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Re: Lo que ahora es, ¿puede ser lo que fué? por Comunidad SinJu

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Notas del capitulo:

Se me pasó actualizar en la madrugada bcs, me dormí temprano :c Luego acá estoy, a las 8:30 recién despierta actualizando, casual :B

Tengo sueño. ; ;

Ah, de cualquier forma, ¡disfruten el capítulo~! Es el último de esta semana y comenzamos el martes con el octavo capítulo de este fanfic y con el séptimo capítulo para Omega02.

Lo que ahora es, ¿puede ser lo que fue?

Capítulo 7. Pequeñas molestias.

Hay muchos detalles que no puede ignorar por más que quiera hacerlo. Cuando Sinbad estaciona en frente de la bonita casa los ojos de Judal se abren. En todo el viaje fingió dormir con la intención de evitar una charla más. Abre de inmediato la puerta y sale de tan pequeño espacio.

— Espera, debo abrir la puerta, tesoro.

— Puedo hacerlo yo. —Prueba con girar esa cosa dorada, pero frunce las cejas. En serio no se abre.

Sinbad sale rápidamente del auto y tras asegurarlo saca otra llave del bolsillo, en esta ocasión es la llave de la casa. Se acerca y aparta gentilmente a Judal, luego mete la llave y la gira un poco hasta que se escucha un clic. Finalmente la retira y empuja la puerta hasta que se abre.

Mientras caminan por el corto pasillo Judal mira otra vez los cuadros del pasillo. Es su más fiel recordatorio de que está viviendo una vida que no le pertenece. Necesita regresar a su vida cuanto antes y darle solución a su problema. No tiene mucha idea sobre las otras dimensiones pero es de cajón que un alma no se va así sin más sino que busca otro lugar. Y en ese momento el único cuerpo disponible era el suyo, en su propia dimensión.

Si hay un estúpido ocupando su cuerpo seguramente acabe muerto y no puede permitir eso.

Algunas de las cosas que tiene ahora le han gustado, si debe admitir. Mientras se sienta en la sala se toma un momento para pensar en eso, mientras ve al humano ir a la cocina para dejar las sobras de la tarde.

Este Sinbad vive en la cocina por lo que ha visto. Le gusta mucho cocinar, y él siempre rechaza su comida. Si debe ser sincero no se siente para nada culpable, esta copia ha sido muy amable con él desde que llegó.

Pero seguramente eso se debe a que el anterior dueño de este cuerpo es su pareja.

Judal no ha pensado en tener una pareja, ni presenta gran interés. Hace tiempo lo hacía, e incluso pensó que tomar una esposa podría ser divertido para comprobar lo que se sienten algunas cosas. Entonces conoció a Kougyoku y la idea se fue.

Este Sinbad no es suyo, pero él piensa que es su Judal correcto, ¿verdad? Tampoco sabe mucho de estar enamorado pero si Sinbad estuviera genuinamente enamorado, ¿no sabría notarlo?

Se mira la mano derecha, especialmente la fría alianza en su dedo corazón. Esta tradición se conoce en todos lados, incluso en su mundo. Este anillo sella un pacto que él nunca hizo.

Sinbad le pertenece completamente en este mundo, pero no está satisfecho aquí. Él es amable pero es débil, y eso hace que si desinterés crezca.

O eso quiere pensar.

Se levanta, a tiempo para ver a Sinbad regresar con una copa en la mano. Sinbad parece muy tranquilo, en anteriores días lo notó muy tenso. Seguramente era porque estaba preocupado. 

Lo mira con interés mientras que Sinbad mira hacia las botellas, como decidiendo cuál abrir. Finalmente toma una y se pone tras una barra en la bonita sala para sacar algo de un cajón y luego abrirla. El sonido del corcho saliendo disparado le pareció interesante.

Mientras el no rey se sirve en la copa, el magi se acerca un poco.

Sinbad mueve un poco el contenido oscuro de su copa antes de dar un sorbo pequeño, luego lo mira con atención a él.

Judal se acerca otro poco, y Sinbad deja la copa en la barra para ponerse en frente y extender sus brazos, contento.

Finalmente Judal se detiene justo en frente, es Sinbad quien lo abraza por la cintura y termina por juntarlo bien pegado a su cuerpo, sin lugar a dudas esto lo hace feliz porque nota el rukh rosado emerger de él.

Sus manos, casi sin que se diera cuenta, se posan sobre los brazos de Sinbad y sube la mirada para verlo a los ojos. Otra vez tiene el cabello erizado.

No ha perdido el toque.

— Hoy te divertiste mucho.

Los ojos de Judal se afilan en un intento fallido por parecer disgustado, finalmente él mismo se descubre al relajar sus facciones.

