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The City Of The Dead ^Nueva Verción^ por Demonio_Nocturno

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−Me siento un poco mal por lo que está pasando con tus amigos –dijo Chronos mientras jugaba con uno de los celestes mechones de cabellos de Orfeo−, si te sigues portando bien quizá y los salve –continuo mientras una de sus manos acariciaba la pierna del adolescente la cual estaba expuesta debido a la vestimenta que llevaba.
Chronos había decidido vestir a Orfeo como si de un chica se tratara, aunque más que eso, lo vestía como una muñeca y aunque el peli celeste había tratado de negarse, no podía; ahora era como una simple muñeca sin voluntad debido a una droga que le había administrado y aunque era consciente de lo que pasaba a su alrededor, de las sensaciones y de mas, no podía controlar su cuerpo. Realmente era ya una simple muñeca no solo por el físico sino también por dentro, pues no podía hacer nada sin que se le fuera ordenado, como si de un zombi hablaran.
No.
En definitiva era mejor ser un infectado.
− ¿No te gustaría tener más compañía? Si quieres puedo traer a uno de tus amigos para que te haga compañía –siguió jugando con el largo cabello mientras Orfeo permanecía inmóvil sentado en su regazo−. Creo que tengo a alguien perfecto para traerlo contigo.
−Señor, el joven Minos sigue causando problemas y ahora está de necio en querer llevarse a uno de los chicos de prueba –informo uno de los guardias quien había entrado a la oficina de Chronos sin anunciarse antes, pero este lo paso por alto porque si el problema tenía el nombre de Minos, la cosa era grave.
−Ese maldito mocoso –gruño molesto−, y para que quiere llevarse a uno de los experimentos.
−No es a uno de los experimentos, sino a uno de los chicos que acaban de llegar y que fue llevado a la zona de cuarentena para empezar las pruebas.
−Ya se de quien hablas –dijo fastidiado−. Muy bien dejen que se lo lleve, si con eso se queda quieto puede quedárselo como su juguete.
−Se lo diré de inmediato.
−Espera, dile que venga y que traiga consigo a aquel chico.
−Como usted ordene.
El hombre salió de la oficina dejándolos nuevamente solos.
−Yo planeaba dejarte como compañía a ese chico rubio de nombre Shaka pero con tal de que Minos se esté en paz, dejaremos que otro tome su lugar –informo mientras metía una de sus manos bajo el vestido que usaba Orfeo, acariciándolo descaradamente.
Pasados unos minutos la puerta fue abierta estrepitosamente dejando ver a dos adolescentes, uno de cabellos platas y otro de cabellos celestes. El primero tenia firmemente agarrado al más bajo mientras que este trataba, con la poca fuerza que le quedaba, de zafarse pero no obtenía resultado alguno así que decidió guardar sus energías para cuando necesitara defenderse de aquel psicópata que tenía el rostro del que, por unos instantes, fue su pareja.
−Aquí estamos –hablo Minos entrando sin pedir permiso−. Agradezco el regalo pero, ¿Para qué me pidió que lo trajera?
−Solo quiero darle algo –respondió mientras sacaba una jeringuilla de uno de los cajones del escritorio−. Eso servirá para que deje de dar tanta pelea –se levantó asiendo que Orfeo también lo hiciera.
Afrodita no había reconocido a su amigo por dos motivos, el primero porque estaba vestido como una chica y el segundo motivo fue porque no estaba prestando atención en quienes se encontraban en la oficina, solo había querido quitarse de encima a Minos quien desde que lo había ido a ver, se había comportado muy extraño y ahí se dio cuenta que nuevamente había sucumbido ante la locura y muy probablemente ya no podría traerlo de vuelta como la vez anterior.
− ¿Qué es eso? –pregunto asustado al ver como acercaban aquel objeto a su brazo.
−No es necesario –interrumpió Minos−, no necesito a una muñeca.
−No es una petición, es una orden o de lo contrario volverá a la zona de cuarentena.
Minos dirigió su mirada a los ojos de Chronos y sonrió ladinamente como si estuviera planeando algo y eso no le agrado al mayor ya que sabía que aquel chico era peligroso.
−Mi señor, le pido que deje a Dita tal como está –soltó con fingido respeto lo cual molesto al peli blanco−. No quiero tener a una muñeca que solo sigue órdenes y que no tiene la voluntad de resistirse, eso es demasiado aburrido.
