Desaparecido
Capítulo 2:
Su vida siempre había sido tranquila. Demasiado tranquila.
Su hermano era como la figura materna y paterna para él. No solo le decía que lo quería mucho y que siguiera siendo un buen niño, también lo regañaba si hacía las cosas mal y le mostraba la mejor manera de hacerlas.
Su hermano balanceaba los cuidados de la casa, le mantenía un ojo encima a él y a su papá y aún así mantenía el mejor promedio del colegio. Su papá siempre estuvo muy orgulloso de él por todos sus logros que superaban por mucho el historial del colegio.
Su hermano no hacía más que llenar de honores a su familiar y de paso inflar el ego de su papá. Para su papá no había mejor hijo que Itachi. Se graduó del colegio con todos los honores habidos y por haber a los trece años.
Después de eso su papá se encargó de enseñarle todo sobre el manejo de la empresa constructora. Itachi se encargó de seguir estudios universitarios y una vez más probándoles a todos que él podía. Una vez más se graduó con honores y maestrías a los dieciocho. Todo un prodigio era lo que decían los periódicos, pero lo que ellos no sabían era que todos esos logros fueron a base de esfuerzo.
Él pudo ver muy de cerca como su hermano se obligaba a sí mismo a cumplir todas sus metas. La cara tan dulce que siempre le regalaba sonrisas y palabras alentadoras cambio a una cara marcada por ojeras que cada vez se hacían más grandes. Su hermano y él sabía que era difícil vivir bajo las expectativas de su papa.
Muchas veces escucho a su hermano disculparse con él por “haber puesto la barra tan alto” por qué se había hecho algo casi imposible de igualar. El sufría verlo estudiar tanto como él mismo lo había hecho hace tiempo solo que esta vez sin los resultados esperados.
Su hermano había sido un prodigio en todo el sentido de la palabra y él era como lo había denominado su papá “un estudiante mediocre”, que así se pasara toda la vida estudiando nunca lograría nada.
Las palabras le habían dolido como si lo hubieran atravesado con una espada envenenada no solo una sino varias veces. Era una herida en su alma que calaba hondo, había traspasado su personalidad y estaba cambiando gradualmente su manera de sociabilizar al punto de hacerla nula. La alegría que alguna vez tuvo y que su hermano se había empeñado en construir había desaparecido por completo.
Él se había convertido en una maquina cuyo único fin y propósito era superar a su hermano e intentar complacer a su papá. Estudiaba hasta el cansancio, casi no comía y no podía dormir por las noches pensando en el examen del día siguiente. Lo peor era que por el cansancio y todo lo demás a la hora del examen no rendía. Se equivocaba en las cosas más tontas como olvidarse de poner un numero o una puntuación o una letra. Todo su esfuerzo se iba al caño y al final solo lograba una A o -A.
Obviamente esa calificación no era la que esperaba su papá.
Su papá tenía su propia historia. Nacido de una familia bastante humilde había logrado todo lo que tenía con su propio esfuerzo y esperaba que ellos se esforzaran para hacer crecer lo que él ya había formado.
La vida no lo había tratado bien y había visto muchas veces la puerta cerrarse en su cara. Pero no se dio por vencido y siguió adelante. Conoció a la hija de una familia rica y se casó con ella. La dote de su esposa Mikoto la multiplico diez veces. Tuvo su primer hijo del que están sumamente orgulloso porque se veía a sí mismo en él. El intelecto, la deducción, Itachi lo tenía todo para triunfar y heredar todo el patrimonio familiar.
Cuando su familia ya era perfecta y no le podía pedir más a la vida Mikoto quedó embarazada por segunda vez. Era un segundo niño que ella deseaba, pero él no tanto, no lo despreciaba, pero sentía cierto problema en el embarazo que muchas noches no los dejo dormir, quizás una intuición, algo para prevenirlo de que algo malo podía suceder. No era un hombre que creyera en esas cosas así que lo dejo pasar.
Ese fue su gran error. Si en ese momento él hubiera hecho algo para detener ese embarazo quizás su vida hubiera sido perfecta.
Un viaje de negocios lo llevo fuera del país por una semana, pero la llamada de su primogénito lo hizo regresar antes de tiempo.
