Desaparecido
Capíitulo 3:
Parecía que iba a ser un día normal, aunque él se había percatado que olía diferente. Se sentó en su pupitre dispuesto a prestar atención. Al finalizar el día iría a casa a estudiar todo para el examen de la próxima semana, pero antes tendría que hacer una parada en la tienda, la refrigeradora estaba vacía y no había nadie más dispuesto a hacer la tarea.
Extrañaba la época en que su papá había contratado a una persona para que se encargara de las cosas de la casa. Recordaba que lo hizo por que Itachi estaba muy ocupado con la escuela y el trámite que iba a empezar para iniciar la universidad antes de tiempo.
Su papá había puesto un anunció en el periódico y como una veintena de mujeres habían venido por aquella oportunidad de trabajo. No era algo muy complicado. Solo tener la comida lista para el desayuno, loncheras preparadas para la escuela y cena para la noche. Limpieza dos veces por semana y comprar las cosas para la despensa.
Itachi y él se habían encargado de todo muy bien hasta el momento. Su hermano le había enseñado a limpiar y a mantener todo en orden y limpio por lo que el trabajo para la persona que viniera en verdad no iba a ser muy duro y no lo fue. Tuvimos una persona que nos ayudó con todo por unos cinco años que fue lo que le demoró a Itachi terminar con su carrera e integrarse al trabajo con papá. Después de eso papá le pago muy bien a esa persona y no se le necesito más.
Itachi vivía ahora por su cuenta en otro país mientras hacía fructífera la compañía en el extranjero. Su papá seguía trabajando tan duro como siempre y él era ahora el único encargado de la casa. Pero era más como si el viviera solo en una enorme casa llena de lujos, pero con cero personas alrededor. Una isla en medio de la civilización.
Le podía dar un ataque al corazón en cualquier momento y nadie encontraría su cadáver a menos que comenzara a apestar. La persona que encontraría su cuerpo sería obviamente una persona ajena a su casa que se percataría del mal olor en la calle. Era muy poco probable que su papá lo hiciera porque incluso pasaban semanas antes que regresara a casa.
Ahora tenía sus compras en la mano, pero cero ganas de regresar a su casa. A veces, cuando tenía esa sensación prefería ir al parque. Ahí se quedaba un buen rato hasta que se daba cuenta que todo estaba oscuro. Caminaba sin apuro de regreso a su casa hasta que una bulla llamo su atención.
El ruido provenía de una tienda de videojuegos. El encargado sacaba a empujones a un chico rubio y lo lanzaba por la puerta. Como él era invisible no se dio cuenta cuando le tiro al chico rubio encima.
“¿Estas bien?” – le pregunto después de darse cuenta que su cuerpo no había tocado del todo el piso. Se levantó y le tendió la mano para ayudarle a ponerse de pie.
“Ten cuidado imbécil” – fue la escueta respuesta que le dio después de esquivar su mano y pararse por su propia cuenta. Estaba acostumbrado a las caídas y a levantarse solo, no era para tanto.
Comenzó a seguir su camino dejando de lado lo que acababa de pasar, doblo la esquina y siguió dos calles más. Paro en el semáforo rojo y esperó como dos minutos antes de continuar. Cuando paso frente a las ventanas de una tienda se dio cuenta por su reflejo que tenía el pantalón rasgado. No creía que el golpe hubiera sido para tanto, llegando a la casa tendría que revisar que tan grave era la herida porque ahora que lo había notado comenzaba a sentir el escozor.
Metió la mano al bolsillo para sacar las llaves, pero no las encontró. Eso sí le sorprendió, él era muy cuidadoso sobre donde guardaba las llaves. Abrió su maletín y luego reviso la bolsa de sus compras con la esperanza de encontrarlas ahí pero no había nada. Se le tenían que haber caído en el camino, quizás cuando el chico le cayó encima. Felizmente para esos casos raros tenía la llave de repuesto escondida en algún lado de la entrada de la casa.
La agarró y logró abrir la puerta. La casa vacía lo recibió con la oscuridad de siempre, se hubiera sorprendido que hubiera ido su papá, igual no le hubiera abierto la puerta.
Caminó a oscuras hasta la cocina y guardo las pocas cosas que había comprado. No tenía mucha hambre y aún no había estudiado nada. Tomo una botella de agua y un tomate y con eso decidió subir a su habitación para ponerse a estudiar y preparar los trabajos para sus asignaturas. Prendió la luz de su habitación a tientas y casi le da un ataque al corazón.
“Te demoras mucho en regresar a tu casa”
El mismo rubio que le había caído encima estaba ahí, desparramado encima de su cama mordiendo una manzana y con los zapatos aún puestos.
