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Y ante todo, ¿por qué él? por Miraku

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Notas del capitulo:

Antes que nada, los nombres de los capítulos van a cambiar (al final de fic, todos lo harán) ahora tendrán los nombres de canciones que inspiran al capítulo. EL que hace debut de esto es:

November Rain- Gun´s N' Roses

Me gustaría que pudieran escucharla, si gustan para acompañar (No es obligatorio)

Holis,

podré actualizar y está corregido el capítulo, 

Sin más, a leer:

Andrew jaló del brazo a Hinata hacia el valet parking para irse lo más pronto posible. Había avisado el baterista a McGiffen que era de suma importancia la salida en esos mismos instantes; y el productor, aunque se iba a negar, los dejó ir, Vinx parecía enojado y hasta algo desesperado. El dueño de esos estudios presentía que la situación era más grave de lo que parecía como para que Andrew insistiera en irse y en especial porque era un problema de Hinata. Esa era la principal inspiración: tenía urgencia de irse con Hinata. Tenía que irse a llevar a Hinata a la ciudad vecina.
            Por parte del DJ, el lindo chico sintió su cuerpo estremecer al saber que podría estar a tiempo donde su difunta abuela aguardaba a recibir el adiós de su único nieto. Su querida abuela está muerta. Murió de causa natural pero lo que le dolió era que esa mujer jamás le reveló que estaba enferma: tenía purpura y Hinata jamás se enteró. Su abuela fue una excelente actriz. Ella se lo escondió y aquello le dolía y enfurecía. La purpura no se quita ni se cura pero era tratable y, de haberlo sabido, él se hubiera encargado completamente de su tratamiento; no es como si sus padres no pudieran encargarse de la viejecita. Pero, en vez de eso, la señora se lo escondió a él y a quién sabe más. La enfermedad la consumió poco a poco y Hinata no pudo hacer nada. Sentía el completo dolor de la pérdida y la traición recorriendo su cuerpo. No podía dejar de sentir esa opresión en su pecho y que el aire le faltaba, los ojos le ardían con un demonio, y se sentía como un perdedor. Le hacía falta su abuelita, quería irse a acostar en su regazo y que la mujer le acariciara el cabello y cantara hasta que cayeran los dos dormidos... pero eso ya no será posible.
            Internamente le agradecía enormemente a Vinx este favor que le estaba haciendo, ¿por qué se lo hacía?..., ¿es, acaso, posible que Vinx sea realmente bueno con él? No era momento de preguntarse eso, aunque era inevitable pues la actitud del baterista le sorprendió; ya lo haría después.
            El lujoso auto deportivo de color rojo llegó frente a los dos músicos. El chico encargado del servicio salió disparado del asiento y le fue a abrir la puerta de copiloto a Hinata. La mirada asesina que se cargaba Vinx indicaba que el pobre muchacho –que era su primer día– estaba bajo su amenaza. El DJ le sonrió en forma de agradecimiento al nervioso muchacho. Aunque con ese estado actual era triste y lastimoso verlo: sus ojos estaban sumamente irritados, tenía constantes escalofríos como restos del llanto, suspiraba y su cabello estaba algo despeinado. Y no sólo el chico del valet parking lo notó, Vinx también sintió la fuerte lástima de ver tan decaído a su eterno rival.
            Una vez los dos encima del auto, Andrew enterró el pie en el acelerador y el carro salió en camino a la cuidad vecina. No era tan lejos, mínimo, estaba a una hora de viaje. Esto sería rápido, iría a la ciudad vecina, dejaría a Hinata en donde sea que sea su hogar o donde lo deba dejar y se regresaría. Ya después le avisaría al chico flaco, Spencer, sobre la situación y que él se haga cargo de lo que necesite Hinata. ¿Por qué? Porque Andrew no se cree capaz de estar tanto tiempo con Hinata, en especial a solas. Su mente le juega suciamente. Siempre que intenta olvidar todos los pecados que ha cometido por culpa del culo de ese DJ, sólo se acordaba de su imagen y Vinx retrocedía. Era inevitable. Hinata está clavado en su mente. Quiere intentar entablar una amistad con él y, de por sí, Vinx es malísimo para hacer nuevas amistades. Quiere llevarse bien con el DJ y que éste le dedique sus bellas sonrisas... Quiere conocerlo por completo y se retracta cuando tiene la oportunidad.
            —Lamento la molestia... —habló de sorpresa Hinata, aún sonaba dolido y con dificultad de pronunciación—, pero también te agradezco enormemente que me hagas este favor... ¿Sabes? Mi abuela era el único familiar de sangre en el cual podía confiar.
            —¿Y eso por qué? —Preguntó sorprendido Vinx.
            Si algo era cierto es que ningún medio ha podido dar con la familia de Hinata, es un completo misterio. Por más preguntas que le hagan, por más que lo sigan, por más estúpido esfuerzo desperdiciado que den, nunca han sabido absolutamente nada sobre quién es la familia de Hinata, cuál es su pasado, qué piensan sus padres sobre lo que se ha convertido su hijo, si tan siquiera les importa el propio Hinata... En fin, parecía que Hinata apareció de pronto en este mundo, sin fecha ni explicación.
            —... Es complicado. Mi relación con mis padres es nula, técnicamente. A veces siento que... me faltó sobresalir más para que ellos me pudieran notar, para que se detuvieran y voltearan a verme aunque sea un minuto, aunque sea un segundo, y me sonrieran. Mi padre se la pasa trabajando y mi madre..., bueno, mi madre es difícil de tratar. Ni siquiera la conozco.
            —¿Cómo es posible que no conozcas a tu madre y pidas su atención?, ¿a qué te refieres? —Preguntó nuevamente Andrew sin dejar de ver el camino. Ya estaban entrando en carretera.
            —Cuando nací, ella nunca se hizo a cargo de mí. Fui criado por sirvientas y niñeras que estuvieron al tanto de todas mis necesidades primordiales. Pero a mi madre jamás la vi acercarse a mí más que para avisarme que debía estar presentable para cualquier evento social. Puedo contar las veces que intercambiamos palabras y es decepcionante el número. Mi abuela fue quien se encargó de mí, también. Ella me dio todo lo que uno desea de una figura materna y paterna. Ella me enseñó a ser valiente y también a ser cobarde. Me enseñó lo bello de encontrar un lugar de reposo y que amar es lo más bello y complicado que uno descubrirá... ¿Jamás ha sentido que te falta el aire cuando sabes que alguien querido por ti se fue?
