La gente suele celebrar este día escribiendo deseos, algunas veces en forma de poemas, en pequeñas tiras de papel y colgándolos de las ramas de árboles de bambú, a veces junto con otras decoraciones. El bambú y las decoraciones a menudo se colocan a flote sobre un río o se queman tras el festival, sobre la medianoche o al día siguiente...
Aprovechando que su hermana no estaba en casa, Yugi fue a rebuscar entre sus cosas un viejo cuaderno de color magenta que hace años usó como diario para una tarea de colegio.
El tricolor arrancó las primeras hojas, escritas con una letra, no muy legible que se diga y decoradas con algunos dibujos que, honestamente, le daban vergüenza; luego tomó una lapicera de color rojo y se arrojó a su cama, jalando un pequeño peluche de Kuriboh que Yami había ganado para él en una feria escolar hace un tiempo.
—Yami...
Yugi dibujó un pequeño corazón en la parte alta de la hoja y luego dejo que la punta de su lapicera se paseara por el folio según su instinto le guiara.
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Un rato más tarde, el pequeño Yugi sacudió la cabeza, despertando de lo que parecía ser un ligero trance en el que se sumergió cuando empezó a escribir.
Observó su letra, notablemente diferente a las hojas que había arrancado antes, era de trazos más finos y elegantes.
Al empezar solo había frases.
Pidiendo por la felicidad de su hermana y todos sus amigos.
Por la buena fortuna en tiempos venideros.
También pidió valor. Coraje, para poder expresar sus sentimientos.
Y escribió por Yami.
Fue entonces que empezaron los poemas.
Elevo a las estrellas
Mi más valioso deseo.
Por ese ser que hace vibrar mi alma
E instala luz en mis ojos.
Quisiera decirle lo que siento
Pero me conformo de verle feliz.
Pido que se cumplan todos sus deseos.
Ese fue el primero.
En este festival pido,
Por el bienestar de mi ser querido,
A su lado siempre poder estar,
Para cuidar su felicidad,
Y a mi querido yami,
Siempre poder ayudar
Las mejillas se le tornaron rojas de leer sus propias palabras.
Jamás se sentiría avergonzado de sus sentimientos por Yami, pero le apenaba en gran medida ver como estos podían aflorar de tal manera, exceptuando cuando más lo necesitaba, para poder confesarse.
Después de un profundo suspiro Yugi de giró para ver una foto enmarcada donde los mellizos Motou y los tres hermanos Sennen aparecían todos juntos en celebración del cumpleaños de los tricolores oji-vino.
¡Es verdad! Atem y Yami cumplirían años a fin de mes.
Tal vez debería ir pensando en que obsequio darle a su amado.
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Esa noche Yugi tuvo que salir hasta la entrada de su casa para recibir a su hermana menor, quien bajó de una limusina de Kaiba Corp., con unas siete bolsas mínimo.
Dany y Rose se despidieron de los mellizos y se fueron en el elegante vehículo.
Yugi ayudó a Hikari a llevar las compras a su habitación, solo para que la chica desperdigara casi todas las bolsas sobre su cama o suelo alfombrado y se tirara a la cama con peso muerto.
—Estoy muerta —gimió la bicolor.
—Y eso que a ti no te gusta ir de compras —se rio Yugi, con una pequeña gota bajándole por la sien.
—Eso de 'una vez al año no hace daño' es más falso que los discursos de amistad de Tea —se quejó Hikari.
Yugi se rio con ganas ante la comparación de su hermana menor —ay Hikari.
—Estoy molida, no volveré a ir de compras en un largo rato —se quejó —sin contar la dulcería y las tiendas de anime, claro —completó.
Yugi siguió riendo — ¿Tienes hambre, Hikari?
—No, cené con las chicas —suspiró —te traje hamburguesas y papas.
A Yugi los ojos se le hicieron estrellas — ¡Genial! ¡Gracias!
Continuará...