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Y ante todo, ¿por qué él? por Miraku

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Notas del capitulo:

CANCIÓN: Whispers in the dark -Skillet.

¡Hola, roqueros!

Máteneme, no pude revisar el fic y debe traer unas faltas de ortografías más grandes que el pene de Charlie.

 CHARLIE: No sé para quién fue el golpe...

MIRAKU: Ni yo. Como sea, nos vemos en "El Mudno de Miraku" allá abajo les cuento una que otra cosa. 

Por cierto, ¡es capítulo de los gemelos! Por eso sí me pueden amar:3

Sin más, a leer:

Luther caminaba con pesadez y mucha flojera. Bajó las escaleras de la enorme casa que comparte con su hermano y se dirigió a la cocina sin la vergüenza de andar únicamente en bóxer. Su atlético y fuerte cuerpo era deslumbrado por la luz mañanera, pero su gesto indicaba que sólo iba por algo de tomar o comer y se volvería a meter en la cama para dormir hasta el día siguiente. Haber estado en el hospital le provocó insomnio. La verdad es que el accidente de Hinata le asustó bastante.

Y cuando Vinx le amenazó con imaginar que pudo ser su hermano el herido, sintió que el alma lo abandonó.

De verdad que se asustó demasiado.

Con un suspiro cansino y devastado, Luther abrió el refrigerador y lo vio como si éste fuera la cosa más monótona del universo, a pesar de que estaba completamente lleno de deliciosos y dulces manjares. Miró a todos lados y se decidió por tomar un bote de jugo y tomarle directamente de la tapa. Total, su hermano ni se daría cuenta y no importaba mucho. Era con Tony y con Lila con quienes únicamente convive en esa enorme casa de dos pisos en las afueras de aquella ciudad. Abrió perezoso y bebió con aún más flojera. El líquido del cítrico bajó por su garganta y dio un clic que le hizo despertar más para darse cuenta de que había perdido su mirada en la luz del electrodoméstico. Cerró y se dio la vuelta, dando otro trago al enorme bote con zumo de naranja. Sus ojos se abrieron un poco más y un calorcito se posicionó en sus mejillas.

Ahí estaba Tony.

Su hermano gemelo acostumbra a usar sus pijamas, pero era claro que había una gran diferencia en altura y corpulencia entre los dos pelirrojos. A Tony le quedan muy grandes los pijamas de su gemelo. Más por alguna razón, esa playera blanca con un dibujo obsceno en el centro le daba ese aire adorable que nunca quiso soltar a Tony. La prenda le queda a Luther debajo de las caderas, por tanto, a su idéntico le llegaba casi a la mitad de sus muslos. ¡Ah, pero Luther no puede correr con tanta suerte (o desgracia)! Tony sabe que de toda vida –omitiendo esos años oscuros– Luther es un pervertido lujurioso de primera. Por eso siempre se asegura de usar pantalones para dormir igualmente de grandes en vez de sólo usar las playeras. Sabía que Luther no se podría aguantar.

Y él tampoco...

—No volveré a tomar de ningún bote que encuentre en esta casa —se burló Tony mientras se acercaba a su gemelo.

Luther miró desapercibidamente el cuerpo de su idéntico. Se veía como si tuviera tan sólo unos dieciocho añitos, no veintiocho. A pesar de todo lo vivido, parecía que a Tony los años no lo pueden alcanzar. Y eso está más que bien para Luther: no quiere perder esa dulce imagen de su precioso idéntico. Sus cabellos como el fuego, donde quisiera arder; sus ojos chocolatosos que siempre brillan cuando Tony está emocionado de una manera tan perfecta; su piel, su altura, su actitud infantil y alocada, lo despistado que es, olvidadizo, ¡todo! Pero, por sobre todas esas cualidades y defectos, lo más increíble que encuentra Luther son, sin pensarlo, los labios de Tony. Esa boca delimitada por dos labios rosados y brillantes, sin olvidar lo carnosos y exquisitos son.

Si tan sólo pudiera...

—¡Ay, no seas exagerado! —Respondió sonriente el menor de los gemelos—. Siempre hago eso y parece que compartir babas conmigo no te ha molestado nunca...

—Luther...

El gemelo nombrado paró en seco de sus bromas. Tony le miraba completamente sonrojado y con un ligero matiz de temor. Sabía que debía evitar ese tipo de reacciones en su hermano, no esperó que lo tomara tan a pecho el que le haya tomado directamente de la botella. Y es que era eso, no fue por ese acto sino las vulgares palabras de:

“...compartir babas conmigo...”.

No hay mucho para pensarle, Tony se incomodó porque, tal vez, se acordó de esos prohibidos y sucios besos que compartió con su gemelo. Besos que marcan el principio y fin de una etapa sumamente complicada y retorcida que, por supuesto, nunca se iría de sus recuerdos. Son inalterables, incorregibles, irreversibles. Son parte del roto estandarte que forjaron a los gemelos. Así se sentía Tony, por lo menos. Se sentía como un alma podrida, si es que tenemos una.

