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Crea, pinta y sueña... por Samy_DBS

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Notas del capitulo:

Hola! Aquí el segundo cap. Tomé en cuenta sus consejos. 

Bueno, decidí ponerle a los personajes apellidos alemanes xd

Zabuza Zimmermann, Haku al unirse a él adoptó el mismo apellido.

Herr: Señor/esposo

Frau: Señora/ esposa

Las traducciones estarán en parentesis y subrrayadas. 

Gracias por leer.

Bye bye 

Cap. 3

 

Después de recibir un sermón y más de un pequeño Watschen. Y por supuesto, llamaron a sus padres por su mal comportamiento.

Luego de tres horas parado en el pasillo sosteniendo baldes llenos de agua por fin llegaron a recogerlo.

 

Pero, para su mala suerte. Era su padre Zabuza el que lo había ido a recoger. Conocía su carácter y seguramente recibiría otro castigo más al llegar a casa.

 

-Y le suplico que discipline a su hijo. –Terminó la hermana María después de mucho parloteo, relatando largamente lo tan mala persona que era.

 

Su padre tan solo asintió después de decir un –No se repetirá – y salieron del colegio en silencio.

 

Naruto llevaba la cabeza gacha, tenía miedo de que si levantaba la cara recibiría una bofetada o algo peor.

 

-¿Es tan interesante el suelo? – Cuestionó en voz alta causándole un sobresalto al niño a su lado.

 

-Lo siento. –Dijo resignado. Apartando sus ojos del pavimento, esta vez miraba nervioso hacia las casas.

 

-No tienes porque temblar ahora. –Cambió rumbo, alejándose de las calles, a algo más verde. –De todas formas ya le diste una paliza al niño ese ¿no? –Naruto asintió tímidamente. –No tienes nada que perder, la hermana María ya te dio una buena reprimenda, por mi parte todo está olvidado.

 

El niño sintió un agradable cosquilleo en sus piernas las cuales hacían un contacto suave con la hierba crecida del campo que cruzaban.

 

-Creí que se enfadarían conmigo. –Admitió aliviado.

 

Zabuza siguió su camino siendo acompañado con la pequeña figura de un niño rubio.

Se detuvieron en un puente, ambos apoyados en la madera de este mismo, mientras observaban el agua cristalina arrastrar las hojas caídas de los arboles.

 

-¿Crees que mamá me quiere? –Soltó de repente rompiendo el silencio del lugar.

 

-Por supuesto, ¿acaso no ves como te mima cada día? –

 

-No… no hablo de esa mamá…- Aclaró mirando directamente al atardecer.

 

-Quien sabe- Soltó a lo que el niño le observó confundido por tal respuesta.

 

El silencio se instaló, sin embargo no duró por mucho. –Vamos a casa. –Tomó la mano más pequeña. –Te mostraré algo. –

 

Esta promesa despertó una intriga en el chiquillo, lo suficientemente fuerte como para olvidar su tristeza de hace momentos.

 

A pesar de que Zabuza no era exactamente alguien con ganas de demostrar su afecto, era bueno en hacer llegar a otros sus sentimientos. Al menos para Naruto así fue desde ese día.

 

Al llegar a su pequeña casa encontraron a un Haku preocupado y lanzó un sin fin de preguntas acerca del porque el conflicto del menor.

 

Después de cenar Zabuza llevó al rubito al sótano, el infante incrédulo se preguntaba que harían en un lugar tan sucio como lo era el sótano.

 

Su padre lo llevó frente a un montón de trozos de madera, pequeños y grandes, gruesos y delgados, así como anchos o estrechos.

 

-Escoge uno. –

 

Sin comprender el motivo se acercó al montón de madera, obedeciendo. Tomó uno grande y ancho, su forma asemejaba a la de un cubo.

 

El mayor resopló cansado, tomó una navaja y el trozo de madera cuadrada. –muy bien, ahora vete a dormir. –

 

-Si, papá. –Subió las escaleras dirigiéndose directamente a las sábanas cálidas de su cama.

 

Al siguiente día Naruto vería que aquel pedazo de madera había dejado de ser un cubo, lo habían cortado, ahora parecía un óvalo no muy uniforme.

 

Diciembre del mismo año

 

Las calles estaban cubiertas por un manto de nieve, los niños portaban gorros y abrigos.

 

La celebración en la casa del número 23 de Himmelstrasse sería sencilla, pues no podían darse el lujo de dar la gran fiesta.

