Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

The City Of The Dead ^Nueva Verción^ por Demonio_Nocturno

[Reviews - 61]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Aunque le aburría estar con todos los demás, no hacía nada para irse ya que ahí se encontraba el chico que ocupaba sus pensamientos la mayor parte del tiempo y ahora era más su inquietud, consecuencia de lo que aquel niño había hecho. Nunca se imaginó que le daría un beso o que lo abrazaría y menos que le haya dicho que podía confiar en él. Ciertamente eso fue lo que más le conmovió, que quisiera escuchar todo lo que atormentaba su mente y su alma, pero a la vez lo hacía sentir débil.
− ¿Podemos hablar a solas? –dijo una voz algo nerviosa e incluso se podía decir que el dueño de esta, estaba algo asustado por el liguero temblor de su voz.
− ¿Para qué? –pregunto con su típico tono brusco.
−Para aclarar algo que vi –respondió dejando de lado su típica cobardía para enfrentarse al ser que más daño le había hecho en la vida.
−No tengo nada que aclarar.
−En ese caso le diré a Ikki que vi como Shun te abrazaba e incluso te dio un beso, para ver qué opina –hablo con algo de temor por enfrentar así al pelinegro pero era la única forma en la que podía hacer que este lo escuchara, además de que el alcohol en su organismos le había dado algo de valor.
Hades iba a reclamarle pero el ver como Orfeo se disponía a ir con el peli azul para contarle lo que había visto, lo hizo pensarse dos veces el negarse a hablar con él y sin siquiera permitirle hablar, lo jalo del brazo y lo llevo un poco alejado de los demás para poder aclararle que no era nadie como para andarle pidiendo explicaciones ni mucho menos para amenazarlo. No era que tuviera miedo de Ikki sino que sabía que si este se enteraba de lo que Shun había hecho, no dejaría al menor ni respirar y eso le dificultaría el poder acercársele.
−No juegues conmigo Orfeo –gruño molesto lo cual hizo dudar al más bajo pero ya no quería seguir siendo el débil del grupo, él quería demostrarle a todos que podía ser valiente así que retomo su valentía perdida y lo miro a los ojos−. No sé a qué estás jugando pero te dejare muy en claro que no debes meterte conmigo –levanto su mano dispuesto a golpear al peli celeste pero su mano nunca llego a tocar su rostro.
−No estoy jugando –dijo decidido, alejando la mano del peli negro ya que el motivo por el cual no había podido pegarle había sido porque Orfeo detuvo su mano con la propia−. Y ya no dejare que me intimides ni me golpees –aclaro sin desviar la mirada.
Aunque eso molesto de sobremanera a Hades tenía que reconocerle la valentía que mostraba en esos momentos, pero aun así no se dejaría intimidar por alguien tan débil como lo era Orfeo a quien odiaba más que a nadie, o eso era lo que se decía así mismo y a los demás ya que desde que empezó todo eso, se había puesto a recapacitar y a pensar cual era el motivo por el cual lo trataba tan mal si este nunca le hizo nada. 
− ¿Qué es lo que quieres saber? –pregunto apretando los dientes por verse acorralado por alguien más débil.
− ¿Cuáles son tus intenciones? –respondió con otra pregunta.
El silencio se volvió incomodo pero Orfeo sabía que no debía presionar a su hermano ya de por si se estaba arriesgando en pisar terreno peligro como para todavía meter presión. Era mejor darle tiempo a que pensara en su respuesta y a que asimilara el que ya no le tenía miedo, aunque más bien era producto del estado etílico en el que se encontraba.
−No sé porque lo preguntas si es demasiado claro –dijo sin mucho ánimo.
La respuesta dejo confundido al peli celeste y al ver su expresión, Hades suspiro arto así que decidió responderle sin rodeos.
−No creas que solo me quiero aprovechar de Shun –gruño−. Lo que quiero es algo serio con el –soltó molesto por tener que exponer sus sentimientos.
Orfeo sonrió complacido y eso desconcertó al más alto y no tuvo que preguntar debido a que en su rostro se formaba una pregunta muda y el de mirada celeste decidió responderla.
−Shun es un chico muy ingenuo en muchos aspectos y no me gustaría que sufriera, así que quería saber qué era lo que querías con él –aclaro más calmado.
