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Cuando Solo Falta Uno por DanyNeko

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Malik llevaba ya unas horas, un poco inquieto.

Se había ido con sus hermanos al museo para ayudar, como ya se le iba haciendo costumbre. 

Conocer otros socios del museo, ayudar a planificar futuras exposiciones, aprender la parte de administración del sitio… cosas como esa.

 

Pero ese día, había algo diferente saturando el aire.

 

Como nunca, se acercó a la parte de la exposición egipcia, en particular a una estatua: Anubis. 

 

El egipcio la observaba con una mirada distraída, recordando su sueño, el sarcófago que Marik arrastraba.

 

Y de repente Ishizu lo sorprendió.

 

Literalmente pegó un bote cuando su hermana lo llamó, a sus espaldas, y le preguntó qué hacía allí.

A pesar del sobresalto, Malik pudo notar una mota de inquietud en su hermana. Parecía que quería decirle algo, y a la vez no estaba segura de hacerlo.

 

Odion era la misma historia.

 

Malik estaba realmente confundido. ¿Qué les pasaba a sus hermanos ese día?

 

De ese modo se pasó toda la mañana y el mediodía, con Malik de aquí para allá, entre distraído, pensando en su Marik, y notando la inquietud de sus hermanos.

La pandilla, por otro lado, culminaba la semana de clases. Ryou era el más emocionado con la 'pequeña aventura' que tendrían más al rato y era evidente para cualquiera, viéndolo cómo miraba el reloj cada tanto y la forma en que tamborileaba sus dedos sobre cualquier superficie cercana, fuese su asiento, su cuaderno de apuntes o su brazo.

 

— /Conejito, por amor a los dioses, me estás poniendo ansioso hasta a mí/ —se quejó el mayor de los albinos, sentado justo detrás de su pequeño, de modo que tenía libertad para estirar una mano y jugar con el pelo blanco-nieve del mismo.

 

— /Lo siento, Kura/ —Ryou se mordió el labio, mirando una vez más la hora.

 

/Yadonushi, sigue así y voy a sacarte de esta clase, llevarte al salón vacío más próximo y ocuparte hasta que se acaben las clases/

 

Bakura sonrío con satisfacción cuando vio a Ryou removerse en su asiento, las delicadas manos blancas aferrarse a los bordes de su escritorio y la piel erizarse en una fracción de segundo. Por la forma en que su propio nombre resonó en reprimenda a través de su enlace mental, sabía que Ryou había tenido que hacer gala de todo su autocontrol para no chillarle en voz alta, en medio de la clase.

Tuvo él que contener la risa cuando Yugi se inclinó discretamente hacia su pequeño hikari y le preguntó, honestamente preocupado, si se encontraba bien o si le estaba dando fiebre.

 

~

 

Cuando salieron de la escuela, en medio del torrente de estudiantes que solo querían salir a disfrutar su fin de semana, Tea tomó la palabra —Bien, vamos a almorzar y nos vemos, como, en cuarentena y cinco minutos para ir~ 

 

Mientras la castaña hablaba, Yugi y Ryou intercambiaron miradas. El tricolor frunció los labios, en una mueca disconforme, pero Ryou le dio un guiño e interrumpió a la aspirante a bailarina.

 

—Necesitas calmarte un poco, Tea —habló por encima, con tono suave y agradable, dando dos pasos hasta quedar justo delante de su yami, ahí la miró por sobre el hombro con una sonrisa antes de cerrar los ojos —hay que ir a casa, quitarnos el uniforme, relajarnos un poco, almorzar con tranquilidad y ya luego nos reunimos en casa de Duke —abrió un ojo para ver la hora en su celular —como a las tres ¿les parece bien?

 

Yugi sonrió ampliamente ante la actuación de su amigo, al igual que Bakura, quien rodeó a su hikari por la cintura, con un brazo, y zumbó aprobatoriamente contra su cuello.

Cuando Tea vio que ninguno de los chicos parecía tener intención de contradecir a Ryou, ella suspiró y carraspeó para volver a llamar la atención.

 

—Disculpa Ryou, pero tengo que recordarte que estamos a una hora de camino hasta allá, es decir, llegaríamos como a las cuatro —la castaña se cruzó de brazos, balanceando su peso de un pie al otro —lo que nos dejaría con menos de dos horas antes de que baje el sol.

 

Tristán y Joey tragaron en seco, mirando más a Bakura que a Ryou cuando Tea contradijo a este último.

