No lo demostraba mucho pero uno de los males que tenía el samurái es que era muy posesivo con lo suyo, aunque intentaba no serlo o en todo caso no demostrarlo era algo que le carcomía el alma y más cuando “su novio” porque era suyo y solamente suyo, estaba con ese pelo de chicle el cual se le apegaba y como su pareja era una persona muy tranquila y por no decir sumamente despistada no notaba con que ojitos le miraba el pelo de chicle pero él si lo notaba vaya que lo notaba.
Y cuando le dijo; yo me encargaré de quitártelo, fue la gota que derramo el vaso.
Kaito no lo entendía el por qué Gakupo parecía mucho más posesivo que antes, no era que se quejaba porque vaya que buen sexo estaban teniendo, ver a su calmado y cariñoso novio como un depredador salvaje dispuesto a devorarte era algo sumamente excitante, no es que fuere un pervertido, tal vez solamente un poco pero le gustaba esa faceta que estaba teniendo el samurái a por él.
Kaito estaba perdidamente enamorado de su samurái, por su forma de ser, por su voz, por sus ojos, por su larga cabellera, por su suave piel, por su cuerpo de escultura griega, por la forma en que era con él y por muchas razones más su corazón solo estaba habitado por el samurái.
Pero lo dicho con anterioridad Kaito es un poco despistado por no decir bastante y torpe en igual medida, así que en ese momento en el que ambos estaban desnudo besándose de manera apasionada mientras sus manos recorrían el cuerpo tan anhelado del contrarió se le escapo un nombre, un nombre que no era el de su pareja, no es que lo traicionara ni mucho menos solo recordó una vivencia en esa tarde cuando esa persona nombrada lo hizo enojar, con su mente sumida casi en el total blanco y pensamientos sin sentidos soltó aquel nombre.
-¿eh? –Gakupo se detuvo de repente Kaito estaba pálido –
-No, espera Gakupo no es lo que crees –pero el samurái no dio reparo alguno –
No le dijo nada y Kaito temía por su vida el aura que desprendía su pareja era como la de un depredador al atacar, tomó la bufanda del joven atándole las manos y sin darle tiempo a hablar, pronuncio aquellas palabras que terminaron de helarle la piel; Te enseñaré a recordar mi nombre, con un gruñido como el de un animal salvaje.
Y allí se encontraba Kaito mirando al techo, con la mente casi en blanco, la respiración agitada, a su cuerpo le recorrían distintos temblores, las piernas le temblaban un poco y bastante liquido espeso y blanco se escurrían de entre ellas, sus muñecas estaban un poco rojas por las ataduras, además el cuerpo le dolía debido a las mordidas y marcas que le dejo su pareja… movió lentamente la cabeza observando que Gakupo le daba la espalda aun parecía molesto.
Kaito aun con el cuerpo un poco adolorido logro voltearse acariciando suavemente la espalda de su pareja quien se movió más evitando el contacto, esto siguió pasando hasta que Gakupo termino cayendo de la cama porque no había más espacio a donde ir más que el suelo y Kaito decidió guardarse una carcajada para no herir el orgullo de su amado samurái quien se quedó tirado en el suelo reacio a levantarse, aunque el golpe le haya dolido, Kaito se acercó a la orilla asomándose mientras Gakupo herido y abochornado le rehuía a su mirada.
-Lo siento no quería decir su nombre –Habló Kaito –
-Eso ya no importa –Se cruzó de brazos –Yo soy mil veces mejor que ese tipejo.
-Lo eres –Afirmo –
-¡¿Y por qué dijiste su nombre?! –Le reclamo con cierto lado infantil que no logro ocultar –
-No estaba pensando mucho en realidad, solo recordaba que quería contarte lo que Y… –Al mencionar siquiera la inicial de aquel nombre el aura de Gakupo cambió y Kaito ni lento ni tan tonto lo capto bien –Lo que él me hizo enojar esta tarde nada más… aunque terminamos llegando a la cama de alguna forma y esos pensamientos seguían rodando por mi cabeza como un lio en blanco.
-Así que…. ¿no lo quieres a él? –Pregunto sentándose para que Kaito riera –Ni lo deseas.
-Obviamente que no tonto, solo te deseo a ti, solo te quiero a ti, solo te amo a ti–Respondió mientras su mano acariciaba el pecho y abdomen de su pareja –Nadie tiene este cuerpo tan espectacular ni –miro hacia abajo tragando saliva sonrojándose relamiéndose inconscientemente los labios –tu entiendes.
-Entiendo –Respondió levantándose para subirse nuevamente a la cama –pero no vuelvas a decir el nombre de otro –Frunció el cejo mientras Kaito solamente asentía pero no lo prometía porque cielos si iba a ponerse a sí de salvaje e iba a tener el mejor sexo de su vida, tal vez lo dijera “sin querer” algunas veces, solo si iba a reaccionar así nuevamente –