Él sabía que Hades hablaba enserio cuando le dijo que quería sinceramente al hermano menor de Ikki y si en sus manos estaba poder ayudarlo para que se acercara al menor, le ayudaría ya que, aunque Hades lo negara, ellos eran hermanos y los hermanos se ayudaban y se apoyaban.
−No te preocupes, yo te ayudare a acercarte a Shun sin que Ikki se meta –dijo viéndolo a los ojos sintiendo que el piso se le movía.
Hades se desconcertó y su expresión de asombro y duda lo delato.
− ¿Por qué habrías de hacer eso? –pregunto aun sin entender el comportamiento del otro.
−Porque eres mi hermano y quiero que tengas un poco de felicidad en este infierno.
Orfeo sabía que al decir esas palabras haría enojar al peli negro.
−No veo en que me puedas ayudar –respondió cruzándose de brazos.
El más bajo noto que Hades no le había gritado cosas como “No somos hermanos” o “No eres nada mío, solo eres un bastardo” y eso lo desconcertó pero decidió no indagar y mejor enfocarse en cómo ayudar a su “hermano”.
−Lo principal es que te acerque más a Shun, cuéntale algo o simplemente hablen de sus aficiones –dijo poniendo una expresión pensativa.
Hades suspiro resignado después de todo el único que podía ayudarle en esos momento era Orfeo y tampoco estaba muy dispuesto a que más personas supieran como se sentía respecto a Shun. En eso estaba pensando cuando bajo la vista y noto que el pantalón del peli celeste estaba empapado de algo oscuro que parecía sangre y recordó que este estaba herido y muy posiblemente la herida se había abierto.
−Orfeo deberías atenderte esa herida, está sangrando –hablo sacando de sus pensamientos al otro.
− ¿Eh? –respingo y luego llevo su mirada a su pierna y efectivamente estaba sangrando pero no había sentido ya que sentía adormilado el cuerpo entero−. No me di cuenta –dijo llevando su mano a su pierna−. Tendré que pedirle a alguien que me ayude con esto. Soy torpe con eso de las curaciones –dijo más para sí mismo−. Le diré a Aiacos –suspiro y le dio la espalda a Hades para empezar a caminar pero fue detenido por su hermano.
−Si sigues moviéndote, empeoraras las cosas –hablo autoritariamente e incluso se podía decir que lo estaba regañando, algo que nunca había hecho, solo lo insultaba o cosas así, pero nunca lo regaño, solo cuando eran niños.
Sin esperar a que el que tenía enfrente dijera algo, lo tomo en brazos cargándolo de forma nupcial y lo llevo adentro del bus donde ya había algunos chicos durmiendo y otros simplemente platicaban. Las miradas estaban puestas en los recién llegados, pero no hicieron comentario alguno para no tener problemas; por su parte Hades camino hasta el fondo y deposito con cuidado al peli celeste en los asientos del fondo los cuales estaban desocupados.
−No te muevas iré por algo para desinfestarte la herida –ordeno sin verlo a la cara y rápidamente se alejó empezando a buscar entre las cajas algo que le sirviera.
Orfeo no dijo nada y simplemente obedeció, pocos minutos después regreso Hades con una venda y lo que parecía agua oxigenada o algo para desinfectar.
−Quítate el pantalón –dijo mientras dejaba lo que traía a un lado de Orfeo quien estaba sonrojado por la orden recibida−. Apúrate –se le quedo viendo y noto que estaba sonrojado−. No puedo creer que te avergüences –suspiro irritado y volvió sobre sus pasos solo que esta vez fue al lugar donde se sentaba Orfeo y agarro su maleta para después dársela−. Cúbrete con algo.
Orfeo agradeció todo lo que estaba haciendo por él, así que decidió no darle más dolores de cabeza y obedeció, se quitó el pantalón y con una sudadera que saco de su maleta, se cubrió dejando al descubierto la parte de su pierna que estaba vendada y dicha venda estaba empapada de sangre. 
−Ya –dijo para que Hades volteara debido a que este le dio la espalda para darle privacidad y aunque el más bajo no se había dado cuenta, también lo había hecho para que los que estaban en el autobús y estaban despiertos, no se les ocurriera voltear a espiarlo porque, aunque no quisiera admitirlo, le molestaba que vieran con deseo a Orfeo.
