Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Desnúdame por Del

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hey! Acá les dejo otro capítulo más, espero les guste. 

      Estaba paralizada, no podía ni voltear a verla, mi cuerpo estaba perdiendo fuerzas, pero tenía que mantener la calma, no podía dejar que María se percatara de mi terror, realmente no quería contarle lo que había sucedido. Sin decir alguna palabra me di vuelta caminando detrás de la mujer que ya me llevaba varios pasos de ventaja, intentando controlar ese punzante dolor en mi pecho.


-Pensé que nunca llegarías- decía ella apoyándose del escritorio mientras me miraba entrar- necesito que llames al proveedor de la empresa-


-Renuncio- solté, interrumpiendo sus perfectos labios, siendo el punto fijo de una mirada molesta- solo vine para entregar mi carta de renuncia- continué mostrándosela.


-Sabes que no la aceptaré- decía ella con aquella voz retadora y prepotente.


-Aceptes o no, allí estará- la deje en la mesa que estaba en el medio de aquella gran oficina, me di vuelta rápidamente para irme sin esperar, cuando sentí sus manos sujetarme, una cubría mi boca y la otra me afirmaba a su cuerpo.


-Qué rebelde- susurraba a mi oído- ¿Olvidaste lo de ayer? Al parecer debo educarte mucho mejor…- era perturbador sentir su aliento en mi oreja- debes entender quién manda en ésta relación- segundos después sus manos me liberaron, sintiendo un fuerte empujón el cual me tumbó al suelo.


- ¡Gritaré si no me deja ir! – otra vez esos ojos estaban brillando como la luna llena, mirando esa sonrisa tan perversa, escuchando el resonar de sus tacones que se dirigían hacia la puerta, la cual, al tocarla con su mano izquierda, una especie de barrerá cubrió toda la oficina.


-Puedes gritar todo lo que quieras, nadie podrá escucharte- mi corazón latía ferozmente, y más al mirar cómo se acercaba lentamente a mí- procura gritar mucho, me encanta escucharte-


-No… por favor…-


            Mis ojos me traicionaban dejando caer lágrimas de ellos, sintiendo el enorme peso y fuerza que sus manos ejercían sobre mis antebrazos, tanto que por un segundo pensé que los rompería, entre pataleos y un feroz forcejeo la golpee, pero haber tocado su piel fue lo peor que pude haber hecho, pues se volvió más violenta de lo que ya era, tirándome boca abajo mientras bajaba mi jean negro y subiendo mi camisa de cuadrillé azul, golpeando mis glúteos, adentrando su mano en mi sexo mientras sus filosos dientes se clavaban en mi piel.


            Todas las cosas que estaban sobre su escritorio fueron tiradas al suelo, dejando como respuesta el fuerte azote que se dio mi cuerpo sobre este, sintiendo como aquella mujer subía sobre mí, lamiendo mi pecho izquierdo hasta llegar a mi cuello, en el cual dibujo un chupón, bajando hasta mi sexo recorriendo con su lengua mi línea alba. No dejaba de apretar mi mandíbula, no quería darle el gusto de escucharme gemir o gruñir, no quería darle más placer del que estaba sintiendo ya, intentaba aguantar lo más que pudiera, hasta que ella se agotara, lo cual duraba horas. No podía escuchar nada más que su voz, no podía escuchar nada más que sus gemidos, nadie venía, nadie tocaba esa puerta, era como si nadie estuviera en el lugar, era como si ella los hubiera desaparecido a todos, estaba sola, sola con ella dentro de mí.


            Después de varias horas ella se detuvo, mirándome de arriba abajo, había una sonrisa satisfecha en su rostro, ella empezó a recoger su ropa para vestirse, mientras yo seguía allí tirada sobre el escritorio, sin poder moverme.