 

Un pequeño árbol con muy pocos adornos se posaba en la pequeña sala. Esa noche, Naruto conoció a tres integrantes más de la familia.

 

Bluma Wolf era la hija mayor de Haku y Zabuza, esta era una omega. Delgada, de complexión pequeña y una bonita cara. Esta misma no compartía las facciones angelicales que poseía su padre omega. Al contrario de eso, tenía siempre una cara de molestia y parecía odiar al mundo.

 

Verner Zimmermann era el segundo hijo en la fila, su piel era clara como la de Haku, su cabello era color miel, y su cuerpo era delgado. Su temperamento era calmado y sereno. Era un Alfa.

 

Y por ultimo el hijo menor, Walter este era un Alfa sin lugar a dudas, a pesar de ser el mas joven, siempre demostró tener una autoridad aplastante, guiando en varias ocasiones a su hermano mayor. Solo tenía un problema, le molestaba que su padre no pareciera torcer el brazo ante él.

 

Todos miraron con buena cara al niño de ojos azules. En especial Verner, el cual desde que entró en la casa de los Zimmermann            lo trató como si se conocieran de años.

 

En la cocina Haku y Bluma preparaban la cena, Naruto repasaba su lectura con suma concentración mientras los tres Alfas discutían en la mesa un tema que no entendía.

 

Política.

 

CREO QUE ANTES DE QUE SIGAMOS DEBERÍA HACER UNA PEQUEÑA ACLARACIÓN

El joven Walter era Nazi, su padre no. En opinión de Walter, Zabuza pertenecía a una Alemania vieja y decrépita, la Alemania que permitía que los demás se aprovecharan de ella mientras su propia gente sufría.

 

-Bueno, ¿ya te han dejado entrar? –Tomó la palabra Walter.

 

Verner fingió no escuchar, pues ya sabía lo que seguía después de eso.

 

-¿Dónde? –Dijo Zabuza.

 

-¿Dónde va a ser? En el partido. –

 

-No, creo que se han olvidado de mí.

-Ya. ¿Y lo has vuelto a intentar? No puedes quedarte ahí sentado esperando a que el nuevo mundo se adapte a ti, eres tú el que tiene que adaptarse. . . a pesar de los errores pasados. –

 

-¿Errores? He cometido muchos en mi vida, pero no militar en el Partido Nazi es uno de ellos. Todavía tienen mi solicitud, ya lo sabes, no he tenido tiempo de ir a preguntar. . . –

 

Entró grácilmente por la ventana, con la corriente de aire. Tal vez fuera la brisa del Tercer Reich que soplaba con fuerzas renovadas, o quizá volvía a ser el aliento de Europa. En cualquier caso se interpuso entre ellos. Cuando sus ojos entrechocaron como latas en la cocina.

 

-Este país nunca te ha importado. –Aseguró Walter.

 

Los ojos de Zabuza lo escudriñaron, pero Walter no se detuvo, y se volvió hacia el niño en busca de algo que justificara sus palabras. Con los libros sobre la mesa, Naruto recitaba las palabras en silencio mientras leía.

 

-¿Qué basura lee este niño? Debería estar leyendo Mein Kampf (Libro escrito por Hitler, en donde plasma su ideología). –

 

Naruto lo miró.

 

-Sigue leyendo Naruto. –Lo tranquilizó su padre. –No sabe lo que dice. – Verner le sonrió levemente.

 

Sin embargo, Walter no había terminado.

 

-O estás con el Führer (Führer es como se le llamaba a Hitler, vendría siendo el equivalente a jefe o líder) o estás contra él –Insistió, acercándose. – Y ya veo que estás contra él. Siempre has estado en su contra. – Naruto lo observaba no entendiendo el motivo de su discusión. –Es muy triste que seas capaz de mantenerte al margen y cruzarte de brazos mientras tu nación limpia toda la porquería y florece. –

 

Haku y Bluma estaban en silencio, tensos, al igual que Verner.

 

Olía a sopa, a quemado y a confrontación.

 

Todos esperaban las siguientes palabras.

Las pronunció el hijo. Solo fueron tres.

-Eres un cobarde. –Se las arrojó a la cara y acto seguido abandonó la casa. Verner fue tras el.

 

Haciendo oídos sordos a la futilidad, Zabuza se acercó a la puerta.

 

-¿Cobarde? –gritó. -¿¡Yo soy el cobarde!?

