calló el mayor- ¿Quién fue? – se apuró a preguntar muy interesado. A lo que el más joven, unió algunos puntos y comprendió qué pasaba.

- ¿Cuál marca? - volvió a preguntar el griego. Lo cierto era que él no había visto ninguna marca. Pero se dio una idea de quién podría haberla hecho, considerando la sesión que tuvo con Degel la noche anterior.

El italiano ensanchó su sonrisa de oreja a oreja, ahora sí convencido de que el muchacho tenía pista de qué pasaba.

- ¿Qué estás haciéndole a ese recluta, Manigoldo? - llegó de pronto el candidato a la armadura de piscis.

- Alba, ¿cómo estás? - dijo soltando y dejando caer al griego.

- No has contestado mi pregunta- insistió.

- Solo charlábamos un poco- dijo acercándose al recién llegado. Sin poder evitarlo, llevó su mano hasta un mechón de cabello del muchacho- ¿Cómo le haces para tener el cabello tan suave?

Albafica chistó molesto ante el comentario, pero sabía que Manigoldo lo hacía por fastidiarlo, así que trató de no darle importancia, aunque sí le dio un manotazo para que dejara su cabello en paz.

- Kardia ¿verdad? - se aseguró mientras el griego asentía- ¿Estás bien?

- ¿Y qué te traer por mi templo? – intervino de nuevo el santo de cáncer para obtener nuevamente la atención del futuro santo de piscis.

- Básicamente me enviaron de chaperón- comentó no muy contento.

- ¿Lamento las molestias? - su sonrisa ladina se presentó.

- Si tanto lo sientes deberías comportarte, Manigoldo. Ya eres un santo dorado- Dijo con algo de severidad el atractivo joven. En tanto, Manigoldo suspiró con fastidio ante el sermón.

- Deberías relajarte un poco. Por cierto, solo estábamos charlando sobre en dónde se metió Kardia ya que trae una marca sospechosa en el cuello.

- ¿Marca? – preguntó asomándose- Parece un moretón- afirmó algo indiferente.

- No lo es- afirmó Manigoldo con la misma sonrisa ladina de antes.

- ¿Y qué es entonces? - preguntó sin apuro. Después de todo, era común que todos ahí tuvieran más de un moretón en el cuerpo debido a sus entrenamientos.

- En serio deberías salir más de la casa de piscis- le comentó- Aunque te puedo enseñar qué es y cómo se lo hicieron.

- Yo quiero saber cómo se hacen- dijo de pronto Dohko, quien pese a ser el más joven, parecía ser el único que le seguía el ritmo a Manigoldo.

- ¿Cómo se hacen? - preguntó Albafica no muy convencido de querer saber la respuesta. Manigoldo se le acercó, le tomó del antebrazo y volteó breves momentos a ver al par de chicos más jóvenes.

- Solo se los voy a mostrar una vez- luego volvió su vista a Albafica, le sonrió y le dijo- No va a pasarte nada, así que solo déjame terminar y no vayas a molestarte. Esto probará tu valor- le retó.

Ante la mirada atónita de los 3 muchachos, se llevó el antebrazo de Albafica a los labios. El de hebras celestes trató de zafarse por la incomodidad y al verse imposibilitado, colocó su mano sobre la cabeza de Manigoldo, tratando de alejarlo de esa forma. Albafica sintió una fuerte succión en aquella zona de su piel y continuó forcejeando.

- ¡¿Qué crees que haces?! ¡Suéltame! – soltaba frases como esa de tanto en tanto, mientras Kardia observaba comprendiendo que en efecto, la marca que decían sí había sido hecha por Degel y Dohko sonreía intrigado.

- ¿Con esto se prueba el valor de alguien? – inquirió Dohko no muy seguro del anterior reto de Manigoldo. Pero sus palabras tuvieron un efecto en Albafica, lo cual era defender su honor y permitir que el santo de cáncer terminara, después se encargaría de vengarse.

