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Friends. por Ashtad

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Notas del capitulo:

POR FIN! LA OTP ESTÁ DE REGRESO! (9*V*)9

 

AHHH! Mi plan inicial era darles más tiempo a estos muchachos, ya saben desarrollar más la historia, pero obviamente no puedo controlar mis impulsos y ya puse lemon en este capítulo. xD
No me arrepiento de nada.   ;u;

 

En fin… espero les guste este capítulo, los amo con la intensidad de mil soles. ;)

 

https://www.youtube.com/watch?v=JGwWNGJdvx8

<3

Existían muchas palabras para describir a Bruce Wayne, estas iban desde apuesto, galán, caballeroso, encantador hasta sensual, peligroso y caprichoso. Se rumoreaba que el príncipe de Gótica siempre obtenía lo que quería, como un niño mimado al que todo se le ofrece en bandeja de plata.

 

La mitad de eso eran exageraciones pero no por eso mentiras.

 

 

 

Muerto el día y recién nacida la noche era de esperarse más movimiento por la hora a la que estaba, sin embargo esa noche Bruce no estaba trabajando en la misión que incumbía a su ciudad a la del kryptoniano y a la del velocista, o patrullando como de costumbre.

 

 

 

Un informe de última hora lo había obligado a concentrar su atención en otra parte, dejando el anterior trabajo en las siempre bien calificadas manos de su fiel amigo Alfred.

 

Ese nuevo asunto era de vital importancia y preocupación, de lo contrario jamás se hubiera apartado de la misma forma en la que lo hizo. Hacía algunos días que había leído en las noticias reportes sobre personas halladas muertas bajo circunstancias extrañas, en un principio no le dio importancia ya que le atribuían estas muerte a algún tipo de virus o infección por los síntomas que padecieron todas las víctimas, sin embargo pronto se percató que no se trataba de ningún patógeno común, lo que lo orillo a investigar más minuciosamente encontrándose con algo que definitivamente no concordaba. Todos los cuerpos habían presentado los mismos síntomas antes de su deceso entre ellos la aparición de líneas que formaban grecas simulando patrones inconexos. Cuando se inmiscuyo más en el asunto encontró algo que en definitiva era el causante de las pérdidas humanas.

 

 

 

Analizando sus opciones Batman reconoció sin pesar que solo tenía dos opciones para abordar el problema. Una estaba en una misión fuera del sistema (también llamado Hal Jordan) y su otra opción seguramente ahora mismo salía de su siempre reconocida labor como periodista.

 

 

 

-Clark Kent, en qué puedo ayudarle?- Wayne escucho casi al instante de haber marcado la enérgica voz de Superman.

 

 

 

-Hola Clark, necesito verte.

 

 

 

-Bruce? Como conseguiste mi nu…? Todo está bien? Descubriste algo?

 

 

 

-Es por otro caso donde requiero tu ayuda.

 

 

 

-Yo… claro, estaré ahí en seguida.

 

 

 

-No te apures, termina de hacer lo que sea que estás haciendo.

 

 

 

-No, en serio, ya salí del diario. llegare en un segundo.

 

 

 

-De cualquier forma ahora mismo tenía planeado ir a...

 

 

 

-Hola.

 

 

 

-...comer.

 

 

 

Bruce no supo si sonreír por la eficiencia del superhombre o fruncir el ceño por la osadía de este por entrar a su casa sin previo aviso. Prefirió limitarse a levantar una ceja en señal de confusión; las ropas de Clark eran de civil: una camisa a cuadros azul cielo con las franjas marino, unos vaqueros oscuros un poco gastados en las rodillas y unas zapatillas deportivas del mismo tono que los pantalones que le conferían un aspecto bastante casual y atractivo. Sus gafas al igual que el cabello estaban desordenadas por la velocidad con la que tuvo que valora causando una risa casi imperceptible en el dueño de la mansión quien ya no tenía la expresión anonadada de antes.

 

 

 

-Oh! ibas a comer?-inconscientemente Clark se acomodó el mechón rebelde que colgaba frente su cara- lo lamento no quise importunar... si quieres vuelvo después.

