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Re: Lo que ahora es, ¿puede ser lo que fué? por Comunidad SinJu

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Notas del capitulo:

Creo que hice bien al tomarme esta semana de descanso de los otros dos fanfics de la semana. Realmente está siendo una semana pesadita…

No se preocupe nadie, para la próxima las actualizaciones serán normales. Omega02 para el martes y Gotas de Agua para el jueves.

Disfruten este tercer remake~

Lo que ahora es, ¿puede ser lo que fue?

Capítulo 3. Este cuerpo y este mundo no son míos (Segunda parte)

Hay una onda sonora bastante punzante dentro de su cabeza que no lo deja pensar a gusto. Era como si lo hubieran golpeado tan fuerte y tan de repente, inquietando su antes tranquila persona. Siente nauseas también.

Separa los labios en una búsqueda desesperada por tomar aire por la boca. Siente dolores agudos por todo el cuerpo y sobretodo, por sus brazos y piernas. De hecho ni siquiera puede sentir bien sus pies o los dedos de sus manos. Huele a sangre, pero no puede abrir sus ojos no porque no pueda, sino porque tiene miedo. Tiene miedo de abrir sus ojos y encontrarse en otro de sus pesados sueños sobre fantasía, a perderse en su subconsciente otra vez.

— Por favor, abre los ojos…

No quiere.

El dolor comienza a consumirlo todavía más, y sin poder evitarlo en sus ojos comienzan a formarse lágrimas. Está desesperado y paralizado, no puede hacer nada. Tiene todo el cuerpo entumecido y mucho frío.

Sinbad, Sinbad…

Una mano, pequeña, toca su rostro. Le duele. ¿Tendrá quizá una herida en la mejilla? Le duele mucho. Su mueca se deforma ante el dolor y sin darse cuenta comienza a jadear bajo, quejándose.

Jamás había sentido algo tan cercano a la muerte como este momento.

— Judal, Judal…

Esa voz es muy insistente. La cabeza le duele todavía más y gira su cuerpo para luego encogerse. Lo siguiente que escucha es un aleteo fuerte cerca de sus oídos, y luego una calidez extraña en su pecho. ¿Sangre? No, era más bien una calidez interior, que pronto recorrió su cuerpo entero hasta la médula. Finalmente, con una fuerza extraña ayudándolo, puede abrir sus ojos.

El cielo está nublado y es tan gris…

Ladea la cabeza. Siente una presencia sobrenatural muy cerca de él, junto a la soledad de una tierra que antes prometía ser un paraíso. Finalmente los ojos de Judal se cierran, llevándolo a la inconsciencia.

La guerra terminó.

Y entre los brazos de Aladdin, el nuevo Judal se estaba muriendo.

— ¡Princesa Kougyoku!

La octava princesa se sienta en la cama de inmediato en cuanto las puertas de sus aposentos son abiertas de par en par por sus sirvientes. Ka Koubun a la cabeza se arrodilla frente a la cama, con la cabeza gacha.

— ¡Por favor, acompáñenos, se trata de su Magi!

Al instante de escuchar eso, el sueño se va y se quita la cobija de inmediato para levantarse. Con apenas una bata encima, la ajusta bien y luego de tomar su contenedor doméstico, la princesa sale de su habitación a pasos apresurados.

Los sirvientes la guían hasta el salón, la sorpresa no fue exactamente grata.

Hacía meses que no ve a su primo Hakuryuu y repentinamente se aparece en el imperio, con el cuerpo malherido de Judal entre sus brazos. El grito que Kougyoku suelta es de sorpresa.

— ¿Qué sucedió? Juchan…

La octava doncella se acerca a su primo, quien receloso afila la mirada, pero igualmente permite que se acerque a su magi. Cuando las manos suaves y gentiles de Kougyoku toman a Judal por los pómulos y lo hacen girar la cabeza en su dirección los ojos se le inundan de lágrimas.

Está tan frío, sucio y herido.

Su labio inferior tiembla, Kougyoku lo muerde para no sollozar y busca algo de fuerza para hablar.

— Ka Koubun, haz algo, ¡rápido!

La madrugada fue muy larga. Cinco sirvientas se vieron obligadas a despertarse para preparar algunos aperitivos para la realeza presente, pero Kougyoku solo mojaba sus labios con el té sin beberlo por los puros nervios y Hakuryuu ni siquiera prestaba atención a la comida. Aladdin simplemente se mantenía callado, en una esquina oscura de la habitación. Sus ojos estaban brillantes.

Si hubiera un lugar en donde ahora quiere, desea, estar con todas sus ganas, sin lugar a duda era en su cama. Esa cómoda cama en su casa junto a su esposo. Y ser rodeado por sus cálidos brazos para sentirse protegido, lo necesitaba mucho, lo deseaba fervientemente.

Pero el dolor corporal le hace recordar lo malditamente lejos que se encuentra de aquellos brazos.

Necesito verlo.

No iba a estar en paz hasta que despertara de este terrible y largo sueño. Quiere llorar otra vez, pero se contiene porque su rostro le arde tanto que llorar lo lastimaría todavía más. Todavía sigue sintiendo esa calidez en su pecho que de alguna forma lo tranquiliza, pero no le alivia el dolor físico. Por suerte ya no tiene la sonda de sonido molestando en su cabeza y al menos, puede concentrarse más en lo que siente y escucha.

