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Una decisión de adultos por Neko_Elle

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Notas del capitulo:

Hola!
Lamento la tardanza! Se fue la luz varias veces (suelo escribir directo en la compu) así que ahora usé una libreta y me tardé en transcribir, pero ya estoy aquí.

Iglú

El santo de escorpio no estaba muy contento con el ataque de acuario, pero aún se mostraba algo paciente. Por su parte, el francés tampoco lo estaba con esa actitud suya, situación que le hizo explotar de esa manera. Ambos sabían que todo eso podía escalar más de lo necesario si no se iban con cuidado.

-       ¿Y qué significa esto, Degel? – inquirió Kardia con veneno en su voz y la misma mirada llena de fogosidad que tenía cuando iba a comenzar una pelea.

-       Tenemos que hablar- repitió lo mismo que aquel día. Aún se mostraba sereno. O lo más que su ataque podía sugerir.

-       ¿Y no puede esperar? - comentó sarcástico. Es decir, era obvio que para Degel, era un asunto urgente. Pero quiso enfadarlo más.

Con suerte y eso, reflexionó Kardia, fuera lo que fuera; terminaría en un combate que lo hiciera encender su corazón y por sobretodo, que Degel fuera sincero consigo mismo. Le parecía estúpido lo mucho que Degel insistía en engañarse. Había tratado de ser amable en su forma de conducirse para que acuario llegara a una resolución, pero parecía ser que eso ya no iba a ser posible. Si quería una confrontación: la tendría.

El semblante raído de Degel terminó de descomponerse para finalmente decir lo más calmado que pudo:

-       No, Kardia. No puede esperar- respondió de forma inmediata, tratando de armarse de la paciencia que había perdido hace mucho.

-       Pues es una verdadera lástima que yo tenga tanta prisa- comentó haciendo menos la petición de Degel, luego, arqueó una ceja con una mirada pícara y agregó - ¿Es algo que me quitará mucho tiempo? – le probó, echándole sal a la herida. Le decepcionaba que Degel quisiera llevar todo por la vía pacífica. Era como si le hubiera echado agua al fuego.

-       Es probable- aceptó. Su expresión casi impasible sugería que estaba conteniéndose.

-       ¿No crees que ya me has quitado bastante? – inquirió con una sonrisa altiva, sonando casi ponzoñoso, tal cual el arácnido que representaba su constelación.

Recordándole al francés cuando decidió terminar la relación no-relación, las palabras de Kardia aquel día habían sido precisamente “Qué pérdida de tiempo”. Sintió un pinchazo en su pecho, había sido como recibir otra aguja escarlata, pero el santo de escorpio no había hecho nada todavía. De repente, una cúpula y unos muros de hielo les envolvió a ambos. Había un espacio de alrededor de 5 metros cuadrados en el interior de esas paredes que ahora los encerraban en una jaula de hielo. El griego silbó al verse inmerso en esa prisión congelada. Parecía ser que Degel pretendía obligarle a tener esa conversación.

-       Supongo que no- se contestó a sí mismo.

 

Degel le observó un par de segundos, notó de inmediato que la intensión de Kardia era liberarse. Lo cierto era que, no había hecho el hielo con el objetivo de lastimarlo, solo de contenerlo un poco, algo que podría hacer con suma facilidad. Pensó que hizo bien en haber levantado aquella jaula, ya que, a diferencia de ese endeble hielo, esa prisión congelada estaba hecha con lo más cercano al cero absoluto que aún no dominaba por completo. Después de todo, estaba casi seguro de que no podría evitar una confrontación física. Luego, él mismo derritió el hielo que había adherido al cuerpo de Kardia, antes de provocarle más. Quería hablar y necesitaba que cooperara.

Tan pronto fue liberado, el griego escrutó con la mirada al francés, analizándolo. Cuando esos ojos de apatita tomaban esa forma, Degel sabía que estaba determinando si debía o no atacar; no era la misma curiosidad inocente y apasionada que generalmente le mostraba, pero incluso ese lado suyo, le gustaba. Kardia se cruzó de brazos por un momento, alzando la barbilla, tomando una actitud hosca y altiva. Sin embargo, el francés sabía que ese hábito de cruzar los brazos, lo mostraba cuando estaba a la defensiva. Pero para no sentirse dominado, rompería dicha pose en la primera oportunidad que tuviera.