            —No... Nunca lo he sentido. Aunque, si te sirve de consuelo, lo siento por lo de tu pérdida. No sé, en realidad, cómo te sientes ni cómo te sentirás una vez que lleguemos allá pero aunque veas que todo se desmorona, ¡hey!, es sólo una prueba para ir saliendo delante de toda adversidad que se te imponga. Eres buena persona, aunque me cueste admitirlo, Hinata, y la muerte de tu abuela es una fase transitoria... lo superarás y te harás cada vez más fuerte. Es un escalón de tu vida, porque, si te das cuenta, tú sigues vivo.
            Hinata miró hacia Vinx. El baterista seguía conduciendo, pero vio que había apretado fuertemente sus puños contra el volante. Sus nudillos estaban perdiendo la circulación y quedándose blancos. A pesar de las bellas palabras que le dedicó, Hinata supo que Vinx estaba dirigiendo ese mensaje a ambos: tanto para el DJ como para el propio baterista eran esas oraciones de aliento. La vida es tan corta como uno quiere apresurarla. La vida es tan larga como uno quiere disfrutarla y vivirla. Lo importante es vivir, no fingir hacerlo. La muerte es algo que a todo mundo le espera, no podemos evitarla. Por eso, hay que aprovechar nuestra respiración y hacer todo lo imposible. Ser transcendentales en nuestro existir. Sonreír con sinceridad y ser cada vez más fuertes.
            Hinata sonrió y decidió enviar un mensaje a Patricia, la sirvienta que le llamó para darle la fatídica noticia, avisándole que iba ya en camino hacia la reunión. El DJ sabía que una vez en la casa de sus padres se tendría que enfrentar a más problemas y retos de los permitidos. No sólo iría a despedirse de su abuelita, sino que iría a encarar a sus progenitores, a poner orden en el lugar y dejar los asuntos resueltos que sea que le pongan en frente. Y también tendría que lidiar con la presencia de Vinx en su casa... Lo mejor sería que él se fuera una vez que lo deje, pero Hinata tenía miedo de encarar el asunto solo... Quería que Vinx lo acompañara y, a su manera, le ayudara.
            La carretera se veía como simples destellos corriendo en dirección contraria al destino de los dos huracanes de la música. Las ventanas del auto estaban abiertas y el aire se colaba con furia por todo el vehículo, haciendo que sus cabellos volaran con libertad y rebeldía. El cielo de su bello color azul estaba siendo tapado por gordas y fornidas nubes grises, iba a llover. Hinata deseaba que no lloviera, no quería un final tan triste para quien es la mejor persona que ha conocido. El ambiente era opacado por todos esos rasgos pero no por completo, la presencia de Vinx, ahí, a su lado le daba las suficientes fuerzas para llegar hasta su residencia y hacer lo que sea necesario. La hora de viaje se fue volando en el completo silencio. Esto no era como en las películas, donde un bonito atardecer acompañaba al protagonista en busca de su triunfo, no, esto era el momento real y Hinata sabía que se dirigía a un lugar doloroso, lleno de gentes peligrosas como lo es su familia.
            Pronto la carretera se quedó atrás y unas modernas casas comenzaban a alzarse frente a los curiosos ojos de Vinx y los lastimados orbes de Hinata. Vinx no conocía esta ciudad, no en carne propia. Esta ciudad es más pequeña que su vecina, la que crió al baterista, pero era mucho más avanzada en tecnología. No había casa que tuviera tantas cosas como esta ciudad; cada propiedad tenía al menos dos autos modernos estacionados. Las personas caminaban y presumían buena y elegantes ropas. Los niños ya no usaban los parques para jugar en sus instalaciones sino para sentarse bajo unos lindos kioscos a usar sus teléfonos o tabletas. Cuando Vinx vio eso, un destello de molestia lo atacó; él siempre creyó que los parques eran un lugar que, sin excepción alguna, convertía a cualquiera en un niño y le daba ganas de correr, jugar y ser libre. Sólo una que otra persona se sentaba en unos columpios bajo unos árboles y leían en libros físicos. Esta ciudad era bastante extraña. Las calles estaban perfectamente pavimentadas y limpias, las líneas de tránsito estaban vistosamente pintadas, los peatones y conductores respetaban las señales mismas. De verdad que era la ciudad de ensueño para la gente rica. Pues claro, esa era la ciudad en donde pertenecía la gente con mejores estándares económicos, la pobreza, aquí, no existe.
            —¿Hacia dónde de ir? —Preguntó Vinx mientras esperaban en un alto.
            —Vete derecho, hasta donde veas los horizontes de la ciudad. Cuando veas una iglesia católica a tu izquierda te desvías en esa dirección y sigues recto. Por cierto, toma.
            Vinx asintió entendiendo las indicaciones y luego Hinata le entregó una tarjeta blanca: era una tarjeta de acceso.
            —¿Qué es esto?
            —No vas a poder entrar en la residencia de mis padres si no tienes una de estas. Se usa en todas las plumas que veas, ya en la entrada principal me encargo yo.
            El baterista asintió confundido y se comenzó a preguntar muy seriamente: ¿quién carajos era la familia de este mariquita?, ¿quién necesita una tarjeta de acceso para una casa? Resaltando que Hinata dijo que son más de una pluma. Él conocía las llaves pero no que usaran ese tipo de tarjetas a menos que se viviera en una residencia o club. Tal vez su familia vivía en uno de esos lugares. No había que ser tan dramáticos, estaba en la ciudad más próspera del país pero eso no significaba que todos vivan como absolutos reyes; tal vez la familia de Hinata sea de las más humildes y trabajadoras. El chico se ve que fue educado con más de esa esencia. Pero Vinx también tomaba en cuenta de que el DJ fue cuidado por criadas, niñeras y su abuela, era todo un poco, muy, confuso.