-Tengo una reunión en 10 minutos, no puedo llegar tarde- decía mirando su reloj- después seguiremos con esto, por ahora es todo- dijo saliendo de la oficina sin mirarme nuevamente. Dejé correr un suspiro y con quejidos me senté, miré mi celular notando que a aduras penas había pasado 10 minutos, no entendía por qué, pues sentí que aquel momento había durado horas. Sin esperar más tome mis cosas vistiéndome lentamente, tome un pañuelo del suelo y limpié la sangre de algunas mordeduras, cubriendo cualquier evidencia debajo de mi ropa.


- ¿Ya te irás Abby? - los ojos de María brillan tanto. Ella realmente no había escuchado nada.


-Sí- me acerque a mi escritorio tomando todas mis pertenencias- nos vemos después linda María-


-Oye- esos ojos tristes de cachorro me encantan- no me olvides, por favor- sujeté su mano regalándole una sonrisa.


-Eso jamás-


            Sin cruzar tantas palabras mis pies se pusieron en marcha lejos de aquel lugar, realmente no sabía cómo podía caminar tan normal cuando estaba tan adolorida. Caminé fuera de la empresa en dirección a mi departamento, tenía que hacer mis maletas para irme un tiempo, simplemente quería desaparecer de aquella ciudad.


            Apenas llegué a mi departamento no esperé en sacarme la ropa, estaba ahogada por el aroma de aquella mujer, sentía como mi cuerpo se envenenaba cada vez más por la esencia marcada en mi epidermis. A pesar de que frotara mi piel fuertemente con la esponja de baño, aquel olor no salía, incluso podía ver algunas heridas por escoriación de tanto que me frotaba, pero ya rindiéndome con un grito frustrado salí de la ducha, secando las gotas de agua que corrían por mi piel ligeramente eritematosa, caminando con mis pies descalzos por la cerámica fría, apresurando mis manos para armar sin exceso la maleta que me llevaría.


            Tiré la mochila sobre mi músculo trapecio y con la mano derecha jalé la maleta más grande, eché una última mirada a todo y me fui, tenía que llegar a tiempo al autobús, me iría de noche, así que llegaría en la mañana. Después de cerrar muy bien el departamento no esperé en bajar y detener un taxi, mientras posaba mis audífonos sobre mis oídos y subía el volumen a la música.


            Tras esperar una hora para la salida del autobús, por fin éste arrancó, y para gloria mía no tenía que compartir asiento con nadie, así que podría dormir tranquilamente, aunque, por un segundo sentí como si me estuvieran mirando, un aura densa que penetraba por mis poros destrozando lentamente mi piel, ahogando mi respiración sin permitirme moverme, hasta que el autobús comenzó a moverse y mis ojos se abrieron fuertemente con bocanadas desesperadas, miré a todos lados pero no miraba nada, simplemente logré observar un auto negro que se quedaba en la distancia, dándome a entender que estuve muy cerca de ella sin saberlo.


            Abby la chica buena, Abby nunca dice que no, Abby es la hija perfecta, Abby es la estulta, Abby es la insulsa. Tengo tantos secretos que ni mis padres después de tantos años saben, y realmente dudo que sepan, no sé por qué, pero soy como una cebolla, con tantas capas y todas diferentes, no soy nada buena con lo que relaciones se trata, no sé socializar correctamente, me avergüenzo por todo y mi timidez me limita muchas veces, puedo parecer una mujer fuerte e intimidante por fuera, pues bien eso me han hecho saber, pero en mi perspectiva no lo soy, no me considero una persona fuerte, solo soy alguien que intenta sobrevivir a los entre tramados completos de la vida cotidiana, a las curvas peligrosas de sueños con deseos de cumplir, solo soy una creadora de hipótesis suspicaces, soy alguien en busca de ese “yo no sé qué”, que me entregue más de lo planeado llenando con un golpe de energía mi vida. Quiero romper los paradigmas esquematizados de una vida que intenté forjar a base de quien no era, si no de quien me hicieron ser.  