El santo de escorpio lo observó directamente a los ojos, permaneció en silencio algunos segundos, dispuesto a escuchar…todo antes de impacientarse. En verdad la actitud de Degel estaba colmándole la paciencia. Sobre todo, porque permanecía ahí, frente a él en silencio, casi como un espejo, solo observándole.

 

-       ¿Entonces qué es lo que quieres decir? - se aventuró a preguntar, descansando sus brazos, ahora en su cintura, mientras mantenía las piernas abiertas y firmes, acompañando todo de una postura erguida, pero aun despreocupada.

-       …- se quedó sin palabras. Era cierto ¿qué quería decirle? ¿por qué le emboscó?

Pronto se dio cuenta que la postura de Kardia comenzó a cambiar cuando echó su pierna izquierda medio paso hacia atrás, ahora indicaba que, dependiendo de su respuesta, ese lugar se volvería o no, un campo de batalla. Así que debía pensar bien en lo que le iba a decir, ya que no tenía una respuesta a la mano. No. Mentira. Sí tenía una respuesta, pero ¿por qué le era tan difícil sacarla?

-       Bien, no importa- hizo menos el asunto junto a un bostezo.

Degel casi odió esas palabras. La pregunta que le había hecho aún le tenía impactado, como si le hubiera caído un bloque de plomo. Necesitaba algo de tiempo para asimilarla, pese a que conocía la respuesta; pero comprendía también que Kardia siempre se presumía “escaso de tiempo”. Pareció querer responder, sus labios se movieron, pero no salió sonido de ellos. El francés apretó los dientes y los ojos con frustración. Incluso estando así y teniendo esa oportunidad, no podía decirlo.

-       Si no tienes más que decir, entonces sácame de aquí- dijo imperativo tratando de pasar.

-       No he terminado. Así que no puedo dejarte ir todavía.

El francés colocó una mano en el hombro del otro para detenerle. Kardia se movió de tal forma, que rechazó dicho toque, por lo que Degel congeló sus pies con ese hielo endeble que había usado antes para retenerle. El griego chistó molesto y dirigió su vista a sus pies y se deshizo del agarre. Comprendía perfectamente que la intensión de Degel no era pelear, pero no podía dejar de lado el deseo de hacerlo.

-       Si vuelves a congelarme, esto se volverá una pelea- le advirtió- Sabes que no tolero tanto frío.

-       No lo haré- le aseguró- Solo quiero que las cosas sean como antes- respondió al fin.

-       ¿Cómo antes? – bufó- ¿Cuándo, precisamente? - le presionó.

-       …- sintió esas preguntas eran demasiado certeras. Los ataques de Kardia se caracterizaban por ello y su velocidad. Y esa misma característica se mostraba en su forma de hablar.

No le daban oportunidad alguna de ocultarse. Así era Kardia. Alguien que gustaba de la franqueza sin tregua. Era evidente que no le perdonaría otra falta a dicha sinceridad, ni siquiera estaba seguro si perdonaría las anteriores. Pero para él, el escorpión lucía distinto. Sus ojos ya no eran completamente de cristal. El problema radicaba en que no podía leerlos. Pero, sí había comprendido las preguntas que se desplegaban con las dos anteriores: “¿Cuando tenían 12 o 13 años, antes de que él hiciera esa pregunta? ¿Luego de ello, cuando solo se besaban y se dejaban marcas? ¿Cuando comenzaron a subir el nivel? ¿Cuando tuvieron sexo?” Pero entonces, la voz del escorpión dorado volvió a llegar:

-       No tengo idea de qué quieres- espetó- ¡Qué fastidio! Hice lo que querías- expuso- Pero cada vez que lo hacía, no parabas de comportarte como un triste idiota.

Degel se sorprendió ante esos comentarios. No por la rudeza con la que evidentemente lo estaba atacando, estaba acostumbrado a la forma de hablar de Kardia, sino que, el griego realmente había tratado de respetar sus deseos. Eso confirmaba que Kardia era más maduro que él y eso lastimaba su orgullo.  Sin embargo, trató de ignorar eso último, puesto no pudo soportar los argumentos que le exponía. El hecho que Kardia no mostrara la misma tristeza que él ante tales hechos, lo hería, sí, pero que no comprendiera sus motivos para estar así, también lo hacían enfadar:

-       ¡¿Esperabas que estuviera contento?! – Explotó, congelando ahora el piso del lugar y creando algunas estalagmitas. Aquello que venía conteniendo por tanto tiempo, estaba fluyendo como un torrente enorme e irreprimible. Sujetó el cuello de la armadura para acercarlo más a él, necesitaba contacto- ¡Disculpa si no puedo superar esto tan pronto como tú!