 

 

 

-¿Ya comiste granjero?- el millonario se le acercó para acomodar sus peculiares lentes de pasta dura, sus finos dedos apenas y lo tocaron dejando sus accesorios en perfecto orden- Alfred preparó langosta.

 

 

 

Kent se quedó de una sola pieza, esa reacción fue la última que espero de su amigo. Tan perdido estaba que no se percató que ya se encontraba escaleras abajo detrás de Wayne dispuesto a comer lo que podría valer tres de sus salarios completos. Una vez en la mesa y recuperado de su trance vio cuando el amable mayordomo colocó un plato de porcelana justo frente a sí.  

 

Tan nerviosos estaba que no habló durante todo ese rato y ahora que trataba de imitar los movimientos de Bruce con los cubiertos se frustró, cuando, usando más fuerza de la debida partió en dos el frágil utensilio. Podía apostar que su cara ardía de vergüenza y estuvo a escasos segundos de disculparse y salir volando del lugar, no obstante cuando una encantadora melodía lo arrulló su preocupación se esfumó como si nunca hubiera existido. Esa maravillosa música era la risa de su aliado, Batman estaba riendo y no solo eso, se burlaba de él. Aun así no percibió malicia en el acto agradeciendo mucho la acción.

 

 

 

-Alfred va a matarte cuando sepa que rompiste el tenedor que le regaló una antigua familia de Zares Serbios- Clark se animó a sonreír como disculpa, se perdía en esos labios húmedos que formaban una magnífica curva- anda toma el mío.

 

 

 

Estaba a punto de sujetar el tenedor que se le ofrecía cuando la mano rápida de Bruce se alejó para que no lo tomara. Eso era extraño ¿a qué jugaba?

 

 

 

-Mejor te ayudo yo, no hay que arriesgarnos a perder otro tenedor ruso.

 

 

 

Los ojos de Kal eran dos discos bien abiertos que veían como Bruce tomaba un poco de la carne de su langosta y la aproximaba a su boca. Sin hacerse del rogar abrió los labios dejando que el manjar entrara y tuviera contacto con sus papilas, su amigo tomó otro pedazo con el mismo utensilio y esta vez lo comió el mismo.

 

Todo era tan surreal que por poco se le atora un bocado, Ken no sabía que era más exquisito, si la comida en sí o el hecho de estar siendo alimentado de tal forma por tan apuesto hombre.

 

Esa no era la primera vez que su compañero lo trataba de esa forma, ya antes se le había acercado de igual manera, como un felino grande que tienta a su presa antes de darle un zarpazo, pero como en todas esa anteriores situaciones Clark se había dejado consentir. No se sentía mal o incorrecto cada vez que recibía la atención de Bruce, de hecho su ego crecía con cada nueva demostración de aprecio y, como si fuera una terapia, su autoestima también iba en incremento con dirección a las nubes. Incluso cuando se encontraba más seguro de sí mismo también había participado en ese estrenado juego que tenían.

 

 

 

Justo terminaban de dar el último bocado cuando el mayordomo entró, ninguno mencionó nada y Clark se apresuró a levantarse sintiendo un cúmulo de emociones atoradas en todas partes.

 

Por poco olvida el motivo principal por el que había llegado, por suerte a Bruce no le había sucedido lo mismo ya que pronto inició con uno de sus siempre específicos reportes.

 

 

 

Le narró los acontecimientos y cómo estos se relacionaban con cierto meteorito que encontró. El transporte para su estudio había sido complicado (casi imposible a causa de la inestabilidad de este) y ahora la investigación resultaba peor aún. El causante de todo ese atropello había sido un pedazo de flor que en definitiva no pertenecía a ningún género del reino vegetal en el planeta Tierra.

 

Aquella desventura aún era lo bastante pequeña como para llamar la atención, todas las muertes había sucedido en Gótica y no encontraba indicios para pensar que se trataba de algún ataque terrorista; le platico que la piedra había sido tan pequeña que sus satélites no lo vieron y es que en realidad su cuerpo no era el problema sino lo que formaba la estructura.

 

La pequeña planta había estado durmiendo en el interior de ese meteorito y ahora con el oxígeno de la atmósfera era como si despertara de su letargo.

