¡Hyung, mis ojos!
-¡Hyung! -escuché su grito desde el baño y fui corriendo hacia él con el temor de que algo le había pasado.
Llegué a él con los ojos desorbitados, buscando con desespero cualquier herida en su pequeño cuerpo. Él estaba metido en la bañera, con el pelo rojo totalmente empapado de agua y espuma; un mohín de esos que utilizaba para cuando iba a quejarse o hacer berrinche surcaba sus labios y comprendí que había sido una falsa alarma.
Solté un suspiro de alivio al ver que estaba en perfecto estado y me puse de cuclillas frente a la bañera para verle mucho mejor. Me encargué de que sintiera mi enojo y el reproche latente en mi mirada.
-¿Por qué gritaste así, Jimin? No me gusta que lo hagas por nada -le hablé con voz dura.
Su mohín seguía perpetuo en sus labios y me di cuenta de que mantenía los ojos un poco entrecerrados con esfuerzo.
-Cachorro, ¿qué sucede? -alcé mi mano para acariciar sus greñas pelirojas y difuminar un poco la espuma en ella.
-E-es que mis ojitos me arden -respondió con un gimoteo, apretando los puños en el borde de la bañera.
Vi un bote azul flotando en el agua junto al montón de figuritas de peces y lancé un suspiro agotador.
-¿Qué hiciste con el champú, Park Jimin? -inquirí con la certeza de que mi pequeño cachorro había hecho un desastre sin que yo me diera cuenta.
El sollozó para manipularme pero no me dejé, emití un gruñido con mi voz de alfa y sólo abultó sus labios haciéndome ver que no me contestaría.
-Si sigues así de inmaduro olvídate de que irás a ver a Taehyung, y sabes que soy muy capaz de encerrarte aquí como castigo, cachorro -seguí acariciando su pelo, haciéndole cariños con la yema de mis dedos para que se amansara.
Después de unos minutos en los que su gimoteo se disminuyó, parpadeó un sinfín de veces, meciendo sus pestañas pero extrañamente cerró los ojos de golpe, dejando salir un chillido de su boca y de la nada empezó a llorar, preocupándome de sobremanera.
-Minie, dime, ¿qué tienes? No puedo hacer nada si no me dices qué te sucede. Anda, estoy aquí -lo atraje hacia mí para que no siguiera llorando y su mamo húmeda intento salirse de mi cuerpo.
-N-no, hyung, me arde, m-me arde mucho.
-Mi cosita, te entró champú en los ojos por estar jugando, ¿verdad? -lo separé de mí con una sonrisa suave y deslicé mis dedos pulgares por sus mejillas rechonchas, acariciándolas. Él asintió, mirándome con su mohín culpable.
-Hyung... mis ojos -musitó cerrándolos de nuevo.
-Un momento, cachorro -me levanté, echando un suspiro de placer al aire cuando olfatee en todo el lugar la deliciosa esencia de mi omega-. Alcánzame la cubeta que está flotando a tu lado.
Él, aún con los ojos cerrados, palpó el agua y envolvió en sus manos la asa de la cubeta de juegos que él usaba para jugar en cuanto dio con ella.
-Tome, hyung -su vocesita tierna me envolvió y mi corazón dio un feroz galopeo dentro de mi pecho. Cogí la cubeta que me extendía y me dirigí al lavamanos para abrir la llave y llenarla de agua de limpia.
-Eso te pasa por no hacerme caso cuando te digo que cierres los ojos al lavarte el cabello con champú -reprendí.
-Buu -se quejó mi pelirojo chapoteando el agua con sus deditos, arrugando el ceño.
-Ningún 'buu', Park Jimin. Estoy cansado de que siempre te tengo que decir las cosas -espeté con brusquedad-. Ya no eres un niño -añadí, dándole la espalda para no ver su carita triste.
-L-lo siento, hyung... Jimin sólo quería ver burbujas -escuche sus sollozos y quejidos, ésta vez reales pero aún así no me inmuté, él tenía que aprender a hacerme caso y no pasarse mis palabras por las bolas. Era mi culpa que mi cachorro fuera tan consentido.
¿Pero qué hacía? Está en mi sangre complacer en todo a mi omega y sobretodo con la cosita tierna que era. Era un martirio en ocasiones no poder negarle nada porque su poder en mí era algo que no podía controlar.
Me tenía completamente.
Mientras esperaba que la cubeta se llenara, mis dedos tamborilearon la cerámica fina del lavamos, buscando el ritmo de una melodía que llevaba fastidiándome los pensamientos desde hace un tiempo.
Que Jimin escuche esas porquerías es culpa del mocoso de los Kim.
A veces me preocupaba que pasaran mucho tiempo juntos, porque tanto yo, como mi lobo y mi celos, podíamos crearnos toda una película en la que mi omega me dejaba por otro y lo perdía para siempre de un simple parpadeo.
El miedo era una perra y las inseguridades una reverenda zorra, nos llevaban hasta el punto de la locura, de querer hacer cosas estúpidas que después lamentábamos. Yo lo viví cuando casi pierdo al cachorro por culpa de una de esas estupideces y hasta ahora me doy cuenta de lo bajo que actúe en el pasado por pensar demasiado las cosas y ser un cobarde.
