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Cuando Solo Falta Uno por DanyNeko

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Nada más poner un pie en el sitio, Yugi, Ryou y Malik sintieron violentos escalofríos recorrerles el cuerpo, como si una descarga eléctrica los hubiera alcanzado. La piel se les puso de gallina y la tensión era casi palpable.

Ryou y Yugi se miraron, recordando y reconociendo la sensación, como de aquella noche hace más de dos meses en Halloween.

 

Estaban en el lugar indicado.

 

~∆~

 

Bakura se abalanzó contra Ryou -mientras Tea, Tristán, Duke y Joey miraban el lugar con precaución y curiosidad- y lo apresó contra su cuerpo, tan de sorpresa, que Ryou se preocupó.

 

— ¿Bakura? 

 

Yami hizo lo mismo, colocó una mano en la nuca de Yugi, otra en su espalda, y lo atrajo en un sorpresivo abrazo.

 

—Yami ¿qué pasa?

 

Malik se llevó una mano a la cabeza.

 

—Hay demasiadas energías rondando en este lugar —mencionó Bakura, en voz baja, mientras soltaba lentamente a su luz —no pueden entrar aquí, así como así.

 

—No deben separarse de nosotros —continuó Yami —su luz los atraerá de inmediato, querrán tomar toda su energía, podrían lastimarlos incluso.

 

Bakura estaba sorprendentemente serio —Deben mantenerse cerca de nosotros todo el tiempo, en contacto, muestras sombras ocultaran sus presencias para que no llamen la atención.

 

Yami empujó con su brazo el de Bakura, y luego llevó su atención hacia el peli-cenizo —también tenemos que hacer algo con Malik, sin Marik con él, es vulnerable.

 

El yami albino asintió —ven aquí, niño —aflojando el abrazo de sus luces, pero sin alejarse mucho de ellos, Yami y Bakura colocaron una mano cada uno sobre el cetro del milenio, y lo recubrieron con su energía.

 

Luego deunos segundos, soltaron un quejido y regresaron a abrazar a su respectiva pareja. Malik se sintió mejor.

 

— ¿Qué sucedió? —preguntaron Yugi y Ryou a la vez.

 

—No es lo mismo encubrir la luz de Malik que la tuya, Ryou —contestó Bakura, antes de enterrar la nariz entre sus sedosos mechones blancos.

 

Yami asintió —no nos acoplamos a él como lo hace Marik. Por eso, para asegurarnos, teníamos que hacerlo ambos.

 

Malik se tomó un momento para sentir las sombras de los dos ex-espíritus rondando a su alrededor y acostumbrarse. 

Rondando era la palabra clave, flotaban a su alrededor, mas no lo cubrían, como lo harían las sombras de su Marik —Gracias... a los dos —comprendía un poco de la inquietud que les causaba, él mismo tenía una sensación… como de estar usando la ropa de alguien más.

 

Yami respondió con una sonrisa, Bakura fue más por la línea del orgullo y bufó, mientras contestaba algo que sonó a "Ryou no me lo perdonaría si no lo hacía" y luego deslizaba su mirada por el interior del torreón, sin soltar a su luz.

 

El pequeño albino se rió entre dientes y se inclinó hacia Malik para susurrarle —No le hagas caso, es demasiado orgulloso para aceptar que se preocupa por el bienestar de alguien más, pero lo hace —y le guiñó un ojo, cómplice, a lo que Malik sonrió.

 

—Este sitio es extraño —Joey habló, después de varios minutos en tenso silencio —hay colchones en el suelo, sillas y muebles viejos cubiertos —se acercó a una cómoda de abeto vieja, semi-cubierta por una sábana polvorienta y agujereada.

 

—Sí —Duke alargó la palabra, dando una vuelta sobre sí mismo —parece que hubieran salido corriendo y dejado todo atrás —se quedó mirando un conjunto de tablones largos, que posiblemente eran parte de la base de una cama.

 

—Bueno… —Tea estaba de pie junto las ventanas, abrazándose a sí misma —quizás tenían esto como almacén y dejaban aquí los muebles dañados.

 

—Creo que hay un sólo modo de saber eso —Joey se dio la vuelta y apuntó un poco a la derecha de dónde estaban los portadores de los artículos milenarios. Un arco interno en medio del torreón daba paso a las escaleras —bajemos.

 

Todos miraron los escalones, unos con más duda que otros, pero indiscutiblemente ansiosos.

 

—Tienes razón —Ryou sonrió fácilmente y, de hecho, no fue una sonrisa forzada —conseguimos entrar, echemos un vistazo a ver qué secretos esconde este sitio.

 

—Él realmente está emocionado con esto ¿cierto? —musitó Tristán, viendo como Yugi le daba un asentimiento a su amigo y, junto con Yami, bajaban de primeros por las escaleras, seguidos por Malik —oye, los primeros en morir en las películas de terror son los que se separan del grupo —Tristán se abalanzó tras el peli-cenizo, nada dispuesto a quedarse atrás.