- ¿Qué están haciendo? - llegó de pronto Aldebarán, notando la conmoción.

Cuando llegó, vio a Dohko con los ojos abiertos como platos tratando de ver o aprender lo que sea que estuviera viendo, Kardia tenía la cara roja con una sonrisa pícara y su bufanda no estaba en su cuello, el cual tenía una marca extraña. Luego, su mirada pasó a Albafica quien tenía una expresión azorada y su brazo estaba extendido, en el antebrazo estaba Manigoldo haciendo…

- En serio ¿Qué crees que haces, Manigoldo? - repitió su pregunta, pero con algo más de severidad.

Manigoldo se alejó rápidamente de Albafica y alzó las manos, como quien trata de no verse culpable, pero obviamente, logrando el efecto contrario.

- Respondiendo preguntas- se excusó. Aldebarán giró su rostro con suspicacia y procedió a preguntar.

- ¿Qué clase de preguntas? - dijo mientras veía el cuello de Kardia y el brazo de Albafica.

- …- hubo un silencio incómodo por parte de todos los presentes. Es decir, ¿por dónde podrían empezar a explicar?

- Manigoldo, no puedes solo estar repartiendo marcas de propiedad a todo aquel que se te cruce.

- ¿Qué? - preguntó Kardia.

- ¿Marcas de qué…? – inquirió serio Albafica.

- ¡Pfff! - Dohko comenzó a reírse, ya que sabía desde el inicio, pese a ser el más joven ahí, qué era lo que Manigoldo estaba haciendo.

- Oh…- Aldebarán se golpeó la frente con la palma de la mano. Suspiró cansinamente y anunció- Chicos, tenemos que tener una conversación urgente.

Luego de una hora llena de curiosidad, explicaciones y preguntas incómodas, Albafica le dio un puñetazo en la cara a Manigoldo por haberle dejado una marca de propiedad y para colmo en un lugar tan visible, tendría que comenzar a usar calentadores para cubrirla. Dohko, simplemente quedó satisfecho con la información, gran parte ya la tenía, otra parte le sirvió para complementar. Por otro lado, Kardia comenzó a comprender varias cosas, entre ellas, el hecho de que el "siempre sereno y frío" Degel fuera una persona celosa. Así como también, el motivo por el cual posiblemente cada día, el francés detenía los avances cuando se ponían más "serios".

Suspiró.

- Entonces- abordó Aldebarán- ¿No fue Manigoldo quien te hizo eso también a ti, Kardia?

- N-no- dijo desviando la mirada. No es que importara, pero, aun así, algo le decía que no era tan bueno que todos se enteraran de lo que él y Degel habían estado haciendo.

- Te lo dije, solo se la hice a Albafica ¿cómo iba a hacerle eso a un enano como él? –dijo, aunque enseguida sintió la mirada severa de Albafica querer atravesarlo.

- ¿Quién fue?

- No es asunto tuyo- dijo irreverente mientras mordía una manzana que anteriormente le había dado el mayor. Aldebarán y Manigoldo compartieron una mirada de complicidad, mientras que Albafica y Dohko una de confusión.

- No es malo, enano- le aseguró el santo de Tauro- Solo asegúrate de ser responsable.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Un par de días después, Manigoldo vio a Degel que iba a cruzar por su templo, se había enterado por boca de Kardia que Degel comenzaría a ayudar a Sage con la lectura de las estrellas. Bufó sin poder evitarlo cuando notó que Degel tenía un chupetón muy escandaloso en el cuello.

- ¿Te atacó una sanguijuela? – lanzó.

Degel no respondió, sin embargo, a Manigoldo le dio la impresión de que esa pregunta lo enorgulleció, ya que se asomó en su rostro una mueca que asemejaba una sonrisa, caminó un poco más erguido e infló el pecho sin darse cuenta.

Fin de la 1era parte.

Notas finales:

Nos veremos con el resto, en otra historia :)

Agradezco mucho el apoyo!!!! (º3º)/ <3


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