Las olas se mecían casi al ritmo en que lo hacían las palmeras. La luna llena y las estrellas brindaban la iluminación perfecta para el momento. La brisa marina era suave y las risas de los amantes llenaban por completo el silencio de aquella apartada orilla frente al mar.
- Es el mejor regalo de cumpleaños que me hayas dado jamás – Steve besó tiernamente a su Bucky en los labios.
- ¿En serio? Aún falta algo– le respondió entre risas y escondió su rostro en el cuello del rubio.
Ambos chicos estaban recostados sobre una toalla en las arenas blancas, Bucky de espaldas mientras Steve lo protegía, recargándose sobre su propio brazo. Los pies de ambos se rozaban, habían perdido las sandalias desde hacía un rato, el castaño puso su mano derecha sobre el pecho del rubio y le sonrió con la mirada llena de amor.
- No se puede querer tanto a alguien. Me haces hacer cosas extraordinarias Rogers.
- Lo dices por que no sabes cuánto te amo – le respondió besando la palma de su mano.
- Estoy contigo, hasta el final de la línea.
Los fuegos artificiales comenzaron a vislumbrase a lo lejos, la noche era oficialmente perfecta.
- Feliz cumpleaños Steve – el castaño lo besó de nuevo con ternura – Te amo.
- Yo te amo más – el rubio lo obligó juguetonamente a volver a unir sus labios - ¿Por qué dijiste que aún faltaba algo?
- Pues… - Bucky le sonrió pícaramente y pasó su mano por el pecho y la adentró en la camisa semiabierta de Steve, alcanzando el ombligo de éste.
- Ahh espera… ¿Aquí? – se sonrojó un poco.
- Siempre quisiste hacerlo en Hawái… El viaje era sólo una excusa… - comenzó a desabotonar el resto de su camisa y observó aquella piel antes blanca y ahora besada por el sol.
- Ahh – gimió levemente el otro al sentir la mano metálica acariciando su evidente erección en esa pequeña bermuda.
- Steve – el castaño se sorprendió de sentir también la mano traviesa del rubio.
- Ven acá – el rubio lo jaló y acomodó sus piernas bajo las del castaño, haciéndolo quedar a horcajadas sobre sus propios muslos – me encantas – paso su dedos por la erección de Bucky que también se hacía notar en la tela.
Se desabrocharon el uno al otro las camisas azules, a cuadros con líneas de colores la de Bucky y lisa la de Steve. El rubio lo jaló para seguirlo besando con los torsos desnudos. El sudor comenzaba a hacerse presente, no sólo era el calor del ambiente, sino el de sus propios cuerpos. Steve comenzó a abrir la bermuda de Bucky y su hombría dio un salto al ver no solamente la propia del castaño, sino que no llevaba puesta ningún tipo de ropa interior. El castaño se puso sobre sus rodillas para que el otro pudiera bajar la prenda, tomada por cada lado de esas afiladas caderas por las fuertes manos del Capitán. Con torpeza y sin dejar de besar al otro, el castaño pudo deshacerse y quedar completamente desnudo.
Se arrodilló entre las piernas de Steve mientras el rubio se apoyaba en sus brazos; y empezó a besar su cuello, bajando lentamente, besando su hombro derecho con sensualidad y bajando directamente a aquellos hinchados pero suaves pectorales que lo volvían loco.
Steve dio un pequeño sobresalto al sentir la suave lengua del castaño circundando su rosado capullo, no era que no estuviera acostumbrado, pero las caricias de Bucky le quemaban la piel en placer. El rubio intentó desabotonar su bermuda pero Bucky no lo permitió. Le detuvo las manos y le sonrió.
- No… Es tu cumpleaños… Hoy me toca mimarte a ti – besándolo de nuevo comenzó a desabotonar la prenda, no pudo evitar relamerse los labios al notar aquella mancha previa al orgasmo en los bóxers de Steve. Dios, el rubio era tremendamente sensual, no había un solo centímetro que no lo excitara de su piel. Había lamido y besado cada parte del cuerpo de Steve, y lo mismo había hecho el rubio con Bucky, sin embargo, cada vez que estaban juntos, la excitación del momento parecía algo nuevo, siempre emocionante, siempre ardiente.
