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Desnúdame por Del

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Notas del capitulo:

¡Hey! Espero estén bien, yo bueno... después de una larga semana con la operación de mi madre, aquí etoy, sólo espero que les guste :D

        Mi cuerpo se paralizó, aquella voz había erizado cada vello de mi cuerpo, estaba completamente aterrada, quería irme, pero algo me mantenía atrapada en aquel lugar, sintiendo que me sofocaba lentamente, estaba tan caluroso y oscuro, con un trago seco forcé mi mano derecha a apuntas la linterna de mi celular hacia la puerta.


-Tienes mucho miedo- que voz tan espeluznante- puedo oler el terror que sientes- no lograba ver nada a través de las pequeñas rejas de aquella puerta- aunque tienes fuerte olor a un drakers, aunque no eres uno de ellos, simplemente eres la perra de uno- logré reunir todas las fuerzas que tenía para sacar el coraje e irme del lugar, pero antes de alejar la luz de aquella ventana, logré mirar unos ojos celestes que brillaran intensamente, era como ver la luna llena en ellos.


- ¿Por qué estás encerrada? – logré escupir después de encontrar una pisca de valor.


-Vaya, no creí que pudieras hablar, pensé que tu drakers había comido tu lengua- había tanto silencio en aquel lugar, no estaba bien, debía irme, pero aun así allí estaba, hablando con algo que no podía ver- acércate- que tono tan dominante.


- ¿Por qué no me dejas verte? – mi cuerpo no se movía.


-Te asustarás más de lo que ya estás- logré mirar una mano aferrarse de los barrotes de aquella pequeña ventana- ven-


-No soy tan tonta- que dolor tan punzante tenía en mi pecho- si estás allí es por algo- escuché una muy silenciosa risita detrás de la puerta.


-Tienes razón- que silencio tan grande- lo que no sabes- miré como aquella mano se alejaba del barrote- es que puedo salir de aquí- miré como lentamente se abría aquella puerta, dejando retumbar en mis oídos un escalofriante rechinido, dejando un claro miedo en mis ojos- corre- la escuché susurrar antes de que un estruendoso rugido hiciera temblar las montañas, reaccionando rápidamente corriendo lo más rápido que podía, subiendo desesperada para poder salir, cuando sentí su fuerte mano sujetar mi pierna, jalándome hacía ella- que lenta eres- mis quejidos eran acompañantes de los temblores temerosos de mi cuerpo, pero aun nada ocurría, ella se encontraba silenciosa, aunque sabía que estaba sobre mí, podía sentir su peso, sentía sus manos sujetar mis antebrazos. Mi respiración estaba agitada, tenía mucho miedo, no sabía que iba a ocurrir- más de cerca puedo percibir tu verdadero aroma- ésta vez aquella voz era más dulce, ya no tenía ese trasfondo tenebroso- es dulce- su nariz olfateaba mi cuello, hasta que sentí una gélida lamida, justo donde olfateaba insistente.


- ¡No! – grité empujándola lejos de mí, dándome el tiempo de poder correr fuera de aquel lugar, mirando aterrada aquel agujero que escondía un feroz monstruo.


-Corre hija de odhirius- miré mis antebrazos notando que estaban rasgadas mis mangas, dejando una respiración ruidosa en el proceso de escapar. Sin tardar subí apoyada de las ramas, cuando un ágil manotazo me lanzó al otro lado del camino, dejando gritos quejumbrosos en mis labios, mi piel había sido cortada por unas especies de enormes garras, tan afiladas que hacían cortado sin problema toda la ropa que llevaba encima. Me levante corriendo al interior del bosque, estaba alejándome del camino despejado en el cual aquella cosa iba a poder alcanzarme más rápido, pero parecía inútil, cada vez sentía más profundos sus golpes, desgarrando mi piel- que divertido es jugar contigo pequeño odhirius- dijo antes de someterme y hacerme verla, era un monstruo, tan horripilante que estaba a punto de desmayarme con solo verle, sintiendo como clavaba sus dientes en mi músculo trapecio una y otra vez, dejando mi torso cubierto solo por mi ropa interior,  observando como aquella cosa se preparaba para desgarrar mi cuello, pero con las pocas fuerzas que tenía la golpee en el rostro, corriendo lo más rápido que lograba.


