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No te conozco pero te amo por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste...

“¿Estás bien?” preguntó Setsuna a su amigo cuando este se tambaleó por la calle presa de un ataque de fiebre. Le tocó la cabeza, estaba ardiendo. “No es bueno” le palmeó la mejilla. “Madara… Madara, escúchame” le levantó la cabeza. “Compórtate, sabes que no puedes enfermarte. Danzo nos lo dice todo el tiempo, si te enfermas, mueres. Tú lo sabes, así que mantente en pie y haz tu trabajo.”

“Yo… no puedo morir” entre sus temblores febriles. Pareció recomponerse por un minuto, pero al siguiente estaba cayendo. Su compatriota lo sujetó el tiempo necesario para que no se diera contra el suelo antes de poder sostenerse realmente en pie. “No puedo morir ahora… no después de… después de…”

“¿Después de qué?” preguntó el otro rumano, tomándolo de la mano. Él había aprendido hace mucho tiempo que en ese lugar la esperanza sólo te destruía, más… por alguna extraña razón quería tenerla de nuevo.

“Todo lo que él está haciendo por mí… no después de todo lo que él está haciendo por mí” siguió balbuceando el enfermo, sonriendo ligeramente.

“¿Quién?”

“Danzo se lo dijo… a ese tipo… él se estaba entrometiendo en sus asuntos y… le estaba causando muchas pérdidas” los ojos de su amigo se abrieron bastante. Sabía que su explotador estaba sufriendo pérdidas financieras que le dolían mucho, pero ignoraba que había alguien detrás de eso. “Reconocí su nombre”

“¿El nombre de quién?” todo estaba muy interesante. Si había alguien lo suficientemente listo para darle un golpe así al Shimura, entonces todavía podían tener una oportunidad. “Madara, tienes que decirme, si puede ayudarme.”

“¡Oye! ¡Puta! ¡Dile a tu amigo que traiga su estrecho trasero para acá, que quiero follarlo!” uno de los peores clientes que visitaban el lugar, un asiduo de Madara, los llamó. El joven se paró derecho e hizo un esfuerzo por combatir la enfermedad. Tenía que hacerlo. No iba a desperdiciar el trabajo que la única persona que había hecho algo por él en mucho tiempo se desperdiciara.

“Setsuna… sé que piensas que no tiene caso, pero… ten esperanza… aún podremos salvarnos” dijo antes de irse con el detestable hombre. El otro suspiró de cansancio.

“Sí quiero tenerla, amigo, más de lo que tú crees”

“¡Hey, tú!” alguien lo llamó de una de las vans cercanas. Era un cliente nuevo… perfecto. Una oportunidad perfecta para pedir más de lo que realmente valía y conseguir algo extra para una dosis nueva. “¿Cuánto me cobras por una hora?” él le dijo el precio. El tipo no parecía ser capaz de pagarlo, más a él le vendría bien. “De acuerdo”

“¿Sí?” se sorprendió. Usualmente los clientes regateaban antes de aceptar un precio. “Quiero decir, sí. Vamos” se subió al auto a pesar de que era sospechoso. “¿Va a querer algún tipo de servicio especial?”

“Sí, quiero atarte” respondió el otro sonriendo.

“¿Qué?” no era la primera vez que escuchaba eso, pero tenía por costumbre no aceptar esa clase de trabajo a menos que estuviera en una fiesta. Solían ser muy problemáticos. “Lo siento, cariño, pero no. Mi ética laboral me lo impide”

“Qué pena”

“Sí, ya querría yo hacerlo contigo. Considerando mi clientela habitual no estás tan mal” comentó el más joven, mintiendo como acostumbraba. “Párate aquí, me bajaré y podrás preguntarle a otro si…” una pistola lo apuntó en el vientre. “¿Qué… qué haces? Para ahora mismo…”

“Te vas a quedar aquí y hacer justo lo que yo te diga, puta” Setsuna estaba muy asustado. Nunca se había encontrado en una situación así… aunque sabía que era muy común para alguien de su línea de trabajo. Incluso algunas veces en Rumania vio programas de policías. Gracias, Danzo, por traerlo al país donde el secuestro de un trabajador sexual era pan de todos los días.