Chronos gruño molesto por lo arrogante y atrevido que era Minos pero decidió dejar pasar su conducta y cumplir su capricho, todo con tal de tenerlo ocupado hasta que encontrara la forma de tenerlo bajo control y bajo sus órdenes. El problema radicaba en que al momento de someterlo a esa experimentación, no pensó que se le saldría de control a tal grado y en tan poco tiempo.
−Está bien, pero si algo pasa, tú serás el único responsable y tu cabeza será la que va a rodar.
−Estoy al tanto de eso, pero se cómo tener contenta a mi novia –dijo con burla.
− ¿Qué le ha hecho a Orfeo? –pregunto el de mirada celeste tratando de soltarse del agarre de Minos pero este lo sujeto con más fuerza hasta el punto de hacerlo gemir de dolor.
−Él está bien ¿No es así? –respondió mientras le hacía una señal a Orfeo para que se acercara−. Como puedes ver, solo está algo inconsciente y no puede hacer nada por voluntad propia.
− ¡Son un par de malditos locos! –grito cegado por la ira− ¡Suéltame maldita sea! –forcejeo pero no obtuvo resultado−. Que me sueltes he dicho –gruño y esta vez dio un codazo logrando así que Minos lo soltara por el golpe recibido y el cual no se esperaba.
Afrodita tomo a su amigo del brazo y salió corriendo casi arrastrándolo y dado que ninguno de los otros dos se esperaba eso, reaccionaron cuando el par ya se había ido.
−Minos, ve por ellos ahora mismo o de lo contrario hare que te encierren junto a los experimentos –ordeno Chronos colérico con Minos quien había soltado a Afrodita.
−Yo no sigo ordenes de nadie y más vale que dejes de sentirte superior porque soy capaz de cortarte la garganta ahora mismo –amenazo con la mirada clavada en el mayor mientras sacaba la navaja que siempre cargaba con él.
−Sabes que saldrás perdiendo así que más vale que obedezcas.
−Si yo caigo, tu caes conmigo –dicto y se le fue encima tratando de cortar su cuello pero debido a que, aun a pesar de su apariencia, Chronos tenía más fuerza, solo logro cortar su mejilla, aun así no se dio por vencido y continuo forcejeando hasta que fueron interrumpidos por Radamanthys quien iba a dejar unos documentos.
−Más vale que sueltes esa navaja –ordeno el rubio apuntando su arma a la cabeza del oji ámbar.
−Tu ganas –dijo soltando el arma para seguidamente levantarse.
−Radamanthys, ordena que busquen a Orfeo y a ese tal Afrodita –hablo Chronos levantándose−. Y también ordena que encierren a Minos.
− ¿No sería mejor terminar con él de una buena vez?
−Si logro controlarlo, podrá ser de mucha ayuda.
−Has de querer que te mate para ordenar mi exterminio –dijo burlón el pelilargo mientras arreglaba sus ropas−. Rada, más vale que te apures si no quieres que realmente se escapen.
El rubio llamo por radio a más hombres quienes se encargaron de llevarse a Minos a una habitación donde seria aislado hasta que Chronos encontrara la forma de controlarlo. Otra parte del personal, se dispuso a buscar a los adolescentes quienes habían aprovechado el alboroto de ese par para poder correr lo más lejos que podían y para esconderse, mientras buscaban la forma de salir de aquel lugar.
−Necesitamos llegar a esa puerta sin ser vistos –dijo Afrodita para sí mismo mientras observaba la entrada de la cocina, donde había una puerta trasera y la cual no estaba custodiada.
Todo eso lo sabía ya que cuando Minos lo había ido a ver, tuvo un momento de lucidez y le explico cómo escaparse, además de que le entrego su arma y dijo que había dejado una mochila con algunas provisiones en dicha cocina.
−Sé que él estará bien –suspiro y cuando vio que el pasillo estaba desierto, tomo a Orfeo de la mano nuevamente−. Vamos− dijo y corrió lo más silenciosamente posible.
Aunque estuvieron a punto de ser vistos, lograron llegar a la cocina y una vez ahí tomaron la mochila que Minos le había dejado y se escondieron en una habitación donde guardaban la despensa. Este lugar era amplio y con poca iluminación además de que los estantes de comida les ayudaban a esconderse cuando algunos de los uniformados, se acercaban para revisar si no estaban ahí.
