Como cada martes a medio día, seguía esa rutina, estaba sentado en el bus mientras miraba a todos los que esperaban fuera de la estación, y como siempre no lo vi hasta que bajé, resplandeciente, me acerqué y me vió... sus ojos tenían aquel extraño brillo.
— Vamos caminando — le susurre, dando un beso en su fría y etérea mejilla, asintió y comenzamos a caminar.
La gente me miró raro por aquel saludo, pero lo deje pasar, no era raro que lo hicieran, ya me había acostumbrado.
— Déjalos Kagami-kun, aún no se acostumbran — sonó en mis oídos su voz monótona, asentí y tomé su fría mano, caminando en un confortable silencio.
Suspirando comencé a hablar de lo que había pasado el resto de la semana, llenando el silencio entre ambos con murmullos.
Cuando llegamos al restaurant de sushi, donde me saludaron, nos fuimos a sentar y en poco tiempo llegó el pedido que todos los martes hacía; una malteada de vainilla, sushi para dos y un jugo.
Los clientes del restaurant miraron extrañados a nuestra mesa, él solo les ignoro y los que atendían miraban algo tristes, pero estaban también acostumbrados.
Todo era como un secreto a voces.
Comí tranquilo mientras conversaba con Kuroko, quien escuchaba atento y hacia amago de beber.
Nuevamente sentía las miradas de los demás clientes, pero era normal...
Ya estaba acostumbrado.
Luego de minutos, acabaron con su comida.
— ¿Vamos al cine? — dijo Kuroko como cada martes hacia, asentí, la rutina era siempre igual.
Caminaron nuevamente tomados de la mano, le apretaba cada vez que había un cruce, aunque hubiera luz verde miraba a todos lados preocupado, Kuroko sonrió suave.
— Tranquilo, nada pasara hoy — murmuro el peliceleste y solo sonrió suave, aún con un tinte de preocupación.
Todos la gente miraba hacia su dirección, pero eran ignorados.
Estaba en mi mundo.
Cuando llegamos al cine pedí boletos para dos, me los entregaron un tanto apenados. Ignorando eso por costumbre caminamos hacia las salas donde dí entrega de los dos boletos. El chico, que parecía nuevo, estaba a punto de decirme algo cuando uno de sus compañeros interrumpió dejándonos pasar.
Sonreí leve, en agradecimiento y entramos a la sala.
Vimos una película de comedia, Reía, mientras Kuroko me miraba, riendo inaudible.
Finalmente termino la pelicula.
Cuando salimos era ya tarde, caminos a la estación, esta vez en silencio, no quería que el día acabara, me despedi tristemente, Kuroko beso mis labios.
— Adiós Kagami-kun, gracias por esta cita.
— Adiós Kuroko... hasta la próxima.
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Kagami vió a aquel joven desvanecerse entre la multitud, mientras lágrimas caían por sus mejillas.
— Kagamicchi... —susurró Kise a lo lejos, Aomine miraba también la escena, debatiéndose entre ir o no.
— Bakagami no debería seguir con eso... engañandose.
— No fue su culpa — musitó Kise.
Kagami caminó lentamente, hasta que llegó a la esquina.
Casi podía ver en su mente aquella tragedia, Aomine y Kise llegaron a su lado, una mano en cada hombro, desde hace meses que sabían de aquella rutina, pero pensaron que con el tiempo Kagami dejaria de auto-engañarse con eso.
Aquel día, Kuroko cruzó la calle, más un auto no paró en verde, y su vida se extinguió.
Kuroko Tetsuya murió un martes a medio día, antes de tener su cita con Kagami, su novio.
— Siempre haces esto, todos los martes... ¿por qué?, Kagamicchi.
— Porque... Él siempre me espera.
— Tetsu...?— murmuró Aomine, asustandose ante la idea de Kuroko siendo un verdadero fantasma.
— sí...