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Loco de Amor por Ti por Sary

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Al día siguiente, Rukawa pedaleaba su bicicleta rumbo a la escuela y no faltaba su costumbre de dormirse. Anoche pensó durante horas lo idiota que había sido al no ir con el pelirrojo pero por un lado él se sentiría un intruso. Pues conocía a los amigos del torpe pero jamás hablo con ellos además le parecía incomodo el estar todos juntos cuando él apenas hablaba.

Mejor que no había ido. Estando dormido sobre la bicicleta sin darse cuenta a la figura que venía caminando delante de él sintió el impacto cuando se dio cuenta ya estaba en el piso.

— ¡Maldición, Zorro!— se quejaba el pelirrojo al sentir el fuerte golpe en su pobre trasero, se sobaba mientras ponía cara de dolor —mira por dónde vas

—Tú tienes la culpa— decía mientras se levantaba sacudía su ropa y tomaba su bicicleta

—Idiota—gruñó y se dio la vuelta para continuar su camino. Allí lo esperaba Yohei apoyado contra la pared y con gesto relajado

-—Hola Hanamichi—saludo

—Yohei. ¿Cómo está tu madre?

—Está mejor, la fiebre ya bajó— respondió cuando ya ambos se encaminaban a su salón.

Esta vez a todos les toco en salones diferentes y por una casualidad u obra del destino, Sakuragui y Rukawa son compañeros en el mismo salón.

Al principio se creía que matarían ya que todos conocían lo mal que se llevaban. Pero para sorpresa de muchos ninguno
de los dos ha causado problemas. Todavía.

A ellos se sumaron los demás, Ookus, Takamiya y Noma. A ninguno les gusto que le separaran, sin los demás las clases eran aburridas.

—Hola chicos—saludaron el trió que se sumó

—oye gordo podrías dejar de comer un solo momento—agrego el pelirrojo viendo a Takamiya con una bolsa de bollo
—por lo menos comparte con nosotros
— ¿compartir? Pero yo no comeré nada—reprocho poniendo haciendo puchero

—Si serás un hambriento—

—vamos Hanamichi, déjalo tranquilo—concilió Yohei tratando de armonizar la situación

El timbre sonó así que los chicos se despidieron pero se volverían a encontrar en el recreo. Al llegar a su salón se situó en el último pupitre al lado de la ventana, pues por lo menos vería algo interesante. Hacia su derecha ocupo lugar nada menos que Rukawa, al pasar todas las chicas suspiraban de amor por el incluso se sonrojaban.
Ignorando las miradas enamoradas de las chicas tontas como él pensaba, se sentó en su pupitre utilizo sus brazos como almohada y apoyo su cabeza en ella, se quedó dormido.

El pelirojo lo observaba atentamente aun no comprendía cómo podía dormir tanto, el profesor llegó y al ver que Rukawa estaba durmiendo lanzo un largo suspiro sinceramente ese año iba a ser muy largo y cansador.

En sus varios intentos por despertar al pelinegro, el profesor se cansó y terminó echándolo de su clase todo ante la atenta mirada de un pelirojo que claro se divertía con lo que veía. Aunque él tampoco ponía la atención suficiente.
Fastidiado por que le despertaran camino relajado hacia la azotea donde podría dormir tranquilo. Al llegar se sentó en el suelo recostando su espalda contra la pared se durmió al instante.

Pasaron las horas, el ajeno a todo no se percato como la puerta de la azotea se abría y entraba una figura ya conocida. Se situó en el otro extremo, recargando su cuerpo en el barandal observando desde arriba a los estudiantes y dejando que el viento chocara contra su cara, y despeinara sus cabellos.

Su actitud había cambiado aunque en el fondo seguía siendo el mismo revoltoso y escandaloso de siempre, de reojo miro a su compañero de equipo. Digamos que la relación no era la misma pero tampoco había cambiado, eso de conocerse y llegar a ser amigo quedo en la nada misma. Ninguno de los dos hizo el esfuerzo de conocerse, Hanamichi quería cambiar su relación con el zorro pero no sabía cómo acercarse a él.

Era difícil después de todo siempre se manejaron a los golpes, ahora todo cambio la rehabilitación, estando allí solo comenzó a darse cuenta que todo había hecho mal empezando por el zorro. Y todo por una chica que no era capaz de darse cuenta que había alguien que la amaba con locura. A veces pensaba que las mujeres eran difíciles de complacer.