“Por favor…”

“Grita, todo lo que quieras, pero no te vas a librar de esta” se lamió los labios. Al otro no le gustaba. Unas lágrimas cayeron por sus mejillas, deseando que esto se acabara lo más pronto posible. Hace sólo unas pocas horas había decidido tener esperanza… qué pena que tan sólo era una trampa. Unos pocos metros más allá entraron en una zona vacía, donde el hombre le dio un golpe en la cabeza. Despertó encerrado en una habitación. Buscó por todas partes una luz, pero no pudo encontrar ninguna.

“Ayuda… ayuda…” una voz suplicante le llegaba de una pared muy delgada. Debía estar en una especie de sótano, pero no sabía dónde exactamente. “Ayúdame… por favor” se acercó a ella. “Sé que estás ahí… por favor… sálvame.”

“¿Dónde estás?” preguntó el otro, tocando finalmente algo de madera. Lo delineó… era una puerta. La empujó ligeramente, luego con algo más de fuerza. Estaba cerrada por fuera con lo que parecía un candado. “Sigue hablándome, ¿Dónde estás?”

“En… en la cueva… la cueva de la muerte” su voz llorosa le llegó. Fuera quien fuera no la estaba pasando bien. “Soy… soy… soy un miserable… que cayó en la trampa de ese maldito. Ahora… me matará… y seguirás tú… ¡me matará!”

“No, no te va a matar” Setsuna intentó tranquilizarlos. En realidad no tenía ni idea de lo que planeaba el loco que lo había raptado, pero pasó tanto tiempo consolando a sus compañeros primerizos que su primera reacción a las súplicas era tratar de calmarlas. “Shhhh… todo saldrá bien, sólo tienes que…”

“Cuando me trajo aquí… cuando me trajo… tenía a otro chico justo en este lugar… aún… ¡aún estaba vivo!” lloró desconsolado. Se notaba que hasta hablar le costaba. “Me hizo escucharlo… ¡me hizo escuchar cómo lo mataba! ¡Me hizo escucharlo para que cuando estuviera en su lugar tuviera más miedo! ¡Para que pudiera disfrutar más de mi dolor!” un golpeteo de madera contra el piso de cemento le llegó. “Por eso sé que…”

“Pero no te dejaría sólo conmigo si fuera a matarte”

“Lo… lo hizo con el anterior también” su llanto fue muriendo. “Supongo que es lo que me gano por ser un asqueroso vago” se rio sin humor. “¿Tú qué te metes?”

“¿Eh?”

“¿Qué te metes? Usualmente los coge de las calles y la mayoría ahí son adictos” hizo una pausa. “Vamos, si me dices el tuyo yo te digo el mío.”

“Heroína, a veces algo más barato que se le parezca” admitió él. Era incómodo estar en la oscuridad de ese reducido espacio, así que continuó con la conversación. “Depende del proveedor más que nada.”

“A mí me va el crack… o me iba antes de… bueno, esto” volvió a reírse de la misma manera oscura que antes. “Se… se asegura de tenernos aquí un buen tiempo… me ha torturado por lo que parece meses…” suspiró. “Yo… ¿Dónde están mis modales? Soy Naka. ¿Cuál es tu nombre, amigo?”

“Setsuna” ese nombre no era de ahí, ¿acaso él…? “Tu nombre no es muy común de aquí. ¿Eres de Rumania?”

