Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Diez mil por qués por Eurus

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

_________________________________________
No existe peor camino
que no saber ni dónde correr
ni peor suspiro que mirarte y ver
que nada va a cambiar.

-Beret
_________________________________________

 

Antes de empezar, ¡gracias por 20 leídas en tres horas! <3

«¡Kaito Kid anuncia el robo de Red Giant!
La joya más grande y antigua del continente americano está en peligro: el Lupin del siglo XXI...»

Shinichi sonrió.

Cada uno era "feliz" y triunfaba en lo que mejor se le daba.

Cada uno había hecho borrón y cuenta nueva con su vida. O eso creían:

Shinichi seguía durmiendo acurrucado e inmóvil en un rincón de su cama, como si Kaito estuviera a su espalda. Kaito se seguía despertando temprano para preparar el desayuno, como si fuera a aparecer Shinichi en la cocina asombrándose de que intentara hacer una comida decente sin tener que obligarle. Shinichi seguía levantándose tarde por las mañanas, como si en su cocina estuviera Kaito teniendo que hacer una y otra vez el desayuno hasta que fuera algo más que comida quemada e insípida y él tuviera que darle tiempo para limpiar.

Kaito seguía siendo Kaito, pero más vacío; Shinichi seguía siendo detective, pero no el mejor de Japón.

Lo peor de todo era de que no tenían claro si había sido una ruptura.

A Shinichi le daba miedo, mientras las cosas no se aclaraba, tratar de hacer las paces con Ran. No quería cometer el mismo error dos veces. Iba a esperar. Esta vez sí.

Kaito Kid había tardado meses en mandar un nuevo aviso, nada pudo entusiasmar más a la población japonesa. Sobre todo, cómo no, al inspector Nakamori, padre de Aoko, la mejor amiga de Kaito. Ése hombre llevaba más de diez años tras el ladrón fantasma, más de cincuenta intentos fallidos de atraparlo, ponía a más de cien policías en cada "escenario" donde el ladrón actuaba... Estaba obsesionado. Y como sólo tenía a su hija, ésta faltó a clase para cuidar la presión arterial del inspector...

—Hoy lo atraparé, Aoko... —le afirmó, recostándose en el sofá— Si ha pasado tanto desde su último golpe es porque salió herido o algo, ¿sabes qué significa eso? Que se habrá debilitado, ¿sabes qué significa eso...?

¿Que Kaito Kid había intentado que su ruptura no le afectara sin éxito, tal vez?

Obviamente, llamaron a Shinichi, a pesar de la mala fama que estaba consiguiendo, ya que en sus otros encuentros con Kid no le había ido del todo mal, aunque no llegó a atraparlo (y robó una de esas cosas que nunca devolvió: su corazón).

Su mala fama se debía a los fallos que cometía en los casos. Aunque no quería, siempre una parte de él (todo él) estaba dándole vueltas a las últimas palabras de Kaito: no sé...

Encarcelaba a personas cuya inocencia se demostraba días después. Rompía objetos creyendo que eran pruebas cuando no eran más que las posesiones más valiosas de las víctimas. Desaparecía cuando tenía que resolver un caso en el que estaba implicado, por X o por Y, un mago.

Pero de este caso no iba a huir. Tenía un as bajo la manga.

Él había sufrido de una forma muy diferente a la de Kaito la supuesta ruptura. No sentía tristeza, sino rabia. Por él mismo, por dejarlo ir, y por su ex-novio, por ser un misterio complicado. Porque lo tenía bien confundido. Y quizás, sólo quizás, estaba haciéndole perder el tiempo mientras perdía otra relación que de también le importaba.

***

Miró su reloj. 20:55. Cinco minutos y él aparecería...

Volaba lentamente en helicóptero junto al inspector Megure, que tenía los ojos fijos en el cielo. Shinichi pilotaba. Y le costaba concentrarse a causa de los nervios. ¿Aparecería? ¿Su plan funcionaría? ¿Había suficientes agentes? Qué importaba eso, siempre conseguía burlar la seguridad.