Mikoto había sido internada en el hospital por que el embarazo había tomado un mal rumbo. Perdió mucha sangre, demasiada y los doctores le dijeron que no resistiría mucho. Hubiera dado todo su dinero para salvarla, pero eso no era suficiente. Sus días estaban contados y él no podía hacer nada más que acompañarla hasta el final.
Se fue después de siete días de haber dado a luz. Resistió más de los que los doctores esperaban y eso le había dado cierta esperanza que los galenos se hubieran equivocado y todo hubiera sido una vil mentira.
Mikoto en cambio sabía que no le quedaba mucho tiempo y lo aprovecho al máximo al lado de su marido y sus dos hijos. Se fue pidiéndoles a los dos que le prometieran que iban a cuidar de Sasuke y que nunca lo dejaran solo.
Su hijo Itachi cumplió con lo que le había prometido a su madre, pero él no pudo.
Se le había hecho demasiado difícil tener al niño cerca y quererlo mucho menos a pesar que era el retrato vivo de su difunta esposa.
Muchas veces el niño lo miraba fijamente como pidiéndole amor, pero él se negaba a dárselo. Le daba pena porque eran los ojos de Mikoto que le recordaban la promesa incumplida. La mejor solución era huir de esa responsabilidad. Se dejaba absorber por el trabajo y pasaba la menor cantidad de tiempo en casa.
Muchas veces Itachi iba con su hermano de la mano al trabajo para buscarlo y verlo. Le dolía, pero no había otra manera. Pero Itachi no tenía la culpa de eso por eso mismo hizo un cambio en sus actividades para apoyar a su hijo mayor y visitarlo mientras estaba en la escuela. Esos eventos que organizaban las escuelas para ver los logros de su hijo. Itachi lo hacía sentir más orgulloso a medida que crecía, pero su hijo no era tonto. Era muy valiente porque muchas veces los enfrento y le recordaba constantemente la promesa olvidada.
Itachi le hacía ver que su hermano menor también lo necesitaba, pero a su vez entendía por qué le huía. Le dijo que el único inocente era él.
Se hizo un esfuerzo para hacer lo que Itachi le pedía y pasar tiempo con Sasuke pero el niño era tiempo perdido. Le tenía miedo, pero el miedo era mutuo. Sasuke no le conocía mucho y por eso le tenía miedo a pesar que sabía que era su papá e Itachi lo animaba para que se le acercara. Pero él le tenía miedo al niño por que se parecía a Mikoto de muchas maneras, no solamente porque había heredado su cara, también tenía sus mismas expresiones, la sonrisa y esa dulzura que ella podía dar. No lo aguanto más y se paró para irse casi al mismo tiempo en el que Sasuke se había animado para acercársele.
Momentos como esos se repetían cada cierto tiempo, aunque ahora era el mismo Sasuke el que intentaba estar cerca de él. El niño sentía el rechazo y poco a poco dejaba de intentar el acercamiento. Se había dado cuenta a través de su hermano que la única manera de acercarse a su papa era hacerlo sentir orgulloso.
Se dedicó a estudiar muy duro cuando entro a la escuela. Era el mejor de su salón y cada vez que se le acercaba con sus notas donde su papá para que se sintiera orgulloso de él también pero el tiro le salía por la culata. Para alejarlo a su papá se le había ocurrido la genial idea de comparar sus notas y sus logros con los de su hermano a la misma edad.
Cada vez que hacía eso lo hacía sentir insignificante, odiaba el sentimiento, pero a su vez se odiaba a si mismo por no ser lo que su papá quería que él fuera.
Itachi siempre trataba de animarlo y que no fuera tan duro consigo mismo, pero últimamente sus palabras ya no le llegaban. Itachi se había dado cuenta que su hermanito había perdido algo más que su linda e inocente sonrisa.
“No seas tonto y no te lo tomes tan a pecho” – le decía mientras golpeaba su frente con sus dedos, una muestra de cariño que siempre le había arrancado una sonrisa, pero ahora solo lo hacía enfrascarse más en los estudios.
Ya lo había decidido.
Él iba a superar a Itachi, iba a estudiar así muriera en el intento. Iba a ser el mejor en todo.
Pero él no contaba con que las cosas nunca salen como uno las quiere, siempre pasa algo que logra cambiar los planes y a veces es tan duro que puede cambiar la manera de ser.