“Tengo ascendencia rumana, nací aquí”

“Ahhhhh, bueno… creí que estaba con alguien más como yo”

“Quizás… tengamos más en común de lo que tú crees” Naka continuó. “Yo era como tú, también me vendía. Escapé de casa cuando mis padres se volvieron insoportables” un golpe sordo fue escuchado. “Ahora que lo pienso, tenían razón. Debí dejar las malditas drogas cuando me lo dijeron o no estaría aquí. Bueno, el caso es que… me escapé… y entonces perdí el norte completamente. Incluso me vendí para alimentar mi vicio” volvió a llorar. “¿Y tú? ¿también escapaste de tu casa?”

“No, yo… vine de Rumania” le contó el otro, sentado contra la puerta. “Era… un turista rumano que ahorró toda su vida para este viaje” la ironía lo hizo sonreír. “Quería divertirme antes… antes de comenzar a trabajar en una pequeña agencia gubernamental” sintió algo húmedo en su cara, que secó con rapidez. “Recuerdo… recuerdo cuando ese hombre se me acercó. Me dijo que uno de los aduanas había encontrado irregularidades en mi pasaporte. Le creí, podía pasar…”

“¿De verdad?” preguntó extrañado. “¿Eras un buen chico… y aún así acabaste vendiéndote en las calles, convertido en un adicto? Vaya, si te oyeran mis padres” hizo otros ruidos, como si se estuviera riendo. “Ellos pensaban que ser buen chico era una garantía de que tu vida iba a ir bien.”

“¡No fue mi culpa! ¡Qué no estás escuchando!” gritó Setsuna, agarrándose el cabello. “Ese tipo de la policía… me sacó por otra puerta del aeropuerto… ¡arruinó mi vida!” lo jaló con mucha fuerza, tanto que sentía que iba a arrancárselo. “Ahí afuera estaba esperándolo un hombre en un camión… ¡ese cabrón me vendió a otro! ¡Y me llevaron a un maldito motel donde un cerdo apestoso con herpes me violó por tres horas! ¡¿Entiendes lo que significó eso?! ¡Perdí mi primera vez por su culpa!” las lágrimas surcaron su rostro. “¡Y no estuvieron satisfechos con eso! ¡Antes de entregarme a su jefe me violaron los dos por horas! ¡Eso fueron mis vacaciones soñadas! Sigo… sigo viviéndolas… la pesadilla en que se convirtieron…”

“Oh, vaya… supongo que lo siento, pero… en realidad no lo hago” Naka sonaba despiadado. “Una vez que lo piensas bien, verás que todo esto es tu culpa.”

“Eres un…”

“No, piénsalo de verdad” siguió el chico. “Sólo piénsalo. Fuiste tú el que decidió seguir a un tipo al que ni siquiera conocía a un lugar que obviamente no eran un conjunto de oficinas” respiró. “Puede que la droga y acostarte con cerdos por dinero no fuera tu idea, pero la culpa de que eso pasara sigue siendo sólo tuya.”

“Yo…” una puerta se abrió y pasos fueron escuchados. Naka se quedó callado, como si su lengua de repente se hubiera quedado completamente paralizada. “¿Qué está sucediendo? ¿Qué pasa?”

“Está aquí” el otro pareció intentar retroceder, más estaba atado contra algo que se arrastró por el piso con estrépito. “Setsuna… Setsuna… escúchame… por favor… cuéntale al que sigue mi historia… dile quién fui… y… y si por algún milagro sobrevives… busca a mi familia… a mis padres… a mi hermana…y entrégales mi collar… diles que lo siento… ¡que sí aprendí! ¡estoy muy arrepentido!”

“¡No digas tonterías! ¡Vamos a salir de aquí los dos! ¡No voy a dejarte atrás para que un sádico malnacido te mate!” gritó, empujando la puerta.

“Ya es demasiado tarde para mí, ha venido a por mí” su voz carecía de toda esperanza. “Di… diles también que… que desearía haber sido como tú… un niño bueno… un chico modelo… que los hiciera orgullosos... que lamento no haber podido regresar con ellos de una sola pieza… y que los amo.”

“¡Naka!”