Bajo la luz del sol mañanero, en medio de esa cocina de lujo completamente equipada, encerrados en los ahogados murmullos y susurros de las paredes, rogaban por dejarse volver a pecar. Aún tenían un pie dentro de ese negro charco. Luchaban por no volver a sucumbir ante esos deseos que han prometido guardar y tratar de asesinar a sangre fría de ser necesario. No podían hacerlo, no querían, no es lo correcto... Ya no pueden hacerlo. Una oscuridad que se merma en cada corazón a cada latido cercano a su contrario en un sincronizado baile de seducción, una punzocortante sensación de que por sus torrentes sanguíneos sigue corriendo el veneno mortal del deseo. No pueden permitirlo... No debían dejarse aconsejar por esas paredes ignorantes del sentir.

No se dejarían caer por esos placeres de antaño. Su relación fue el pasado, pero no estamos nunca en el pasado. Lo que se escribió arriba ya es pasado, lo que lees en este instante es presente y ya dejó de serlo. Así es con los gemelos, no están en ese ayer donde a escondidas y con deseo y amor se protegían incorrectamente.

Pero, es lindo recordar y rememorar...

Luther, atreviéndose a zambullirse al fuego, se acercó más a Tony y posó una mano en la cintura del contrario, la que quedó libre se fue a pasear por la mejilla descubierta del gemelo mayor. Esa coleta le hacía ver gracioso. Y, sin poder evitarlo, sus acciones fueron impulsadas en contra de sus mandamientos, ambos cuerpos, similares y tan diferentes al mismo tiempo, se pegaban con el paso de cada segundo y deseo. Tony correspondió, dejó que sus temblorosas manos tocaran ese pecho duro y fuerte que tiene Luther. Si tan sólo fuera así de fácil como el pasado.

Sus rostros comenzaron a acercarse, sus ojos se veían con fijeza y magnetismo incorruptible. Sus labios desprendían ese aliento de lujuria que parecía ya extinta. La boca de Tony temblaba y aún parecía tener la suficiente razón para intentar evitar lo doloroso que resultará si lo hacen. Luther no. Luther estaba completamente hipnotizado por el aura de inocencia que aún poseía su hermanito, por su figura frágil y grácil sencillez: quería besarlo. Quería volver a besarlo una y otra y otra y otra vez hasta perder la vida por entregar cada gota de su esencia a su contrario. Quería volver a envenenarse por el elíxir que provee Tony. Sus labios se rozaron y una corriente los atacó.

—¡Luther, amor, ¿dónde estás?!

La voz de Lila, los devolvió al presente. Con sorpresa, abrieron sus ojos los más que pudieron y se alejaron como si fueran el virus más peligroso. Como si se tratara de la peor panspermia a punto de tocarlos. Se dejaron ir, lo sabían. Flaquearon ante una promesa hecha con todo el dolor palpable.

No debían hacerlo.

—En la cocina, preciosa. —Avisó Luther mientras se alejaba del calor que emana Tony.

Le dio otro trago a su jugo y quiso vomitar. ¡Estuvo a punto de besar a su hermano! Y ahora no habría excusa viable: ya no hay ningún Frank merodeando con su porosa locura ante el encantamiento que Tony le puso. Ese roce superficial de beso sólo fue la clara muestra de lo testarudo que puede ser el pasado y el susurro del menester. Su cuerpo tembló y un frío junto con extraño estremecimiento recorrió toda la columna del gemelo guitarrista principal. Luther empalideció, entonces. ¿Qué hubiera hecho si hubiera besado a Tony?, ¿se arrepentiría?, ¿seguiría?, ¿Tony, mínimo, correspondería a ese deseo muerto? No. A todas esas cuestiones sería un rotundo y seco “No”. Pero, eso sí, si Lila se hubiera dado cuenta de aquello era obvio que habría mucho por explicar y, para rematar, podría ser que Luther sería abandonado por esa chica que lo tiene loco.

Había que dejar ese punto en claro: Luther ama a Lila. Y es un buen novio. Por más bromas que parece que siempre hace y su actitud tan despreocupada, de verdad que Luther adora a su chica de gigantes ojos azulinos. Su chica es lo que más quiere en su mundo, Lila es lo que necesitaba el gemelo menor. Necesitaba una chica apasionada, dulce, alocada como él y tan comprensible como esa cantante. Lila siempre le demostró ser una buena mujer y que lo que más quiere es ver feliz a su novio y al hermano de su novio. Eso le daba muchos puntos a favor de la artista: quiere y busca agradarle a Tony. No quiere verse como una enemiga para él, lamentablemente, Tony no lo ve así. Y era una fuerte tensión que ahogaba a cualquiera.

La chica llegó a la cocina y dejó ver una imagen que hizo sonrojar a Tony: la chica traía puesto una polera para dormir de Luther.

Igual que él...

¡Ambos usaban los pijamas del mismo chico!

La que traía Lila era grande de color negro con mangas rojas y un dibujo de una guitarra. El detalle es que la chica no traía sostén –Tony lo notó porque se podían apreciar los pezones de la chica a pesar de tener un busto tan pequeño– y que debajo sólo estaban puestas las braguitas rosadas que Lila usa. Su cabello estaba mal recogido y, sin embargo, seguía viéndose tan adorable y guapa como siempre.

