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Desnúdame por Del

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Notas del capitulo:

¡Hey! Aquí estoy con un poco más, despues de haber salido de un asqueroso parcial, tranquilidad por fin. 

¡Disfruten!

         Su piel realmente era muy fría, pero era muy suave, más de lo que esperaba, ella me miraba fijamente, como intentando leer mi mente con solo una mirada, percibiendo por primera vez como ese ceño se fruncía al no poder entender lo que estaba sucediendo en ese momento.


- ¿Te puedo preguntar algo? Pero debes responderme- mi mano seguía tocando su parrilla costal izquierda, permitiendo el contacto de mi piel con la suya.


-Está bien- sus pupilas estaban tan dilatadas.


- ¿Lo has hecho alguna vez? – sé que es una pregunta muy fuera de lugar, pero es simple curiosidad, solo eso. Ella me miró sin expresión alguna dejando una pequeña mueca en sus labios como sonrisa.


-Sí, he tenido sexo, y muchas veces la verdad- que ojos tan perversos.


-Hay una larga distancia entre tener sexo y hacer el amor-


- ¿Cuál? Al final ambas te permiten un contacto íntimo y placentero-


-En una solo entregas tú cuerpo- dije apretando ligeramente su parrilla costal izquierda- mientras que, en la otra, entregas también tu corazón- allí están, otra vez esos ojos confundidos.


- ¿Cómo hago eso? – sus cabellos caían alrededor de su cabeza, dejando una hermosa vista para mí.


-Después lo sabrás- respondí alejando mi mano de su piel, regalándole una sonrisa.


-Pero lo quiero saber ahora-


-No- la miré fijamente al sentir cómo se levantaba lentamente de mi pelvis- todo a su tiempo, pronto llegará alguien que te haga sentir lo suficientemente extraña cómo para entenderlo. Ahora- me acerqué a su rostro, sin poder tener alguna respuesta de asombro o algún tipo de emoción- es hora de comer- podía sentir su respiración.


-Tengo hambre, pero sigo sin entender- ella no se apartaba, ni porque estuviera a centímetros de sus labios- puedo sanar tus heridas rápidamente- dijo levantándose y caminando a la puerta.


- ¿De verdad puedes hacer eso? – me senté mirándola.


-Sí, recuerda que soy un draphers, lo que significa demonio legendario, soy casi inmortal, tengo más años de los que crees, sé todos los trucos y consecuencias, incluso sé lo que ocurrirá por haber sido liberada de mi prisión, yo soy quien todos temen, soy la muerte hecha carne- esos ojos eran tan fríos.


-Y a pesar de eso, eres una tierna chica demonio que cuando no me intenta matar es adorable- me levanté de la cama caminando hacia ella, observando esos ojos inexpresivos.


-No me subestimes- susurró al tenerme al frente.


-Créeme que no lo hago, incluso aun te tengo miedo, pero no puedo mentirte diciendo que no eres hermosa en esa forma-


-Tengo hambre-


            Ella siempre estaba hambrienta, aunque siempre usaba ese “tengo hambre” para no responder a mis preguntas, mirándome siempre sin importancia y acosándome con esos ojos celestes. Bajé a la cocina con ella detrás de mí, movilizándome para preparar algo apetitoso y suficiente, ya que ella comía por tres personas, aunque me gusta verla comer, es divertido. Sin mucha demora preparé unos cuantos huevos revueltos y varios panes tostados, dejando numerosos rellenos en la mesa para que ella se sirviera lo que gustara, así que sin tardar la hice sentarse, comiendo junto con ella, mirando como ésta vez comía más decente, pues no se encontraba famélica. Terminé de comer y el timbre de la cabaña sonó, me levanté de la mesa y fui a ver quién era, mirando esos ojos color avellana mirarme con molestia, pues no le había escrito durante todo éste tiempo, observando como sus ojos cambiaban y se volvían más frívolos, estaba mirando sobre mi hombro, en ese momento recordé que aquella cosa que intentaba matarme, ahora estaba viviendo conmigo, o eso parecía, volteé atrás para llamarla, cuando miré que sus ojos brillaban como la luna llena, y su boca parecía estar rompiéndose en pedazos, observando como sus manos se alargaban y se volvían filosas, estaba asustada, miré nuevamente a Cloe notando que ésta tenía una enorme espada que sacó de la nada, dejándome saber que se desataría una gran pelea en ese momento.


