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Cuando Solo Falta Uno por DanyNeko

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—Esto también explica porque hay botes de pastillas regados por toda la maldita casa —escupió Joey, sin dejar de mirar el libro en sus manos.

 

Cuando Duke estaba a punto de abrir el buscador en su teléfono y pidió algún nombre de medicina, hubo un sonido que los dejó a todos helados y estáticos en sus lugares, con el corazón en la garganta.

 

Un sonido de piano.

 

.

 

Todos lo oyeron claramente, era como un do sostenido, bajo, grave… y provenía de otra parte de la casa.

 

El silencio en la habitación donde estaban los nueve adolescentes se llenó de un frío silencio incomodo, que solo fue roto por el libro cayendo de las manos de Joey a sus pies. 

 

Antes de que alguien pudiera hacer un comentario tranquilizante, o algo del estilo "Ok. Podemos fingir que nadie oyó nada y seguir" de la nada, Malik respingó y se apresuró fuera de la habitación, hacia el pasillo, de vuelta hasta el salón.

 

Yugi y Ryou no tardaron en seguirlo, con su respectivo guardián. 

 

—Oh, demonios —maldijo Tristán, cuando los demás los alcanzaron en la entrada del salón —yo toqué esa cosa.

 

Allí, tirada en el piso, tan casualmente como si siempre hubiera estado ahí, estaba la chamarra negra y blanca que habían visto en la habitación anterior.

 

—No es solo eso… —murmuró Malik, desviando la luz de su cetro hacia las escaleras que bajaban al piso inferior. Algo atrapó y reflejó la luz por unos segundos antes de desaparecer —algo bajó por ahí.

 

—Nos están retando a seguir —expresó Bakura en voz baja. Una de sus manos soltó la ropa de Ryou para deslizarse por las escamas blancas de su criatura.

 

Diabound se deslizó del cabello de Ryou, por el brazo de Bakura, y bajó por la ropa de este hasta el suelo; reptó entonces hasta el borde de las escaleras y siseó suavemente, tanteando con su lengua repetidas veces. 

Finalmente bajó un escalón, y los albinos caminaron hacia allí.

 

Ryou se tomó un momento para mirar a Diabound bajar lentamente los escalones y apretó suavemente los dedos de Bakura entre los suyos antes de dar el primer paso hacia abajo.

 

— ¿Creen que seguir bajando sea… prudente? —murmuró Duke.

 

Malik y Yugi le dirigieron sonrisas alentadoras al grupo —si hay algo de lo que pueden estar seguros es que Bakura jamás dejará que Ryou se meta en algo que sea realmente peligroso para él —declaró el egipcio.

 

— ¿Y vamos a fiarnos del buen juicio de esa momia andante? —gruñó Tea, en voz baja y apretando los dientes.

 

Ahora, Malik cruzó los brazos —al parecer tú no, pero sucede lo mismo con ellos —cabeceó hacia los tricolores a su lado — ¿no te fías del buen juicio de Atem tampoco? —y eso fue un golpe bajo para la castaña.

 

—Bueno, yo solo diré que si escuchó sonar Para Elisa, voy a salir corriendo así tenga que lanzarme desde un balcón —declaró Joey, con una sonrisa, antes de seguir hacia las escaleras.

 

Yugi se rió, y tiró tanto de Yami como de Malik hacia las escaleras también.

Duke tuvo que empujar por los hombros a Tea para que todos pudieran terminar de bajar.

 

La castaña realmente se estaba preguntando cómo y, más importante, por qué habían terminado en esa situación.

 

Esta vez la escalera no llegaba a otro salón, era más una especie de pasillo, con puertas de armarios en las paredes y en frente había otra escalera que posiblemente condujera al otro extremo de la casona.

 

Ryou y Bakura se habían detenido frente a una puerta diferente a la de los armarios de pared, y más parecida a la de una habitación, aunque más ancha que todas las que habían visto hasta ahora.