Luther agradeció ver así a su novia. Dejó la botella de lado y fue para abrazar a la chica. Era lo que necesitaba, tener cerca ese cuerpecito que tanto adora y el dulce aroma del perfume de la chica. Con cariño la acunó entre sus brazos y la alzó en el aire por unos instantes, la chica rio. Lila pasó sus delgados brazos por el cuello de su novio y recibió gustosa la muestra de afecto.

Tony sonrió y bajó la mirada. Ellos dos se ven tan felices juntos. Y no debe de interferir en esa verdadera felicidad. Lo que acababa de ocurrir entre él y Luther es clara muestra de que debe de cuidar mejor de sí mismo y de su hermano. Debe aprender a mantener distancias. Debe de dejar de coquetearle mudamente a Luther y dejar de insinuarse tan sutilmente. ¡Su idéntico ya tiene novia y debe respetarlo! Por Luther, por Lila y por sí mismo...

—¡Oh, Tony! —Exclamó Lila—. También traes puesta un pijama de Luther. ¡Somos la familia de pijamas!, ¿no les agrada el nombre?, ¡porque a mí sí!

El gemelo nombrado miró extrañado. ¿Enserio es Lila de esa manera o sólo actúa? Es demasiado infantil y optimista para su predilecto gusto. Siempre sonríe, se ríe, habla muy alto y acapara a su novio para recibir besitos siempre que lo ve congruente. Lila no puede congeniar con Tony. Mientras que el gemelo mayor es reservado para las personas que no conoce personalmente –y un loco desquiciado en los escenarios y público de farándula–, Lila es así con todos. Eso se lo envidiaba. Él es un hipócrita. Y Lila no teme ser como ella es. Si no le gusta algo, dice que no gusta y viceversa.

—¡Somos la familia de pijamas! —Secundó Luther.

—No, tú no, cariño. —Dijo fingiendo seriedad la cantante—. Tú no traes playera, el club, por ahora, sólo lo conformamos Tony y yo, ¿verdad Tony?

—Emmm, yo...

Tony estaba acorralado. No podía ser grosero con la chica de su hermano pero tampoco se le apetecía contestarle ahora. Tenía demasiadas cosas por pensar que su mente estaba completamente abrumada y ya no sabe cuál pensamiento es cuál y por qué lo tiene y por qué no. Todo le daba vueltas cual torbellino y deseaba querer estar en su cama y dormir hasta dejar de soñar con lo que sea que su mente proyecte. Y el hecho de que la mujer le sonría con tanto cariño y paciencia le hacía sonrojar involuntariamente. Lila es tan bonita...

—Supongo... —Susurró Tony con la mirada gacha. A pesar de cualquier cosa, Lila no tiene culpa y no tiene por qué tenerla. Sólo quiere ser aceptada por el hermano de su novio.

Y Tony no está siendo cooperativo. En vez de darle la oportunidad de oro a la cantante para demostrar que es una novia excepcional y perfecta para Luther, su gemelo lo evita. La trata de manera indiferente y menosprecia cada esfuerzo que ella hace para hacerse notar. Eso era tan injusto. Ella no se merece aquello. ¡Simplemente no se lo merecía! Lila sólo intenta e intenta ser amena para Tony y el contrario parece que no puede tolerarlo. Y es así. Estaba celoso. Completamente celoso de cada logro de la chica haciendo tan feliz a Luther y que el guitarrista principal de CaNniBaL vea con tanto orgullo y amor cada cosa que Lila le dedica y proyecta. Ella tiene un corazón tan grande y es de un pensamiento tan profundo como alivianado.

Siendo ella ese tipo de cantante, sería hipócrita que no crea en las críticas que hace a la sociedad con su lírica. Y ella asegura que no tiene problema con lo “extraño” en el mundo. En todas sus entrevistas ella se ríe de las críticas que le hacen a ella y adora que el mundo tenga tanta variedad, porque eso es lo que hace a cada uno diferente. Ella podría no tener problemas si se diera cuenta de aquellos secretos (que forzosamente tendrá que conocer por obvias razones). Siendo así, no debería Tony tener miedo de hablarlo y poder intentar llevarse bien con la cantante. Tal vez, algún día, podría cumplirlo y algo extraordinario sucederá, hasta entonces: esto es lo que tenemos. Un hermano gemelo mayor celoso y sin aceptar a la chica de su idéntico.

Ojalá fuera más sencillo. Simplemente celos fraternales y sin algo tan doloroso y retorcido como pasado. Algo así sonaba mucho mejor pero la vida decidió complicarles el camino. ¿Por qué? Tony deseaba ser besado nuevamente por Luther. ¿Qué más da? El guitarrista rítmico no es alguien que tenga a las chicas haciendo fila por él. Así es, Tony –a pesar de su locura frente a los medios– es el menos atractivo o llamativo de CaNniBaL. No es como si la tuviera tan fácil y sumando que Luther es sobreprotector: ¿qué podía hacer? Es como si estuviera encerrado en una caja de cristal para ser solamente apreciado. Será que...