 

—Ya… solo imagina lo bonitas que van a quedar las fotos a la casona en medio del atardecer —continuó el oji-verde, ladeando la cadera y apoyando en esta su mano —y la grabación. Sacaremos la mejor nota ¿no estás de acuerdo? —Ryou sonrió de lado, aun así logrando lucir inocente y dulce, sabía cuánto le importaba a Tea sacar buenas notas.

 

Tea se mordió el labio inferior, aún inconforme.

 

—Además ¿Cuál es el problema, niña? —Bakura levantó su rostro ligeramente del hombro de Ryou — ¿Tienes miedo a estar en una casa abandonada durante la noche? —se burló, recato ninguno —ja, los mortales promedio son tan sugestionables.

 

Tea apretó las manos en puño y pegó los brazos a su cuerpo, tensándose por completo en una posición indignada. Casi le siseó a Bakura, mientras su cabello corto se erizaba. Casi, porque no era suicida y, a pesar de que Ryou era un magnífico catalizador para el carácter de Bakura, este último nunca dejaba de proyectar esa aura peligrosa.

 

—Bien, si no hay más objeciones, propongo que salgamos de aquí —continuó el albino de ojos verdes, tomando el brazo de su pareja antes de empezar a caminar —Yugi ¿vienen a almorzar?

 

—Seguro, nos vemos en unas horas chicos —del mismo modo, Yugi tomó la mano de Yami para seguir a sus amigos.

 

Una vez estuvieron fuera de su alcance auditivo, Tea resopló y pisó el suelo con cierta fuerza —me llamó 'niña' —se quejó —momia descarada —refunfuñó para sí misma.

 

—Necesitas relájate, T —Joey colocó una mano en el hombro de su amiga —y no tienes de qué asustarte, recuerda que van con nosotros dos aprendices de brujo y sus respectivos maestros —bromeó el rubio.

 

—No te olvides de que Malik también nos acompañará —añadió Duke, sonriendo.

 

Tristán se rió —Correcto, entonces tenemos dos graduados y medio, y dos estudiantes de Hogwarts.

 

—Exacto —Joey rodeó los hombros de Tea con un brazo —así que, con todo eso ¿Qué podría salir mal?  

 

A Tea le bajó una grande y gruesa gota por la frente —realmente odio esas palabras —se quejó con aire de derrota.

 

~∆~ 

 

Yami y Bakura miraron, sentados frente a la barra que dividía la cocina y con pequeñas sonrisas bobas, a sus luces juguetear mientras terminaban de preparar el almuerzo.

Sus melódicas y adorables risas se escuchaban a cada tanto, por sobre la música suave que estaba sonando y ese sonido en especial llenaba el corazón de sus contrapartes oscuras con nada más que sentimientos cálidos y plenos.

 

Ryou tomó tres botellas y se las enseñó a Yugi, dejando que éste escogiera el siguiente condimento que usarían en la comida; Yugi lo tomó y lo salpicó sobre la sartén encima de la estufa mientras Ryou abría ligeramente el horno para comprobar lo que se estaba cociendo allí.

 

Algunos versos de las canciones en reproducción también escapaban de sus labios, mientras.

 

Luego de unos minutos, el timbre de la casa se dejó escuchar, y tanto el rompecabezas como la sortija del milenio reaccionaron a la presencia del cetro, confirmando al visitante.

 

—Kura, please ¿puedes ir y abrirle la puerta a Malik? —pidió el oji-verde, justamente abriendo el refrigerador.

 

Bakura resopló, pero se limitó en levantarse, chocando su hombro intencionalmente con Yami al pasar. El tricolor simplemente rodó los ojos, pero pronto fue tras él luego de captar un cabeceo de su aibou. Después de todo, no sabían qué tan cómodo podría sentirse Malik con Bakura todavía.

 

—Hola Bakura, Atem —saludó amablemente el egipcio, de bastante mejor humor ahora que se encontraba lejos del museo y de la sensación tensa que había tenido con sus hermanos.

 

El tricolor regresó el saludo —Hola Malik —Bakura solo se hizo a un lado, dejándole pasar, sin embargo, cuando el peli-cenizo entró, estiró una mano hacia él para intercambiar un choque de puños a modo de saludo —Yugi y Ryou están en la cocina, adelante.

 

Malik se quitó el abrigo que llevaba sobre su ropa y sonrió cuando empezó a escuchar las voces de sus amigos sobre la música enérgica.

 

El fin del camino me hace ver
Una preciosa visión
Que me recuerda a ti
Y te añoro como si fuera ayer
¿Cómo podría olvidarme de ti?

