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Y ante todo, ¿por qué él? por Miraku

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Notas del capitulo:

CANCIÓN: Tenshi no Uta -Shounen Maid Kuro-kun

(Si conoces la OVA, estás igual de prodrid@ que yo. Pero eso que ni qué, la canción describe muy bien este capítulo)

MIRAKU: ¡Hola, roqueros!

¿Qué creen? ¡Hoy toca capítulo de Henri! Se van a impactar mucho mucho, enserio.l

Sin mucho qué decir, nos leemos abajo.

Sin más, a leer:

Henri estaba en la oficina de McGiffen. Eso no es una novedad. Tampoco era novedad saber que el vocalista de CaNniBaL estaba completamente aburrido mientras veía a su novio secreto trabajar. El productor pidió que le hiciera compañía. Y bien Henri podría –y debería dé– estar trabajando con sus compañeros, pero, no, no lo está haciendo por cumplirle el capricho a McGiffen. A pesar de que aún faltaba un poco para el estreno de la primera película, CaNniBaL y el DJ Hinata ya estaban trabajando en la banda sonora de la siguiente entrega. Debían seguir la misma rutina del primer año pero con el doble de responsabilidades. Henri ya no sabía si era brillante eso de sacar una película por año para no perder el ritmo y emoción, o si era muy estúpido y terminaría matando a todos los involucrados en el proyecto. Ya las películas estaban listas y ellos debían darle ese punto crucial para volver de una película simple en algo magistral: una buena banda sonora.

Y estaba bien, no se quejaba. Siempre quiso que su carrera musical y artística fuera lo más variada en dinámicas dentro de lo posible. Él, definitivamente, era el opuesto de su mejor amigo. Pues mientras Vinx desea una rutina igual y asegurar que nada sería perturbado dentro de su mundo, Henri ansía una explosión nueva en su vida. Pero en el buen sentido, lo de Alexis no es algo de lo que pueda estar orgulloso..., para nada...

Nuevamente su mente se vio turbada de muchos recuerdos e imágenes mentales que le confundían demasiado. Había algo que de verdad no comprendía y le provocaba escalofríos de ir sacando tal por cual conclusión. Era un tema serio, complicado y asfixiante para el vocalista de CaNniBaL: Alexis.

Sí, siempre es el guapo manager de bellos ojos grises. Henri no lo podía sacar de su cabeza nada más porque sí. Si era por algo malo, lloraba; si era por algo como lo que ahora ahorcaba su cerebro, lo ponía de tal manera que se olvida del tiempo y espacio en el que se encuentra. Y esa es la razón: Alexis domina su ser en cualquier modo.

Su cuerpo le pertenece a Alexis.

Sus pensamientos son posesión de Alexis.

Todo de él tiene que ser para Alexis.

Y sin embargo...

Era doloroso. Dolía demasiado como para ser humano. Y más ahora. ¿A qué se refiere Alexis con esa insistencia de que McGiffen no ama a Henri? Sí, el manager ha insistido en varias instancias de que él no puede creer que McGiffen ame a su negocio. Eso es absurdo, digo, Henri es un ángel: bondadoso, bueno, coqueto, atractivo y con muy buen culo. Y enserio que no es mala persona. Sólo ha tenido muy mala suerte con el amor. Siempre hay algo para lo que somos malos, ¿no? Pero el cantante no soportaba que justamente la materia reprobada sea su favorita y más anhelada. Quiere ser amado, quiere sentirse amado. Hoy, mañana y siempre. Era tan injusto, incoloro, sin sustancia y absurdo. No puede ser cierto. McGiffen se lo dijo. Le dijo “te amo”. No era, ni será, gracioso jugar con esas dos temibles y deliciosas palabras. Aquel que lo intente es un descarado y sin vergüenza. Y más con Henri.

Todas y cada una de sus relaciones “formales” se destruían fácilmente. Siempre había una detonante a la ruptura que dejaba más afectado a Henri que el que fue su pareja.

Su primer novio lo dejó plantado en su graduación y le había roto el corazón con una carta escrita a las prisas en una hoja reciclada.