Red Giant estaba expuesto en un museo que pertenecía a la familia Suzuki, por ello aquella noche estaban presentes Sonoko Suzuki, la mejor amiga de Ran, y la propia Ran. Mientras que Ran sólo deseaba que Kid apareciera para que al instante Shinichi lo atrapara de una vez por todas y no se llevara la joya de la abuela de su amiga, a Sonoko le daba igual la joya, sólo le importaba poder tener la posibilidad de verle la cara al ladrón, arrestado o no. Era una gran admiradora.

Shinichi también lo era. Más bien, lo fue.

20:59. No nos decepciones, Kaito Kid...

Sus manos comenzaron a temblar notablemente, y como tenía éstas sobre los mandos del helicóptero, este comenzó a balancearse de un lado a otro violentamente y a hacer piruetas. 
—¡¿Qué está pasando, Kudo?! —preguntó Megure, aferrándose como podía a su asiento. Su móvil no tardó en sonar, pero sí tardó en ser descolgado. Apenas podía sujetarlo— ¿Qué pasa, inspector Nakamori?

—¡¿Que qué pasa?! ¿Qué estáis haciendo, bastardos? —exclamó Nakamori, tan fuerte que hizo que Megure apartara la oreja del auricular y hasta Shinichi lo oyó.

Respiró hondo. Tenía que calmarse si quería salir ganando. Y lo hizo, pensando en algo que no tenía nada que ver, en su ídolo: Sherlock Holmes. El helicóptero se estabilizó, por fortuna para el inspector Nakamori.

—N-No sé, qué ha pasado, cre-creo que el chico se ha puesto algo nervioso... —respondió Megure, jadeando, tratando de recuperarse del tremendo susto. Colgó el teléfono y le colocó la mano en el hombro a Shinichi— ¿Todo bien, Kudo?

—S-s-sí, no se preocupe, inspector... —mintió, levantando el pulgar.

21:00

Desde el principio hubo vitoreos y gritos a coro llamando Kaito; ahora sonaban más fuerte, tanto que apenas le dejaban a Shinichi oír sus propios pensamientos. Vio cómo un helicóptero, el número 7, se acercaba a la cúpula del tejado del museo, y tenía varios cables colgando. Sonrío. Ahí estaba.

—¡Ladies and gentlemans...!

Tras lanzar varios fuegos artificiales, entre los gritos de entusiasmo de su numeroso público, apareció Kaito Kid, sobre la cúpula, agarrando la punta de su sombrero de copa blanco.

Cuando se quiso dar cuenta, Shinichi estaba volando hacia él a toda velocidad, mientras Megure le gritaba que aquello no era lo planeado. El detective lo dejó a él al mando cuando estaban a apenas cinco metros de Kid. Abrió la trampilla que había en el suelo del helicóptero de una patada y por esta dejó caer una escalera. Se colocó en la boca su pistola mientras se sentaba en el borde del agujero de la trampilla para después comenzar a bajar por la escalera.

Una parte de él quería detenerse y observarlo. Admirar la elegancia con la que se ondeaba su impoluta capa blanca con el viento. Admirar la soltura con la que realizaba sus trucos que arrancaban al público vítores y a los policías suspiros. Pero si lo hacía...

No podía identificar qué era peor: no disfrutar del esperado espectáculo de Kid o llevar a cabo su plan, que podría acabar muy, muy mal...

—¡El retorno que más habéis esperado, el de un servidor! —Hizo una reverencia. Después hizo aparecer con un chasquido una rosa azul, que lanzó al público y pasó justo al lado de la oreja de Shinichi, (Kaito aún no lo conseguía ver) haciéndole una pequeña herida con una espina.


El joven ladrón estaba disfrutando su show y los gritos enloquecidos de sus fans más que nunca. Hacía bastante que había dejado de sentir la adrenalina corriendo por sus venas. Y ahora que lo volvía a hacer, se sentía realizado. Libre.

Se aseguró de que la rosa aterrizara en manos de Aoko, su mejor amiga. Se lo merecía porque, a pesar de no saber porqué él estaba "tan raro" (decaído, desganado, derrotado, aterrado) estuvo siempre a su lado intentando sacarle una sonrisa con chistes malos y caídas intencionadas. Le había lanzado un beso si ella supiera su identidad. Y se acordó de esa persona que sabía quién era.

Justo ahí se dio cuenta de que esa persona estaba presente, apuntándole con una pistola


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).