Tony abrió los ojos asustado. No podía ser así, simplemente no. Miró hacia Luther y Lila. Su hermano le miraba intensa y disimuladamente. Si ese pensamiento resulta verdadero, Tony no podría tolerarlo. No podría aguantar aquello si se trata de su amado hermano.

Que Luther sea como Frank.

Escapó de esa escrutadora mirada achocolatada y la azulina llena de preocupación por parte de la acaramelada parejita que hacía su hermano gemelo menor y la cantante de indie-pop. Caminó rápido y cuando llegó a su cuarto, se lanzó boca abajo a su cama, estiró su brazo por el cojín más cercano de su distendida cama y amortiguó todos sus gritos y quejas contra la mullida almohada. Gritó y lloró. Lloró lleno de miedo y angustia. No quería que ese fugaz pensamiento fuera, ni por asomo, real. Podría resultarle muy peligroso para su verdadera estabilidad mental. Tony y Luther rozan en una verdadera y perturbadora locura que les susurra y acaricia con tanta coquetería como para poder dejarse consumir plenamente de ella. La fachada de locos rebeldes no podría sostenerles este peso. Sus amigos de banda sabrán su pasado, ¡Alexandra se enterará!, los medio lo descubrirán y eso sería demasiado duro siquiera para digerir con la imagen actual que posee CaNniBaL. Tony tenía miedo de provocar aquello a sus amigos. Porque realmente quiere mucho a los chicos de CaNniBaL: todos y cada uno de ellos le dieron la bienvenida y la mano para escalar un escalón nuevo lleno de oportunidades. La música lo ha mantenido del lado de la cordura. La fama lo ha consumido en un mundo lleno de la verdadera “vida loca”: sexo, alcohol y drogas.

Y sigue siendo tan bipolar e indeciso.

Por un lado esta esa sensación de que su pasado sigue allí. Por la otra cara, parecía como si Tony y Luther fueran unos simples gemelos guitarristas más. ¿Acaso eso no es muy confuso? Hay que darlo por hecho. El propio gemelo mayor no lo puede procesar sin sacar un resultado incorrecto e incoherente. Su función no validaba sus dominios. No lo podía comprender. La vida le era tan difícil en algunas instancias, así como le parecía exquisita y tolerable en otros. Le dolía y le martillaba la cabeza hasta provocarle jaqueca.

Con desesperación y temblorina, Tony se sentó y con sus manos, sudorosas y temblorosas, sostuvo sus cienes: la típica posición que alguien pone cuando está asustado, loco y solo. Apretando los sonidos internos y mordiendo sus dientes hasta el punto de dolerle como el diablo. Las lágrimas corrían en un fluyo ininterrumpido que coloreaban de forma decolorada sus mejillas sonrojadas por el esfuerzo. Se sentía tan solo, tan pero tan solo.

Y así se quedó: solitario en la monotonía de su habitación de lujo y el dolor que golpeteaba en su cabeza. La cabeza le daba vueltas y veía borroso por todo lo unido. Tenía miedo y no quería creer en nada ni nadie. Ni siquiera en Luther. Nadie le podría comprender. Nadie entendería qué pasa con Tony en esos instantes.

Porque Luther no subió ni miró a su hermano en lo que restó de aquel día. Lila estaba de visita y quiso atenderla como se debe.

~*~

Pasaron unos cuantos días: cuatro, para ser exactos. Hinata volvió a los estudios como si de verdad nada hubiera ocurrido y sonreía más seguido. Eso Luther lo notó perfectamente. El DJ desprendía un aura tan llena de alegría que es imposible no pasar de alto, sonreía y parecía muy relajado. Y es que también se veía muy adorable con la pierna inmovilizada y reforzada con una venda rosa.

Más esos cuatro días fueron extraños, difíciles e indescifrables. Tony se veía completamente ido, cabizbajo y sin sentido para hacer ‘equis’ o ‘ye’ acción. Todo era como un robot: predecible y en automático. Hablaba poco, comía poco, miraba poco a los demás; nadie podía no obviar la cara larga que se cargaba el hermano gemelo mayor. Bostezaba con insistencia, se perdía en sus cabales y nadie lograba sacarlo de su nube del pensamiento. Nadie podía hacer que Tony dejara de actuar tan hijo de puta. Porque así es: Tony estaba siendo un bebé llorón que se dejó esconder en esa molesta y apática actitud solitaria que lastimaba mucho al propio chico y a sus amigos. No quería cambiarla.

Nadie lograba hacer, siquiera, levantar la mirada de Tony. Estaba completamente sumido en un extraño dolor y melancolía que ya rozaba en la molestia y sobrepasó la impaciencia de cierto integrante de la banda CaNniBaL. Así es: Vinx.

El baterista no podía comprender las razones desconocidas por las cuales Tony actúe así. Nunca lo vio así. Y parecía no ser el único. El guitarrista rítmico es su amigo, a final de cuentas. Y como todo buen y leal amigo, Vinx se preguntaba con verdaderos y puros sentimientos qué sucedía, por qué Tony estaba tan decaído. Muchas dudas y cero respuestas. Las especulaciones eran lo que más dominaba la lógica del baterista: Luther y Tony estaba en malos términos. ¿A qué grado? Esa pregunta era mucho mayor. Porque tanto Luther como Tony no tienen la más remota idea de lo que estaba pasando entre el ambiente de uno y otro.