Que aire tan gélido el de ésta noche, que cuerpo tan desorientado el mío, mis pies desnudos no hacen más que caminar sobre el pasto húmedo, mi jean negro está completamente sucio y desgarrado por las caídas, ya no encuentro aire que llene de oxigeno mis pulmones envenenados por el contaminante aroma de su cuerpo, mi torso cubierto solamente por un sostén negro con encajes, me estoy congelando, siento como los corpúsculos de Ruffini ya han muerto dejando los de Krause reinar en el egoísmo de mi piel. No consigo camino alguno en la inmensidad de éste espeluznante bosque lleno de árboles tan verdes, que sentía ligera envidia por su regocijo, lentamente estoy entrando en piloto automático, no logro coordinar mi cuerpo correctamente, estoy desorientada, no sé dónde estoy.


            Puedo escuchar el sonido de la maleza azotarse contra un cuerpo en movimiento, me daban a entender que con pasos bestiales algo se apresuraba hacia mí, pero ya no había ni fuerzas ni aliento para seguir huyendo, ya no podía escapar de una realidad, ya estaba en los ojos de aquella bestia que dibujaba una sonrisa espeluznante por tenerme atrapada.


            Mi cuerpo estaba lo suficientemente herido como para atraer a la mitad de los depredadores del bosque, la pérdida de sangre era abundante, mi voz estaba ahogada y mi corazón latía tan lento que se desencadenada la bradicardia tras múltiples trompos. Ya no había fuerza alguna, escuchando el estrepitoso golpe de mis rodillas al caer al suelo, dejando la poca fuerza que quedaba para mirar a la “cosa” que me observaba burlona, percibiendo como aquella deformidad se acercaba lentamente a mí, con esas largas manos huesudas que parecían garras en la parte más distal de sus falanges, las cuales eran arrastradas por el suelo dejando en el aire el rechinido de sus garras al golpear con las rocas, con aquella boca que parecía desgarrada, dejando a exposición unos enormes y afilados dientes ensangrentados, escuchando el perturbador sonido de huesos romperse. Dejando que mis ojos presenciaran aquella transformación, dejando un rostro hermoso, un cabello extremadamente largo, una melena plateada, con ojos más brillantes que el rubí, dejándome frente a la muerte.             


-Deberías ser más obediente- susurró aquella cosa con una voz más femenina y madura- no debiste haber bajado- ese sería mi fin. No podría salir de esa ni con un milagro, estaba perdida- hija de odhirius, será tan grato poder devorar el cuerpo de una cazadora celestial- ya no podía pensar, mi cuerpo no conseguía utilizar el poco oxígeno que entraba a mis pulmones, mi vista estaba borrosa.


- ¡Aléjate maldito draphers! – escuché a la distancia antes que mi cuerpo cayera desmayado.


            Mi cuerpo ardía, me sentía fatal, miraba luces que parpadeaban sin cesar, sin poder entender dónde estaba, escuchaba voces, pero ninguna me era familiar, había tantos gritos, no podía orientarme.


-Abby- escuché a la distancia- despierta Abby-


- ¿Cloe? – miré esos ojos brillantes antes de mirar a mi alrededor, estaba en el hospital- ¿Qué sucedió? ¿Dónde está esa cosa? – ella me miraba silenciosa.


-Abby, ¿Recuerdas todo lo que sucedió? – no me gustan los hospitales.


-Esa cosa quería devorarme- me quedé pensativa recordando lo sucedido- eras tú- miré sorprendida a Cloe- tú no permitiste que esa cosa me matara- miré como corría un suspiro de sus labios antes de poder decir cualquier cosa.


-Eso era un draphers, un demonio legendario tan poderoso que se consideran dioses oscuros en la tierra de los mortales… ¿Recuerdas cuando te dije que mi cuerpo me decía si alguien es bueno o malo? –


-Sí…- todo aquello parecía tan irreal.