“Basta… no grites… te oirá” la puerta del sótano se abrió y alguien entró. Los sonidos de gritos y torturas horribles se hicieron notar, junto con una cámara fotográfica que captaba todo lo que le estaba haciendo. Setsuna estaba más que aterrado por lo que estaba obligado a escuchar. Se apretó contra la pared y lloró mientras Naka chillaba de dolor y emitía sus últimos gritos cuando su cuerpo ya no pudo más. El hombre dejó sus implementos de tortura y se oyó un tintineo metálico.

“Este juguete ya no sirve” lo tiró al suelo como si no fuera nada. “Pronto jugaré con mi nuevo juguetito” se escuchó un sonido de serrucho que le heló la sangre al cautivo. De repente su teléfono sonó. “¿Qué? ¿Ahora? Bien, entiendo, pronto estaré ahí. Nos vemos” golpeó la puerta, asustando a Setsuna. “No te inquietes, cuando vuelva será tu turno.”

-En otra parte-

“Nos retiramos, caballeros. Vamos, Namie” le tendió una mano a su esposa, que sumisamente la tomó. La pobre llevaba una gruesa capa de maquillaje para cubrir las señales del abuso en su bonita cara ante las miradas de todos los de la alta sociedad que participaban en la fiesta de caridad a la que su esposo la obligó a asistir. “Traigan la…”

“¡BUTSUMA SENJU!” el grito descolocó un poco a la pareja. La policía ingresó al aparcamiento de la mansión donde se celebraba la reunión apuntándole con sus armas al mencionado, que abrió mucho los ojos. “¡Manos arriba! ¡Estás arrestado!”

“Ehhhhhh… caballeros… ¿Qué se suponen que están haciendo?”

“Arrestándote” Hashirama se adelantó y le entregó una nota. Su padre no se creía lo que veía cuando la vio. “Está autorizado por un juez”

“No sé cómo te las has arreglado para convencer a un juez de que firme esta cosa, pero… creí que la envidia tenía un límite” se volteó hacia sus amigos.  “Señora, mi hijo está teniendo una pequeña rabieta, creo que le ha afectado no poderme superar en nada” los susodichos se rieron, pero el castaño menor no se inmutó. “Iré con él y… no se vayan a reír mañana cuando salga su falla en los titulares.”

“Yo no estaría tan seguro” Butsuma se adelantó con la cabeza bien en alto para ir a la patrulla. No dejaría que lo esposaran, pero cooperaría… o algo así… hasta que su abogado lograra sacarlo de ahí. Su esposa lo miró irse con expresión preocupada. ¿Acaso terminaría ella misma sufriendo la ira de su marido? “Mamá, tú también tienes que venir”

“¿Y… yo?” ella se señaló. “¿Por qué tendría que ir?”

“Tengo a alguien que presentarte” los escoltaron a la comisaría, donde los Kimura estaban esperando con una foto de su desaparecida hija. Aún no sabían las circunstancias de la captura, sólo que habían atrapado al malnacido que se la llevó y que la traerían de regreso con ellos. El fiscal sentó a la mujer con ellos y Kotori fue la primera en levantarse.

“¿Naomi?” preguntó ella con esperanza, pero ella no volteó. Había sido Namie tanto tiempo que ni siquiera reconocía a sus propios padres. “Naomi, hija… ¿no me recuerdas?” de repente un hombre en un elegante traje desfiló delante de ellos hacia la sala de interrogatorios. “Ese maldito…”

“Esto es un escándalo, Hashirama… sabía que habías caído bajo, pero no creí que hicieras algo como esto. Llevar tu complejo de inferioridad a la corte… ¡después de eso ni siquiera puedo llamarte abogado!”

“El que ha caído bajo es otro, señor Hosenki” se sentaron todos. “Ahora… señor Senju, usted sabía que su esposa era una menor cuando se casaron.”

