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Los chicos lloran lágrimas celestes [en REEDICIÓN] por DianaMichelleBerlin

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Notas del capitulo:

Pasen a leer, linduras. 

 

REEDITADO: 02/12/17

 

Nota anexa para la curiosa.

Yulia, ya hoy son seis meses de la revelación. Ya estamos más estables y tu padre parece aceptar esto un poco mejor; si por alguna razón estás aquí, no quiero que te enojes con él ni conmigo. También a él le hará un poco de bien. Así es, papá está de acuerdo, aunque por ahora prefiere no ver nada de nada.

Ari y compañía también están tras de esto, como pudiste notar, pero lo hacemos porque los amamos a todos. Despierta, esto es oro. Yo te amo con todo mi corazón.

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Cuando se separaron del dulce y aliviador abrazo, Misha tenía la camiseta ensangrentada por la nariz del moreno. Al darse cuenta, pegó un pequeño brinco del susto que hizo a Ian soltar una risa.

 

-Ja ja ja -el pelinegro rió por lo bajo- Parece que mataste un animal.

Misha cometió el error de pasarse las manos por la gran mancha y se encargó de ensuciar sin querer todo el resto de la parte frontal de la prenda. También se manchó las manos. Se veía como acabado de matar un puerco. Ian se carcajeó.

 

-Ja ja ja, estás todo tarado -dijo. Pero Misha ignoró el comentario y le miró la cara. El rostro de Ian también tenía una mancha enorme de sangre; casi como la máscara del fantasma de la ópera, tenía ensangrentada la mitad de la cara que había apoyado en su amigo.

-...

-... ¿Qué? -el moreno arqueó una ceja.

-Perdón.

 

El ruso volvió a tener ese aspecto de vergüenza igual al del parque; de nuevo Ian sintió que él quería pedir disculpas o decir algo, pero con su cara bastó para saber que se sentía muy arrepentido. Por un momento quiso volver a abrazarlo, tenía una cara gigante de niño.

 

-Neh...Ya está bien -lo tranquilizó- Ya pasó lo que pasó.

-...

-Regresaste -le sonrió- Ya eso es lo único que cuenta.

 

La sonrisa ensangrentada de Ian parecía salida de un Halloween o de una escena del crimen; aún le colgaban un par de gotas de sangre de la nariz y la sangre de la cara que por el aire se le estaba secando hacía que la piel de los músculos faciales se le pegoteara y su bonita sonrisa de siempre se viera perturbadora, tipo máscara de disfraz de zombie... Pero para Misha fue suficiente para retomar la calma y quitar esa expresión tristona.

Quiso sonreír también, pero luego se miró la camisa otra vez.

 

-Oye -asomó media sonrisa- Si alguien me ve cruzando la calle con esto, va a llamar a la policía y como mínimo me llevan al ministerio -La verdad, sí.

-Te daré algo limpio -ofreció Ian de inmediato- Espera.

-Pero...

El ruso estiró su brazo izquierdo para tomar la barbilla de Ian antes de que se diera media vuelta por completo; así lo inspeccionó un momento.

 

-¿Te duele? -Preguntó.

Sin querer le tocó la punta de la nariz.

- ¡Auch!-exclamó el moreno.

-Lo siento.

-No, Misha au...-le quitó las manos de su cara con suavidad, su mano se pegoteaba en su cara por la sangre. - Ya no te disculpes, la verdad es que sí me lo gané. Me puse muy imbécil contigo, hasta yo lo hubiera hecho.

-Antes de traer algo para mí, debemos curar eso.

- ¿Esto? -Ian se burló de su propia cara y se la señaló- Nah...Me han pasado cosas peores.

-... ¿Es en serio?

-Mucho peores, Misha -Suspiró el latino - Aunque...pasaré a ponerme algo para detener la hemorragia. La última vez que pasó esto lo hice rápido porque me estaba mareando.

- ¿Qué te ocurrió?

 

Ian torció los labios con desagrado, recordando.

-Ahm... Ocurrió que no abortaron a tiempo un idiota -explicó- No fue nada.

-... ¿Alguien te golpeó?? -Misha arrugó la frente.

-No alces tanto la voz. Ahorita regreso.

-Ian...

- ¿Mande?

 

El rubio extendió las manos y se las mostró. Efectivamente, parecía que había matado algo, pues sus manos estaban considerablemente manchadas como niño del jardín pintando con los dedos. Su amigo de ojos negros lo miró de arriba abajo.