-Lo dije porque yo sabía que tú eras otro como yo, un odhirius-


- ¿Odhirius? – me senté lentamente- ¿Qué es eso? –


-Cazadores celestiales, somos quienes mantenemos el equilibrio de la delgada línea entre el bien y el mal, somos los asesinos de la oscuridad-


-Si no lo hubiera visto con mis propios ojos no creería nada de lo que dices- miré a los lados buscando mi ropa, pero al segundo recordé que había sido desgarrada por aquella cosa o como Cloe los llama, draphers.


-Fui a tu cabaña y te traje ropa- dijo sacando de su bolso un jean negro, una camisa cuadrillé roja, mis botines negros y un gran abrigo.


            Después de agradecerle las palabras se limitaron, dejando un fuerte silencio entre ambas, mirando fijamente a Cloe, haciéndola entender que debía salir de la habitación para poder vestirme, mi cuerpo estaba sedado, mis heridas curadas y los cortes más profundos suturados. Terminé de vestirme mirando por la ventana, topándome con esos ojos, los mismos de esa noche, ella me estaba mirando a la distancia, parecía estar esperándome, aunque, no lograba entender como alcanzaba a verla desde tan lejos.


            Salí de la habitación mirando a todos lados, Cloe no estaba cerca, nadie estaba pendiente de mí en ese momento, así que aproveché para escaparme, corriendo lejos de allí, escondiéndome detrás de una pared al escuchar la voz de Cloe buscándome. Salí del hospital corriendo cada vez más fuerte, tenía dolor, pero mi cuerpo no podía detenerse, mis piernas eran más fuertes que antes, podía sentir ese fuerte aroma a muerta en el interior del bosque, sabía que esa cosa estaba allí afuera, tal vez esperándome, pero eso por alguna razón no me intimidaba, si no que me hacía correr cada vez más rápido,  deteniéndome debajo los rayos de sol, cerrando mis ojos para disfrutar un poco de estos, llenando mis pulmones de aire, dejándolos salir con un potente grito que retumbaba entre las montañas, continué el camino a la cabaña más despacio, marchando tranquila echando varios vistazos a mi alrededor, notando algo que llamaba mi atención, observando a una mujer tan blanca como la nieve, con sus cabellos tan largos que cubría sus glúteos desnudos, hasta que unos de sus ojos se entreabrió, mirándome fijamente, haciéndome recordar lo olvidado, era ella,  el monstruo de anoche. No esperé a que se levantara dispuesta a terminar lo empezado, así que corrí fuertemente escuchando pasos igual de rápidos detrás de mí, pero ya la cabaña estaba muy cerca, logrando entrar y encerrándome con todos los seguros que esa puerta tenía, dando varios pasos hacia atrás mientras miraba horrorizada la puerta.


-Qué bien te ves- escuché detrás de mí, era la misma voz dulce de anoche, volteé lentamente mirándola con temor, no confiaba en esos ojos tiernos que tenía.


- ¿Qué quieres? ¿Terminar lo de anoche? – ella no se movía de donde estaba.


-No- me miraba sin importancia- de haber querido matarte anoche lo hubiera hecho, no es ningún problema para mí acabar contigo- que mirada tan perdida tienen sus ojos.


- ¿Por qué no lo hiciste? – aquella pregunta que le hice formó un enorme nudo en mi garganta.


-La verdad no lo sé, no entiendo por qué no lo hice… pensé tú podrías darme algunas pistas- hay movimientos, sus pies comienzan a moverse en mi dirección.


- ¡Espera! – grité cayendo al suelo aterrada.


-No te haré nada- decía ella mirándome fijamente colocándose en puntadillas mientras apoyaba su mentón sobre sus rodillas- aunque entiendo me tengas miedo por nuestro pequeño juego de anoche- su mano se acercaba a mí, dando un pequeño golpecito en mi frente.


- ¿Juego? – la miré con una enorme mezcla de confusión y molestia- anoche eso no parecía un juego-


-Sí, bueno- que forma de hablar sin importancia la de ella- no puedo matarme, ya lo intenté, pero no entiendo por qué no puedo- quedé en silencio mirando directamente esos ojos celestes con trazos de gris claro- oye- sus ojos no dejaban de mirarme- tengo hambre- aquellas palabras me dieron tanto miedo.


- ¿Me quieres comer? – tragué grueso esperando aquella respuesta. Intimidándome aún más cuando escuché una silenciosa risa de sus labios.