 

Malik se rió entre dientes luego de colgar su abrigo en el perchero —suena a que se están divirtiendo.

 

Los tres egipcios caminaron hacia la cocina, solo para ver a Yugi y Ryou lavando, secando y acomodando los platos mientras cantaban.

 

Pero te aseguro que a pesar
De qué nuestras huellas van
Apartándose más
El destino indica que tú y yo
Juntos podremos estar al final. 

 

Yami y Bakura retomaron sus asientos en la barra, volviendo a centrar su atención completamente en sus luces. Malik, por su parte, prestó un poco más de atención a la canción.

 

Un camino busco entre sombras y luz
Qué me pueda conducir
Al mundo en el que estás tú
El destino sigue esperándonos
Y en mi trayecto no me perderé.

 

En ese momento, el par de luces se dio cuenta de que volvían a tener público y dejaron de cantar, bajando también el volumen de la música — ¡Hola Malik! —ambos se dieron la vuelta para saludar al recién llegado con un abrazo.

 

—Bienvenido —dijo Ryou.

 

— ¿Cómo ha estado tu día? —continuó Yugi.

 

Malik correspondió su abrazo y les​ dio una sonrisa —gracias y bien, aunque un poco extraño —contestó a la vez.

 

Yami se unió a la conversación — ¿Extraño?

 

A Malik le bajó una gota por la sien —nada demasiado relevante, cosas con mis hermanos.

 

Ryou ladeó la cabeza con curiosidad — ¿Qué pasa con tus hermanos? ¿Tú y Yugi no los convencieron ayer para que nos acompañaras? —el tricolor asintió.

 

—No se trata de eso, aunque por un momento pensé que se iban a negar a que viniera —el peli-cenizo se llevó una mano tras la nuca —no sé, han actuado raro toda la mañana.

 

Bakura arqueó una ceja —define "actuar raro"

 

Malik se encogió de hombros —sentí como si… no sé, quisieran decirme algo, y a la vez no estaban seguros de hacerlo —meneó la cabeza —no le he encontrado explicación por más vueltas que le doy al asunto.

 

— ¿No crees que lo estás pensando demasiado? —comentó sencillamente el yami albino, recostando su espalda contra la barra.

 

—Malik ¿no les has contado de los sueños? —preguntó de repente Yugi.

 

El aludido negó con la cabeza — ¿ni del último que nos contaste? —cuestionó Ryou. Malik volvió a negar — ¿No crees que quizás tus hermanos sepan algo al respecto?

 

Malik se tensó, su cabello se erizó ligeramente — ¡No hay manera! —negó de inmediato —no les he dicho una sola palabra, no saben de Atem o Bakura, e Ishizu ya no tiene el collar del milenio para darle esas visiones.

 

Yugi y Ryou intercambiaron miradas, dudosos. El tricolor fue a decir algo, pero Ryou se adelantó, tomando la muñeca del hikari egipcio —Kura, en tres minutos, giras la perilla del medio para apagar el horno ¿sí? —le pidió con voz dulce a su pareja —nosotros estaremos arriba un ratito —tiró de Malik hacia las escaleras, con Yugi siguiéndolos.

 

Bakura parpadeó dos veces y balbuceó un poco antes de contestar —ah, eh...Sí, claro yadonushi —rodó los ojos.

 

—Y lo dejas cerrado, no vayas a meter mano antes de tiempo —advirtió, casi en la cima de la escalera.

 

El aludido bufó, bajo la mirada divertida de Yami —que poca fe, Ryou.

 

Ante esta respuesta, Ryou asomó la cabeza por​ las escaleras — ¿Tengo que recordarte lo que pasó con el pavo de Acción de gracias

 

Dicho eso, desapareció definitivamente por el segundo piso, mientras que Bakura resopló, volviéndose chibi se cruzó de brazos y desvió la mirada, con un mohín disconforme. Yami simplemente se rió.

 

Ryou condujo a Malik hasta su habitación, Yugi cerró la puerta tras de ellos y el albino hizo que el recién llegado se sentara con él en su cama. Pronto, las tres luces se acomodaron en el lecho.

 

— ¿De~ acuerdo? —musitó Malik, alargando la primera palabra — ¿Qué ocurre, chicos?

 

—Malik, necesitamos hablar —Ryou colocó una mano sobre la de piel morena, el egipcio arqueó una ceja, honestamente confundido —Te dimos el tiempo para pensarte las cosas y tomar una decisión.