 

Ryou se rió viendo a Duke ir tras el castaño, con Tea pisándole los talones y Joey con una mano en los hombros de ella —Vamos, Bakura —Ryou se soltó de la mano de su pareja para acariciar a la serpiente blanca que seguía sobre los hombros del mismo, antes de caminar hacia las escaleras. Entonces se detuvo en seco, y miró sobre su hombro, por el ventanal del torreón, hacia las ramas del árbol que Yugi había señalado antes.

 

Bakura se apresuró a retomar su contacto, tomándolo de la cintura — ¿Qué pasa? 

 

—Escuché algo —contestó, escudriñando las ramas a la vista con sus ojos, pero afuera ya estaba oscuro y apenas​ podía distinguir formas.

 

Bakura también se giró a ver, pero solo un momento —debió ser el susurro del viento afuera, yadonushi —desestimó fácilmente, apretándolo contra su costado —vamos, y no te separes de mí —añadió, con más seriedad. Diabound siseó como añadido a su advertencia.

 

Ryou sonrió, poniendo un pie en la escalera —nunca, my lover —le dio un dulce beso en los labios, y luego retiró el brazo de su cintura para tomar su mano —pero esta escalera es muy estrecha, así que no me sueltes tú a mí —colocó la mano de su pareja sobre su hombro, antes de empezar a bajar.

 

— ¿Ryou? ¿Bakura? —escucharon abajo a Malik y Yugi llamarlos con precaución, y vieron las luces de las linternas bailando por el suelo y los muros.

 

—Vamos bajando —calmó Ryou, con su voz suave. Cuando bajaron el último tramo de la escalera en espiral les dio una sonrisa tranquilizadora a sus amigos —chicos, si no dejan de mover las linternas de un lado a otro tan nerviosamente, van a empezar a ver sombras moviéndose donde no las hay —dijo en especial para Joey y Tristán, mientras chasqueaba los dedos de su mano derecha, para que su sortija brillara.

 

Era el mismo truco que había usado Bakura para hacerlo sentir mejor, años atrás, cuando encontraron ese libro. Solo que ahora no necesitaba que su yami se lo enseñara. De alguna forma, ahora que era consciente de su propia magia, manipular la luz era de lo más sencillo; era una sensación extraña, como si ya supiera hacerlo y solo estuviera recordando el cómo sobre la marcha.

 

Después de verlo hacer eso, Yugi y Malik lo imitaron. 

 

—Vaya~ ¿También sirven como linternas portátiles e infinitas? —divertido, Joey le dio un golpecito al rompecabezas de oro con el dedo índice, provocando que se balanceara. Le alegró tener algo con que bromear para disipar la tensión fría y seca que proporcionaba ese lugar.

 

—Bien ¿Dónde estamos? —Bakura barrió rápidamente su vista alrededor, recuperando un agarre más seguro sobre Ryou ahora que habían dejado las escaleras.

 

Había un mesón de madera, más sillas a juego, un sofá viejo, repisas y cuadros polvorientos en las paredes.

 

Duke serpenteó la luz de su linterna por el viejo y polvoriento suelo del lugar, hasta que se estrechó en un pasillo —parece un salón, atrás de nosotros está una de las paredes externas, así que, si vamos a movernos, será por ese pasillo.

 

—Correcto —Ryou encabezó el camino, tirando de Bakura con él, hacia el pasillo —hay muchas puertas.

 

— ¿Están abiertas? —preguntó Joey desde atrás.

 

Gracias al penetrante silencio, Bakura no necesitó levantar la voz para responder. De algún modo, sentía que Ryou no quería hacerlo —sí, algunas.

 

—Temo romper tu teoría, Tea —continuó Ryou —las habitaciones, igual que ese salón, están completamente amuebladas —Ryou paseó sus ojos por la puerta entreabierta, de madera, donde él y Bakura se detuvieron —aquí hay incluso un televisor viejo.

 

Los demás se acercaron, la mayoría sin querer alejarse mucho unos de otros en ese sitio. Yugi se coló, con Yami de la mano, hasta el lado de Ryou y Bakura —hay fotografías en las paredes y todo.

 

—Miren por acá —Tristán estaba sosteniendo con cuidado la cámara, mientras Duke empujaba la puerta de otra habitación, parecía estar grabando —todo está empapelado con papel tapiz de muñecos y animales, hay camas pequeñas, parecen cuartos de niños.

 

Había lámparas, camas medio ordenadas, estantes con juguetes y muñecos viejos, cuadros pintados, incluso cuadernos y útiles escolares, botellas de agua y pastillas vacías.

 

—Volvamos al salón y bajemos al siguiente piso —propuso Joey —este lugar es enorme, hay al menos seis habitaciones en un solo pasillo.

 

Estuvieron de acuerdo y regresaron al salón — ¿alguien se ha dado cuenta de que hace más frío cada vez? —preguntó de pronto Tristán, mientras todos bajan en fila por el siguiente tramo de las escaleras.

 

— ¿Qué esperabas? —se quejó Tea — ¿Calefacción funcionando? 

 

—No, pero tomando en cuenta que toda la casa está sellada por fuera y que las únicas ventanas abiertas están en el torreón, debería estar al menos un poco más cálido a medida que bajamos —argumentó Duke, plantándose al final de las escaleras con las manos en los bolsillos.