 

— ¿Qué pasa? —preguntó Joey.

 

—Está cerrada —contestó Ryou. La puerta tenía un cerrojo, pero el candado estaba roto en el piso, sin embargo, parecía trabada desde dentro.

 

Aun así, había un pequeño rectángulo roto, a unos quince centímetros del cerrojo.

 

Duke fue a acercarse —se podrá abrir desde el otro lado… —pero ni siquiera llegó a tocar la madera cuando abrió los ojos como platos y retrocedió la mano contra su pecho.

 

— ¿Duke? —consultó Tristán luego de ver su reacción.

 

—Hay... hay una brisa fría que corre por ahí —informó desconcertado.

 

Incrédulo, Joey se acercó — ¿De verdad? —acercó la mano al hueco solo para corroborar lo que Duke había dicho —eso no tiene sentido, todas las ventanas están cerradas, no hay por donde pase ni una corriente —el rubio retrocedió y se inclinó para mirar por la abertura —yo ahí no me meto la mano. No veo nada.

 

Ryou se movió un poco más cerca, levantando la sortija en una mano para iluminar por la abertura. Se inclinó ligeramente, tomado de la mano libre con Bakura.

 

—Bueno ¿subimos por la otra escalera o qué? No parece que aquí haya otra forma de bajar si no es tras esa puerta —habló Tristán.

 

Duke iba a acercarse a esas escaleras cuando Tea, Yami y Joey resoplaron a la vez, mirando hacia la parte superior de las escaleras.

 

Yugi miró a su novio — ¿Qué pasa, Yami?

 

— ¿Joey? —preguntó Malik.

 

Tea se removió en su lugar — ¿No oyeron el silbido? —luego se miró con Yami.

 

— ¿Silbido? —repitió Yugi.

 

El oji-vino asintió y apuntó hacia arriba —me sonó a que venía de las escaleras por las que bajamos.

 

Joey se sacudió un poco —a mí me sonó más de ese lado —señaló las escaleras por las que iba Duke.

 

Bakura iba a decir algo, pero de repente la mano de Ryou apretó la suya con fuerza.

Justo un segundo antes de que todos oyeran nuevamente el piano.

El menor de los albinos se enderezó de golpe y tiró de su yami sin mirarlo.

 

—Sigamos por aquí —decidió Ryou, subiendo tras Duke apresuradamente.

 

Yugi iba a decirle algo, pero de repente se tensó, sintiendo el cabello en la nuca erizársele más -si es que era posible- y tiró igualmente de Yami para subir —sí, por favor —tocó el hombro del Malik al pasar.

 

— ¿Chicos…? —susurró Malik sin comprender, pero sintiendo un escalofrío terrible en su espalda que lo invitó a seguirlos de inmediato.

 

Encontraron, al subir las escaleras, otro salón, aunque este más bien parecía una oficina o algún tipo de estudio, si las paredes con múltiples repisas y libros empolvados sugerían algo.

También había varias sillas 'organizadas' de algún modo, algunos papeles regados, más botellas de pastillas y agua, alguna que otra pluma y botes de tinta.

 

Tanto Yugi como Ryou se dejaron caer al suelo, a penas todos estuvieron allí.

Bakura se arrodilló tras de Ryou y lo envolvió en brazos mientras que Yami se sentó también y volvió a tirar de su luz en su regazo.

 

Malik se sentó en medio, un poco por delante de ellos, y los miró de un lado al otro.

 

—Yugi ¿te encuentras bien? —el oji-amatista tembló cuando sintió la mano de Tea en su hombro. Suspiró y asintió, sentándose lo mejor que pudo, aunque Yami lo tuviera en sus piernas.

 

— ¿Quieren contarnos algo, chicos? —preguntó Duke suavemente, mientras todos se sentaban en semicírculo frente a ellos.