-       ¡Fuiste tú el que quería que todo estuviera así! – exclamó- ¡Traté de hacerte las cosas más fáciles! – le sujetó del brazo que tomaba su armadura, para poder gritarle mejor. Si quería pelea, estaba listo- ¡Pero obviamente no paras de mentirte a ti mismo!

-       ¡¿Mentirme yo?! ¡¿Y qué hay de ti?! ¡Fingiendo todo el tiempo que no te importaba ni esto, ni morir! ¡Cuando evidentemente esto te irrita tanto como a mí y siempre estás asustado de no morir como quieres!

Degel se percató que estaba gritándole cosas que no debía. Eran cosas que podrían herir en serio a Kardia, pero al mismo tiempo, no le importaba. Se sentía muy bien poder sacar todo eso. Comprendía por qué Kardia no se guardaba nada. Luego, llegó lo que ya no podía retrasarse: un puñetazo directo a su rostro que lo hizo caer al suelo. Justo eso era lo que había esperado la primera vez. Al haber sido reprimido por tanto tiempo, ese golpe había llegado tal vez con más fuerza de la necesaria.

-       ¡Nunca fingí que no me importara! ¡Mantuve distancia precisamente porque me importas! - le gritó colérico- ¡Solo era mi forma de ser amable contigo! – le apuntó con su dedo índice. Degel se sintió amenazado inmediatamente, empero, de un movimiento veloz, el francés le sujetó de la pierna y le hizo caer.

-       ¡¿Amable?!- exclamó en el mismo tono, colocándose encima de él y devolviéndole el puñetazo anterior. Kardia trató de alejarlo dándole una patada, sin éxito.

Nunca había explotado así, solo Kardia podía hacerlo actuar de formas que nunca había imaginado. Precisamente por eso era que lo consideraba peligroso para él, como santo de acuario. Pero, aun así, quería poseerlo completamente. Las armaduras de ambos saltaron de sus cuerpos, era obvio. Esa pelea era de ellos como personas, no como santos de Athena, no tenía sentido usar un ropaje sagrado para sus confrontaciones infantiles. Así, en el suelo, sin usar sus cosmos, comenzaron a pelear a mano limpia.

-       ¡Estabas siendo cruel con tanta indiferencia! – reclamó, con sus manos alrededor del cuello del griego, ejerciendo algo de presión, pero no la suficiente como para hacer un daño real. Hizo esos reclamos, sabiendo que no era culpa de Kardia. Y que incluso, él mismo podía ser acusado de lo mismo por casi toda su vida.

-       ¡La amabilidad a medias no lleva a ninguna parte! - le explicó Kardia.

El escorpión, quien estaba en el suelo con Degel aun encima de él, sacó su cadera ladeándola y pasó una de sus flexibles piernas de tal forma que había roto el agarre del que era presa su cuello y la colocó entre el cuello y hombro de Degel, empujándolo y dominando ahora la situación. Luego, en vez de quedarse así, dominando, se impulsó de una patada, creando distancia, para poder ponerse de pie. Seguido de esto, volvió a bajar un poco la voz. Aún se mostraba en guardia.

-       Era obvio que tú no querías terminar- dijo. El semblante del francés se mostró sorprendido mientras el de Kardia frunció el entrecejo, acompañado de una sonrisa bellaca- Me subestimas demasiado- le reveló.

-       …- el santo de acuario guardó silencio, sintiéndose un idiota.

Kardia lo único que buscaba era hacer que el francés se confrontara a sí mismo. Si quería terminar, estaba bien, solo, no quería seguir con esas tonterías de niños. Pero si quería seguir adelante…

-       Te lo preguntaré por última vez ¿Qué quieres hacer? - dijo con una sonrisa de lado y el ceño fruncido.

-       No lo sé- dijo con un deje de angustia.

-       “No lo sé” siempre con evasivas ¿no? - acotó. Luego de un par de segundos de silencio agregó - No me digas que lo único que querías era pelear “conmigo”- dijo refiriéndose a él como persona y no como caballero- Porque a mí me gustaría pelear con el caballero de acuario- sugirió.