¡Pero ya nadie era capaz de soportar más ese gesto desconsolado y vacío que tiene Tony!

Se ve horrible. Hace las cosas mal. Inspira mucho dolor. Era insoportable el aire palpable en tristeza y abandono. Era como sumirse en un fondo desconocido y tan frío que, aunque sabes que es malo, no te queda de otra que seguir a la corriente. ¿Qué más queda?

Tony se sentía tan solo. Quería a su hermano. Sólo eso. Quería poder hablar, y bien, con Luther. Poder aclarar la situación, poner un buen alto a todo lo que suceda, verse a la cara y decir con sinceridad que todos esos errores son recuerdos y nada más; algo parte de su Historia completamente indeleble. Así. Nada más. Sentirse en ese hogar cuando eran críos de tiernas edades de infancia temprana. Volver a escuchar la voz de su padre cantando al son de la guitarra. Ver a su mamá hornear galletas para disfrutar de la parte de la decoración. Sentarse en ese sillón colgante que rechinaba con una música tan reconfortante junto a Luther y ver el atardecer y el principio del anochecer. Volver a sentirse como aquel niño sin problemas y seguro. Volver a tener a su hermano gemelo jugando con él, haciendo travesuras, bobadas y ser felices. Ver esos rostros que le llenaban de calidez el pecho y le recordaban lo afortunado que fue al ser bendecido con esa familia antes del accidente. Quería quedarse sólo con los buenos acontecimientos de su vida, sin embrago: los malos son demasiado poderosos como para pasarse de lado. No los puede olvidar, extrañamente no puede y sabe que no debe.

Quería volver a sonreír como cuando era niño y veía a su padre afinar su guitarra.

~*~

Esa tarde, Luther y Lila fueron de compras por capricho de la cantante. Lila aprovechó e invitó a Tony para que los acompañara. La chica sólo quiere pasar tiempo con sus hombres favoritos. Quiere disfrutar de su novio y poder acercarse a Tony y llevarse mejor con él. No podía creer que ella ya llevaba bastante tiempo de noviazgo con Luther y no conozca más que el nombre de su hermano. Era hasta un poco vergonzoso. ¡Más no se rendiría! Ella se llevaría con Tony y lograría encaminar la fiesta en paz.

Caminando a través de ese enorme centro comercial al aire libre con ese viento nocturno era un ambiente muy ameno. Lila no era muy cuidada y se mostraba tal como es, por lo que varios la descubrieron no dudaron en acercarse a ella. Luther fue quien se aseguró de que nada extraño sucediera y que ninguna mano tocara la piel y belleza de su amada novia. Todo aquello era observado por un hastiado Tony. ¡Ni siquiera tenía ganas de venir!

Sí, mi lector, Tony sigue con su actitud agria y devastada. Sólo quería quedarse a ver películas. Se suponía que esa era la noche de películas con Luther. Pues parece que lo volvió a olvidar. No era nuevo, desde que éste se hizo pareja de Lila, dejó muy olvidadas esas actividades con Tony. Y con razón: Luther tiene su novia y debe darle la atención merecida sí porque sí. Más eso no justificaba los celos del gemelo mayor.

Caminando a través de unas calles más: llegaron a la tienda predilecta de Lila. Una tienda de ropa extravagante y muy llamativa. Justo como es Lila. Sin chistar, la chica jaló dentro a Luther y en un pedido de voz instó a que Tony los siguiera. El lugar era amplio y con una lujosa decoración muy peculiar: las paredes tapizadas con patrones de franjas verticales de color negro y rosa. Candelabros brillaban en su tono dorado. Las ventanas eran decoradas con estampas de encajes negros, los muebles y aparadores donde está la ropa variaba en tonalidades grises, blancas, negras y rosadas. Los maniquíes vestían de ropas pomposas y llenas de listones, ¡y había buenas ofertas! Lila fue recibida por una empleada con aspecto simple: cabello en coleta, falda de tubo y camisa con su nombre a la vista. Sin muchos cuestionamientos, llevó a la chica a los probadores y escogiendo ropas para que se las probara. Mientras tanto, Luther y Tony se sentaron en los sillones de la estancia que estaban predispuestos para apreciar a quien sea que salga de ese vestidor. Las luces y espejos brillaban y la música de fondo era muy “chiclosa” para los oídos de los gemelos.

Esa tienda le dio repelús, en particular, a Tony.

Luther se dispuso a checar su móvil y hablar con Vinx. El baterista insistía en saber lo que ocurría con Tony. Luther igual. No era normal que haya estado tantos días con esa misma actitud. Siendo Tony, lo normal, sería que en un par de días ya lo hubiera olvidado y todo volvería a la normalidad. Luther tendría a su hermano de vuelta. Así quería creerlo, en su interior sabía que ahora no sería tan sencillo. Su hermano se alejó mucho más. Y quería hacer como que no le importa: actuar como un hermano común y corriente. Eso no era aplicable en ningún sentido para con el guitarrista líder. Él es el antónimo de la palabra ‘normalidad’. Y eso es en el buen y al sentido.