Steve notó el gesto y movió con intención su hombría sin necesidad de usar sus manos… Cosa que encendió aún más a Bucky. El castaño jaló la bermuda y el ajustado bóxer, liberando la erección del rubio. Levantó las piernas de éste y aventó a lo lejos ambas piezas, besó el tobillo de Steve y fue bajando sus piernas al ritmo que con besos subía por éstas, hasta llegar a aquel poderoso monumento a la virilidad que ostentaba el Capitán.
Besó la punta, llenando con el transparente elíxir sus rosados labios, y comenzó a dar pequeños chupetones: en la punta, a los lados, entre la piel que separaba la punta de esa flecha y el resto de la carne…
- Ahhhh ¡Buck! – las mejillas de Steve estaban rojas y los dedos de sus pies de contraían.
- ¿Mmmmm te mmmm gusta? – Bucky no interrumpía su labor para cruzar palabras con el otro. Le excitaba de sobremanera el escuchar a Steve, el ver sus reacciones.
- Mmmaaahg – los ojos del rubio se pusieron casi en blanco cuando el castaño alcanzó aquellas partes colgantes e hinchadas, pasando su lengua y haciendo gritar a Steve.
Bucky comenzó a tocar su erección también, su transparencia se derramaba y Steve notó el tocamiento cuando hicieron contacto visual. Amaba cuando Bucky lo miraba mientras atendía su zona sur. El rubio tomó esa afilada mandíbula casi cortada con cuchillo, ahora lampiña y comenzó a introducir su dedo pulgar sensualmente, dándole cabida tanto a su miembro como a su extremidad en la boca del castaño, pero con suavidad, fue retirando a Bucky de su miembro.
- Ven – lo jaló suavemente haciendo que Bucky se volviese a incorporar. El castaño metió sus pies por debajo de los muslos del otro y se acomodaron de nuevo con las piernas cruzadas el uno frente al otro y comenzaron esa danza eterna de sus labios. Quien los conociera diría que nunca paraban de besarse. Era el aire tan necesario para ellos el estar en contacto con el otro. Las emociones, las risas, la pasión, pero sobre todo eso, la pasión que los caracterizaba como pareja.
- Steve… ahhh – el castaño sintió la erección del rubio rozar la suya. El otro entendió inmediatamente y jaló aún más a Bucky hacía el – Ahhh Steve ahhh.
El ritmo de las caderas de ambos siempre estaba sincronizado, Steve aumentaba los movimientos cada que escuchaba un gemido de Bucky y un gemido propio. Las hombrías se rozaban y se lubricaban con el líquido cristalino que ambos expedían en cantidades bastante fuera de lo promedio.
La luna llena, la música de las olas, el perfume de los tiares, el sudor y el fluido de pasión que compartían, los ruidos del otro, el calor que expedían, los labios, las lenguas, los gemidos… Todos factores que ayudaban a la deseada llegada al clímax por parte de ambos.
Bucky dio un último y sonoro gemido cuando su espalda se tensó y Steve lo abrazó pegándolo a su cuerpo aún más. Los chorros de semen comenzaron a manchar los abdominales de ambos y a escurrir entre sus suaves pieles, cayendo también sobre el miembro del rubio y manchando los pubis de ambos.
Steve frotó su miembro contra el otro dos o tres veces más, ahora lubricado por el semen de Bucky, lo que ayudó, junto con la reacción del castaño a llevar al rubio a tener entre gritos un orgasmo igual de cósmico que el que acababa de tener su amante, lanzando con tanta potencia su semilla entre ambos, que alcanzó a manchar el pecho del otro.
El semen de ambos se mezclaba y escurría. Los dos intentaban recuperar el aliento mientras se sonreían y besaban intermitentemente. Steve le sonrió pícaro y dio un último empujón con su miembro contra el del otro. Bucky se mordió el labio al sentirlo.
- Te amo – El castaño dejó caer su rostro en el hombro de Steve.
- Te amo aún más – Steve besó su cuello.
- Yo te amo aún más – le rezongó entre risas.
- Es mi cumpleaños, y yo tengo la razón – rió Steve.
- Eres tan irritante – Bucky lo besó con ternura – feliz cumpleaños mi amor.