 

—Estuvimos de acuerdo en esperar que tú mismo vinieras a decírnoslo cuando te sintieras listo —continuó Yugi, dándole una sonrisa dulce —sin embargo, hoy tenemos una oportunidad y necesitamos saber…

 

Ryou tomó el libro de una cómoda cerca de su cama —si vamos a tomarla o no —le tendió el tomo a su amigo.

 

Malik se mordió el labio inferior, mirando el libro que ya había leído en su totalidad; luego miró a sus amigos, los dulces ojos verdes y comprensivos de Ryou, así como los tiernos y amistosos ojos violetas de Yugi.

Ellos no estaban tratando de forzarlo a que tomara una decisión… u otra, ellos simplemente querían hacer todo lo que estuviera en sus manos para que fuera feliz y todo estuviera en paz; sus amigos respetarían cualquiera que fuese su elección y lo apoyarían todo el camino.

 

Y, así como sabía todo eso, Malik también sabía que ellos, en el fondo, ya habían comprendido sus intenciones y deseos.

 

Así que colocó una palma sobre el libro —voy a hacerlo… lo quiero a mi lado, él me necesita y yo lo necesito —dijo, más seguro que nunca en su vida.

 

Ambos estudiantes compartieron sonrisas antes de abalanzarse sobre su amigo en un familiar abrazo —estaremos junto a ti en todo momento, Malik —prometió Yugi.

 

—Desde luego que sí, y vamos a ayudarlos, a los dos —concordó Ryou.

 

Malik correspondió al abrazo, genuinamente feliz de estar con personas que le querían y se preocupaban por él, tanto como él mismo lo sentía hacia ellos.

 

Luego de hablar un poco más, sobre lo que acontecería más tarde -y el cómo se daría- los tres hikaris decidieron bajar de regreso a la cocina. El primer piso estaba sospechosamente silencioso y en calma con Yami y Bakura solos allí.

 

Mientras se acercaban a las escaleras, Yugi soltó una pregunta que le llevaba dando vueltas la cabeza desde hacía un rato —Ahora bien, la gran interrogante aquí es… ¿Por qué no lo has hablado con tus hermanos? —su voz alertó a los dos ex-espíritus que ocupaban la planta baja.

 

Hubo chasquidos, destellos de sombras danzantes y un aumento en el aura mágica que los tres adolescentes pasaron por alto al estar metidos en su conversación —es cierto —apoyó Ryou.

 

Si hubieran estado prestando algo más de atención, quizás podrían haber visto como Bakura y Yami intercambiaban miradas fieras, enseguida de resignación, y luego saltaban por el sofá, encendiendo la tv y tomando dos mandos de una de las consolas para hacer parecer que llevaban un tiempo jugando videojuegos.

 

—Bien ¿Tú se lo has dicho a tu padre? —el egipcio arqueó una ceja.

 

Intrigados, Bakura y Yami se voltearon a verlos, mientras los tres terminaban de bajar las escaleras y caminaban hacia ellos, casi automáticamente.

 

El albino le pinchó el pecho a su amigo con el índice derecho —no puedes comparar situaciones, Malik, Padre no vive conmigo y no tenemos una relación cercana —se encogió de hombros, quedándose de pie junto al reposabrazos del lado del sofá donde estaba su yami —no es como si pudiera llamarlo —Ryou recogió tres dedos de su mano izquierda dejando estirados el pulgar y el meñique, luego movió su índice derecho sobre este, simulando que marcaba un teléfono —y decirle: Hola padre. Sí, la escuela va genial, creo que ocuparé el segundo puesto este trimestre… Oh, por cierto ¿Recuerdas esa sortija de oro que casi te matas consiguiendo? —tocócon la mano derecha su preciado collar — resulta que sí que estaba maldita con el espíritu de un antiguo ladrón egipcio de hace como cinco milenios —apuntó ahora a Bakura, quien sonreía completamente divertido con su 'actuación' —oh ¿y sabes qué más? —se sentó deliberadamente sobre las piernas de su pareja —Ahora está vivito y coleando, vive conmigo y, ah, casi lo olvido, también somos amantes… Bueno, padre ¿Cómo ha ido tu trabajo esta semana? ¿quieres que te envíe algo? —concluyó con una fingida sonrisa cordial.

 

Para cuándo Ryou terminó su monólogo, Yugi estaba apoyado en el respaldo del sofá, casi llorando por contener la risa.