Tony veía todo el entorno con temor. Había mucha ropa femenina. Vestidos con encajes bonitos, faldas pomposas y llena de holanes, moños, brillos, colores a chillar y tanta pero tanta tela que le provocaba esa obvia incomodidad en Tony. Quería irse ya de ahí y esconderse del mundo.

De verdad que no podría aguantarlo más.

Pronto, todas las imágenes golpearon su mente: la primera vez en que Frank le regaló un vestido y le pidió usarlo. Cuando era obligado a vestir disfraces de chica: faldas cortas, orejitas y accesorios diversos. Cuando Luther descubrió ese mórbido y vomitivo secreto que guardaba él y papi. Aquellos besos, aquellas caricias con Luther en el parque bajo el día nublado, fuera del conservatorio adonde iban a practicar, en su cuarto, en el techo de la casa, en el baño... ¡Dolía tanto rememorarlo! Se sentía patético por sentirse así. Que todos esos flashbacks golpearan su cabeza por culpa de una simple tienda de ropa para lolitas. Era estúpido.

—Luther... —susurró Tony de manera audible.

El nombrado dejó de inmediato su celular y puso su total atención a su hermano. Podría ser su oportunidad.

—¿Qué sucede, rojito? —Pidió saber el gemelo menor.

—Yo...-

— ¿Qué les parece este vestido, chicos?

Tony se vio interrumpido por la cantarina voz de Lila. Los gemelos voltearon a ver a la chica y se deslumbraron: tenía puesto un hermoso vestido corto con falda llena de capas para hacerla abultada y listones en los costados de su cintura y el escote de corazón le daba la ilusión de un pecho más abultado, unas medias semitransparentes de color negro que quedaban en perfecta armonía con la tonalidad blanca hueso de la prenda. Sus ojos azules se veían tan brillantes y su cabello le daba ese toque final y natural a su apariencia.

—Te ves preciosa, amor —confesó un embelesado Luther. Se comía con los ojos esa delgada y tierna silueta.

—Gracias, amor. ¿Y tú qué dices, Tony? —Preguntó la chica—. ¿Te gusta este o crees que otro color sería mejor? Quiero saber qué opinas, ¿te gusta? Dime que sí, ¡no!, dime lo que tú creas conveniente.

—Ahhh, yo..., no sé..., se te ve bien, supongo...

—¡No suenas muy convencido! Dime la verdad, Tony, debo escoger bien mi ropa. Me gusta usarla si yo misma me la compraré. —La chica rio por una idea fugaz que se le atravesó inocentemente—. ¿Se imaginan si Tony usara esto? ¡Qué locuras digo!

Y la bomba explotó.

Tony abrió los ojos como platos y un sudor frío atravesó su cuerpo con el mal augurio de susurrarle el dolor y miedo que le ha venido carcomiendo el alma desde hace tantos años. Su cabeza fue atiborrada de imágenes que le martirizaban y extrañas para quien no conozca su historia, le dolió, de pronto, bastante. Sus extremidades temblaron y sus bellos labios le siguieron. Sin poder saberlo o evitarlo, las lágrimas cayeron por sus dos hermosos ojos achocolatados. Tanto Luther como Lila se alarmaron por ver a Tony de esa manera. Luther supo la razón de aquello, Lila dijo algo que no debía dé. Tony estaba entrando en pánico.

El mínimo chiste o broma en torno a esos temas consumían a Tony en e más sincero y doloroso miedo.

—Tony..., yo... —Lila quiso enmendarlo.

—¡No! —Dijo en voz alta Tony—. No..., yo..., ¡no lo pienso hacer, no de nuevo! No quiero, no quiero, no quiero hacerlo... Por favor..., no...

—Hermano, cálmate, Lila no lo dijo enserio —intervino serio el gemelo menor—. Quiero que te tranquilices...

—¡¿Qué me tranquilice, Luther?! ¡¿Es todo lo que dirás?! No puedo creerlo, es como si no me conocieras. ¿Sabes qué? Estoy completamente harto, no quería estar aquí, no quería nada de esto. Ya no lo puedo soportar más. Lo siento, Lila.

Tony salió corriendo del establecimiento y se largó del centro comercial. Sin chistarlo, Luther fue detrás de su hermano. Lila se quedó sola en la tienda completamente pasmada. ¿A qué se refería Tony con todo eso que dijo?

“..., ¡no lo pienso hacer, no de nuevo!” “...es como si no me conocieras” “Estoy completamente harto” “... no quería nada de esto” “Lo siento, Lila”

La chica se preocupó, entonces. Se sentía terriblemente mal por todo lo sucedido. Lamentablemente, no tiene idea de cuánto puede influir en la relación de esos gemelos. No tenía ni idea de todo por lo que han pasado y no lo sabrá hasta que Luther decida abrir su corazón de manera sincera a su novia. Mientras tanto, la cantante se quedaría observando como un espectador más y ya. Y dolía, pero no tanto como lo que debía estar sintiendo Tony en esos instantes.