El agua derramándose en el piso de mi baño me sobresaltó y rápidamente cerré la llave al tiempo que cogía de nuevo la cubeta que estaba a rebosar. Volví a ponerme de cuclillas frente a la bañera, dejando la cubeta a un lado.
-Voy a terminar de lavarte el pelo yo.
-Sí, hyung, a Jimin le gusta cuando acarician su cabeza.
-¿Te gusta, eh? -le hice cosquillas en la cima de la nuca y él rió, retorciéndose, causando que mi ropa se mojara.
-¡H-hyung, n-no! -trató de apartar mi mano de su pecho, que era en donde más tenía sensibilidad y presioné- ¡N-no más, no más cosquillas, Yoongi... hyung! ¡Y-ya! J-Jimin se queda s-sin aire.
Solté una risotada al ver que buscaba a ciegas pellizcarme la mano cuando se coló a juego la otra, presionado en sus puntos débiles para hacerle reír.
-Vale, ya, te voy a lavar el pelo y salimos de aquí.
Jimin no respondió, jadeando por la adrenalina de hace un momento, así que tomé la cubeta y le eché un poco de agua a la cabellera peliroja para terminar de quitar los restos del champú.
-Cierra los ojos.
-S-sí.
Masajee su cabecita mientras el agua corría, llevándose la espuma de las hebras.
-Ya estás, voy a buscar la toalla -me levanté, oyendo el crujido de mis rodillas.
-H-hyung, no me quiero ir vestir -escuché a mis espaldas. Me giré a verlo, sorprendido.
-¿Q-qué dijiste, cachorro?
-Jimin quiere quedarse desnudo.
-¿Y po-po-por qué querrías eso? -tartamudee patéticamente, mirando como salía lentamente de la bañera. Su desnudes me descolocó y mi pulso se aceleró cuando su cuerpo mojado y sin nada se abrazó a mí.
-Jimin se siente bien cuando Yoongi hyung lo consiente -se apretó más a mí y un escalofrío recorrió toda mi columna entera.
Yo sabía a qué se refería con eso y no pude evitar poner mis manos en su cintura y apretarlo más contra mí.
-Cachorro, ¿quieres que hyung te dé cariño, no es así? -levantó su cabecita para mirarme y plantarme un beso superficial.
-Sip, Jimin quiere eso -asintió, haciéndose en mi pecho como un bebé.
Mis manos se deslizaron hacia sus nalgitas regordetas y las apreté.
-¡Hyung! -gimió, buscando más contacto al mover su cadera contra mí.
Vale, esto se está poniendo caliente.
-Cachorro -enterré mi rostro en su cuello, olisqueando su olor a algodón de azúcar y levadura. Lo lamí, ganándome un jadeo de su parte y clavé mis dientes en su curvatura esponjosa en el momento en el que con un dedo me abrí paso entre sus nalguitas para acariciar su entrada.
Se apretó muchísimo más contra mí y pude gruñir con placer al chocar mi erección con la suya.
-Y-Yoongi hyung, J-Ji-Jimin quiere a alfa, lo quiere y-ya -jadeó innumerables veces en mi oído, siguiendo paulatinamente su movimiento contra mí, aliviándose.
-Cosita, vamos a la cama, anda -a pesar de que dije eso, mi cuerpo no hizo amago de moverse.
-Aquí, cachorro quiere a-aquí -exigió con tono caprichoso.
Conseguí empaparme el dedo de su líquido natural que salía a borbotones y lo deslicé en su entrada.
-¡Ah! -sus uñas se enfrascaron en mi hombros y lo sentí temblar contra mí, retorciéndose entre mis brazos que le retenían.
Metí y saqué mi dedo por su valle resbaladizo, penetrándolo con rapidez.
-Cachorro estás tan mojado -susurré con la voz ronca, embistiendo su interior con mi dedo.
-Oh, h-hyung... -se desharía aquí mismo si no lo estuviera agarrando.
-¡Uhm! -lo adentré más fuerte, curvándolo hacia arriba- A-alfa...
Llevé una de mis manos hacia su pierna y la alcé, metiendo con más facilidad mi dedo en su esfínter. Estaba húmedo, muy húmedo y las ansias por hacerlo mío me carcomían.
Mi cachorro bajó en mi dedo, autopenetrándose y gimió alto, volviendo a repetir la acción con velocidad.
-A-al-alfa... J-jimin quiere... -jadeó a medida que mis embestidas se acrecentaba. Mi dedo estiró más la hendidura y lo moví en círculos.
-Cachorro, v-vamos, iremos a la cama y haremos eso ahí, ¿me entiendes? -le hablé al tiempo de que lo seguía moviendo dentro de él.
-Jimin entiende -se separó de mí, sonrojado y con la respiración irregular.
Saqué mi dedo de él, observando su estado brillante.
-Botaste más lubricante de lo usual. ¿Estás en celo?
-Creo que sí -arrugó su ceño de manera adorable como si la cosa no fuera de su agrado.
-Con razón tu olor se me hizo hoy especialmente más denso -le sonreí con ternura y dejé un beso en su frente-. Venga, a la cama.
Lo cargué, amansando su trasero al tiempo que caminaba en dirección a nuestra habitación y ahí nos quedamos toda la tarde, dándonos cariño.
-¡Hyung, a Jimin le cayó en los ojos!
-Oops.
FIN