La mentada boda se acercó y ahí estaban los tres frente a la iglesia, en traje pues serían los padrinos en la boda de su mejor amigo después de robarse a la chica. El caballo los esperaba, Sasuke lo sostenía y ahora que lo pensaba no sabía cómo se había dejado llevar por aquel inepto que tenía como amigo. Quizá era la emoción de que su amigo por fin estuviera con aquella que le robaba el sueño, aquella que lo hacía vibrar y sonreír todo el día, aquella que por más que lo maltrataba, al final del día, siempre lo cuidaba. Aquella a la que su amigo amaba. Los vio correr sobre el pasillo de la iglesia con la sonrisa en los labios, Juugo detuvo al exnovio para darle más tiempo a su amigo de escapar, se subieron al caballo como pudieron y se fueron. Él y su otro amigo corrieron a su auto para alcanzarlos donde habían acordado que se casarían, y esa fue la primera loca aventura que hicieron juntos. Robarse a la novia. Se escuchó descabellado cuando Suigetsu lo comentó, pero ahora que lo estaban haciendo, la idea no parecía mala. Aún recordaba los nervios y la falta de aire cuando los vio correr hacía él por el caballo. Su estómago se revolvió en un cosquilleo que le provocó una sonrisa de felicidad, sus manos picaban por más que las apretaba para contrarrestar la sensación y por más que quería reprimir una risita, la dejo salir. Se sentía idiota.
Después de que hubiesen pasado tres años desde el matrimonio de su amigo, ahora estaba viendo correr a una pequeña niña de dos años por toda la oficina. Si lo que le gustaba de ese lugar era que todos parecían familia. Y qué decir de la gerente que parecía la mamá de todos, nadie supo en que momento Naruto la comenzó a llamar abuela y a ella le gustaba aunque lo negara. Pensaba que la mujer no era mayor de cuarenta pero al saber la verdad casi se queda sin ojos de lo impactado que quedo pues Tsunade se veía joven, de unos treinta y pico, su rubio cabello estaba muy bien cuidado y su cutis muy limpio. Una vez bromeando Naruto le dijo que si había vendido el alma al diablo y ella le contesto que sí. Nadie supo si era verdad o le siguió la broma.
Juugo se había enamorado de un chico un poco raro, pero igual serio. Ni él ni Suigetsu se imaginaron alguna vez a Juugo con un hombre pues antes decía que era un poco ortodoxo, y cuando quisieron bromear al aspecto él dijo que Kimimaro era el único hombre que lo hacía sentir algo, cursi, le habían dicho comenzando a reír, Suigetsu con aquella risa escandalosa mientras que él apenas con una sonrisa mal disimulada. Recordó cuando les dijo que tenía pareja, no lo pudo asimilar en demasiado tiempo y cuando insistieron en que lo presentara ante ellos, su amigo argumento que era mala idea pues sentía que si se conocían su pareja se enamoraría de alguno de esos dos chicos. Sí, Juugo resulto ser un chico muy celoso y posesivo aunque no igualaban el nivel de Gaara y así lo molestaban Después te tendrá miedo, le había dicho Suigetsu acompañando el comentario con una risa burlona, Juugo solo había gruñido para seguir bebiendo al igual que como él, con una sonrisa de lado. Era escandaloso pero agradable. Se preguntaba si a esas alturas encontraría a alguien a quien amar y que lo amara pero esos momentos ya se veían lejanos, como si nunca fuese a pasar, como si solo se quedarían en su mente y viviría solo con diez gatos y amargado el resto de su vida.
La ansiada boda de Naruto se acercaba, a pesar de que éste se mostraba muy arisco ante el tema lo siguió hasta el final. Se le veía demacrado, triste y solo. Entonces decidió por primera vez en mucho tiempo, hablar con él y quizá de paso, hablar con Gaara. Era meterse demasiado en la vida de Naruto pero no podía ignorar su apariencia. Si seguía así podría morir. Se preguntaba si comía bien pues se le veía más delgado, con ojeras pronunciadas y los ojos vacíos. El estómago se le revolvía de solo pensar en eso.
Pidió la dirección de la casa de Naruto a Hinata, la chica de recursos humanos, una muchacha seria y un tanto tímida pero a la vez amable y linda, su sedoso cabello largo y negro azabache y un cuerpo deseable, incluso para él. Alejó los pensamientos indecorosos, y continuo su camino, estaba fuera de la casa, indeciso en tocar o no, suspiro y al final lo hizo
- ¿Qué haces aquí? – la preocupación invadió el rostro ajeno
- Vine de visita – sonrió de lado tratando aligerar el ambiente
- Debiste avisar – cerro la puerta dejando a ambos fuera de la casa – por favor, vete
- No – La actitud del que fue su mejor amigo le preocupo más – Naruto
- ¡Naruto! – el grito dentro de la casa provoco un brinco en el rubio
- Mira Sasuke, no sé a qué has venido pero tengo que volver dentro
Abrió la puerta y cuando quiso cerrarla dejándolo fuera lo intercepto impidiéndoselo, la desesperación en Naruto se vio evidente
- Naruto por que tardas tanto… - se acercó un chico castaño con el dorso desnudo y agua cayendo de su cabello – Ah, hay vista ¿Quién es él?
Su rostro parecía un poema; celos, enojo, confusión, ira, tristeza, estúpido, sí, esa era la sensación más cercana a como se sentía.