 

Joey resopló —si baja solo uno o dos grados más, juro que empezaré a ver mi aliento.

 

—Si continúan hablando del frío lo sentirán más —se quejó Bakura perezosamente, hociqueando su cabeza contra el pelo de Ryou.

 

La voz de Malik irrumpió antes de que nadie pudiera decir nada más — ¿Eso es una cocina, cierto?

 

Ryou se volvió automáticamente cuando la voz de Yugi sonó en respuesta —increíble, está en perfecto estado —tiró de Bakura en dirección de sus amigos, solo para encontrar a Yugi abriendo cajones de una alacena y a Malik inclinado sobre una estufa.

 

—Incluso los electrodomésticos están intactos —Tea se acercó a una parte del mesón​, donde había una licuadora y una arrocera.

 

Duke abrió otros cajones —acá hay sartenes y ollas.

 

Joey abrió otra alacena—aquí vasos y platos.

 

—Tengo miedo de abrir ese refrigerador y hallar algo podrido dentro —bromeó Yugi, mirando dicho aparato.

 

Tea rodó los ojos, sin poder evitar una sonrisa —solo dale un minuto, seguro Joey ya estaba pensando abrirlo.

 

Todos los demás no pudieron evitar reírse ante el muy acertado comentario, todos excepto el propio rubio — ¡Oye! —se quejó el aludido.

 

—Esperen un poco —se rió suavemente Ryou, mientras le tendía una mano a la serpiente blanca en los hombros de su pareja para que se deslizara por allí; cuando Diabound hizo lo que Ryou quería, este se volvió hacia el refrigerador —si algo se mueve, le encajas los colmillos sin dudar —indicó a la serpiente, serio, para luego volver a sonreír, escuchando la risita de su pareja—listo Joey, cuando quieras.

 

El oji-miel refunfuñó cuando cayó una nueva ronda de risas —Estoy por encima de buscar comida en un refrigerador abandonado de quién sabe cuántos años —se quejó, pisando fuerte con el pie derecho.

 

Duke, Yugi y Malik se quedaron sin aliento cuando un sonido de arrastre se mezcló con el pisotón de Joey. Mandaron a callar a todos de inmediato, sin siquiera intercambiar miradas.

 

— ¿Qué es, Malik? —preguntó Bakura.

 

— ¿Aibou? —cuestionó a la vez Yami.

 

Duke se estremeció, sin poder evitarlo, cuando Tristán colocó una mano en su hombro — ¿Duke? De repente estás pálido.

 

— ¿No oyeron eso? —Malik los miró, incrédulo.

 

— ¿Qué cosa, amigo? —insistió Ryou.

 

El egipcio lo miró, tenso —Algo sonó… como arrastrado.

 

Yami apretó sus manos sobre los hombros de Yugi cuando lo sintió temblar —yo lo oí, vino de arriba —miró a Malik y ambos asintieron en acuerdo.

 

—Sí, sonó como si hubieran arrastrado algo sobre nosotros —apoyó Duke, jugando nerviosamente con sus guantes de cuero.

 

— ¿Algo como qué? —preguntó Joey —yo no oí nada.

 

— ¿Qué ibas a oír si te estabas quejando, perro? —gruñó Duke, molesto de que no les creyera, cuando él mismo había afirmado que le tiraron de la ropa hacía un rato.

 

— ¿A quién llamas perro, eh? —gruñó Joey de vuelta.

 

Tea le presionó los hombros —Joey, calma. Duke solo se asustó. Seguro no quiso ofenderte.

 

Tristán por su parte, rodeó los hombros de Duke con un brazo, dejando que el pelinegro se apoyara en él y alejándolo otro poco del rubio. El oji-esmeralda lo agradeció en silencio, lo suficientemente turbado para no sonrojarse, pero aprovechó y se acurrucó discretamente en el abrazo de Tristán, sintiéndose cómodo ahí.

 

— ¿Chicos? —Ryou se acercó, preocupado, a sus dos mejores amigos. Tanto como Bakura o el mismo Yami se los permitieron — ¿están bien?

 

Malik lo miró con el rostro gacho, luciendo como un cachorro regañado —te juro que lo oí, Ryou.

 

La mano libre del pequeño albino acarició el pelo cenizo, casi en un acto reflejo —está bien, Malik, les creo.

 

—Chicos —empezó Tea, con tono reprochante —si solo intentan asustarnos… —Yugi se refugió en los brazos de Yami, acurrucándose contra su pecho, y los instintos protectores del oji-vino gruñeron desde el fondo de su ser.

 

El ex-faraón miró a Tea, con genuina molestia — ¿en serio crees que Yugi haría algo como eso, Tea? ¿De verdad? —le espetó, casi en un gruñido. Se sentía ofendido e indignado por la insinuación de la castaña ¿Cómo se atrevía ella a cuestionar la sinceridad de su pequeño? ¿Qué necesidad tendría Yugi de hacer algo como eso? — ¿o que Malik y Duke se prestarían para esas bromas tontas? —aun mientras defendía a los otros dos, abrazó más a su amado contra su cuerpo, y sus sombras lo acunaron más cerca, dándole caricias consoladoras que dieron como resultado murmullos y ronroneos de gusto a través de su enlace, hinchando el pecho de Yami y obligándolo a reprimir una orgullosa sonrisa de satisfacción.