Aún lo podía rememorar: Henri y Andrew se habían graduado de la preparatoria y el vocalista ya tenía cerca de ocho meses de relación con un chico universitario que le volvía loco. Andrew se lo había dicho: “te lastimará”. El vocalista con cara de ángel no le hizo caso y la caída dolió más de lo que debió. Cuando fue la ceremonia, Henri buscaba con la mirada a su novio y poder celebrar que se graduó con honores (al igual que Andrew) y que ya sería universitario como él. Y nunca llegó, el asiento que apartó para él siempre se quedó con esa hojita que pintaba ‘Reservado’. Se quedó vacía y lo único que recibió Henri fue una carta de la hermana de su novio –quien aún esperaba para poder graduarse de aquella preparatoria–. En esa hoja decían estas simples pero sofocantes palabras:

‘Bebé, perdón. No puedo seguir contigo, es muy difícil. Espero y no haya rencores, pero me fui del país para estudiar. Ojalá y sigamos siendo amigos.’

Una carta cruel, mal redactada y tosca fue lo que Henri recibió de regalo. Andrew abrazó esa noche a su mejor amigo, lo consoló y apoyó esa noche donde Henri lloró y maldijo su mal castigo. No podía dejar de llorar y lamentarse de todo lo sucedido. Amaba a ese tipo, había sido bueno con él ¡¿y esto es lo que se gana?! Henri no lo toleró y cuando Andrew se descuidó: escapó. Se salió de la casa y fue al lago de aquella mediana ciudad para drogarse y tomar cuanto alcohol le daba su identificación falsa. Fue inepto, torpe, ridículo, patético.

Por parte de Andrew, el baterista amateur dejó pasar ese mal comportamiento de Henri porque decidió buscar el ex novio de su mejor amigo para toparse con que el muy maldito le mintió a Henri. No se había ido del país, se iba a ir de la ciudad, sí, pero era porque ya tenía otra pareja: una bella chica rubia y lindos ojos cafés. Andrew se enojó tanto que molió a golpes al pobre diablo. Casi lo mataba de no ser porque la novia del tipo llamó a emergencias al ver a su novio casi muerto. Claro que cuando Henri supo de lo que hizo su casi hermano, no dudó en enojarse, pero también de sentirse muy agradecido: las cosas se pusieron demasiado peligrosas.

La otra pareja ya la conocemos: el maldito que le quitó la confianza a Henri. Aquél estúpido que le cortó las alas a Henri y que, de no ser nuevamente por Andrew, hubiera de verdad dejado marchitarse sin haber florecido. Gracias a Andrew es que él ya volvió a tocar y disfrutar plenamente de la música.

Después, Henri era casi un prostituto. Buscaba simplemente sexo. Su vida estaba completamente fuera del camino. Tenía parejas temporales y casi siempre era simples acostones para añadir a su lista. Iba ya en la universidad por ese entonces y se estaba volviendo adicto a la cocaína. Le gustaba mucho esa sensación de euforia que le daba sentir esa adrenalina por su cuerpo. Lamentablemente, los dolores de cabeza posteriores eran demasiado fuertes, le nublaban la vista: era migraña. Y se temía el peligro de un posible accidente cerebrovascular. Y llegó a parar al hospital muchas veces, y su madre, siendo enfermera, lo atrapó una vez y lloró. Henri se dio cuenta de que aparte de hacerse a sí mismo daño: estaba matando a su madre y lastimando a Andrew. Porque eso sí, su mejor amigo nunca lo dejó de lado y le ayudó a dejar esa droga en específico. Tal vez y si...

Hasta que conoció a Charlie.

El bajista había llegado a la ciudad y pensaba hacerlo de pasada. Hasta que conoció a Henri en un bar café de buen ver. El vocalista se vio atraído por el aura de misterio y frialdad que despedía aquel hombre de piel canela y ojos dorados. Parecía inalcanzable y tan de ensueño. Así que Henri se atrevió.

Gracias a Henri es que tenemos a Charlie en CaNniBaL, y es que el bajista no se fue de la ciudad y se quedó. Es gracias a él por el que Spencer encontró a alguien que de verdad le quiere. Pero, en su momento pasado, Charlie llegó a querer demasiado a Henri. Y viceversa. Ambos congeniaban bien y se tenían confianza. Se querían, se amaban, eran una pareja que podría haber tenido mucho futuro. Hasta que la distancia simplemente se hizo notoria y cortante. La chispa no avivó, sino que pereció. Sucumbió esa flama que prendía la pasión y la atracción que se tenían. Ambos se peleaban por todo lo que sea que fuera buena razón para hacerlo, se dejaban de hablar, no se tocaban, no se extendían la mano cuando más la necesitaron. Se olvidaron. Y fue peor con la llegada de Alexis.