El señalamiento anterior descolocó a Degel. ¿En verdad sería eso todo lo que quería? Que se haya sentido insultado por que el griego no había reaccionado así antes… No. No era así. En realidad, era más insultante que Kardia pensara en algo como eso. Pronto, despertó de sus pensamientos y vio al muchacho nuevamente en pose de pelea y recorrió a gran velocidad el lugar con su dedo índice en posición de ataque, fue tarde para cubrirse, pero dicho ataque nunca le llegó. Había sido dirigido hacia uno de los muros de hielo, atacándolo con sus scarlet needle y puños llenos de cosmos, tratando de romperlo, sin éxito. No obstante, lejos de enfadarse, observó la estructura dentro de la que estaba mientras caminaba. Después de todo, ya sabía que el hielo de ese lugar sería casi imposible de destruir. Degel permaneció impávido observando su andar.

-       Es la primera vez que estoy en un iglú.

Dijo paseándose por el lugar sin dejar de mirar a todas partes. Se asomaron aquellos curiosos ojos que adoraba y ese caminar despreocupado e infantil que tenía; no pudo evitar sonreír brevemente. Kardia era tan parecido a una tormenta que a veces eso era un problema. Podía revolverse violentamente y azotarlo todo a su paso y de repente, disolverse y ser una briza agradable que le acariciaba con suavidad.

-       El tiempo que estuviste en Siberia viviste en uno de estos ¿no?

-       ¿Eh? - se desconcertó ante el cambio de tema. Así era Kardia- No, en Blue Graad había edificios normales. Aunque sí llegué a pasar una que otra vez la noche en uno por mi entrenamiento- admitió, no sabiendo qué más hacer.

Pronto, el griego tomó asiento en algún lugar de ese iglú, enfrentando uno de los muros congelados. Al francés se le figuró que era como un gato enojado. Uno con una bufanda roja y un apetito insaciable por manzanas. Casi podía verle una cola siendo azotada con el suelo, denotando así su mal humor. Luego de algunos minutos de silencio, notó que el muchacho se recostaba en el piso y al poco tiempo, se había quedado dormido dándole la espalda.

-       ¿Qué pasó aquí? - murmuró Degel.

El francés observó su espalda desde donde estaba por varios minutos, como asegurándose de que esa situación tan extraña fuera real: él tenía prisionero a Kardia en un calabozo de hielo para poder hablar y el griego se acababa de dormir.

-       No me lo facilitaras de ninguna forma ¿verdad? - murmuró acercándose al relajado cuerpo.

Tomó asiento cerca de él y vio su rostro. Parecía sonreír incluso en sus sueños, como satisfecho. Por inercia sonrió. Ese muchacho tenía ese efecto en él, era “contagioso”. Y aunque le gustaba, había mucho en qué pensar aún.

-       Tenía que ser a tu modo ¿no? – murmuró.

No supo cuánto tiempo había pasado, cuando el griego abrió los ojos, había sentido una caricia en su cabello, frente a él, estaba el mismo muro de hielo que antes y sentado al lado suyo, estaba Degel. No dijo nada sobre el gesto, pero no lucía contento del todo. Se medio incorporó y lo primero que salió de su boca fue:

-       ¿Por qué sigo aquí? – inquirió fastidiado y somnoliento.

-       Despertaste- afirmó, haciendo a un lado un libro- lo cual llamó la atención de Kardia. ¿Ya lo tendría consigo?

-       Si vas a retenerme aquí, al menos tendrás comida ¿no? - solicitó, ya tenía algo de hambre.

-       ¿Podrías concentrarte? - se exasperó lo suficiente como para decirlo, pero no como para sonar alterado.

-       ¿En qué? – le lanzó la pregunta mientras bostezaba. Recordándole de nuevo que las dudas eran suyas- Ah, sí. Tú problema que ahora es mi problema…- se burló con una sonrisa altanera- ¿Quieres que elija yo por ti y así sea mi culpa?

Arrojó la pregunta tan francamente que causó otra sensación en su estómago. Kardia podía lastimarlo, hacerlo enojar, hacerlo reír, hacerlo sentir todo tan fácilmente, que era otra de las razones por las que lo consideraba un peligro. Él, que llevaba años de entrenamiento para evitar ese tipo de cosas, no era capaz de tolerar los ataques de un muchacho de su edad.

-       Toma – dijo el francés pasándole una manzana.