- ¡Alto! – grité metiéndome en el medio de ellas, observando las afiladas garras de la draphers detenerse antes de impactar en mi cabeza.


- ¡Abby! – gritó Cloe molesta.


- ¡Ella no es mala! – miré como aquella chica volvía a su normalidad, mirando fijamente mis ojos, dándome a entender que no haría nada- Cloe- dije volteándome hacia ella- sé que no es fácil de entender, yo aún lo intento, pero ella no es lo que pensábamos-  


-Es un demonio Abby, un asesino natural, ¿A caso te lavó el cerebro? –


-Yo no lavo cerebros- respondió ella antes que yo- me los devoro que es muy distinto- volteé mirándola con el ceño fruncido, pero ella estaba allí, con la misma mirada indiferente.


-Oye Cloe, cálmate, ella no hará nada, por alguna razón que ni ella entiende no siente deseo de asesinarme o algo así-


-Pero ellos son traicioneros, no hay que confiar nunca en un draphers-


-Así como tampoco hay que confiar nunca en un odhirius- decía ella mirando fijamente a Cloe.


-Dios…- me froté el rostro- ¿Quieres pasar y hablarlo mejor? – pregunté mostrándole el interior de la cabaña.


-La verdad no puedo ésta vez, quiero, pero no puedo, tengo que viajar unos días fuera del pueblo- me miró molesta- ¡Tú ten cuidado! – dijo jalando de mi camisón mirándome amenazante- mantenme informada de cualquier cosa- dijo saliendo de la cabaña- ¡Y ni se te ocurra hacerle daño monstruo! - grito a la chica que la miraba indiferente.


- ¿Ahora qué haremos? – pregunto una vez la puerta fue cerrada.


-Yo seguiré durmiendo, aun me siento adolorida como para salir a caminar- respondí caminando a la cocina, debía limpiar el desastre que había quedado.


-Bueno, vamos a dormir- la miré después de dejar los platos en el fregador.


-Si esperas un poco te prepararé una habitación-


- ¿No puedo dormir contigo? Estoy más cómoda durmiendo contigo por alguna razón que desconozco-


-Eres extraña, un día atentas contra mi vida y al otro quieres vivir conmigo sin siquiera pedirlo-


- ¿Puedo vivir contigo? – a veces me estresa esa mirada tan flemática.


-Bueno, si no tengo de otra-


            Ella me miraba con esos ojos tan inexpresivos, como me gustaría poder saber que dicen esos ojos tan silenciosos. Seguí limpiando la cocina para poder ir a la cama, observando de reojo esos ojos que no me perdían de vista, sacudiendo mis manos mientras caminaba hacia ella, la miré y subí las escaleras, escuchando sus pasos detrás de mí, me detuve al frente de la puerta, indicándole que entrara para poder cerrar la puerta, tomé el control remoto del televisor, dejándome caer en la cama, mirando a la mujer que me observaba desde la puerta.


-Puedes acostarte o sentarme, siéntete cómoda de hacer lo que gustes- la miré caminar hacia mí, subiendo a la cama y sujetando mi brazo para jalarme hacia ella.


-Quiero intentar algo- decía recostándome de su pecho, deslizando sus brazos por mi cintura escapular, abrazándome sin mucha fuerza- no entiendo- susurraba a mi oído.


-Espera un poco- le respondí, acariciando sus antebrazos. Ella simplemente quedo en silencio, mientras su corazón latía al ritmo del mío, dejando una inexplicable sensación de comodidad en mi pecho, estaba a gusto, no sabía la razón de aquella impresión, solo sabía que extrañamente no me incomodaba.


- ¿Te gusta estar así? – al escuchar su voz mi mente se aclaró, alejándome de aquel cuerpo que me resguardaba- ¿Eso es un no? – miré sus ojos, notando algo que antes no había visto, inseguridad.


- ¿Cómo se sintió? – intentaba darle vuelta a la flecha. Ella me miró pensativa, mirando a un lado, como buscando la respuesta correcta.


-No me molestó- respondió a los segundos- me agradaba escuchar el latido de tu corazón, era tan tranquilo, así como si realmente disfrutaras estar entre mis brazos- eso no lo esperaba, ella siempre sabía que decir, usando palabras que enaltecían mis ojos, y razonamientos que azotaban mi corazón, creo que me gusta esa forma de ser suya, tan inexperta en ciertos temas, curiosa por entender lo que no lograba ver, intentando creer.