 

- ¿Quieres pasar a lavarte? -preguntó.

-Por favor.

...

 

 

Se quitaron los zapatos a la entrada de la casa y subieron silenciosos a la planta alta. Ian pudo ver cómo Misha observaba casi cada detalle de la casa. Debía estar sintiéndose como cuando él estuvo en la suya. Estaba adentro por primera vez en tres años. Muchas cosas eran nuevas, pero el moreno se alegró de ver que Mijaíl aún conocía perfectamente el camino hacia el baño. Para suerte de ambos, ésa era la habitación más alejada de la de los padres de Ian, que se encontraba hasta el fondo del pasillo.

 

Entraron con mucho cuidado de no hacer ruido, al menos hasta cerrar la puerta.

 

Una vez adentro, Misha enseguida se dirigió al lavamanos y se enjuagó cara, manos y brazos. El lavabo se tiñó de rojo tipo Carrie enjuagándose en su bañera. Ian le pidió que se hiciera un poco al lado para sacar el botiquín del cajón de abajo. Sacó lo necesario y devolvió el botiquín a su lugar.

 

Mientras el ruso terminaba de secarse con la pequeña toalla blanca que se encontraba cerca del jabón, pudo ver a través del espejo cómo Ian se curaba, haciendo caras de dolor cuando se tocaba la nariz.

- ¿Puedo ayudarte con eso? -susurró.

- ¿Eh? No, no es necesario, tengo experiencia -rió el de pelo negro en voz baja- Gracias.

- ¿A qué te refieres con eso de experiencia? ¿Por qué?? -Lejos de calmarse, la interrogación se acentuó en el rostro de Misha. Eso no le hizo nada de bien a Ian; odiaba ya hablar de eso, habían pasado sólo meses, pero él evadía el tema como pasado de años.

- ¿A qué más, Misha? -contestó- Te dije que había estado en muchos aprietos.

-Te acosaban, ¿verdad?

Aparte de brujo, adivino.

-Pues... sí -asintió Ian.

-...

El joven de ojos celeste intenso se quedó muy serio. Emitió un gruñido apenas audible.

 

-Misha, no pongas esa cara -le adivinó el latino- Eso era antes. Desde que conocí a Ari, no me pasa. Los denunció y movió montañas para que los castigaran. Con el escándalo que hizo, hasta decidieron expulsarlos. A uno de ellos supe que le dieron una madriza bien suave en su casa y lo mandaron a una academia militar. Hasta iban a ir a hacer un reportaje de la secundaria, pero con tal de hacer como que no pasaba nada, el director mandó a sancionarlos y creo ahora hasta hizo un concurso de carteles a favor de la diversidad.

 

Conforme más escuchaba el ruso, su ceño se fruncía más.

Qué pendejada, ¿verdad? -Ian siguió- El mismo pinche director llegó a ver cuando me molestaban, hasta el subdirector sabía. Su puto concurso me hacía falta cuando seguía estudiando allá.

-¿Los??

-Eran cinco, los putos abortos fallidos.

-¿Cinco??

-Sí pero, oye, sigo vivo -Ian notó el estado de su amigo- No te preocupes. Aunque, gracias.

-...

 

Misha se le quedó mirando, como pensando en muchas cosas al mismo tiempo.

- ¿Qué me ves? -preguntó el ojinegro.

-...

- ¿Misha?...

-Nada.

No se veía como si no pasara nada.

- ¿Te pasa algo? -cuestionó Ian.

-No. ¿Terminaste?

 

Misha se volteó de nuevo hacia el lavabo para quitar los rastros sangrientos en el agua residual. Ian lo miró de reojo, por sentirse evadido.

-Ya casi-atendió la pregunta de Misha, quien movió la cabeza negando.

-No, tómate tu tiempo -dijo el rubio- Cura bien eso.

-Está bien. Oye...

- ¿Qué?

-Tienes la mano muy pesada -Ian rió, haciendo como que se masajeaba la nariz. Intentaba hacer que Misha dejara ese semblante extraño.

-Lo siento, otra vez -Y lo consiguió; lo volvió a poner triste.

-No, no te disculpes -se arregló- Es verdad. Es más, es un cumplido.

-Mmm... -Misha torció los labios-Gracias.

-¿No vas a quitarte eso? -Ian señaló la camiseta manchada de Misha- Debajo de eso todavía estás manchado y eso sólo te mancha más.

-...

-¿Qué?

Ahora el pecoso lo volvió a ver, pero dándole a entender algo que le parecía obvio.