            Decidió verlo para creerlo, así que siguió el camino como le indicó Hinata. Se fue derecho por toda la ciudad y pudo apreciar que era un lugar donde las tiendas lujosas y elegantes no escaseaban. Había de todo tipo de boutiques, restaurantes, cines, jugueterías, tiendas de instrumentos, telefonía, tecnología y una larga y extravagante lista más. Vinx vio un detalle especial: la marca Tsukki Technology era de lo que más abundaba en la ciudad. No culpaba a los habitantes, esa marca era la mejor para conseguir cualquier cosa tecnológica. Desde teléfonos hasta computadoras madre. A Vinx, personalmente, le gustaba mucho adquirir cosas de esa marca. Su teléfono, televisiones, y demás eran de la misma.
            Llegó a los extremos de la ciudad y buscó con la mirada a la iglesia, no le costó ubicarla: era el único edificio con aspecto barroco en toda la ciudad moderna. Así que dio vuelta a la izquierda como Hinata indicó y siguió conduciendo. Lo único que por ahora veía eran árboles y postes con cables. Después de unos diez minutos de más camino desierto: una gigante reja se le puso en frente. Era un área de lo más gigantesca, parecía como un club de gente sumamente rica e inglesa, por el estilo y apariencia. Vinx creyó haberse equivocado de dirección.
            —Hinata, ¿sí me diste bien las indicaciones? —Preguntó algo preocupado el baterista.
            El DJ suspiró rendido y sonrió dolido: —Por supuesto, esta es la casa de mis padres.
            —¡¿Esta es tu casa?!, ¿qué carajos son tus padres?, ¿narcos o qué?
            —Sólo pasa la tarjeta y sigue el camino.
            Vinx sorprendido se acercó hasta una pantalla que al lado tenía un reconocedor de tarjetas. Vinx mostró la que Hinata le dio y después de que el foco de color rojo se hiciera verde, las rejas se comenzaron a  dividir en dos y deslizarse en dirección oriente-poniente. El fundador de CaNniBaL entró y siguió las indicaciones de Hinata, pasaba la tarjeta por donde iban entrando. La residencia estaba exageradamente grande. Llena de árboles y áreas verdes.
            —Primero iremos a la casa principal, luego iremos a la casa de los empleados —dijo Hinata viendo su teléfono y luego al frente.
            Vinx asintió, ya de nada le servía preguntar, igualmente Hinata no le respondería o le evadiría. El lugar era tan enorme que una sola casa ahí sería un desperdicio de terreno. Conduciendo fue viendo la vasta flora y que el clima aquí estaba mucho peor de lo que la carretera premeditaba: las nubes eran mucho más grandes y oscuras y los relámpagos se veían por los alrededores. El camino cambió de ser pavimento a ser adoquín, se sentía tenuemente la textura con el pasar del auto, y frente a los ojos de Vinx se mostró la casa, más bien, mansión más grande que jamás vio. Era un edificio que combina lo moderno con lo antiguo, cientos de metros de un extremo a otro, presumiendo muchos ventanales con cortinas blancas, algunas terrazas con sillones y mesas para pasar la tarde. Además de estar construida con cantera en los extremos y lisamente pintada de blanco en toda la demás construcción; agregando que, los marcos de las ventas variaba entre un beige o negro. Un enorme portal de caoba era resguardado por dos señores perfectamente arreglados, y en el extremo inferior de las escaleras que conducían a la entrada de la casa estaba un chico con parecer de chofer y encargado de un valet parking. Vinx estacionó en frente de la gigantesca mansión y el mismo muchacho mencionado recién fue a abrirles a los dos nuevos llegados.
            Cuando le abrió la puerta a Hinata y éste salió sonriéndole con ternura triste, el chico se alarmó. No sabía que el señorito de la casa iría a llegar, debía avisar cuanto antes y que le prepararan todas sus cosas. Así que se retiró de ahí, sin abrirle la puerta a Vinx, y por un radio fue avisando a todos los empleados que Hinata estaba aquí.
            Por parte del baterista, Vinx salió de su auto asombrado de la inmensidad de la casita. Hinata sí que se tenía bien escondido los secretos sobre su familia. Este lugar era parecido a un palacio si no fuera porque tenía varios matices modernos. A lo lejos pudo escuchar el correr del agua, debía de ser una fuente. Eso era lo que le faltaba a esta casa con disfraz de club para gente pudiente.
            Hinata se acercó al baterista y con un gesto de la cabeza le indicó que lo siguiera. Vinx iba a negarse y a decir que ya se iría. Que vería cómo pero le avisaría a Spencer para que después él viniera por el DJ. Pero al ver los ojos de Hinata y encontrar con que gritaban súplicas para que no lo dejaran solo, lo siguió suspirando rendido; algo le impedía negárselo. Sería mejor dejarlo en manos de su gente con la seguridad de que todo estaría bien y así retirarse con la conciencia limpia. Así que lo siguió en silencio viendo a todas direcciones. Aunque Hinata era famoso y rico por su propia cuenta, si no lo hubiera sido, sus padres le pudieron haber resuelto fácilmente su vida y tres reencarnaciones seguidas con todo incluido. Era un lugar gigante, resplandeciente y que desprendía lujos.
            Subieron por las escaleras y unos de los señores con traje de pingüino, abrió uno de los extremos de la gigantesca casa. El gesto asombrado de ambos empleados demostraba que el ver a Hinata era más que una sorpresa. Pero cuando vieron a Vinx y las fachas que portaba como ropa, su mohín cambió a ser uno de desconcierto, inquietud y hasta algo de asco. Andrew no lo dejó pasar por alto y cuando pasó al lado del pingüino que les abrió, lo amenazó con la mirada. El señor necesitaría un cambio de traje después de eso.
            Una hilera de al menos diez mucamas llegó en estampida para recibir al señorito y a su acompañante. Se inclinaron un poco y a coro mencionaron un “Bienvenido a casa, joven Hinata”, deben de tenerlo bastante bien practicado. Vinx se sentía muy incómodo, esto parecía sacado de una película de terror. Y no de las buenas.
            Por una de las dos hileras de escaleras que había en la enorme recepción, bajó un señor en traje. Debía de ser el mayordomo. Si algo aprendió Vinx de las películas es que el hombre mejor arreglado es el mayordomo, el señor de la casa se pone un pañuelo en el cuello y trae del brazo a su esposa. Además se veía de ya avanzada edad, las canas y el bigote blanco junto con esos oscuros ojos demostraban familiaridad con el lugar. Hinata caminó al encuentro con el pingüino rey, sonrió y abrazó al señor. El anciano se sorprendió del gesto y sólo le dio unas palmaditas en la espalda pero sin corresponder al gesto.