 

 

 

Cuando Clark la vio se concentró por completo en analizar lo mejor que pudo la extraña flor. Era de un color oscuro, tal vez purpura, los pétalos retorcidos se enredaban mutuamente haciendo una pirámide ligera que giraba hacia la derecha, de su tallo quedaba más muestra pero el color en lugar de ser verde como las que usualmente se veían en la Tierra era café anaranjado. Todo el cuerpo de la exótica planta aún se hallaba como fósil en gran parte del meteorito. Batman le explico que no podía sacarla del tubo hermético donde la metió para estudiarla sin correr el riesgo de infectar toda Gótica.

 

Superman sopeso las opciones que tenían y al verificar que no conocía la especie decidió acudir al lugar donde estaba la mayor información sobre otros mundos que conocía: La Fortaleza.

 

Una vez le propuso la idea a Bruce y puestos en marcha con todo lo que el millonario considero necesario partieron a la gran “biblioteca” del kryptoniano.

 

 

 

Por su parte, Kal, era incapaz de controlar la emoción que se le destilaba por cada poro. El simple hecho de que Batman buscará su ayuda lo hacía desbordar satisfacción; inevitablemente recordó como era Lex cada vez que le ofrecía apoyo “puede que aprendas rápido, pero eso no es lo mismo que entender” era lo que usualmente le solía decir para sacarlo de sus laboratorios. Y ahora estaba ahí, con Bruce a su lado en una nave de última generación con dirección a su segundo hogar con la petición de Batman de ayudarlo en ese caso tan delicado que si no se trataba con el cuidado necesario podría generar miles de muertes.

 

No podía negarlo, se sentía feliz de que alguien lo considerara algo más que solo músculos.

 

 

 

Entre pláticas relacionadas con otras experiencias con patógenos el camino pareció avanzar sin problemas, la comodidad que ambos sentían al trabajar en equipo era producto de la confianza que se tenían. Una vez adentro fue el kryptoniano quien manejó en su mayoría la situación; aunque Bruce se apartó un poco lo cierto era que aun vigilaba las acciones del otro, reacción bastante común en el encapuchado.

 

Clark metió la muestra en una máquina que se encargaba de cotejarla con la base de datos que poseía su guarida. Mientras ambos esperaban considero buena idea mostrarle un poco de las instalaciones, fue así como le dio un recorrido por la fachada principal, por algunos de sus laboratorios donde trabajaba en sus propios proyectos, e incluso lo paseo por su zoológico, aquel que albergaba a las especies de plantas extintos manteniendo la esperanza de algún día regresarlas a su antigua gloria.

 

Fue de esa forma, y por la curiosidad innata del humano, que ambos llegaron al salón principal donde se guardaban los mayores tesoros del alienígena.

 

 

 

-¿Qué son?

 

 

 

Una extraña formación de un mineral desconocido se extendía formando una media luna justo en el centro del lugar. Apilados de formas desordenadas pero con un claro propósito de estar en el lugar donde reposaban.

 

 

 

-Cristales, contienen toda la información que alguna vez poseyó Krypton.

 

 

 

-Wow…- contadas eran las veces cuando el siempre estoico Batman en verdad se impresionaba- parecen demasiado frágiles, como los hacían?

 

 

 

-Eran capaces de crear cristales perfectos en los cuales grababan ópticamente millones de datos.

 

 

 

-Increíble…

 

 

 

Clark estaba embriagado por la esencia que desprendía su amigo, era sutil como un susurro de la brisa primaveral, una combinación de estilos entre frescura, fuerza y seducción. Las manos de su invitado movían de forma cuidadosa uno de los cristales que Kal le había facilitado con la única intención de impresionarlo, lo observaba en todos los ángulos posibles admirando los destellos nacarados de la piedra blanca, lucían como si fueran silicatos de sal pero mucho más bellos.

 

En esa distancia y en aquel estado Kal lo tomó levemente de la cadera atrayéndolo a su fuerte cuerpo y aunque Wayne estaba atento al cristal que cargaba fue consciente claramente del tímido abrazo que estaba recibiendo, el calor que producía el otro era satisfactor y la dureza del cuerpo tras suyo le resultó placentera.

 

 

 

-¿Cuantos tienes?- Bruce ladeo la cabeza cuando le pregunto. La convicción con la que lo miraba le causó calambres en varias partes de su cuerpo.