Volteó y caminó hacia su compañero se sentó guardando distancia y se quedó allí esperando que despertara o lo despertaría él o su comida se enfriaría. Hizo el gran esfuerzo de traer la comida para el zorro, porque ni siquiera él se preocuparía por comer.

—Oye Rukawa— llamó moviendo el hombro para despertarlo. Al ver que no tenía respuesta suspiro, tenía el sueño pesado. Opto zarandearlo así conseguirá despertarlo Comenzó a moverlo como si de una hoja se tratara.

— ¡Rukawa!—gritó sobresaltando al pelinegro que por fin despertaba de su sueño.

— ¡Maldita sea, torpe!—se asustó ante semejante grito. —no me asustes así—

—lo siento, pero no despertabas—

— ¿Y por qué quieres que despierte?—regañó al menos en su sueño era feliz

—Debes comer zorro—le indicó—porque tú te la pasas durmiendo ni siquiera te acuerdas que debes comer— le entrego en su mano la bandeja que recogió para él.

—Gracias—dijo sorprendido

En los quince minutos que comenzaron a comer no se dirigieron palabras solo se concentraron en comer. Al acabar depositaron las bandejas en el suelo y se quedaron en silencio algo raro en Sakuragui que no podía estar sin decir una palabra.

— ¿Por qué no quisiste ir al Denny’s?—pregunto el pelirrojo rompiendo el silencio, Rukawa supuso que algún día preguntaría eso.

—es incomodo para mí—expreso sin mirar a su compañero

— ¿te incomodan mis amigos?

—No es eso—respondió era hora de ser sincero—no soy bueno haciendo amigos y me cuesta abrirme con las personas. Si hubiera ido me mantendría callado y además me sentiría como un intruso

El pelirojo escucho atentamente jamás imagino que Rukawa se sintiera así. Ahora lo entendía un poco más y le agrado saber que fue sincero.

—no debes sentirte mal por eso. Yo no creo que ibas a ser un intruso al contrario mis amigos son personas leales siempre puedes confiar en ellos aunque sean una manadas de ineptos pero sin ellos mi vida no tendría nada divertido—

—pero son tus amigos. Y tú y yo no lo somos—aclaro con un poco de rudeza

—pues tienes razón no lo somos. Pero tú no lo has hecho fácil y además como quieres que nuestra relación cambie si no te abres a las personas

—Aclaremos algo torpe—se puso serio y miro con enojo a su compañero—yo nunca dije que quería que nuestra relación cambiara si es por mi te seguiría tratando como siempre y en segundo no me interesa ser tu amigo—

—oye zorro no seas grosero—le reprocho por su actitud de siempre—yo estoy intentando ser otra persona y querer ser tu amigo. No creo que haya nada malo con eso

— ¿amigos? Mejor quedémonos así nunca necesite de un amigo y menos lo hare ahora— tras soltar aquellas palabras tan frías se levanto y se fue de allí dejando a un pelirojo enojado.
Y quedó ahí, con palabras atoradas en la garganta.

**************************************************************
La tarde del entrenamiento llegó. Ya cada uno fue al vestidor y cambiarse su ropa, cuando ya estaban listo se dirigían a la cancha. Rukawa por su parte se mantenía alejado de sus compañeros haciendo tiros al aro.
Indudablemente se sentía pésimo y angustiado, porque sin pensar había dicho palabras muy duras. No es que estuviera resentido sino que más bien agobiado, si era difícil entenderse el mismo, pero la forma en que Hanamichi lo increpo diciéndole todas esas cosas de tener amigos y demás se sintió ofendido. Ni siquiera lo conocía para juzgarlo así.

Por un lado no se arrepiente de haber dicho esas cosas pero él sabía que lo había arruinado. Apenas su compañero se acerco con buenas intenciones y él lo estropea todo. ¿Y ahora? Ahora sí que su amor no querrá ni verlo o hablarle.
Y sus pensamientos quedaron interrumpidos por la figura que hacia acto de presencia, su eterno amor: Hanamichi. Apenas cruzo el umbral del gimnasio sus miradas se cruzaron. Azul y rojo. Frio y fuego.
Quizás era muy exagerado decir que su corazon salió de su pecho pero así lo sintió él. Miles mariposas revolotearon en su estomago, al mismo tiempo sintió como se oprimía viendo como pasaba a su lado sin dirigirle una sola palabra.