Hades no dijo nada y simplemente se dispuso a atender la pierna herida pero una duda abarco sus pensamientos y aunque no era su costumbre indagar en temas que no fueran sobre su persona o de alguien de interés, y a pesar que siguiera negándoselo, empezaba a preocuparse por aquel a quien había hecho daño sin descanso y por primera vez quiso saber más de él y quiso intentar ser su hermano y no su verdugo.
− ¿Por qué estás muy apegado a Aiacos? –pregunto mientras empezaba a vendarlo.
La pregunta lo tomo por sorpresa pero respondió lo primero que se le vino a la mente para no hacerlo esperar y que se molestara.
−No lo sé, creo que porque fue el único que me escucho cuando no tenía a nadie.
No era mentira, Aiacos había sido el único amigo, aparte de Pandora, que Orfeo había tenidos desde que empezó a vivir en la casa de su padre, junto a Hades y su prima.
−Pero, ¿Por qué lo preguntas? –interrogo dirigiendo su mirada al peli negro quien estaba arrodillado terminando de ponerle la venda.
−Por nada –fue su seca respuesta−. Ya termine, puedes ponerte algo que no te quede muy ajustado para que no vuelva a sangrar.
Aunque lo mejor era que no usara nada para evitar algún percance, no permitiría que Orfeo anduviera solo en bóxer ya que no sabía qué clase de cosas le harían dado que la mayoría había estado tomando y eso lo hizo pensar en que sería mejor si se quedaba al pendiente por cualquier cosa que ocurriera.
−Gracias.
Una vez que se puso algo cómodo se levantó y fue hasta su lugar para dejar su maleta y tomar asiento para dormir, y unos minutos después Hades tomo asiento al lado de él sin importarle si alguien ya se sentaba ahí.
− ¿Pasa algo? –pregunto confundido.
−No –respondió secamente− ¿Debería pasar algo para decidir sentarme aquí?
−Es que no me lo esperaba –confeso en un susurro sintiéndose adormilado.
Hades ya no respondió y solo se puso a analizar qué es lo que estaba haciendo pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando sintió cierto peso sobre su hombro. Al voltear vio que Orfeo ya estaba durmiendo y su cabeza había quedado recargada contra su cuerpo, él solo suspiro pero no lo movió de su cómoda posición sino que lo cubrió con la manta que tenía tratando de no despertarlo; una vez terminada su tarea se dispuso a dormir pero sintió la mirada de alguien puesta en su persona y eso lo molesto así que abrió los ojos en busca de él, o la dueña de esa mirada y se encontró con los esmeraldas ojos de Shun, quien acababa de subir al bus dispuesto a dormir pero al ver a Hades y a Orfeo, se sorprendió y no pudo evitar mirarlos algo sorprendido.
−Yo… disculpa si te moleste –dijo nervioso por verse descubierto.
−No es nada –respondió dejando de lado su irritación inicial.
Shun le sonrió dejando de lado sus nervios y como vio que todos estaban durmiendo a excepción de ellos dos, pensó que sería mejor hablar afuera para no molestar a los demás y se lo hizo saber a Hades quien acepto y con cuidado se levantó acomodando al dormido Orfeo sin despertarlo lo cual enterneció a Shun. Una vez afuera, fueron a un lugar donde nadie los viera, mucho menos Ikki quien seguramente obligaría al menor a regresar al bus.
−Me alegra que tú y Orfeo se estén llevando bien –soltó Shun de la nada adornando su rostro con una cálida sonrisa−. Siempre estaban distanciados aunque dicen que son hermanos.
Shun no sabía si esos rumores eran verdad o solo eran rumores y esto dado a que el aun no entraba a la preparatoria además de que su hermano nunca le contaba nada de otros que no fueran sus amigos, e incluso de ellos tampoco hablaba mucho ya que decía que no quería mortificarlo con algo ajeno a él, pero Shun tenía curiosidad y ese era el momento para averiguar si Hades y Orfeo eran hermanos. Además nunca le pudo preguntar a Pandora porque esta decía que no quería hablar nada que tuviera que ver con su familia.
−Yo no sé si realmente son hermanos –continuo−, pero sí lo son, deberían llevarse bien –dijo mirándolo a los ojos, agrietando las barreras que Hades había hecho para no verse afectado con ningún sentimiento.
