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Amor en tiempos de monarquía por Black Angel

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Notas del capitulo:

I´m back....

Hola chic@s ¿Cómo estan?, espero que aun haya alguien que lee este fic. 

Se sentía perdido, no sabía que le había dicho Carlo a su madre, pero todo aquello era una mentira, había decepcionado a su madre y defraudaría el amor que Luca le profesaba, Nain se sentía la peor persona del mundo, estaba acostado en la cama hipeando y con el maquillaje corrido por las lágrimas que había derramado larga y amargamente.

- ¿Por qué lloras mi dulce Nain? Si ya estoy aquí para consolarte.

Aquella voz lo saco de su lamentación, llenando el corazón de Nain de ira en contra del que alguna vez creyó amar, rápidamente se levantó de la cama, secándose eufóricamente las lágrimas, encarando al hombre.

- ¡¿Que pretendes?! ¡¿Qué le has dicho a mi madre?! ¡¿eh?!

- Nada, mmm, bueno, tal vez solo le dije la verdad – dijo Carlo, acercando peligrosamente su rostro.

- ¿Cuál verdad Carlo? ¿Qué trataste de violarme?

- Eso es una mentira, tú me sedujiste.

- ¡¡Eso es una calumnia!! – una sonora cachetada acallo la pronta réplica del mayor.

Los ojos de Carlo se encendieron en furia, tomo a Nain de los brazos y lo aprisiono contra la pared, acercando su rostro al del menor, trato de darle un beso, pero este volteo rápidamente, ignorando el asco que le provocaba esa acción, el mayor se bebió la esencia de Nain, una mezcla dulce de flores, esa mezcla que lo volvía loco, pero ahora estaba teñida de furia y miedo, aquello en lugar de arruinarla le daba un toque especial que la volvía más adictiva, excitando de manera inmediata al Conde, por inercia apretó más el agarre, hundiendo su nariz en el cuello del menor, un quejido lo saco de su ensoñación, volviendo la vista a los ojos del menor, unos ojos llenos de miedo, aguados por la frustración y el dolor.

- Ahora, mi pequeña Nain, hoy es tu fiesta de cumpleaños, ya todo el mundo aquí lo sabe, serás presentada ante la gente como la prometida del Príncipe, pero quiero que antes nos veamos, en el jardín trasero, en la bugambilia, a las 8:30 p.m. si no vas, te aseguro que yo personalmente hare que los reyes te odien.

Sin decir más y sin dar tiempo a recibir una queja, salió de la habitación, dejando a Nain, desorientado, el aire volvió a faltarle, todo le comenzó a dar vueltas una vez más y de pronto su vista se nublo.

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Luca se sentía decepcionado, el contenido de aquella carta lo hizo ponerse furioso en el momento, pero pronto su mente se vio decepcionada, la declaración clara hacia un matrimonio forzado lo tenía desconcertado, él amaba a Nain, desde el momento que la conoció, la había idolatrado, negándose a cuanta jovencita le ofrecía un amor estable, ya que su corazón solo le pertenecía a aquel ángel de ojos azules y cabellera dorada. Tenía que saber quién era el hombre que había sido capaz de robarse el corazón de su ángel, descubrir a aquel que se sabía vencedor.

Dudaba de aquellas palabras escritas en tinta, él había visto que Nain no era indiferente hacia las múltiples muestras de caballerosidad, pero necesitaba pensar, así que fue a las caballerizas y tomo a su semental negro y lo dirigió hacia la pradera, sentir su rostro ser acariciado por el viento siempre lo ayudaba a pensar, una vez llego a la entrada de un bosque, se bajó del caballo y juntos caminaron hasta llegar a un pequeño lago de agua cristalina, donde se sentó a reflexionar los sucedido, lanzando pequeñas rocas interrumpiendo la tranquilidad del agua, formando pequeñas olas que se dispersaban en la superficie del lago.