 

Verner lo seguía suplicante. Bluma y Naruto se apiñaron en la ventana para poder ver cómo Verner daba alcance a Walter, lo sujetaba y le imploraba que se detuviera. No podían oír lo que decían, pero el brusco movimiento de hombros con que Walter se libró del agarre de su hermano fue elocuente. La imagen de Zabuza contemplando como uno de sus hijos se alejaba les llegó como un grito desde la calle.

 

-¡Walter! –gritó Haku al fin. Tanto Bluma como Naruto dieron un respingo. -¡Vuelve!

El chico se había ido.

 

Sí, el chico se había ido, y ojalá pudiera decirte que todo le fue bien al joven Walter Zimmermann, pero no fue así.

Después de dejar atrás Himmelstrasse en nombre del Führer, se precipitaría a otra historia cuyos pasos desgraciadamente lo condujeron hasta Rusia.

A Stalingrado.

 

10 DE OCTUBRE DE 1938

 

Esta ocasión no hubo tiempo para un “Feliz cumpleaños” ni mucho menos hubo pie de queso.

 

Un calor golpeó su joven cuerpo, a pesar de que los climas fríos ya comenzaban a hacer acto de presencia. Además que constantemente recibía pinchazos de dolor en su vientre.

 

El temor del matrimonio Zimmermann se había cumplido, Naruto resultó ser un Omega.

 

Lo encerraron en su habitación, Haku estuvo a su lado todo el día. Zabuza estaba tenso, pues a pesar de tener cerradas las ventanas podía sentir a los Alfa curiosear en los alrededores. Trataba de cubrir con su olor el del Omega más joven de la casa, pero parecía una tarea inútil.

 

-¿Cuánto tardará en llegar? –Habló suavemente Haku.

-En un momento, sean pacientes. –respondió Zabuza.

 

Déjenme explicarles algunas cosas que sucedieron en estos tres años después de la partida de Walter Zimmermann.

 

La cena de esa noche fue amarga. Seguramente la mala sazón de Bluma fue la causante, pensaba inocentemente Naruto.

 

Las siguiente Navidad no asistieron, pues tanto Verner como Bluma, tenían una familia a la cual atender.

 

Las cosas seguían mal. Un zapatero judío era acosado por las miradas de sus antes vecinos y amigos. Constantemente rompían los cristales de su negocio o escribían mensajes ofensivos en su puerta.

Pero el verdadero problema radica en que Zabuza fue señalado después de ofrecerse a ayudarle pintando su casa para tapar las ofensas.

 

Fue hasta 1937 que volvió a mandar una solicitud para unirse al partido. ¿La razón? Pues hubo una oferta dada por el mismísimo Führer.

Esta consistía en que a cada miembro del partido se le otorgarían los famosos supresores; esto para que ya no hubiera abusos a Omegas pequeños y de este modo evitar problemas internos.

 

Si esto hubiera sido mucho antes, no hubiera librado tantas peleas cuando su hija Bluma estaba en celo.

 

Digamos que Zabuza prefería prevenir que lamentar, y mira que fue preciso, después de todo Naruto se había dado el lujo de ser un Omega.

 

Y un sonido que nunca antes había anhelado tanto, golpearon su puerta llamándolo. La fue a abrir casi al instante.

 

-¿Es usted Herr Zimmermann? –Preguntó el Beta en la puerta.

 

-Si, soy yo. –Aseguró.

 

-Aquí tiene. –Le entregó un pequeño paquete. –Que tenga un buen día. –

 

Zabuza cerró luego de que el muchacho se marchara. Y el paquete en sus manos no era más que mucho papel, y en el centro había un frasco con exactamente tres pastillas. Estas cubrirían los siguientes dos celos de Naruto.

 

Subió las escaleras con un vaso de agua en las manos. –Ya llegaron. –Alertó a ambos Omega.

-Ten. –Haku ayudó a Naruto a levantarse un poco y así poder tomarse la pastilla amarillenta.

 

-Por favor, quédense conmigo. –Pidió, aún tenía rastros de lagrimas en sus mejillas.

 

Naruto tenía un solo temor, pues como ya sabía que era un Omega, le aterraba que en cualquier momento llegara un Alfa a intentar lastimarlo. A pesar de eso, le tenía una plena confianza a su padre.

 

Ambos adultos se quedaron a acompañarle hasta que durmiera. Una semana después dejaría por fin atrás a la hermana María. Ya que, después de cumplir su primer celo se uniría por obligación a las Juventudes Hitlerianas.

 

CONTINUARA.

Notas finales:

Regalenme un rw ;v 

bye bye 


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