 

Yugi y Ryou compartieron miradas por un momento —si quieres empiezo yo, creo que lo tuyo fue más fuerte —le susurró con voz suave el japonés.

 

El pequeño oji-verde solo asintió.

 

—Hay… algo extraño con esa puerta —empezó Yugi —más bien, tras ella... quizá algo que no quiere que entremos… o algo en la casa no quiere que eso se abra —meneó la cabeza, dando a entender que no estaba seguro —cuando Ryou fue a subir la escalera, miré por un segundo el hueco que hay en la puerta y escuché… —se estremecimiento, apretando un poco la ropa de Yami entre sus manos —escuché una voz detrás mío que me decía 'no' —paseó sus ojos por el grupo, sus grandes amatistas estaban vidriosas —que no entrara… y me ha sonado a la voz de mi madre.

 

—Oh, Yugi —el susurro de Tea se ahogó mientras se llevaba las manos a la boca. Ella sabía bastante bien que Yugi nunca tocaba el tema de sus padres.

 

Yami lo acunó mejor contra su pecho y empezó a acariciar sus cabellos.

 

— ¿Ryou? —murmuró Bakura, quien estaba inquieto porque no conseguía una respuesta de su luz a través de su enlace mental.

 

—Yo… yo vi… —el menor soltó un suspiro tembloroso.

 

Malik se inclinó hacia adelante para poner una mano en su hombro.

 

—Está bien, tómate tu tiempo, ni siquiera sé si quiero oírlo —bromeó Joey, tratando de relajar el ambiente.

 

Tristán le dio un codazo.

 

Ryou buscó las manos de Bakura para entrelazarlas y apretarlas un poco —he visto a una niña que pasó corriendo al otro lado de esa puerta.

 

— ¿Una niña? —casi chilló Tea — ¿u-un fantasma?

 

Joey vaciló un poco —yo... alcancé a ver unas cortinas cuando tú iluminaste… ¿Estás seguro que no fue eso? ¿Algo del movimiento de la luz?

 

—Ryou ha estado de lo más tranquilo y centrado toda la noche —rebatió Duke con una mueca —dudaría mucho que se le pasara algo así… Amigo ¿qué fue lo que viste exactamente?

 

Ryou tragó en seco, con los ojos cerrados —tenía el cabello enredado, corto, y un vestido viejo… no estoy muy seguro, pero me llegaría como por la cadera —los bellos ojos verdes del albino se abrieron despacio. Joey sintió algo extraño cuando esos ojos verdes lo miraron directamente —el movimiento de una cortina bajo la luz oscilante no te transmite la angustia y dolor que esa niña me hizo sentir. Te lo puedo jurar, Joey.

 

El rubio levantó las manos en defensa propia, sintiéndose repentinamente mal por intentar minimizar el asunto.

 

Malik era otro que se sentía mal. Sus amigos estaban pasando por todas esas incomodidades para ayudarlo.

 

—Chicos… de verdad —el peli-cenizo se inclinó hacia sus mejores amigos, mirándolos con ojos culpables, mientras susurraba —si quieren salir de aquí… 

 

Yugi alargó una mano y la puso sobre la de Malik, dándole una mirada suave —no Malik, estamos bien.

 

—Vinimos aquí porque queremos ayudarte y eso sigue en pie —complementó Ryou en un susurro.

 

Aunque Duke y Tea alcanzaron a escucharlo — ¿ayudar…? —repitió en un murmullo la castaña, con el ceño fruncido, estaba a punto de reclamar algo en voz alta, cuando Yami y Bakura pusieron a los tres hikaris en pie.

 

— / ¿Qué opinas, Kura? ¿Podríamos hacerlo ya? / —preguntó el albino por medio de sus mentes, acariciando a Diabound con una mano.

 

El ex-espíritu lo consideró, dirigió una mirada a Yami mientras cabeceaba hacia el pequeño egipcio, y este le dio un asentimiento vacilante — /Bueno, entre más pronto dejemos de escuchar las quejas de esa niñata, mejor/ —contestó ligeramente, acariciando con sus uñas la tela sobre la cintura de su luz.