 

 

 

-19,058

 

 

 

-¿Exactos?

 

 

 

-Todos y cada uno de ellos.

 

 

 

Y lo que tanto deseo inconscientemente lo hizo en un abrir y cerrar de ojos. Se besaron lentamente, deslizando sus labios con parsimonia en medio de esa albina habitación, ente el brillo de miles de cristales que parecían diamantes resplandecientes.

 

El superhombre lo sujetó mejor con la intención de besarlo de forma más completa recorriendo su aliento, probando (por primera y Dios quisiera no única vez) el sabor de su respiración, anhelando tener todo el tiempo del mundo para recorrer cada milímetro de esa boca.

 

Un beso que fue seguido de otros más exploradores y provocativos. “Clark” creyó haber escuchado ya con la plena satisfacción de no reconocer que labios eran los suyos, formando un mismo sabor, y recibiendo pequeños mordiscos que lo estremecían. Comparando esa boca con un helado por las lamidas que le regaló y recibió. Entre todo ese revoltijo de pensamientos le llegó una imagen tan nítida que le escoció el alma, una donde estaban él y Bruce. Solo ellos dos y ese beso.

 

 

 

-Clark, tenemos trabajo que hacer- apenas se separaron sus bocas ya que sus cuerpos aún permanecían abrazados.

 

 

 

-Un robot nos avisara cuando encuentre algo.

 

 

 

Kent casi sintió morir de placer cuando su compañero le sonrió me dio lado de aquella forma tan coqueta que tenía. No queriendo liberarlo se dirigió hacia la sección de habitaciones con las que contaba la Fortaleza.

 

Afuera el clima era una ventisca violenta mezclada de frías ráfagas y hielo, el sol no alumbraba nada dejando las luces polares dirigir caminos serpenteantes sobre las montañas escarpadas y aguas congeladas, un escenario bastante diferente al que se tenía adentro de esa madriguera donde un calor abrasador les pedía que se deshicieran de las ropas para que las pieles se refrescaran.

 

 

 

Sin embargo tan rápido llegaron a la alcoba una especie de alarma chirriante les alertó que la base de datos por fin había encontrado una coincidencia con la flor alienígena y ahora era momento de volver a la misión de investigadores relegando penosamente el papel de amantes.

 

 

 

Ni Clark ni Bruce mencionaron nada acerca de lo reciente, limitándose a salir para cumplir el deber autoimpuesto de héroes. Una vez supieron que era y de donde provenía la purpurina flor lo que le siguió fue fácil; buscar una cura para la espora se simplificó satisfactoriamente dejando el asunto zanjado.

 

 

 

Cuando se tuvieron que separar y cada quien tomar el camino a sus respectivas ciudades fue que la realidad pareció tomar conciencia haciéndolos pensar con la cabeza fría.

 

Obviando quien fue el que se atormento más, Clark no fue capaz de concebir el sueño esa semana producto de la espesura de sus cavilaciones.

 

Había engañado a su novio, había traicionado a Lex” y a pesar de eso ¿Por qué se sentía tan feliz? ¿Cómo explicar esas energías que poco tenían que ver con el sol? ¿Cómo un beso podía ser paraíso e infierno al mismo tiempo?

 

Cuando no se perdía en imaginar el rostro de Bruce y la suavidad de sus labios se mortificaba entre lamentos por haber sido infiel a la persona que amaba.

 

 

 

Así dio pie a una nueva y desconocida fase en su vida; se auto negociaba argumentos justificando sus actos y, secretamente, buscando un nuevo pretexto para hacerlo de nuevo.

 

 

 

Pronto llegó a la conclusión de que aquellos besos habían sido pecaminosos porque esa boca le robó el alma, más que besar sus labios le besaron el mismo deseo, le detuvieron la respiración quemando con brío por dentro, fue un contacto que lo incito a la pasión y al desenfreno, fue un beso que deseo con intensidad fuera capaz de saltar los límites de la ropa para abrirse camino por doquier, anhelando dejar marcas milímetro a milímetro en ese cuerpo. ¡Ah! ¡Que delicioso era el pecado!