−Solo debemos esperar hasta el anochecer que es cuando menos guardias hay y si piensan que nos hemos ido, será más fácil esquivarlos.
A pesar de que Orfeo no le contestaba, Afrodita sabía que lo escuchaba en sus ojos podía verlo, sabía que cuando el efecto de lo que sea que le habían dado, pasara volvería a ser el mismo de antes.
−Solo espero que no nos encuentren antes.
Pasaron todo el tiempo escondidos descansando y recuperando fuerzas, más Afrodita quien era el que se veía realmente cansado, también comieron o al menos eso intentaron dado que el que estaba consciente, no podía probar bocado sin que el estómago se le contrajera por los nervios y Orfeo simplemente no podía hacerlo por sí mismo. Después de un largo rato la noche callo y lo supieron porque escucharon a algunos guardias hablar de que a pesar de haber buscado todo el día, no los habían encontrado y que ahora les sería más difícil debido a que había anochecido.
−Muy bien, es hora de irnos.
Salieron sigilosamente de la habitación checando que nadie se encontrara en la cocina y una vez que el peli celeste que estaba consciente, trabo la puerta fueron hasta la otra puerta la cual los conduciría hasta el patio trasero, pero lo que más se les dificultaría, seria encontrar la forma de pasar la alambrada que estaba alrededor del lugar, además de que había varios hombres armados que patrullaban y lo peor era que el lugar estaba más alumbrado de lo que había imaginado.
−Si nos descuidamos, seremos vistos –dijo Afrodita soltando un suspiro−. Bueno en todo caso, si nos quedamos aquí parados nos encontraran, así que es mejor correr antes de que eso pase.
Volvió a tomar la mano de su amigo y corrió ocultándose en la oscuridad para tratar de llegar a unos arbustos y dado que las instalaciones quedaban en las afueras de la cuidad, el terreno era desigual y había mucha naturaleza lo cual ayudaría en su huida. Una vez que se volvieron a ocultar, esperaron a que fuera seguro salir pero cuando se disponían a hacerlo, Afrodita sintió algo metálico en su nuca y un escalofrió recorrió su cuerpo mientras soltaba un respingo por el miedo de haber sido descubierto.
− ¿Adónde planeabas ir sin mí? –pregunto la persona que permanecía detrás de ellos y quien sabía que ese par aún permanecía cerca, ya que había sido él quien le había dicho a Afrodita, que hacer.
− ¿Minos? –llamo con un temblor en la voz que denotaba el miedo que sentía.
−No deberías irte sin mí, cariño –dijo con burla−. Yo fui quien te dijo como escapar ¿Y me pagas dejando me atrás? –agrego serio lo cual provoco que unas lágrimas de puro terror, recorrieran las pálidas mejillas del peli celeste.
− ¿Qué haces aquí? –pregunto con la voz entre cortada.
Afrodita no era de los que tuvieran miedo por cualquier cosa, pero cuando Minos había bajado a verlo, trato de atacarlo con una navaja, la misma que ahora chocaba con su nuca y cuando le habían negado el llevárselo, le corto la garganta a un doctor y una enfermera sin consideración alguna y con esa mirada que lo había hecho temblar hasta el grado de caer arrodillado al suelo. Realmente le aterraba estar cerca de aquel chico que antes le había dicho que lo amaba y lo había besado demostrando que sus palabras eran sinceras, pero que ahora atentaba contra su vida.
−Vine por ti, después de todo no quiero que me dejes solo y tú tampoco lo quieres ¿Verdad? –respondió mientras se acercaba para abrazarlo por la espalda y cuando lo tubo contra su cuerpo poso su arma en el cuello ajeno−. Responde, ¿Verdad que no quieres alejarte de mi lado? –pregunto con tono exigente mientras apretaba más el filo de la navaja contra la piel de Afrodita.
−Suéltame –pidió en un sollozo.
−Pero si así estoy muy cómodo.
El cuerpo del peli celeste, estaba temblando además de que las lágrimas no paraban de salir de sus cristalinos ojos.
−Minos te lo suplico, regresa –dijo en un hilo de voz.
−Pero aquí me tienes cariño.
−Tú no eres Minos, él a pesar de ser molesto y hasta insoportable, nunca se atrevió a lastimarme ni mucho menos trato de matarme –soltó elevando un poco más la voz.