El manager se encargó de hacer que esa relación muriera por completo. Se encargó de que, un simple día, Charlie decidiera que esto se acababa pero, eso sí, le prometió a Henri darle todo su apoyo. Henri jamás supo las razones específicas, pero vio que era lo mejor. Aparte, esa atracción que Alexis le provocaba era un fuerte obstáculo. Ese extraño contrato comenzó y Henri desarrolló ese fetiche por disfrutar ser sometido. Es tóxica, es adictiva, es completamente excitante.

Pero, ¿y el amor no correspondido de Henri? Simple: es el hombre que más podemos esperar de parte del vocalista. Es alguien difícil de entender, complicado, e imposible. Esos ojos no lo ven con el amor que él quiere, esos brazos no lo toman con el cariño anhelado, esa voz no le susurraba cursilerías que le provocara temblores. Era doloroso.

Y, aun así, quería seguir intentándolo.

—Henri, lindo, ¿en qué tanto piensas? —Preguntó con curiosidad el productor mientras cerraba unas carpetas con varios documentos de gran importancia.

McGiffen se levantó y se dirigió a su caja fuerte para guardar sus pertenencias de esa índole mientras seguía viendo de reojo al vocalista. Éste se sonrojó con fuerza al verse descubierto. Aunque, bueno, no es novedad que se perdiera en un punto muerto viviente de la amplia oficina.

—N-no lo sé... —mintió con nervios—. Hay muchas cosas en mi mente, que ni siquiera sé si lo que pienso es real o no... Ven, mímame.

Robert sonrió ladinamente y decidió hacerle caso a su novio secreto. Era plena media tarde, pero se aseguró de tener bien ocupada a Lindsey para no ser molestado. Sus reuniones ya se realizaron, sus documentos ya están organizados y parecía que podría darse esa escapada rápida con el vocalista.

Cuando el productor se sentó en el sofá, recibió gustoso a su pareja que se sentó a horcajadas en su regazo. Henri lo abrazó por el cuello y le comenzó a besar con lentitud y mucha sensualidad. El obsceno sonido de sus labios chocando resonó en toda la muda oficina. McGiffen correspondió y pronto ambas lenguas ya se saboreaban con fogosidad y sus salivas se mezclaban en su húmedo y lascivo sonido. El pudor se esfumó por completo una vez que el mayor metió su mano dentro del pantalón, abrió espacio, y pasó sus dedos por el ano de Henri.

Al sentir aquella entrada, decidió comenzar a jugar con ella, dando un masaje de manera circular y tanteando para meterlos. Henri gemía quedo contra sus labios y aquellas delgadas manos recorrían el firme y torneado abdomen de McGiffen.

Mientras le estimulaba, el productor aprovechó para bajarle el pantalón y tener más comodidad, dejándolo hasta la mitad de los muslos del chico con rostro angelical. Aquel carnoso y redondo trasero se alzaba en toda plenitud para su uso. Y lo manoseó como gustó, sus grandes manos apenas podían agarrar esas carnosas nalgas en su totalidad y apretaba y pellizcaba a gusto propio. Puedo, entonces, sentir cómo Henri se frotaba contra su semi erecto miembro, buscando estimularle con hambruna.

—¿Por qué no te preparas para mí, lindo? —Susurró sensual y roncamente Robert mientras lamía el cuello y clavícula de su pareja, depositando mordidas donde más acostumbra.

Henri, con suma vergüenza y un exceso de calor lujurioso, asintió y se separó para poder acostarse sobre su espalda en el enorme sofá de cuero, no sin antes quitarse toda su ropa y quedar completamente desnudo para deleite de su novio secreto. McGiffen sonrió y decidió apreciar esa bella y erótica vista mientras sacaba su propio miembro y se masturbaba a la par del espectáculo. El vocalista llevó tres de sus dedos a la boca y los comenzó a lubricar tanto como pudiera; levantaba la mirada para que sus nublados ojos chocaran con los de su novio y fuera más excitante imaginando que sus extremidades eran el enorme pene de McGiffen en su boca. Los metía y sacaba en un veloz vaivén donde resonaba el chapoteo de su saliva y sus gemidos bien intencionados; para que de vez en cuando sacara la lengua y mostrara cómo la pasea con morbo por sus tres dedos y los llenaba de su saliva. Una vez listos, metió de una estocada dos de sus dedos a su ano y gimió de dolor y sumo placer.