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Laura había llegado apenas unos minutos al castillo, se había despedido de su familia ya que no la vería por un tiempo, estaba ilusionada por conocer Varsena, pero se sentía más feliz por por qué no la separarían del jovencito Nain, pero de pronto la ilusión se rompió ya que una vez llego con los Duques, la mujer descargo su furia en ella.

- ¡¡¡¿Cómo es posible que hayas permitido eso Laura?!!!

- Pe… pe…ro, señora ¿De qué habla?

- Sabes perfectamente de lo que hablo, de lo que Nain hizo con ese… ese hombre, todo mundo sabrá la verdad – la mujer decía enojada y llena de frustración – como pudo no pensar en nosotros, en su familia.

- Señora ¿Como?

- ¿Cómo, dices? Tan fácil como que ese me lo confeso.

Laura no entendía del todo lo que estaba pasando, su joven amo había tenido un romance clandestino sí, pero las cosas no habían pasado a mayores, aunque no sabía lo que había pasado dos días antes, entendía que una red de mentiras estaba tejida en torno a la situación. Cuando se pudo zafar de la furia de la duquesa salió corriendo a la habitación de Nain, cuando se estaba acercando a ella, pudo divisar dos personas que caminaban a lo largo del pasillo, creyó haber visto al conde, el tal Carlo, así que cautelosamente se escondió detrás de un pilar, observo que el infeliz platicaba con alguien mientras reía, pronto se perdieron en el pasillo, pensó en seguirlos pero mejor decidió ir a ver a su joven amo, si así había reaccionado la duquesa con ella, no quería pensar como lo había tratado a él. 

Cuando se acercó a la habitación pudo notar que esta se encontraba entreabierta, se adentró lentamente y al momento vio al joven tirado en el piso, rápidamente lo tomo de los hombros y lo acomodo en su regazo.

- Joven, joven – le decía mientras palmeaba ligeramente su mejilla – despierte por favor.

Nain comenzó a removerse por el acto, respiraba pesadamente, lo más seguro es que un ataque de pánico lo estuviera atacando.

- Joven, cálmese, todo está bien.

El menor aún estaba conmocionado, así que no alcanzaba a ver quién era quien lo acunaba, pero sintió una calidez, una calidez conocida y característica, así que entornando los ojos se abrazó a aquella presencia si deducir aun quien era. Lloro, amarga y silenciosamente, se sentía perdido, después de un rato, se calmó, separándose de Laura, hipeando sonoramente, la abrazo unos minutos más, se separó de ella y con cuidado lo ayudo a levantarse.

- La… u… ra…, ne… ce… sito… tu a… yu… ayu… ayuda

- Lo se Joven, pero primero necesito que se calme para que me pueda decir lo que paso.

Laura ayudo a Nain a sentarse sobre el baúl que estaba a los pies de su cama y rápidamente le alcanzo un vaso con agua, lentamente se lo bebió y un poco más calmado siguió con su pedido.

- Necesito tu ayuda Laura, Carlo está aquí.

- Lo se joven, lo vi hace poco por el pasillo.

- Él ha estado aquí, no sé qué le dijo a mi madre, pero ella esta furiosa conmigo – lagrimas se asomaron por sus azules ojos – antes vino, quiere que lo vea a las 8:30, sabes lo que significa ¿Verdad?

- No puede ir con el Joven, no sabe que intenciones tenga.

- Si no voy, le va a contar de lo nuestro a los reyes y no sé qué mentiras más.

- ¿Cree que le dijo algo a su madre?

- Si Laura, no sé qué mentira le haya dicho a mi madre, ahora ella esta furiosa.

- ¿Por qué no habla con ella?

- No me quiere escuchar, hace poco vino y cuando le quise explicar me dio una cachetada.

Y en ese momento Laura vio el tono rojizo que cubría la mejilla del joven, sintió rabia hacia el conde y la duquesa, con él por haber dicho una sarta de mentiras y con ella por haber creído aquello.