El más alto iba a hablar pero sintió un fuerte golpe en la cabeza, el cual lo obligo a soltar a su víctima para sujetarse dicho lugar notando que esa zona estaba húmeda.
−Maldición.
Afrodita volteo rápidamente al sentirse liberado y vio que Orfeo tenía entre sus manos una piedra de gran tamaño con la cual había golpeado a Minos, aunque su mirada seguía igual de apagada y no tenía ninguna expresión, seguía siendo aquel muñeco pero había logrado tomar control de su cuerpo por un momento para poder ayudarlo.
−Demonios, los voy a matar a los dos y tendré sus lindas caras enmarcadas en un cuadro para colgarlo en mi habitación –rugió Minos tomando con fuerza la navaja llendo hacia Orfeo, quien no se movía de su lugar.
Todo había pasado rápido que ninguno de los tres sabía o comprendía como habían quedado en ese estado. Minos yacía en el suelo con el hombro derecho ensangrentado debido a que Afrodita le había disparado en dicho lugar mientras que este estaba frente a Orfeo, sirviéndole como escudo pero esto poco duro ya que de repente cayó al suelo arrodillado mientras se sujetaba el costado izquierdo, donde sobresalía el mando de la navaja de Minos.
El otro peli celeste seguía inmóvil pero con la poca fuerza de voluntad que había recuperado al ver tal escena, tomo nuevamente el arma en sus manos y dio un segundo disparo el cual fue a parar en la pierna izquierda de Minos para que así no pudiera seguirlos. Una vez que dejo inmóvil al adolescente, ayudo a su amigo a levantarse y dado que el ruido de los disparos llamo la atención, se lo llevo lo más rápido que pudo para poder llegar a la alambrado y cuando estuvieron ahí, lo ayudo a trepar para seguidamente hacer lo mismo; al caer al suelo, escucharon que varios uniformados se acercaban y dado que la orden era regresarlos sin una herida, no dispararon.
−Corre yo los distraigo –ordeno el herido−, solo te hare ir más lento y así ninguno de los dos saldrá de aquí, así que vete y cuando estés con los demás diles que no vayan a donde planeábamos ir, que es una trampa.
Al escuchar aquellas palabras y al ver que Afrodita hablaba enserio, sintió que su mente volvía a tomar control total de su cuerpo así que camino hasta su amigo para ayudarlo a levantarse y seguidamente se puso a correr junto con este para poder alejarse lo más que pudieran de aquel lugar. Pero debido a que iban más lento de lo normal y a que los tipos que los estaban siguiendo, venían en camionetas tipo militar, los estaban alcanzando, aun así no se darían por vencidos y siguieron corriendo hasta que una de esas camionetas se les puso enfrente tapando su camino y ahí fue cuando sintieron que todas sus esperanzas se esfumaban.
Del vehículo bajo aquel sujeto que hasta el momento los seguía y quien pensaban, habían dejado atrás, pero esta vez se le veía como antes de que fuera a parar ahí.
−Orfeo súbete y vete, llévate a Afrodita lo más lejos que puedas y encuentras a los otros –hablo Minos mientras tomaba en brazos al ya inconsciente chico−. Sé que tu antes tomabas clases de manejo y anqué no los terminaste, debiste aprender lo básico, así que apúrate y sube.
−Pero…
−Pero nada, en la parte de atrás hay cosas que les servirán a los demás, también hay una radio y no te preocupes que sacare al resto de ahí.
−No digas eso cuando sabes que volverás a comportarte como un psicópata –regaño con tristeza−. Mejor ven con nosotros y una vez que encontremos a los demás, vendremos por los que faltan.
−No puedo poner en riesgo a los demás, así que obedece y vete de una maldita vez.
Esta vez Orfeo no pudo decir nada mas ya que se veía a lo lejos, las luces de las camionetas que se acercaban y sin poder hacer nada más, subió al vehículo y se fue, dejando atrás a Minos quien se escondió para que nadie se diera cuenta que había sido el quien los había ayudado a escapar.
−Ahora solo falta ver cuánto tiempo de lucidez tengo y así poder sacar al resto –dijo para sí mismo sabiendo que no tenía mucho tiempo antes de que su mente sucumbiera otra vez.