 

 

 

Una vez convencido, tomó el coraje que necesitaba para encarar al murciélago. En esa misma velada visitó la ciudad maldita y, para variar, voló en línea recta hacia la mansión en la colina que parecía un observatorio elegante esperando algo fuera de la rutina. Escuchaba el compás que hacia la sangre bombeada por todas esas vigorosas venas, armónico y tranquilo como de costumbre. No necesitaba excusa que inventar, si Bruce le llegaba a preguntar que hacia ahí le respondería que estaba expectante por la investigación que venían realizando en mancuerna.

 

 

 

Por lo general entraba por uno de los ventanales que poseía la morada, acceso que le facilitó Alfred con la intención de no hacerlo esperar cada vez que tocaba a la puerta. Los muebles impecables, el exquisito arte que decoraba la estancia y el aroma de limpiador fresco lo infundieron de vigor provocando que ingiera más su postura inflando el pecho y levantando el mentón. Superman estaba ansioso por contemplar al humano que escribía palabras sobre el teclado de su ordenador portátil en el despacho secundario.

 

Toco la puerta por mera cortesía a medias ya que no espero respuesta adentrándose en tres movimientos.

 

Los preciosos ojos de Bruce estaban salpicados por sorpresa y un poco de reticencia. Kal no tuvo que decir o inventar nada, en cuanto Wayne se recompuso se levantó de su cómoda silla y le salto encima enredando sus brazos (realmente no saltó, camino despacio lleno de gracia haciéndolo sonreír).

 

Una vez más ahí estaban. La misma imagen donde solo existían ellos. Las bocas ávidas se probaban por segunda vez dando pie a una nueva costumbre entre ambos héroes. Así se pasaron los minutos, con ellos las horas.

 

 

 

Sus reuniones continuaron con mayor frecuencia donde casi siempre había arrumacos, caricias, besos y miradas cómplices. No conforme con eso fue que un día Superman se aventó sin cuerda al abismo apostando el todo por el todo. Esa tarde habían comido juntos en empresas Wayne y ya salían con la única intención de volver a estar en privado.

 

El viaje en limusina fue ameno y silencioso. Las luces de las calles eran de distintos colores entre amarillas, blancas, azules, verdes y naranjas confiriendo otra perspectiva a las banquetas y establecimientos del lugar; el kryptoniano admiro los frutos del trabajo constante de Batman dejándolo impresionado. Sabía que el camino era largo y aún faltaba mucho que transitar pero jamás dudaría que algún día Gótica seria lo que merecía ser: un lugar mejor.

 

Y todo gracias a ese hombre que con cada día que pasaban juntos lo consideraba más increíble que todo un sistema solar completo.

 

 

 

Cuando llegaron se abstuvieron de cenar, volvieron a trabajar un poco hasta que el reportero le pidió un poco de atención.

 

 

 

-Hace tiempo te quería dar esto Bruce- rebusco entre las cosas de su maletín hasta sacar una caja color vino de aproximadamente doce centímetros- espero no te moleste.

 

 

 

Bruce tomo el presente y al abrirla no supo ni qué cara puso. Adentro se hallaban un par de mancuernillas plateadas con hermosos diamantes blancos.

 

 

 

-¿Cómo...?

 

 

 

-Yo las hice- respondió imaginando que Bruce se preguntaba la manera que las pago. Aunque a Clark no le gustaba sacar provecho de sus habilidades también tenía claro que deseaba darle un regalo único a su amigo, algo que solo pudiera tener Bruce, un presente tan especial como lo era él- ¿sabías que en Saturno llueven diamantes?

 

 

 

-A causa del metano en su atmósfera.

 

 

 

-Exacto.

 

 

 

-Son hermosas Clark- las miro embelesado admirando ese destello. Durante toda su vida había recibido millones de presentes, pero eran pocos los que en verdad atesoraba- no era necesario ir tan lejos.

 

 

 

-Hay algo más- Clark giró una con la intención de mostrarle algo que esperaba le agradara al playboy- ¿Te gusta?

 

 

 

Las letras “B.W.” estaban grabadas sobre la fina pieza de plata que sostenía. Los detalles eran sencillos pero altamente satisfactorios y gratificantes.