-No te quiero comer, no todos los demonios deseamos solo carne humana, para ser sincera me gusta mucho la comida de los humanos- parecía una niña, pero no podía olvidar el monstruo que había dentro de aquel rostro despreocupado.


- ¿Quieres que te prepare comida? – su cabeza asintió, mientras sus ojos no se apartaban de los míos, observándome completa- oye…- la miré- ¿Quieres usar ropa? Puedo verte entera- ella se miró a sí misma y luego me devolvió la mirada.


-No tengo nada- dijo levantándose mientras me miraba fijamente.


-Puedo darte ropa- agregué mirando hacia un lado.


-Bueno- respondió- quiero esa que tienes- me levante lentamente sin responderle. Realmente lo que menos quería era discutir con la cosa que intentó matarme anoche y que ahora está al frente de mí, mirándome con esos ojos tiernos e inofensivos. Me saqué el abrigo tirándolo en el sofá que estaba cerca, desabrochando mi camisa cuadrillé roja para dársela, ella la tomó sin dejar de mirarme, ella me miraba fijamente a los ojos, parpadeaba pocas veces, era muy atenta a cada movimiento. Me saqué los botines y el jean, dándoselos a poner, quedando expuesta con mi ropa interior, observando como sus ojos me miraban de arriba abajo, tocando mis vendajes- aun no eres un odhirius- me miró fijamente nuevamente- por eso sanas tan lento, tienes muchas cicatrices- decía sin dejar de mirar mis ojos- aunque no todas son da un darkers-


-Tengo frío- susurré.


-Frío… no sé qué es eso, supongo es algo que experimentan los humanos- sentí un ligero alivio cuando sus ojos por fin dejaron de mirarme tan fijamente, apartándose de mi camino, sentándose en el suelo dándome la espalda- esperaré mi comida, por ahora vete a vestir- di lentos pasos mientras la miraba allí sentada, hasta que al llegar a las escaleras las subí corriendo, caminando deprisa a mi habitación, dejando salir ese suspiro aliviado de mis labios, apresurándome a buscar ropa, poniéndome un jean azul marino y un camisón negro que me cubría los glúteos, poniéndome unas pantuflas en forma de botines, cuando me dirigía a la puerta me topé con los ojos de aquella cosa o draphers, mirándome con tal intensidad que lograba intimidar cada fibra de mi cuerpo- tengo hambre- decía sin moverse de la puerta.


            La miré intentando encontrar mi lugar seguro, caminando lentamente hacia ella para poder ir a la cocina, pasé a su lado sin desviar la mirada, aun temía que hiciera algún movimiento en mi contra, pero simplemente me miraba y caminaba detrás de mí. Llegue a la cocina buscando todo para preparar una buena comida, mirando de reojo a la mujer que me observaba con tal intensidad, me resultaba completamente incómodo. Intenté mantenerme tranquila, preparando un buen platillo, pues básicamente de eso dependía mi vida, una vez que los olores comenzaron a extenderse por toda la cocina, esos ojos profundos dejaron de mirarme, observando con gran atención las hoyas donde se cocinaba los alimentos, dándome un poco más de privacidad, incluso tiempo para poder detallar mejor como era, para poder observar esos labios perfectamente delineados, en el punto exacto del tamaño, con un grosor no exagerado pero muy llamativos, un rostro delgado y de estatura decente, aunque podría decir que era mucho más alta que yo, podía calcularle 1.75 metros, con hermosos dientes y cejas arqueadas naturalmente, sus labios eran rosados, sus manos largas y delgadas, incluso sus piernas eran hermosas y perfectas, su cuerpo es…


- ¿Por qué me miras tanto? – sus ojos estaban sobre mí.


-Está listo- dejé de mirarla y apagué las hornillas para servir la comida- ven- ella no se movía de donde estaba- siéntate- dejé un plato lleno de suficiente carne y puré de papas, acompañado de ensalada y jugo de naranja. Ella me miró sin decir nada, sentándome mientras me miraba fijamente, tomando el tenedor para probar la comida, hasta que de un segundo a otro su desesperación se desató, soltando el tenedor y comiendo con la mano, tan rápido que no tardó mucho en terminar.