 

Duke y Joey habían​ estado murmurando algo en voz baja y de pronto se quedaron en frío silencio al igual que Tristán — ¿qué fue eso? —la voz indecisa de Duke llamó la atención de los cinco portadores de los artículos y de la aspirante a bailarina, quiénes voltearon a verlos en el acto.

 

— ¿Qué escucharon? —consultó la oji-azul.

 

—Sonó como el rebote de una pelota… o eso me pareció —expresó Tristán. El rubio asintió.

 

El sonido se repitió, esta vez audible para todos, igual que el ligero crujido rechinante de una puerta. La luz de las linternas y los artículos se movieron en diferentes direcciones hasta que algo blanco atrapó el reflejo de uno de ellos, llamando la atención hacia una de las puertas del estudio donde se encontraban.

 

Había una pequeña pelota​ de béisbol allí. Justo frente a una puerta entreabierta.

 

— ¿Podría haber sido esa cosa lo que viste bajar por las escaleras antes? —le preguntó Bakura a Malik, rompiendo el silencio sepulcral que se había formado.

 

—Pu-pudo ser… no lo sé, no alcancé a verlo bien —se excusó el joven egipcio, encogiéndose de hombros con disculpa.

 

Todos se quedaron quietos, solo mirando a la pelota, esperando a que alguien diera el primer paso.

Hasta ahora, esos habrían sido Ryou y Bakura, pero el pequeño albino seguía un poco conmocionado y su yami simplemente quería mantenerlo cerca y seguro entre sus brazos.

 

Malik fue el que se atrevió. Bajo la mirada tensa de Bakura y Yami se dirigió a la puerta, con su cetro por delante, y empujó ligeramente la madera. La puerta crujió en un chirrido oxidado que le puso a Malik la piel de gallina.

El egipcio movió lentamente la luz de su artículo mientras asomaba un poco la cabeza, atrás el grupo se mantenía en un tenso silencio. Llegado a un punto en la habitación, Malik hizo un movimiento que delató incertidumbre o sorpresa, abrió un poco la boca y balbuceó algo en voz baja, pero no dijo nada.

 

— ¿Malik? —llamó Ryou.

 

El moreno boqueó un poco más antes de responder —yo… nunca he visto uno así, pero… esto es un piano ¿no?

 

Casi pareció que sus palabras bajaron un grado más la temperatura, de por sí fría.

 

Joey se adelantó junto al hikari egipcio, solo para encontrar un gran piano de cola negro, sin apenas polvo encima, y con las teclas al descubierto, aunque por la posición casi no se veían —carajo, sí lo es.

 

El resto se fue acercando de a poco —bueno… ya sabemos de dónde sonaba —murmuró Tristán.

 

—Esa cosa sí que es una antigüedad —añadió Duke, atreviéndose a entrar en la habitación—debe tener al menos veinte años.

 

Ryou lo siguió, curioso — ¿Sabes tocar el piano, Duke? 

 

El pelinegro asintió, dando la vuelta al instrumento para estar de frente a las teclas y el taburete que servía de asiento.

 

—Hombre, esto no está empolvado ¡Parece que lo hubieran usado hace poco! —exclamó Joey, yendo tras el chico de los dados.

 

—Eso no es posible —se quejó Tea, abrazándose a sí misma y mirando al instrumento con recelo.

 

Duke se sintió ligeramente mareado y tuvo que sentarse en el taburete del piano —creo que ya ha quedado claro cuan distorsionados están los límites de 'lo que es posible' —comentó con una voz más serena y sintiéndose algo extraño.

 

Tristán fue el que notó inmediatamente el cambio — ¿te encuentras bien, Duke? 