“Ya hemos establecido que mi cliente ignoraba la edad de su mujer en ese momento y aceptó pagar una suma de reparación civil por ese “crimen”. Si no tiene nada más…”

“Oh, claro que sí” Hashirama sacó una foto de su portafolios. “Se ha comprobado que Namie Senju es en realidad Naomi Kimura, una niña que fue secuestrada a la edad de diez años. Se realizó un análisis de ADN” el hombre abrió la boca. “Todo legal, sacamos el ADN de una papelera, sus seguratas lo pueden comprobar. Dígame, señor… ¿Cómo fue que una niña raptada terminó siendo su esposa? ¿O no se dio cuenta de su edad a los… catorce años? Porque tenía esa edad cuando me dio a luz.”

“Estaba muy desarrollada para su edad” contestó Butsuma, adelantándose. “Y yo no la conocí hasta un año antes de que tú nacieras, lo sabes. No fui yo quien la secuestró”

“Ya escuchó, abogado. Lo que le sucedió a su madre es lamentable, pero se equivoca de hombre” sonrió Hosenki. “Debería haberlo pensado mejor antes de…”

“Tengo esto” Hashirama puso delante de él un reproductor portátil de DVD. La reproducción dejó incluso al abogado helado. Era la misma niña de la foto del archivo siendo ultrajada por su cliente, una prueba de su culpabilidad tan concluyente que no podía ser negada. Butsuma estaba furioso.

“¡Tú robaste esas cintas! ¡No tienen validez legal en la corte!”

“Las saqué cuando recogí mis cosas, todo legal. Tú me diste permiso de sacar algunas cosas de tu casa y las confundí con unas cuantas de mis películas.”

“¡Eso no es cierto!”

“¿Ah, sí? ¿Tienes alguna prueba?” el padre estaba de piedra. Que sus tácticas legales fueran usadas contra él no te gustaba nada. “Sabes lo que te pasará, ¿verdad?”

“But… Butsuma, creo que…”

“Cállate” ordenó. Luego se volteó hacia su hijo. “Quiero un…”

“Eres un cerdo, pero estoy dispuesto a ofrecerte un trato” otra vez el Senju mayor se mostró sorprendido. “Prisión federal, muy cómoda, con ciertos privilegios… incluso podrás hacer ejercicio en un buen patio y correr como acostumbras” la confusión divirtió a su hijo “¿Qué? ¿No pensabas en realidad que iba tras de ti, verdad? Al que quiero es a otro” se acercó. “Sé lo que Danzo le hizo a Itama y a muchos otros. Me hice fiscal para hacer pagar a esa escoria.”

“Ahh, no quieres a tu viejo, sino al violador de tu hermanito. Típico de un sentimental como tú” se cruzó de brazos. “Te diré algo, no puedo entregártelo todo, nadie conoce la red entera, pero… mi información puede ser de mucha ayuda.”

“Me la darás”

“Sí… cuando yo quiera” sonrió. “Creo que tendrás que visitarme mucho en prisión”

“Cerdo” Hashirama azotó la puerta al salir. Sabía que Butsuma obstruiría incluso con el trato, no era estúpido, más… ¿realmente iban a tener que verse las caras? No era como si disfrutaran de su mutua compañía. “Debería…”

“¿Hashi? Cariño, ven” su madre lo llamó.

“Naomi, si quieres darle las gracias al señor…” su madre comenzó. Su hija aún no la reconocía como tal, más esperaba que con el tiempo la recordara y llamara mamá.

“Él no es sólo fiscal” contestó Namie. “Es mi hijo”

“Bue… buenas” el Senju saludó a sus abuelos. Estos también estaban incómodos y les costaba aceptar que su hija tuviera un hijo tan mayor, sobre todo siendo este hijo de una violación, pero se acostumbrarían. Igual que él. Y quizás con el tiempo llegaran a quererse como la familia que eran.

“Kotori… tranquila. Siempre hemos querido un nieto, ¿no?”

Notas finales:

Espero que les haya gustado. Recuerden que las reviews son el alimento de un escritor, así que ¡Review!


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