La expresión en el rostro de Kardia fue tal, que le respondió a la pregunta que no había formulado en voz alta. Se terminó de sentar, quedándose junto a Degel, aunque no tan cerca como les gustaría a ambos, pero más de lo que lo hubiera hecho si no estuviera aun medio dormido.

-       Ya la traía conmigo.

-       …- el de hebras azuladas no dijo nada, se limitó a tomar la manzana con reticencia, sin despegar la vista del francés, escrutándole. Solo dejó de verle cuando iba a darle una mordida a aquel fruto, tenía hambre.

-       Lo siento- se disculpó finalmente Degel, aprovechando que Kardia tenía la guardia baja y un bocado de manzana en la boca, no había forma de que parara su disculpa esta vez.

-       Olvídalo- dijo más tranquilo, tragando el bocado que tenía- Ya te había dicho que no hay rencores. Degel suspiró con una sonrisa.

-       Extrañaba tener una conversación normal contigo- dijo de pronto Degel.

Kardia sintió la necesidad de decirle que él había estado haciendo eso, pero pronto, se percató de que no era del todo cierto. Entre los dos se sentía ese “algo” de incomodidad, y que, en efecto, Degel tenía razón.

-       Yo también- aceptó.

Ambos permanecieron en silencio varios minutos, pero era uno de esos silencios que hacía mucho no tenían. Uno en el que solo disfrutaban de la compañía ajena, sintiéndose a gusto.

-       ¿Sabes qué me hizo enojar? – preguntó de forma retórica- Que me gustaba lo que hacíamos. Tal como nos sentíamos, actuábamos. Era mutuo.

Degel comprendió a qué se refería, como no habían dado un título a lo que tenían antes, no había motivo para terminarlo, pero al decirle que debían parar, básicamente había definido aquello y lo había vuelto inadmisible. Comprendió las palabras que el otro día le había dirigido el escorpión “Lo arruinaste” aparte de arruinar dicha situación, lo había decidido todo él solo sin siquiera tomarlo en cuenta. Pronto, Kardia volvió a hablar.

-       Pero entiendo que eres más… -hizo una breve pausa para encontrar la palabra adecuada- “estructurado”.

-       Continuemos lo que sea que tenemos hasta que estalle la guerra santa…- propuso de la nada. Esto tomó un poco por sorpresa al escorpión dorado, pero pronto señaló algo importante:

-       La guerra ya estalló. Hay espectros apareciendo aleatoriamente en el mundo- le confrontó- ¿Recuerdas mi misión?

-       Hasta encontrar a Athena- propuso nuevamente.

-       ¿Y estarás a gusto con eso? Sinceramente, Degel, no creo que así sea y eso también me haría enojar.

El santo de acuario suspiró cansinamente. Seguía sin hacerle fácil nada, Kardia podía desnudar el alma de una persona con facilidad, veía mucho más de él de lo que le gustaría. Él podía ser un sabio en lo que respecta a astronomía, historia, filosofía y otras ramas, pero en comparación, conocía poco de sí mismo, precisamente porque zanjó esa parte con su entrenamiento.

-       A mí no me gustaba del todo lo que teníamos, pero sí lo que hacíamos- confesó, y eso llamó la atención de Kardia, por lo que le escuchó atento. Degel hablaba más de lo que parecía a primera vista cuando se sentía en confianza, pero de igual manera, no era del tipo expresivo.

-       ¿Por qué? - se le antojó preguntar.

-       Te encanta atosigarme con preguntas ¿verdad? - comentó con fastidio.

Pero al no recibir respuesta del escorpio y solo aquella mirada analítica y huraña, le hizo recordar cuando Kardia le había llegado con aquella pregunta que lo inició todo y lo mismo sucedió con el griego, quien esperaba atento una respuesta. No podía seguir esquivando sus preguntas ni esquivándose a sí mismo, lo admitía, así que respondió simple:

-       Porque soy codicioso…

Los ojos de apatita de Kardia, reflejaron la imagen más franca que había visto de Degel y comprendió el significado de sus palabras, así como el por qué le costaba tanto trabajo decirlo. Vino a su mente un recuerdo fugaz de cuando le pidió iniciar todo, cuando el respondió “No me desagradas” la mirada de Degel se había oscurecido un poco. Finalmente lo había entendido. Por lo cual, se adelantó:

-       Me gustas más de lo que piensas- dejó salir con una amplia y despreocupada sonrisa.