—Ahhh, Ro-robert..., mmm, qui-quiero que me fo-folles así y m-más du-duro..., ¡ahhh~! —Gimió en un alto ronroneo mientras metía y sacaba sus dedos rápidamente.

Se veía la agilidad del vocalista, y las ganas de que le dieran tanto duro como fuera posible. Se embestía a sí mismo con dureza y mucha velocidad y, de tanto en tanto, dejaba lo más dentro que podía sus dedos para hacer movimientos circulares y de tijeras y poder dilatar bien su entrada. Pronto, sumó el tercer dedo y volvió a meterlos y sacarlos con toda la velocidad que se le permitía.

Y el tener las piernas abiertas y los pies de puntitas tensarse por las sensaciones, junto con sus gemidos y la saliva cayendo como río era de lo más excepcional. Ambas vistas intercambiaban mensajes mudos de lujuria y deseo. Henri veía con hambruna la enorme verga de McGiffen, mientras este se masturbaba viéndolo meterse los dedos. Le daba ese toque de adrenalina sentirse tan deseado. Por lo que acercó su mano libre para pellizcarse con algo de fuerza sus pezones y seguir pronunciando el nombre de su pareja secreta.

Aunque tuviera las ganas de gritar Alexis mientras hacía aquel acto pornográfico.

—¿T-te gu-gusta lo que, ahhh, ve-ves, amor? —Volvió a gemir Henri—. Mí-mímame, cariño, ahhh~, fóllame duro, y-yo...

Su voz tembló. De pronto, quiso llorar. Se sentía completamente asustado. Pero no quería arruinar el momento, no quería preocupar a McGiffen. No ahora, no nunca. Gimió y metió con más fuerza sus dedos para olvidar ese verdadero dolor que le sucumbía por dentro. Necesitaba sentirse querido, necesitaba sentir cerca a McGiffen. Lo necesitaba ya.

Sacó sus dedos, su respiración era errática y sus ojos no le dejaban ver. No quería que McGiffen le viera así, así que se dio la vuelta y, sosteniéndose de sus manos y rodillas, levantó su bien dilatada entrada para que fuera penetrado por el productor. El sillón era lo suficientemente ancho para que la posición no fuera incómoda; si Robert quiere cambiar de postura, ya vería la forma para que no viera su roto gesto.

El productor se relamió los labios y sacó un condón para poder ponérselo y penetrar a Henri. Se posicionó y metió su miembro con cuidado hasta el fondo. Henri gimió y repitió varias veces su nombre de pila. Escuchar “Robert” de la manera en que Henri lo hacía era un deleite sólo para él. No se contuvo y comenzó a embestirlo con dureza y precisión. Henri empujaba sus caderas al mismo ritmo y dirección opuesta para que la fricción terminara de electrificarlo por completo. Gemía y siseaba cada vocal y consonante que salía de sus labios de forma incoherente.

—Fu-fuerte... Más fuerte, Robert~

El productor le hizo caso y aprovechó que estuviera de esa manera Henri para darle lo más profundo que su cuerpo permitiera. Metía hasta el fondo y comenzaba a embestir con dureza y suma rapidez en un vaivén controlado y preciso hasta por fin dar en el punto dulce de su pareja. Henri gimió alto y complacido, pidiendo, rogando, por querer recibir de nuevo en ese lugar en específico.

McGiffen se sentía en el completo paraíso por la manera en que su pene era succionado y apretado entre aquellas calientes y exquisitas paredes de placer. Henri era un completo pecado por el cual uno quiere ir al infierno. Le encantaba esa sensación y escuchar cómo el vocalista pedía por más era una orden fácil de cumplir.

—Tó-tócame, Robert, ahhh, mmmm, tócame…

Sus gemidos eran la mejor manera de evitar que descubrieran que está asustado. No entendía por qué. No encontraba razón por la cual actuar de manera cobarde. Está teniendo relaciones con su novio y ya. No debe de haber nada raro.

Cansado de esa posición, McGiffen salió de Henri y lo instó a pararse. Y esa frase que bien debes conocer, buen lector, se aplicó: Henri fue estampado contra el frío muro de la oficina y duro lo penetraron. Henri sentía cómo su propio pene rozaba contra la pared mientras le embestían con toda la velocidad que deseaba. Además de que el productor le besaba y mordía sensualmente su blanquecina espalda. Sentía que podría estar así un buen rato. Su mente se nubló y se dejó ir por aquella sensación que le brinda el miembro de McGiffen.