            Por parte de las mucamas, una decidió echar un vistazo para saber quién había venido con Hinata. La muchacha suponía que se trataría de Spencer, era el único que conocía esta casa; pero sus ojos se abrieron con fuerza y gran sorpresa, no era Spencer quien estaba ahí parado, para nada, ¡era Vinx, el fundador de CaNniBaL! En persona es mucho más guapo. La chica le dio un codazo a la que tenía de su lado izquierdo y le indicó que mirara en la misma anterior dirección, la amiga algo confundida lo hizo y también se emocionó al ver el baterista. Su gesto estaba impasible pero se notaba algo incómodo con la situación.
            —Hinata, es bueno tenerlo aquí —dijo con tono muy formal el mayordomo—, y lamento lo de su pérdida. Más sin embargo, su padre y su madre me han encomendado de que, en caso de que usted llegue, le prepare su habitación, sus vestimentas y que lo lleve al jardín de eventos, ahí se hará la reunión de despedida. Supongo que deberé preparar dos habitaciones...
            —¿Y eso por qué? —Decidió preguntar Andrew sin tener realmente permiso de entrometerse; pero haciéndolo igualmente.
            El anciano señor miró sorprendido a la falta de Carreño –a propósito– del muchacho rubio: —¿Usted quiere una sola habitación? Entonces me imagino que es la nueva pareja del señorito.
            ...
            Vinx abrió los ojos y un tic le atacó la ceja derecha. Ese viejo vería el final del túnel antes de lo previsto. La muerte está tan segura de su victoria que nos da una vida de ventaja. Pues Vinx haría que fuera mucha más fácil atrapar a este fósil.
            —No, claro que no, yo no soy un asqueroso mariposón —trató de hablar calmado Vinx, después de todo, Hinata estaba pasando por un fuerte duelo—. Sólo traje a Hinata hasta su casa, ya está en ella, así que mejor me voy.
            Y cuando el baterista se disponía a retirarse dando media vuelta –las mucamas con gesto decepcionado bajaron el rostro–, Hinata se apresuró y le agarró del brazo. Vinx lo volteó a ver –y las mucamas sonrieron con esperanza de tener cerca al guapo rubio– y vio, y sintió, que Hinata estaba temblando.
            —Si puedo abusar, me gustaría que te quedaras..., por favor... —Pidió suavemente el DJ.
            —¿Por qué quieres eso? —Respondió con una pregunta el rubio homofóbico.
            —No estoy seguro, pero sí sé que no quiero quedarme solo rodeado de tanta gente. Por favor, quédate, aquí, conmigo... Sólo por esta vez.
            La discusión en susurros que tenían los músicos atraía la atención de cualquiera que los viera. El mayordomo se sorprendió de la actitud de Hinata, jamás lo vio tan débil. El chico siempre ha fingido ser fuerte y estoico; pero ese rubio en fachas roqueras ha sacado el lado más humano de Hinata. Un lado que sólo su abuela, ahora difunta, ha logrado ver por completo. El anciano conocía perfectamente a la abuela del DJ, y la mujer siempre le presumía lo genial de su nieto, lo expresivo que es sin usar sus ojos, los frágil y bello de él. Así que, por lo que le han comentado, ese hombre de ojos verdes también podía sacar la máxima expresividad del heredero de esa casa.
            El mayordomo se acercó de forma disimulada detrás de los peleoneros y carraspeó falsamente. Llamando la atención de los muchachos, el señor los miraba curiosamente. La oscura mirada del anciano avergonzó a Hinata e incomodó a Vinx, ¿habrán estado haciendo mucho ruido? Posiblemente. Aunque el mayordomo sólo estaba a la espera de una respuesta para mandar ya a trabajar a sus empleadas.
            —¿Entonces..., cuál es el veredicto final?, ¿el joven se quedará? —Preguntó el pingüino rey algo irritado con la situación.
            Vinx y Hinata si miraron a los ojos. El baterista pensaba aún en rechazar la invitación y marcharse; pero viendo los ojos de Hinata que pedían a gritos que se quedara no le quedó de otra. Ese niñito maricón tenía casi la misma influencia sobre él que Henri, no le podía negarle ya nada. No quería negarle ya nada.
            Vinx suspiró y miró al anciano mientras asentía levemente. Hinata sonrió, las mucamas se emocionaron y el mayordomo siguió con su gesto serio pero sorprendido. ¿Quién rayos era ese rubio? Que claramente demuestra su odio por los homosexuales, la gente obscenamente rica y por los funerales de forma libre. Conociendo al señorito Hinata, este tipo de hombres no eran para nada de su agrado, entonces, ¿por qué está con él?
            Ni siquiera Andrew sabe por qué sigue ahí.
            —Bien, entonces- —fue interrumpido el señor mientras se daba media vuelta.
            —¡Espera, Antonio! —Hinata lo detuvo llamándolo por su nombre—, quiero que prepares una habitación diferente para Vinx. No quiero que se quede donde Spencer acostumbra hacerlo... Que se quede en la habitación sur a la mía, por favor.
            —Como usted ordene, joven Hinata. Su ropa está a su completa disposición en el cuarto de trajes... y para su... acompañante habrá otro. Ya mismo iré a dar la orden y encargarme de él. Puede usted retirarse, y usted —Antonio se refirió a Vinx—, venga conmigo.
            Vinx caminó hacia el mayordomo con fastidio y clara molestia. Esto debía ser una broma. ¿Habitación únicamente para trajes?, ¿qué sigue?, ¿un acuario, un invernadero? Esta familia derrochaba en lujos como si fuera aire. Y eso le molestaba mucho a Vinx. Por una parte porque él odia a los ricos y por otra porque su familia le enseñó a odiarlos.
            —Te veo aquí en una hora, aún debemos ir a otro lado antes del... funeral —dijo Hinata antes de separarse de Vinx—. Y, por favor, no hagas enojar a Antonio, él es de poca paciencia.
            —No prometo nada con eso, pero aquí te veo —Respondió Vinx con cinismo y se fue.