Escucha pasos. También escucha el sonido del viento, y lo siente en su propia piel desnuda. Se siente tan desprotegido…

Siente como si tuviera la peor de las fiebres ahora. Cuando la calidez deja de ser tan fuerte se anima a abrir sus ojos y a observar la habitación en la que se encuentra. Recuerda entonces que antes había unas voces aquí, tal vez si las llama…

— Discul… pen… —Su voz es muy débil, su garganta no da para mucho ahora mismo. Le dolió mucho hablar.

Mejor no hacerlo por un tiempo.

Muy cansado y débil como para levantarse, se conforma con solo ver la habitación. Las paredes son muy bonitas, pintadas con un color oscuro y bordadas con madera. La decoración es bonita también, pero algo anticuada. Eran mapas, y artesanías con oro. Parecía todo muy caro.

Cuando se cansa de observar simplemente cierra sus ojos y exhala aire con la poca fuerza que le queda. Esto era sin lugar a dudas una pesadilla, una que lo estaba torturando a límites insospechados. Nunca en su vida se ha sentido tan mal.

Temprano por la mañana Ka Koubun fue a la habitación de Judal para atenerlo. Por suerte la atención recibida fue muy buena, pudo sobrevivir sin problemas una noche. Aunque no todo era bueno.

No recibe ni una sola queja cuando comienza a limpiar con alcohol las heridas, ni siquiera lo ve fruncir las cejas o quejarse entre sueños. Cuando tocaron las vendas tampoco recibe una reacción especial que le diga que le está doliendo, el supuesto magi simplemente duerme con una pesadez increíble. Si no viera cómo su pecho se infla por su respiración y si no notara que su cuerpo era cálido incluso pensaría que está muerto.

Pero eso no puede ser.

Cuando Judal termina limpio y vendado Ka Koubun sale de la habitación y se queda en la entrada, solo esperando. Finalmente, apresurados desde el fondo del pasillo, se acercan apresurados Kougyoku y Aladdin, y más tranquilo se acerca Hakuryuu tras los otros dos.

Pero aunque tuvo visita esa mañana, no pudo abrir sus ojos de nuevo, simplemente escuchaba. Hay una voz femenina que se alegra mucho de que esté bien, y la misma voz suavecita e infantil del día anterior que le pide que se recupere pronto.

Pero no fue pronto.

Tres días pasaron, tres días en donde apenas pudo abrir los ojos. Incluso abrir la boca para dejarse alimentar era doloroso. Solo dormía. Fueron tres pesados días, en donde una noche la fiebre que tuvo fue incontrolable y una joven muy hermosa de cabello rosa estuvo a su lado, cuidándolo y cambiando sus vendajes, secando incluso su sudor. Muchas veces quiso preguntarle su nombre, pero siempre que abría los ojos la señorita comenzaba a llorar.

Durante el cuarto día por fin consiguió sentarse y mover las piernas, incluso tuvo la ayuda del muchachito de cabello azul para caminar por la habitación y explorarla un poco. Muchos de los objetos de aquí solo podría encontrarlos en su mundo en una tienda de antigüedades.

Bastaron cuatro días para que su fiebre bajara, pero el dolor muscular todavía estaba presente. Apenas dos de muchas heridas consiguieron cicatrizar.

No pudo hablar sino hasta el quinto día, cuando se sentía mucho mejor. La fiebre había bajado a ser un simple bochorno y su garganta estaba fuerte otra vez, sana. Aun así no dijo mucho durante la mañana más que un par de Gracias. Durante el medio día consiguió comer todos sus alimentos él solo, y Kougyoku parecía orgullosa mientras lo ve comer en silencio.

Por la tarde la historia se repite, pero ahora es el joven Aladdin quien lo acompaña en su comida. El niño es muy animado y le agrada mucho, pero siente que cuando lo ve busca a otra persona con cierto miedo. Aunque su forma de verlo no es lo único que le causa intriga.

Desde muy pequeño, Judal ha tenido esa extraña habilidad para sentir presencias sobrenaturales desde muy pequeño, y Aladdin no era un humano por completo. Tiene consigo una sombra espiritual que aún no puede definir, pero no es para nada suave aunque sí cálida.  

En ese momento Judal no lo sabía, pero el mismo día en que lo curaron por primera vez Aladdin había tenido una charla muy larga con la octava princesa para avisarle de la situación. Hasta momento solo Kougyoku, Ka Koubun y Aladdin saben del cambio producido por el hechizo. Era natural que la princesa estuviera tan triste, pero aun asi no puede negar su ayuda. Después de todo, de otro lugar o no, sigue siendo Judal. 

Después de comer una sirvienta entra a la habitación para hablar rápidamente con Aladdin y luego tomar los platos. Judal posa sus pies, desnudos, sobre el suelo y lentamente se levanta.

— Toma mi mano. —Le ofrece Aladdin su apoyo, y Judal lo agradece con una sonrisa muy pequeña.

El magi lo dirige hasta la ventana y Judal aparta la cortina para ver el exterior. Su sorpresa fue mayúscula, ¿qué clase de lugar era este? Era fantástico, con el aire oriental característico de China. Pero luego de la maravilla vino la incertidumbre y el miedo, y su mano aprieta la de Aladdin sin darse cuenta.

— Lo siento mucho… —susurra el peliazul.  

Notas finales:

Recuerdo con remordimiento que en la primera versión Aladdin sufría mucho y personalmente me disgustaba narrarlo así, por eso los cambios en este tercer capítulo.

Ya no hay azul culpable~

Mándenme fuerza, necesito terminar esta tercer semana. ; ;


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