 

-Ah, ya -Ian volteó los ojos- Si quieres me volteo, para que no digas que te morboseo.

-Prefiero conservarla hasta que me traigas la otra, gracias.

-Te estoy hablando en serio, Misha, no te voy...

-No, gracias.

-...

 

Ante esa desconfianza, Ian se molestó. Que fuera gay no significaba que tenía forzosamente que comérselo con la vista ni que le pusiera cara de Homero Simpson pensando en jalea. Sus demás amigos se quitaban frente a él las playeras con toda libertad y él nunca era grosero ni sentía nada y si lo sentía se lo guardaba. Y además tampoco era la primera vez que vería al pecoso sin algo puesto (no era lo mismo verlo a los once pero igual contaba).

 

-Ah, ja ja ja, Misha -rió burlonamente- Ni que estuvieras tan sabroso.

-... ¿Cómo? -el ruso arqueó una ceja.

-No eres de mi gusto.

-...

-¿Qué? Te conozco las vergüenzas desde tus once, no manches. Ya sé qué voy a ver, estás pasable. Para morbo, me gustan de gimnasio.

-...

-Sueño con ser la perra flaca de un musculoso -sonrió jocoso- Tú qué.

 

Dejó callado a Misha con eso. En realidad estaba mintiendo descomunalmente; Misha y no un tipo de gimnasio fue el que formó parte considerable de sus pioneras fantasías pubertas, pero no iba a dejar que su extranjero amigo se vanagloriara de estar muy rico para sus ojos.

 

Con lo que no contaba era que, más allá de cualquier prejuicio, Misha tenía un ego y aquello que le dijo no le cayó del todo bien. Estaba muy acostumbrado a que algunas chicas incluso le dijeran de frente que era muy guapo. Ya sabes, el bonito europeo asediado irracionalmente por la mayoría latina que lo ve tan exótico.

Misha se recargó en el lavamanos, puso mirada de modelo y se quitó lentamente la camiseta, mientras Ian lo observaba y su cara se descomponía abriendo los ojos de asombro como platos gigantes.

 

¿En serio??

Oh, por el cosmos...

No era demasiado musculoso, pero los genes parentales le habían dado lo suficiente como para ser la envidia de quien se mataba en el gimnasio para estar al menos como él. Él apenas y movía un dedo en su casa, no se cuidaba ni por error. La verdad, sí, despertaba pasiones. Era como los actores de película adolescente, rasguñando la musculatura pero quedándose en una sensual delgadez.

 

-Oye, ya terminé- dijo Ian sin quitar la cara de estupefacción -Voy por la camiseta.

-Claro -sonrió el rubio, convencido de haber dado una cerrada de boca.

-Ya vengo.

-Qué asco -Misha rió- Seguro vas a toquetearte por allá.

- ¡No! ¡Qué pendejo, no!! -Ian frunció el ceño por un momento- ...Sólo... me sorprende.

- ¿Qué cosa?

-Que hayas dicho que no querías más de estas cosas y eso es lo que acabas de hacer -el moreno alzó los hombros-Eres el homofóbico más extraño que conozco, si así hiciste eso, qué pasaría si no lo fueras...

 

Misha se dio cuenta a tiempo del regreso de la jugada.

-Ah, pues es que quería ver la cara de marica que ponías -respondió.

-Ajá... -sopló Ian- Te me quieres ofrecer, mejor dicho.

-Qué suerte tendrías, maricón.

-Pues me diste una muestra gratis, y ni la pedí...

-Quería ver tu cara de pendejo.

-Pues, ya la viste...-Ian desistió de seguir, giró la perilla con cuidado y salió- Ya vengo.

 

Acto seguido, salió disparado de puntas hacia su habitación, deseando encontrar algo de la talla de Misha. Algo que hubiera guardado de la ropa el doble de grande que su cuerpo que una tía le había regalado de su primo.

 

Le había caído de sorpresa el atrevimiento de Misha. En verdad, le había callado la boca. El aspecto de Misha era del gusto de cualquier ser humano; al menos así le parecía. Sin embargo, no encontró otra vez el mismo atrevimiento de regreso, porque cuando volvió, su eslavo amigo apenas recibió la prenda y le cerró la puerta en la cara sin explicación previa, dándole a entender que no podría pasar hasta que se pusiera la playera limpia. Era de una banda hipster rara, era lo que había.

 

-¿Ya acabó, señorita? -le susurró Ian a la puerta del baño, luego de esperar tres minutos.