            Hinata suspiró y sonrió. El tener cerca al baterista homofóbico era reconfortante en cierta medida.
            El fundador de CaNniBaL fue llevado escaleras arriba para luego dirigirse a la zona de habitaciones y se le fue entregada una grande y lujosa residencia. Eran cuatro grandes paredes luminosas; la que tenía un enorme ventanal sin salida tenía vista a los espacios verdes de la propiedad estaba abierta y ventilaba de forma melancólica; la pared donde se encontraba la cabecera de la enorme cama matrimonial con sábanas blancas y edredón negro tenía un pintado coral claro con gigantes rosas negras en las cuatro esquinas; en frente había una televisión sobre un mueble blanco con los cajones negros y la pared restante tenía una mesa con un sillón al lado y una puerta que conducía a un baño.
            Vinx no evitó silbar de asombro por el cuartito que le dieron.
            —Le pediré que por favor tome una ducha y luego me avise para ir a vestirlo debidamente para la ocasión —dijo seriamente el anciano Antonio—. Y, por favor, báñese bien.
            Eso manchó el orgullo del baterista.
            —¿Está inquiriendo que yo no me baño? Ay, abuelo, mis ropas no indican que sea un miserable ni mucho menos que no me bañe. Vine porque Hinata no tenía medio de cómo, me quedo porque Hinata lo necesita, y no lo golpeo a usted porque Hinata me dijo que no lo haga. Pero tal vez puedo hacer una excepción con esa última petición...
            Antonio tragó duro y se indignó: —No permitiré que me amenace.
            —Y yo no permitiré que tache de un hippie asqueroso y bueno para nada, fósil. Me bañaré, y usted, si quiere, espéreme como se le dé su puta gana, y si gusta, vaya a coger con una mucama si es que aún le sirve su milimétrico amiguito o vaya a limpiar cada vajilla que tengan. Y no se preocupe, no soy ladrón.
            El señor abrió los ojos como platos, ese hombre tenía boca de un adolescente sulfuroso. Era increíble que Hinata pudiera hablar con él... Antonio supuso que esos dos deben de pelear muy seguido. Bien, no está muy equivocado.
            Indignado, el anciano se fue a esperar fuera de la habitación. Cuando estuvo fuera y Vinx le cerró de golpe y groseramente la puerta en la nariz, Antonio se paró a un lado y se dispuso a esperar. Dolido y ofendido, Antonio miró hacia abajo, específicamente en la parte íntima y suspiró. Ya era un anciano y era cierto, ya no servía más que para orinar...
            Veinte minutos después, Vinx salió del baño con una larga toalla amarrada en la cintura y otra más pequeña que pasa por su cuello y secaba de forma ligera su cabello. Se dirigió enojado a la puerta que da salida del cuarto: alguien entró al baño y sacaron sus ropas; el problema es que ahí estaba su celular, billetera, llaves del carro y un porro. Esto era el colmo. Abrió y vio al viejo ése.
            Afuera seguía Antonio y cuando vio salir a Vinx, entró como Pedro por su casa a la habitación de visitas y checó los alrededores. Él fue quien se llevó la ropa y decidió sacar las pertenencias para regresarlas y al ver que había un porro de marihuana intacto en una bolsita de plástico, se enojó mucho más. En esta casa no estaba permitido fumar eso. Aunque el pobre anciano no caía en cuenta de que Hinata también la consumía. Antonio no ve la tele, ni mucho menos el internet; sólo escucha la radio en la estación de música clásica y lee el periódico en la sección de noticias económicas. Estar rodeado de tanta tecnología como en esa casa, le era molesto y por eso se alejaba lo más que podía de ella. Pero tonto, lo que se dice tonto, no es.
            Antonio le mostró sus cosas a Vinx y el rubio se enojó, eso tenía que ser una broma. Ambos se quedaron en silencio y viéndose a los ojos. Soltaban chispas sus oídos mutuos. Vinx se acercó y le quitó de las manos, cuando menos se dio cuenta Antonio, sus cosas. Eran sus pertenencias y de nadie más.
            —Bien, vamos a que le prueben sus ropas —suspiró resignado el pingüino rey—. Y si me permite preguntar, ¿cuál es su necesidad de usar ropas tan holgadas, grandes y de mal gusto?
            —Nunca le permití preguntarme. Eso qué le importa, vamos a donde sea que hay que ir. Me estoy cagando de frío con solo estas toallas, abuelo.
            Antonio giró los ojos y salió. Vinx lo siguió y tras llegar al final del pasillo, entraron a una habitación donde estaba rodeado de trajes, espejos y estandartes para verse y lucir lo que sea que uno se pruebe. Antonio fue con el encargado de la sala, vieron a Vinx y se dispusieron a trabajar.
            Media hora después, Vinx lucía un traje completamente negro, un pantalón liso de vestir, camisa negra con los dos primeros botones sin abrochar, y un saco negro con un pañuelo rojo en el bolsillo a la altura de su corazón. Peinaron sus cabellos hacia atrás pero algunos mechones fueron rebeldes antes sus largas hebras y quedaron al frente. Le daban un aire muy galán. Y como toque final, unos bien boleados zapatos negros de cordón del mismo color. Perfecto para un funeral.
            Vinx vio que todo el tiempo perdido había sido una hora ya, así que, sin dar las gracias, se fue de ahí para ir a donde decidió reunirse con Hinata. Salió disparado, el camino no fue difícil debido a que era completamente recto, llegó a las escaleras y vio los cabellos pintados por ahora de negro de Hinata. Se asomó para ver cómo quedó el DJ y se sorprendió: el color negro le sentaba de maravilla. Traía una camisa negra como la suya, sólo que él sí estaba usando una corbata blanca perfectamente amarrada a través de su cuello delgado sin ni un collar en esos instantes. Su pantalón negro estaba completamente pegado a su cuerpo y Andrew no evitó ver el culo del chico, era una tentación mortal y esa prenda con ese color lo hacía ver mucho más apetecible. Vinx se golpeó la cara al pensar cosas morbosas, tal vez se estaba enfermando de verdad. Y los tenis completamente negros le causaron un poco de gracia, en esencia, Hinata no pierde su estilo de moda.