            A veces quisiera borrar los recuerdos con solo desearlo, pero es imposible, a veces quisiera poder controlar lo que no consigo alcanzar, quiero poder tocar lo que no puede ser tocado, quisiera llegar donde nadie más ha logrado, quiero poder interpretar los ojos de ese “alguien” que me vuelva un todo, pero no tengo ese nada que me complete, en su lugar solo estoy yo, experta en huir sin dejar pistas detrás de mí, como cenicienta, estoy yo tan compleja, envuelta en una burbuja.


            El amanecer era fastuoso, llenando de luz las montañas y pintando de colores la oscuridad, dejándome ver cómo le entregaba brillo al hermoso lago que osaba posarse bajo él, mostrándome una de las maravillas que tendría en éste lugar.


-Esperamos hayan tenido un excelente viaje con nosotros, por favor bajen con cuidado- ya había llegado después de seis horas de viaje, estaba tan adolorida y cansada que no podía sentir mis glúteos, realmente creo que los perdí.


            A las afueras del pueblo se encontraba la cabaña, realmente mi primo no escapulaba en sus gustos, pues la cabaña era más lujosa de lo que esperaba, era enorme, de dos pisos, con grandes ventanales, con grandes robles de pilares, con pantallas planas en todos los rincones concurridos de la cabaña, una cocina de revista, empotrada, cada una de las habitaciones tenía una cama matrimonial, incluso wifi, realmente esa cabaña lo tenía todo, sin olvidar que había tanta comida que un batallón podía comer por un mes, realmente mi primo había exagerado. Una vez terminé de recorrer el lugar me dispuse a tomar una de las habitaciones, una del segundo piso, con terraza, con una esplendorosa vista hacia el bosque, terminé de desempacar para poder preparar algo rico de comer, escribiéndole a Samuel mientras bajaba.


“Primo te has volado, la cabaña está magnifica, además dejaste comida como para un batallón.”


“Conozco muy bien a mi prima, sé sus gustos, además, comes demasiado, disfruta querida prima.”


            Terminé de leer el mensaje dejando mi celular sobre el mesón, abriendo la nevera para poder escoger lo que comería, pues era temprano y un hermoso día, tenía que ir a caminar por el pueblo. Estaba de buen humor, realmente me hacía muy bien estar lejos de la ciudad, sobre todo de esa mujer, la cual impregnó completamente su olor en mi piel, dejando su huella tatuada.


- ¡Hola! – a mitad del bosque escuchar que te hablan debería darte miedo, pero aquella voz era tan amigable que realmente no sentí nada de temor.


- ¿Hola? – miré quién me hablaba, era una chica, con el cabello castaño y ojos color avellana, más pequeña que yo, como de 1.60 metros, tan blanca que su piel parecía porcelana, realmente muy hermosa.


-Es raro ver a una visitante por este pueblo- decía acercándose a mí- y más en invierno, cuando no puedes andar más cómodamente- realmente era muy hermosa- así que estás escapando de algo- eso me sorprendió.


- ¿Por qué crees que escapo de algo? – se despertaba cierto interés en mí, por ella.


-Veo a muchos como tú en éste lugar- la miré intentando entender a esa pequeña- pero ninguno tan hermoso- me estaba coqueteando.


-Entonces no hay muchos cómo yo- respondí con una sonrisa en mis labios- me llamo Abby- dije extendiendo mi mano hacia ella.


-Me llamo Cloe- respondió estrechando mi mano, pero sin esperarlo ella jaló de mi mano, acercándose rápidamente a mi rostro, dando un beso a mi mejilla- es un placer conocerte- la miré con una sonrisa ladeaba y un asombro de por medio.


-El placer es mío-


- ¿A dónde vas Abby? –pregunto soltando mi mano.


-Solo quería caminar por allí, realmente no conozco muy bien el lugar-


- ¿Quieres que te lo muestre? – esos ojos tan pícaros me insinúan travesuras.