—Bien muchachos—llamo el capitán. —esta semana tendremos un partido contra el Ryonan. Los entrenamientos serán más duros y agotadores— explico con firmeza. —Ahora todos a entrenar

Todos comenzaron a estirarse para que sus músculos no se lesionen. El silbato sonó en boca de Haruko, la segunda asistente, los integrantes indiciaron con el entrenamiento. Diez vueltas alrededor de la cancha, al terminar practicaron pases, rebotes, tiros simples y de tres puntos, como bloquear y hacer jugadas.
Fue una tarde de mucha concentración, no había tiempo para las distracciones. Aun así Hanamichi no dejaba de ver de reojo al pelinegro que se mantenía inmutable como siempre. Imposible de leer.
Impecable en cada movimiento que hacía, el pelirrojo no dejaba de mirarlo y ver como se movía, tan perfecto e inalcanzable.

— ¡Sakuragui!—unos de sus compañeros le había pasado el balón viendo que el pelirojo estaba en una buena posición. Pero lamentablemente terminó impactando en su cara y todo por mirar al zorro.
Decir que se comió el balón es quedar corto, su nariz comenzó a sangrar.

— ¡Eres un idiota!—vocifero enojado apretando su nariz para que dejara de sangrar, el pobre chico se puso pálido.

—vamos Hanamichi—dijo Mitsui—fue un accidente

— ¡ya lo sé!—

—Ve a la enfermería— aconsejo Ryota

Se encamino hacia la enfermería. Culpó a Rukawa de su accidente si él no le hubiera dicho todo aquello de seguro que se concentraría en el entrenamiento. Aun guarda un poco de enojo hacia el zorro, pues el pelirrojo no le dijo nada para que este se ofendiera. Claro que no, solo quería ser su amigo, cometió el error de maltratarlo el año pasado sin una buena razón ahora quería cambiar todo aquello. ¿Tan difícil era? Rukawa tampoco se lo ponía fácil, se cerraba en su fría mascara de un tempano de hielo. Era difícil entenderlo cuando él nunca se tomo el verdadero tiempo de conocerlo un poco.
La enfermera lo miro pensó que había peleado otra vez. Ya estaba acostumbrada de ver a ese pelirrojo pasar por allí. Le limpió la sangre, y le coloco algodones para detener la hemorragia.

—Mantén la cabeza hacia atrás — indicó dejándolo descansar un buen rato. Mientras ella iba a rellenar una planilla un joven apareció allí, la enfermera supuso que venía a ver a su compañero de equipo le indico donde estaba.

—Si serás idiota—fue lo único que salió de su boca al ver al pelirrojo con la cabeza hacia atrás

— ¿Es lo único que sabes decir, zorro?— reprochó ante su actitud. No podía verlo ya que su cabeza hacia atrás no le permitía verlo

—No. Eres un torpe, también se decir eso—sonrió. Sonrisa que Hanamichi no vio pero de seguro le habría encantado ver.

— ¿se te ofrece algo?—

—Solo saber si el golpe no te hizo más tarado— bromeó

—pues fíjate que no, zorro idiota— una risita se escuchó por su parte, jamás pensó que Rukawa tuviera sentido del humor.
El pelinegro se situó a su lado sentándose en una silla. Aun no sabía porque había ido a verle. Se quedaron en silencio, en un mutismo que nadie se animaba a romper.
Los únicos sonidos que escuchan eran del reloj y nada. Rukawa nunca fue un experto en las palabras, por eso trataba de hablar lo menos posible. Por su parte Sakuragui esperaba a que Rukawa dijera algo, por algo estaba allí.
—Quizás el sábado esté disponible—habló el pelinegro mirando de reojo al pelirrojo

— ¿Mhm?— confundido

—ya lo sabes
Se levanto de la silla y se fue dejando a Sakuragui confundido. Al cabo de un rato la enfermera lo dejo irse cuando lo hizo el entrenamiento había acabado. Se marcho a su casa tratando de descifrar las palabras del zorro.
—Zorro taimado—murmuró sonriendo
En otro lugar un joven de ojos azules sonreía ante su actitud. Definitivamente el amor lo hizo tonto. Algún día estaría junto a SU torpe.

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