            Vinx bajó las escaleras y vio el rostro pálido de Hinata, estaba muy demacrado por esta situación. Se acercó a él y no le pasó por desapercibido que el DJ lo miró de pies a cabeza moviendo sólo los ojos. Era inevitable.
            —Lo sé, soy irresistible —dijo Vinx arruinando el momento—, pero no es lo mismo recibir una mirada de una mujer que la de un hombre. ¿Nos vamos?
            —Tonto. —Susurró Hinata mientras caminaba hacia la salida.
            —¡Hey!, te escuché.
            Y así salieron de la mansión principal, Vinx pidió su carro con molestia al muchachito del valet parking y cuando su vehículo llegó, el mismo baterista le abrió la puerta a Hinata para que se subiera. Esto fue porque vio que el empleado estaba viendo descaradamente a Hinata y, sin darse cuenta, le molestó y mejor se encargó del trabajo. Arrancó y dejó que el DJ le indicara por dónde ir.
            Tras unos minutos de manejo, llegó a una zona con el pasto más largo y frondoso, parecía antiguo ese lugar en comparación a la demás residencia. Había una enorme casa de dos pisos. Tenía tejado y bajo él estaba una señora ya mayor sentada en un sillón colgante mientras tejía. La casa era bastante grande y junto a ella había otras cuatro del mismo tamaño y estilo, por lo que eran cinco casas para empleados en total. Los músicos bajaron y Hinata guió a Vinx hacia la casa donde estaba la señora tejiendo, sacó unas llaves y entraron: todo estaba en silencio.
            Hinata y Vinx llegaron a la sala de estar de la casa que era más que modesta en comparación a la mansión principal. Ahí estaba una bellísima chica. Era una mujer alta, de piernas muy largas, marcadas y fuertes, cintura no muy notable y glúteos medianos, además de unos pechos en proporción a su cuerpo. Piel plenamente entre dorada y morena, ojos grandes y de color café oscuro y cabello castaño lacio. Era linda y esa vestimenta negra, un vestido liso y simple, le quedaba bien.
            —Patricia... —saludó Hinata por el nombre de la chica.
            La mujer lo vio y fue caminando rápidamente al DJ y lo abrazó con fuerza. Y así, ella comenzó a sollozar. La abuela Mathilde se fue, no hay remedio alguno.
            Se despegó unos minutos después y se limpió las lágrimas traicioneras. Sonrió a Hinata y a Vinx, el gesto para éste último fue en señal de agradecimiento. Patricia intuía que fue quien pudo traer a Hinata al funeral justo a tiempo. Esta chica fue quien llamó a Hinata para darle la amarga nueva, era muy doloroso para ambos. La abuela Mathilde fue quien decidió dejar a cargo a Patricia de cuidar a Hinata cuando ambos fueron creciendo. Habían crecido juntos y la abuela fue quien los educó. Son amigos de, prácticamente, toda la vida.
            —Me alegra verte a tiempo —dijo con dulce voz— Y gracias por traerlo, Vinx.
            Vinx se sacó de sus cabales al oír su nombre en la chica pero recordando que él es famoso era obvio que lo podía reconocer de los medios.
            —No hay problema. —Respondió Vinx con simpleza. La chica no estaba nada mal...
            —¿Y cómo le hicieron para no matarse durante el camino? —Preguntó sonriente Patricia.
            Ambos rieron incómodos. No sabían la respuesta ante eso. De verdad no la sabían...
            —¿Vendrá tu pareja? —Decidió preguntar Hinata para evadir el tema.
            Patricia lo miró con sospecha. Ella aseguraba que Hinata odiaba al rubio que estaba frente a ella. Siempre que hablaban por teléfono, Hinata desahogaba sus penas contra el baterista. Siempre se quejaba de lo tonto, maleducado, sinvergüenza, irresponsable por conveniencia, mujeriego y guapo que es. Siempre, siempre, siempre. Claro que las quejas fueron bajando, pero nunca se ha dejado de quejar el DJ de su tonto compañero de trabajo provisional. No es como si Patricia no hubiera visto la entrevista con Lucy Moon.
            Igualmente después tendría que hablar con él, ahí le sacaría la sopa.
            —Sí, sí va a venir —respondió con duda la muchacha—, yo le rogué que se quedara a reposar pero insistió en venir, ya sabes cómo es.
            —¿Está enferma tu pareja? —Preguntó Vinx algo dudoso de si entrar en ese terreno o no.
            —No, no —dijo perspicaz Paty—, le acaban de operar hace unos días. Acabó su tratamiento con esta operación y le quedó bastante bien.
            —¿De qué tamaño se puso? —Preguntó ilusionado Hinata.
            Mientras tanto, Vinx no entendía ni una mierda de la situación y ya comenzaba a asustarse. ¿Qué se hizo la pareja de Patricia?, ¿qué carajos estaba pasando ahí?
            —De buen tamaño, quedó muy bien.
            —Bueno, yo ando perdido, ¿de qué carajos hablan? —Preguntó enojado Vinx por sentirse ignorado.
            —Mi novio se operó para convertirse en mujer. Le acaban de poner tetas y así terminó él su tratamiento; ahora sólo debe seguir tomando hormonas para quedar bien.
            Esto tenía que ser una broma.
            Pero la mirada burlesca y hasta un tanto cínica de parte de la chica le indicaba a Andrew que ella hablaba enserio. El novio de Paty se convirtió en una hembra. Eso tenía que ser una tontería. Ya decía él que esa lindura de muchacha tenía casi todas las características que busca en una mujer. Y esa razón, esa maldita razón, lo arruinó todo: el novio de Patricia se cortó el pene para convertirlo en vagina. Así de sencillo. Y que posteriormente lleva a esa relación, técnicamente, a una clasificada como lésbica. Malditos homosexuales.
            —No me dio gracia el chiste —dijo Vinx intentando buscar razón lógica a su pensamiento machista y homofóbico. Y su ceño fruncido delataba su incomodidad.
            —No, no es broma —sonrió irónica la chica de cabello castaños—. Mi novio vio que en realidad él se sentía y se veía como ella y por eso decidió convertirse por completo. Yo la quiero mucho, siendo hombre o mujer, no importa porque la amo. Y pues en vez de que sea Sergio, mi novio, esa ahora Macarena, mi novia. ¿Algún problema, Vinx? Sé quién eres y todo el escándalo que provocas por temas como éstos pero, por favor, limítate a no decir nada en estos momentos y más por respeto a Hinata.
