Él lleva una buena vida. Demasiada buena para ser verdad.
Tenía la suerte de haber nacido en una familia adinerada, y por si fuera poco, por último. Daiki siempre solía recordarle que ese era un privilegio.
Daiki su hermano mayor, no con mucha diferencia de edad, solo por un año.
La unica diferencia muy grande en ellos era la estatura y el color de piel. Y uno que otro talento a favor del mayor. Los demás solían decírle "suerte" y otros solían decirle "nada importante".
Él sabía que sí, que sí era importante y que era más que suerte.
Aún así, no había resentimientos.
Tetsuya pensaba que su vida era llevadera, que era monótona.
Gracias a Dios ahora tenía una tediosa carrera universitaria que por mimos de su madre no iba a tener que ejercer hasta dentro de unos cuantos años, cuando heredara la empresa de su padre.
Números, muchos números y mucha gente hablando sobre negocios. La vida del pequeño no era tan complicada a ojos de otros. Pero era algo oscura a los propios.
Dejó de ver a la ventana y quito una de las cajas del sofá para después sentarse sobre el. No prendió la tv porque no le veía sentido a tenerla encendida cuando ni siquiera podía encontrar un canal de su agrado.
La mañana siguiente llegó mas rápido de lo que él hubiera querido, era noviembre y las mañanas ya eran heladas.
Le hubiera gustado haberse dormido en su cama nueva llena con cobijas calientes, pero la pesadez de sus ojos fue más grande que las ganas de caminar en la noche.
Su estómago hacía ruidos.
Pero ni siquiera tenía antojo de nada.
Salió a la calle en busca de algo para comprar, no era para nada complicado, solo tuvo que vestirse, tomar un buen abrigo y tomar el dinero.
Nada complicado, pero él lo veía como mucha molestia.
Salió del apartamento que sus padres habían elegido para él, salió del edificio y se dirigió al centro de la ciudad.
Le alegraba la decisión de sus padres al haber elegido un apartamento cerca del área comercial de la ciudad, no necesitaba un auto para llegar al área de restaurantes, ni siquiera necesitaba tomar el tren.
Sus padres habían pensado en todo para hacerle la vida más fácil.
Como siempre.
Llegó a la puerta de su apartamento y comenzó a buscar sus llaves. Joder, esas asquerosas y malditas llaves que vio en la mesita de noche junto con su maldito celular.
Decidió tocar en la puerta del vecino de enfrente para poder pedir prestado su teléfono, tocó una, dos, tres, hasta cuatro veces y nada... Maldición, ¿qué clase de persona no está en su casa a las 9 de la mañana? Tetsuya decidió comer su hamburguesa y papas fritas afuera de su apartamento.
-Maldición...
Bien, en cuanto acabara iría a la recepción para poder llamar a un cerrajero.
-
Kagami odiaba que no tomaran su tiempo en serio.
Su equipo había acordado ir al campanento al que acostumbraban a ir siempre. Habían acordado que iba a durar 9 días, pero por caprichos de ellos, tuvo que regresar al quinto.
"Que debiluchos..." Pensaba con algo de desdén.
Pero esperaba a que no se malinterpretara, estaba bastante contento en el equipo, solo que la temporada ya había terminado y las practicas solo eran para no enfríar tanto el cuerpo. Ya no se estaban tomando las cosas en serio, pero no había mucho que hacer ahora. No hasta inicios de la proxima temporada.
"Necesitan descansar tan siquiera un poco" Repetía en su cabeza las palabras que la entrenadora había dicho antes de que se marcharan.
Suspiró con pesadez al momento de sacar las llaves del bolsillo lateral de su pantalón.
Vio dos envolturas tiradas junto a la puerta de enfrente y decidió recogerlas con ahora una sonrisa en su rostro.
Una hamburguesa no sonaba nada mal ahora.