-Tu puta madre -le contestaron de adentro. Ian se dio el lujo de reír un poco; sus padres aún roncaban en magnífico concierto.

Se hizo el silencio una vez más a excepción de los ruidillos de Misha en el interior del baño. El moreno esperó paciente.

 

-¿Te gustan estos de la playera? -habló el ruso desde adentro.

-No, me dan sueño -contestó Ian- Yo escucho otras cosas.

-¿Cuáles?

-A los Foo fighters, Bullet for my Valentine, Bring me the Horizon, Asking Alexandria, Sleeping with sirens...

-Con razón eres gay.

-No me estés jodiendo. ¿Tú qué escuchas?

-Zavod, Herrschaft, Slipknot, Sybreed, Cradle of filth, Mushroomhead... cosas así.

 

Se escuchó el ruido de algo caerse y deslizarse sobre el piso; Misha había dejado caer su teléfono del pantalón. Al recogerlo se encendió el reproductor. Ian escuchó música por ocho segundos.

-Eso no sonaba como a Slipknot -señaló Ian- ¿Qué era eso?

-Crystal Castles.

-Ja ja ja, eso no es ni rock -rió Ian-¿Qué, te lo pegó alguna de tus novias?

-De hecho.

Ian se quedó callado.

 

Atrás habían quedado para Misha sus amados My chemical romance y Green day... Ahora traía algo con lo que una chiquilla había sepultado la música que su ruso compartió con él... y también lo sepultó a él.

Ni modo, así era la vida. Lo importante es que estaba hablando con él.

...

 

 

Ya era casi la una de la mañana cuando se dispusieron a despedirse afuera de la casa.

- ¿Y entonces? –Preguntó el eslavo.

- ¿Entonces qué, Misha?

-Lo de las tardes...

¿Aún quería su compañía?

- ¿Quieres que vaya a tu casa?-preguntó Ian, arqueando una ceja- ¿No te ibas a despedir porque no querías que se te pegara lo gay?

-...No.

-Ah ... Pero entiendes que soy gay, ¿No?

-Sí.

- ¿Ya no afecta?

-No –Misha estaba respondiendo muy calmado, como cuando una respuesta ya se ha meditado profundamente. Eso fue una muy buena señal.

-¿Seguro? –Ian lo miró fijo– Oye... Sí entiendes que no hablaré de chicas contigo y que si llego a andar con alguien no me voy a andar escondiendo, yo no quiero que algún día tú te...

-Ian, si me afectara, no estaría preguntando si puedes venir a mi casa –el rubio lo interrumpió– Estoy consciente de todo eso y aún así te estoy preguntando si quieres estar en mi casa. Tienes las puertas abiertas.

–...

–También te debo una disculpa –Agarró el ruso un tono muy serio– Me centré en lo que eres... No en que eres tú.

 

¡Vaya!

¿Era el temible ruso el que estaba diciendo eso?

 

- ¿Por qué el cambio de opinión? –interrogó Ian, con un tono muy suave.

-...No lo sé.

-... ¿No sabes?

-...No –Misha sacudió la cabeza– sí sé.

- ¿Por qué?

-Porque... te quiero.

-...

 

Wow.

 

-Eres mi mejor amigo –añadió–A pesar de cualquier cosa. Incluso... esto.

–...

–Te lo juro.

 

Con estas palabras, el corazón y los labios de Ian se llenaban de alegría. En el primero, sintió una vibra cálida. En los segundos, se le dibujó una sonrisa.

 

-Gracias por respetarme, Misha –El Moreno le regaló una linda sonrisa.

-No agradezcas –Misha correspondió el gesto– ...Eres mi Ian.

 

¡Vaya!!

 

Con esto, la vibra cálida en Ian se intensificó demasiado en un momento, tan repentino que hasta creyó sentir que le dolió el pecho.

Es que en su mente, la canción bonita de la voz de un Misha en la pubertad, diciendo "Mi Ian", volvía a escucharse en su cabeza. Solía ser su melodía favorita. Su mente se dio un viaje.

 

- ¿Qué te pasa, Ian? –Cuando volvió, Misha lo estaba viendo muy extrañado. Se había perdido varios segundos.

-¿Eh? –Ian aterrizó–¿Qué me pasa de qué?

- ¿Estás llorando?

¿Estaba llorando??

- ¿Sí? –Apenado se tocó la mejilla y sintió una gota pequeña.

-Sí –Afirmó el otro–¿Qué dije?

–...

–¿Dije algo malo?