— No te emociones demasiado solo porque haya sido así.

Sinbad se ríe de forma escueta y le suelta la cintura con una mano, busca su copa y luego la mantiene cerca otra vez. El aroma tan dulce llega hasta Judal, quien ahora mira la copa fijamente.

Recuerda vagamente este ahora. Es el aroma de Kouen.

Sinbad inclina la copa en su dirección en una silenciosa petición, y captando el mensaje y aceptando su curiosidad posa sus labios en el borde de cristal.

Sinbad inclina más la copa y los labios de Judal se mojan mientras bebe un sorbo pequeño, luego se aparta y relame sus labios. El sabor no es malo, pero huele mejor.

El no rey deja la copa de nuevo sobre la barra y su mano regresa a apretarlo suavemente la cintura. ¿Es normal que parezca tan feliz?

Sinbad lo saca de sus pensamientos cuando se acerca. Sus labios se posan sobre la mejilla izquierda de Judal, y él de inmediato se pone recto y aprieta sus labios. Luego pasa a la mejilla derecha y también la besa. Queriendo ver su reacción se aparta un poquito.

Judal está sonrojado, y otra vez tiene un detalle gracioso en el cabello.

— Se te volvió a erizar el cabello, gatito.

¡Qué insolente! Echarle en cara su vergüenza. Judal aprieta los dientes mientras siente que se sonroja más.

— ¡Eso no es verd-Ah!

No es el mejor grito que ha dado, pero le sorprendió mucho que haya soplado justo en sus labios. Su reacción le hace ganar otra risa y una caricia larga en los costados.

¡Nada de “Este Sinbad es diferente”, son completamente iguales! A los dos les gusta fastidiar. Se pone tieso otra vez cuando Sinbad vuelve a acercarse, pero su objetivo ahora es más claro.

El maldito quiere sus labios.

Cuando los centímetros se acortaron hasta casi ser nada cierra los ojos con mucha fuerza y aprieta sus labios, no sabiendo si mandarlo a volar, si darle una descarga tan fuerte para que el bastardo brille tres días o si simplemente quedarse quieto y esperar lo inevitable.

Pero nada pasó, así que abre sus ojos otra vez, encontrándose cara a cara con la copia otra vez. Está sonriendo.

— Eres un coqueto. Me sigues rechazando pero también quieres que te toque, ¿por qué te haces el difícil conmigo? —Su pulgar le acaricia la mejilla, roja.

— ¿Quién le coquetea a quién? ¡Tú te me acercaste de repente! ¡Así de cerca, mira, así! —E imita la cercanía de antes con sus manos, prácticamente el espacio entre sus palmas era inexistente, tal demostración hizo que Sinbad soltara una carcajada, contento. — ¡Estúpido, no te rías de mí!

— ¡Tu juego de rol me gusta demasiado!

¿Juego de rol?

.

— Sinbad, es muy temprano...

— Pero bebé, si no nos vamos temprano no podremos hacer nada. Son seis horas de camino hasta Osaka. Vamos, cari… —La mano de Sinbad mueve otra vez a Judal por el hombro, logrando en él otra mueca.

Judal tiene razón, las cinco y media de la mañana es muy temprano, demasiado temprano, pero prometió llevarlo al acuario. Pero quiere llevarlo a uno muy bueno.

— ¡Pero quiero dormir!

— Dormirás en el auto si quieres. Ya preparé los almuerzos y un desayuno rápido, debemos irnos a las seis. No te bañes si no quieres.

— ¡Ah, ya cállate! —El mugido viene acompañado de un almohadazo que a duras penas alcanza a esquivar, sonriente.

— ¿No quieres explorar?

— ¡Pero no ahora! Quiero dormir…

— Hazlo en el auto. —Repite, y ya con algo de prisa mete las manos bajo la cintura y las piernas del menor para levantarlo sin ningún problema, asustándolo y ganándose un sorpresivo golpe.

— ¡Bájame!

Lo llevó en brazos hasta el comedor, donde sin bajarlo y apretándolo bien a su pecho con un solo brazo corre una silla y luego lo sienta frente a un humeante desayuno típico. Calla en el instante el que el suave aroma del arroz y el pescado llega a su nariz, observando entonces lo que hay sobre la mesa.

En un plato plano hay servido un omelett de huevo cortado en tres trozos grandes y generosos, en otro plato igual pero más pequeño hay un trozo circular de lo que parece ser carne junto a algunas verduras y un trozo de salmón. En otro tazón, grande, hay arroz blanco.

Las quejas se van, y en el instante en que Sinbad deja frente a él un vaso de jugo de naranja toma los palillos para comenzar a comer, ocasionando en Sinbad una sonrisa.

Le da mucho gusto que ya esté comiendo como siempre.