 

Tea se hizo para atrás, físicamente, ante el reproche del tricolor. 

Era incluso irritante ver lo 'irracional' -según ella- que el oji-vino se ponía cuando Yugi estaba involucrado de cualquier manera. A su forma de verlo, Yugi nublaba casi por completo la aguda, suspicaz y estratégica mente astuta del ex-faraón.

Sabía que no tenía sentido discutir con él en ese momento, pero tampoco pensaba retractarse de sus palabras.

 

—Bien, entonces, sea lo que fuere que pasó ¿Podemos tomarlo como una señal para irnos ya de aquí? —sugirió ella, llevándose las manos a las caderas —ya probaron su punto, se podía entrar; y ya recorrimos un poco. De acuerdo ¿nos vamos?

 

Sin embargo, para cuando quiso terminar sus quejas, Joey y Tristán habían arrastrado con ellos a Duke hacia el pasillo de ese piso que conducía a las habitaciones. A pesar del temor inicial, el castaño parecía muy entusiasmado grabando todo lo que podía de ese sitio y Duke se sentía mejor rodeado de sus amigos.

 

A Tea le dio un tic nervioso en el ojo derecho. Quiso chillar bien alto y pisotear el suelo, pero sabía que estaba en su mejor interés mantenerse en silencio.

 

— ¿Ya se sienten mejor? —Ryou miró a sus mejores amigos de hito en hito, comprobando que ya no lucían tan pálidos ni alterados.

 

A Malik incluso se le escapó una ligera sonrisa al ver al pequeño Diabound enrollado sobre sí mismo en el pelo de Ryou, como si fuera su nido.

 

—Sí, algo —cedió el joven egipcio, recostando su cabeza contra el hombro de Ryou, sin importarle que Bakura gruñera por lo bajo o Diabound le siseara; en especial cuando Ryou acarició dulcemente su cabello.

 

Yugi solo asintió en acuerdo, mientras se separaba lentamente del abrazo de Yami, aunque este no le dejó moverse mucho y lo abrazó desde atrás.

 

—Shhh, no digas el nombre —los cinco escucharon la voz de Tea, más lejos que la última de sus quejas.

 

Luego siguió Duke —Sí, ten respeto por los muertos.

 

Ante la respuesta del pelinegro, a Ryou y Yugi les bajó una gotita por la frente —vamos a ver ahora qué están haciendo —suspiró el albino menor.

 

Los otros cuatro asintieron en acuerdo y se movieron hacia la habitación por la que habían entrado sus compañeros.

 

—Esto es completamente espeluznante.

 

— ¿Qué es espeluznante, Tea? —preguntó Malik.

 

La castaña se volvió a verlos y luego apuntó con su linterna a una de las repisas en la habitación, presuntamente femenina, con viejo y sucio papel tapiz de lo que una vez fueron blancas margaritas y tulipanes rosados —eso, lean —encima de la repisa había una botella pequeña y blanca, unos pocos libros delgados apilados y un par de juguetes, pero la oji-azul señaló en específico una muñeca de tela que sostenía en una mano un cartel con algo escrito en una pésima caligrafía.

 

Yami entrecerró un poco los ojos para leerlo —tú me… tú me atas… pero soy feliz —consiguió descifrar.

 

—Como si eso no fuera lo suficientemente extraño —Joey apuntó, mientras hablaba, a la cama de la habitación con su linterna, llamando la atención de los cinco recién llegados hacia algo que estaba fuera de lugar allí.

 

Una silla estaba colocada sobre la cama, algo cerca del final de la misma, mirando hacia la puerta.

 

—Está bien, es un poco espeluznante —concedió Ryou, con una pequeña sonrisa, mientras él y Bakura se acercaban​ con Duke para ver unos pocos cuadernos escolares que seguramente pertenecieron a la niña que había tenido esa habitación.

 

Yugi entrecerró los ojos en la silla un poco más — ¿no da la impresión de la colocaron de ese modo para que pareciera un trono o algo así?

 

Tea se acercó y colocó una mano en el hombro del oji-amatista — ¿Honestamente Yugi? La impresión que me da es mucho más siniestra y preferiría no decirla en voz alta.

 

Ambos tricolores la voltearon a mirar sin entender, pero cuando hallaron a la chica mirando una viga del techo que estaba sospechosamente alienada frente a la silla, y con una mano en el cuello, comprendieron en silencio la implicación de la oji-azul. 

Yugi tuvo una leve sensación de náuseas en su interior cuando lo procesó, pero de inmediato sintió el toque gentil y familiarmente íntimo de la mano de Yami en su espalda baja, además del aura fría de sus sombras tantear su garganta, su frente y su estómago en caricias etéreas y amorosas que aliviaron su malestar.