 

El pelinegro meneó un poco la cabeza, antes de encogerse de hombros. Levantó una mano y, lentamente, la llevó a una de las teclas negras del piano, presionando una nota.

 

— ¡Duke! —chilló Joey, dando un salto en su lugar —no hagas eso sin avisar.

 

Duke simplemente murmuró una disculpa antes de posicionar ambas manos sobre el teclado.

 

—Lo que es mejor, solo no lo hagas —bufó Tea.

 

Pero esta vez, Duke no hizo caso a sus palabras. Presionó las teclas con ambas manos, provocándoles a todos una opresión en el pecho; lentamente deslizó sus dedos para hacer sonar las primeras notas, hasta que se convirtió en una melodía constante.

 

River flows in you.

 

Me gusta esa canción… 

 

De repente, todos en la habitación se quedaron como de piedra. La tensión estalló en todos en cuestión de segundos.

Todos, menos Duke, quien seguía tocando la melodía.

 

Quietos, como estaban, nadie fue capaz de hacer ni decir nada mientras veían como una niña pequeña, que no llegaba ni al metro de altura. Tenía la piel pálida, y el cabello negro enmarañado alrededor de su rostro, apenas más abajo de la nuca, usaba un vestido antiguo que lucía amarillento, roído en la parte baja de falda y con algunas roturas en el cuello redondo y en las mangas abombadas. Los ojos eran​ de un verde bastante oscuro.

 

Toda ella en general se veía… pálida, incluso traslúcida por momentos. Parecía que su imagen tomaba fuerza y la perdía a intervalos de unos pocos segundos, como una señal de televisión que iba y venía.

 

La niña caminó hasta el taburete y se subió de un pequeño salto al lado de Duke, balanceándose al ritmo de la hermosa melodía.

 

—Déjale… por favor —pidió casi sin voz el menor de los albinos, mirando directamente a la pequeña niña que le hacía sentir un vuelco en el pecho.

 

Los ojos verde-oscuro se centraron en él, y fue capaz de sentir como Bakura lo envolvía en sus brazos todo lo que podía, sabiendo que estaban compartiendo ese doloroso sentir a través de su enlace.

 

Solo quería volver a escuchar una canción… después de tanto —expresó la niña.

 

Ryou tragó en seco, obligándose a tranquilizarse. El miedo no atraía nada bueno, y ella no los había seguido por esos sentimientos, además, podía sentir la preocupación de su yami envolverlo más y más en una barrera de protección. No quería que eso siguiera creciendo y arriesgarse a ofender al ente.

 

—Podrías haberlo pedido —continuó con voz baja.

 

La pequeña ladeó la cabeza —la mayoría de personas no pueden escucharnos bien, mucho menos vernos —dijo —también chillan y se asustan. Eso hace que él salga —ella bajó su voz gradualmente hacia lo último y luego los miró con curiosidad —ustedes son diferentes.

 

Esta vez fue Yugi el que se atrevió a hablar —hemos escuchado eso más de una vez —ofreció con el mismo tono gentil de su amigo.

 

La niña miró al pianista a su lado y le tocó el brazo. Los ojos esmeraldas de Duke parpadearon un par de veces mientras dejaba de tocar. Sintió frío a su lado, y al ver a la niña casi se va de espaldas, de no ser porque Tristán estaba justo a un lado y le colocó las manos en la espalda.

 

Me disculpó —ofreció la 'niña', aunque parecía contener una risita al mismo tiempo —gracias por la canción.

 

Duke balbuceó un poco antes de poder contestar algo coherente —yo… Ahh… po-por nada —atinó a decir al fin, y habría estado temblando como una hoja si no supiera que sus amigos estaban alrededor de él, mirando lo mismo.

 

— ¿Quién eres? —casi chilló Tea. Lo habría hecho de haber tenido aliento, pero estaba realmente pálida y sus rodillas se sentían débiles.

