Camino a Best-Seller
Capítulo Dos
—El final que da el principio—
Los minutos pasaron vertiginosamente, regresando en el tiempo puedo acordarme de beber té, comer una rebanada de pastel y rematar con golosinas, entre ellas pockys y la nueva barra de chocolate con trozos de tocino, que no sabe tan mal como su nombre lo aparenta. Todo acompañado con el exclusivo entretenimiento de ver a Sasuke escribir el final de su novela como tocara una hermosa y armoniosa sinfonía.
En un momento me tomé el descaro de escudriñar cada rincón de su estrecho apartamento, cada centímetro de sus 10x10 metros cuadrados. Lo que llamaría la atención en esa caja de concreto barato sería la falta de personalidad, cualquier indicio de que Sasuke vivía en ese lugar era inexistente, fácilmente podría ser el hogar de mi vecino, o de cualquier otra persona que no sea Sasuke. De hecho uno esperaría fotos familiares, pero nada de nada. Para una persona con semejante imaginación como la de Sasuke, impactaba el lienzo en blanco donde vivía. Sin duda, Sasuke Uchiha era una fascinante y enigmática persona que ansiaba descubrir.
Un fuerte golpe del teclado marcó el punto final de la sinfonía.
—Terminé, gracias por esperarme —dijo con la respiración agitada.
—Tranquilo, podías tomarte todo el tiempo que quisieras —intenté decir con la boca llena de papas fritas, esperando que Sasuke me entendiera.
—Ya, entonces dejo que lo leas —se levantó de la silla cediéndome lugar, dejó la pequeña sala en busca del baño, y yo comencé a leer.
Aparentemente se enjugó la cara y buscó algo frío para tomar, entró al poco tiempo con una toalla rodeando su cuello y la lata de soda contra la mejilla.
—¿Y bien? ¿Qué tal estuvo el final? —preguntó al sentarse sobre la cama.
¿Recuerdan esa sensación de su corazón acelerándose cuando dieron su primer beso? ¿O esas mariposas en el estómago al subirse por primera vez a un avión y despegar al cielo? Se me ocurren cientos de ejemplos para darles y ninguno de ellos podría acercarse lo más mínimo a la sensación que sentí al leer el final de la extraordinaria novela. Claro, no podía decirle nada de esto a Sasuke, en primera porque alimentar su ego podría ser contraproducente, y en segunda porque es muy largo de explicar, y raro… sobre todo raro.
—Estuvo bien —dije con el corazón cabalgando a mil por segundo. La mescolanza de emociones se amotinaba contra mi pecho.
—¿Es lo suficientemente bueno para gustarle al director Hatake? —preguntó con los ojos llenos de curiosidad.
—No puedo hablar por él, pero sin duda es un final digno de la historia que creaste —no podía ser tan bueno con él en una relación editor-escritor. Al diablo con eso, nunca hice esto por profesionalismo.
—Me tranquiliza escucharlo —exclamó aliviado.
—Pero antes de presentárselo al director, debemos hacer correcciones al borrador —giré la computadora dejándole ver la pantalla.
—¿Correcciones? Pensé que estaba bien…
—Y lo está, recuerda que ahora trabajas para nosotros, y en Konoha el bien no es publicable, debe ser perfecto o acercarse lo mayor posible. —Señalé un renglón con el dedo, —en esta parte el lector puede confundirse con los kanjis. —Pasé mi dedo a otro renglón, —y aquí repites una palabra creando cacofonía, y en esta parte…
Sasuke prestó atención y extrema curiosidad a cada detalle mencionado, igual a un alumno y maestro. Por sus expresiones me pareció apreciar admiración y sombra de encanto. Al terminar de resaltar un error y pasar a otro, él decía ‹‹entiendo›› y asentía con la cabeza.
—Sabes demasiado, Naruto, ¿alguna vez fuiste escritor? —preguntó fascinado tras la sesión de corrección.
—Eh, no… prefiero leer a escribir —respondí avergonzado, no me esperaba semejante halago. —¿Soy yo o pareces muy feliz al ser corregido?
—Lo estoy, nunca nadie se había tomado el tiempo y la molestia de leer mi obra con tanta profundidad.
—Es normal que un escritor no note sus propios errores, cuando otra persona los reconoce a simple vista, no es tan profundo como crees.
—Aun así, has sido muy amable conmigo desde el principio, siempre ayudándome y procurando mi bien estar.
Para, no digas más, Sasuke, o en esta situación yo… yo…
Me limité a darle las gracias, acto seguido comenzó a corregir todos y cada uno de los errores puntualizados anteriormente, llegando a extremos de cambiar renglones enteros y darles una perspectiva nueva. Yo estuve a su lado, tal vez pensó que era para darle ánimos o supervisarlo, pero le realidad es que solo intentaba estar en contacto físico con él y oler su aroma. Mi impresión en ese momento fue que Sasuke se sentía cómodo con mi presencia.