Después de varias posiciones y minutos, Henri se vino; apretó fuertemente sus músculos debido al fuerte orgasmo mientras gemía dulcemente el nombre de su querida pareja secreta, que obviamente obligó a McGiffen venirse casi al mismo tiempo dentro del condón. En esos instantes, Henri se detenía del borde del antiguo escritorio del productor mientras éste le apresaba las caderas con fuerza. Eso dejaría marca. Ambos esperaron hasta que su respiración volviera a la normalidad. El productor sacó su miembro y se quitó el preservativo para anudarlo y tirarlo en el bote cercano. Es el jefe y puede hacerlo si quiere. Ayudó a Henri a limpiarse y cambiarse mientras reían de cualquier cosa y se besaban tiernamente.

Henri se sintió aún más lejos de McGiffen. Sentía que algo muy malo se le vendría encima.

~*~

Con el alma por los suelos, los ánimos esfumados y el cansancio como única fuente de vida, Henri salió de la oficina de McGiffen. Una vez que terminaron su ronda de sexo, se quedaron callados y todo se sumió en un incómodo y muy extraño silencio. Tenía tantas cosas para platicar pero sintió, de repente, mucha vergüenza y timidez frente a Robert. Era como si de verdad no se conocieran. Y algo que el vocalista ya quería dejar en claro sólo se posponía con el pasar de los meses, semanas, días, horas, minutos y segundos... Quería cerciorar de una vez por todas qué clase de relación tiene con el importante productor de Ony Music Re:cords. Sí, son pareja, así es como se definen; pero, hablando de su humanidad, Henri quería saber hasta dónde es McGiffen capaz de sacrificar por él. Porque el vocalista de CaNniBaL no temería a enfrentar a Alexis o a la prensa amarillista si sabe que no será abandonado. Buscaría una relación estable, quería quitarse ya de encima esa racha de malas relaciones por doquier. Todas han sido crueles con él y deseaba que con McGiffen ya se rompiera aquel paradigma. ¿Hasta dónde era capaz Robert por él?, ¿sería capaz de hacer pública su relación?, ¿le sería fiel?, ¿le ama de verdad?

Sinceramente, Henri estaba demasiado abrumado por tantas influencias de diferentes ideologías.

A Andrew le parece inaudito que esté con el jefe de esa manera, le preocupa la seguridad de su hermano del alma. Sus demás amigos ni siquiera saben que está en una ‘relación’. Lindsey es un estorbo. Y Alexis jura y reitera que McGiffen sólo lo está utilizando.

¿Pero, qué hay de Henri mismo?, ¿Qué es lo que siente en verdad el chico vocalista? ¿De verdad quiere a McGiffen?, ¿de verdad sería capaz de sacrificar por él?, ¿le sería fiel? Es tan fácil responder con mentiras o con verdades pero el actuar, sea falsa o verdaderamente, era un punto y coma muy aparte de ese cuestión moral. Y eso se entendía. ¿A quién no le ha pasado? Puede uno decir todo lo que quiera, pero ya para actuar el humano es un cobarde sea como sea.

Y, por eso, Henri se rompía la cabeza día y noche. Ya no podía más con esto. Debía dar una definición final. Una definición que de verdad ya lo saque de su psique. Quería asegurarse que no se estaba volviendo loco. Pero ya lo estaba: deseaba que pudiera mantener sus dos “relaciones” sin que una interfiera en otra.

Así de sencillo es, deseaba estar con McGiffen, pero también gustaba de Alexis en el sentido de que, a pesar de lo cruel y masoquista que suena, el manager es lo más cercano al verdadero desahogue que ha encontrado nuestro vocalista con carita de ángel inmaculado. Era enfermo, era despiadado. Era el plan perfecto para él.

Se sentía desolado. Nadie le esperaba, nadie le quería.

Después de todo, ¿quién querría a un chico como él? Henri es solamente el plato secundario para cualquiera, la presa fácil de cazar y romper, un enfermo, un pecador. Nadie querría ver por él, ¿para qué?, si el vocalista se pone bastante pesado como para poder hablar con él. Henri siempre era dominado por los sentimientos, se dejaba sucumbir fácilmente y se rompía al instante.

Vaya que dolía verlo de esa manera. Henri estaba siendo demasiado pesimista, aun así.