-Me gusta…- susurré a regañadientes.


- ¿Te gusta? – ella se acercaba lentamente a mí- ¿Qué te gusta Abby? – la miré muy sorprendida, era la primera vez que ella decía mi nombre, ahora que lo pienso aún no sé su nombre.


-Tienes buen oído- bajé la mirada con una sonrisa en los labios- lograste escuchar mi nombre cuando Cloe lo dijo- la miré directamente.


-Sí, escucho muchas cosas, más de lo que piensas, aunque, no me importaba saber tu nombre- esa indiferencia de ella puede ser dolorosa a veces.     


- ¿No querías saber mi nombre? –


-Sí quería, pero no me importaba saberlo aún- miré como su nariz se movía cuidadosamente, como olfateando algo- tienes un olor extraño-


-Deja de olerme tanto- le dije mientras me metía bajo los cobertores, apoyando mi torso del espaldar de la cama.


- ¿Por qué? ¿No te gusta? – que desvergonzada me siento, mirando de reojo la abertura de la camisa cuadrillé que estaba usando, tenía tres botones de arriba abiertos, dejando presenciar la línea que sus pronunciados, pero no exagerados pechos dejaban.


-Es extraño- respondí desviando la mirada al televisor.


-Pero a mí me gusta oler- la escuché moverse en mi dirección- y más me gusta olerte- volteé topándome con esos intensos ojos muy cerca de mí, oliendo mi mejilla- y no lo dejaré de hacer solo porque creas que es extraño- miré como su rostro se acercaba más al mío, dejando su respiración sobre mis labios.


- ¿Qué haces? – me quedé completamente inmóvil, pues un movimiento en falso y sus labios chocarían con los míos.


-Siento tu respiración, también me gusta su olor- sentí cómo frotaba su nariz con la mía.


-Pero debes saber que estas invadiendo mi espacio personal- me sentía ligeramente confundida.


-No me importa- respondió mirándome fijamente, sin dejar de frotar su nariz con la mía, haciendo que mi rostro se ruborizara levemente, podía sentir mi rostro calentarse, dejando una extraña sensación en mi pecho, y un infrecuente cosquilleo en mis labios, cubriendo con un deseo inesperado mi cuerpo.


-Me iré a duchar- dije alejándome rápidamente de su rostro, caminando con pasos largos en dirección al closet- si quieres duerme mientras- dije una vez que ya tenía la ropa que usaría, saliendo con prisa de la habitación.


            No entiendo que me estaba pasando, no encontraba la razón de sentirme tan caliente y con pensamientos inapropiados, no podía darles riendas sueltas a los latidos de mi corazón. Dejé toda mi vestimenta sobre el cesto de la ropa sucia y entré a la ducha, dejando que la primera ráfaga de agua fría me golpeara, para calmar los pensamientos que me inundaban en aquel momento. Después de un rato me calmé, pero poco duró, pues mis oídos se percataron del casi sordo sonido de la puerta al abrirse, dejando lentos pasos en dirección a la ducha, mirando cómo la deslizadora se abría en cámara lenta, deteniéndola al segundo que reaccioné.


- ¡No entres! – me estaba alterando.


-Pero quiero ducharme también, huelo mal- me asomé por la abertura que había quedado, mirando aquellos ojos indiferentes.


-Espera que salga- estaba completamente desnuda, mostrándose sin vergüenza antes mis ojos.


-Pero me quiero duchar contigo-


- ¡No! – la miré molesta. Pero como siempre aquellos ojos estaban inmutables, dejándome entender que no le importaba que dijera o cuanto gritara.


-Tienes 5 minutos- dijo sentándose en la tapa del inodoro, mirando fijamente hacia la corrediza.


            Me bañé lo más rápido posible, sintiendo tanta presión por aquellos ojos que no podía ver, a pesar de no terminar de lavar cada centímetro de mi cuerpo, logré salir antes de los 5 minutos, mirando aquellos ojos intensos sobre mí, levantándose sin esperar, entrando mientras me observaba fijamente. Terminé de salir del baño, dirigiéndome a la habitación para poder vestirme, quería ir al pueblo para comprar algunos dulces y tomar un café caliente.