 

 

 

-Gracias granjero- las dejo de ver para concentrarse en otra cosa- ahora me haces sentir culpable por no darte nada tan bueno como esto.

 

 

 

-Ya lo hiciste Bruce… esa hermosa sonrisa no la podría encontrar ni recorriendo todas las galaxias- paso suavemente el dorso de su mano por la mejilla del humano. Las cosas entre ellos habían ocurrido de forma demasiado apresurada; aun así nada le importaba si podía traspasar los escudos del no tan frio Batman.  

 

 

 

-¿Siempre eres así de cursi?

 

 

 

-Algunas veces.

 

 

 

Esa noche ninguno durmió. Clark lo llevó hacia la cama más cercana que encontró, con cuidado lo depositó sobre el mullido colchón con la intención de tatuarse la imagen en su conciencia aunque esta después le escupiera sus faltas para con Lex.

 

Bruce había tomado el rol de guiar las acciones; fue él quien se quitó sus ropas y las de su compañero, ambos tomándose su tiempo sin apresurar las cosas.

 

Sus fríos dedos le empezaron a masajear su semi erecto miembro con algo de brusquedad logrando ponerlo por completo duro, la experiencia era algo que lo excito y molesto. Se decía que el joven Bruce era un maestro en el sexo y pronto descubrirá que tan cierto era aquello.

 

Ahora Clark estaba encima del humano con los brazos a su costado entregándose al placer que le brindaba esa mano, mirando sus ojos intensamente aprendiendo el color exacto de estos.

 

 

 

Bramo grueso cuando los dedos del filántropo acariciaron la punta de su pene formando círculos sobre este. Había pasado mucho tiempo de su última corrida haciéndolo inmune a esas impúdicas manos que lo obligaron a liberar toda su blanca esencia.

 

Bruce río por lo rápido que fue haciendo que el hijo de Krypton fingiera disconformidad; tomando su propio semen Clark lo escurrió por sus dedos bajo la atenta mirada celeste del humano quien ya deseaba lo que seguramente el reportero haría.

 

Con la mano que no estaba cubierta por el blanco néctar incito a Wayne para que abriera las piernas. Una vez se acomodado entre las blancas extremidades hizo algo que por su mente jamás cruzó.

 

Inicio a lubricar aquella apretada entrada con la ayuda de su semen arrancando jadeos y gemidos.

 

 

 

-Agh… hazlo Kal…- dejo la frase incompleta cuando sintió el duro miembro dar los primeros indicios de intromisión.

 

 

 

Clark creyó tocar las nubes sin la necesidad de volar. Ese cuerpo apretado y caliente le asfixiaba su miembro. Estaba seguro que de no ser por su piel resistente ahora mismo tendría las uñas de Bruce marcadas por toda su espalda, la idea lo excito llevándolo a otro nivel de pasión. El humano no hacía mucho por callar los hermosos ruiditos que soltaba sobre el cuello u oído kriptoniano. Todo fue una suma acelerada que lo orilló a iniciar con sus embestidas de forma rápida y certera golpeando la próstata y sacando lágrimas de auténtico placer en su amigo. Un poco más de fuerza y hubiera partido en dos la cama que ya crujía en protesta por los saltos que daban ambos cuerpos.

 

Ese cuerpo bajo suyo era perfecto como si hubiera hecho a mano para alguien como él, adorando con la mirada como Bruce lo hacía poner sus manos en su cintura y lo incitaba para que pusiera su cuerpo encima siguiendo su compás. Presionando y tirando con fuerza como si fuera un imán, sin darse cuenta que no solo su cuerpo sino que también su mente estaba sucumbiendo.

 

Con la satisfacción de que a la mañana siguiente, cuando ya no estuvieran juntos, las sabanas de Bruce conservarían su aroma, la mezcla de ambos esperando para otra ronda haciendo imposible librarse de ese olor.

 

 

 

Clark subió las piernas del millonario sobre sus hombros con la intención de conseguir abarcar más espacio, no apartaba los ojos de las expresiones de su colega lo vio estremecerse más de una vez con los ojos cerrados y la boca entre abierta. Las rodillas de Bruce se encontraban justo a un lado de sus orejas y entonces se dio cuenta que volvería. Esa no sería su última noche, ese apenas era el hermoso inicio de algo que no podía nombrar.