 

La castaña quería tanto aferrarse a Atem en esos momentos, pero el oji-vino estaba completamente centrado en Yugi. Tea sentía que la habitación de pronto había bajado tres o cinco grados; las puntas de sus dedos, aún bajo los guantes de lana rosa, apenas y lo sentía, posiblemente sus uñas estarían azuladas.

 

Tuvo que contentarse con semi-esconderse tras la espalda de Joey, mirando entre él y Malik.

 

¿Yo? —la niña movió suavemente su cabeza, primero hacia la derecha, luego hacia la izquierda, como si estuviera tratando de recordar la respuesta a la pregunta de un examen que sabía que había estudiado —mi… nombre —pronunció lentamente, con el ceño ligeramente fruncido en ¿frustración? ¿concentración? Duke, quien estaba más cerca, notó incluso como frunció los labios unos momentos antes de que una expresión de realización la golpeara — ¡Ah! Mi nombre era Nazuna —asintió para sí, después de suplir esa información —sí, me llamaba Nazuna. 

 

Ryou notó, con interés, que hablaba en pasado con facilidad — ¿por qué estás aquí? —preguntó más suavemente —no es exactamente un lugar agradable para… vagar —enunció cuidadosamente.

 

Nazuna suspiró, mirando sus piernas, que volvía a balancear —él nunca nos deja salir… —volvió a fruncir los labios —no lo hacía antes… no lo hace ahora —recitó, con voz vacía.

 

¿Él? —preguntaron Yami y Bakura a la vez, con recelo.

 

Ryou notó como Bakura lo apretó más con su pecho, en especial cuando los ojos verde-oscuro de la niña se posaron en Malik. 

El pequeño albino sintió la mano de su amigo buscar la suya a tientas, así que entrelazó sus dedos.

 

— ¿Quién es 'él'? —se atrevió a preguntar el peli-cenizo, teniendo unos instantes de náuseas en que no podía ni pasar saliva y algo en su estómago se retorció.

 

De repente deseaba fervientemente una sola cosa.

Abrazarse a Marik y que este lo envolviera en sus sombras.

 

"Marik" gimió internamente, luchando por no cerrar los ojos.

 

La niña pareció mirarlo con algo parecido a lástima —él es el amo de la casa —inició —es dueño de todo y todos aquí.

 

— ¿'Todos'? —gimió por lo bajo Tea, pero fue ignorada por todos a excepción de Joey, a quien le estaba apretando el brazo.

 

La niña volvió la mirada hacia el piano, colocó una mano sobre el teclado y sacó una nota aguda que le erizó la piel a todos a su alrededor —nos acogió a todos aquí. Comíamos, dormíamos, estudiábamos, jugábamos y trabajábamos bajo su techo. Éramos y somos suyos —la inexpresividad era más escalofriante que si la niña dejara entrever en su tono el dolor que la mayoría estaban absorbiendo de su presencia.

 

— ¿Hay muchos contigo? —preguntó ahora Yugi… al menos la niña tenía compañía.

 

Los ojos verdes se desviaron hacia la puerta —algunos… él nos tiene débiles, el amo es el más fuerte —finalmente, su rostro impasible formó otra sonrisa mientras miraba a los portadores de artículos milenarios —pero su energía me dejó acercarme, su luz es hermosa, aunque esté oculta —Yami y Bakura se tensaron con ese comentario ¿no estaba haciendo un buen trabajo al proteger a sus hikaris? —puedo sentirla ahora que estoy cerca y me lo permiten, porque saben que no los quiero lastimar. Gracias. 

 

Apaciguándose ligeramente, Yugi y Ryou se permitieron acercarse un poco más a la niña. Esta, sin embargo, miró a Malik.

 

Él lo quiere —los tres hikaris se paralizaron un segundo —me da miedo. Te miró como me miraba a mi mientras jugaba en el salón, cuando me apartaba de otros niños… de mi madre.

 

Malik se sintió completamente frío de repente. Ryou tiró de él para ponerlo en medio suyo y de Yugi.