 

—No pienses en ello, aibou —susurró suavemente a su oído, permitiendo que la caricia de su aliento contra la oreja de su luz lo distrajera de sus pensamientos —no dejes que la pureza de tu alma sea perturbada con ilusiones desagradables —la voz de Yami era casi hipnótica y Yugi, obediente, desechó cualquier pensamiento en favor de disfrutar el cosquilleo que se extendió por su oreja, cuello y hombro, al sentir el cálido aliento de su pareja tan cerca.

 

—Chicos ¿Eso son tijeras? —Joey apuntó nerviosamente a la habitación de en frente, que tenía la puerta entreabierta.

 

— ¿Qué? ¿Tijeras? —Yami preguntó, cuando Yugi se giró por las palabras del rubio.

 

Joey asintió, cruzando el pasillo —en el suelo.

 

—Parecen —Yugi lo siguió, de la mano de Yami, con Tristán atrás —pero no tienen mango —Duke los siguió también —están destrozadas.

 

—No quería llamar la atención sobre eso, pero he notado rasguños en las paredes —comentó Bakura, siguiendo a Ryou para salir también de la habitación.

 

Cuando Joey se agachó para enfocar las dos cuchillas que parecían de una tijera rota, hubo un par de golpes detrás de ellos. 

Tea y Yugi se aferraron en un instante a Yami, aunque el oji-vino solo reaccionó para abrazar a Yugi protectoramente, sin darle mucha importancia a los brazos de la castaña que rodeaban sus hombros, como un gato aferrándose con sus garras.

 

Duke había caído al suelo, junto con Joey.

 

Los gritos resonaron de boca de Ryou, Malik y Tea. Los primeros dos se habían abrazado entre sí, antes de ocultar la cara en cada hombro de Bakura, quien casi se va de espaldas por el impacto de ambas luces contra su pecho.

 

— ¡¿Qué ha pasado?! —chilló Tea. Joey y Tristán apuntaron temblorosos de vuelta a la habitación, por un costado de Bakura, Ryou y Malik.

 

—La puta silla se cayó —declaró el albino mayor, con genuina incredulidad en la voz, sosteniendo tanto a su Ryou como a Malik entre sus brazos y notando que Diabound siseaba, desde su altura en el pelo blanco de su luz, hacia la habitación.

 

Ryou estaba tan sobresaltado, que ni se molestó en reprender a su pareja por la mala palabra.

 

— ¿No la habrán tumbado? —preguntó Tea, temblorosa, detrás de Yami.

 

— ¿Tumbarla? —gruñó Bakura, mientras obligaba a ambas luces a retroceder —mira la jodida silla, tonta ¡pasó del borde de la cama a la otra puta pared! 

 

Tea se sintió fría — ¡Vámonos! ¡Vámonos de aquí! ¡YA!

 

— ¡Bajen la voz! —se quejó Ryou, apenas levantando la cabeza del hombro derecho de Bakura. Las lágrimas se le acumulaban en los ojos. Aferró más a Malik y notó que ambos estaban temblando.

 

Duke se pasó una mano por el pelo, después de que Tristán lo pusiera en pie —chicos, por favor. Vamos a calmarnos un poco.

 

Yami tomó la iniciativa y sacó a Yugi de la habitación donde estaban, volviendo por el pasillo de regreso al área de la cocina. Tea fue tras ellos, aferrándose a la base del abrigo azul-negruzco de Yami con una mano.

Duke los siguió, arrastrando de las muñecas a Joey y Tristán. Bakura también guio a Malik y Ryou con el resto.

 

Yami hizo que Tea lo soltara para subirse de un salto sobre la barra y luego tirar de Yugi sobre su regazo, los pies de ambos quedaron colgando hacia el piso y la espalda de Yugi contra un brazo de Yami, mientras el oji-amatista enterraba la cabeza en el cuello de su pareja, respirando a bocanadas mientras trataba de que su corazón dejara de latir tan rápido.

 

Tea se sentó en una silla cercana y enterró la cara entre sus manos.

Duke y Joey se sentaron en un sofá que había cerca y Tristán a sus pies, aun sosteniendo la cámara.

 

Bakura también se acercó a la barra, recostando la espalda ahí —Malik —gruñó suavemente, casi como un ronroneo, y colocó una mano sobre el cabello cenizo para que este aflojara un poco el agarre que aún mantenía en Ryou. Luego volvió la cabeza hacia su lado derecho, y movió su hombro, forzando a su luz a levantar la cabeza, solo para sentir que le temblaba algo en el pecho al ver pequeñas lágrimas bajar por una de sus mejillas —hikari no tenshi* —lo abrazó mejor por la cintura, mientras se inclinaba a besar las lágrimas hasta que solo quedó el rastro húmedo en la piel pálida.

 

Ryou sorbió su nariz un momento antes de forzar sus labios contra los de Bakura.

No le importó que aún estuviese medio abrazado también a Malik, solo se abalanzó. No fue un beso dulce ni tierno, Bakura lo notó un instante antes de que sus bocas hicieran contacto; Ryou solo quería saber que él estaba ahí para cuidarlo.