            Las gotas de agua se deslizaban por las curvas de aquel pálido cuerpo, siendo golpeada por esos ojos salvajes y frívolos, intentando no mirar esa desnudez que se ofrecía a simple vista. Agarré la ropa que estaba en la punta de la cama, caminando en dirección a ella sin dejar de mirar sus ojos, entregándole un jean negro y una camisa negra con disimulados detalles grises, dejando cerca de sus pies unos botines rojos.


- ¿Quieres ir por un postre? – pregunté una vez que me di la vuelta para no seguir mirándola, dejando mis ojos puestos en el televisor.  


-No- respondió ella muy tranquila.


- ¿No? – la miré un poco confundida- pensé que iba a querer, pues te gusta comer mucho- realmente se veía muy guapa con aquellas prendas puestas, sensual con dos botones superiores sin abrochar.


-No quiero ir, me quedo aquí- la miré con el rabillo del ojo acercarse hacia la cama, acostándose en ella mientras me observaba.


-Bueno, nos vemos en un rato- le dije caminando a la puerta.


-Pero debes traerme de todos los postres- vaya descaro el de ella.


-No te traeré nada, si quieres postre debes ir conmigo- que forma de mirar tan amenazadora la de ella.


-Quiero uno de cada uno- volvió a repetir, haciendo erizar completamente mi piel, estaba recordándome quien era realmente ella.


            Sin pelearle más me fui, caminando en dirección al pueblo, tenía suficiente dinero como para comprar un postre de cada uno, demás que prácticamente vacié mi mochila para poder tener suficiente espacio para llevarlos. El camino ya no era tan largo, creo que ya lo había caminando tantas veces que ya me estaba acostumbrando, me gusta caminar, y más con este olor a naturaleza, ese petricor que tanto me gusta. Podía escuchar silenciosos pasos a la lejanía, no sabía si era mi paranoia o realmente eran pasos, lo único que tenía seguro y sabía, era que tenía que apresurarme un poco más más, para regresar a la cabaña con el sol aún puesto.


-Buenos días niña- decía un nombre bigotón y panzón, con sombrero de chef y un delantal blanco, con el típico traje de cocinero.


-Buenos días señor- no había visto a aquel nombre en esa tienda- por favor deme un pastel de cada tipo que tenga- miré su cara de asombro al escucharme.


- ¿Una fiesta niña? – él se veía muy contento por la gran venta que estaba realizando.


-No señor- que hombre tan amable- solo quiero darle a probar muchos pasteles a una amiga que tiene tiempo sin comer algo dulce- al decir aquellas palabras miré como una enorme sonrisa se dibujaba en aquel hombre.


-Entonces déjeme obsequiarle algunas cositas que sé, que le gustarán- miré como entraba a la cocina saliendo con una bandeja llena de diferentes bocadillos.


- ¡Muchas gracias! – me había contentado la buena voluntad del señor.


            Miré como los pasteles eran empacados uno a uno con gran cuidado, llevándome una gran variedad de postres conmigo, desde fresa hasta chocolate, llevándome un total de diez pasteles y más de doce bocadillos, como pude organicé con cuidado los postres, pues no quería que se me dañaran, quería que mantuvieran esa hermosa presentación para… vaya, no sé su nombre, no había pensado en eso, aun no sé el nombre de ella o de eso, esto me hace sentir extraña. Despidiéndome del buen hombre me fui, pensando en aquella mujer que solo sabía enredar mi cabeza, dejándola en mi mente en contra de mi voluntad, el sol estaba en lo más alto, así que iba a buen tiempo, todavía no había comenzado la puesta de sol, así que podría irme con más tranquilidad, aunque había una extraña sensación en mi cuerpo, aunque no podía entenderla, pero aún así, decidí hacerle caso, así que en vez de irme por el mismo camino, preferí tomar el camino más largo y engorroso, pues tenía que caminar entre la maleza. 


                A pocos metros de la cabaña me incorporé al camino, entrando sin esperar, dejando con cuidado la mochila en el mesón, dispuesta a llamar a esa chica frívola y sin emociones o expresiones, pero cuando volteé, miré dos hombres caminar por las afuera de la cabaña, observando como intentaban ojear dentro, escuchando como la manilla de la puerta principal era girada, haciendo que mi cuerpo se alterara, corriendo rápidamente para poder meter el seguro de la puerta, y sin pensarlo busqué cada posible entrada, sellándola lo mejor que podía, escuchando a aquellos hombres quejarse, hasta que por fin sus pasos se comenzaron a presenciar distantes, dejando un ligero alivio en mi pecho.