-Más- esos ojos logran intimidar cada centímetro de mi cuerpo. Me levante llenándole nuevamente el plato, mirándola comer desesperada, poco a poco iba comiendo mientras la miraba, asombrada por la forma en que ella comía.


- ¿Hace cuánto no comías? – a pesar de su desesperación al comer no dejaba de mirarme fijamente, sin mirar ni por un segundo la comida.


-Estaba encerrada, así que saca tus propias conclusiones- respondía con la boca llena, escupiendo la comida por masticar mientras hablaba.


-Entonces es mucho tiempo- ella asintió con la cabeza mientras seguía comiendo- ¿Quién te encerró y por qué? – esos ojos me miraban frívolos, más que antes.


-Preguntas demasiado- mis labios se silenciaron continuando con mi comida, sin mirar a aquella mujer. Escuché como la silla era rodada, mirando de reojo como se levantaba en dirección a la puerta, parecía que se iría, y justamente eso fue lo que hizo, sin volver a mirarme, sin despedirse, y lo peor, es que ni las gracias por la comida dio.


            Ella era un demonio, según lo que me dijeron uno de los más fuertes, malvados, despiadados, sin una gota de misericordia, aunque ciertamente ella intento asesinarme anoche, pero hoy era tan diferente, parecía que nada le importaba, con esos ojos adormilados y despreocupados, siendo completamente indiferente a todo. Miré una vez más la entrada de la casa, corroborando que ella ya se había ido, levantándome con un suspiro de alivio en los labios, recogiendo la mesa, disponiéndome a limpiar y dejar todo perfectamente ordenado.


            Ahora que lo recuerdo, le di mi camisa cuadrillé favorita, amaba esa en específico, pero realmente no encontraba cómo decirle que no a esa mujer, que contaba con la agilidad de alterar mis nervios. Subí lentamente las escaleras entrando a mi habitación, miré por la terraza la enorme luna llena que iluminaba completamente las montañas, sintiendo el aire gélido acariciar mi rostro, respirando profundo antes de dejar salir el aire de mis pulmones. Volví adentro cerrando los ventanales, sentándome en la cama mientras me quitaba las pantuflas y mi jean, para adentrarme en las profundidades de aquellos cálidos cobertores.


            El amanecer no se daba a esperar, golpeando mis ojos con esos descarados rayos de sol, aunque no quería levantarme, estaba tan rica la cama que solo podía abrazarme cada vez más en mis cobertores, aunque no recuerdo tener tanto, abrí mis ojos aun soñolienta, mirando que había entre mis brazos, topándome con unos ojos intensamente celestes, que me miraban adormilados, mi corazón golpeó fuertemente por el susto, iba a saltar fuera de la cama cuando sentí sus manos aferrarse de mi camisón, cerrando nuevamente sus ojos.


-Se veía tan cómodo que no evite meterme- susurraba mientras se acurrucaba en mis brazos, frotando su fría nariz en mi cuello. Quedé en silencio unos segundos, realmente no sabía que pensar, mi cerebro en ese momento no procesaba información- las personas llaman demonios a todo aquello que no entienden, sin darse cuenta que ellos son los peores demonios, por no aceptar su verdadera naturaleza, por mentirse descaradamente mientras juzgan a otros por actos que ellos cometen a diario… los humanos son tan falsos- la miré completamente asombrada por su razonamiento, aunque no debería sorprenderme, pues creo debe tener suficientes años de experiencia, es misteriosa y agresiva, ella me confunde completamente.


-Sé que la humanidad es compleja y falsa, pero también existe bondad y amor en ellos- ella me miró fijamente.


-Tengo hambre- nunca podía mantener una conversación con ella- pero quiero quedarme aquí- no entiendo su placer por mirarme fijamente.


-Está bien, prepararé algo, quédate aquí- levante mi brazo derecho para tener el apoyo suficiente y sacar el izquierdo que seguía debajo de ella.


-No- dijo sujetando mi brazo derecho volviéndolo a poner alrededor de ella- no lo entiendo, pero no se siente mal, así que quiero intentar entenderlo un poco más-


-Sólo si me respondes y dejas de evitarme- ella me miraba tan fijamente.