 

Bakura le cedió a Ryou el dominio en ese beso, permitiendo que se desahogara de ese modo; dejó que la lengua de su luz asaltara su boca, y que mordisqueara sus labios hasta que incluso una gotita de sangre se mezcló entre sus salivas. 

Solo entonces, Ryou pudo separarse y respirar tranquilo, levantando la cabeza para que su frente y la de Bakura quedaran pegadas.

 

—Estoy aquí —susurró el mayor suavemente, rozando sus narices, mientras los dedos de su mano izquierda aún se paseaban distraídamente por entre el cabello de Malik —nada te hará daño.

 

—Lo sé, my lover —le dio un beso en la mejillaConfío en ti con mi vida.

 

Finalmente, Ryou se dio cuenta de que seguía medio aferrado al oji-lavanda y lo miró con atención —Malik ¿estás bien? —el egipcio, poco a poco, levantó el rostro del hombro izquierdo de Bakura al oírlo.

 

El moreno también tenía los ojos llenos de lágrimas renuentes a bajar.

 

Seguro de tener un brazo de Bakura alrededor de su cintura, Ryou ahuecó el rostro de Malik con ambas manos y limpió las comisuras de sus ojos con suavidad, ofreciéndole una sonrisa tranquilizadora a su amigo —sí… sí, yo… estoy bien, solo… Dioses —se calló un momento para dejar de balbucear y respirar hondo —he sentido un frío subirme por la espalda justo antes de que la silla cayera… 

 

—Ya… yo igual —consoló Ryou —ha sido más un escalofrío, pero entiendo que tú lo sintieras más fuerte —miró de reojo a Bakura, mientras le acariciaba las mejillas con los pulgares.

 

— ¿Chicos, qué pasa? —Yugi también se había tranquilizado ya, más fácilmente al no haber estado tan cerca del suceso como sus amigos, y notó que Tristán, Duke y Joey parecían inquietos, discutiendo algo.

 

Los tres se miraron entre sí, cuando la mayoría de ojos se volvió hacia ellos.

 

—Este sitio está de locos —empezó Joey —y no lo digo solo por la de cosas raras que nos están pasando ¿Alguno se dio cuenta de que, en casi todas las habitaciones que entramos, los seguros están por fuera?

 

— ¿Sí? —preguntó Ryou.

 

—He estado grabando todo el rato —confirmó Tristán — vengan a ver.

 

Los seis restantes se acercaron alrededor de ellos para ver las grabaciones del castaño, notando como, efectivamente, las puertas que pasaban tenían el seguro por fuera.

 

—Lo digo en serio ¿Qué carajos era este sitio? —se quejó Joey —encerraban a la gente aquí.

 

— ¡Y eran habitaciones de niños! —añadió Tea, indignada, pero tratando de no alzar la voz.

 

Todos ya se sentían más calmados, reunidos en una​ pequeña ronda en ese salón.

 

—Bueno… no sé si aquí en Japón pasaba, pero… —Ryou habló de pronto, sentado junto a Malik, y con Bakura pegado a su espalda —allá en Inglaterra, hace como quince o veinte años, a los niños que tenían retraso mental o enfermedades así, como síndrome de Down o Asperger y esas cosas, los aislaban del resto. Los hacían vivir en 'casas especiales' —hizo comillas con los dedos.

 

Duke pareció considerar eso —sí, tienes razón. No se sabía mucho respecto a enfermedades mentales, y a los pobres niños se los apartaba del resto del mundo como si fueran fenómenos, porque la gente no sabía que esas cosas se trataban.

 

— ¿Creen que este sitio sea algo como eso? —preguntó Yami, quien estaba sentado detrás de Yugi, tal como Bakura con Ryou.

 

—Es posible, hemos visto muchos cuartos de niños —concedió Tea, abrazándose a sí misma.

 

Duke se inclinó sobre el hombro de Tristán —esto es justo antes de que cayera la silla.

 

—Esas son las tijeras que dijo Joey… —Tea también se inclinó —Retrocede un poco Tristán ¿Qué es eso? 

 

— ¿Uh? —el castaño hizo lo indicado y luego dio vuelta a la cámara para que todos los vieran.

 

—Allí —señaló Tea con la uña —junto a la cama.

 

Bakura ladeó un poco la cabeza —parece esas varas de metal que usan para mover las brasas en una chimenea —miró a su luz, quien le dio la razón, así como Yugi y Duke —he visto unos cuantos más aquí dentro.

 

— ¿Y dices que también has visto rasguños en las paredes? —recordó el pelinegro.

 

Bakura asintió y se levantó, llevándose a Ryou con él mientras se acercaba a una de las paredes. Malik en consecuencia, se movió más hacia el otro lado, dónde estaban Yugi y Yami —sí —levantó la sortija para que se viera más claro — ¿no los han notado? 

 

Ryou deslizó una mano por ahí, siguiendo el trazo de un desgarre muy fino —esto parece hecho por un cuchillo —comentó.

 

—Eso es muy genérico, yadonushi —negó Bakura —pudo ser un cuchillo tanto como unas tijeras de jardín, la punta de una de esas varillas de metal, una roca con punta o un cristal roto —se encogió de hombros —no hay modo de saberlo.