 

Los ojos lavandas y los verde-oscuro se encontraron. Malik sintió que Nazuna miraba a través de su alma — ¿Qué te hizo? —tenía miedo de preguntar, más bien de la respuesta que podría obtener.

 

Cada vez menos me dejaba jugar. Siempre estaba observándome y me alejaba de los demás la niña se levantó del taburete, quedando de pie a unos pocos pasos de los hikaris. Duke sintió que era un poco más fácil respirar —de repente tenía que estar más tiempo con él, y atenderlo. Mamá decía que hiciera todo lo que me pidiera, porque así todos estaríamos bien —la forma de la niña cambió, ahora tenía una altura similar a la de Yugi, su silueta de hizo más curvas y las facciones de su cara obviamente femeninas —entonces, me hizo un obsequio, me dio algo que era mío… que pensé que era mío… pero también era de él… —hubo un sollozo, y ella se dejó caer de rodillas al piso; todos los presentes se estremecieron, porque de repente ella estaba dejando que todo el sufrimiento goteara por su voz, y su forma incorpórea estaba temblando —y él… lo tomó, me lo quitó…

 

Malik, sintiendo que su corazón se le retorcía en algún lugar en su estómago del malestar que estaba sobrellevando de algún modo, hincó una rodilla en el suelo justo frente a ella — ¿Qué cosa? ¿Qué te arrebató?

 

La chica levantó la cabeza, los ojos verdes parecían portales a un bosque denso y frío —él me la quitó, se la llevó… —insistió.

 

Y con ese cambio en su forma de referirse a lo que le habían quitado, todos se tensaron.

 

Se llevó a mi bebé. Él me quitó a mi niña —lloró amargamente.

 

La realidad golpeó a todos los presentes como un balde de agua helada.

 

Violada.

 

Esa niña había sido violada y embarazada por quién fuese el mentado amo de esa casona… y encima le había quitado al bebé.

 

Tea se dejó caer de sentón al suelo, terriblemente pálida y sintiendo un dolor en el vientre bajo de solo pensar en una pobre muchacha que no tenía ni idea de lo que estaba pasando, de lo que un hombre le estaba haciendo… y que encima quiso a la criatura que fue obligada a gestar y traer al mundo… solo para que se la arrebataran.

 

Joey y Ryou también sintieron el vacío en sus estómagos y los ojos húmedos. Uno de ellos solo podía pensar en abrazar con fuerza a su hermana y ser capaz de protegerla de cualquier persona que siquiera pensase hacerle algún daño… y el otro temblaba, recordando el dolor de la pérdida.

 

Ryou se dio la vuelta y se refugió en el pecho de su yami, prácticamente desmoronándose contra él, tanto así que Bakura prácticamente tuvo que levantarlo por la cintura y sostenerlo contra su cuerpo. Apretó con fuerza los dientes cuando sintió que su hombro se mojaba con lágrimas silenciosas de su yadonushi. 

 

Yugi se inclinó al lado de Malik, colocando una mano en su hombro justo antes de que la chica volviera a hablar.

 

—Su presencia me dejó salir de aquel lado de la casa y él quiere eso… quiere tu luz.

 

Malik tiritó, de pies a cabeza.



 

Notas finales:

Joder.

Quería traer esto para Día de Muertos y miren por dónde va el año.

U.u

Qué decepción.

Bueno. Lamento mucho la demora. Me pilló el final del diplomado en la universidad y yo, con los trabajos de investigación, me hago un lío.

Lo juro. Pasé todo noviembre con niveles estratosféricos de estrés.

Por lo mismo, estuve escribiendo poco, para no arruinar la calidad de esta historia.

 

Espero no haber perdido el hilo de suspenso en algunas partes, sobretodo en los huecos que pasaba días sin escribir.

 

Un abrazo a todos y felices fiestas por si acaso.

 


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