“¿Qué demonios…?”
“Vine a devolverte las llaves de tu casa. Te llame para devolvértelas, pero ni te volteaste. ¿Estas sordo?” – el aún no salía de su asombro y movía la boca sin que un solo sonido pudiera salir de él. – “Bueno Uchiha Sasuke…”
“¿Cómo sabes mi nombre?” – si se ponía a pensar su pregunta se habría golpeado a sí mismo. Era más que obvio que en el tiempo que estuvo solo en su habitación había leído sus cosas, no había otra respuesta.
“Esta en tu identificación. Ah sí… toma” – el chico rubio metió la mano al bolsillo de su saco y saco una billetera. Instantáneamente y por reflejo busco su billetera, pero el rubio se la estaba extendiendo. –“Se te cayó también”
Se la arrancho de las manos y comenzó a revisar que todo estuviera en orden, aunque con todo el susto y la impresión no recordaba exactamente como con cuanto dinero cargaba.
“Esta todo, solo saque tu identificación para ver quien eras. Vamos al mismo colegio, pero estamos en años distintos, soy tu superior, pero me puedes llamar solo por mi nombre. Naruto” - le estiro la mano con su billetera, pero antes que la pudiera agarrar retiró la mano – “¿No vas a darme las gracias? Te he hecho un favor a traerlas hasta acá”
“No te pedí que lo hicieras…”
“Me había olvidado por un instante que eres un riquillo. Perder tu billetera con dinero no es importante porque papi te puede dar más después. Y mami siempre va a estar cerca para abrirte la puerta…” – sus ojos azules se oscurecieron. Se lo dijo con malicia.
“¿Qué pretendes?”
“No es tan divertido jugar contigo…”
“¿Estas jugando? ¡Lárgate de mi casa de una vez antes que llame a la policía!” – le grito perdiendo completamente el control de la situación y apuntándole con la mano izquierda el camino a la puerta.
“¡Lo único que tenías que decir era gracias maldito mal agradecido! Pero está bien, ya me cobraré este favor de alguna otra manera” – torció su boca para sonreírle con desprecio. Volvió a estirar el brazo para devolverle la billetera. Cruzaron miradas fijamente, calculando movimientos e intentando ver si esto se trataba de nuevo de alguna treta.
Estiró su brazo también para agarrar la billetera con éxito esta vez pero con una pequeña diferencia.
El rubio no la soltaba.
Trato de jalarla para quitársela de una vez.
De un movimiento brusco el rubio también jalo tirándoselo encima. Para suerte de los dos cayeron sobre su cama, pero en una posición algo comprometedora. El encima del rubio, pero Naruto no tardo en cambiar los papeles y pronto fue él el que termino apresado entre sus piernas.
“¡QUITATE!” – le grito mientras intentaba sacárselo de encima.
Naruto por su parte se estaba divirtiendo. Tenía a su presa apresado entre sus piernas. Como el chico no dejaba de forcejear no le quedó más remedio que asegurar sus brazos por encima de su cabeza.
“Te ves demasiado mono, pareces un tierno e indefenso gatito” – no se lo dijo en burla, de verdad lo creía así, tanto que no se pudo controlar. Quería hacer más.
“¡¿QUE HACES?!” – su cuerpo empezó a temblar. No era miedo o al menos así lo quería creer. No estaba acostumbrado al tacto ni mucho menos a estar en una posición tan dócil.
Pero Naruto no contestaba. Estaba extasiado con la suavidad de la piel del otro muchacho porque no dejaba de pasar sus manos por debajo de la camisa de colegio aún abotonada de este. Los botones le estaban comenzando a estorbar. Los empezó a jalonear hasta que poco a poco fueron revelando la apariencia de esa piel tan suave. Era lo más blanco que había visto. No tenía ni una sola marca, ni lunar, nada. Tenía ganas de marcar esa piel, así como sentía ganas de salir temprano después de una nevada, para dejar huella…
Comenzó a acercar su boca ante la desesperación de Sasuke que intentaba zafarse del agarre moviéndose como gusano.
Paso su lengua delineando su ombligo lo que le provocó una corriente eléctrica al chico apresado. Los colores se le subieron a la cara cuando no pudo evitar que la lengua le recorriera desde el ombligo hasta el cuello. Su golpe final fue su boca succionando el hueso de su clavícula de una manera nada gentil, bastante brusca la verdad.
“¡¿QUE DEMONIOS SUCEDE ACA!?”
¿Y que demonios hacía su papá en casa viendo este momento tan bochornoso?
Esto no podía estar sucediéndole, no ahora…
TBC