Aunque esa habilidad de Shun, de destruir sus defensas, lo hacía interesarse más en él, también lo aborrecía por saberse expuesto, pero supuso que si quería lograr algo con Shun, tenía que abrirse con él y contarle lo que guardaba en lo más recóndito de su ser y que pensó nunca hablarlo con nadie, hasta ese momento.
−Esos rumores son verdad –aclaro haciendo una pausa−. Orfeo y yo somos medios hermanos por parte de padre, yo soy mayor que el por un par de meses.
− ¿Entonces eso quiere decir que tu padre engaño a tu madre? –pregunto asombrado y a la vez se notaba un deje de tristeza por la confesión escuchada.
−Sí. La madre de Orfeo era su secretaria o algo así –confirmo−. Cuando mi madre se enteró se fue dejándonos, yo tenía solo unos meses de haber nacido y mi padre no tuvo mejor idea que llevar a esa mujer y a su hijo a vivir a la casa haciéndola pasar como mi madre –explico sin mucho interés.
−Pero si tú y Orfeo tienen la misma edad, ¿Cómo es que ocultaron eso? –pregunto confundido.
−Dijeron que éramos gemelos mellizos y por eso no nos parecíamos. Era algo que pensaban desmentir cuando fuéramos mayores pero yo descubrí la verdad cuando apenas tenía 10 años y desde entonces he tratado mal a Orfeo aun cuando su madre murió hace tres años.
− ¿Quieres hablar de eso? –pregunto Shun−. Mi hermano dice que es más fácil llevar la carga entres dos.
Hades se debatía entre si decirle o no, pero finamente decidió contarle y con un asentimiento de cabeza le hizo saber que estaba dispuesto a contarle algo tan íntimo.
 
 
En el jardín de una hermosa y grande casa, se encontraban jugando un par de niños de 10 años; uno de ojos y cabellos celestes mientras que el otro tenia cabellos negros y ojos jade; los dos niños tenían 10 años y eran hermanos mellizos aunque muchos lo dudaban ya que la diferencia física era muy grande sin decir que la emocional era enorme. El mayor de los dos, Hades, era un niño callado y meticuloso además de que era muy reservado y callado llegando a ser indiferente con aquellos a los que no quería cerca, mientras que por su parte, Orfeo era un niño alegre, amigable y dulce además de obediente y algunas veces era muy sensible.
Hades y Orfeo se llevan bien, más que hermanos parecían los mejores amigos y el menor era al único a quien Hades le permitía acercársele tan íntimamente además de que era al único que le demostraba que podía llegar a ser amable y cariñoso. Ellos no necesitaban otra cosa más que estar juntos para sentirse completos.
−Hades hoy va a venir Pandora para jugar con nosotros –dijo Orfeo con su voz infantil mientras atrapaba la pelota que su hermano le había lanzado.
Pandora era la hija de su tío por parte de su padre, y era un año menor que ellos pero rara vez la podían ver ya que el padre de esta, viajaba mucho y como había quedado viudo cuando su esposa dio a luz, la llevaba consigo oponiéndose rotundamente a que alguien cuidara de su pequeña.
−Espero que esta vez se quede más tiempo –respondió recibiendo la pelota−. La última vez solo se quedaron un día.
−Papá dice que la dejaran quedarse por una semana en lo que nuestro tío arregla algo.
−Ya veo –fue su única respuesta dando por terminado el tema.
Los dos siguieron jugando pero en eso Hades decidió detener su juego abruptamente, desconcertando al menor.
− ¿Sucede algo? –pregunto el peli celeste.
−Voy a preguntarle a mamá si nos dejan ir al parque cuando llegue Pandora y así no nos aburrimos –respondió dando media vuelta.
Orfeo solo se quedó en su lugar a esperar a que su hermano volviera para saber si los dejarían ir al parque.
La madre de Orfeo era una mujer muy parecida a él y aunque Hades no era su hijo, lo cuidaba como si lo fuera. Quería a los dos y los cuidaba sin hacer menos a alguno de los pequeños y eso había ayudado mucho a seguir manteniendo el secreto.
Hades camino rápido mirando por todos lados para ver si veía a su madre pero por más que busco no la encontró así que solo le quedo ir al despacho de su padre y antes de que pudiera, siquiera, tocar la puerta para anunciarse, escucho la voz de su madre. Se le escuchaba muy alterada e incluso se podía decir que aterrada de algo.