-Tengo hambre- ella bajaba las escaleras frotándose el cabello, mirándome con esos ojos adormilados.


-Traje muchas cosas- un suspiro se escapó de mis labios antes de caminar hacia la cocina- pero no puedes comer todo sola, vamos a compartir- ella se recostó del mesón, mirándome con esos ojos tan intensos.


-No me gusta compartir- dijo con sus brazos cruzados.


-Puedes debes aprender a compartir entonces- le respondí mientras sacaba todas las cosas dejándolas bien acomodadas sobre el mesón. No había respuesta de aquellos labios, lo que llamó mi atención haciéndome mirarla, topándome con esos extraños ojos, observando como esos pies venían en mi dirección, haciendo que mi cuerpo temblara y dos pasos hacia atrás diera, dejando que un ligero aire a miedo que escapara de mis poros, pero mi sorpresa fue mayor al presenciar lo que realmente ella quería hacer, se inclinó para apoyar su cabeza en mi pecho, sintiendo como sus brazos rodeaban lentamente mi cintura, escapándose descaradamente un fuerte latido de mi corazón.


-Quería saber qué se sentía hacer esto contigo - susurraba mientras sus ojos estaban cerrados y sus dedos se aferraban de mi abrigo.


- ¿Y qué se siente? – cada segundo que lo paso con ella se vuelve un radiante misterio que me llama desde lo más profundo de su ser.


-Creo que…- levantó su rostro mirándome fijamente- bien- que ojos tan, extrañamente brillantes.


-Ahora la que no entiende soy yo- murmuré mirando ese rostro tan cerca del mío.


- ¿Por qué? – porque no lo puedo entender aún.


-Vamos a comer- desvié ferozmente el tema alejándome de ella, sintiendo esos ojos confundidos sobre mí, mientras mi corazón latía con tal locura que podía sentir como se saldría de mi caja torácica.


            Me dediqué a organizar los postres, pues así podría ocultar por un momento mis ojos de los de ella, intentando calmar aquel remolino que se formaba en mi interior. Una vez terminé, quedó ante nuestros ojos un gran mesón lleno de muchos postres, realmente se veía hermoso, simplemente tentador. Dejé a un lado esa sensación de inestabilidad, acercándome al mesón mientras miraba a aquella que sin expresión se acercaba a los postres, tomando uno de ellos, y apenas sus labios probaron el primero, logré observar como sus ojos brillaban, dejando una ligera emoción en su rostro, dejándome hipnotizada por ese rostro infantil que logré presenciar por un segundo. Sin poder dejar de verla observaba esa forma de comer tan gustosa de ella, dejando una sensación tan agradable en mi pecho que no encuentro palabras para describirlas, solo sabía que me gustaba verla comer. No entiendo que está pasando conmigo, no entiendo que está pasando con ella, no sé qué está haciendo conmigo, no sé qué estoy haciendo con ella, solo sé que algo está ocurriendo entre éste compartir de miradas, en estos inciertos saberes.  


-Gracias- no podía crees lo que escuchaban mis oídos.


- ¿Cómo? – la miré, notando su rostro lleno de dulces.


-Dije gracias, sé los buenos modales- aquellos ojos por primera vez comenzaron a ceder.


- ¿Cuál es tú nombre? – la intensidad de sus ojos eriza cada vello de mi cuerpo, dejando un silencio pronunciado en sus labios.


-Me llamo Eileen- decía ella apartando sus ojos de mi cuerpo, mientras se levantaba lentamente, dejando correr un largo suspiro- ya no puedo comer más- una parte de mí se sentía contenta, así que sin esperar más me levanté, deteniéndome al frente de ella, mirando como esos ojos penetraban en las profundidades de los míos.


-Mucho gusto Eileen- podría ser tonto para otros, pero saber su nombre es un gran paso que no desperdiciaré- soy Abby- no sé qué pasa con ésta aura, sólo sé, que por alguna razón- es un placer conocerte- quiero conocerla más.


-El placer es todo mío Abby- y por un momento, miré cómo lentamente se dibujaba una sonrisa en esos hermosos labios rosados. 

Notas finales:

Espero les haya gustado :D y bueno, nos leemos pronto. ¡Saludos!


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