 
Orfeo siguió manejando hasta que el sol comenzó a asomarse; no sabía hacia dónde dirigirse o como encontrar a sus amigos pero aun así no se detuvo a pensar pues su prioridad era irse lo más lejos que pudiera de los laboratorios. 
−Duele.
Se escuchó la débil y adolorida voz de Afrodita quien había permanecido dormido en todo el trayecto que llevaban.
−No te muevas o volverás a hacer que sangre la herida.
Durante la noche, Orfeo había atendido la herida del otro y le fue de ayuda el botiquín que había encontrado, pero aun así seguía abierta y aunque no era de gran tamaño, se necesitaba que la cosieran para asegurar que serrara pronto.
− ¿Orfeo? –pregunto sorprendido− ¿Cómo es que tú?
−Minos nos ayudó –interrumpió sin desviar la mirada de enfrente.
−Me alegro de que regresaras a ser tú nuevamente.
 − ¿Tienes alguna idea de donde pueden estar los demás?
−Supongo que cerca de donde estábamos.
Los dos guardaron silencio pero no porque no tuvieran tema de conversación, sino porque uno de ellos tenía una pregunta y el otro lo sabía, pero no quería hablar de eso.
− ¿Ese tipo te…?
−No quiero hablar de eso –interrumpió apretando el volante lo cual indico al otro que realmente algo malo le habían hecho.
−Orfeo, no tienes que callártelo
−Te dije que no quiero hablar de ello, así que no insistas –rugió frenando de golpe pero al escuchar el gemino de dolor de su amigo se arrepintió−. Lo siento Dita.
−No te preocupes estoy bien.
−No quiero recordarlo –soltó de repente con la voz quebrada por el llanto suprimido.
Afrodita, al verlo así supuso lo que le habían hecho y sintió que la rabia invadía su cuerpo, pero no dijo nada, solo lo abrazo y dejo que este llorara hasta que se sintiera mejor, pero sabía que por más que lo hiciera, el recuerdo que había sido marcado a fuego en su mente y cuerpo, nunca lo dejaría. 
−Lo odio −grito aferrándose más a quien le servía como soporte−. Me siento tan sucio, me da asco solo de recordarlo –siguió, sintiendo que el aire le faltaba.
−No estas sucio –hablo Afrodita con las lágrimas amenazando con salir−. No te pongas así, todos nosotros te ayudaremos y más Aiacos, quien de seguro es el más te está buscando.
−Me va odiar y me repudiara al igual que Hades.
−No digas eso, él te apoyara y te ayudara a salir adelante –dijo mientras acariciaba su cabeza−. Él te quiere como no tienes idea, se le nota en la mirada. Y con respecto a tu hermano, él es un idiota pero sé que no te culpara de nada porque tú eres la víctima.
−Yo quería que el fuera el primero, pero ese maldito me arrebato lo único que podía ofrecerle –se aferró con más fuerza−. Y Hades ya de por si me odia, ahora sí no querrá saber nada de mí.
Afrodita sabía que el destrozado chico tenía sentimientos hacia Aiacos ya que este mismo se lo había dicho y también sabía que el miedo que sentía de ser rechazado aún más por su propio hermano. 
Se sintió mal por escucharlo hablar así y no pudo imaginarse como se debía sentir en ese momento.
−Eso no le importara, él te quiere mucho así que ya no pienses en ello y mejor apurémonos  a buscarlos y veras que tengo razón.
No quiso agregar nada con respecto al peli negro porque sabía que los temores del destrozado chico, tenían fundamento, pues este ya de por si era odiado por Hades.
Orfeo se separó y limpio las lágrimas que empapaban sus mejillas para después regalarle una sonrisa.
−Tienes razón, él me ayudara a olvidar eso –suspiro−. Gracias.
−No tienes que agradecer.
Después de un rato, volvieron a ponerse en marcha en busca de sus amigos para que pudieran rescatar a los que se habían quedado atrás y para hacer pagar al causante de todo ese infierno y aunque fueran solo una bola de adolescentes tenían lo que Minos les había dado, que era una, no muy grande pero si suficiente, carga de armas que tendrías que aprender a utilizar para tomar revancha por el daño sufrido y confiaban en que podrían hacerlo.
 
Notas finales: Algo tarde pero aqui esta el capitulo de hoy, espero les guste nos vemos el sabado

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