No lo quería ver, no lo podía ver. Sus amigos de verdad le quieren apoyar en lo que sea que el vocalista necesite. McGiffen va enserio con su confesión: sí le quiere. Y, sobretodo, Andrew está ahí para él, siempre lo ha estado y ahora no puede ser la excepción. ¡Sí! Vinx es su mejor amigo y él no le abandonaría, no le dejaría de lado. Si Henri necesitaba de alguien cercano al instante, Vinx sería ese hombro donde podría llorar. Tenía tanta suerte de poseer un hermano del alma como el baterista fundador de CaNniBaL. Henri era muy bueno haciendo muchas cosas, pero a veces no lo soportaba más y quería escapar lejos de toda realidad. Y su mejor escape es Andrew.

Iría con él.

Sólo Vinx podría salvarlo de ese dilema.

«Sólo él me podrá salvar.» Pensó decidido a buscarlo.

Caminó con mayor velocidad e ímpetu con dirección y sentido al estudio que predispone a su banda. Eran cerca de las siete y media de la tarde, aún había un poquito de luz natural, casi totalmente oscurecido, y las sensaciones que llenaban a Henri son vívidas y latentes. Nada ni nadie podría detenerle. Si necesita de Andrew, tendría a Andrew.

Después de todo...

—Andrew... —Susurró Henri, completamente dolido.

El estudio estaba vacío.

Se adentró y vio que, efectivamente, ningún integrante de CaNniBaL se encontraba a esa mediana redonda. Estaba sumido en un pesado y extraño silencio. Sólo se oía la respiración agitada de Henri junto con su descontrolado corazón. Su cuerpo se filtró y dejó de pesar. Comenzó a temblar y se asustó. Comprendería que no estuvieran los gemelos o incluso Charlie, pero que Andrew no esté acostado en Laura era tenebroso. Siempre se quedaba hasta tarde el baterista, haciendo el trabajo o en algún proyecto personal que no piensa mostrarle a nadie. Siempre ha sido así su mejor amigo. ¿Por qué no está?

Miró toda la habitación y encontró una nota. Era de Andrew. Reconocería esa letra sea donde sea; aquella caligrafía que combina la cursiva con la normal de una manera muy encantadora. Andrew escribe de esa manera por la costumbre. Y un escalofrío le recorrió, ¿cómo es que el baterista sabría qué hacer sin poder predecirlo? La nota es para Henri. Éste no comprendía cómo es que el emisor de la nota fue listo para dejarla. Y lo agradecía, le daba menos ansiedad ante todo lo que pasaba por su cabeza.

La cartita decía simplemente:

“Henri, hermano, presiento que volverás al estudio y no encontrarás a nadie. Tony y Luther deben de seguir aquí, pero andan en la sala de juegos viendo un partido, o no sé qué mierda, junto a Lila. De Charlie ni puta idea, pero sólo te puedo decir que salió. Y yo, bueno, ocurrió un percance con Alexandra, tuve que irme ya. Sea como sea, llámame cuando leas esto, no quiero parecer un puto anormal por hacer esta tontería en vez de mandarte un jodido mensaje.”

Henri sonrió y decidió hacer lo que el papel decía. Le mandó un mensaje y rápido recibió una respuesta de parte de Andrew. Pero a los tres mensajes intercambiados, el baterista se desconectó, sin ni siquiera haber leído el último texto.

Sin embargo, qué sencillo es mentir por medio de la escritura. Henri podrá creer fielmente esas palabras, ¿por qué no hacerlo? Escribir con la falsa confianza es mejor que hablar con la misma. No te podrían atrapar. Y así es como sucedió en esta ocasión. Vinx no se fue por culpa de Alexandra, estaba muy lejos de la verdad: se había dado una escapada con Hinata. Si el vocalista fuera desconfiado de su mejor amigo, podría ir a buscar y se daría cuenta de que Hinata tampoco estaba en el edificio. Probablemente están en el departamento del DJ, follando como locos.

—No me conmueve tu angustia/ tan bien dicha,/ ni tu sollozar callado/ y sin salida.** —Se escuchó de pronto.

Esa voz profunda y grave que le ponía los pelos de punta. Su negocio: Alexis. Henri sintió sus mejillas arder con furia y un escalofrío corrió a través de todo su cuerpo. ¿Qué acababa de ser eso?

—¿Desde cuándo recitar poesía es algo tuyo? —Preguntó Henri mientras encaraba al hombre frente a él.

—¿No te gustó? Creo yo que esa estrofa te describe perfectamente.