 

 

 

Tres, cuatro, cinco embestidas más y Bruce se corrió sobre su pecho aspirando el aire con verdadera necesidad y abriendo sus orbes celestes provocando un tirón en el miembro del superhombre quien sabía pronto llegaría al orgasmo. Kent se disponía a salir de ese cuerpo antes de que no fuera capaz de controlarse pero las manos del magnate lo detuvieron de alejarse.

 

 

 

-Hazlo dentro Clark, quiero sentir cuando te corras.

 

 

 

-Dios Bruce- y así lo hizo llenándole las entrañas y tocando la gloria-eres magnifico.

 

 

 

Pasaron largo rato componiéndose de la falta de oxígeno que los mataba dulcemente; aun estaban unidos y cuando Clark por fin salió de manera cuidadosa el ruido de su miembro abandonando esa estrecha entrada lo estremeció de alegría. Por su parte Bruce se sintió amargamente vacío cuando la hombría de acero lo dejo. Kal-El le acarició los cabellos y le respiro por todo el cuello, él simplemente se dejó hacer sintiéndose cada vez más somnoliento. El filántropo se acostó de lado dándole la espalda a su invitado quien rápido se percató que se sentía fuera de lugar sin saber cómo actuar correctamente.

 

El reportero no sabía qué hacer, ¿esa actitud significaba que deseaba que se fuera? ¿Estaba bien si se quedaba a su lado?

 

 

 

Y cuando tomó la decisión de mejor retirarse a sus propios aposentos en Metrópolis la cantarina voz de Bruce lo retuvo una vez más haciéndolo el hombre más feliz sobre la faz de la tierra.

 

 

 

-Anda Clark, ya acuéstate- Bruce no se había movido de su lugar pero todo su cuerpo estaba por demás relajado- mañana es como en cuatro horas.

 

 

 

Superman se acomodó rápidamente a su lado abrazándolo por la espalda y formando una extraña cuchara humana entrelazo sus dedos, le volvió a besar en el cuello.

 

 

 

-Sabes, no te conté todo acerca del regalo que te di- mencionó aun animado por lo que acaban de hacer. La pelvis de Bruce lo rozo y tuvo que usar todo su autocontrol para no voltearlo y volver a hacerlo suyo.

 

 

 

-Ah no?- Batman mantenía los ojos cerrados sintiendo la dureza de Smallville en todo su esplendor arrebatando una sonrisa culposa por ser el responsable- ¿qué faltó decir?- a pesar de estar acostumbrado a no dormir mucho esa noche se sentía particularmente tranquilo que el cansancio lo vencía veloz.

 

 

 

-Tiene un pequeño mecanismo que las vuelve en una llave… más concretamente un a llave maestra.

 

 

 

-¿Abre de todo?

 

 

 

-En su mayoría.

 

 

 

-Ese es un gran presente Superman.

 

 

 

-No hagas eso Bruce- lo estrecho más cuidando a cada momento la fuerza que empleaba, el murciélago abrió los ojos y giró el rostro para verlo con la expresión incrédula de quien no entiende lo que ha hecho- di mi nombre Bruce.

 

 

 

-Gracias Clark- había dicho un agradecimiento con la voz y con la mirada le pedía un sincero perdón- las usare.

 

 

 

Se dieron un último beso antes de dormir. Uno que apenas y duro, el delicado sello y firma que los volvía confidentes de un secreto más.

 

Así fue como los recibió la estrella del amanecer con la experiencia de por primera vez haber hecho el amor.

Notas finales:

No me queda más que desearles un feliz año nuevo lleno de puras cosas buenas y agradecerles por todo: comentar, compartir mis pequeñas historias en grupos de fb, darme la oportunidad de estar con ustedes, de soportar mis hiatus, pero sobre todo muchas gracias por su tiempo, de leer, por que no importa si son fantasmas lo que cuenta es que son MIS fantasmas y yo los quiero a todos y cada uno de ustedes.

 

¿Si no hay nadie que lee entonces para que existe un escritor?

 

Así que muchas gracias, feliz año, y les envió, como siempre, muchos besos y abrazos al puro estilo panda.  >3<  …  


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