Estando en la clínica. Rehabilitándome por la lesión en mi espalda, hay cosas que pensando y reflexionando me di cuenta de algo. Que estoy enamorado… del basquetbol.
Sinceramente debería agradecer a Haruko por mencionar ese deporte. El haberme enseñado el básquet y ahora lo amo tanto.
Debo decir que el basquetbol se convirtió en el amor de mi vida. Recorro los recuerdos que en mi mente se proyectan como una película en un cine, sin alardear he cambiado bastante. Muy poco rastro queda de aquel ignorante, que ni siquiera sabía cómo sostener un balón.
Ni que decir de las reglas del deporte, era solo un idiota que proclamaba a los cuatros vientos lo talentoso que era. Ahora no soy tan valiente para renombrarme talentoso. Aun no sé si seré capaz de volver a la cancha y jugar por la lesión en mi espalda.
No sé si fue torpeza o valentía, para ir detrás del balón. Soy muy optimista, quería ganar a toda costa. Y todo por Haruko.
—Hemos terminado, Sakuragui. —anuncio la doctora sacándome de mis cavilaciones. Sonreí.
Me coloque mi remera, hoy en verdad la sesión ha sido agotador. La doctora una mujer de edad avanzada, con unas visibles arrugas en el contorno de sus ojos y una mirada maternal. Le tengo tanto cariño y además ha sido como un sostén para mi estando en la clínica.
Salí de allí y me encaminé a la playa. Me encantaba sentir la brisa fría, estar aquí y poder sentir la tranquilidad. Reposo mi cuerpo y a los lejos distingo una figura bastante conocida.
Ese Zorro…
Debería golpearme mentalmente por lo que diré pero Rukawa se esfuerza para ser mejor. Lo hizo contra Sendoh, también con Eiji Sakawita. Buscando vencerlos…aunque eso jamás pasó. Tanto él como yo, aun tenemos mucho que aprender.
Recién ahora puedo darme cuenta que Rukawa no merecía ese trato que yo le ofrecía. …l no tenía la culpa de que Haruko estuviera enamorada de él, ni que fuera el mejor jugador. El solo quería jugar básquetbol.
Sinceramente admiro su valor y el amor que tiene al deporte…
Lo veo acercarse hacia mí, trotando y llevando sus auriculares puestos. A penas me mira, y yo levanto mi mano y lo saludo.
Ja! Parece sorprendido, es verdad nunca lo saludé de buena manera. Esos errores debo corregirlos.
Espero que cuando salga de aquí ojala Rukawa y yo podamos tener una charla sin golpes.
Ha pasado el tiempo. Ya llevo siete meses aquí. Mis amigos no han podido venir a visitarme pues no tienen mucho dinero y eso esta difícil. Pero eso no evita que no hablemos por teléfono o cartas. También Haruko me envía sus cartas, contándome lo que sucede allí.
—Sakuragui, tengo buenas noticias—dijo la doctora. Lo mire atento. — en una semana podrás volver. Pero tendrás que asistir a unas sesiones un poco menos exhaustivas, ya que tu espalda ha mejorado bastante. Eso si deberás ir entrenando de a poco, no te exijas demasiado—
—Gracias, muchas gracias— no pude reprimir las lagrimas, por fin volveré…
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