—¿No te describe mejor a ti? Me estás diciendo que yo no te conmuevo.

Alexis sonrió ladino y burlón. Se acercó al cuerpo del contrario mientras cerraba la puerta del estudio. Agradecía que por fin estuvieran completamente solos desde más temprano.

—Mi lindo angelito, es poesía: es abstracto todo lo que la rodea. Sé que haber citado a Sabines fue mi mejor opción. Un poeta pos modernista y complicado a la hora de la interpretación.

—¿Por qué?

El manager sonrió genuinamente: —Porque cuando parece hablar de dolor, es porque habla de amor, pero sin perder ese toque erótico. Más yo digo que, si esas dos palabras riman, es porque son cercanas, ¿no es así? Dime, ¿cuántas veces no te ha dolido amar, Henri?, o mejor dicho, ¿cuántas veces dolerá? Es lo más irracional que tengo que escuchar. A todo mundo le llega a doler el amor; y, ante todo ese calvario, lo volvemos a buscar.

Henri se sonrojó. Alexis era de verdad que muy extraño. Cuando parecía que de verdad le despreciaba, llegaba con ese tipo de palabras y extraños halagos llenos de mensajes subliminales que difícilmente podía percibir.

Pero cuando Alexis le tomó del brazo y jaló, supo que todo iba enserio. Que lo que le decía Alexis era para él y lo entendía. Era un masoquista de mierda e irremediable: tanto le ha dolido amar y sigue buscando ese estúpido sentimiento. Por un momento, todo dejó de existir y sólo eran Alexis y él. Nadie veía por él, nadie le quería. Por eso amar le duele tanto como ver esos ojos grises y pensar que para su manager es algo más que un simple “contrato”.

—¿Hasta cuándo lo entenderás? —Preguntó Alexis adolorido. Ese tono fue el que sacó de onda al chico con rostro angelical.

—¿Qué cosa? Alexis, yo nunca podré entenderte... —Respondió el vocalista mientras desviaba la mirada—. Nunca sé qué es lo que quieres de mí, en realidad.

—Ese es el problema. ¿Cómo no lo entiendes?, ¡¿cómo no lo comprendes?! Yo, mejor que nadie, sé qué necesitas y qué no. Eres mío, Henri, únicamente mío. Yo sólo conozco tu cuerpo como nadie más, yo sé cuando algo te afecta y cuando algo te molesta, ¡yo sé quién sí puede estar cerca de ti y quién no! Sólo debes verme a mí a los ojos, sólo debes desearme a mí.

—¿Esto es por mi relación con McGiffen?

Ambos empezaron a subir sus tonos de expresión. Se estaban comenzando a pelear..., de nuevo.

—Alexis —volvió a llamarle la atención el vocalista al manager—, por favor, no me pidas algo así. McGiffen es alguien al que le tengo respeto y cariño, no me pidas que lo deje por ti. Todo menos eso. No quiero estar viéndote sólo a ti si me lo pides de esa manera. Tú sabes que no estoy contigo por mero gusto.

—Si no fuera por mero gusto, entonces tú eres un hipócrita. Eres un mentiroso de mierda, mi ángel. Dime algo, ¿amas a McGiffen como él dice amarte? Respóndeme.

—Yo...

Alexis tomó por las muñecas al chico y lo estampó contra el enorme escritorio del estudio. Sus ojos grises estaban muertos en llamas: el fuego de los celos. Miró con furia a Henri y le exigió la respuesta que tan obvia era. No debía ser uno un genio para saber esta situación. Henri estaba más enfermo que Alexis. El vocalista haría lo que fuera necesario por mantener esas dos tóxicas relaciones. Está asustado. Ya no lo podía soportar más. Quería que todo volviera a la normalidad. Maldecía la hora en que conoció a Robert y se fijó en él; y maldice la hora en que conoció a Alexis. Y aquí estaba, siendo nuevamente amenazado por el manager para responder. Su representante exigía con los ojos y fuerza exagerada por un “sí” o un “no”. Y sólo con eso, Henri se rompía y quemaba más y más.

—¡Respóndeme, maldita sea! —Forzó duramente Alexis.

Henri comenzó a lagrimear sin saberlo, sus ojos se abrieron lo más que pudieron y su sorpresa no lo podía hacer reaccionar. No era la amenaza de Alexis, era el tono y sus ojos: el manager le veía con desesperación y dolor. Podrá mentirle todo lo que quiera pero ahora quedó desarmado. Henri comprendió que él era la terrible y vomitiva obsesión de su manager. Él y nadie más era el culpable de lo trastornado que está Alexis.