—Oye, Sasuke…
—Hum —fragmentó una parte de su conciencia para responderme.
—¿Te molesta que esté tan pegado a ti? —aventuré conteniendo la respiración. ¿Puede que vaya muy rápido?
Sus tecleos cesaron repentinamente, pero continuaron tan rápido como se detuvieron, ¿A caso descartó otras respuestas antes de contestarme?
—No. —Respondió con excelsa calma, parecía una respuesta de molde hasta que agregó con voz suave: —Es tranquilizador tenerte cerca.
Abusando de la respuesta permanecí a su lado, solo despegándome de él al poner el punto final y exclamar ‹‹¡Ya está!›› aliviado.
Debo decir que la mejoría de la historia fue notoria, y no es porque yo haya influido en la estructura adecuando la escritura, se veía esfuerzo y cariño.
—Bien, esto es perfectamente publicable bajo el nombre de Konoha.
—Menos mal —dejó caerse de espaldas contra el suelo.
—Lo voy a imprimir. Toma tu merecido descanso.
El sonido de la impresora pasando hojas en blanco y plasmando tinta dándoles vida fue lo único que se escuchaba en el pequeño apartamento. Sasuke dormitaba tendido por completo sobre el suelo. Se veía tan indefenso en esa posición, si quisiera, podría ir sigiloso y ponerme encima de él, acercarme tanto que…
—Naruto, —dijo de repente. Pegué un pequeño salto y comencé a reconocer las hojas en la bandeja de la impresora para disimular mi agitación. Me sentía como un niño pequeño descubierto tras robar una galleta de la alacena. Me atreví a mirar sobre mi hombro.
—Dime —logré decir casi a la perfección con el corazón en la garganta.
—¿Irás a entregar el borrador hoy? —seguía tendido en el suelo con los ojos cerrados, inmerso en absoluta tranquilidad.
—Sí, aún debe leerlo Umino, y si le da el visto bueno es entregado al Director Hatake, a su vez, este si lo aprueba, comienza el largo y tedioso proceso para convertirlo en una novela hecha y derecha —golpeé el escritorio con el dossier intentando cuadrarlo sin dejar bordes irregulares. —Pero eso ya no te corresponde a ti.
—Ya veo —respondió parsimonioso, como si no le hubiera importado mi explicación. —¿Puedo pedirte un favor?
—Mientras esté dentro de mis posibilidades… —respondí irritado.
—¿Puedo ser publicado bajo un seudónimo?
—Es cierto que muchos escritores modernos acostumbran a publicar bajo seudónimos, pero genera muchas limitaciones cuando dependen de una editorial tan grande como lo es Konoha.
Sasuke impulsó su cuerpo hacia adelante, dejándose llevar por la inercia frenando a medio camino, quedando sentado con las piernas extendidas.
—No escribo por fama ni nada parecido —confesó, la seriedad en su rostro no permitió reclamaciones, además, viéndose tan lindo tampoco me dieron ganas. —Sería problemático que mi nombre apareciera en la portada.
—De acuerdo, lo comentaré con el Director —dejé doblegarme. —¿Ya pensaste en un seudónimo?
—NiponCold —si era un chiste su expresión decía lo contrario.
—¿Por qué? —pregunté usando el poco raciocinio hallado.
—Me gusta Japón y el frío —contestó lo más normal del mundo.
Resistí el impulso de golpearme la frente con la palma de la mano, al menos ya sabía dos cosas nuevas de Sasuke, de paseo lo llevaría dentro de Japón a un lugar frío. Las montañas, podrían ser, o simplemente le lance hielo a la cara.
—Me voy yendo —metí el borrador al maletín.
—Con cuidado —Sasuke se despidió tendido en el suelo nuevamente.
—Lo tendré… NiponCold —dije lo último en tono de burla, pero seguramente nunca captó el tono y la intención del comentario.
Abandoné el apartamento de Sasuke sintiéndome más completo que antes, sin duda nuestra relación comenzaba a estrecharse. Lo sentí, y estoy seguro que él también lo sintió, pronto estaríamos juntos.
Caía la noche cuando salí del edificio de Konoha, saqué mi celular de la chaqueta, abrí la agenda y deslicé mi dedo por la pantalla. Pasaba de la letra M cuando caí en la cuenta de que nunca le pedí su número telefónico a Sasuke.
—Debes estar bromeando —me dije en recordatorio de lo estúpido que era.
Emprendí el camino de regreso a su apartamento, la editorial lo citaba mañana por la mañana sin falta. De igual forma, deseaba verlo.
—Fin del Capítulo Dos—