–¿Qué? No, no... –el latino se limpió la cara. –Fue sólo...

–...

-..."Mi Ian". Me dijiste "mi Ian"...Me dio sentimiento.

-Ah, entiendo. Está bien.

-Amigo...

-¿Sí, mi Ian? –sonrió Misha.

 

Quien se ha sentido tan dichoso cuando algo que se pensaba perdido en el tiempo regresa a su realidad, entenderá cómo se sentía el pequeño moreno en ese momento.

 

-¿Puedo pedirte un favor? -Pidió el pelinegro.

- ¿Pasa algo?

 

Ian dudó de pedir lo que quería y se mordió los labios; sin embargo volvió a tomar el valor y animado por el humor tan cariñoso de Misha, pidió:

-Abrázame.

-...

-Abrázame, Misha.

El pecoso se quedó frío ante la petición.

 

-...Ian, no.

–No seas así –Ian lo necesitaba en verdad, se sentía muy sensible– No te voy a pegar nada.

–No, pero...

-Por favor –Ian hizo una cara de perrito que Misha no pudo ignorar.

 

Ian también podía persuadirlo con sus encantos, y moreno mismo pudo descubrirlo en ese momento.

-...De acuerdo –Accedió Mijaíl, meneando levemente la cabeza y dando un suspirillo previo.

 

Tardó dos segundos en comenzar a mover los brazos. El abrazo de los blancos brazos de Misha, con sus pelillos de oro, llegó lento; pero cuando logró completarse, fue algo tan agradable que Ian sintió querer perderse como antes entre esas hebras doradas.

 

Ahora sí, estaba con Misha. Había recuperado a su amigo. Tal vez las cosas ya no eran como antes, ya no habría amor y apenas la centésima parte de sus cariños de niños, pero lo que contaba era que...

 

-Misha –despertó del trance– ¿Estás bien?

- ¿Por qué lo preguntas? –El otro también.

-Es que tu...

-Ian –Misha lo interrumpió– está empezando a hacer frío y sabes lo que me sucede cuanto más baje la temperatura.
–...Ah, sí.

El ruso tenía la extraña particularidad de que, entre más frío hacía, se volvía más hiperactivo y simplón. Se transformaba gradualmente en un niño. Le daba vergüenza verse así.

 

-Está bien- cedió Ian, soltándolo- Ve a tu casa, ya es extremadamente tarde.

- ¿Nos veremos mañana?

-A las cinco de la tarde estaré en tu puerta –sonrió nuevamente Ian– Como dijimos.

-De acuerdo –el ojiazul asintió contento.

-Que descanses.

-Igualmente.

-Adiós.

-Adiós, mi Ian.

 

Cuando su ruso favorito entre los 144 millones existentes en la Tierra, desapareció a lo lejos por la calle, Ian se metió de nuevo a su casa. Se llevó los zapatos en la mano y caminó sigiloso hasta su habitación. Sus padres ni se habían inmutado y la sinfonía sonaba imperturbable.

 

Se acordó fugazmente de sus clases, metió unos cuadernos extra en la mochila, y lanzó ésta a una esquina del cuarto. Se quitó el pantalón, los calcetines y la playera. Buscó su gorro azul en el piso y lo puso encima de la cómoda. Hecho esto, se sumergió en las cobijas con una sonrisa, recapitulando la noche entera, sintiéndose realmente bien. Reconciliarse con alguien que fue tan importante y revivir los recuerdos siempre es bien recibido en la vida.

 

Se acordó de todo. Del golpe, de la graciosa entrada de Misha a la casa, de los abrazos, de la reconciliación. Todo volvía a revolotear con gusto en su cabeza; cuando una mente se libera de rencores es más ligera, y esa ligereza da el vuelo suficiente para el cariño. No amor, pero sí un hermoso reinicio para una amistad...

 

Pero sí. Al final su mente de hombre le ganó y también se acordó de Misha sin camiseta. Llevó su mano a la animada entrepierna y empezó. No tuvo pena en hacer nada de lo que hizo. No era la primera vez. Ni remotamente.

 

Misha siempre fue de su gusto.

 

Notas finales:

Aquí termina la parte "introductoria" de la historia, hermosos :)

¿Qué les parece hasta ahora? ¿Está buena, está horrible? xD 
Busco opiniones, cualquiera es válida y los amaré, estoy pensando en hacer más grande esta cosa y hacer dibujos y viñetas. ¿Debería? ¿Va bien? 

Gracias por leer y seguir leyendo <3

 

 


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