Las puertas del metro se cerraron de par en par. Los chicos se encontraban dentro sentados uno junto al otro.
–Sigues siendo bueno –Confesó el mayor impresionado por su desempeño en la clase –Espera… ¿No era esta tu parada? –Lo miró.
–Sí –Contestó el pelinegro –Pero iré contigo.
El castaño se extrañó ante su respuesta.
–¿Por qué? –Así que no pudo evitar preguntar.
–Para estar más tiempo a tu lado –Sonrió el chico mostrando sus dientes.
Jimin aún no lo tenía muy en claro y por lo mismo quería asegurarse de que la historia fuera de esa manera. Se avergonzó antes de iniciar su pregunta jugueteando con sus manos mientras el menor lo observaba.
–¿Estamos saliendo?
Incluso la palabra saliendo le provocaba mucho nerviosismo.
–Así es –Soltó el menor nada avergonzado.
–Entiendo –Jimin intentó ponerse a la par y escondiendo su corazón acelerado con la respuesta.
Después de tranquilizarse, se quedó pensando durante algunos segundos antes de continuar.
–Entonces daré lo mejor de mí –Lo miró– Para divertirme –Devolviéndole una sonrisa.
Las cosas para el mayor estaban muy claras, así que intentaría vivir esa semana de ensueño de la que todo mundo hablaba viéndolo como un juego interesante. Sin embargo dentro de la mente de Jungkook las cosas eran diferentes y aunque intentó contradecir sus pensamientos se vio incapaz de corregirlo.
Llegaron a una nueva parada y el mayor se levantó para salir apresuradamente del lugar. Aún no le tocaba bajar porque estaba seguro que su casa se encontraba a dos estaciones más pero al mayor no pareció importarle porque salió casi corriendo.
A Jungkook no le quedó más remedio que seguirlo pero el chico ya estaba muy adelantado. Alcanzó a distinguir su perfil pasando cerca de una familia de transeúntes pero a Jungkook todavía le faltaba para llegar ahí.
–¡Park!
Había sido repentino pero cuando logró llegar a su altura tocó su hombro. Toque que lo hizo sentir una descarga eléctrica por todo su cuerpo haciendo que se paralizara mientras lo escuchaba hablar.
–Tengamos una cita, Jungkook.
Esa mirada le había transmitido mucho más que cualquier otra mirada durante las últimas semanas.
Y aún estaba ese pensamiento persistente del mayor, definitivamente las cosas no eran de la manera que Jimin imaginaba.
Lo que Jungkook estaba haciendo no era un juego.
Esta semana no era solo para divertirse, y le dio miedo porque si él llegaba a enamorarse de ese chico las cosas no resultarían como el quería.
–¡Oh! Me apetece un ramen –Dio un saltito ignorando los pensamientos del menor.
Jungkook quería decírselo, quería comunicarle que esto no era un juego.
Lo que él estaba haciendo no era por diversión.
Quería hacerlo.
–Vamos –Lo jaló del brazo.
Entraron a la tienda. Jimin lo soltó al instante pero el permaneció callado. El mayor pidió algo y como el no respondió, termino pidiendo dos porciones de lo mismo. Durante el tiempo que el chico comió él no había probado de los fideos.
–¿No te gusta? –Jimin preguntó desanimado.
–¿Eh?
El pelinegro por fin salió de sus pensamientos buscando con la mirada a su hyung.
–Has permanecido callado mucho tiempo –Dio un sorbido a su ramen.
Jungkook no le respondió no porque no quisiera, sino por sus palabras no salían de su boca y aunque odiaba la situación, su cuerpo no reaccionaba. Jimin dejó los palillos en la mesa molestó porque la actitud del menor no le gustaba nada.
–Lo odio –Jungkook lo miró –Odio que calles lo que te molesta.
Nunca tenía tapujos para expresar lo que sentía, un hecho que numerosas ocasiones le había provocado problemas.
–No es de esa manera –Miró hacia su plato intentando convencerlo o convencerse a si mismo.
–¿Entonces? –Acercó a su rostro lleno de curiosidad.
El aroma de Park Jimin le llegó a la nariz. Era dulce pero diferente a lo usual.
–¿No te gusta que sigan lo que quieres? –Contestó el pelinegro.
Para el menor las palabras sonaban inocentes pero Jimin no se lo tomaba de esa manera, así que no dudo ni un segundo para compartir sus pensamientos.
–No, ¿Dónde está la gracia de solo divertirme yo? –Hizo un puchero inflando sus mejillas.
Jimin entonces le pidió al de la tienda otra ronda más de fideos. El menor probó los suyos que ya se habían hinchado y enfriado un poco.
–Zapatos –Sonrió.
El pelinegro por fin había tomado una decisión.
–¿Eh? –Dijo con la boca llena de comida.
Era muy pronto admitirlo pero se veía adorable de esa manera así que Jungkook sonrió cuando lo vio así.
–Quiero comprar botas–
El mayor terminó de mascar para llenarse con nuevos fideos. Intentó apresurarse para complacer al chico y en menos de cinco minutos ya se había terminado el plato.
–¡Vamos! –Gritó emocionado.
Jungkook pensaba que aquel chico era tan diferente.
Su personalidad era muy voluble pero eso lo hacía interesante.
Su forma de tensar el arco, cuando sonreía o se enojaba y lo expresaba tan fácilmente.
Todas aquellas emociones de las que había sido testigo eran muy atrayentes.
Era extraño pero cada vez le era más difícil que apartara su mirada de él. El chico parecía tan emocionado escogiendo un modelo y luego otro para hacer que el se lo probara. Y en menos tiempo de lo que creyó, se dio cuenta que su presencia era cómoda de lo que había imaginado.
No salieron del lugar hasta que el atardecer había hecho su aparición. Jungkook lo invitó al cine cosa que el mayor aceptó gustosamente. Solamente compraron algunas bebidas porque habían quedado llenos del ramen y entraron a la primera función disponible.
Durante la proyección, Jungkook sintió un golpe seco en su hombro derecho. Volteó y evitó que Jimin se tirara el refresco encima, lo tomó con su mano libre intentando no despertarlo.
Su rostro de cerca era mucho más bello de lo que había imaginado. Las pestañas no eran tan largas como las suyas pero definían trazos suaves en su rostro. Al poco rato, Jungkook dejó de poner atención a la película recargándose en la coronilla del joven.
De esta manera ambos quedaron dormidos dentro de la oscuridad.