 

Yami puso los ojos en blanco —hagan caso al experto en armas de oportunidad —murmuró bajito. Yugi y Malik rieron nerviosamente al oírlo, con una gotita bajando por sus mejillas.

 

Sin embargo, algo llamó la atención de Yugi —espera Tristán, pon pausa ahí —el oji-amatista hizo que se detuviera en una toma completa del pasillo — ¿ven esa puerta? Es la única que no tiene cerrojo por fuera, solo una perilla normal.

 

Los demás se acercaron a verla —sí, Yug tiene razón —notó Duke —vamos a revisar esa habitación, quizás haya algo interesante ahí.

 

—Oh, por favor —exclamó Tea — ¿de verdad quieren seguir explorando esta casa del horror? ¡¿Por qué no nos vamos ya de aquí?!

 

Yugi levantó ambas manos —shhh, Tea. No hay necesidad de alzar la voz —dijo con gentileza.

 

—Todas las cosas tienen algo que contar —comentó Ryou de repente, serio como no lo ha ido estado en toda la noche —una vez oí a mi mamá decirlo, y estoy de acuerdo, esta casa tiene una larga historia que contar, pero si toman nuestra propuesta escolar en serio y la reforman, esa historia se perderá.

 

—Eso fue muy profundo —murmuró Joey, parpadeando lentamente.

 

Yugi se puso de pie, sonriendo —yo estoy de acuerdo, por eso creo que es genial que Tristán haya estado grabando todo el tiempo. Quedará registrado todo lo descubramos aquí.

 

Ryou lo miró ligeramente boquiabierto un instante, antes de darle una sonrisa por apoyarlo.

 

—Se nota quiénes vienen de familias de arqueólogos —se rió entre dientes Joey —bien, si no hay más remedio.

 

Malik se levantó también —sí, continuemos.

 

Así, todos se encaminaron de regreso al pasillo, ya más relajados… o bueno, la mayoría.

 

—Necesito amigas… —murmuró Tea, caminando apesumbrada tras ellos —al menos podrían cerrar la puerta de la habitación con la silla primero —exigió más que preguntar.

 

Los que iban adelante se miraron entre sí. Finalmente, Yami encabezó la marcha, con Yugi detrás, pero tomados de la mano, y cerró suavemente la puerta desde donde se veía la silla volcada en el suelo, para que todos pudieran seguir hasta el final del pasillo. Sin embargo, Yugi se detuvo en la habitación donde estaban las tijeras dañadas.

 

— ¿Pasa algo, Yug? —preguntó Joey.

 

—Bueno… —el menor miró dentro de la habitación, con el rompecabezas iluminando —Ryou —el aludido zumbó con curiosidad —corrígeme si me equivoco, pero…En algunas partes del mundo existe esta creencia de que dormir con unas tijeras abiertas bajo la almohada repele las malas energías ¿no?

 

— ¿Eh? —el albino lo meditó un momento —sí, creo que es muy popular por Sudamérica —comentó —dicen que, si dejas un par de tijeras abiertas cerca de la cabecera y mirando hacia los pies de la cama, ayudarán a "cortar" pesadillas, malas energías, e incluso 'espíritus no deseados' —hizo las comillas con sus dedos.

 

— ¿En serio? —cuestionó Malik.

 

Duke se encogió de hombros —una de tantas supersticiones infundamentadas alrededor del mundo.

 

Ryou se llevó una mano bajo el mentón, mientras veía a Yugi y Yami dar pequeños pasos de vuelta al interior de esa habitación, que parecía de niño —aunque estoy bastante seguro de que también existe un 'juego' de invocación que se hace con tijeras y un cuaderno argollado.

 

— ¿In-invocación? —preguntó Tristán, quien seguía filmando.

 

El pequeño oji-verde asintió, antes de seguir a Malik y Duke dentro de la habitación también —una versión 'casera y simplificada' de la ouija, con preguntas de sí y no —añadió.

 

—Bakura tenía razón, es un atizador de chimenea —comentó Joey, viendo más de cerca el largo trozo de metal forjado.

 

—Hay más cuadernos escolares aquí —murmuró Duke, paseando su linterna por una repisa —más botes de pastillas vacíos… ¿Qué es eso?

 

— ¿Qué cosa? —preguntó Malik, volteando hacia el pelinegro.

 

Dudoso, Duke sacó un libro de la estantería y leyó el título antes de leer en voz alta la contra-portada —Aprenda a protegerse, conjunto de normas para defenderse contra la violencia y la agresión, basado en experiencia acumulada en muchos años de periodismo policial.

 

Tristán tragó en seco.

 

—El típico manual boy-scout de un niño de ocho años —resopló Joey, abiertamente sarcástico — ¿recuerdan la muñeca del cuarto de enfrente?

 

— "Tú me atas, pero soy feliz" —repitió Yugi lo que su yami había leído.

 

Tea resopló en congoja, cubriéndose las mejillas con ambas manos y bajando la cabeza — ¿Qué les hacían a los pobres niños que vivían aquí? 