Aunque el peli negro no acostumbraba escuchar platicas ajenas, el saber que algo había alterado a su madre a tal punto, lo intrigaba y por un momento pensó que su padre le había hecho algo pero después escucho la voz de este y tal parecía que le reclamaba a alguien más.
−No puedes hacer eso, el ya no es nada tuyo.
Dijo su padre muy molesto dando un puñetazo a lo que seguramente sería su escritorio.
−Claro que es algo mío, yo le di la vida.
Respondió la voz de una mujer.
Hades se preguntó de quien estarían hablando y aunque las dudas empezaron a embargarlo, decidió oír más antes de sacar sus propias conclusiones.
−No lo es, tú lo abandonaste cuando aún era un bebé así que no puedes venir e intentar arrebatarlo de nuestro lado.
Se escuchó la voz de su madre y tal parecía que estaba llorando o estaba a punto de hacerlo.
−Solo vengo por lo que me pertenece.
−No hables de mi hijo como si fuera un objeto.
Rugió el único hombre que se encontraba en el despacho.
−Él es mi hijo así que exijo que le hablen ahora mismo.
−No lo haremos y más vale que desaparezcas de nuestras vidas.
−Entonces iré a buscarlo yo misma.
Se escucharon los taconazos y antes de que Hades pudiera dar media vuelta siquiera, una de las puertas dobles, se abrió dejando ver a una mujer muy hermosa de cabellera negra y ojos rojos que llamaban mucho la atención; era muy parecida a Hades a excepción de los ojos ya que este había sacado los de su padre. La mujer al verlo sonrió triunfante y sin pensárselo dos veces lo abrazo sacando así de sus pensamientos al menor quien trato de alejarse, pero la mujer no cedía.
−No rehúyas de mí, mi pequeño –dijo la extraña restregándose contra Hades quien estaba más que molesto por la osadía de esa mujer, ni sus padres hacían eso.
−Suelta a mi hijo –grito molesta la madre de Orfeo, acercándose para bruscamente apartar a la desconocida, de su hijo.
Una vez que la peli negra recupero el equilibrio encaro a la peli celeste y sin importarle nada, revelo aquel secreto que ocultaban a los menores.
− ¿Tu hijo? Por favor no me hagas reír, él no es tu hijo –vio que el que anteriormente había sido su pareja, trataba de callarla pero ella continuo−. Es hora de que sepa quién es su verdadera madre.
−Cállate –grito el oji jade mayor−. No tienes derecho a destruirle la vida.
−No me callare, él debe saber la verdad –respondió en voz alta−. Hades, ellos te han estado engañando, esa mujer –apunto a la peli celeste−. No es tu madre, es mas no es nada tuyo. Ella solo es la zorra por la que me cambio tu padre.
El ambiente se tornó pesado y cuando la peli negra iba a volver a hablar, la dulce voz de Orfeo se dejó escuchar. 
− ¿Por qué tardas tanto? –pregunto sin notar la presencia de la peli negra quien lo miraba con odio.
−Orfeo regresa al jardín –ordeno Hades con voz seria y en su rostro no se podía ver expresión alguna.
− ¿Qué pasa hermano? –pregunto desconcertado agarrándolo de la mano tímidamente.
Hades iba a contestar pero la verdadera madre de este hablo primero y como si de una víbora se tratara, inyecto su veneno.
−Él no es tu hermano, así que suéltalo –gruño separándolos y ahí fue cuando Orfeo noto a la extraña.
−Claro que es mi hermano, somos hijos del mismo papá y de la misma mamá –respondió enojado de que esa mujer dijera mentiras.
−Tal vez de padre, pero de madre no –sonrió−. Por tu culpa y la de tu madre, mi matrimonio se fue al demonio –se le quedo viendo−. Maldigo el día en que te engendraron.
Esas palabras taladraron en lo más hondo de su corazón pero aun así se negó a creerlas, aunque ahora todo tenía sentido. Porque Hades y él no se parecían en nada, porque sus padres a veces parecían ocultarles algo y porque con anterioridad habían recibido llamadas de amenaza por parte de una mujer que juraba ir por lo que era suyo.
−Ya me arte –grito la madre de Orfeo y sin pensárselo se fue encima de la peli negra repartiéndole golpes por haberse atrevido a destruir la vida de sus pequeños−. Yo soy su madre, porque yo los crie y los vi crecer desde pequeños y aunque Hades no haya nacido de mi vientre, es mi hijo así que no te les vuelvas a acercar.