~*~

Tony llegó a la casa que comparte con Luther y se fue a encerrar directamente en la habitación de su hermano. Quería sentirlo cerca y a la vez tan lejos de él. Quería protegerse con su calor y fuertes brazos, sentir aquel cosquilleo en su oreja por los susurros llenos de ternura que Luther le da, sus caricias y confort lleno de cariño. Quería a Luther y al mismo tiempo no quería ni saber de su existencia. Y siguió llorando. Se sentía tan asustado y cansado de esa sensación. Los fantasmas de sus pasado seguían jalándolo rumbo a la locura total. Dejándolo solo en esa oscuridad. Lloró por esos ayeres, por lo que acaba de suceder, por su hermano, por él mismo.

Aquello no duró mucho.

Luther irrumpió la depresión de su hermano y entró a su habitación. Sabía que ahí estaría Tony. Siempre que estuvo asustado o en pánico, se iba a refugiar donde su hermano duerme y descansa. Aún si Luther estaba o no presente, el escondite predilecto de Tony era aquella alcoba ajena. Y qué bueno que ahora no falló y fue así. Ver a su hermano brillar por la luz de la luna y las luces de ambientación le traían a la vida esos recuerdos.

El gemelo menor lo comprendió, por fin. Ese horrible y ya bien mencionado pasado estaba acabando con Tony. Y hasta ahora es que se daba cuenta de lo débil y mal que Tony se encuentra. Dolía saber que tardó demasiado en darse cuenta de algo tan simple si se trata de su gemelo. Estábamos hablando de su idéntico. Aquel chico que corrompió con sus mundanos deseos y del que se aprovechó por su eterna inocencia y ternura. Frank no es el único culpable: Luther tenía gran parte del peso del estado de Tony. No debía seguir fingiendo como que no es así. Ya basta con ser tan hipócrita. Luther fue quien metió el dedo en las yagas de su hermano y el que las hizo mucho más profunda y podridas.

Se acercó y se sentó en la orilla de la cama. Tony, inmediatamente, se lanzó a los brazos de su hermano y buscó el refugio que tanto le urgía. Ya no podía más con esa sensación que quemaba su bajo abdomen  y pecho. Todas las voces dentro de él le impulsaban a pecar una vez más. Ahora que tenía tan cerca a su hermano gemelo y sólo para él: no dudaría en hacerlo.

Lo besó.

Juntó sus preciosos labios con los simples que Luther posee para tomar rienda en una fiera caricia. Pronto su hermano le correspondió y tomó por la nuca al contrario y hacer más íntimo el contacto. Sus labios se besaba y besana, buscando rememorar esas sensaciones. Tony, completamente ido de sus cabales, se subió a horcajadas al regazo de su gemelo y lamió con su traviesa lengua los labios contarios. Ambas lenguas se encontraron directamente y se enredaban en saliva, sonidos húmedos y pecado. La lengua de Luther rodeaba y chupaba la de Tony mientras su mano seguía en la nuca de su gemelo y la que tenía libre se dirigió de manera traviesa al trasero del hombre que tenía sobre su regazo.

El gemelo mayor, complacido, instó a que Luther metiera su mano dentro de su pantalón y que piel con piel se rozaran con tal fuego que les quemaba en la culpa. Se separaban por míseros instantes para tomar aire y volver a besarse con salvajismo y hambruna. Sus lenguas no dejaban de probarse y sus salivas se escurrían con obscenidad por las comisuras de sus labios. No podían dejar de hacerlo. Era un elixir que habían extrañado tanto. Esas sensaciones y texturas, esos sonidos y esos fluidos corriendo como ráfagas de placer por todos sus torrentes sanguíneos.

Estuvieron varios minutos compartiendo besos y una que otra caricia sin pudor. Hasta que Tony ya no pudo más, se separó y juntó su frente con la de su idéntico. Las lágrimas seguían cayendo sin fin alguno por sus mejillas. Luther le acarició el rostro e instó a que se vieran a los ojos. Una vez que la bruma del pecado se va, la culpa dolía demasiado como para poder aguantarse en solitario.

—Perdóname, Luther —susurró el gemelo mayor—. No me pude resistir. Es que yo...

—Tony, calma —respondió con el mismo volumen tranquilo el nombrado—. Lo que acaba de pasar, ya pasó. No podemos rebobinar el tiempo y evitarlo. Sabíamos que no podríamos resistirlo si no poníamos un verdadero alto. Te quiero, y mucho, pero no te amo de esa manera. Y no porque seas mi hermano o que seas hombre, simplemente porque te veo como la persona que debo proteger, y mírame. Sólo lo empeoro más y más. No quiero que te alejes de mí, estoy obsesionado contigo, ¿sí? Ya lo confesé. Tony, estoy más enfermo que el hijo de puta de Franklin por ti. Perdóname tú a mí, perdóname, perdóname, te lo suplico. No podría vivir si tú me llegas a odiar...

—Luther..., no quiero que seas como Frank, no puedes ser como él. ¿Qué hice yo para que me veas así?

