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Tulipanes rojos por Naruu Uzumakii

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Notas del fanfic:

Hola preciosos mortales

Hoy vengo con esta nueva historia, cortita pero tierna. 

La escribí para un concurso de z98;One shotz99; y gané el segundo lugar~ ni yo supe cómo xD

¡Disfritenla

 

El vestido blanco estaba arrugado, manchado de vino y lodo, se había vestido como Lucy pidió y la malagradecida no llegó cuando la marcha nupcial se dejó oír. Los adornos de rosas, gardenias, claveles blancos y los tulipanes rojos  —petición de Lucy— estaban arreglados por todo el patio, dejando el camino que Lucy seguiría hacia el altar cubierto de rosas. Sin embargo no ocurrió. Del vestido blanco y hermoso solo quedaban estragos. Se negó a irse cuando la tormenta se desató, esperando aún por ella. 

 

—¡Mientes! ¡No puede estar pasando esto! ¡No! —Llevó ambas manos a sus mejillas, sollozando y maldiciendo en el acto, ¿cómo podía haber ocurrido aquella desgracia? La mujer de cabellos rojos mantenía la mirada fija hacia afuera de la ventana, mirando como la lluvia arremetía con todo a su paso. Dos fatídicos días habían transcurrido desde la desaparición de Lucy, su prometida. 

—Por favor, cálmate, Alexa —dijo la ama de llaves tomando ambas manos enguantadas de la chica. Miraba como en entrecejo de ésta dejaba de arrugarse, la palidez se apoderaba de ella, la desesperación la invadía y entonces el desmayo vino tan dramáticamente que la arrojó a los brazos de la mujer mayor. 

—¡Alexa! —gritó un hombre mayor, acercándose a tomarla en brazos. Una vez más las sombras cubrían el cielo de aquella casona. Alexa ya no tenía a nadie además de ellos dos. Sus padres habían fallecido por la vejez y ahora su prometida la había dejado. 

 

Las horas pasaron sin ninguna prisa, la mujer de cabellos rojos, cabeza de aquella poderosa familia estaba sentada en la salita de aquel lugar, esperando con paciencia, con la mirada perdida y las ojeras adornando el pálido rostro; herencia de su madre. Hija única, el milagro de los Williams, debido a que nació cuando sus padres ya estaban en edad adulta avanzada. 

El desesperante tic tac del reloj anunciaba que las horas se estaban yendo, que aquel trámite era largo aún siendo de aquella familia. El hombre de cabello cano que salió de la habitación en donde ella ingresaría le estrujó el corazón: lloraba con amargura, apretando contra su pecho una cruz de plata, familia adinerada al igual que ella… el dinero nada podía arreglar en esa situación. 

—No se supone que los padres entierren a los hijos —le dijo con amargura. Ella solo asintió. 

 

—Dime, ¿cuánto me quieres? —profirió la dama de cabellos castaños mirando la pradera que estaba frente a ellas, vacacionaban en una de las tantas propiedades de la mayor. 

—Mi amor no se puede medir en cantidad, Lucy  —susurró tomándola de la cintura, atrayéndola más hacía sí. El cielo comenzaba a oscurecerse, una tormenta se acercaba rápidamente. Ante aquellas respuestas la menor solo hacía pucheros. 

—Yo te amo más que a mi propia vida, Alexa… más que a todo —dijo recargándose en el pecho de su amante, esta no respondió pero todos sabían que Alexa dejaría todo lo que tenía y peor aún, lo que era, si Lucy lo pedía. 

 

—Alexa Williams —anunciaron por tercera vez y ella salió de su trance. No servía de nada recordar aquellos tiempos felices y lejanos. 

—Soy yo —dijo levantándose del incómodo asiento, alisándose el vestido rojo que portaba—. Yo soy Alexa Williams, señorita… 

—¿Está lista? —interrogó la encargada, vestida de traje negro. 

—Nací lista —comunicó guardando en su bolso las gafas oscuras que había estado jugando. “Todo irá bien, es una mentira, no es ella” se repetía. 

Ni bien entró al lugar su nariz se arrugó, el fétido olor impregnaba la habitación, ya formaba parte de ahí. Todo era blanco, excepto claro, los instrumentos que usaban. Había varias camillas cubiertas con sábanas, cuando pasaba a su lado creía que le tomarían la muñeca. Al fondo distinguió una mano que sobresalía de las sabanas; un tatuaje con una z98;Az99;mayúscula en cursiva estaba en la muñeca de aquel cuerpo sin vida, sus piernas temblaron. 

—Solo necesita mirarla y es todo… la Srta. Porter no tenía a nadie más que usted en sus números de emergencia. 

Asintió dudosa, la sábana fue levantada poco a poco de aquel frágil y rígido cuerpo. Los ojos azules se llenaron de agua salada y sintió presión en el pecho. Su cuerpo tembló y en lugar de lanzar un grito lo que su boca desprendió fue un alarido. 

 

“Oh, mi bello tulipán ¿qué te hicieron? ¿quién fue tan cobarde para dejarte así? El infierno no es un lugar al que quieran ir después de esto” 

 

Frente a ella estaba el cuerpo sin vida de su más grande amor, de su niña, de su cura y su enfermedad, de su amada, había heridas por todos lados. El auto en el que viajaba a la casona para el día de su boda fue embestido por un conductor ebrio, los sacó del camino y muriendo al instante el conductor y dos damas, Lucy agonizó al menos dos horas antes de morir.

—E… es ella —dijo. El día lo pasó preparando todo para el funeral. 

 

Los violines desprendían notas tan melancólicas que incluso los que no conocían a Lucy lloraban. La casona estaba adornada de tulipanes blancos y rojos a los pies de Lucy. Los invitados no vestían colores pasteles alegres, tenían colores oscuros. Las criadas andaban por aquí y por allá llevando café y chocolate caliente. El jardín seguía mojado por la lluvia que caía. 

Y, la dueña de tanto poderío se limitaba a mirar por la ventana, sosteniendo una taza de humeante chocolate caliente, favorito de su amada. Recordando que un día de cielo gris perdió a sus padres y, un día de cielo gris había perdido a su amada, a su luz… derramaba lágrimas, sollozaba, los espasmos la sacudieron pero ella no hizo caso. No apartó la vista de la ventana en ningún momento; como si a través de aquel cristal alguien la mirara y le susurrara con la mirada palabras dulces, cálidas: z98;Todo irá bien, debes ser fuertez99; 

Jamás volvería a mirar aquellos ojos avellana, jamás oiría la risa melódica de su amada, jamás sentiría los brazos cálidos de su niña alrededor de su cuerpo, jamás la volvería a ver… 

 

Ella tenía que vestirse de blanco, no de negro. Ella tenía que planear una boda, no un funeral. Ella tenía que decir z98;aceptoz99; no:z98;adiósz99;.

 

Notas finales:

Bueeeno, eso es todo por ahora.

Estoy preparando una historia dramática y muy gay xD 

Ya casi verá la bella luz. 

Hasta la próxima bellezas.


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