 

Ryou se acercó de pronto a una pequeña puerta de madera, posiblemente un armario —no solo hay rasguños en las paredes, esto está golpeado —deslizó los dedos sobre pequeñas abolladuras en la madera de roble —estoy bastante seguro de que estos son por puñetazos —y esta vez, Bakura no tuvo modo de refutarlo.

 

—Un niño no puede dejar esos golpes ¿o sí? —comentó Malik.

 

—Ni hablar —negó Ryou —estos los hizo un adulto, cuando menos un adolescente.

 

Sintiendo la indecisión de su pareja, Bakura finalmente​ abrió la puerta golpeada, dejando a la vista un par de zapatos de fútbol en el suelo, junto a una botellita vacía de pastillas y una única chamarra en la división superior del armario.

 

—Eso definitivamente es de un niño pequeño —dijo Tea lo evidente.

 

Tristán se atrevió a recoger la chaqueta, blanca y negra, con capucha, ahora que la apreciaban mejor.

 

—Estaría entre los cinco y ocho años, quizás —mencionó Ryou, antes de decidir salir de la habitación.

 

— ¿No es un margen muy grande para esas edades en que los niños están creciendo constantemente? —preguntó casualmente Yami, mientras Yugi lo guiaba tras los albinos.

 

—Hay que tener en cuenta que muy posiblemente no se alimentaban o dormían bien en un sitio tan perturbador como este —respondió Duke —eso altera de inmediato el crecimiento de los niños.

 

—Sigamos a ver si averiguamos algunas respuestas —incitó Ryou, tirando de Bakura por el pasillo y la habitación del fondo. Diabound en su pelo siseó hacia la puerta cerrada al pasar.

 

Entraron todos en la habitación sin cerrojo externo, que era más grande, y estaba pintada de un solo color en lugar de tener papel tapiz; evidentemente era de un adulto.

 

—Miren, en la cama —señaló de primeras Bakura.

 

Duke miró varios papeles viejos y polvorientos sobre el edredón aún más polvoriento —Son los planos de la casa y documentos de propiedad.

 

— ¿Se fijaron también en que los cuartos para niños solo tienen sábanas delgadas sobre las camas, pero aquí hay una manta para el frío? —señaló Joey.

 

—Buena observación, es cierto —asintió Ryou, molesto con lo que eso implicaba. Le dirigió una mirada a Yugi —creo que podemos imaginarnos por dónde iban las demandas de este lugar —el tricolor asintió.

 

Malik miró hacia un escritorio que estaba pegado a una de las paredes, había más papeles ahí. Se acercó y leyó —ah… chicos. Seguro querrán ver esto.

 

Ryou y Yugi estuvieron a cada lado del él en un momento, dejando que la luz de sus tres artículos ayudará a leer todo con más claridad.

 

— ¿Qué rayos…? —pronunció Yugi con desagrado, pasando las hojas de un libro rústico. Hojas cocidas, posiblemente a mano.

 

— ¿Podrían leer en voz alta para todos? —se quejó Joey en broma.

 

—Aquí tenían gente enferma —empezó Malik —es algún tipo de registro —tenía los labios fruncidos en una mueca de desprecio.

 

Ryou siguió leyendo mientras Yugi pasaba las páginas —esto es enfermizo —aseguró, empezando a sentirse genuinamente mareado —había seis personas enfermas, con fiebres de entre 38 a 39,5 grados —explicó —pero son fiebres larguísimas ¡De semanas!

 

Yugi tragó en seco —cada persona tiene dos renglones de medicamentos —finalmente levantó el libro del escritorio y se dio la vuelta para permitir que los demás se acercaran y lo vieran con sus propios ojos.

 

—Ren, 38… 38,3… 39… —leyó Tea —Akira… abuelo… abuela.

 

—No solo niños, tenían familias enteras aquí —declaró Joey.

 

Yugi tembló —con cerrojos externos, fiebres interminables, y condiciones menos que aceptables —dejó el libro en manos del rubio antes de abrazarse a sí mismo y reclinarse contra el pecho de Yami —no puedo ni empezar a imaginar qué era este sitio ni lo que hacían aquí.

 

—No, ni creo que debamos —le contestó Ryou, sobándose el brazo izquierdo al sentir la piel erizada —hay gente muy retorcida y mal de la cabeza en el mundo —resopló, sintiéndose frío. Bakura lo abrazó lentamente, rodeándole la cintura con un brazo y tomándolo por la cadera con la otra mano.

 

— ¿Alguno se ha fijado si los teléfonos tienen señal aquí? —preguntó de pronto Tea — ¿podemos mirar algunos de estos medicamentos a ver para qué sirven?

 

Duke asintió en acuerdo, sacando su celular.

 

—Esto también explica porque hay botes de pastillas regados por toda la maldita casa —escupió Joey, sin dejar de mirar el libro en sus manos.

 

Cuando Duke estaba a punto de abrir el buscador en su teléfono y pidió algún nombre de medicina, hubo un sonido que los dejó a todos helados y estáticos en sus lugares, con el corazón en la garganta.

 

Un sonido de piano.

 

.

.

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*ángel de luz.

 


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