El padre de ambos niños separo a las mujeres y como pudo saco a la madre de Hades no sin antes advertirle que la demandaría y pediría una orden de restricción para que no se pudiera acercar a ninguno de los dos menores. Por su parte los niños se habían ido de nueva cuenta al jardín y en ese lugar fue donde el tormento de Orfeo empezó.
−Aunque no tengamos la misma mamá, somos hermanos así que no te preocupes, aun te quiero y eso no va a cambiar –dijo Orfeo limpiándose las lágrimas.
Hades no respondió y su inexpresión no cambio, como si estuviera en un estado de shock. Orfeo al no obtener respuesta trato de abrazarlo pero fue empujado con brusquedad haciendo que calle al suelo, eso lo desconcertó ya que nunca había recibido tal negativa por parte de su hermano.
−Tú no eres nada mío –dijo con voz fría−. Ni tú ni esa mujer.
El menor no podía creer lo que acababa de escuchar y las lágrimas reflejaban que le había dolido escucharlas.
−No digas eso –suplico aun en el suelo.
−No quiero que te me vuelvas a acercar y desde ahora en adelante tienes prohibido decir que eres mi hermano ¿Entendido?
−Pero…
−Pero nada –interrumpió−. Recuérdalo bien. Tú y yo no somos nada –repitió lentamente con frialdad.
No espero a recibir respuesta alguna y simplemente se fue dejando a Orfeo llorando desconsoladamente por la tristeza que sentía en esos momentos y esa no sería la última vez que sería rechazado por su hermano, ni tampoco sería la última vez que lloraría por ello.
El tiempo paso y las cosas no cambian; Hades aún seguía odiando a la madre de Orfeo y a este hasta el punto de hacer que ellos abandonaran la casa. Su padre se opuso pero la peli celeste pensó que sería lo mejor y junto a su hijo se fueron.
Orfeo veía a su padre cada fin de semana y las cosas iban bien pero un buen día la madre del chico fue atropellada por un conductor en estado de ebriedad, cuando iba por él a la escuela y lamentablemente murió. Lo que más le dolió al peli celes era no poder hablar con ella por última vez.
Dado que Orfeo aún seguía siendo menor de edad, su custodia se le fue dada a su padre y tuvo que volver a la casa pero esto a Hades no le gusto e hizo de todo para impedirlo aun así sus esfuerzos no lograron nada y resignado acepto aunque eso no quería decir que lo aceptaría como hermano y eso lo dejo muy en claro desde el primer día.
 
El funeral había sido rápido y solo acudieron amigos íntimos de la difunta mujer siendo este sido su último deseo, ese y que Orfeo fuera a vivir con su padre. 
−Ve a tu habitación y descansa un poco –dijo el hombre a su hijo quien estaba callado y se le veía sumamente deprimido.
El peli celeste no dijo nada y solo obedeció pero en medio del pasillo se encontró con quien menos quería ver en esos momentos y como no quería pelear opto por ignorarlo y pasarlo de largo pero fue detenido bruscamente del brazo.
−No te atrevas a ignorarme –rugió Hades y se le veía molesto.
−Suéltame por favor –dijo Orfeo con voz apagada.
−No creas que la tendrás fácil –aclaro−. Me encargaré de hacerte la vida miserable.
− ¿Por qué? –pregunto con la voz rota−. ¿Por qué me odias tanto?
−Porque eres hijo de esa mujer que destruyo el matrimonio de mis padres y ocasiono que me dejaran como a un perro.
−En todo caso debes culpar a tu madre por dejarte –grito molesto y herido−. Ella fue quien te iba…
No pudo continuar ya que una cachetada que le hizo voltear el rostro, lo hizo callar.
−No hables de lo que no sabes –lo soltó y se dispuso a marcharse pero se detuvo−. Ojala hubieras sido tu quien muriera así al menos ellos ya no tendrían nada que los uniera.
El tono que utilizo para decir aquellas palabras, había sido frio e hiriente. Después de terminar de hablar se fue dejando a su hermano con el alma destrozada.
Esa noche Orfeo se la paso llorando y el dolor combinado con las palabras de Hades, hacía que su mente lo torturara. Sin ponerse a pensar en nada, se levantó de la cama y fue hasta uno de los cajones del armario para sacar una navaja, regalo de su padre, y con el objeto en las manos, regreso a la cama.
