Easy Going
Capítulo 6:
— Severus ¿Podemos hablar? —Preguntó Draco entrando en las habitaciones de su padrino.
— Seguro ¿Qué sucede? No me digas que perdiste la apuesta.
— Tsk… peor… —El pocionista volteó a mirarlo—. Creo que me estoy enamorando —Severus suspiró.
— ¿Por qué nunca me haces caso Draco? Te dije que esto podía salírsete de las manos…
— Jamás pensé que podía ser tan peligroso… pero el destino me jugó una fea… he estado con mucha gente Severus… pero…
— ¿Estás seguro que no estás confundido?
— ¡Sí! ¡Estoy confundido! ¡Me deshago en la confusión! Hace dos semana lo único que quería era avergonzarlo y hacérselo pasar lo más mal posible. Ahora, cada vez que trato de humillarlo me siento la mierda más mierda de este mundo.
— Draco…
— No Severus… es algo extraño, siento como si Él fuera lo que he estado esperando toda mi vida. Mi alma gemela. Mi complemento. Sabes, cuando le fui a preguntar que, ¿Qué vería en una persona para proponerle matrimonio? Antes de nuestra conversación, Harry dijo que, cuando proyectara mi mente a futuro, tenía que ver a esa persona conmigo… y en la nebulosa que es mi mente en estos momentos es lo único que puedo ver claramente. Y desde que lo tengo a mi lado me he comportado como un real cabrón, es más, creo que en algún momento lo llamé maricón sin darme cuenta.
— Pues, déjame felicitarte, te has enamorado…
— No me estás ayudando en nada.
— Te lo dije Draco, te dije que esto se te podía salir de control, y lo peor es que no sólo vas a salir herido tú, sino también él. ¿Qué siente Potter?
— No lo sé, he tratado de ver sus reacciones seduciéndole a modo sexual en broma, pero es tan jodidamente ingenuo que a lo único que atina es a sonrojarse. Pero no me rechaza, no del todo.
— Lo que faltaba… que Potter también se estuviera enamorando.
— No creo que sea eso. Es igual de cariñoso con todo el mundo para mal de mis celos… los cuales han aparecido de la nada. ¿Sabes lo jodidamente difícil que ha sido?
— Sí, como los Malfoy’s no son celosos.
— ¡No me estás ayudando en nada Sev!
— ¿Qué quieres que haga Draco? Yo te advertí ¿Qué hacía? ¿Te hechizaba? Tú aceptaste la apuesta, tú ve como haces… —Éste lo miró exasperado—. Anda a la buena de Dios y dile que te enamoraste, ruega porque te acepte, y luego ruega porque tu padre no quiera tu cabeza. Ya sabe lo de la dichosa apuesta y le aprueba esperando que lo hagas sentir lo más miserable que puedas.
— Sí, ese era mi plan… en ningún momento pensé que ‘Potter’ pudiese de repente convertirse en Harry y que luego saltase a la categoría de “el amor de mi vida” —Severus soltó una media sonrisa. Draco normalmente era muy dramático. Pero no era para menos, enamorarse de Harry Potter. ¿Qué vendría luego…? No, no iba a pensar ninguna ridiculez extraña que posiblemente se hiciera realidad—. ¿No me puedes aconsejar?
— Draco, no puedo decirte lo que tus oídos quieren escuchar. Exactamente ¿Qué es lo que puedes hacer?
— ¿Declarármele? —Severus alzó una ceja—. Perder la apuesta. Estoy pensando en decirle que me retiro. Viviré con mi idilio para toda la vida. Vamos Sev. Yo voy directo al poso de los mortífagos sino quiero que padre me mate. Él…, él es el “niño-que-vivió”. ¿Qué futuro podemos tener?
1
Harry estaba carcomiéndose la cabeza, pasándose con demasiada frecuencia; la mano por el cabello. ¿Se estaba enamorando de Malfoy? Eso no podía ser. Sin embargo, en todos esos días había sido tan lindo con él. Tan solícito, no era muy difícil caer en sus redes; especialmente él, que estaba tan falto de cariño. Miró el desolado campo de quidditch, pensando en qué momento había comenzado con aquel absurdo. Oh, pero, él lo recordaba muy bien… estúpida cortesía Malfoy aquel día de pesar. Aún se sonrojaba cuando recordaba a Draco besándole la mano tan galante. Suspiró, a lo mejor tenía toda la razón en decir que era una marica… total, todas esas cosas eran cursilerías de mujeres.
¿Cuántos nombres de postres se sabía? Le pasó por su mente. Se irguió recto, y comenzó a contar: Helado, torta, galleta ¿y…? su mente quedó en blanco. Bueno, tres no era tan crítico ¿o sí? ¡Pero qué estupideces estaba pensando! Hermione le recriminaría.