-Con una guía como tú, claro que quiero-


- ¡Genial! – expresó ella muy contenta, sujetando mi mano.


- ¿Qué edad tienes Cloe? – quería evitar a toda costa un recorrido silencioso e incómodo, aunque no lo era, o al menos para ella que sujetaba fuertemente mi mano sin soltarla.


-18 años Abby, ¿Y tú? – ella tiene una mirada dulce, pero puedo notar como detrás de esa mirada se esconde los ojos de un feroz lobo.


-22 años Cloe- miré el camino aprendiendo un poco la ruta, para poder volver después.


- ¿Te gusta nadar Abby? –


-Sí, me gusta-


-Qué alegría- decía apresurando el paso- entonces te gustará mucho esto- dijo mostrándome un hermoso lago cristalino, el cielo se reflejaba completamente en él, permitiendo que su belleza se incrementara con el acompañamiento de las montañas a su alrededor.


-Qué hermoso…- estaba asombrada por tanta belleza, hasta que mis ojos parpadearon varias veces mirando a Cloe, sorprendiéndome al verla desvestirse- ¡¿Qué haces?! – había demasiado frío como para andar en esas.


-Arriésgate Abby- ella estaba en ropa interior, era simple, de color rosado, pero no logré seguir mirándola pues me había dado una bofetada mental. La miré asombrada mientras ella corría hacia el lago con una enorme sonrisa, lanzándose en éste como si fuese una niña pequeña. Estaba emocionada, había un descontrolado cosquilleo en mi cuerpo, mandando todo al demonio tiré mi mochila y me desvestí, quedando expuesta mi ropa interior negra, corriendo sin parar hasta lanzarme a aquel lago en el cual ella me esperaba con una enorme sonrisa, y para mi mayor sorpresa, el agua estaba tibia.


- ¡Está deliciosa el agua! – grite al darme cuenta de lo cálida que estaba.


-Te dije que te arriesgaras- decía ella nadando hacia mí- ven nademos juntas- sentí como tomaba mi mano bajo el agua, jalándome con ella a la profundidad, chapoteando y lanzando agua como si fuéramos niñas, o al menos conocidas, pues no está de más decir que la acabo de conocer.


-Deberías desconfiar un poco más en los extraños- le dije una vez nos detuvimos.


-Lo sé- esos labios entre abiertos son tan llamativos- me lo han dicho varias veces, pero no soy tonta, solo hablo con aquellos que no me den miedo, mi cuerpo reconoce quien es buena y mala persona-


-Necesito un cuerpo como el tuyo- le dije interrumpiéndola- yo no tengo tanta suerte como tú-


-Hay otras formas- decía ella acercándose lentamente a mi rostro, no dejaba de mirar mis labios, sus movimientos eran tan lentos, dando pausas pidiendo permiso, dejándome sentir su aliento en mis labios.


-Deberíamos irnos ya- no me asusta, o eso creo, es solo que no soy esa clase de persona. Ella parecía incómoda, pues la había rechazado.


-Sí…- respondió alejándose de mis labios, levantándose para ir por su ropa, creo que estaba ligeramente molesta, dejé correr un largo suspiro saliendo del agua, buscando mi ropa para vestirme rápidamente, antes que sus ojos detallaran mi cuerpo- ¿Qué te sucedió? – creo que ya era tarde, ella se intentaba acercar para poder ver mejor mi cuerpo, pero antes de que eso sucediera terminé de bajar mi blusa y abrochar mi jean.


-Me caí- respondí sin importancia, mirando sus ojos directamente, podía leer en ellos que no me creía nada, y por un segundo entendía el por qué no logré besar sus labios- ¿Nos vamos? – le sonreí- quiero conocer más lugares.


