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Gomen ne por KRYazmin

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—Entonces ¿cómo son las cosas allá? –preguntó Doumeki después de lo que había pasado. Me sorprendió un poco la pregunta repentina, pero supongo que era normal tener un poco de curiosidad por las cosas que sabía.

 

—Bueno, van bien para ti, al menos eso supongo. –dije con una sonrisa triste. –Vas a casarte con Kohane.

 

Entonces pude ver una pequeña muestra de sorpresa en su rostro. Claro que no se esperaba eso, siendo que en esta realidad él desearía que yo fuera su esposa, que amargo me sabía el solo pensar en eso.

 

—En aquel lugar… -no pudo terminar la pregunta, pero no era necesario, sabía lo que deseaba preguntar.

 

—No es eso. –contesté tratando de encontrar las palabras. –Digamos que es mi culpa que las cosas no hayan ido tan bien como aquí, o que simplemente en mi realidad esto nunca debía ser.

 

Sí, podían ser muchas cosas, pero al final no iba a dejar de culparme por los sucesos de mi realidad. Había sido injusto.

 

—Entonces, creo que también tuve la culpa.

 

Le mire sorprendido ante aquellas palabras. No, él no tenía la culpa por las cosas que pasaban en el otro lado, tampoco mi Doumeki tenía la culpa de ello.

 

—Yo tampoco dije nada, así que parte de la culpa es mía también y eso no se puede negar. –me dijo con seriedad mientras se levantaba del suelo. Yo me le quedé viendo y una sonrisa triste se mostró en mis labios. –Bueno el yo del otro lado, es bueno que coincidamos en que él te quiere tanto como yo al Watanuki de aquí.

 

Por un momento quise decir que no, que se equivocaba y que yo era el único culpable, sin embargo, sabía que eso no era lo que él quería escuchar, además parte de mi pensaba que si no lo decía, entonces podría compartir la culpa y soltar un poco de peso.

 

—Vamos tonto, sé que deseas ir a ver a Yuko, además de que de esa forma podrías regresar a casa. –me dijo extendiendo su mano, noté que parecía contener algo, pero ahora no podía decir nada, claro, era el final de mi pequeño viaje.

 

—¿A quién le llamas tonto? Idiota. –dije apartando su mano para levantarme por mí mismo. Una débil sonrisa se asomó en su rostro, al igual que en el mío.

 

Entonces salimos de la habitación para ir a la tienda de Yuko.

 

Entre más nos acercábamos a la tienda más lento caminaba, deseando no llegar nunca pues al final esa realidad era lo que quería, sin contar que estaba renuente a verla, tenía miedo y estaba ansioso por ello.

 

—¿Qué te trajo a esta realidad? –preguntó Doumeki deteniéndose por completo. Solté aire que no sabía estaba conteniendo antes de detenerme y respirar nuevamente con alivio. Aunque al final trague saliva. El camino había sido silencioso y escucharlo hablar repentinamente me pareció extraño.

 

—Supongo que un deseo muy fuerte y un par de cosas que he aprendido aunque aún no lo sepa manejar del todo. –Contesté sin pensarlo mucho.

 

—Suenas más serio, pero aun eres un idiota ¿no? –Ahí estaba la razón de todos mis males, su impertinencia que nunca cambiaba.

 

—No quiero escucharte a ti llamarme idiota, idiota. –conteste girándome para verlo, exasperado y señalándolo. La expresión de Doumeki me hizo bajar la mano con la que lo apuntaba y volver a una pose más seria.

 

—Idiota, puedes sonar todo lo maduro que quieras y tener esa nueva imagen de tipo serio que de verdad te queda, pero sigues sin saber nada acerca de lo que necesitas, seguro que aun eres malo pidiendo ayuda a los demás, sin mencionar que te guardas las cosas intentando cargar con todo el peso tú solo. –Me miro de una forma que pocas veces había visto, estaba molesto, podía sentirlo por la forma en que su voz sonaba y el cómo parecía morderse para no elevar la voz. –Creo que pudiste soltarte un poco anoche, pero no soy yo al que debes pedir consuelo y sé que lo que sucedió no es lo que buscabas, tampoco estar aquí resuelve nada.

 

Agache la mirada y resople con burla. Era increíble que Doumeki ahora me estuviera dando un sermón, no que antes no sucediera, pero ahora sonaba tan serio y de cierta forma herido. Yo no era la persona a la que quería, pero aun así me trataba con cariño.

 

—Sí, no eres el Kimihiro de este lugar y no tengo derecho a decirte como hacer las cosas, pero sé que el yo de tu mundo sufre por lo que no puedes decir. –dicho eso comenzó a acercarse tomando mi mejilla y haciendo que levantara la vista para verle. –Ese ojo tuyo demuestra lo mucho que ambos nos preocupamos el uno por el otro.

 

Mordí mi mejilla interior tratando de soportar las lágrimas, ese tipo ya me había visto llorar lo suficiente. Aparte su mano y seguí caminando, apenas murmurando un gracias que no sabía si llegaría a oídos del receptor.

 

“Prometo regresar y ser bueno, prometo hacer las cosas de una mejor forma y cambiar todo el mal que he causado.” Fue lo que pensé antes de adentrarme a la tienda donde las chicas ya me estaban esperando.

Notas finales:

No pienso agregar el cómo Yuko lo ayuda a regresar a su propia realidad y es que duele, duele escribir a Yuko, además de que no me atrevo pues sé que no me saldría la esencia de esta hermosa mujer, así que mejor no lo intento.

Así que, en el siguiente capítulo ya veremos la realidad de estos chicos.


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