−Ya no quiero sentirme así –dijo poniendo el filo en su muñeca y sin miramientos corto su piel ahogando un gemido de dolor mientras las lágrimas recorrían sus mejillas−. Ya no quiero sufrir –volvió a hablar mientras cortaba la otra muñeca−. Ya no me quiero sentir solo.
Se acostó dejando que la sangre manchara su ropa y las sabanas; poco a poco empezó a adormilarse y justo antes de que cerrara los ojos, su padre entro y al verlo semi inconsciente y con las muñecas cortadas, fue hacia él y lo cargo en brazos para llevarlo lo más rápido posible a un hospital. Los médicos actuaron rápido, pero dado a que las heridas habían sido profundas, había perdido bastante sangre y como consecuencia, la vida de Orfeo estaba en peligro.
Milagrosamente lograron salvarle pero quedo internado en el hospital por una semana entera y cuando le dieron el alta, lo mandaron con un psicólogo para así poder ayudarlo a salir de su depresión aunque durante los primeros meses continuo provocándose heridas y no se dieron cuenta de ello sino hasta que un amigo se le hizo extraño que siempre llevara suéteres o camisas de manga larga y cuando trato de descubrirle los brazos, noto que tenía cicatrices de cortadas pasadas y otras más recientes así que le dijo al padre de Orfeo y este lo obligo a decirle todo. El motivo por el cual seguía lastimándose era porque Hades lo torturaba mentalmente diciéndole que era mejor que muriera y cosas así pero no se atrevió a delatarlo.
Un año fue sometido a tratamiento médico para tratar su depresión pero lo que verdaderamente lo ayudo a salir de esta, fue la ayuda de Aiacos, amigo de Hades, quien desde que lo vio noto su tristeza y sin importarle que los demás se opusieran, empezó a hablarle. Aiacos lo hacía reír y de vez en cuando lo invitaba a salir sin importarle el que Hades se molestara diciéndole que era su vida y que él podía elegir con quien hablar y con quien no; gracias a los medicamentos y a la ayuda de Aiacos, Orfeo se recuperó gradualmente, pero mientras siguiera cerca de Hades, no podría salir de su depresión por completo, aunque al menos ya no se lastimaba.
 
 
−Yo soy el causante de todo el sufrimiento de Orfeo –dijo Hades sin atreverse a ver a Shun a los ojos.
− ¿Estas arrepentido? –pregunto de la nada desconcertando al mayor y eso lo noto así que volvió a preguntar− ¿Estas arrepentido de lo que le has hecho a Orfeo?
Hades se quedó callado analizando la pregunta y no era que fuera complicada sino que lo complicado era responderla. Después de unos segundo se decidió por responder.
−No sé si lo estoy –confeso−, sé que lo he herido y en ratos me siento como una basura por hacerlo pero por otros el orgullo me gana.
−Si ustedes eran tan cercanos, ¿Por qué no intentas que lo vuelvan a ser?
−No es tan fácil.
−Si lo es –regaño−, que tú lo quieras complicar es distinto –tomo aire y hablo más calmado−. Deja tu orgullo de lado y habla con él. Pídele una disculpa de corazón y demuéstrale que quieres volver a esos tiempo en los que eran felices.
Las palabras del menor lo hicieron pensar sobre hacerlo o no.
−Lo pensare.
−Eso es algo –dijo regalándole una sonrisa−. Por el momento ya no lo hieras más.
Repentinamente se vio envuelto en un abrazo muy cálido.
−Sé que tú no eres malo y sé que si te dieran una oportunidad, cambiarias.
Hades no sabía que hacer o decir así que solo opto por devolver el abrazo sin importarle si alguien los veía, pero su abrazo fue disuelto cuando escucharon los gritos de los demás integrantes del grupo. Los dos chicos voltearon  ver de donde provenían los gritos y lo que vieron los dejo en shock.
El bus se  estaba alejando, con una gran parte de sus amigos dentro, dejando a los otros ahí y sabían que no volverían ya que no era Hilda quien iba manejando.
 
Notas finales:

Por alguna razón me gusta hacer sufrir a Orfeo, pero realmente quiero que Hades le pese la culpa en su momento por eso me ensaño con mi pequeño

Bueno no vemos el Sabado bye


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).