Se sienta en frente del muchacho y come junto a él exactamente los mismos platillos. El muchacho, cuando termina lo propio, se levanta y va por su cuenta a la cocina con tres platos en las manos. Cuando regresa, apenas un minuto después, los tres platos están nuevamente llenos de comida.

Realmente Sinbad está contento de que vuelva a comer tan bien.

— Vístete con algo más casual que una pijama allá arriba, estaré en el auto. No demores demasiado, ¿bien?

— Lo que digas. —Responde con fingido fastidio, y en cuanto el humano desaparece de su vista al irse a la cocina devora velozmente la comida antes de levantarse de un salto y correr por el pasillo hasta la habitación. Abre el ropero de puerta en puerta y busca rápidamente prendas interesantes de su talla.

Al principio era cierto que no quería, pero luego de comer y tomar algo de energía le entusiasmaba la idea de ver más de este mundo.

Nunca en su vida escuchó la palabra “acuario” pero suena como algo muy divertido, y él quiere divertirse. Aunque seis horas parecen ser muy pesadas y todavía le asusta un poco estar encima de esa cosa llamada Auto. No es lo mismo que ir dentro de una carroza tirada por caballos u algún otro animal, esto era más peligroso, o al menos eso es lo que su sentido común le advierte. Parecen máquinas hechas para matar humanitos.

Saca los pantalones menos ajustados que encuentra, pero al ponérselos de todas formas se siente extraño, las porquerías estas se le ajustan incluso en las pantorrillas, ¿su otro yo era amante de lo ajustado? ¡Qué fastidio! En las piernas se siente mal, en el pecho llevar algo ajustado tampoco es tan malo. Se pone los calcetines –sintiéndose extraño, pues en su mundo los calcetines solo lo utilizan la realeza y algunas cuantas mujeres– y luego se queda sentado, mirando los colores tan neutrales de las camisas. Se mira el pantalón, azul claro, y luego decide llevar una camisa del mismo color. Siempre le ha gustado que ambas prendas sean del mismo color pero ninguna camisa tiene el mismo tono… Decide un tono un poco más frio de azul, trayéndose consigo una camisa de botones. Bueno, esto es nuevo.

Las ha visto en este Sinbad pero no comprende muy bien el uso del botón. Fastidiado, regresa la camisa y toma otra en color negro en esta ocasión. Una t shirt normal. Mira la prenda entre sus manos y luego se encoge de hombros para luego colocársela. Según tiene entendido la etiqueta va por dentro, así que no se ha equivocado.

Se cubre la boca mientras bosteza y se dirige hacia el baño para cepillar sus dientes, aún es un poco novato y la cantidad de pasta dental que utilizó fue demasiada, termina con un mal sabor en la boca. Le recuerda a la ocasión en que mordió una planta de yerbabuena solo por curiosidad, beber agua le resultó un infierno luego de eso.

Enjuga su boca un par de veces antes de limpiarse con una toalla, entonces regresa a la habitación y mira por la ventana el exterior.

No hay nieve, pero Sinbad le advirtió que estaban en temporada. De cualquier forma no le preocupa el frío, hace mucho que dejó de sentirlo como buen usuario de manipulación de hielo que es. Mira entonces al humano, está en la parte trasera del auto metiendo una caja grande en los asientos traseros, una caja de al menos un metro de alto cubierta de una tela blanca. Enarca una ceja, interesado.

Supone que ya después descubrirá de qué se trata eso.

Camina otra vez por el pasillo ahora hasta la entrada y abre la puerta, al instante Sinbad se gira para verlo y no tarda en acercarse, sonriente, pero la sonrisa se le va pronto.

— Hace frío. Lleva un suéter…

— No tengo frío.

— Pero tu cuerpo está caliente y le hará mal sentir frio de repente, ¿no crees? —Sus manos buscan la cintura del menor y ahí se quedan un rato, llevándolo de vuelta al interior de la casa. Lo suelta y comienza a quitarse su chaqueta. Bajo ella lleva una camisa de manga larga de botones, Judal ya estaba acostumbrado a verlo así. Las muñecas se ajustan gracias a unos broches muy brillantes en dorado. Bueno, siempre lleva un sueter extra en el auto, pero por ahora… — Usa esto encima hasta que llegues al auto. Quítatela luego si quieres. Ahora vámonos~ —Le acomoda bien la chaqueta solo por encima y la ajusta al frente con las manos, luego lo toma de la cintura nuevamente y lo lleva caminando con él hasta volver a salir, entonces se gira para cerrar la puerta bajo llave. Por si acaso.

Cuando se sienta dentro del auto se quita la chaqueta de los hombros y la deja en su regazo.

Notas finales:

Posiblemente regrese a dormir luego de actualizar. 


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