-Hueles mucho a ese darkers, me molesta su olor en tu piel- quedé en silencio, sabía a quién se refería ella, pero era alguien que realmente no quería recordar.


-Tengo hambre- respondí.


-Ahora eres tú quien evade- me miró unos segundos más y se volvió a acomodar apoyando su nariz en mi cuello- no te mataré por abrazarme, así que siéntete libre de hacerlo-


- ¿Y si no quiero hacerlo? – ella me miró nuevamente, fijamente, sin decir ni una sola palabra, dejando correr una ligera sonrisa de esos labios.


-Eso no es lo que dicen tus ojos, ¿Sabes que los ojos son la ventana del alma? Sé más de ti de lo que tú piensas, y lo sé con el simple hecho de mirar tus ojos- ella, ¿Realmente podía hacer eso? – por algo siempre te miro fijamente, porque estoy leyéndote como un libro abierto- la miré sorprendida, con mis ojos enaltecidos y mis labios entreabiertos- y puedo probarlo si quieres- se sentó mirando al ventanal, devolviendo la mirada hacia mí nuevamente- aunque no te gustaría- me levante con la ayuda de mis brazos, quedando apoyada en ellos, mientras la miraba fijamente- tengo hambre- la miré levantarse de la cama con mi camisa favorita y sin pantalones ni botines- levántate- ella siempre me mira como si no le importara, con sus ojos entrecerrados y bostezando, siempre mordisqueando su labio inferior.


-Sí, ya voy- respondí dejándome caer nuevamente en la cama, tapándome con los cobertores hasta la cabeza, la cama realmente estaba muy cálida, no quería salir de ella, en mi relajo total sentí como el cobertor se levantaba, mirando como ella se acercaba a mí con esos ojos adormilados, acercándose hasta quedar sobre mí, dejándose caer, recostando su cabeza de mi pecho.


-Ahora tienes un ligero olor a mí-


-No te entiendo- mantenía mi vista en el techo- intentaste matarme y ahora actúas extraño, pareces una niña, no veo ese instinto asesino de antes, además pensé que no te gustaría el contacto físico, y aquí estás, acostada sobre mí- la miré, topándome con esos intensos ojos- pareces incluso un gato, que le gusta recibir amor, pero no le gusta darlo y que, además, golpea y muerde cuando recibe mucho cariño.


- ¿Quieres mi amor? –


-No entiendes…- sentí como subía para quedar al frente de mí, apoyando sus manos a la altura de mi cabeza, mirándome fijamente, mientras se mantenía sentada sobre mi pelvis.


-No sé cómo darte mi amor, nunca lo he experimentado, así que no sé cómo debe ser o que debo hacer- había confusión en sus ojos.


-No es algo que se sabe, solo es algo que nace sin esperarlo y que crece sin evitarlo- alcé mi mano derecha, acercándola lentamente hacia ella, mirando como esos ojos cambiaban ferozmente, mirando con odio mi mano- es algo que se siente igual de bien que esto- le dije acariciando su rostro con delicadeza, observando como su mirada se cambiaba, quedándose inmóvil, simplemente sintiendo mi tacto.


-Entonces, ¿Eso es amor? – alejé mi mano soltando una sonrisa.


-Realmente no lo entiendes-


-Yo no quería matarte esa noche, sí, acepto que se me pasó un poco la mano, pero de haberte querido asesinar lo hubiera hecho en el instante que entrarte y rompiste la barrera que me mantenía atrapada, pero no lo hice, y no sé porque aún no quiero hacerlo- me miraba fijamente- es extraño, no lo entiendo, algo no me lo permitía y aún no me lo permite, es cómo, no sé, me sintiera bien cerca de ti. Puedo tener miles de años, pero nunca me había sentido así, y muchos menos perder el interés por asesinar, por eso me parece muy curioso, porque no puedo entenderlo- alcé mi mano tocando su parrilla costal izquierda, mirando como sus pupilas se dilataban, dejándome entrar en su complejidad. 

Notas finales:

¿Les gustó? Bueno, tal vez sea algo extraño, solo espero les haya gustado, ¡Nos leemos pronto! 

Un abrazo :3


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