            Y así es como Vinx fue callado bruscamente por una chica que defendía fieramente a su pareja transexual.
            —No es como si hubiera querido decir algo. —Fue la única defensa del baterista.
            Hinata veía el espectáculo curioso y hasta algo sorprendido. El que Vinx de verdad no hiciera revuelo por el tema que más odia era de reconocer; a ese guapo baterista le costaba y, por respeto al duelo, decidió hablar civilizadamente.
            —No, porque no puedes decir nada —sonrió comprensiva la sirvienta—. Te he visto en la tele, internet, revistas y donde sea se nota que no has encontrado a la persona ideal y que te falta conocer más. Esa tal Alexandra te está poniendo muchos muros. El amor, cuando es de verdad, es ciego ante la imagen, forma y sexo; pero no es ciego con su sinceridad e intenciones. Y, por cierto, gracias por acompañar a Hinata, Vinx.
            Vinx bajó un poco la mirada y asintió sin darle caso a lo que empezaron a hablar el DJ y su amiga.
            Un amor desinteresado e incondicional. Uno puro y fiel. Uno ciego y confortable. Un amor de verdad. Un amor irreal. Eso sonaba muy lindo e imposible. Vinx pensó vagamente en Alexandra. Ella es una chica espectacular, guapa, sexy, candente, lujuriosa, mimada, egoísta, egocéntrica... sí, suena que no es una buena chica pero Andrew se enamoró de ella cuando la conoció trabajando en un restaurante Dairy Queen y en ese tiempo había conocido un completo ángel. Vinx se aferra al amor que siente por ese ángel y se engaña creyendo que aún está ahí, cuando Alexandra ya se pudrió por dentro. ¿Por qué sigue con ella? Ni siquiera Vinx lo sabe. Pero eso que le dijo Patricia era cierto. Debía dejar de engañar a la gente y a sí mismo. Duele saber que eres escándalo todo el tiempo y que no puedas hacer nada. A pesar de que uno intente hacerse oído ajeno ente cualquier tipo de crítica, somos frágiles y necesitados de saber lo que los demás piensan, queramos o no negarlo. Vinx necesitaba darse ya un tiempo para sí mismo y conocer que la vida no es para estar aferrados al pasado.
            Unos minutos después, llegó una bella mujer: la novia de Patricia. Macarena era una mujer claramente más alta, casi de la estatura de Vinx, piernas fuertes y marcadas que se amoldaban bien a unos pantalones negros entubados, cintura ancha pero delineada, pechos medianamente grandes, cabello dorado cobrizo en caireles y bien peinado, piel tostada que contrastaban con unos ojos oscuros y brillantes. Si Vinx no supiera de quién se trataba, él sí hubiera caído en la trampa de que siempre se trató de una mujer. Sergio de verdad se veía feliz siendo Macarena. Se veía radiante y natural, él de verdad luchó y logró esto.
            Hinata se acercó y abrazó a la mujer. Ambos se sonrieron y luego Macarena fue a abrazar con ternura a su novia y después le dio un tierno beso. Andrew no pudo evitar soltar un gesto de desagrado pero igualmente mantuvo la compostura. Pero para evitar seguir así de incómodo, salió de la enorme casa para empleados y fue al auto: él llevaría a Hinata, Patricia y Macarena al lugar del funeral y se tendría que quedar.
            Pero, sinceramente, no le molesta en lo absoluto estar con Hinata en paz. Estaba siendo un momento agradable en cierta manera.
            El lugar donde se haría el entierro –por propia petición de la abuela Mathilde– era un enorme jardín con vista a una pequeña laguna donde diversos patos invadían y residían. La abuela solía llevar a Hinata y a Patricia cuando pequeños a ese lugar para que los alimentaran con panes. Ese pasto tenía una zona meramente plana y ahí ya se comenzaba a reunir la gente cercana de la difunta y no tan cercana.
            Cuando Hinata vio que estaba llegando demasiada gente no evitó suspirar enojado: su madre convirtió el luto íntimo y memorable de su abuela en un evento de alta sociedad y prestigio. No evitó sentirse muy enojado y ofendido. Sintió ofensa hacia su abuela, pero su madre tenía palabra sobre estas cosas y él no tenía permitido opinar. Al fin y al cabo, él nunca está en casa.
            Habían diversos arreglos florales muy ostentosos y que desprendían tenues y ricos aromas que en contraste con el triste y gris día, éstas pintaban un pequeño matiz de serenidad y templanza ante el escenario. El lugar se veía lindo y elegante, justo como su abuela solía lucir.
            La gente vestía de negro como es conocido en la tradición y la corbata de Hinata relucía mucho, como es típico de él. Vinx estacionó el auto en una zona para ello, bajó y fue a abrirle la puerta a Hinata. El DJ agradeció y salió. Suspiró pesadamente y comenzó a caminar, se prometió no llorar frente a nadie más de los presentes que estaban en el ritual. Sentía que el aire se le iba con cada paso dado. Sentía que su abuela estaba haciendo una broma de muy mal gusto y que, en realidad, seguía viva. Todo estaba en su mente, el aire no le faltaba y su abuela estaba muerta.
            Por parte de Macarena y Patricia, ellas se mantuvieron al margen, recordando la posición de Patricia y siguieron de lejos al DJ y su acompañante. Cuando los músicos se acercaron, las curiosas miradas no se hicieron faltar e incomodar. La sorpresa se imprimió en los ojos de todos los presentes por dos razones: Una, no creyeron ver a Hinata debido al trabajo; y Dos, jamás pensaron que vendría con Vinx, el fundador de CaNniBaL a su lado. El baterista tenía un serio gesto en su rostro y demostraba completo respeto a la situación que Hinata estaba viviendo. Los murmuros comenzaron de forma descarada. Pero ni Vinx ni Hinata le dieron importancia.