Lentamente ambos se fueron levantando del piso, Nain se sentía herido, sabía que si no hacia lo que Carlo le había pedido, su compromiso con el joven príncipe se iría a la basura, con ayuda de Laura, se cambió el vaporoso vestido rosa por uno más acorde a la ocasión, este era azul con delicado bordados color café, tenía una pequeña capa y estaba lleno de encaje en las mangas, se veía hermoso ataviado en aquel vestido, pero su semblante triste y preocupado era lo que le quitaba la exquisitez al atuendo, cuando se estaba acabando de arreglar entro su madre apresuradamente y viéndolo arreglarse con esmero, lo admiro y con voz fuerte le espeto.

- ¿Te estas arreglando para el príncipe o para ese bastardo? – dijo la mujer con furia contenida en su voz.

- Ma… Madre – titubeo Nain – para el príncipe por supuesto.

- Espero que así sea, por que acabo de escuchar a las sirvientas decir que el príncipe está muy serio, contario a lo que se espera para hoy y eso debe ser culpa tuya.

Nain se puso a un más triste, si es que eso se podía, sus ojos se aguaron, dejando que dos traicioneras lagrimas rodaran por sus mejillas, estaba perdido, seguramente Carlo ya le había contado todo y en este momento tal vez estaba con los reyes, sin embargo, una voz lo tomo por sorpresa contrario a lo que estaba pensando.

- Nain, esta hermosa – el príncipe había entrado a la habitación sin avisar, rápidamente se acercó al joven y acaricio su mejilla – pero ¿Por qué lloras? Hoy deberías estar feliz.

- Son lágrimas de felicidad mi príncipe – se apresuró a decir la duquesa – Mi hermosa Nain es un poco sentimental – dijo la mujer, dándole la espalda al príncipe, limpiando la mejilla del joven y dándole una mirada de advertencia.

La mujer noto en el príncipe un tinte de tristeza, sin embargo, paso se despidió de los jóvenes sin decir nada, desde la puerta llamo a Laura, haciendo que lo jóvenes se quedaran solos a propósito, una vez salieron las dos mujeres el príncipe volvió el rostro a Nain y acariciando a mejilla de durazno se quedo pensativo, viendo como su ángel, dejaba escapar unas lagrimas traviesas.

- Nain, necesito saber algo antes de todo esto – el príncipe capto la atención del menor de inmediato - ¿Me amas?

Aquella pregunta tomo demasiado por sorpresa a Nain, aquello solo significaba una cosa, Carlo ya le había contado la verdad, ahora se sentía perdido, más que antes. Solo atino a abrir los ojos, su labio inferior empezó a temblar, dejando que un mar de lagrimas cayeran por sus mejillas, sentía miedo y tristeza. El príncipe se sintió mal por ser el causante de aquel llanto, se sintió culpable por dudar del amor de Nain, pero su corazón siguió en duda por el silencio que recibió por respuesta.

Lo único que hizo fue abrazar al menor, embriagándose del perfume que emanaba, sintiendo una calidez en su interior, que se veía abrumada por los repentinos recuerdos de aquella nota, dejando en claro que había alguien que estaba tratando de robarse el amor de su vida. Lentamente separo a Nain y tomándolo de lo brazos lo miro fijamente.

- Yo te he amado desde siempre mi ángel así que lo menos que espero si es que no me amas, es lealtad y cariño hacia mi persona.

- Auch… Luca… m… me lastimas – solo en ese momento el príncipe se dio cuenta que estaba poniendo demasiada fuerza en el agarre – ¿Por… que lo di… dices?

- Nos vemos en la cena mi ángel.

Corto tajante el príncipe, dando la media vuelta y dejando al menor con un peso encima demasiado grande, con el corazón estrujado por el desprecio que le acababa de demostrar el príncipe. 

Notas finales:

¿Algún review? ¿No? ¿Nadie?

Me gustaría saber su opinión ¿Les esta gustando el fic?


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