—No. No amo a McGiffen. —Respondió seguro el vocalista—. Pero no es que lo tome por juego o no quiera intentarlo, hay alguien más que me impide amar a Robert...

Alexis respiró y exhaló fuerte: —¿Es Andrew, verdad?

Henri abrió los ojos con mucha sorpresa. Sus mejillas ardieron con furia. Sus piernas le fallaron por míseros pero crueles instantes. Haber escuchado el nombre de su mejor amigo dentro de la conversación le impactó. Incluso Alexis tenía esa coartada. No lo podía comprender. Su mente se hizo un completo hilo. Quemaba todo. Todo quemaba. Aquella pregunta le sacó otras incógnitas. ¿Por qué ahora debían meter a Andrew a la acalorada discusión?

—Yo... —titubeó Henri mientras seguía llorando.

—Entonces..., es por él... Como sea.

Alexis soltó y empujó fuera de su espacio personal al vocalista de CaNniBaL. Y se fue de aquel estudio. Ya no quería hablar más.

Ni siquiera había ido para eso.

El manager planeaba invitar a cenar a Henri, planeaba llevarlo en una cita normal y llenarle de mimos adorables. Si por su manera no servía apoderarse del chico de hebras oscuras y ojos claros, lo haría cual príncipe cliché de cuentos de hadas. Más ya supo que nunca podría estar de acuerdo con Henri.

Sin poder evitarlo, Alexis lloró.

Una traicionera lágrima se deslizó por su atractivo rostro y murió por culpa de la gravedad y la razón de que Alexis no acostumbra a llorar. Y mucho menos a ser rechazado.

Sin embargo, él sabía algo totalmente cierto, algo que era innegable.

Él era el único capaz de amar a Henri.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

**: Poema de Jaime Sabines, “Pequeña del amor...”; estrofa dos.

Notas finales:

#AlexisPoeta

#YaHuboLemmonDeHenriYMcGiffen

#HenriPendejo

#AlexisMarica 

(Están algo random, pero me da igual a mí me dieron risa y eso es lo que importa)

“El Mundo de Miraku” es patrocinado por los dulces clandestinos que hago para subsistir en la escuela:

MIRAKU: Ya saben que Charlie, el siempre buen amigo Charlie, nos acompaña en estas transmisiones porque es al que mejor confianza le tengo después de mi almohada de emoji que tengo desde hace unos años. ¡Hola, roqueros!

CHARLIE: Ojos, ¿qué cargas en esas bolsas?

MIRAKU: No he dormido nada y entendí esa referencia. Roqueros míos, sufro de un caso colpaso, ando muriendo de cansancio y debo hacer mucha tarea. Deséenle suerte a su servidora. Igualmente, ¿qué les parece? Esta mierda ya se prendió.

CHARLIE: Siempre dices eso...

MIRAKU: Porque es cierto. El siguiente capítulo será con la mamá de Henri, y se pondrá bueno. Les doy un pequeño adelanto: Vinx le tiene MUCHA confianza a esa mujer y le habló de todo con ella. Ámenme. Ahora, ¡dos curiosidades!

  • El estilo de música que le doy a Lila está basado en Marina & the Diamonds. Su vestimenta se basa en la cantante y en lolitas góticas.
  • ¿Se han dado cuenta? Todos, absolutamente todos, los capítulos superan las 3 mil palabras, ¿son muy largos o está biena así?

MIRAKU: Eso es todo (es difícil escoger curiosidades que no den spoilers importantes sobre la historia), espero con ansias sus reviews. Leo sus reviews todo el tiempo y éstos me inspiran y motivan a no rendirme, créanme que enserio hacen un fuerte efecto en mí sus bellas palabras. 

CHARLIE: Vaya, vaya. Malévolo cucarachón se nos puso sentimental

MIRAKU: Bueno, ¿qué traes tú con las referencias? Que esa también entendía.

CHARLIE: Nada, tú eres la enferma que me hace decir esto. Adiós *se va*

MIRAKU: Sigue molesto porque aún falta mucho para su capítulo con Spencer, perdónenlo. Espero sus reviews con amor porque, ya saben, un review es alimento para el alma del escritor.

 Me despido y nos vemos,

Los Quere Musho, Miraku, SAYO~


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