            El DJ de, por ahora, cabellos negros, siguió caminando con calma y porte sereno, aunque por dentro sentía que se rompía más y más su corazón. Pero de entre todo el tumulto, dos siluetas relucieron más que cualquier otra: sus padres. Un hombre alto, fornido y algo atlético. El padre de Hinata era un completo opuesto a su hijo. Era más oscura su piel, la barba de pocos días indicaban el constante crecimiento del vello, su cabello es café claro y con unos tenues nacimientos de canas en los extremos de la cienes, ondulado y peinado de lado derecho con partido del lado contrario. Los que sacó Hinata del hombre fueron sus ojos: de un color carmín combinado con marrón y sumamente brillantes. Un hombre atractivo y sumamente ocupado.
            Y de su lado estaba una despampanante mujer. Con solo verla se notaban sus rasgos asiáticos. Ojos almendrados y serios de color azulado y pestañas grandes y enchinadas. Un rostro redondo y con mejillas delgadas. Hinata sacó la imagen de su madre: delgado, chaparrito, con buen culo y piernas largas. Si veían a Hinata veían la silueta de su madre y viceversa. Sólo que la mujer, que portaba un vestido entubado color negro, tenía el cabello muy largo de color negro que le llegaba a la espalda baja y sus pechos eran grandes.
            Ellos eran los padres de Hinata.
            El productor de música electrónica se acercó a ellos con seriedad y algo de fastidio. Cuando sus progenitores lo vieron se sorprendieron y relajaron la tensión de sus cuerpos. Hinata era el nieto de la abuela Mathilde, después de todo. El que el chico sí haya llegado a tiempo no debería sorprenderles. Lo que sí les sacó impresión fue ver a Vinx. El baterista estaba usando ropa negra, su cuerpo perfumado y su apariencia presentable para la dura ocasión.
            La madre de Hinata, de nombre Azuki, sintió un buen presentimiento de tener cerca a tan guapo hombre aquí.
            —Es bueno verte, Hinata —saludó su padre, el que responde con el nombre de Adam.
            —No podía faltar a esto... —respondió sumamente serio y por dentro dolido el DJ—, ¿ustedes lo sabían?
            —¿Qué cosa?
            —Padre, no se haga de rodeos, hablo de la enfermedad de mi abuela, ¿sabían de ella?
            —... —Adama suspiró triste y asintió ligeramente—, sí, ella nos lo contó. Pero ella también fue la misma que nos rogó en no decirte nada. Como le tenías tanto cariño y ella te amaba más que cualquier lujo, creímos que ella misma te lo diría, no que se llevaría el secreto a la tumba. Fue una sorpresa su muerte, pero pacífica.
            Hinata asintió y se alejó de ellos. Azuki miró con detalle simulado al baterista y vio cómo es que se iba siguiendo a Hinata. Cuando Andrew pasó de lado de los padres y señores de la enorme residencia, inclinó su cabeza ligeramente y pronunció “Mi más sincero pésame” para poder irse con la conciencia limpia y estar junto a Hinata. Ya que ese era el trato: estar con Hinata y acompañarlo.
            Unos minutos después, los invitados se reunieron y un padre se posicionó frente a la tumba ya dentro del agujero para ser enterrada. Todo estaba listo para dar la bendición y el último adiós terrenal. Hinata se puso alejado de los demás y Vinx se quedó atrás de él y así, comenzó el funeral.
            El padre bendijo y habló de la bienaventurada cristiana que fue Mathilde, lo humilde, sencilla, noble y adorable que ella siempre fue. Mencionó grandes hazañas que ella hizo, como de que ella, en medio de las dificultades económicas, sacó adelante a su hijo y que éste se convirtió en el importante hombre que es. Habló de la crianza que le dio a Hinata. El DJ, al escuchar eso, no evitó dejar que las lágrimas cayeran por sus ojos. Pero pudo esconderlas ya que unos segundos después comenzó a llover. Algunas personas sacaron paraguas para evitar mojarse pero no se movieron de donde estaban. El sacerdote aceleró la despedida y comenzó a hacer los rezos correspondientes y después de ello se dio la bendición y había acabado.
            La gente comenzó a irse para dirigirse a un salón que tenía la residencia para hacer pequeñas fiestas. Por supuesto que Azuki no perdería la oportunidad de hacer una reunión, siendo una mujer de la alta sociedad, eso era menester. Todos hablaban en murmuros, algunos sobre el funeral, otros sobre el clima, otros sobre la familia de la abuela ya perecida, y otros sobre lo mal que debía estar Hinata.
            Todos se habían ido menos Hinata.
            Vio que aún no tapaban el hoyo y vio el ataúd ecológico que mandaron hacer para su abuela reposaba lejos de su alcance. Era una preciosidad de construcción color blanco con detalles dorados en sus esquinas. Se acercó más y, sin importarle de que seguía lloviendo y estaba un poco lodoso el suelo, Hinata se hincó adolorido y completamente roto. De todos sus seres queridos, se fue el que más amaba en este mundo. Su abuela era su ángel de la guarda. No quería perderse nada de ella, y menos su despedida. Ella se lo escondió pero tampoco tardó en contarlo. Hinata comenzó a llorar, sus sollozos se hacían sordos por la lluvia, estaba cayendo una fuerte regadera. Ya no la tenía más, ya sólo se quedarían en su corazón los recuerdos de tan bellos momentos que vivió y aprendió con y de ella.
            Todo su cuerpo se enfrió y estaba completamente mojado. Nadie le consolaba.
            Nadie que no fuera un baterista homofóbico, guapo y tonto.
            Andrew se acercó junto a Hinata y le puso sobre sus hombros el saco que se le fue prestado. No era la gran cosa pero eso ayudaría más que estar solo así. Entendía que Hinata no se quería separar de su abuela. Así que mejor esperaría junto a él el tiempo necesario para que el DJ se despida. Se sentó junto al lindo chico que lloraba a mares, enjuagando sus mejillas de salados lamentos y desbordando el carmín de sus ojos en el olvido y esperanza. Hinata se recostó contra el fuerte hombro derecho de Vinx y se quedó allí, junto a él. Y así, ambos se despidieron de la abuela de Hinata.

CONTINUARA
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Notas finales:

¿Qué les pareció?, ¿qué les pareció la actitud de Vinx con Antonio?, ¿qué hay de Patricia y Macarena?

Quiero ller sus opiniones, así que esperaré con ansias sus reviews.

Sin más,

Los Quere Musho, Miraku, SAYO~


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