— Harry —Le llamó alguien por detrás. Vio que era su mejor amiga, que curioso. La había llamado con el pensamiento—. Desde hace unas semanas hacia acá estás preocupado. Y sé que no es el lord. ¿Qué te pasa?
— ¿Qué harías tú, cuando sabes que vas a cometer el peor error de tu vida, y no puedes evitarlo?
— ¿Qué tan literal? —Harry suspiró desganado y volvió a apoyarse en las gradas para seguir como masoquista, sufriendo en silencio.
— Tus reacciones me hablan de Malfoy. No sé si te habrás dado cuenta que él siempre anda trastornando tu mundo.
— Sí. Draco —Murmuró mirando el pasto moviéndose con el frío viento de noviembre—. ¿Ya le arreglaste el cabello a Ron?
— Sí —Dijo arrepentida. Poniéndose en la misma posición que Harry—. Por suerte no preguntó cómo sabía de la poción para arreglárselo…
— Hay Hermione. Parece que tenemos mala suerte en el amor —Le soltó jocoso.
— ¿Por qué? Cuando menos tú tienes a Malfoy —El ojiverde apoyó su mentón en la mano y luego el codo en la baranda.
— “Que gran consuelo…” —Pensó sin poderse animar.
2
Detuvo a Malfoy a mitad del pasillo sin mirarle. Tenía que acabar eso ya. Sí sentía algo por el rubio. Algo muy fuerte estaba comenzando a asentarse en su corazón y no quería que eso sucediese, ya estaba harto de sufrir… demasiado cansado de sentir como su corazón se rompía, fragmentándose cada vez más, no, definitivamente no soportaría a esa maldita serpiente (la cuál se había ganado su corazón) riéndose de sus sentimientos.
— ¿Harry? —Preguntó muy preocupado, esa evasión en su mirada, ese porte… Merlín, no presagiaba nada bueno. El ojiverde observó que todos comenzaban a mirar curiosos. Entrecruzó sus brazos y obligó, sin palabra alguna; al Slytherin caminar—. Harry —Insistió.
— Escucha, Draco —Murmuró. El rubio se encontraba recostado a la pared. El Heredero de Gryffindor estaba de cuclillas a su lado, aún sin mirarlo—. Me retracto… es decir, me retiro de la apuesta, no quiero seguir con esto…
— ¿Qué? —Jadeó sin poder creérselo—. ¿Qué acabas de decir?
— Que: me retiro de la apuesta. No me importa saber si tu vida es más difícil que la mía. Me retiro sin vencidas ni empatadas. ¿Ok? Ya no puedo seguir en esto… di qué es lo que quieres que haga, y por lo que tú más quieras, déjame ir —Rogó con un extraño tono de dolor en voz—. Lo siento, Draco. No puedo seguir con tu juego…
El joven dragón sólo atinaba a estar allí, sin poder hacer, o decir algo. Malaya fuese su destino… ¿Qué le diría ahora? ¡Por la sabiduría de Merlín! Ni siquiera podía imaginarse hacerle algo malo a aquel precioso ojiverde. Sabía que estaba sufriendo. No había que ser un experto en Legeremens o algo por el estilo. Harry siempre había sido un libro abierto para él… un ser demasiado espontáneo que nunca podía esconder sus sentimientos o emociones…
— ¡Di algo maldita sea! ¡No te quedes como un imbécil mirándome como si te sorprendiera mi respuesta! —Le increpó sin entender, el por qué, de la reacción de su interlocutor. Sintió su cuerpo siendo acorralado contra la pared, sentía el aliento del rubio rozarle suavemente la oreja, enviándole escalofríos a la médula. No se había dado cuenta, pero, había dejado de respirar.
— Quédate conmigo…
— ¿Qué…? —Fue el momento de Harry de perder toda noción existente.
Draco lo único que pensaba era: ¿Qué estupidez estoy cometiendo? Cerró los ojos, embriagándose de aquel aroma, ahora familiar que lo acompañaba torturándole sin tregua. Tenía que arreglar ese error a toda costa… él no se convertiría en su verdugo… miró el ocaso que moría en tonos amarillos que cada vez eran más tenues perdiéndose en el naranja. Tener su cuerpo y perder su alma, suponía que era un trato justo.
— Veme en la noche, a las doce en la torre este, cerca de la trampilla que lleva al salón de adivinación. Tienes mi palabra de mago que no te haré nada malo —Prosiguió inmutable, olvidándose y queriendo hacer olvidar al moreno, las anteriores dos palabras, tan significativas que había pronunciado…
TBC