—No lo sé..., ¡no supe controlarme! Debía cuidarte de mí mismo antes de cualquiera. Sólo te quiero proteger y cuidar, mantenerte lejos de cualquiera y que tengas ojos sólo para mí. ¿Qué clase de mierda soy, si yo me permito hacer lo que quiera y ti no te deje ni hablar sin mi permiso? Estoy enfermo, maldición. Quiero que me disculpes, quiero que me alejes de ti, necesito que lo hagas. Ya no puedo seguir haciéndote la vida una completa mierda. No merezco a nadie, ni a mis amigos, ni a Alexandra, ni a Lila, ni mucho menos a ti.

El gemelo menor, de pronto, lloró. Hacía tanto que quería sacar esos sentimientos. Él siempre tuvo que ser fuerte por su hermano y dejó de llorar desde muy joven por él, ¿pero quién veía por Luther? Nadie: nadie vio por él desde la muerte de su padre. Nadie se preocupó por los sentimientos del gemelo menor, nadie le extendió la mano ni le ofreció el hombro para consuelo. Luther siempre puso el bienestar de Tony antes que el suyo. Todo ha sido por su hermano y, sin embargo, resultaba que el verdadero peligro era él mismo. Ya no lo podía soportar ni un segundo más. Se sentía una miseria por todo el daño causado. Estaba solo. Luther era quien estaba siendo acorralado y consumido por los perversos susurros que le instaban a pecar.

Tony, entonces, lo entendió. Luther estaba más necesitado que nadie. Había sido egoísta por creer que sólo él sufría. Luther estaba muriendo por dentro por la ansiedad, el temor, la necesidad, lo perverso. ¡Qué ciego había sido! Quien necesitaba del cariño y confort del hermano no era Tony: era Luther quien necesitaba de su idéntico. Por eso las coas no salían bien y seguían en retroceso y no superaban su relación sin consumir.

—No hay nada qué perdonar, Luther —susurró con cariño y comprensión—. Ya lo comprendí. Era tú quien me necesitaba, no yo a ti, Luther. Fui egoísta y cruel con Lila. ¿Quieres saber la verdad? Estaba celoso pero también quería y quiero que encuentres la felicidad con ella. Sé que Lila es la chica que necesitas. Que yo debo darte mi apoyo. Debo protegerte como tú me debes proteger. Debe ser a la par, Luther. Quien debe perdonar eres tú a mí por mi cobardía y mala actitud. Y lo de Frank, bueno, es algo que jamás se irá, ¿verdad? Es nuestro pasado, y no hay cómo cambiarlo. Las cosas pasan por algo, pero debemos de verdad hacer un cambio entre tú yo. Debemos saber comportarnos y dejar de lado las excusas. Te quiero, hermano, y también te quiero muchísimo, pero no al punto de amarte. ¿Qué te parece empezar desde cero a partir de ahora?

—Hay que empezar desde cero a partir de ahora.

Ambos gemelos se vieron a los ojos y acodaron en voz alto lo que debieron hacer a los quince años: saber diferenciar entre la necesidad y el pecado. La vida siempre tiene nuevas oportunidades no gomas de borrar el pasado. Podemos ajustarlo pero todo lo que hagamos será indeleble una vez consumido. Luther y Tony siempre recordarán estos acontecimientos, pero también podrán componerlos con otros para que el futuro sea brillante.

Se abrazaron y esa noche se quedaron dormidos mientras veían películas.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Notas finales:

#GemelosHastaElFin

#AmorATony

#AmorALuther

#AmenALiLa

"El Mundo de Miraku" Es patrocinado por las plumas que Miraku pierde con mucha frecuencia:

MIRAKU: Sería millonaría por cada pluma que rompo o pierdo. Como sea:  Ya saben que Charlie, el siempre buen amigo Charlie, nos acompaña en estas transmisiones porque es al que mejor confianza le tengo después de mi almohada de emoji que tengo desde hace unos años. ¡Hola, roqueros!

CHARLIE: No hay mucho que avisar y Miraku trae el tiempo encima con sus tareas. Sé ápida, mujer.

MIRAKU: Lo sé, lo sé. ¿Qué les pareció? Ya sólo falta un capítulo sobre los gemelos, y les romperé o reconstruiré su kokorito de pollo, eso depende de su visión del mundo. Así que, ¡dos curiosidades!:

  • Otro nombre que iba a tener CaNniBaL iba a ser SHiT! pero Charlie es demasiado artístico para ser parte de ese tipo de bandas.
  • Los conocimientos de los gemelos están basados en los conocimientos de mi hermano: él sabe mucho de música y él es el que ha creado toda la teoría musical de este fic. ¡Un aplauso para mi hermano! *Aplaude elegantemente con Charlie*

CHARLIE: Estás cada vez más enferma, me voy de aquí antes de tiempo. Bye.

MIRAKU: Anda enojado porque aún no le toca capítulo con Spnecer ni le tocará aún (se me aguantan). El siguiente se viene una furte revelcaión de Alexis y de Henri, va a estar muy bueno. Espero sus reviews con ánimmos y cariño, ya saben, un review es alimento para el alma del escritor. Charlie ya se despidió, así que ahora yo lo hago, ¡Nos vemos, roqueros!

Los Quere Musho, Miraku, SAYO~


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