            Sus ojos me miraban intentando leer los míos, pero nadie ha logrado leer más allá de lo que les permito, y realmente dudo que ella logre ver mi vida a través de un gran muro. Después de compartir una sonrisa con ella seguimos el trayecto, conociendo más lugares, llegando al pueblo en donde tomamos un café caliente y comimos unos dulces, es una chica muy agradable, me gusta su compañía, pero no puedo dar lo que ella busca de mí, sexo loco y salvaje.


- ¿Sabes? En éste pueblo existe un mito muy común, ¿Quieres que te lo cuente? - deje mi café de un lado y la miré.


-No puedes hablar de mitos y no contármelo completo- realmente me gusta mucho escuchar esas historias, me hace recordar cuando mis abuelos vivían y me contaban siempre esos mitos que inventaban para hacerme dormir.


-Dicen que durante las noches puedes escuchar un feroz gruñido que hace retumbar todo el pueblo, logrando escuchar en tu ventana la respiración agitada de una persona, aunque los ancianos dicen que no es una persona, que es un demonio atado a nuestro pueblo, dicen que aquellos que intentan ver al demonio se convierten en su cena, pues nadie nunca ha vuelto, internado en el bosque dicen que está, desesperado por salir de su encierro, especulan que aquel demonio es tan hermoso que quedas completamente enamorado de él con solo mirarlo, pero que cuando se transforma se vuelve tu peor pesadilla- realmente amo éste tipo de historias.


-Entonces digamos que me metí en un pueblo maldito por demonios- dije burlona.


-Tranquila, son solo historias que cuentas los ancianos, sabes que ellos inventan muchas cosas para mantener a los niños tranquilos-


-Lo sé. Pero olvidas que dormiré sola, deja de asustarme o no lograré pegar el ojo-


-Podría acompañarte- creo que ésta chica estaba necesitada.


-Calma niña, puedo dormir sola-


            Después de un rato de charla me despedí de ella, claro, que antes de irme me quitó mi número para volver a vernos, igual estaré un mes por este lugar, así que no me caería nada mal tener compañía. El sol se estaba ocultando entre las montañas y yo aún no llegaba a la cabaña, para ser sincera no estaba ni a mitad de camino, pero yo quería irme caminando, esto me pasa por andar de necia. La noche fría acariciaba mi rostro con cada paso que daba, mirando cada vez más distante el camino a la cabaña, dejando que mis oídos escucharan un gruñido a la lejanía, asustándome al recordar la historia, no sabía qué pensar, pero para prevenir me oculté en las sombras caminando lentamente, pero nada pasaba por aquel camino, cuando torpemente tropecé con una rama y caí al barranco, golpeándome con varias ramas hasta que una de todas me detuvo, me había lastimado entera, me dolía todo el cuerpo, pero aun así me levante con cuidado para no caer más, mirando a todos lados para intentar reconocer el lugar, mirando un gran agujero debajo las enormes raíces de un viejo árbol, tenía curiosidad, quería verlo por dentro, pero antes de poder entrar en éste, lo escuché, era un fuerte rugido que hacía resonar las montañas, me asusté tanto que escalé rápidamente corriendo sin parar, corrí sin mirar a los lados, hasta llegar a la seguridad de aquella cabaña, dejando mi corazón latiendo frenético y mis ojos enaltecidos por el miedo que sentía.


            Intentaba calmar mi respiración, sentía el cosquilleo en mi cabeza por la falta de oxígeno, tomando grandes bocanadas de aire para poder tranquilizarme, hasta que después de unos minutos logré controlarme, caminando a la cocina para tomar un vaso de agua, dejándolo en el mesón y subiendo a mi habitación, tirando en el sofá la mochila, permitiéndome caer en la cama, necesitaba descansar, había sido un muy largo día.