Degel sonrió inevitablemente, aunque era una sonrisa triste. Con la mano le hizo una seña para que se acercara. Confiado, el escorpión acercó su rostro y fue entonces que el francés se encargó de susurrar algo en el oído. Unas palabras solo para él. Kardia se quedó pensativo y sin habla por breves segundos. Degel pensó en lo difícil que era poner a Athena por sobre todas las cosas y personas, pero para Kardia era distinto. El escorpión, casi adivinando su pensamiento, dejó el suyo ser exteriorizado:

-       ¿Por qué te preocupa tanto eso? Dudo que a Athena le importe en realidad.

-       No conoces la voluntad de los dioses, Kardia.

-       ¿Y tú sí?

Se volvió a hacer silencio entre ambos. Kardia tenía un buen punto y era excelente para señalarse ese tipo de cosas.

-       Bien- dijo el griego algo malhumorado, para después mostrar una sonrisa amplia y despreocupada- Le preguntaré a Athena cuando la vea, si es que lo hago, pero si tengo razón, dependiendo de cómo me sienta entonces- le apuntó con su dedo índice- Te daré un puñetazo o las 15 scarlet needle.

Una vez más, Degel no pudo evitar aquel impulso de la última vez y robó sus labios. Esta vez, no fue rechazado. Kardia lo permitió. Por lo que gustoso, se deleitó con la textura esponjosa de los labios sabor a manzana. Sin tregua alguna, se abrió paso recorriendo el interior de la boca del escorpión. Paseó su mano por la mejilla y el cabello del griego. Haciendo de ese beso algo dulce y apasionado al mismo tiempo. Luego, pegó su frente a la de Kardia y permanecieron así por varios minutos. Una vez que hiciera desaparecer ese iglú, volverían al “mundo real”. Así que por un momento, deseó poder mantenerse así con él.

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Cuando salieron de aquella jaula congelada, ya era un nuevo día, la mirada en ambos era distinta, un tanto más relajada, pero con cierta melancolía. Kardia supo que era hora de marcharse, por lo que decidió revelarse algo a medias, algo que le hizo sulfurarse por más de una razón.

-       Por cierto, Adhara no es lo que tú crees.

Explicó, dejando estupefacto a Degel ¿Quién era Adhara? Al instante recordó la noche anterior, aquella mujer ¿su nombre era Adhara? Sintió algo en su interior llenándose de nuevo, pero ahora sí supo qué era: celos. Y entonces, se percató que no había podido tocar el tema. Al final, todo había resultado como el santo de escorpio quería.

-       Aunque no te diré quién es.

Dicho esto, y sin darle oportunidad a reaccionar, Kardia se dirigió a ver a Sage, quien lo había llamado el día anterior, ya se había entretenido mucho. Sonrió a causa de ese último comentario que hizo. Solo él sabría la verdad respecto a Adhara, por más que Degel le preguntara, no le diría ni una palabra al respecto. Atravesó el templo de piscis y finalmente llegó a la cámara del patriarca:

-       Kardia de Escorpio reportándose.

-       Te ves diferente, Kardia- le señaló el papa.

-       ¿Usted cree? - sonrió socarronamente.

-       - Descuida, puedes retirarte ya- le dijo.

-       - ¿Eh? - dejó salir con desconcierto.

-       Es posible que el asunto para el que te llamé, ya esté resuelto.

Kardia abrió los ojos en demasía, sintiéndose burlado, chistó con fastidio y se fue del lugar con una mueca disgustada en el rostro, ese viejo zorro comenzaba a fastidiarle.

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En tanto, en el templo de cáncer, llegó a oídos de Manigoldo el “campamento” que hicieron el santo de acuario y el santo de escorpio. Las doncellas no paraban de mencionar que se habían encerrado en una especie de iglú desde el día anterior y que incluso, les habían mandado a llevarles comida y algunas otras cosas a una pequeña rendija que Degel había abierto. Manigoldo bufó. Parecía ser que, por el momento, su pequeño incendio estaba nuevamente controlado. Por breves momentos, sus ojos brillaron con algo similar a la envidia. Luego, pensativo, dirigió su mirada al templo de piscis, anhelante de lo que no podría tener.

Notas finales:

Aun falta 1 cap más (o 2 si se vuelve muy largo).

Gracias por leer! ^3^


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