 

—Quiero decir, solo imagina esa conversación —Ryou también se permitió reír, moviendo sus manos a medida que hablaba —a las dos horas tendría a personas con batas entrando a mi casa, tratando de ponerme una bonita chaqueta blanca de mangas muy largas —era evidente su sarcasmo —y llevarme a un centro para desquiciados mentales… o quizás a alguna iglesia para exorcizarme —rodó los ojos antes de pasar sus brazos perezosamente alrededor del cuello de Bakura —solo el cielo sabe qué se le pasaría primero por la mente a mi señor padre.

 

Bakura se rió un poco — ¿A qué ha venido ese discurso, yadonushi? 

 

Ryou le estampó un beso en la mejilla —oh, solo estábamos compartiendo impresiones familiares —comentó ligeramente, acurrucándose contra el pecho cálido y marcado de su amada oscuridad, casi tarareó de felicidad al sentir sus brazos envolver su cintura de vuelta.

 

Antes de que Bakura pudiera indagar más, Malik volvió a preguntar — ¿y qué pasó con tu abuelo, Yugi?

 

El aludido intercambió miradas con Yami, recordando —Bueno, no pude decírselo antes porque, como te lo contamos, Ryou me mostró el libro y el hechizo sobre la marcha, la misma noche de Halloween —comenzó a explicar —luego de salir de la escuela y asegurarnos de que Joey y Tristán llegarían enteros a sus casas, Ryou nos dijo a Yami y a mí que podíamos quedarnos aquí sin problema, que llamara a casa a decir que me quedaría a dormir con él pero sabía que mi abuelo ya debería estar en el séptimo sueño, es decir, pasaba de medianoche —apoyado como estaba en el respaldo del sofá, Yugi pasó un brazo hacia el frente, sobre el hombro de Yami, mientras que la otra mano acarició su cabello; el oji-vino se inclinó hacia el toque de su luz —aun así, entramos con cautela y en el mayor silencio, y subimos a mi habitación a dormir. A la mañana siguiente me aseguré de levantarme antes que el abuelo y preparar el desayuno para todos, entonces le explicamos todo… Claro, no me eximió de un regaño y una semana de castigo limpiando y atendiendo la tienda sin paga —concluyó con una mueca y un suspiro. Yami tomó la mano en su cabello y la acercó a su rostro para colocar un beso en el dorso de la misma y luego colocar la palma abierta contra su propia mejilla —pero a la final, el abuelo aprecia mucho a Yami. Para él es como si tuviera dos nietos ahora.

 

El sonrojo fue evidente en las mejillas de Yugi, así como la dulce sonrisa que no pudo contener.

 

Malik realmente estaba deseando que cayera la noche.

 

—Así que… —Ryou atrajo de nuevo la atención, mirando a Malik desde el hombro de Bakura, donde reposaba su cabeza — ¿Cuál es tu excusa entonces? ¿Por qué no se lo has dicho a tus hermanos?

 

Malik se inclinó, apoyando los codos sobre el sofá en el espacio vacío entre Yami y Bakura —honestamente, temo el cómo puedan tomarlo… —suspiró —prefiero que lo sepan cuando ya esté hecho y no haya vuelta a atrás… que arriesgarme a que se nieguen o intenten detenerme.

 

—Podemos entenderlo —habló Yugi —pero Malik, piensa que son tus hermanos y que ellos te quieren.

 

—Y, como nosotros, quieren que seas feliz —añadió Ryou, con su dulce sonrisa comprensiva —si saben que estás decidido al respecto, tendrán que aceptar, cuando menos, darle una oportunidad.

 

Malik se llevó una mano al pecho, justo sobre su corazón —espero que tengan razón, chicos.

 

— ¡Bien! —Ryou dio una enérgica palmada, dispersando el espeso ambiente, que se había cargado de ansiedad y expectativas — ¿Qué les parece si almorzamos de una vez, entonces?

.
.
.

 

 

 

Notas finales:

Bien. Un capítulo más.

Yo ya me rindo con intentar adivinar en cuántos terminará. Esta historia tiene vida propia! Yo solo la dejo que fluya!

Os juro que amé totalmente a Ryou en este capítulo. Ese hermoso diablillo blanco con cara de ángel está bien influenciado por Kura pero nunca perderá su inocencia y encanto angelical.

Qué no se note casi que amo el tendershipping xD

 

Pd: la canción que cantan Yugi y Ryou en medio del cap es una cover de uno de los ed de Inuyasha, se llama Largo camino por delante

 

Flu-flu, volé, me fui. Nos leemos la próxima.

Ja ne~nya.


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