            Esa noche la luna se ocultó dejando de iluminar la noche, mientras en mis sueños intentaba encontrar la calma a mi cuerpo, despejando mis pensamientos de todo aquello que marcaba negativamente mi vida, intentando reescribir las líneas borradas. La noche se acompañó de relámpagos y truenos, la lluvia azotaba el pueblo con ferocidad, mientras que en momentos esporádicos de la noche mis ojos se abrían mirando la lluvia caer, mirando sin atención unos ojos en la oscuridad.


            Aquella mañana decidí dormir hasta tarde, levantándome cuando mi cuerpo lo decidiera, necesitaba recuperar las energías que había perdido el día de ayer, hasta que después de varias horas me levante, bajando en ropa interior para preparar mi comida, ya que no sé si llamarle desayuno a una comida que se inicia después de las 2pm. Dicen que barriga llena corazón contento, y vaya que es cierto, estaba tan llena que lo único que deseaba era regresar a la cama y dormir un poco más, aunque cuando logré acostarme nuevamente recibí un mensaje de Cloe.


“¿Quieres salir hoy? Buenos días Abby.”


“Claro, eso me gustaría, aunque mi camita está muy rica.”


“Podría acompañarte si quieres.”


“¿A qué hora y donde nos veremos?”


“En la pastelería del pueblo a las 4pm.”


“Nos vemos Cloe.”


            Dejé mi celular a un lado recostándome un rato más antes de irme a vestir, luché ferozmente contra el sueño y me levanté, directo a tomar una ducha para poder vestirme. Una vez lista me puse en marcha hacia el pueblo, me gustaba caminar de la cabaña al pueblo, sí era mucho recorrido, pero me gustaba llenar mis pulmones de aire fresco y nada toxico.


 -Buenas tardes Abby- Cloe estaba muy puntual en el lugar.


-Buenas tardes pequeña Cloe, ¿Disfrutaste la lluvia de anoche? – hacía tanto frío en el pueblo, sin duda alguna estábamos en menos de dos grados, ya que a pesar de tener mi ropa térmica tenía mucho frío.


-La verdad sí, aunque la lluvia avivó aún más el frío-


-Ven- camine a la entrada del local- vamos por un pedazo de pastel, hoy debo irme antes de anochecer-


- ¿Y por qué? ¿Te asusta caminar de noche en el pueblo después de contarte la leyenda? – ella me miraba burlona mientras entraba dentro del local.


-No, es solo que hace demasiado frío y en la noche sin duda alguna será peor, así que no quiero congelarme- decía caminando detrás de ella.


            No sé cuáles son las verdaderas intenciones de ésta chica, pero me insistió mucho en compartir el mismo postre, mirándome con sonrisas pícaras con cada bocanada que se llevaba de aquel pastel de fresas, riéndose de cada tontería que decíamos. El sol comenzaba a descender y ya era hora de volver, no quería que me atrapara la noche, así que me puse en marcha sin esperar, despidiéndome de aquella chica para ponerme en marcha, caminando por el mismo lugar de anoche, deteniéndome un segundo por el lugar que había caído, aún tenía curiosidad de ver que había allí, y aprovechando la luz del sol, bajé, lentamente para no tropezar y caer, llegando al mismo árbol de anoche, mirando esa enorme entrada que había dejado de sus raíces, bajando lentamente pues no tenía la estabilidad de unas escaleras, alumbrando con mi celular aquel lugar que una cueva parecía, observando una gran habitación cubierta de acero, parecía un yunque, pero en éste había una puerta que estaba muy bien cerrada, con una especie de pergaminos en la puerta, me acerque lentamente, pero mi cuerpo se detuvo al sentir un aura pesada, densa, una esencia que me asfixiaba.


-No deberías estar aquí- escuché una voz detrás de aquella puerta, una voz femenina, que parecía dulce y áspera a la vez, erizando cada vello de mi cuerpo.

Notas finales:

Nos leeremos el próximo sábado, espero les haya gustado y si es así, por favor no duden en hacérmelo saber.

¡Saludos! :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).